3. Sí, MinHo no tiene buenas ideas
Si, MinHo no tiene buenas ideas
Canción:
Live on Tomorrow; Jliana Hatfield
«Al diablo con las disculpas.»
—Aquí está tu té —anunció JiSung, dejando el suyo en el escritorio mientras le entrega el otro a MinHo.
—Gracias —contestó él, bebiendo lentamente y sintiendo la ternura al probar el agua templada—. Aw~, le pusiste agua helada.
JiSung se encogió de hombros. Estaba sentado en su escritorio bebiendo su propio té.
—No me gusta el té muy caliente, asumí que a ti tampoco —contestó JiSung.
MinHo ni siquiera disimuló en esconder su sonrisa.
Sin embargo, él percibía algo distinto de JiSung. El semblante de él estaba un poco más tosco y a la defensiva comparado de cómo había estado antes de salir de la habitación; MinHo creyó que fue su culpa (porque siempre sería su culpa, de alguna u otra manera) e imitó su semblante, volviendo a sentarse en la cama y revisar su cuaderno sin ver realmente qué era lo interesante que había allí.
—Nos quedan cuatro reglas —terminó por avisar JiSung—. Sigamos.
MinHo inconscientemente bufó. —¿Me enseñarás bien esta vez?
JiSung lo miró. MinHo se calló.
«Mierda, ¿Eso lo dije o lo pensé?»
JiSung dejó la taza sobre el escritorio y se giró sobre su silla para fijar su mirada en él.
—Así que sí sabes —dijo JiSung—. Sí sabes de silogismos. Me mentiste.
—¿Qué? —MinHo intentó hacerse el desentendido—. No, no, no, no sé de silogismos.
—Entonces, ¿Por qué me dices que te enseñe bien? —atacó—. Tú sabías que te estaba enseñando mal.
—¿Me estabas enseñando mal a propósito? —MinHo puso exageradamente una mano en su pecho.
—¡Sí!, porque me dijiste que te complicaban los silogismos, pero curiosamente eres el número uno de nuestra generación, ¡Y que hasta mi madre sabe que eres un genio! —JiSung parecía realmente consternado por eso último.
MinHo se mantuvo en silencio.
«Maldita mierda.»
—Y yo que creí que no entendías —continuó exclamando, bastante molesto—. Además, me iba a disculpar porque creí que en verdad no entendías y yo solo malinterpreté las cosas, ¡Y resulta que estuviste actuando todo este tiempo!, Yuna tenía razón, eres un maldito genio.
—¿Yuna te dijo eso? —preguntó el pelinegro, desconcertado. JiSung asintió—. Bueno... Esto es incómodo.
JiSung no contestó, tal y como en el inicio. Ambos se sumieron en un intoxicante silencio en el que solo se limitaban a beber de sus tés. MinHo pensaba en cuánto tiempo tendría que estar allí y seguir lidiando con el fracaso.
—Broken bottles under children's feet, bodies strewn across the dead-end street... —MinHo murmuró Sunday Blood Sunday para opacar el nerviosismo.
—¿Me dirás por qué me mentiste? —preguntó finalmente JiSung.
MinHo se sentía humillado, y hasta expuesto. Si ya estaba siendo penoso y que estaba perdiendo su dignidad, no estaría mal decir la verdad, ¿no?
Pero cuando abrió la boca para responder, calló enseguida.
«Esto es muy embarazoso.»
—Yo... —comenzó a hablar el pelinegro, vacilante—. Quería saber por qué...bueno...
Pero la última frase lo dijo tan despacio que JiSung se inclinó hacia adelante junto el ceño fruncido.
—¿Qué? —preguntó—. No te escuché.
—Queríasaberporquémeodiabas.
—¡MinHo!
—Quería saber por qué me... Por qué me odiabas.
JiSung pestañeó en respuesta, sin entender a lo que se refería.
«¿Qué?», se preguntó a sí mismo, «¿Por qué lo odio?»
—Yo no te odio —contestó JiSung, aunque no sabía si era verdad o mentira, no le parecía cordial darle la razón en eso a MinHo—. ¿Por qué crees que te odio? —«¿Acaso actúo como si te odiase?»
—Bueno...porque-ay, no sé —MinHo pasó una mano por su cara con intenciones de que el otro no notase su sonroso—. Cuando nos encontramos esa vez en la biblioteca, tú me evitaste por completo. Y-y las veces que te saluda por los pasillos tú...tú pasabas de mí.
—No pasaba de ti. Tú pasabas de mí —acusó JiSung—. Además, ¿Por qué te esmerabas tanto en querer contactarte conmigo?, hasta donde yo sé, yo no tengo nada de lo que te pueda servir.
MinHo pestañeó, un tanto perplejo ante la pregunta. —¿Qué? —rio—¿Por qué crees que te buscaba para sacar provecho de ti?
—¿Y por qué no?
MinHo se quedó en silencio; aunque JiSung creyese que le estaba dando la razón, MinHo no podía sentirse más que apenado por el chico frente suyo.
—No te detesto, MinHo —dijo JiSung de nuevo sin saber si es verdad o mentira—. Así que puedes estar tranquilo e irte. Tu ego no está dañado.
—¿Mi ego? —preguntó MinHo, ofendido—. ¿Por qué crees que mi ego estaría dañado?
—¡No lo sé! —prontamente, JiSung estaba perdiendo los estribos ante la incómoda conversación—. Me buscas solo para saber la razón por la que te odio, ¿No te suena un poco ególatra eso?
La habitación quedó en silencio un momento, un silencio sepulcral que terminó ahogando a los dos presentes por la intensidad de la situación. MinHo creía que JiSung era un sujeto agradable y viceversa, pero MinHo sabía que lo había arruinado por su intensa situación de querer acercarse al más bajo por una razón en particular-
Espera.
«¿Razón particular?»
—Ni yo sé por qué te busqué —finalmente contestó MinHo, con un murmullo—. Perdón por hacerte perder el tiempo.
JiSung estaba siendo antipático, y MinHo un poco penoso, pero eso no era razón para MinHo el irse cuando JiSung creía que -antes de todo el desastre- estaban pasando un buen rato.
—¿En serio te vas? —le pregunta JiSung, viendo a MinHo guardar sus cosas en su bolso.
—¿De qué sirve quedarme? —consultó retóricamente, deteniéndose en su actuar—. Sé de silogismos más que el maestro, y tú pareces detestarme aún más de lo que hacías antes, solo vengo a molestarte y—
—¿Eres así de lastimero y dramático con todo el mundo? —interrumpió, y MinHo se ahogó por el esporádico insulto—. Por favor, los pasillos hablan de cómo Lee MinHo es un chico duro y solitario que solamente habla con los chicos de su banda; los pasillos hablan de cómo Lee MinHo se sienta en el fondo de salón mirando a todos con la barbilla en alto mientras escucha música en su penoso mp3. Pero el Lee MinHo que estoy viendo ahora es bastante patético.
Después del discurso, MinHo se sintió realmente avergonzado ante sus dichos. Se sonrojó hasta el cuello y sus orejas hervían de manera férvida, rascando el tatuaje de su cuello con intensidad. Terminó demorándose cerca de nueve segundos en entender los dichos de JiSung.
—¿Lo siento? —fue lo único que el pelinegro pudo responder, a la par que torpemente dejaba caer su cuaderno al suelo.
Se sentía abochornado. ¿Desde cuándo los pasillos de la escuela hablaban tanto de él?, ¿Desde cuándo era tanto el foco de atención?, ¿Cómo es que nunca se había dado cuenta de eso?, ¡¿Cómo nadie se lo dijo?!, ¡Literalmente pasaba la mayor parte del día empapado por hielo!
—No sabía que tenía tanta atención —bromeó MinHo, nervioso mientras se rascaba su tatuaje—. O de la buena.
—¿Eres idiota? —MinHo volvió a sentirse atacado—. Es obvio que eres popular-digo, eres vocalista de una banda, ¡A todo el mundo le gustan los vocalistas!, créeme que conquistas más corazones a medida que hacen presentaciones. Además de que eres- ¿Cómo mierda se dice?, fruto prohibido- "todo aquel que se acerque a ti estará muerto para la mañana", ¡¿Quién no encuentra interesante al idiota que le bajó los pantalones a un chico solo por la rabia?!
—Tal vez por eso tu novia me ama y tú me detestas, ha, ha, ha... —jugó MinHo.
Cuando MinHo cayó en cuenta de sus palabras, se inclinó con fuerza hacia adelante—¡No, mentira! ¡Era una broma! ¡Lo siento!
JiSung levantó una ceja porque no entendía el por qué MinHo estaba tan alterado. —¿Sabes que no es nada del otro mundo?
—Mierda- perdón, no tuve que haberte dicho eso —MinHo siguió expresando más para sí mismo, terminando de cerrar con fuerza su mochila y levantándose rápidamente de la cama.
—Oye, si sigues así probablemente-
¡PAM!, MinHo traspilló con su propio cuaderno que había botado, terminando por estrellar su cara contra el suelo. JiSung se levantó rápidamente para ir a atender al chico y ver como el labio de este estaba sangrando- se lo había reventado, y estaba dejando su suelo con sangre.
—¡Puta madre, MinHo! —exclamó JiSung—. ¡Estás sangrando! ¡Quédate ahí-
—¡Estoy bien!, ¡Si mi nariz está bien, yo estoy bien! —gritó MinHo, tomando el cuaderno y su mochila—. ¡Estoy muy bien!
—MinHo—
—¡Gracias por la ayuda, Hannie! —se despidió rápidamente mientras salía de su habitación con su mochila a penas cerrada— ¡Nos vemos mañana!
Se fue de la casa dando un portazo; JiSung quedó bastante impresionado y perturbado ante lo que sucedió hace tan solo un momento. Quedó con las palabras en su boca hasta que en su cerebro algo hizo click y no pudo evitar reír.
—Por dios...—murmuró él—. Es un real idiota.
Bajó las escaleras dejando la taza de té sobrante en el lavavajillas, y notó que el volumen del televisor de su madre había bajado.
—¿Tan rápido se fue tu amigo?
JiSung se giró y cruzó el marco de la cocina para ir a la sala; su madre seguía en la misma posición en la que le había dejado cuando fue en busca de los tés. JiSung se sintió repentinamente nervioso y la culpa comenzó a comerle el estómago.
—Tenía que irse —excusó rápidamente el chico, un poco fatigado—. Ya sabes, se estaba haciendo tarde.
—No dejes ir a ese muchacho, JiSung —aconsejó su madre—. Deberías aprender de él.
—¿Solo porque tiene un cuerpo más sano y bonito? —murmuró el castaño con mal gusto, pero se retractó enseguida tras ver el rostro distorsionado de su madre—. Mamá...
—Espero que estés siendo buen novio con Yuna, JiSung...
El chico asintió y con un poco de pésame regresó a su habitación.
JiSung no entendía por qué su madre dudaba tanto de él; había veces en los que JiSung se sentía bonito y sano (en lo que cabía de sano cuando tenía un asma jodidamente desalentadora) y no le nacía la necesidad de compararse con las demás personas -salvo con Lee MinHo-, pero cuando atrapaba a su novia contemplando inconscientemente al chico de los auriculares y tatuaje de estrella, JiSung se preguntaba qué era lo que tenía MinHo que no tenía él.
Y, bueno, puede que JiSung haya cometido el peligroso error de contarle eso a su madre y ahora cada vez que ella podía le recordaba lo buen novio que tenía que ser para que no le robasen a Yuna.
«Maldito seas, Lee MinHo», pensó JiSung.
. . .
Cuando MinHo llegó a su garaje lo primero que hizo fue lanzar su mochila contra el sofá, golpeando directamente a HyunJin en la cabeza.
—¡Oye!
—No estoy de humor.
¿Cómo el grupo no se iba a preocupar si MinHo llegaba completamente ofuscado con su labio reventado?
—¡Mamá, estoy sangrando! —exclamó MinHo, pasando del garaje para entrar a la casa por la entrada del consultorio dental.
—¡¿Qué?!
Hubo una competencia de miradas entre los seis para saber quién sería el que iría a hablar con su amigo, y entre una decisión democrática de piedra-pape-tijeras, y con una buena voluntad de Chan para llevar las cosas, terminó entrando a la casa para ir al sótano de la familia, donde había un pulcro y esterilizado lugar listo para atender a los pacientes del señor Lee MyungDae.
Vio como a su amigo era revisado por su padre, quien murmuraba incoherencias por el susto de la llegada de repente del chico, mientras que su madre SooYoung -a un lado- miraba la boca de él.
—¿Cómo te hiciste eso? —preguntó ella.
—¿Te caíste de cara? —cuestionó ahora su padre. MinHo hizo un sonido afirmativo—. Sí, se te reventó el labio porque lo mordiste mientras caías. De buena suerte no te rompiste un diente.
Sin embargo, la herida no era tan grave. MyungDae le limpió la herida y luego de analizarlo concluyó que el chico no necesitaba puntos, por lo que colocó tiras sobre el labio con cuidado diciéndole que tendría que cambiarlo en la mañana.
—¿Te encuentras bien? —preguntó ahora Chan, cuando subía las escaleras con MinHo.
—Todo bien, Chan, ¿Por qué no lo estaría? —contestó con voz nasal, notoriamente hastiado.
—Estás molesto.
—¿Qué comes que adivinas?
Chan soltó un suspiro. Ambos cambiaron sincronizadamente de dirección del garaje hacia la cocina para conversar un poco en la privacidad.
—¿Qué pasó? —cuestionó, preocupado. —¿Eso te lo hizo JiSung?
Esta vez fue MinHo quien suspiró mientras negaba.
—No, fue culpa mía —respondió—, resbalé con mi tonto cuaderno y caí de cara. Nada del otro mundo.
El otro no le creía, pero tratar con MinHo de mal humor por una causa reciente era hablar con una bomba de tiempo que explotaría en cualquier momento. MinHo carecía de inteligencia emocional, lo que lo hacía una persona demasiado perceptiva con el medio; Chan tampoco era alguien muy paciente, aunque le gustaba fingir serlo- era explosivo cuando le tocaban sus venas y, cuando no colaboraban, se desesperaba rápidamente.
Eran amigos de la infancia, pero eran un dúo complicado.
Y mientras Chan intentaba saber un poco más de lo sucedido, en el garaje ocurría otra cosa.
—Debemos decirle a MinHo —opinó Felix con elegancia, a causa del idioma—. Si MinHo sabe que JiSung lo detesta porque su novia gusta de él, entonces -por fin- dará un paso al lado y no se arriesgará a tener un rostro así de nuevo.
—¿No te parece coherente que a estas alturas ya lo sabe? —le cuestionó SeungMin—. Aunque tampoco creo que sean tan idiotas como para que peleen por ella.
ChangBin se mantenía en silencio, considerando que él era el que tenía que ir a comprobar a su amigo por ser el único consciente del plan, pero...
Para MinHo, ¿Todo eso valía la pena?
—Tal vez tengan razón —admitió finalmente—. Deberíamos aconsejar a MinHo que se aleje de JiSung antes de que se encariñe y este lo rechace.
—Pero no es culpa de MinHo que la novia de JiSung guste de él —opinó HyunJin también—. Es culpa de ella. ¿Tú qué opinas, JeongInnie?
El menor no le prestó atención. Estaba encerrado en su propio mundo dibujando en su croquera.
—Pero JiSung estaría enojado de todas maneras —Felix, para tener problemas con el lenguaje, parecía expresarse muy bien con su idea—. Es obvio. Concuerdo con ChangBin, lo mejor que podemos hacer es que MinHo se aleje de JiSung y dejar esta situación como una anécdota más.
—Opino lo mismo- MinHo simplemente no sabe hablar con la gente —terminó por cerrar SeungMin.
—Adiós oportunidad de que dejen de molestarnos —comentó ChangBin con pena.
MinHo había escuchado esa conversación, había escuchado que la verdadera razón por la que JiSung lo odiaba era porque Yuna gustaba de él; quiso golpearse porque solamente había bromeado con eso. Podía decir que era obvio en su momento porque- bueno, según lo que MinHo conocía del amor podía catalogarse ella en eso, pero no creyó que- efectivamente, había evidencia empírica sobre lo sucedido. Y JiSung lo sabía, el chico sabía todo y aun así ayudó a MinHo aun sabiendo que era el número uno de la generación y sabiendo que era la fantasía de su novia.
«Creo que le debo una disculpa», concluyó MinHo, un tanto apenado.
MinHo cruzó el marco de la puerta junto a Chan, y los cuatro quedaron en silencio tras ver el labio del chico. Caminó hasta el sofá y se echó sin tener pésame sobre HyunJin.
—Dejen de chismosear, viejas —dijo él. —Yo también me hubiese golpeado, si ese hubiera sido el caso.
Los siete se quedaron en un silencio un poco incómodo. No podían captar los sentimientos que MinHo intentaba expresar, en especial en el caso de que él tampoco sabía qué expresar, solamente se sentía abochornado y frustrado por toda la situación en general.
No debía de por qué preocuparse tanto por JiSung; él tenía razón, solamente estaba siendo un ególatra que no parecía querer que alguien lo detestase porque dañaba a su ego.
Pero estando en casa de JiSung sintió algo, no sabe si describirlo como pena, no sabe si describirlo como rencor, pero sabía que había algo dentro del corazón de JiSung que lo involucraba a él.
Y si eso lo involucraba, entonces él lo ayudaría.
—¡Bingo! —gritó con un cambio repentino de ánimo. HyunJin se asustó por aquello y quedó desorientado al verlo como él se levantaba del sofá de golpe para ir por su Cessi al atril y comenzar a tocar un par de notas de una canción aleatoria de la banda irlandesa U2.
Los chicos se miraban como si el muchacho finalmente perdió la cabeza, porque parecía completamente contento aun cuando hace menos de una hora había llegado escupiendo fuego.
—¡Tengo un plan! —cantó MinHo—. ¡Tengo un fantástico plan!
Porque lo que JiSung producía en MinHo era tristeza, porque a MinHo no le gustaba ver solo a JiSung y mucho menos saber que su novia gustaba de él, por lo que como la buena persona que era y sus grandes ganas de que ambos se convirtieran en amigos, su mente maquineó un fantástico plan.
—Haremos que Yuna y JiSung terminen —explicó MinHo a su grupo—. ¡Y JiSung será nuestro amigo!
El inadvertido cambio incluso llamó la atención de JeongIn. Sus seis amigos se miraron, y comenzaron a hablar como si MinHo no estuviese ahí.
—¿En verdad creen que es una buena idea? —murmuró Felix.
—Por supuesto que no lo es. Proviene de MinHo —obvió JeongIn.
—Aunque tiene sentido... —meditó HyunJin—JiSung se ve un buen chico, no merece que su novia guste de otro.
—¿Saben que esto no tiene sentido? —agregó Chan.
—Nada de lo que proviene de MinHo tiene sentido —le comentó ChangBin—. ¿Qué demonios hay en su cabeza?
—Miren el lado bueno: si todo fracasa, al menos MinHo saldrá golpeado—
—¡SeungMin!
. . .
«Había una vez, un pueblo solitario ubicado en medio del llano y de bosques llamado... Ni siquiera tenemos nombre-, donde sus calles eran silenciosas, pero con casas ruidosas; donde había salones para bailar y bares familiares abiertos hasta ciertas horas; donde todos los jóvenes estudiaban en una misma escuela y algunos trabajaban en los campos para conseguir un poco de dinero. Un pueblo donde todos han de llegar a conocerse aunque sea de cara o de nombre, sabiendo de alguna y otra manera todo lo que ocurriría.»
«Es por eso de que todo el mundo sabía que yo, Lee MinHo, había salido sangrando de la casa de Han JiSung.»
—Está todo el mundo mirándome —le susurró MinHo a SeungMin. Ambos habían terminado de limpiar el casillero de SeungMin, el cual había sido rayado con un insulto, por lo que junto al paño se encaminaron hacia el casillero de MinHo para hacer lo mismo, aunque SeungMin gozaba más de su lectura.
—No es novedad —contestó SeungMin sin despegar la vista de su libro.
—JiSung dijo que la gente tiende a mirarme...—continuó.
—Eres un cliché con pies —insistió, aunque a SeungMin le llamó la atención que MinHo estuviese consciente de eso, por lo que levantó su mirada del libro para contemplar que, efectivamente, había gente mirándolo—. No son muy disimulados.
Había gente apoyada en los pasillos mirando de reojo a MinHo y cuchicheando entre ellos. A MinHo le gustaba ser el centro de atención, por eso era vocalista, pero por esto... Era un tanto intimidante.
—¡Hola! —ambos saltaron ante el repentino saludo. Por el timbre, MinHo temió que fuese Yuna quien lo saludase, pero cuando ambos giraron se encontraron con una chica baja, de largas coletas tomadas de su cabello tan largo y negro que resultaba ser encantador.
—Hola, YiSu —saludó rápidamente SeungMin. MinHo levantó una ceja hacia él al ver al chico cerrar el libro rápidamente y acomodarse sus gafas para prestar su atención a la chica—. ¿Cómo te encuentras?
—Bien, bien —contestó ella, mirando de reojo a MinHo y pareciendo ligeramente nerviosa—. ¿Y tú, SeungMin?
—Igual —MinHo se quería burlar de la torpeza de su amigo, pero no era el momento adecuado—. Uh, ¿Vas al salón?
La muchacha asiente mientras le sonríe. —Si, ¿Tú igual?
Pero antes de que SeungMin pudiese responder como un idiota, tres chicos (San, YeoSang y MinGi) se acercaron a ellos para poder vaciar una gran cantidad de vasos con hielo sobre ellos, haciendo que la muchachita diera un paso atrás por sorpresa.
—¡Buenos días! —canturrearon los tres, siguiendo con su caminata con tranquilidad.
MinHo, sintiendo como un pequeño cubo de hielo se metía por su espalda como también golpeaba con fuerza su reciente herida en el labio, abrió los ojos con molestia antes de girarse para verlos.
—¡Bastardos, hijos de puta! —chilló, antes de farfullar—. Fueron paridos por unos putos caballos.
Por su parte, SeungMin se sentía avergonzado- especialmente cuando la chica lo veía con sorpresa metros más alejados de donde estuvo inicialmente.
—Mierda —masculló él, agitando su libro mientras se lo mostraba a MinHo—. Me lo mojaron.
—No jodas, Sherlock —contestó MinHo con sarcasmo.
—Creo que debe haber alguna toalla en el taller de diseño y costura —YiSu, bastante apenada y nerviosa, miró a todas partes—. ¿No te incomoda acompañarme ahora, SeungMin?
—No tienes que preocuparte —dijo el otro, sacándose sus gafas con el fin de poder secarla (aun cuando su ropa seguía mojada)—. MinHo debe tener una en su casillero...
El nombrado, palpando los parches de su boca, vio como YiSu abría sus ojos para verlo: no eran grandes, tenían una fina línea de delineado y un notorio vacile que todas las personas tenían cuando los miraban en esas situaciones.
—Está bien —ella, pareciendo insistente, sonrió a SeungMin mientras que, con sutileza, tomaba las gafas de SeungMin para poder secarlas—. Acompáñame- además, puedes ponerte algo de lo que he estado haciendo. ¿No dijiste que te gustaban playeras de estampado?, aprendí a hacerlas.
MinHo creyó que su amigo no lo dejaría por una chica con falda, pero así fue- completamente ido de sí, siguió a la chica con obediencia mientras ella le seguía comentando qué cosa.
«Maldito hijo de puta», masculló con rabia en su cabeza. «Y esa tonta- ¿Quién se cree?»
Resignado, se fue hacia su propio casillero para limpiarlo y luego dirigirse hacia su salón, notando cómo los demás estudiantes de su salón terminaban de hacer los últimos repasos para su examen de silogismos con el maestro de literatura. MinHo quiso ubicarse en su asiento habitual -que era el fondo del salón-, pero por ser día de examen la mayoría de los estudiantes se habían ubicado en el lado posterior para que fuese mucho más fácil hacer trampa. A MinHo no le quedaron muchos asientos por donde escoger, y el único donde parecía estar más tranquilo fue cerca de la ventana, pero era junto a la particular rubia que iba vestida a juego del color que había tintado en sus puntas.
MinHo intentó no darle mucha importancia pero encontró incordio el no hablar, por lo que saludó levemente mientras se sentaba a su lado esperando que ella no le diese importancia; empero, quiso ser tragado tierra cuando ella cerró su cuaderno de golpe y saludó a MinHo muy animadamente:
—¡Hola, MinHo! ¿Cómo- ¿Qué le pasó a tu labio?
La chica había cambiado notablemente su semblante a uno más preocupado. MinHo notó como varias miradas se comenzaron a posar en él.
«Lo último que necesito son rumores.»
—Me golpeé —contestó MinHo, un tanto cortante pero manteniendo el tono amigable—. Contra el suelo.
—Se ve feo...—analizó ella, acercando su rostro hacia la de él. Lo había pillado tanto con la guardia baja que MinHo ni siquiera se movió—. ¿Cómo te pasó eso?
—Tropecé —resumió antes de carraspear incómodamente mientras ella se alejaba.
—Oh, ¿Y cómo estuvo tu sesión de estudio con JiSung? —cambió radicalmente el tema ella; MinHo no sabía si lo hacía de forma consciente—. Cuando lo llamé tú seguías en su casa.
Ahora mismo MinHo pensaba en su plan, y dudaba de si fuese buena idea. La verdad es que cuando lo pensó con más frialdad y se lo comentó a la banda, muchos le dieron el mal visto y hasta le recomendaron dejar las cosas como estaban, que JiSung no valía la pena como para sacrificar su ya fracasada reputación, y que además si lograba que ellos dos terminasen, la última persona que JiSung querría ver sería la razón de su ruptura, y la verdad es que MinHo le encontró sentido a eso.
Sin embargo, MinHo no podía pensar en un mejor plan para poder sacar a JiSung de ese personaje que era. Quería verlo sonreír como en la fotografía que tenía con Yuna.
«Él es feliz con ella», meditó. «No puedo hacerle esto...Pero ella tampoco puede hacerle eso.»
«—Si coqueteas con ella, MinHo, será como si jugaras con fuego. —Le había dicho Chan la noche anterior. —Y no habrá forma en la que salgas de allí sin quemarte.»
MinHo dejó que sus pensamientos siguiesen en su mente, dando vueltas como una rueda de hámster para seguir maquineando y reflexionando sus propios sentimientos.
. . .
En el otro lado de la escuela, específicamente el patio donde se llevaba a cabo la clase de educación física; JiSung se encontraba trotando lentamente alrededor de la cancha para entrar un poco en calor (aunque su madre no le dejase hacer mucho ejercicio por su problema asmático). No quería estar sentado en las bancas esperando a que de su suerte alguna pelota se estrellase contra su rostro.
Aunque JiSung había estado en el salón desde marzo del año anterior, él nunca había prestado atención a los compañeros con los que estudiaba- claro, si sabía quiénes eran sus compañeros, pero nunca se había percatado que el alumno que había llegado el trimestre anterior, el extranjero y amigo Lee Felix, era también compañero suyo; no sabía si se había dado cuenta ayer o esa misma mañana, pero le parecía curioso como nunca lo había notado, siendo que era un australiano en un barco de coreanos.
Su mente estuvo tan absorta en el australiano trotando por la cancha que no notó tampoco que él había llegado a su lado sin querer. JiSung no sabía si saludarle o no, y eso le alteró un poco, creyendo que probablemente MinHo lo quemó anoche con sus amigos y ahora la reputación de JiSung terminó cayendo de tal manera con ese grupo de chicos inadaptados que tal vez y hasta estaría metido en problemas. Con ese pensamiento en mente, JiSung comenzó a trotar un poco más rápido para no sentirse tan intimidado por Felix, pero se sorprendió tras ver como el paso del chico se aceleró de igual manera para trotar al ritmo de JiSung.
—No tan... No tan rápido —jadeó Felix. JiSung disminuyó su velocidad -completamente desconcertado- y terminaron manteniéndose ambos en el mismo ritmo, lo suficiente como para que ambos chicos terminasen con su rostro y cuello rojos, completamente agotados.
Sin comunicarse, ambos se dirigieron hacia los bebederos del patio y tomaron turnos para usarlos. Mientras Felix bebía, JiSung jalaba del gatillo del inhalador para poder respirar un poco mejor. De nuevo, JiSung se puso nervioso al no saber qué hacer con Felix, por lo que comenzó con lo simple.
—Hola.
Felix lo miró. JiSung se sintió ridículamente intimidado y, ¿Qué tantas eran las probabilidades de romperse la cabeza si la escondía bajo la tierra?
—Hola —saludó de vuelta Felix amablemente, antes de apuntar al inhalador—¿Cómo te encuentras?
—Bien, bien... —respondió este entre jadeos.
—Te ves como si te fuera a dar un ataque —dijo Felix, un tanto preocupado por la condición del otro.
—Oh, sí... —JiSung lo reconoció—, pero no pasará- es un efecto normal en los asmáticos. Pero no te preocupes, me gusta el deporte.
—Sudar como cerdo y estar siempre acalambrado —dijo con un tono burlesco—. No sé si tienes un buen gusto.
—¿Para ti qué sería un buen gusto?
Ambos emprendieron camino hacia el patio nuevamente, donde el otro extranjero del pueblo: entrenador Connor, los estaba reuniendo.
—Me gusta la cocina- y me gusta hacer postres —contestó sin vergüenza. JiSung se sorprendió por la seguridad al hablar, aunque su pronunciación fuese un poco compleja—. También me gusta construir con juguetes legos. Eso es tener buen gusto.
—¿Juguetes legos? —preguntó, asombrado—. ¿Y-y qué haces?, vi que puedes hacer el Alcón milenario en lego...
—¡Si lo he hecho! —respondió Felix, igual de contento—. Fue complicado- me tomó tres noches en vela hacerlo. Pero nada supera a la estrella de la muerte.
—¡No! —si antes estaba asombrado, ahora JiSung no sentía más que una admiración por Felix—. ¡Siempre he querido hacerlo!
—¡Fue todo un parto! —por el acento del cual Felix usaba, JiSung presumió que era extranjero. Él seguía sin apartar su atención en el acento, pero consideraba incordio hacer un comentario al respecto—..., y entonces no podía encontrar las figuras interiores. ¡Y una vez mi hermana menor sin querer chocó con la estrella y la botó! ¡Lloré por cinco días!
—Yo también habría llorado —reconoció—. Mi mamá no tiene tanto dinero para comprarme figuras legos, pero una vez hice el plano interior de la estrella de la muerte.
—Pero eso está en los libros.
—A memoria. Hice el plano a memoria. Dieron Rogue One una vez en el cine de acá y nunca más lo olvidé.
Felix abrió la boca y sus ojos brillaron, sintiendo profunda admiración por JiSung. Por otro lado, JiSung se sintió por primera vez que no había hecho una acción de ñoñería -como lo llamaba Yuna tiernamente- y que alguien realmente estaba admirando sus quehaceres.
—¡Igual a MinHo!, mi amigo JeongIn le gusta más Las guerras de las galaxias que yo, sinceramente —contó Felix—. Solamente me gustan los legos- aunque tenía pensado regalarle una figura del halcón milenario en miniatura para su cumpleaños.
—¡Eso sería una buena idea! —replicó JiSung. «Woah, cuánto sacrificio por un regalo.»
—Me gustaría regalarle algo no tan genérico, pero como no sé mucho del universo de George Lucas, entonces no sé... —murmuró el chico—. Le gustan también los zorros del desierto- y, por alguna razón, siempre los dibuja como los personajes de la película. No sé mucho de ello, así que no entiendo mucho las referencias para darle algo —terminó por decir a cuestas.
—Son fáciles hacer las referencias —opinó, antes de temer y agregar con timidez—. Puedo..., uh, guiarte.
Felix, pareciendo encantado con las palabras, asintió. —¡Me parece bien!
. . .
MinHo había terminado su examen antes que el resto, como el buen erudito que era; creía que dormir un rato en su escritorio para pasar el tiempo más rápido o escuchar música para sumirse en su mundo, pero dudaba poder hacerlo cuando estuvo todo el examen pensando en la chica a su lado.
No lo malinterpreten, no es como si tuviese algún tipo de sentimiento romántico hacia Yuna, pero si le causaba curiosidad lo linda que era, de cómo su perfile estaba tan bien diseñado y que su personalidad era tan llamativa pero no lo suficientemente soberbia como para ser una egocéntrica como las personas que tenían su misma cualidad.
«¿En verdad valía la pena?», se preguntaba MinHo.
No la culpaba de que ella desarrollase sentimientos por otra persona, pero si la culpaba de que no tuviese la responsabilidad afectiva para funcionar correctamente en la relación.
—Señor Lee, ¿Acaso terminó su examen? —preguntó el maestro en voz alta, al notar como el chico miraba mucho a Yuna—. ¿O se le perdió algo en la señorita Shin?
Un aullido de burla se formó en el salón ante eso, y MinHo vio de reojo como Yuna se sonrojaba. El muchacho no contestó, solamente tomó sus cosas y le entregó su examen al maestro antes de salir del salón.
—'Cause I'm in the stars tonight, so watch me bring the fire and set the night alight —cantó en voz baja mientras se encaminaba hacia la puerta—. So watch me bring the fi-
Tras abrir de golpe la puerta, JiSung chocó con fuerza del otro lado.
«¡Por la mierda!»
—Perdón —se disculpó MinHo en seguida, comprobando el estado del chico—. No quise- uh, dios, lo siento tanto.
—No importa —restó importancia JiSung, igual de sorprendido que MinHo, y levantándose del suelo para estar a la misma altura que él.
—Uh... —MinHo no sabía que preguntar, por lo que indagó en lo más superficial para no parecer descortés ni nervioso—. ¿Qué haces?
«Eres un idiota.»
—Espero a Yuna —respondió JiSung. Al ver la mirada inquisitiva de MinHo, elaboró su respuesta—. Se me quedaron las llaves de mi casillero en mi casa, y ella tiene una copia- ¿Le faltaba mucho para terminar?
MinHo se encogió de hombros. —No me di cuenta.
Se mantuvieron un rato así, en silencio. Ni MinHo ni JiSung sabían si retirarse o no de allí, lo cual haría mil veces más incómoda la situación.
JiSung notó como MinHo pasaba su lengua por sus labios por el nerviosismo, y notó como -llamativamente- el labio de MinHo se encontraba vendado por la herida del golpe anterior. Una culpa repentina abrazó a JiSung haciéndole temblar.
—Lamento lo de ayer —comenzó a hablar el anaranjado—. Te estuve enseñando mal a propósito, pero no había relacionado que el erudito de la escuela eras tú y que sentías pena por mí. Además de que te llamé ególatra y patético.
Eso pilló a MinHo volando bajo, haciendo que sacudiese sus manos dramáticamente mientras veía a JiSung inclinarse ante él.
—¡No, no te disculpes! —MinHo tuvo el reflejo de poner sus manos sobre los hombros de JiSung, pero se abstuvo—. Tú sabías que estabas mintiendo, y la verdad es que soy yo quien tiene que pedir perdón y darte una explicación de ello...
JiSung se enderezó ante los dichos, y lo miró expectante a que el muchacho siguiese hablando, pero las dos neuronas de MinHo no estaban haciendo sinapsis por lo que se demoró en qué-verdad-contarle para poder ser sincero con él.
Antes de que MinHo pudiese excusarse, JiSung le interrumpió.
—Me gustaría saber por qué saliste corriendo, sinceramente —admitió JiSung.
MinHo no quería hacer la situación más dramáticamente innecesaria de lo que ya era, pero nunca había lidiado con esa cantidad de emociones que lo hacía sentir insignificante comparado de su actitud real. Si tuviese algún tipo de señal o un libro del narrador omnisciente que aclarase sus emociones, todo sería más fácil, pero como solo era un personaje más, no le quedaba más que indagar en sus propios sentimientos para poder alcanzar la respuesta.
Por lo que comenzó con el caos inicial de todo ese desastre.
—¿Tú me detestas? —preguntó inicialmente MinHo. «Por Dios, ¿Puedo tener pena ajena de mí mismo?»
JiSung abrió los ojos teniendo un deja vú de esa conversación anteriormente.
—Creo que te dije que no, y recuerdo que por esa pregunta terminaste cayendo de cara en mi casa y ahora tienes un labio reventado —dijo JiSung con obviedad—. Y todo eso pasó ayer.
MinHo quiso hacer un puchero, pero su labio dolía como el infierno.
—JiSung...
—Debes calmarte con eso, MinHo —le llama JiSung. De repente MinHo sintió lo bonito que sonaba su nombre cuando JiSung lo decía—. ¿Qué tanta diferencia hay entre nosotros si te detestase o no?
Y esa era una buena pregunta. Tan buena que MinHo no se habría sorprendido si sus amigos le hubiesen hecho la misma pregunta.
¿A MinHo qué le importaba si JiSung lo detestaba?
Pero dentro de MinHo había un bichito; a lo mejor era su consciencia como podía ser el mismo Pepe Grillo que le intentaba decir cosas razonables. Pero en vez de algo razonable solamente le decía que no lo dejase ir.
«Por favor, no quiero que esto cause problemas», ruega a la omnipotencia antes de tender su mano ante JiSung.
JiSung levantó una ceja ante aquel reflejo.
—Te contaré todo lo que pasa con una condición —propuso.
—¿Cuál es la condición?
—Seamos amigos.
JiSung por reflejo tiró su cabeza hacia adelante, cuestionando si escuchó bien lo que MinHo proponía.
MinHo tampoco sabía muy bien la razón de sus palabras; tal vez estaba tan libre de malas intenciones o tal vez era la razón por la que se había quedado contemplando la fotografía que JiSung tenía en su habitación.
Pero de una u otra forma, él quería ser amigo de JiSung. Especialmente cuando el chico soltó una fuerte carcajada.
Y cuando llegase el día en el que JiSung le preguntase por qué MinHo quiso con insistencia ser cercano a JiSung, MinHo anhelaba tener una respuesta formada para ese entonces.
Canciones:
Sunday Blood Sunday; U2 Dynamite; BTS
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro