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Epílogo: spaceman

Tw

"The star maker says 'it ain't so bad',

the dream maker's gonna make you mad,

the spaceman says 'everybody look down, it's all in your mind"

-Spaceman, The Killers

¿Cuál era la posición que JeongIn usaba en el mundo?

Hablar con su psicóloga era complicado, porque ella es australiana nativa y JeongIn un migrante de Corea del Sur, escapando de los pesares de la violencia e incomprensión de su padre. Tener que digerir la información, traducirla, entenderla, traducir su respuesta y formularla tardaba más tiempo de lo necesario.

Por eso JeongIn a veces extrañaba Corea del Sur. Allí tenía a su psicóloga, tenía su casa de toda la vida, tenía la familia que siempre se construyó en su mente, y tenía a sus amigos que lo acompañaron en todo su trayecto de vida. Tenía su rutina, su estándar y su comprensión. Sus compañeros de escuela no lo miraban con pena- podía decir que lo trataban como a uno más, aunque lo encerraban en los baños y lo bañaran en agua; también, tenía la música y el arte; en Corea del Sur había canciones que solamente podían ser escuchadas allí, aún cuando no eran del mismo idioma.

La barrera del lenguaje era compleja y extensa. JeongIn no creía que podría adaptarse de esa forma porque- bueno, él era coreano, ¿Por qué debió de aprender inglés?

«—¿JeongIn? —habló la psicóloga—. Cuéntame. ¿Qué es lo que te hizo considerarte persona?»

A veces, aquella concepción venía por defecto. Otras veces era más complicado.

Entonces, él relató con detalle:

A través del reflejo del auto, podía apreciarse la calle de la Alameda de su pueblo natal en Corea del Sur, a cuarenta minutos o más de Seúl: local comercial, una casa, un local comercial, una panadería, una ferretería, una casa; todos compartían la misma armonía de los colores en las tonalidades grises y cafés, comentando que estas siempre parecieron ser una gran oruga.

JeongIn de diez años lo pensaba siempre que lo veía- que las casas eran orugas; pero esa no era la ocasión del relato, porque estaba más preocupado practicando su sonrisa en el reflejo de la ventana.

Primero, mostró todos sus dientes. Le siguió una imitación pero alzando sus comisuras. Intentó abrir un poco los ojos; los achicó; intentó practicar con sonreír en ellos y, al notar cuán feo se consideraba, decidió usar la primera opción.

Mostrar todos sus dientes.

Giró su cabeza en el asiento trasero del auto para ver a su hermanastro de trece años: Chan, quien desinteresadamente estaba mirando por su lado de la ventana.

Al sentir los ojos de JeongIn en él, lo miró. Hizo una mueca de asco.

—¿Qué es eso? —le había preguntado.

—Sonrisa.

—No- eso no es una sonrisa —contestó de mala gana, girándose para ver de nuevo la ventana.

Ambos habían estado enojados con el otro- o, bueno, Chan estaba enojado. JeongIn recordaba que no había entendido lo que había pasado el día anterior como conflicto, pero su respuesta era la misma que Chan, aunque, en realidad, JeongIn no se esforzaba.

Como todos los domingos de su infancia, entre las cuatro treinta y ocho y media de la tarde, los dos se sentaban junto a la abuela Yang para poder tener actividades recreativas que, según Mamá Ann (la madre de Chan), los ayudaba a los tres.

La abuela Yang estudiaba. JeongIn no sabía qué hacía, pero siempre leía libros, escribía en su libreta y visualizaba esas cartas de colores mates que no lo dejaban nunca tocar.

JeongIn, por su parte, se dedicaba a dibujar. Los tazos del lápiz grafito sobre el cuaderno universitario lo hipnotizaban, haciendo que el chico se pusiera ansioso para saber en cómo terminarían todos los trazos.

Y Chan, quien era el más reacio al pasar sus tardes así, escuchaba música con sus grandes cascos mientras escribía en su cuaderno- no permitiendo que nadie leyera.

Recordaba que su tarde había sido igual que las otras- exactamente desde que Chan y Mamá Ann llegaron a su vida: hace cinco años atrás.

—No quiero que te juntes con mis amigos.

JeongIn no lo había escuchado- ni siquiera se había dado cuenta que Chan le había hablado; pero cuando a las seis catorce, la usual hora en la que JeongIn tenía su merienda antes de la cena, Chan le quitó su cuaderno universitario y forzó a que la atención de JeongIn se centrara en él, repitiendo:

—No quiero que te juntes con mis amigos.

—¿Mis amigos? —preguntó JeongIn, aturdido.

—No —cortó—. Míos. ChangBin, MinHo y SeungMin son mis amigos. No tuyos.

—Bang Chan —le llamó la abuela Yang.

—Ellos también son mis amigos —había repetido JeongIn—. MinHo dice que soy su amigo.

—No. Tú eres su amigo porque siempre estás apegado a mí —explicó con molestia—. No le hables ni te acerques a mis amigos. Consíguete tus propios amigos.

No eran palabras duras o atacantes para un menor, pero JeongIn no lograba considerar la idea de tener otro amigo aparte de ellos.

MinHo había sido su amigo- su mejor amigo. Ambos habían estado en el salón especial junto a un montón de chicos cuyos psicopedagogos decían que eran iguales a JeongIn y a MinHo- extraños, anormales o, prontamente conceptualizados, neurodivergentes. MinHo le entendía- estaban juntos mientras él se ponía audífonos y JeongIn hacía sus tareas desde hace cuatro años atrás.

ChangBin también había sido su amigo- su mejor amigo. Tenía una voz que era muy ruidosa para el gusto de JeongIn, y se movía siempre para jugar al balón con Chan tanto que JeongIn consideraba insufrible la forma en la que sudaba y se sacaba sus mocos. ChangBin era bueno- no forzaba a JeongIn a jugar las cosas que él no quería, y siempre le buscaba una posición cómoda desde hace cuatro años atrás.

SeungMin igualmente fue su amigo- su mejor amigo. Hablaba de cosas que JeongIn no entendía- y muy rápido; el color de sus gafas de plástico eran de un amarillo que le incomodaban, y siempre quería tocarlo hasta presionar todos sus botones del estrés. SeungMin era parlanchín- hablaba de todo y siempre le explicaba a JeongIn las preguntas que esporádicamente aparecían en su cabeza; y cuando JeongIn ya no quería hablar y quería irse, SeungMin nunca se molestaba.

Chan, sin embargo, no era su amigo. Era su hermanastro. Un hermano que no eran de la misma familia, ni de los mismos padres, pero que ahora ambos tenían que cuidarse como si fueran de la misma familia y de los mismos padres. Chan era rudo- era el niño más grande de quinto grado, y siempre sacaba eso a su ventaja para golpear a los demás; él no quería ser tampoco familia de JeongIn, pero cuando él entró al salón especial (donde equivaldría toda su educación primaria) y otros niños lo molestaban por ser raro, Chan lo defendía.

—Tienes que aprender a hacer amigos —continuó Chan en el recuerdo—. Aprende a hacer amigos como un chico normal.

JeongIn todavía estaba muy pequeño para entender lo que era ese concepto, pero sabía que era malo porque Abuela Yang regañó a Chan. Cuando JeongIn le había preguntado a sus padres cómo podía hacer amigos, durante la cena de las nueve, Papá Kho (su padre biológico) contestó que con una sonrisa y un duro apretón de manos bastaba para hacerlo.

JeongIn había sonreído antes que esa situación, pero nunca se había percatado de ello por lo que no lo entendía. JeongIn tampoco quería ser tocado.

¿Podría hacer amigos?

—Niño normal... —murmuró en el trayecto a la escuela, en el auto—. Debo ser un niño normal...

Entonces, JeongIn seguía practicando su sonrisa en la ventana.

Papá Kho estacionó el auto frente a la entrada de la primaria de la única escuela que tenía el pueblo, con un montón de niños gritando por todas partes, otros más pequeños llorando, otros rencontrándose con sus amigos y, unos pocos, iniciando sus clases. El recuerdo era ruidoso, pero no irritante.

—Los pasaré a buscar a la hora de salida —indicó él con simpatía, revolviendo afectivamente el cabello de Chan—. Si se irán a la casa de alguno de los chicos, usen el teléfono de la secretaria para que me contacten y no los venga a buscar.

—Vale... —comentó Chan en voz baja, dando media vuelta para poder irse de ahí.

—Chris, ¿No llevarás a JeongIn?

—JeongIn ya está grande —dijo con voz monótona, apresurándose en entrar.

JeongIn no reaccionó, solo vio la mochila negra de su hermanastro perderse en la multitud de los niños. Dubitativo, él giró su cabeza hacia su padre.

—Los niños normales hacen amigos.

Pareciendo recordarlo, Kho bajó la mirada hacia JeongIn y sonrió mientras asentía. —Exacto- ¿Recuerdas cómo era?

Su mano tembló un poco (¿A sus amigos le pasaba eso?) antes de levantarla y tendérsela a su padre. —Hola. Soy Yang JeongIn. ¿Podemos ser amigos?

—Me parece bien... —sonrió el hombre a gusto, tomando la mano de JeongIn y sacudiéndola con tanta fuerza que desequilibró a JeongIn—. Vamos, ¿Quieres que te acompañe al salón?

JeongIn había pensado en ese momento que Chan se molestaría con él o se burlaría porque Papá Kho lo entró al salón, y JeongIn no quería ser la burla de Chan.

—Yo ya estoy grande —indicó, con sus diez años—. Puedo ir solo.

«—Como un niño normal —aclaró JeongIn a su psicóloga en inglés, con vacile en su voz.»

Muchos cuerpos iban colisionando frente a él. El tacto de tantos cuerpos en sus brazos hacía que su respiración se agitara por la invasión de su espació- sin embargo, tenía que continuar con la frente en alto y no flagelar con su padre mirándolo a su espalda.

Le llamó la atención a un lado de la escuela, junto al nombre de esta, cómo unos padres lucían emocionados mientras la madre le sacaba fotografías a un par de mellizos tomados de las manos, quienes sonreían con sus mejillas corcheteadas en sus orejas.

«Sonrisa...»

Sin querer, JeongIn se había quedado plantado ahí, observando. Ambos chicos eran iguales: mismos ojos, mismas sonrisas, mismo porte; empero, la chica difería con su cabello castaño largo, decorada por trenzas que mezclaban su cabello y un pedazo de tela de color amarillo- que combinaba con los delantales genéricos de primaria; el chico, por otra parte, mostraba sus dientes amarillos, le faltaba un canino y tenía un ojo golpeado, la ropa que usaba era bastante gastada y, a diferencia de los demás niños de la escuela, vestía con sandalias como su hermana.

Entonces, el niño lo había mirado.

«Contacto visual», se dijo JeongIn, antes de poder mostrar sus dientes para simular una sonrisa.

El niño rio a causa de la gracia, pero JeongIn no lo entendió. Borró su sonrisa y se encaminó con rapidez hacia su propia sala.

«—¿Puedes hablarme un poco de ese salón en el que estuviste en tu infancia? —pidió la psicóloga?»

El salón especial era aquel lugar de la escuela donde él no quería estar porque había chicos diferentes a él- quienes gritaban más o eran más silenciosos; los maestros eran particularmente extraños con ellos, y el resto de la escuela los molestaba por algo que JeongIn no comprendía. Sin embargo, entre ellos, el único que congeniaba con JeongIn era MinHo- él era el más adecuado para JeongIn que, cuando terminó la primaria y decidió entrar a los salones para cursar cursos con los neurotípicos, JeongIn lo siguió- aún cuando se llevaban por un año académico.

Pero como Chan le había dicho en ese primer día de clases que se alejara de sus amigos, JeongIn haría caso.

Al entrar al salón, vio a MinHo con sus auriculares azules cambiando canción en ese reproductor de música que llevaba a todos lados; MinHo lo reconoció también, y alzó su brazo para agitarlo alegóricamente para que se sentara junto a él. Más JeongIn lo pasó por alto, bajando la mirada al suelo y sentándose en el lugar más próximo que encontró.

A la hora de ese primer receso, JeongIn entró aún más en pánico.

No quería hacer nuevos amigos. Él quería esos amigos que siempre han estado con él porque, según lo que vio en la televisión, esos amigos eran buenos amigos. Pero Chan le había dicho que se alejara de ellos, le dijo que tenía que ser un chico normal y JeongIn, en todo lo que podía entender del mundo real, debía de ser un chico normal.

Fue por eso de que, tomando todo el aire que sus pulmones podían aguantar, se levantó de su asiento.

—¿Tienes problemas de vista?

JeongIn alzó su cabeza y vio a MinHo. Inconscientemente su cabeza giró en torno a la duda.

—No te sentaste conmigo —le había explicado MinHo, con sus manos en el bolsillo y con los auriculares azules colgando en su nuca—. ¿Por qué no te sentaste conmigo?

—Chan me dijo que me alejara de sus amigos —dijo.

—¿Qué?, ¿Chan habla con más personas? —bromeó. JeongIn negó—. Entonces, ¿Por qué te dice que te alejes de sus...?

La frase quedó en el aire. MinHo cayó en cuenta lo que estaba diciendo.

—Eso es una estupidez.

—Eso dice él —admitió JeongIn.

A JeongIn nunca le había gustado hacer contacto visual, por lo que siempre colocaba sus ojos en una parte de la cara de la otra persona que más le gustaba. En Chan era en su mejilla derecha, donde aparecía su pequeño hoyuelo; en su madre Ann era en sus cejas, que estaban meticulosamente perfiladas; en su papá Kho era en su nariz, porque JeongIn siempre contaba el cabello que salía de ahí.

En MinHo era su nariz también, que a diferencia del pelo de su papá Kho, la nariz de MinHo era bastante linda.

—Vamos a jugar —insistió MinHo, pero JeongIn negó—. No le vamos a hacer caso a Chan.

—Tengo que ser un niño normal —repitió—. Debo hacer mis amigos.

MinHo no sabía cómo tomarse eso, pero su cabeza infantil no pareció tener una connotación negativa- al contrario, la idea de que JeongIn quisiera encajar con los demás parecía emocionante.

—¡Oh, okey! —alentó—. ¡Buena suerte!

«—¿Por qué creías tú que Chan tenía que decirte eso?

—Chan me contestó que fue por cuestiones de la edad —explicó JeongIn con desinterés, viendo el reloj de arena decorativo que la psicóloga tenía en su oficina—. No lo sé.

—¿Entiendes el concepto de normal?

—Sí, y nunca comprendí por qué yo no lo era.

JeongIn vio a la psicóloga anotar un par de cosas en su libreta antes de que hablara—: ¿Crees que, el que te hayan dicho que seas normal, significa la forma en la que te posicionaste en este mundo? ¿El ser alguien?

—No —respondió JeongIn con sinceridad—. En ese tiempo tenía diez años. Había cosas que no entendía. Ahora tengo veintiocho- tengo un novio y soy lo que las personas me dicen ser "normal"..., dicen que, para ser autista, no logro ser lo suficiente.

—¿No te sientes lo suficientemente autista?

JeongIn solamente se encogió de hombros.»

La escuela ponía ansioso a JeongIn. No le gustaba. La detestaba. El salón especial parecía fomentar la incomodidad de JeongIn con las interacciones, sentándolos en círculo con otros niños para evitar ver sus rostros con actividades conjuntas o radicalmente separatistas que le hacía sentir extraño.

¿Los otros salones hacían lo mismo?

Al salir al patio, tuvo que acostumbrarse a que su cuerpo no se encaminara hacia el mismo lugar que antes iba junto con Chan y sus amigos. Las bancas cerca del arco y los bebederos donde ChangBin siempre se movía de un lado a otro para jugar al balón junto a Chan, con MinHo escuchando silenciosamente música, y con SeungMin leyendo a su lado.

Al enfocar su vista ahí, divisó a los cuatro chicos. JeongIn necesitaba ir hacia allá.

El mundo a veces era demasiado luminoso para JeongIn, pero pocas veces era lo suficientemente ruidoso.

Sin saber dónde empezar o qué hacer, se apoyó en uno de los pilares del patio y se sentó ahí, abrazando sus piernas mientras encajaba su vista en todos los niños que corrían el lugar.

De repente, un niño se había sentado a su lado.

—¡Hola! —saludó él con un volumen de voz ensordecedor—. ¡¿Tú también eres nuevo?!

JeongIn no miró al chico a la cara. Tuvo que contener el aire de la incomodidad de la repentina cercanía para poder alzar sus ojos hacia los ojos del otro, haciendo un intenso contacto visual a la par que estiraba su mano hacia él y, una vez más, mostraba sus dientes.

—Hola, soy Yang JeongIn —dijo, sin dejar de mostrar los dientes—. ¿Podemos ser amigos?

El otro sonrió, aún más grande que antes. —¡Claro!, ¡Soy Hwang HyunJin!

Y, con fuerza, el chico tomó la mano de JeongIn y la sacudió con fuerza. JeongIn quedó totalmente impasible ante el movimiento, viendo sus manos subir y bajar mientras una corriente de un sentimiento desagradable bajaba desde su cabeza hacia su estómago.

—¿Eres nuevo? —preguntó HyunJin.

—No-

—Yo sí. Vengo de estudiar en casa. Estaba tan nervioso de no poder hablar con alguien que ni siquiera pude dormir anoche —contó con rapidez. JeongIn solo pudo sentir el fuerte ruido de su voz en sus oídos, enfermándolo—. Mi mamá me contó varias cosas de la escuela- no me gusta la idea de pedirle permiso a los adultos para ir al baño- ¿Por qué te lo prohibirían?, además de que no tengo hora de merienda directa porque estoy en casa. Papá nos obligó a Yeji y a mí actuar como en la escuela en casa porque no sabíamos como- oh, no tenía que mencionar a Yeji.

JeongIn se había cuestionado quién era Yeji, pero solo mantuvo sus dientes rectos y su intenso contacto visual, asintiendo a cada palabra que el muchacho decía.

—Bueno- como sea- ¿Por qué muestras tus dientes? —cuestionó HyunJin.

—Es una sonrisa.

—No, eso no es una sonrisa. —JeongIn no se había dado cuenta qué tan cerca HyunJin se encontraba de él hasta que el otro se abalanzó para tomar sus mejillas.

Las alarmas de pánico se encendieron en su cabeza, y su respiración empezó a ser errática.

—Esto es una sonrisa —explicó HyunJin, pinchando las mejillas de JeongIn para que las subiera—. Lo que haces es raro. Pero si sonríes así y achicas tus ojos... —con sus dedos, estiró los ojos de JeongIn hacia los costados—, será un eye smile, lo que significa que tu sonrisa es más abierta y- ¿Por qué estás verde?

Antes de que JeongIn pudiese desplomarse o HyunJin decir algo, Chan había llegado rápidamente para jalar a HyunJin del hombro y botarlo al suelo, continuamente patearlo.

—¡Déjalo en paz! —gritó Chan mientras lo pateaba—. ¡Métete conmigo, mejor!

—Creo que JeongIn se va a morir —comentó MinHo en voz alta.

—¡¿Me voy a morir?! —exclamó JeongIn, con su cuerpo temblando.

—¡Eso!, ¡Vamos, Chan! —alentó ChangBin, alzando sus brazos—. ¡Golpéalo!, ¡Golpéalo!

—JeongInnie, tenemos que respirar —sentándose a su lado en total calma, SeungMin intentó centrar la concentración del chico en él—. Respirar hacia adentro..., respirar hacia afuera..., respirar hacia adentro..., respirar hacia afuera...

—¡Es mi amigo! —siguió gritando HyunJin, intentando esquivar las patadas de Chan—. ¡¿Por qué me atacas?!, ¡Es mi amigo!

Fue así como, por alguna razón, la amistad nació entre ellos.

«—Creo que ahí me consideré persona —contestó finalmente JeongIn—. Porque alguien me reconoció sin tener un canal de por medio. Fui yo.

—¿Hwang HyunJin te hizo real?

—Tal parece... —Sin embargo, JeongIn vaciló en su hablar. ¿Cómo podía ponerlo en inglés...? —Pero- hubo más cosas..., creo que él ni siquiera fue el epítome de .

—¿A qué te refieres?»

El mundo era cruel, o eso decía Chan todos los días cuando no quería ir a la escuela. JeongIn no podía entenderlo porque no conocía el mundo por completo, pero sí concordaba que ese pequeño pueblo del cual se había criado toda su vida era, efectivamente, cruel.

¿Qué podía hacerse respecto a todo?, la calma era buena para él, aún cuando más personas lo apuntaban indiscriminadamente sobre la extrañeza que JeongIn no notaba, pero decían que emanaba.

Sin embargo, en su mundo ni siquiera podía tomarlo en consideración. MinHo estaba siempre a su lado en clases y, para los recesos, él tenía el grupo.

Pero, repentinamente, HyunJin pareció encajar a la perfección en su mundo.

HyunJin vivía lejos del pueblo- o tal vez no tanto, pero JeongIn no sabía medir distancias. Los padres de él trabajaban de verduleros con la venta de sus propias cosechas en un local en el pueblo que, por alguna razón, les iba extremadamente bien. Dejaban a HyunJin en la escuela temprano en la mañana y, después de clases, él y Yeji se iban al local a perder el tiempo; empero, la amistad de JeongIn, Chan y HyunJin terminó haciendo que los mellizos se quedaran en su casa después de clases.

A veces ChangBin se les unía, y otras veces MinHo. SeungMin disfrutaba más estar en los clubes de la iglesia aprendiendo música.

Una tradición terminó naciendo- una costumbre de amistad que terminó sembrando más cosas que JeongIn podría entender.

JeongIn no hacía contacto visual con ellos, pero le gustaba mirar a HyunJin a su boca- su sonrisa era lo mejor que destacaba de él.

HyunJin era la sonrisa. La sonrisa cautivante de dientes chuecos y tonalidades amarillas. JeongIn podría reconocerla en cualquier parte que meritase un poco de contemplación o asunción. HyunJin era identificable en cualquier parte.

Eso era lo lindo de crecer- o eso mencionaba mamá Ann. JeongIn no entendió en su momento por qué su madre creía que crecer era lindo- había sentimientos, dolores y comportamientos extraños en él que le hacía sentir un pez fuera del agua. Las personas a su alrededor lo catalogaban violentamente con conceptos que él no consideraba que fuera reales en sí, pero existían. Los conceptos eran reales y existían, tal como la formación del mundo- el concepto fue lo único permanente en todo su crecimiento.

Era ridículo. De repente sus amigos hablaban desafinado, se sonrojaban por cualquier ridiculez y Chan- oh, entonces Chan mencionó que gustaba de una chica de otro salón que nadie conocía, pero existía.

Gustar. Una palabra simpática que había recabado en la cabeza de JeongIn tanto como las veces en la que papá Kho decía que debía de ser normal.

¿Qué era ser normal? ¿Qué era gustar? ¿Acaso ambas cosas era lo mismo que hacer amigos o sonreír?

—¿JeongInnie gusta de alguien?

JeongIn tenía trece años en ese tiempo, y Chan no se despegaba del teléfono de la casa para hablar con esa chica del otro salón. HyunJin se había burlado abiertamente de eso, pero cuando los dos quedaron solos en la sala mientras hacían sus quehaceres (o algo así; ninguno de los dos era aplicado en la escuela), HyunJin habló.

—¿Gustar? —JeongIn preguntó, antes de encogerse de hombros—. Ni idea.

—¿Cómo no sabes? —HyunJin se recostó sobre la mesa de café, horrorizado. Él tenía catorce años—. Si es un sentimiento que no paaasa desapercibido. ¿Cómo pasa desapercibido para ti?

JeongIn volvió a encogerse de hombros. —No me interesa, tampoco.

—Debería.

—Pero no lo hace.

—Eres demasiado serio. No puedo bromear contigo sobre eso —farfulló, amurrado. Sin embargo, después murmuró—: escuché que JeongInnie es bastante popular con las de mi clase...

—¿Por qué popular? Las niñas de su clase son alrededor de quince- para que sean quince chicas mirándome, significa que debí haber hecho algo —explicó—. Y- estoy seguro de que no hice nada.

—¡Qué importa si no hiciste nada! —exclamó con gracia, palmeando bruscamente su brazo. JeongIn se incomodó—. Perdón- pero, ¡Quién pudiera ser tú para que se fijaran en mí también!

En la cabeza de JeongIn no podía entender cómo es que alguien no se fijaría en HyunJin. El chico algo era atlético, carismático y de sonrisa bonita.

—¿Y qué debo hacer con eso? —preguntó JeongIn con sinceridad.

—¡Por supuesto que debes ser novio de la primera chica que se te confiese!

Y así fue, solo porque HyunJin lo mencionó.

«—Ella me hizo definir mi sexualidad —explicó JeongIn, antes de vacilar—. Bueno..., ella y otra más.

—¿Por qué?»

Él había sido inmaduro para su edad, y su primera novia le llevaba un año tanto de edad como académico. Él tenía trece años, y ella quiso hacer cosas que JeongIn aún no entendía que podían hacerse.

Se sentía bien y mal- ambos como una densa balanza. No consideraba que la otra chica fuera culpable de algo que haya dejado marcado a JeongIn, pero sí fue la causante. Su actividad sexual en un contexto donde JeongIn apenas se tocaba comprendió que tal vez, tal vez el entorno de normalidad con la cual el mundo se jactaba de existir, en realidad no existía así.

JeongIn terminó con su primera novia. Duraron cuatro meses de mero contacto físico. JeongIn se había sobrepuesto a las peticiones cotidianas de la chica para hacer cosas que no habría hecho usualmente- y lo hizo. Él nunca entendió hacia dónde estaba dirigida la rabia, pero a HyunJin o Chan probablemente lo estaría.

Había cosas en la vida de JeongIn que él seguía sin darle significado, importancia o percepción, pero era consciente que cuando HyunJin lo miró por primera vez- y cuando él miró a HyunJin por primera vez, supo que su primera novia fue algo fuera de lugar. Tal y como JeongIn.

«—O en ti mismo —razonó la psicóloga—. Me mencionaste cómo lo conociste con detalle. ¿Recuerdas cómo fue que lo percibiste?

—No —admitió, antes de ponerse a pensar y, cavando en sus recuerdos, JeongIn enumeró sus memorias—. O creo que no hubo momento.»

—No entiendo cómo terminaste con ella —fue lo único que comentó HyunJin, una semana después de que JeongIn comentara casualmente en el grupo lo que había hecho—. ¡Jamás encontrarás a una chica tan atractiva como ella!

Pero a JeongIn no le importaba demasiado. Lo único que rondaba en su cabeza era la gracia que tenía HyunJin para cambiar de emoción tan rápido, de cómo olvidaba sus enojos, y que a pesar de haberle reclamado a JeongIn, él cambió de tema para mencionar lo último que había hecho con Yeji en casa.

Observando a HyunJin, JeongIn se dio cuenta que también observaba a sus amigos- aunque no de la misma forma. Ver a HyunJin equivalía a verlo, como un propio individuo. En cambio, ver a sus amigos era observar cómo es que ellos interactuaban entre ellos- JeongIn no sentía que debía de ser usual que aquello pasaba, pero a veces imitaba cómo MinHo y SeungMin, o Chan y ChangBin interactuaban entre sí.

Fue cuando JeongIn visualizó que había algo fuera de lugar- algo que entre HyunJin y él se encontraba, con un espacio vacío con el significado de algo que JeongIn no entendía.

«—Tal parece que conociste accidentalmente el amor.»

Fue difícil reconocerlo. Entre sus catorce y quince años, JeongIn volvió a tener una relación con otra chica, pero se repitió el mismo patrón que su relación anterior: la búsqueda de algo sexual que JeongIn entregaba sin medirse a sí mismo, porque eso hacían las personas a su edad. O eso era lo que Chan hacía o sus amigos hablaban.

Luego estaban sus padres. Si sus propias relaciones no eran controversiales, ver la relación de sus padres le hizo notar que, efectivamente, nada era normal.

A sus quince años, él vio por primera vez a mamá Ann llorar tras enterarse de la infidelidad que papá Kho había hecho. Después, JeongIn rememoró aquella escena a los siete, y luego a los tres años: el único recuerdo físico que él tenía de su madre biológica era el abandono por despecho, necesariamente superada por las circunstancias para renegar no solo la relación sino la existencia de un hijo.

A veces, JeongIn olvidaba que tenía una madre biológica- una madre como mamá Ann con Chan. JeongIn no tenía la suya porque ella apenas lo llamaba, lo cuál lo hacía sentir un poco solo.

La familia no era la misma- no era normal. Pero mamá Ann lloraba por la infidelidad y papá Kho también lo hacía, en el suelo de la cocina, proclamando que no lo volvería a hacer y que el amor que los dos tenían era lo suficientemente fuerte como para pasar ese obstáculo.

No fue real, y volvió a pasar.

Y de nuevo, y de nuevo, y de nuevo.

¿Cómo podía medirse la frustración? Era un sentimiento tan invasivo y extraño en la consciencia de JeongIn que se sentía tan raro como inexistente- porque aquello no iba acorde de su definición como alguien. De repente, su padre dejó de ser su padre, y la importancia de mamá Ann dentro de su vida fue tan grande como la de Chan- quienes, al seguir sin haber formado un vínculo sanguíneo, JeongIn reconoció como familia.

Reconoció como familia tras el temor de la pérdida de ella.

«—JeongIn —llamó la psicóloga a mitad del relato—. ¿Por qué eres detallado en algunas cosas, mientras que has saltado parte de tu vida de forma rápida?

JeongIn demoró un instante en contestar. Proceso las palabras en inglés de la psicóloga y, adaptándolas a su idioma natal, traduciéndolas y, finalmente, comprendiéndolas, dijo:

—Usted dijo que yo hablara sobre mi alguien —formuló con dificultad—. Estoy contando cómo soy alguien.

—¿Tu formación de alguien es en base a otra persona?»

La personificación de JeongIn se dividía en distintas aristas, en las cuales le hacía sentir vago o perdido algunas veces. La ruptura familiar primaria, para darle paso a la inserción de una mujer que le dijo que podía llamarla madre si es que deseaba, con un hermanastro que apenas lo toleraba. La inserción en el mundo escolar como estudiante de un salón especial, vinculándose con personas a través de su hermanastro, y siendo víctima de acoso y burlas por algo que consideraban una condición en su propio centro de estudios, hizo que JeongIn dificultara lo que podía ser.

No fue hasta la sonrisa de HyunJin que pudo reconocer sin entender que JeongIn era- es, y que la supuesta condición nunca se iría.

Aquello no era reparable. JeongIn no era reparable.

JeongIn era tan roto como cualquier persona que tenía la capacidad de sonreír.

Y la visualización de su mundo, y de cómo este seguía avanzando, le hizo llegar a que su temprana sexualidad en un ambiente incómodo, junto con una familia disfuncional que cuestionaba la confianza, le hiciera formar una nueva zona de confort.

En Chan. En sus amigos.

En HyunJin.

—¡No entiendo por qué no me resulta!

Exclamando con rabia de alguien de dieciséis, HyunJin lanzó los palillos hacia su cama. JeongIn tuvo que agachar la cabeza para que los palillos no le llegaran.

—El profesor de música te enseñó ese ritmo hace dos días —explicó JeongIn, dibujando un zorro del desierto en la posición de HyunJin—. Nunca tocaste la batería. Te demorarás más.

—¡Pero a los otros les sale muy fácil! —se quejó.

—Tocan guitarra. No batería.

El profesor de música le había regalado un tambor de práctica para HyunJin, junto a unos palillos. Las últimas tardes que ambos pasaban en la granja de la familia Hwang terminaron basándose en eso: JeongIn en su mundo, y HyunJin intentando aprender música.

Con frustración, HyunJin se zambulló en su cama junto a JeongIn, mirando con pésame el techo de vigas.

—¿Por qué accedí a esto? —terminó por lamentar HyunJin.

—Porque ChangBin dijo que la idea de hacer una banda atraería a las chicas de su curso —contestó JeongIn con monotonía—. Lo que quiere decir que- bueno, tú también quieres atraer chicas.

—¿Quién no quiere atraer chicas?

—MinHo. Pareció ofendido cuando ChangBin dijo eso —dicho eso, JeongIn frunció su rostro para imitar a MinHo, y actuó—: ¿Cómo puedes considerar que esto es para atraer chicas?, ¡Scott Piligram nos enseñó a que la música se vive!, ¡No podemos no formar una banda si tenemos todos los elementos!, ¡Es una contradicción biológica!

—Suenas igual a él. Que terrible —suspiró HyunJin.

Los dos se mantuvieron ahí. JeongIn dibujando sobre sus piernas cruzadas, mientras que HyunJin seguía manteniendo sus ojos en las vigas del techo.

El recuerdo seguía siendo fresco en la memoria de JeongIn.

—¿Cómo supiste que te gustaba tu primera novia? —consultó HyunJin esporádicamente.

—No lo supe —contestó con sinceridad.

—Bueno, ¿Cómo diferenciaste a tu novia del resto de las personas? —La pregunta fue tan compleja de entender que JeongIn lo miró. HyunJin correspondió su mirada, y tosió. —Quiero decir- tus novias fueron tus novias. ¿Qué te hizo escogerlas?

—Yo les gusté —dijo con simpleza.

—¿Y a ti?

JeongIn se planteó la pregunta- realmente. Miró hacia un punto del dormitorio de HyunJin y, meditando, recabó en sus memorias.

—Mi papá dice que es un sentimiento que es compartido —empezó—, aunque no le creo mucho- ya sabes, engaña a la mamá de Chan- a mi mamá..., así que me guiaré con la definición de SeungMin.

—El idiota consigue una novia y ya se vuelve experto en el amor —farfulló HyunJin con desgano, antes de mirar a JeongIn con cansancio—. Dime, ¿Qué definición da SeungMin?

—Burbujas en vez de palpitaciones —describió—. Y te gusta ser como eres, porque a la otra persona también le gusta eso de ti.

HyunJin mantuvo pegada su mirada en JeongIn, tanto que él no lo reconoció hasta que giró su cabeza para verlo.

Los ojos de HyunJin eran lindos.

—¿A JeongInnie le gusto como soy? —preguntó HyunJin, usando ese tipo de voz que usaba cuando eran niños.

—Supongo que sí —admitió el otro—. Pero es más importante la opinión de la persona que te gusta.

—Tienes quince, ¿Cómo eres tan sabio?

—No lo soy.

—Hay una chica de mi salón que me gusta —admitió, volviendo a mirar el techo—. Espero gustarle de vuelta.

JeongIn una vez recordó la ignorancia de su amigo MinHo respecto a los términos del amor. Ambos tenían en común eso. JeongIn no era de entender demasiado aquello- especialmente porque MinHo tampoco lucía interesado en los temas que HyunJin se ahogaba; empero, eso hacía a JeongIn sentirse cómodo.

La comparación de comportamientos era algo que JeongIn consideraba relevante. MinHo era igual a JeongIn- bueno, no igual, pero ambos podían ver el techo sin perturbarse. Con HyunJin era lo mismo, pero era diferente.

«—¿Ahí te diste cuenta de que él te gustaba, o que eras alguien? —intervino la psicóloga.

JeongIn se encogió de hombros. —Siempre sentí eso, pero no fue hasta que ellas llegaron cuando me lo dijeron.

—¿Quiénes son ellas

Kim MinJu y Lily Morrow.

JeongIn podía reconocerlas fácilmente. Mientras que Kim MinJu era una chica preciosa, que caminaba en los pasillos y HyunJin se giraba siempre para verla desde enero del 2021; Lily Morrow era una chica como JeongIn- además de tener una forma de pensar particular, con una enfermedad que acarreaba hace unos años y, por alguna razón, obsesionada con la banda musical que habían hecho sus amigos.

«—¿Quieres hablarme un poco de esa banda? —pidió la psicóloga.

—HyunJin era baterista, pero aprendió con el maestro de música que tuvieron —explicó—. ChangBin era guitarrista. Él y mi hermanastro Chan se dedicaban a hacer arreglos de canciones populares para tocarlas- también creaban canciones. SeungMin fue el bajista, pero después llegó un australiano a nuestra escuela: Felix, y tomó su lugar porque SeungMin priorizó sus estudios. Y MinHo era vocalista- tocaba un par de veces con una guitarra, pero tuvo que dejarlo luego de su accidente.

—¿Aquello afectó tu vida?, ¿La banda?

JeongIn se encogió de hombros. —En eso se basó el resto de mi estadía en Corea del Sur.

—Entonces..., HyunJin consiguió una chica gracias a la banda.

—No tanto. Nosotros éramos odiados. Kim MinJu fue su novia por cómo HyunJin era de persona.

—Mencionas que HyunJin es de tu círculo de amigos, ¿No?

—De la infancia. HyunJin es mi amigo desde que era pequeño.

—¿Te sentiste aplazado cuando comenzó su relación con MinJu?

JeongIn se quedó pensando un poco en su respuesta. Procesar, entender, traducir y formular: —Creo que no sentí

Ver a HyunJin de la mano, abrazando, besando, estando junto a MinJu. Una imagen que JeongIn no sabía si podía encontrarse preparado o asumido; empero, era real, y JeongIn no se sintió partícipe de esa realidad.

¿Qué era sentirse aplazado?

Para poder comprender eso, primero había que definir lo que era ser algo dentro del espacio inicial. De esta forma, cuando tu posición era revocada, podías sentir el aplazamiento.

JeongIn no lo sintió, pero sí vio a HyunJin sonreírle a MinJu. Al ver la sonrisa de su infancia en alguien más, JeongIn pudo sentirse como alguien por el mero hecho de ser aplazado.

No lo había sentido con nadie- ni cuando Chan tuvo novia, ni cuando SeungMin introdujo a su nueva novia al grupo de amigos. JeongIn no encontraba a Kim MinJu una persona lo suficientemente real para él mismo, lo que le hizo sentir aplazado de HyunJin.

Por otra parte, Lily Morrow apareció en su vida.

Ella era irritante- irritante y molesta. De voz chillona y de tonalidad alta. Tenía una increíble disciplina tanto con su entorno como consigo misma, y ella había repetido el año académico a causa de las quimioterapias de su cáncer. JeongIn la encontraba rara- más rara de lo que a JeongIn lo tacharon, y el resto de la comunidad escolar también, pero el antecedente de su cáncer la hacía comodín de los insultos.

Hasta el presente, JeongIn nunca tuvo idea de qué fue lo que Lily vio en él que hizo que ella se estancara a su lado. Lo seguía a todas partes, le hablaba e intentaba hacer que tuvieran actividades juntos. Ella se exponía en algunos escenarios para estar con él, y JeongIn se sofocaba con eso.

Sin embargo, de la forma tan abrupta que llegó, Lily se transformó en una zona de confort, porque para las vacaciones de verano del 2021- mientras HyunJin estaba en el pueblo con su novia, él y Chan se fueron con su familia a la playa.

Viaje conmemorativo. La causa inicial por la cual JeongIn terminó migrando.

Su padre había hecho un comentario particular- tal vez ofensivo, JeongIn no sabría medirlo, pero el rencor que había generado hacia él a causa de la forma en la que maltrataba a su madre- a mamá Ann, madre de Chan, lo hartó.

Fue solamente un cruce verbal de JeongIn, acabando con las grandes disputas que tuvieron desde meses atrás, donde papá Kho brindó dos fuertes puñetazos en su cara.

«—¿Tú podrías decirme cuál fue ese comentario? —preguntó la psicóloga con seriedad.

JeongIn negó.»

Después, las cosas fueron mejor- o algo así. Sus vacaciones de verano se basaron en estar escondido bajo su cama, pensando en algo que fuera lo suficientemente fuerte para poder sacarlo- para poder volver a hacerle partícipe de la sociedad, pero se sentía tan fracturado e irreparable que, por un momento, creyó en la existencia de la palabra normalidad y que él, por alguna razón, no pertenecía a ella.

Necesitó un poco de terapia y tiempo. Mamá Ann tomó la total protección de JeongIn, y le ordenó a papá Kho que no se acercara más a él.

Fue la misma circunstancia en la que ella decretó que, finalmente, se largaría a Australia con su familia.

Y para el grupo que lo acompañó durante toda su infancia y crecimiento, habló sobre la mudanza con total frialdad.

—¿Por qué te vas? —fue lo primero que le preguntó Lily luego de que JeongIn y Chan dieran la noticia, a finales de ese verano. Como grupo, habían decidido ir a la galería comercial del pueblo, y ambos se habían separado del grupo mientras que el resto hablaba con Chan del tema. —¿Por qué tienen que irse?

—Porque mamá Ann lo decidió así —contestó JeongIn.

—Pero la mudanza a otro país es algo grande, porque es en otro continente y- es grande —explicó ella con su pensamiento y lenguaje redundante—. ¿Qué fue lo que pasó?, ¿Por qué eso fue tan malo que te mudas a Australia, repentinamente?, ¿Qué pasó?

—No te quiero hablar del tema —cortó JeongIn—. Chan no quiere que hable del tema. Mamá Ann tampoco quiere que lo haga. No voy a hablar del tema contigo.

—Encuentro totalmente injusto —exclamó—. Somos amigos. No puedes ignorarme.

—Sí puedo. Puedo hacerlo porque no somos amigos.

«—¿Supiste alguna vez si es que ella tuvo algún tipo de sentimiento romántico hacia ti?

JeongIn quiso reír ante la absurda pregunta que la psicóloga había hecho.

—Ella no era así conmigo. Nosotros no éramos así —respondió—. Nosotros..., nosotros simplemente éramos. Si ponemos en palabras de si nos considerábamos alguien- bueno, entonces juntos, no lo éramos.»

Después de esas palabras, Lily se había retirado ofendida de la galería comercial. Sus amigos le interrogaron qué fue lo que sucedió, pero por el tacto de sus palabras que JeongIn no reconoció, los ignoró por completo.

—¿Por qué te peleaste con Lily? —Lo que había parecido ser una eternidad, pero en realidad JeongIn lo sintió un par de semanas, encontrarse con HyunJin sobre la cama de alguien para ver el techo fue familiar.

HyunJin pasaba tiempo con su novia. Era esperable.

—No me peleé con ella —respondió JeongIn, dibujando un zorro del desierto con forma de la princesa Leia en una libreta—. Solo discutimos.

—Pelear.

—Como sea.

HyunJin era una persona fácil de entender. JeongIn gustaba de las emociones de HyunJin porque eran intensas- eran fuertes, tan fuertes que podía contagiar las veces que sentía felicidad como las veces que sentía tristeza.

Pero no le gustaba que HyunJin hablara de Lily. No lo sentía correcto. No lo sentía de lugar.

—¿Es por la decisión de que ustedes se van a Australia? —preguntó HyunJin de nuevo, con el volumen de su voz más baja.

—No lo sé —admitió—. Nos iremos en febrero, si todo sale bien.

—¿Y tu papá?

—Él ya no tiene que ver en mi familia —explicó, apartando la mirada de la libreta para ver la boca de HyunJin a su lado—. No es parte de mi familia. La familia no golpea.

—A-ah... Pero- JeongIn, me hace sentir triste saber que tú te irás del pueblo.

JeongIn, más allá de haber contestado en ese momento, solamente volvió a enfocar su vista en su dibujo. La incomodidad en su pecho junto con el sentimiento de tristeza fue igual de equiparable y grande a cómo HyunJin lo estaba sintiendo.

—Pero está bien —contestó JeongIn—. Chan dice que tenemos que ser optimistas.

Algo que nunca le había gustado era el contacto físico. Lo supo de pequeño y con su padre. Lo supo con mamá Ann, la abuela Yang y con Chan. Lo supo con sus dos novias con las cuales tuvo relaciones sexuales, y lo supo con HyunJin aun cuando él se esmeraba en querer tocarlo.

Una vez le explicaron, o leyó, que él podía bajar sus defensas de ansiedad con el tacto. Las multitudes lo volvían loco y se preguntaba por qué Lily no se volvía loca también, pero la pasión sobrepasaba la ansiedad- y era un comportamiento tan irracional que JeongIn creía que debía de estar loco por sentirse tocado con el corazón.

Y se consideró loco, porque lo consideraron raro. Cuando HyunJin le expresó su pena a JeongIn luego de contarle que se iría del pueblo, JeongIn solamente pudo acariciar el cabello largo y rubio de su amigo.

Y, de repente, la muestra de afecto se fue corrompida.

«—¿Por qué?

—Porque hizo algo desagradable —explicó JeongIn—. Íbamos a ir a Seúl en grupo para que la banda tocara. HyunJin normalmente maneja, y desde que aprendió a usar la camioneta de su papá, yo siempre iba de copiloto.

—¿Dejaste de ir en el copiloto?

—No. Él colocó a su novia MinJu en mi lugar.»

¿Qué era ese extraño sentimiento? De repente, no solo habían roto con algo que JeongIn tenía de rutina en su sistema; sino, había alguien en su asiento por el cual HyunJin, voluntariamente, había colocado por un derecho que JeongIn consideraba menos de lo que él era en realidad.

¿Era más relevante una novia- novia pasajera, que su mejor amigo de toda la vida? ¡JeongIn había estado en el copiloto desde que HyunJin aprendió a conducir!

A HyunJin no le había importado eso. Le había dicho que dejara de hacer berrinche y que las cosas tenían que cambiar. Pero JeongIn no quería que eso cambiara.

JeongIn se enojó con HyunJin después de eso, y luego Chan le comentaría que HyunJin se había encontrado tan encantado con MinJu que no le prestó atención.

Los días y semanas siguieron pasando, y de repente sus amigos se fueron de campamento.

JeongIn no le gustaba romper con su rutina, pero su madre Ann le pidió poder pasar el menos tiempo en casa.

Fue así cómo terminó en una pijamada de tres días en casa de Lily.

En ese instante, en el que ambos estaban en su propio mundo (ella viendo videos musicales mientras que JeongIn dibujaba), uno de los hermanastros menores de ella irrumpió con la burbuja que habían generado.

—¿Quieres comer algo? —ofreció ella. JeongIn no le gustaba ver a Lily sin peluca porque le perturbaba el poco pelo que salía de su cabeza.

—No, gracias.

Ambos se callaron un momento. JeongIn giró su libreta para mostrarle el dibujo a Lily, y ella lo halagó.

Repentinamente, ella preguntó.

—¿Gustas de alguien?

—No, ¿Tú?

—Tampoco.

«—Ahora que lo pienso, no sé si en ese momento ella me estaba diciendo la verdad —intervino JeongIn el relato, pensativo—. O tal vez sí. Dos años después de irme del pueblo, ella se casó con mi amigo ChangBin.

—¿Sabes si siguen juntos?

—No. Ella falleció tres meses después del matrimonio.»

—¿Por qué preguntas? Si no gustas de nadie.

—Tenía curiosidad. No te ves del tipo romántico.

—Tuve novias- no fui muy bueno con ellas.

—¿Por qué?

Y él relató. Lily lo escuchaba mientras seguía viendo la presentación de un grupo de k-pop en KBS, planeando su siguiente estrategia para que la banda de sus amigos lo siguieran. JeongIn habló de cómo fueron sus relaciones con lentitud y calma, siguiendo con su trabajo en el dibujo; no lucía tan perturbado con sus palabras hasta que ella volvió a preguntar:

—¿Y te has sentido diferente con otras personas?

—No te entiendo —admitió.

—No pareciera que te gusten las niñas- chicas, mujeres en general —dijo—. Los libros dicen que- al gustarte a alguien, todo es diferente.

—Eso es explícito..., es sarcasmo.

—Solo es sentirte diferente. Yo tampoco entiendo- una persona no puede hacerte sentir diferente. Puede hacerte sentir querida.

Yep, no entiendo.

«Pacientemente, la psicóloga esperó a que JeongIn continuara el relato. Él se quedó momentáneamente congelado, también procesando el recuerdo de aquella tarde.

—¿JeongIn?

—Ahí fue cuando noté que HyunJin me gustaba —admitió JeongIn, repentinamente—. No solo eso. Sino que también era gay.»

En los tres días, ambos hicieron test de sexualidad que encontraban en internet. Buscaron en páginas el significado de amor e intentaron preguntar disimuladamente entre sus compañeros de clases la fenomenología del romanticismo que podían generar a esa edad.

Porque- no. JeongIn no podía de gustar de HyunJin porque HyunJin era HyunJin, y si él dejaba de serlo, eso significaba que JeongIn dejaba de ser JeongIn.

HyunJin era necesario para sentirse como alguien, y cambiar su visión lo hacía sentirse nadie.

«—En una de las primeras sesiones, me contaste que tuviste una crisis en la cafetería de tu escuela luego de que te golpearan —recordó su psicóloga—. ¿Quieres hablar de eso?

Golpe.

Sangre.

Humo.

Brusquedad.

Llanto.

Mordida.

Grito.

Frío.

Culpa.

Libertad.

Trauma.

—No.»

El significado de homosexual era algo que JeongIn seguía complejizándole- porque no sentía atracción hacia los hombres. Sus amigos eran algo raros, y no todos eran lindos. Se preguntaba por qué SeungMin tuvo novia si él era raro; se preguntaba cómo es que ChangBin tuvo novia si él también era raro; Felix era el único atractivo de su grupo, junto con MinHo, pero ambos eran personas simplemente singulares.

Felix había sido sacado brutalmente del closet en la escuela- tanto para todos como para sus amigos. Había sido una situación tan compleja por la falta de información e ignorancia que JeongIn, racionalmente, no pudo dejar al chico de lado porque- Felix era diferente, y todos lo quisieron por eso.

Pero aún con su amigo siendo bisexual, él no pudo generar un enlace romántico con él.

JeongIn no podía generar enlace romántico con ellos. Eran amigos.

JeongIn no podía generar enlace romántico con HyunJin. Eran amigos.

Pero entonces, algo repentino sucedió.

Su amigo de la infancia: MinHo, relató que estuvo en una relación secreta con su otro amigo JiSung.

«—Nunca mencionaste a JiSung, ¿Quién es él?

—Él era un amigo —contó—. Nos llevábamos bien. Él no me molestaba, y fue parte del grupo por un momento.

—¿Y qué pasó con él?

—Nada. Solamente dejamos de hablar por la distancia..., como con el resto.»

Pero MinHo había tenido una relación romántica con JiSung.

¿Quién era JiSung? Él había llegado a su vida de forma esporádica, por culpa de MinHo. MinHo había hecho un plan- un plan sumamente extraño para que fuera parte del grupo (un plan que involucraba la música, la novia de JiSung, y una insana cantidad de cigarrillos y sacrificios). JiSung fue parte del grupo, y JeongIn lo consideró como un amigo propiamente tal, pero seguía habiendo algo de él que JiSung siempre se mantenía lejano a ellos.

Después descubrió que era porque el chico tenía problemas familiares. Aún así, fue demasiado tarde para poder entablar un vínculo profundo con él como lo hizo con los demás chicos del grupo.

Y MinHo había mantenido una relación romántica con JiSung.

Entonces, JeongIn notó cuán normal era ver a un amigo de forma romántica. MinHo relató en su momento a JeongIn cómo fue ver a JiSung y cómo fue verlo con amor.

Y JeongIn pudo empatizar con eso.

—Estoy enamorado de HyunJin —admitió en un momento hacia Lily, semanas antes de que llegara febrero y JeongIn tuviera que irse con Chan de Corea del Sur—. Él es mi mejor amigo, y estoy enamorado de él.

La situación de MinHo y JiSung había sido sensible para todo el grupo: no fue una brusca salida del closet como fue lo de Felix, pero fue una situación desalentadora y desesperanzadora, donde los días fueron semanas y meses, y JeongIn se vio a MinHo componerse con seriedad cuando JiSung tuvo que largarse abruptamente de dónde vivían.

Aquello era real. Un acto fatídico, pero real. Algo con lo que JeongIn no se veía capaz de lidiar, pero parecía ser algo que debía de tener que enfrentar.

MinHo relató su experiencia durante un momento, y JeongIn pudo empatizar con eso.

HyunJin era su mejor amigo, y JeongIn estaba enamorado de él.

La concepción de ser alguien era demasiado burda para ser generada por otra entidad. No había por qué ser alguien cuando otro ya lo estaba siendo. No tenía sentido la codependencia.

Pero ser alguien era un concepto abstracto que JeongIn no lo entendía, por lo que podía decir que, al final de la historia, él fue alguien por la mera existencia de HyunJin a su alrededor.

El último día que JeongIn y Chan estuvieron en el pueblo, ambos habían terminado de hacer sus maletas. JeongIn había expresado su terror constantemente de lo que sería ese viaje, y de lo brusco e innecesario que fue.

Mamá Ann no respetaba que fuera eso. Ella solamente quería apartar a JeongIn de papá Kho lo más rápido que fuera posible.

Aquello generó remordimiento en JeongIn. Al ver las paredes decoradas de fotografías irreales, con las camas desnudas y armarios vacíos; JeongIn perdía su infancia y su vida dentro de las cuatro paredes en donde no pudo ser feliz.

Era su culpa. Todo fue su culpa.

Pero mamá Ann le aseguró que no era así. JeongIn no le creía, pero mamá Ann siguió insistiendo. Chan también daba sus opiniones al respecto, expresando que prefería irse del país antes de seguir viviendo con alguien como Kho.

JeongIn podía ver cuánto le dolía a Chan irse del pueblo, y aún así lo hacía por él.

Antes de que ellos se fueran, el grupo de amigos de JeongIn y Chan habían ido a despedirse de ellos; pero con abrazos, palabras de aliento, nudos en las gargantas y lágrimas de pena cayó en cuenta, una vez más, de todo lo que estaba perdiendo.

La sala de la casa era pequeña, pero se sintió acogedora por última vez.

Fue la radicalización en la que JeongIn vio a HyunJin, exigiéndole que se despidiera de él también.

«—¿Sigues en contacto con tus amigos? —preguntó la psicóloga después del relato.

—No mucho —admitió JeongIn—. Me gustaría estar más, pero creo que todo lo que pasó fue demasiado drástico para seguir unidos.»

En el pueblo, para cuando Chan y JeongIn se fueron, quedaban ocho.

Hace poco, Kim SeungMin se había encontrado en un viaje de negocios en Australia e invitó a Chan y a JeongIn a cenar. Los relatos melancólicos y de nostalgia fueron lo que llevaron a contar lo que fue de sus vidas hasta ese momento.

Chan y JeongIn eran los más desconectados de Corea- pasaron cerca de diez años desde que lo habían visto, y los fragmentos que llegaban en invitaciones de boda, video llamadas, fotografías de bebés y largos correos electrónicos terminaron encajando dentro de un mismo relato. SeungMin se había emocionado al enterarse que JeongIn era abogado y que Chan impartía cátedras de literatura en una universidad pública.

SeungMin se había largado para marzo del 2022 a la universidad de Chung-Ang para estudiar ciencias económicas, algo que lo dejó posicionado dentro de un buen ranking no solo académico sino dentro de la misma área laboral, ejerciendo de ejecutivo con pasantías al extranjero que hizo que poco a poco escalara a alguien con medianamente éxito dentro de Corea, o que al menos cumplía con el estándar correcto de vida.

Para SeungMin, eso fue su logro, pero también un cambio de prioridades. En enlace que tenía con su mejor amigo MinHo fue lo único real que se terminó forjando, aún cuando MinHo, las veces que necesitó a un amigo cerca, no fue con SeungMin con quien contó.

JeongIn se enteró de que la banda tuvo un plan de dos años: una proyección real que con Lily y YiSu de aliadas podrían tener un éxito como banda porque eran considerablemente buenos. SeungMin contó que el primer año, Lily obligó a disolver la banda para que cada uno se especializara en su campo, sumando los trabajos exhaustivos con el fin de adquirir más dinero para tener una misma meta en común los cuatro chicos:

Vivir en Seúl.

¿Cómo podías impedir un sueño de vivir en la gran capital, para cuatro chicos ilusos?

La primera vez que SeungMin lo mencionó, Chan y JeongIn supieron al instante cómo acabaría la historia.

El plan de dos años empezó a ir bien, porque la disciplina de Lily más los trabajos forzosos que la banda hacía estaba poco a poco surgiendo frutos- frutos fantásticos tanto económicos como profesionales, siendo reconocidos por la competencia de grupos underground y a los alrededores del Busking.

Sus canciones sonaron en anticuadas radios nocturnas de tres oyentes, y los intentos de videos musicales no llegaban a más de cinco mil vistas. El epítome de su propia carrera musical fue para un festival donde algunos los reconocieron, pero las atractivas canciones originales junto a los arreglos interpretativos de otras melodías causaron furor como admiración.

El primero en caer fue MinHo, quien el dolor crónico de sus manos limitó por completo el uso de la guitarra. Un hecho que era rescatable ya que él podría seguir como vocalista.

Después, a los siete meses de cumplir la meta, HyunJin se enteró que sería tío.

A los cuatro meses de la proyección de vivir en Seúl, la sangre de Lily hizo metástasis.

Y dos meses después de eso, por un malentendido, MinHo y Felix fueron atacados en el pueblo por un crimen de odio.

Chan y JeongIn se habían enterado de que Felix había regresado solo a Australia, pero no habían tenido consciencia de la causa de su migración espontánea.

—Lo que MinHo me contó fue que, una tarde, ambos estaban haciendo el tonto y regresaron tomados de las manos —relató SeungMin con dureza. Una mano estaba en la copa de vino, mientras que la otra estiraba el mantel de la mesa—. Y algunos que eran de otro pueblo los vieron. Les dieron una paliza, pero Felix insistió de que MinHo no era desviado como él. Subieron a Felix a un auto y lo llevaron a dar una vuelta, para aparecer una hora después tirado en algún punto de la carretera.

«—Todo el grupo era consciente de cuán maldito era aquel pueblo —relató JeongIn a su psicóloga—. Desde ahí, poco a poco empezaron a irse.»

SeungMin contó que Felix no volvió más al pueblo y a Corea del Sur, y rompió relación con el grupo.

MinHo vivió momentáneamente en un local donde trabajaba en ese tiempo: una tienda de música que era dirigida por la psicóloga de la escuela. Ella había abierto su sede en Seúl y MinHo vivió ahí, haciendo el lugar funcionar convirtiéndose en socio de ella; hasta conseguir el dinero suficiente para esperar a que su novio JiSung terminase la universidad para poder vivir juntos en un propio lugar comprado. SeungMin relató que ese lugar no apareció hasta hace unos meses atrás.

—Lo bueno de eso, es que se convirtieron en la familia que el otro necesitaba —había dicho SeungMin con un deje de alegría—. Siguen manteniéndose estables.

Cuando Chan preguntó por ChangBin, SeungMin solamente dijo que fue tardío en que él se recuperara, dedicándose a las fuerzas armadas de Corea siendo la desilusión de su yo joven. Ladepresión que había carreado después de la muerte de Lily generó un gran desquiteen todo lo que él mismo se constituyó ser, perdiendo los estribos y dedicándosela protección nacional para terminar como su padre en algún lugar de Seúl. También le preguntaron por Kang YiSu, su antigua novia de la escuela, pero SeungMin solamente había reído y comentado que ella ya tenía su propia familia formada en el pueblo, con una preciosa hija y con un prometido con el cual prontamente se casaría.

Diez años más tarde, solamente quedaron dos en el pueblo.

«—¿Y HyunJin?

—HyunJin está bien, también. SeungMin me dijo que sigue el legado de sus padres con la granja, haciéndose una gran fortuna. Es tío de mellizos, y tiene una hija de seis años.

—Y si hablásemos con el JeongIn de diecisiete años, ¿Crees que estaría satisfecho con lo que has hecho hasta ahora?

JeongIn demoró un momento en contestar eso porque no era real saber la opinión del JeongIn de diecisiete años. Empero, podía dar su propia opinión porque, al fin y al cabo, ambos eran JeongIn, ¿No?

—Sí —contestó finalmente—. No tengo razones para no estar satisfecho. Soy mejor de lo que fui a los diecisiete.

—¿Tienes alguna respuesta para darme, respecto a qué te hizo considerarte persona?»

En el baño de la vieja casa de JeongIn, en Corea del Sur, donde había crecido, cambiado, desarrollado y comprendido; aquel baño donde él estuvo lavándose la cara para poder deshincharla por la cantidad de lágrimas que había soltado. HyunJin lo miraba pacientemente a que el otro hablara.

—Una vez, Chan me dijo que hablaste por llamada con Lily para las vacaciones de verano- aún cuando ella no te agradaba —le contó HyunJin, con los brazos cruzados—. Tenemos que hacer eso.

JeongIn sacudió las gotas de agua de sus manos, se giró con lentitud para ver a HyunJin y, considerando que aquello era una buena idea, JeongIn asintió.

—Vale —concordó—. Hablaremos por llamada.

—Video-llamada —aclaró.

—Está bien.

Ambos se miraron por un momento, y al notar que HyunJin no estaba sonriendo, JeongIn subió su mirada hacia los ojos de su mejor amigo.

Tenía lágrimas.

—Te amo —soltó JeongIn, finalmente—. Estoy enamorado de ti, HyunJin.

Dio un paso adelante y rodeó a HyunJin con sus brazos, abrazándolo fuertemente entre los suyos mientras cerraba los ojos y pedía estar así un momento más. HyunJin no dijo nada, pero correspondió su abrazo, pareciendo desear lo mismo.

Al volver a ver la boca de HyunJin, él seguía sin sonreír.

Debería considerar aquello una mala señal, porque para JeongIn el no mostrar una sonrisa era aquello, una mala señal. Pero, de alguna forma, sabía que HyunJin venía del espacio, y que JeongIn era persona.

He de informar un par de cosas ya que me creo farala (importante).

Antes que todo, y no menos importante: @Miss_Morningstar12 y su maravilloso trabajo con esa portada.

Como pueden observar, la secuela prometida me ha enfermado tanto del estómago que no considero posible que haya una, por lo que les traigo este lindo epílogo recuento de la vida de los personajes después del final, junto con la perspectiva de la vida de JeongIn dentro de uno de los conceptos presente dentro de la historia que es el ser y el no-ser.

No es el clásico especial HyunIn que las personas esperan leer, ya que yo también quería relatar una en la que ambos pudieran congeniar según la historia de sus personajes, pero tras bloqueos y storylines fallidos, me he dado cuenta de que a veces los personajes forman sus propias rutas sin que uno pueda forzar a tomar el camino que desea.

No les voy a mentir, no sé si esto es una muy buena idea, o muy mala idea. Gracias por el apoyo, gracias por la lectura. Les amo.


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