2. La amistad no comienza estudiando la lógica
La amistad no comienza estudiando la lógica
Canción:
Crazy Little Thing Called Love; Queen
La situación era incómoda.
No, no incómoda.
Era jodidamente incómoda.
Era un silencio muerto en donde ambos seguían esperando a que el vejestorio terminase de cobrar las cosas del cliente respectivo, pero gracias a la vista de MinHo podía asegurarse de que el caballero contaba monedas de won para entregar el recibo.
Estarían así un buen rato.
—Y... ¿Cómo has estado? —comenzó MinHo la conversación, esperando que el otro la siguiese.
—Bien, gracias. —respondió con cordialidad el otro, pero no hubo pregunta de regreso.
—Uh, ¿Y cómo está Yuna?
MinHo vio a JiSung tensarse ante la pregunta.
—También bien, gracias por preguntar —contestó JiSung con tono agrio—, aunque la ves todos los días.
—Es imposible no verla —reconoció MinHo por ser su compañera de salón.
Y de nuevo, un jodido silencio incómodo.
MinHo no sabía por qué se esforzaba; JiSung parecía rechazarlo cada vez que tenía la oportunidad de compartir un contacto visual con él. MinHo pensaba que JiSung no era realmente un chico asocial, sino que simplemente tenía un problema personal con él.
Pero MinHo nunca lo sabría si no le hablaba.
Con lo veloz que trabajaba su mente empezó a crear el plan: ¿Por qué JiSung odia a Lee MinHo?, constaba de tres simples pasos, no podía ser tan difícil, ¿Verdad?
—Agh... —comenzó a quejarse MinHo con un falso gemido de hostigamiento. JiSung se giró para volver a mirarlo con la misma ceja levantada—. Dios, a este paso se hará de noche.
JiSung asintió dándole la razón, más no le respondió.
«Maldito.»
—El otro viernes tengo examen con el maestro de literatura y no sé nada —expresó MinHo con una notoria actuación pésima, pero en su mente creía que estaba genial—. ¿A ti no te complica la literatura?
—Un poco —admitió JiSung. MinHo se sintió exitoso al escucharlo hablar normal—. Me gusta más las ciencias que las letras.
—Digo lo mismo. Tengo un amigo mío, no sé si lo conoces, el gran Chris —JiSung negó, pero MinHo le restó importancia—. Algún día lo conocerás, es un buen tipo. Bueno, él es un genio con las letras, incluso le pedí ayuda para el examen que tengo ahora, pero simplemente me mandó al demonio. ¿Tu novia no está complicada por ese examen?
JiSung negó. —No la escucho quejarse —«o simplemente no la escucho», pensó JiSung.
—Silogismos —dijo MinHo, esperanzado conque JiSung cayese—. ¿No tuviste el examen de silogismos ya?
—Si, hace unos días.
—¡Es del infierno para esa cosa! —exageró un grito MinHo, llamando la atención de un par de personas—. ¿A quién le importa afirmar lo obvio?
—Es porque no siempre es obvio —dijo JiSung, cayendo directo en la trampa—. Solo tienes que hacer que las premisas coincidan con las reglas de la lógica, esto te ayudará con la epistemología de la investigación- la inducción ¿Qué tan difícil puede ser?
—Demasiado para una cabeza hueca como yo —contestó, golpeando con sus nudillos su cabeza para darle a entender el dicho—, y tampoco estoy de ánimos para reprobar ese examen. Necesito que el dinosaurio de la caja registradora avance rápido para poder llegar a estudiar.
Y así pasaron otros cinco minutos en donde MinHo hablaba de lo estúpido que era y de cómo sus padres estarían decepcionados de él y de muchas cosas más que JiSung parecía no querer escuchar.
—... Yo era tonto desde pequeño, ¿Sabes?, una vez me comí una abeja pensando que era un mensaje de Dios...
Pero JiSung no era tonto, él sabía lo que MinHo quería hacer. JiSung tenía buenas calificaciones, no excepcionales pero destacaba a su manera, así que creyó que MinHo se había enterado de que el chico era inteligente y que había sido uno de los pocos que había aprobado ese maldito examen de silogismos, y solamente estaba dando pena para recibir ayuda.
JiSung estaba tan equivocado, pero no lo sabía.
—Puedo ayudarte —terminó diciendo JiSung, cortando la anécdota donde MinHo contaba que fue a una sinagoga y lo tomaron detenido.
—¿En serio?
«Paso uno, listo. Eres un genio, Lee MinHo.»
—Seguro —accedió mientras se acomoda las latas entre sus brazos—. Es un tema complejo, entre dos se te será más fácil recordar las cosas.
—¡Eres fantástico, gracias!
JiSung no contestó a eso, pero el silencio formado fue menos sepulcral desde ahí durante el resto de la fila, compartiendo un par de palabras un poco más de confianza sobre el clima o quejarse sobre maestros que compartían, nada complejo hasta que llegó la hora de pagar y JiSung pasó primero; creyó que sería cortes de su parte esperar a MinHo a que pagase para que al menos ambos saliesen juntos de allí para despedirse e irse cada uno para su casa.
Pero supo que no corría con suerte tras ver a MinHo palmear sus bolsillos mientras que el anciano cajero le tendía la mano.
—Eh...
JiSung quiso golpear a MinHo. Su madre no le daba dinero porque no tenían, por lo que su poco ahorro terminó largándose en una situación evitable.
—¡En verdad te lo pagaré!
Y así fue como ambos terminaron caminando por las calles de pueblo, con el sol oculto y con las pocas estrellas asomándose junto al frío otoñal; los dos yendo a dejar las cosas a casa de MinHo.
—Más te vale —masculló el otro.
. . .
—¡Y ella...ella solamente dijo eso! —terminó de contar SeungMin, bastante consternado—. ¡Como si no tuviese novio!
Pero los otros cinco chicos no captaban.
—¿Qué no entienden? —les preguntó.
—¿Qué ellas necesitan lentes? —contestó HyunJin—. Digo, ¿MinHo, caliente?, todavía necesita ayuda para sacarse los mocos.
—No sería raro de que JiSung detestase a MinHo por eso —meditó ChangBin, viendo como los demás le dan la razón—. Digo, su novia se derrite por él, yo también estaría molesto con MinHo si es que mi novia lo llamase caliente.
—Pero la culpa no es de MinHo —razona Chan con obviedad—, es de la chica.
—¡Pero JiSung no pensará eso! —HyunJin se sumó a SeungMin—. Y MinHo solo quiere acercarse a él...
—¿Cómo sabes que quiere acercarse a él? —Preguntó ChangBin.
De repente todos tuvieron un recuerdo colectivo, recordando momentos durante los últimos días donde MinHo comentaba acciones que hacía JiSung solo cuando estaba cerca del radar del grupo.
—Si, quiere acercarse a él —concluyeron todos.
—Esto será un caos —finalizó SeungMin.
—Le preguntaré a Yeji si tiene un poco del chisme —dijo HyunJin, interesado en el tema—. Digo- ¿Qué tiene de lindo MinHo?, yo soy más lindo.
—Discrepo —comentaron todos.
Chan iba a agregar algo al respecto, pero calló enseguida cuando escuchó voces desde el estacionamiento; el equipo se dispersó en distintos lares del garaje para pasar lo más desapercibido posible y no impresionarse cuando junto a MinHo lo acompañaba JiSung con las compras.
—¡He llegado, equipo! —Saludó MinHo entrando—. ¡Y con alguien!
—Hola... —Saludó JiSung tímidamente.
Se podía decir que JiSung estaba viviendo dos emociones absurdas en ese momento:
La primera, estaba asombrada por el ingreso económico que tenían los padres de MinHo. Su casa estaba construida por una escalera que daba para la primera planta, decorada con un llamativo cartel de clínica dental junto al número de contacto, y otra esclera que daba para el segundo piso de la casa, segundo piso que se encontraba sobre el pequeño garaje. JiSung asumió que ahí se encontraban los dormitorios.
Segundo, JiSung estaba jodidamente nervioso; las amigas de su novia eran una cosa, banales y tranquilas. ¿Pero ellos?, por dios, JiSung había escuchado cosas distintas de cada uno que los hacía completamente... diversos.
«Si San, MinGi o YeoSang se enteran de que estuve acá, probablemente me matan», pensó, aunque solamente encontraba gracia en sus palabras porque tampoco le interesaba mucho.
—Él es JiSung, aunque creo que ya lo conocemos —presentó MinHo ante el resto, fingiendo inocencia y como si él no hubiese sido tema de conversación los últimos días.
—Hola, JiSung —saludaron los otros seis a coro.
JiSung agitó su mano nerviosamente mientras veía los quehaceres de cada uno. Le parecía interesante ver a SeungMin limpiando la réplica de The Red Special en el sofá, a Felix afinando una guitarra acústica, HyunJin jugando con las baquetas y a Chan, JeongIn y ChangBin conversando de algo aparte en el escritorio.
—Supongo que me voy —anunció JiSung—. ¿Dónde dejo las cosas? —preguntó a MinHo.
El chico tomó las bolsas que JiSung cargaba y se despidieron cordialmente al igual que lo hizo con el resto de la banda, y estos se despidieron de él cuando se largó del garaje. Esperaron un par de momentos antes de que alguien comenzase a hablar, pero nadie sabía por dónde empezar.
—Hum, MinHo —tomó la palabra Chan—. La novia de JiSung...
Pero la baqueta de HyunJin se resbaló accidentalmente -o fue lanzada a propósito- contra el rostro de Chan. —¡HyunJin!
—Iré a dejar las cosas a la cocina —anunció MinHo, ignorando por completo la situación.
Cuando MinHo entró a su casa, los seis volvieron a reunirse en el centro.
—¡¿Qué demonios te pasa?! —le preguntó Chan, entregándole bruscamente la baqueta a HyunJin—. ¿Por qué me golpeaste?, ¡Si MinHo lo sabe!
—No podemos decirle a MinHo que la novia de JiSung gusta de él —explicó—. Habrá problemas si se entera. Los amigos de JiSung se meterán y todos nosotros acabaremos muertos.
—Las mentiras tienen pies cortos —dijo Felix tímidamente—. Y tampoco es la gran cosa.
—No, no, HyunJin tiene razón —concordó ChangBin—. Digo, recién ahora JiSung y MinHo estaban hablando, si ambos siguen así tal vez puedan volverse amigos- y si eso pasa, ¡San, YeoSang y MinGi no nos molestarán!
—Eso es una forma mucho más egoísta de ver la situación—criticó SeungMin—Digo, todo esto empezó porque—
—¿Qué están conspirando? —consultó MinHo ingresando nuevamente al lugar.
Los chicos se separaron una vez más para ir a sus posiciones iniciales y contestaron a coro un sonoro—: Nada.
El ambiente de indiferencia fue interrumpido por otra lata de coca cola que fue lanzada, esta vez por MinGi, quien cantó victoria al ver que su lata cayó en la cabeza de MinHo.
. . .
Se topaban por mera casualidad en el pasillo durante los siguientes días.
En uno de esos días, MinHo iba junto a ChangBin discutiendo sobre una tonta teoría sobre las guerras de las galaxias mientras que JiSung iba meneando su cabeza al compás de una canción que resonaba en su mente; compartieron un contacto visual cordial del cual ninguno de los dos pudo escapar. Fue tan incómodo porque no sabían si saludarse o algo, pero fue gracias a la personalidad extrovertida de ChangBin quien -con ganas de burlarse de MinHo- saludó efusivamente a JiSung logrando que el anaranjado se sonrojase y devolviese el saludo con la mano. MinHo ni siquiera le saludó.
—Me dijo que me enseñaría silogismos y ni siquiera nos pusimos de acuerdo —le comentó finalmente MinHo a ChangBin mientras se apoyaban en el casillero continuo del otro.
—Tú no necesitas que te enseñen silogismos —dijo ChangBin.
—Lo sé, es solo que espero que funcione —murmuró.
—¿Qué esperas a que funcione? —preguntó, dejando su cuaderno para sacar su libro de Historia.
—Un plan que no te voy a contar —contestó MinHo—, pero, a grandes rasgos, saber la razón por la cual JiSung me detesta.
—No te detesta. —le dijo, para luego murmurar—: al menos no sin razón.
—¿Ah?
—Olvídalo. La pregunta es... —hizo suspenso mientras iba cerrando el casillero. —¿Por qué te afecta en si te detesta o no?
La pregunta pilló desprevenido a MinHo, tan así que aguantó la respiración por un momento mientras que la vergüenza se apoderaba de su cuerpo por todo el cuerpo.
—¿MinHo?
—Olvídalo, ni yo sé por qué me esfuerzo tanto.
—MinHo-
Pero ChangBin no pudo continuar con su frase cuando dos vasos de hielo cayeron para cada uno, por parte de los chicos de baloncesto.
—Buenos días~ —canturreó uno de los chicos que MinHo ni siquiera conocía.
MinHo suspiró resignado, aunque ChangBin masculló un par de insultos con intenciones de ir a atacar al chico; el pelinegro lo tomó del gorro de su polerón para detenerlo, sacando una toalla de su taquilla para cada uno y, así, secarse con templanza.
Por otro lado, JiSung tenía el mismo pensamiento que MinHo tenía en su mente.
—Iremos a casa de Lia después de clases para estudiar un poco para mañana y ver alguna película —contó Yuna mientras ambos caminaban por los pasillos, aprovechando el corto receso que tenían—, vienes conmigo, ¿No?
La idea no estaba ni cerca de ser tentadora para JiSung. Él necesitaba un foco de concentración, un lugar para estudiar tranquilamente, y aunque no tenía problemas en ayudar a Yuna, una cosa era ella y otra cosa era ayudar a todas las amigas de ellas. Por eso JiSung pensó en una excusa rápida, algo que le pudiese sacar del apuro porque, conociendo a Yuna, iría hasta donde su madre con tal de que JiSung fuera.
De repente se acordó del pelinegro anterior y el mundo se le iluminó.
—Lo siento —se disculpó—. Lee MinHo me pidió ayuda con su examen de mañana, así que seré su tutor.
—¿Lee MinHo? —cuestionó ella, pestañeando de la sorpresa.
—Si, ¿Qué pasa con él?
«Mucho pasa con él, parece», piensa JiSung agriamente.
—Nada —respondió la muchacha casi instantáneamente—. Es solo que... Me llama la atención.
—¿Te llama la atención Lee MinHo? —JiSung estaba sorprendido de lo franca que Yuna era.
Cuando ella entendió que sus dichos podían malinterpretarse, negó con la cabeza rápidamente. —No, me refiero a que, bueno, Lee MinHo es el primer lugar del salón, si es que no es el primero de la generación —contó con cierta admiración en sus palabras—, y está en el electivo de humanista, así que...
JiSung se detuvo, sorprendido.
—¿Qué?
Yuna asintió dando firmeza a sus palabras. —Sí, Lee MinHo es un genio- de hecho, le ofrecieron entrar para este año al salón avanzado, pero él lo rechazó —Yuna tomó una postura pensativa—. Me pregunto por qué te habrá pedido ayuda con silogismos...
«Así que este es el famoso Lee MinHo...», piensa JiSung.
El nombre era común, pero él nunca creyó que de quien los pasillos hablaban era de ese mismo chico.
«De todas formas, ¿Cuántas son las probabilidades de tener el mismo nombre y los mismos tatuajes?», razonó con obviedad, sintiéndose tonto.
Lee MinHo, tal parece genio de la generación -según las palabras de su novia-, le había pedido ayuda en literatura para un examen porque no entendía.
Que imbécil.
—¿Lo ayudarás de todas formas? —preguntó ella.
JiSung le sonrió en forma de respuesta a su vez que rodeaba su hombro con los brazos. —Por supuesto.
Posó su mirada hacia el fondo del pasillo; MinHo se encontraba apoyado en su taquilla secándose con una toalla gris junto a ChangBin.
«Esto será interesante...»
. . .
—Silogismos.
MinHo se encontraba nervioso. ¿Por qué demonios se encontraba nervioso? Simplemente estaba en la habitación de un chico con quien nunca había hablado, llevando a cabo un plan para saber por qué él lo detesta y por qué la madre de él lo interrogó sobre sus enfermedades y alergias en la sala.
—En el ático tengo un libro de lógica que me ayudó con esto —contó JiSung dejando un par de cuadernos sobre su escritorio—. Ponte cómodo, vuelvo en seguida y-, por favor, no toques nada.
Cuando JiSung salió de su propia habitación para dirigirse al ático, MinHo pudo respirar con tranquilidad. Se encontraba sentado tímidamente en la orilla de la cama que estaba pegada a la pared -tal como en su habitación- y con un poco de confianza se levantó de ella para poder caminar por el alrededor y observar sus decorativos.
No tenía televisor, pero si tenía un gran estéreo sobre un velador con libros de biología a los laterales del aparato; MinHo se preguntó qué tan loco era JiSung con el cuerpo humano como para estudiarlo de manera tan fanática. Sobre el estéreo negro había un estante con una diversidad de discos increíbles (que para el gusto de MinHo eran del asco) y también tenía en la pared algunos forros de discos de vinilo. Había otra estantería en la blanca habitación, de un color café -al igual que todos los muebles- que contrastaba con la harmonía de la pieza, donde había textos de estudio, algunos libros que MinHo notó que había cuentos desde el imperialismo occidental hasta de culto oriental.
MinHo rio mientras tomaba uno de los libros que le llamaba la atención: uno que se encontraba con tapa destrozada y con banderitas de colores sobresalientes; revisó la portada negra y divisó con escarlatas letras el título La Lingüística y la Moral, escrito por un Young K. Al no tener ni remota idea de ella, ni siquiera tras excavar en sus memorias que alguno de sus amigos lo leyó, lo regresó en el estante. Le llamó la atención la extensa mesa de noche que había junto a la cama de JiSung por tener una diversidad de cuadros tanto colgados como de mueble.
Tomó una de las fotografías a un JiSung donde le estimaba unos cuatro años en los brazos de un hombre quien asumió ser su padre. MinHo no pudo evitar sonreír.
—¿Qué estás viendo?
—¡Ah!
Y sin querer, MinHo soltó el cuadro provocando que se estrellase contra el suelo.
—¡Lo siento! —comenzó MinHo a disculparse rápidamente mientras se agachaba para comprobar los daños, y notar como el vidrio del cuadro se encontraba trizado—. M-mierda, JiSung, lo siento.
—Te dije que no tocases nada —reprimió JiSung, quitando bruscamente el cuadro de las manos de MinHo para volver a posicionarla junto a las demás. Soltó un suspiro al verlo trizado.
—¿E-es tu papá? —preguntó tontamente, sonrojándose por la vergüenza.
JiSung asintió.
—¿Y dónde está? —volvió a preguntar inocentemente. Ese no era horario laboral.
—Uh, falleció hace un par de años —contestó mientras se encogía de hombros—. Nada del otro mundo.
MinHo quedó con las palabras en la boca.
«Mierda.»
Parecía un mal chiste en realidad. MinHo intentó salvar la situación otra vez y agarró una de las fotografías instantáneas que tenía JiSung junto a Yuna.
—Y-yuna se ve bonita allí —le dijo MinHo rápidamente—. Eres afortunado de tener a alguien tan bonita a tu lado.
—Saca tus cosas y colócate en la cama —ordenó JiSung, y MinHo le hace caso al instante.
Antes, JiSung no habría dudado de las capacidades de MinHo con el estudio si es que creyese lo que le dijo Yuna antes era mentira, pero tras comprobar y ver cómo a medida que avanzaba la tutoría notó cómo MinHo fingía no saber; le explicaba la base de la lógica de los silogismos y él seguía haciendo preguntas obvias, tan obvias que se cuestionaba cómo el chico estaba en el grado que estaba.
Por otro lado, MinHo estaba temblando. Su plan no iba como lo esperaba y eso le estaba estresando, tal vez por eso JiSung le repetía las cosas varias veces porque MinHo no le prestaba atención por maquinear alguna otra técnica para poder entender por qué el chico lo detestaba.
—Son ocho reglas, ¿Sabes? —explicó JiSung. MinHo asintió torpemente anotando en su cuaderno—. ¿Te los sabes?
—Creo que es por eso de que necesito ayuda, ¿Eh? —bromeó MinHo.
JiSung lo pasó por alto y siguió explicando: —La primera regla es que todos los silogismos están compuestos por tres premisas. Premisa mayor, premisa menor y conclusión. Dame un ejemplo.
—Eh...—MinHo le miró, desconcertado—. ¿Cómo?
JiSung quería golpearse la cabeza contra el libro de lógica.
—Te lo expliqué como veinte veces —refunfuñó JiSung, frustrado—. Por favor, te expliqué cómo se hace una premisa.
—¿Sujeto y predicado? —a MinHo le estaba cansando fingir ser tonto.
—Sujeto y predicado —afirmó—. El ejemplo que usamos.
—Los planetas son redondos.
—Sí...
—¿La tierra es un planeta, por ende, la tierra es redonda?
—¡Bien! —aplaudió al fin JiSung, alegre de que MinHo entendiese algo—. Muy bien, tomémonos cinco minutos —JiSung dejó el libro a un lado para recostarse sobre su cama; MinHo lo imita tímidamente, pero al otro no pareció molestarle—. ¿Quieres algo para comer?
—No, está bien —respondió con cordialidad.
«Muy bien, MinHo, inicia el paso dos.»
—¿Sabes?, siento que estaremos un buen rato atascados aquí —empezó a hablar MinHo, acomodándose más en la cama. Ambos se encontraban mirando de frente pero a metros y cuadernos de distancia—. ¿Quieres jugar algo?
JiSung levantó una ceja, reacio ante la idea. —¿A qué?
—A los por qué —contestó MinHo.
—¿A los qué?
—A los Por qué —repitió con obviedad, entregándole una sonrisa juguetona—. Te voy a preguntar una explicación de tu gusto, tú me tienes que explicar y yo tendré que adivinar qué es lo que te gusta.
MinHo no creía que JiSung accedería a jugar con él, pero tras momentos de meditación el chico pareció acceder, dudoso. —Así como..., ¿Me gusta eso porque es llamativo y animoso?
—Claro que no, debo preguntarte algo específico porque, o si no, estaremos toda la tarde siendo ambiguos —explicó con una obviedad jocosa. A JiSung le molestaba un poco que MinHo fuese tan bromista—. Es fácil, mira, ¿Por qué es tu película favorita?
De nuevo, JiSung pareció meditar su respuesta con cuidado antes de comenzar a hablar:
—Me gusta porque la deuteragonista es preciosa e icónica. —comenzó a explicar, un tanto vacilante—. Uh, es una alegoría al imperio romano y, es norteamericana, su distribución fue tan masiva que perduró décadas en taquillas. El bombardeo de su propaganda fue tan fuerte que era imposible no gustarle.
—Es fácil —bufó MinHo—. La guerra de las galaxias, JiSung, ¡Tienes que hacerlo más complejo!
—No se me ocurría una explicación más profunda —se excusó.
—Te la dejo pasar si me haces una pregunta interesante.
JiSung miró a MinHo un momento, y pensó con recelo:
«¿En verdad estoy jugando con este idiota?»
Rápidamente pasó por su mente todas las veces que veía a MinHo pasar por los pasillos de la escuela y como varias chicas se detenían a mirarlo, incluyendo su novia y sus amigas; JiSung no entendía cuál era la cualidad tan atrayente que el chico poseía. Los pasillos decían que era tosco, pero parecía realmente torpe. Decían que era interesante y JiSung veía a MinHo como un gato de casa. La única cualidad que destacaba sobre el resto eran los tatuajes de estrellas que tenía en su cuello y que siempre estaba acompañado por ese anticuado mp3, además estaba solo la mayor parte del día, pero también era llamativo cuando reía con su grupo de amigos. Para alguien quien ha estado viendo desde hace mucho tiempo a Lee MinHo, él seguía siendo un enigma, un fastidioso enigma.
«¿Qué es lo que la gente ve en él?»
—Te estás demorando mucho... —ululó MinHo.
Por otra parte, aunque MinHo estaba teniendo una fachada que convencería a cualquiera que estaba relajado, no podía evitar sentirse inseguro de si JiSung estaba disfrutando su compañía.
—Lo siento —se disculpó JiSung, finalmente despegándose de su mente—. Eh, ¿Por qué es tu color favorito?
MinHo no comentó nada por la penosa pregunta de JiSung. —Porque está en todas partes —terminó respondiendo—, porque los colores no existirían sin él.
—¿Blanco?
—No-oh.
—Negro.
MinHo sonrió y asintió. —Afirmativo, capitán.
Y JiSung hizo una mueca que simulaba una sonrisa.
El idílico descanso de cinco minutos terminó por extenderse a veinte minutos más entre por qué-s profundos y respuestas superficiales que hizo que ambos terminasen agradados a la compañía del otro. Todo como parte del plan maquiavélico de MinHo: extender el descanso la mayor cantidad de tiempo posible para así entrar en confianza.
Pero a pesar de que MinHo sabía que la película favorita de JiSung era La Guerra de las Galaxias y su libro favorito fuese "Kim Ji-Young, nacida en 1982", y que su grupo favorito de todos los tiempos fuese Queen y que su padre viajó al mismísimo estado Wembley para verlos presentarse; MinHo seguía sintiendo que JiSung estaba colocando una gran muralla entre ambos.
—¿Seguimos? —ofreció JiSung. MinHo se resignó ante esa muralla y asintió.
Ya había acabado la ronda de MinHo para jugar con él, ahora era turno de JiSung.
—Bien —palmeó JiSung mientras volvía a sentarse en la cama y colocar el libro de lógica en sus piernas—. Repasaremos la regla de los silogismos, ¿Está bien?, primera regla: en los términos que deben estar en la conclusión solo uno debe estar distribuido en alguna de las dos premisas.
MinHo se congeló ante lo dicho por JiSung.
«¿Qué?»
Bien, MinHo pensó que tal vez JiSung se había equivocado ferozmente en su explicación, o las reglas de los silogismos habían sido cambiadas esporádicamente después de que el maestro de literatura lo explicase.
Si MinHo demostraba que sabía, todo su plan habría sido en vano, por lo que carraspea incómodo mientras fingía ver sus apuntes. —¿Estás seguro?
JiSung le entregó una sonrisa. MinHo no creyó en esa sonrisa.
—Por supuesto —afirmó el anaranjado—. Saltémonos la segunda regla para ir a la tercera: la conclusión puede ser más genérica omitiendo la particularidad de los sujetos, por ejemplo: si todos los soldados son valientes, y todos los bomberos son valientes, entonces todo oficio es valiente.
«Okey», se resignó el pelinegro, «este chico es estúpido.»
—No tiene sentido, creo yo —agregó rápidamente al ver la mirada de JiSung en él.
—¿Por qué lo dices? —JiSung fingió inocencia—. Digo, es normal para ti que esto no tenga sentido si no lo entiendes, pero tranquilo, aquí estoy yo para ayudarte.
—Lo sé...—afirmó—, pero—
—Cuarta regla: de dos premisas negativas es posible concluir una premisa positiva—
Durante los siguientes veinte minutos MinHo cuestionó si en serio JiSung había aprobado el examen o al menos entendía algo de la materia, porque la manera en la que el chico lo explicaba lograba hasta convencerlo de lo insistente y persuasivo que era si no fuese de que los silogismos eran reglas obvias dentro de la cabeza de MinHo.
El ambiente del estudio se cortó rápidamente cuando el teléfono fijo de la casa comenzó a sonar.
—Iré a contestar —anunció JiSung, dejando el libro sobre la cama y levantándose de ella—, no creo que mamá lo escuche. Son las siete y a esta hora dan su programa.
Cuando JiSung abandonó la habitación, MinHo se abalanzó sobre el libro de lógica para comprobar qué demonios estaba explicando. Hojeó rápidamente la unidad marcada, comprobando como toda la información verídica se encontraba plasmada allí. Entonces, si JiSung era consciente de que estaba mintiendo, ¿Por qué demonios lo hizo en primer lugar?
Había gato encerrado.
. . .
—Son las siete treinta —anunció Felix mirando su reloj de muñeca—. ¿En serio creen que llegará?
—Tiene qué, es su casa —dijo ChangBin.
—Apuesto a que JiSung lo ahorcó con el cable del teléfono y lo arrojó al río —opinó SeungMin sin sacar la vista de su libro de fantasía.
—¿Tendremos que comprobar si está vivo? —consultó HyunJin, limpiando la batería. El resto de los chicos lo miró feo. —¡Pero si fue SeungMin quien lo mató!
—Hay que tener fe de que todo salió bien —intentó calmar Chan sin apartar la vista de las partituras original de guitarra una canción que MinHo le había pedido arreglar—. Es MinHo, puede ser agradable cuando quiere.
—Lo conocemos desde que se tiraba gases en el primer grado, obvio que para ti es agradable —dijo JeongIn mientras dejaba intencionalmente las cenizas del cigarro que SeungMin le había ofrecido sobre las hojas de Chan.
—Oye, ¿Quién te dio permiso de fumar? —preguntó Chan, mirándolo horrorizado—. Te voy a acusar con nuestra madre.
JeongIn, encogiendo sus ojos hacia su hermanastro, apagó el cigarro con la suela de su zapatilla.
—Solo espero que a MinHo no le pase nada malo —murmuró ChangBin.
—Él fue a la boca del lobo —le dijo HyunJin—. Imagina que tu novia le gusta otro y lo mejor que puedes hacer es invitarlo a estudiar a tu casa. ¡¿Y alguien sabe cómo termina eso?!
—Asesinato —terminaron por responder a coro.
Pero ChangBin sabía; él sabía el estúpido plan de MinHo y solamente esperaba a que nada se malinterpretase ahí adentro.
—No deberíamos tomarlo tan enserio —intentó bajar la intensidad ChangBin.
SeungMin, palmeando su hombro, hizo un movimiento con su mano. —¿Tocamos algo?
—¿Qué cosa?
—ChangBin's mom.
. . .
—Perdón, era Yuna —se disculpó JiSung una vez que regresó a la habitación; vio como MinHo estaba apoyado en el respaldo de la cama de él mientras parecía anotar algunas cosas en su cuaderno—. ¿Quieres algo para beber?
—¿Un té? —dijo el pelinegro con sutileza. JiSung asintió y salió nuevamente de la habitación.
JiSung bajó las escaleras con cuidado. Pasó tras la sala de estar para contemplar un poco como su madre abducida por el televisor, fue a la cocina para poner a hervir el agua y preparar las tazas de té. Luego, caminó despacio hacia su madre para tocarle el hombro y llamar su atención.
—Mamá, estoy hirviendo agua, ¿Quieres algo? —consultó el chico con cuidado.
—Un té, cariño. —respondió SunHee. JiSung asintió y se giró con la intención de volver a la cocina, pero la voz de su madre lo detiene repentinamente—: ¿El chico sigue en la casa?
—Si... —dijo JiSung, un poco apenado—. Pero ya vamos a terminar de estudiar.
—Me parece bien. No quiero que se vaya tarde —advirtió ella. JiSung volvió a girar para dirigirse a la cocina pero, una vez más, su madre lo detuvo—. Se ve sano el chico, deberías seguir su ejemplo.
—Yo también estoy saludable, mamá.
—No te puedes comparar con él, cielo —recordó ella con el mismo tono de templanza—. He estado haciendo memoria- las madres han hablado mucho de ese muchachito en las reuniones de padres y maestros, dicen que es el mejor de su generación. ¿Ha sido él de quien te he comentado?
JiSung asintió a complacencias de su madre, pero cuando se giró solo pudo evitar rodar los ojos.
—Qué bueno que te esté dando clases —terminó por decir su madre antes de sumirse de nuevo en el televisor.
En ese tiempo que estuvo con MinHo había podido reconocer una simpatía sincera proveniente del chico. No era el egocéntrico que algunos decían, o el mujeriego que otros proponían -de hecho, en toda su conversación no nombró a ninguna chica-, e incluso, los rumores que decían que el muchacho y su grupo no eran más que vándalos era algo que no entraba en su cabeza.
De hecho, MinHo era realmente agradable. Casi ajeno a los comentarios de ser el chico que había atacado al capitán de baloncesto hace unos años atrás.
Eso hacía sentir hasta avergonzado a JiSung. Desde hace más tiempo de lo que pensaba siempre tuvo algún tipo de rencor hacia su persona, tal vez no directamente porque nunca encajó la imagen del chico con el nombre, pero desde inicio del ciclo escolar JiSung tuvo la presencia de un Lee MinHo en su casa y que él era todo lo que él tenía que llegar a ser.
Pero entonces, volvió a caer en cuenta en algo obvio mientras preparaba las tazas de té.
Si MinHo era un super genio.
¿Por qué demonios le había pedido ayuda?
JiSung ya se había vengado en su parte, explicar mal la materia de silogismo para que al fin a MinHo lograba confesar lo que estaba planeando. Sin embargo, parecía que todo había sido un malentendido, y que tal vez, tal vez MinHo si necesitaba ayuda.
El anaranjado suspiró mientras le echaba azúcar al té.
«Debería disculparme», pensó JiSung. «MinHo ha intentado ser amable conmigo toda la tarde y yo le he estado explicando mal.»
Le dejó el té a su madre y subió con otras dos tazas más las escaleras, una para MinHo y otra para él mismo. Entró a la habitación sigilosamente para ver a MinHo contemplar una de las fotografías que él tenía en su mesa de noche.
Específicamente, la misma fotografía instantánea que estuvo viendo anteriormente. De él y de Yuna.
A JiSung le aterró la idea de que MinHo gustase de Yuna; no era ciego ni sordo, por lo tanto sabía que Yuna tenía un tipo de atracción hacia Lee MinHo porque todo el mundo gustaba de Lee MinHo; pero sí le entristecía a JiSung entender que él nunca sería tan bueno como él y que por eso su novia lo prefería a él antes que a su propio novio. JiSung nunca sería lo suficientemente bueno como Lee MinHo.
Pero mientras JiSung tenía la idea de que MinHocontemplaba a Yuna en la fotografía, el pelinegro se preguntaba por qué erabonita la sonrisa de JiSung y por qué quería verla seguida.
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