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14. MinHo invertido como tortilla- o algo así dijo Freud

MinHo invertido como tortilla- o algo así dijo Freud

Canción:

Right now; One Direction

La sacudida violenta de la camioneta produjo que MinHo despertase asustado, empujando su pierna como acto reflejo y golpeando el rostro de JeongIn en el proceso.

—Eres un bastardo —insultó JeongIn con voz quedada, levantando su cabeza del regazo de Felix quien dormía profundamente apoyada en el lateral de la camioneta.

MinHo levantó su cabeza, sacando con cuidado el brazo de ChangBin que le rodeaba la cabeza para ver la causa del frenazo: habían llegado a la casa de alguien, y por el movimiento que había al interior de la camioneta MinHo supuso que era casa de DonSoo.

—Nos vemos en la escuela —se despidió el chico a pésame. Estaba más verde que pálido.

Volvió a apoyar su cabeza donde-sea-que-la-tenía-puesta y cerró los ojos para querer seguir durmiendo, pero el ruido de una arcada alertó a todos los que estaban en la cajuela.

—Oh, no se preocupen... —fue MinJu quien había vomitado en la acera antes de que HyunJin partiera. Él había sacado su cabeza por la ventana para comprobar el estado de ella—, me mareo cuando ando en auto.

—Te iré a dejar enseguida —anunció HyunJin.

MinHo subió el cierre de la casaca de su amigo hasta su barbilla y volvió a apoyarse una vez más. Era pasada de las ocho de la mañana del veinticinco de diciembre y hacía un frío tremendo en el pueblo; MinHo no supo a quién se le había ocurrido la brillante idea de irse tan temprano de la granja de la familia Hwang, pero luego recordando el desastre en los baños tapados a causa de la intoxicación colectiva, MinHo entendió que era mejor abandonar el lugar lo más pronto posible.

Se incorporó en el asiento, notando que había dormitado todo el trayecto al pueblo en el pecho de ChangBin, quien dormía sobre el hombro de Chan. Con lentitud, MinHo se empujó hacia arriba para acoplarse y ver mejor en donde se encontraba, notando como el grupo con el que había disfrutado anoche se encontraban en la mayoría de sus pésames.

Rena estaba en el otro lado de la camioneta, apoyando su cabeza junto con la de Delicia entregándole miradas de muerte de tanto en tanto al pelinegro. Él sabía que ella estaba enojada con él, aunque no entendía muy bien la causa; solo sabía que algo había pasado en la noche como para que esa mañana ella le dijera que se fuera al demonio antes de subirse a la camioneta. YiSu había intentado explicarle algo sobre la cortesía varonil y la ayuda a vomitar, aunque no le entendió mucho ya que la chica balbuceaba a causa de la borrachera y el sueño que MinHo compartía.

Poco a poco la gente de la camioneta iba llegando a sus hogares. MinHo agradecía mentalmente a HyunJin por el sacrificio de dejarlos a todos a sus casas en la mañana cuando él era consciente de la bestial resaca que HyunJin podía estar sufriendo en ese instante. HyunJin era un buen amigo, y MinHo podía confirmar eso.

Cuando fue el turno de MinHo para bajarse, se despidió de los pocos que seguían en el automóvil e ingresó a su casa por la entrada del consultorio, pasando de la vacía sala de espera hasta la puerta plegable donde daba en dirección a la sala-comedor de la casa, justo a tiempo para ver a su madre viendo televisión en la sala.

—Feliz navidad —saludó SooYoung, yendo hacia él para recibirlo—. ¿Cómo te sientes?

—Creo que voy a vomitar —manifestó, sacándose a penas sus zapatillas.

Pero ella canturreó una risa. A MinHo le llamó la atención verla tan alegre, por lo que hizo una mueca correspondiendo su sonrisa.

—Tomaré un par de aspirinas antes de dormir —anunció MinHo, girando hacia el mesón de la cocina para agarrar un vaso con agua—. No me esperen para almorzar- creo que estaré durmiendo.

—¿No saldrás hoy? —indagó su madre—. ¿Ni con esa chica bonita con la que te vimos anoche? ¿Cómo se llama?

—¿Rena? —MinHo negó—. Prefiero pasar el día durmiendo. ¿Y papá?

—Sigue arriba. Saldremos a la tarde —dijo antes de darle un par de palmadas en el brazo. MinHo la encontraba rara—. Lo hicieron bien anoche. Te felicito.

—Gracias —volvió a intentar sonreír MinHo—. Bueno, voy a subir.

—Feliz navidad.

—Feliz navidad.

MinHo subió la pequeña escalera hasta el pasillo de la segunda planta, se encaminó a su habitación y cerró la puerta; encendió el calefactor y, mientras esperaba a que la habitación se calentase, se bebió un par de pastillas para la resaca y bebió el agua de golpe antes de sacarse los pantalones y la casaca para en su lugar ponerse un gran jersey de pijama y caer de cabeza en la cama.

Su mente se encontraba girando por completo y el sonido de la música de anoche golpeaba en sus oídos tan fuerte que se le era insoportable. Se quedó dormido con esa desagradable sensación.

Horas más tarde, luego de haber repetido desde distintos ángulos el beso que se había dado con Dorian la noche anterior, la puerta de su habitación fue golpeada.

—¿Conoces a un Han JiSung? —consultó SooYoung, entrando a la habitación.

—Ha venido estas últimas semanas al garaje, mamá... —explicó con fastidio.

—¿En serio?, pudiste presentarlo —criticó—. Bueno-como sea, está abajo. ¿Quieres que suba?

—Sí, por favor.

—¿No quieres ventilar un poco tu habitación?

«Me ha visto en circunstancias peores», piensa MinHo en vez de contestar, con su madre accediendo.

Él tuvo la intención de querer ventilar su habitación o vestirse un poco más decente, pero todos los músculos de su cuerpo dolían como el infierno y sentía su garganta como una lija; lo bueno era que su cabeza no martilleaba tan fuerte como lo esperaba, aunque lo seguía manteniendo débil.

No supo cuánto tiempo pasó hasta que la puerta de su habitación fue abierta nuevamente.

—Permi... oh, esto huele mal —rio JiSung al entrar.

MinHo entreabrió sus ojos para verlo. El chico llevaba una parca gruesa y una bufanda que redondeaba toda su cara, notando el frío que hacía afuera.

JiSung se aproximó hacia la ventana y, tras no solo correr las cortinas, sino que también abrirla, se giró con una sonrisa burlona hacia la cama de MinHo. —¿Cómo estás, niño del teatro?

—Vete a la mierda.

Él carcajeó nuevamente mientras se sacaba la parca y la dejaba en sus brazos. Por la mirada que el chico tenía MinHo notó que JiSung estaba inspeccionando la habitación con una gran curiosidad, haciéndolo caer en cuenta que esa era la primera vez que JiSung entraba ahí.

—Se ve mejor cuando está ordenada —dijo MinHo, leyendo la expresión de JiSung.

—¡No he dicho nada! —se defendió él. MinHo notó como de la parca JiSung sacaba una bolsa de papel craft que dejaba sobre el escritorio.

A diferencia de la intelectual habitación de JiSung, la habitación de MinHo era un desastre- tal vez no como se estimaba, pero sí lo suficiente como para saber que ese era su refugio.

Había un poco de ropa sucia esparcida por el suelo, lo cual no era nada nuevo, como también se encontraba la funda de su guitarra y un pandero -el cual JiSung localizó y lo tomó para jugar con él-, también tenía cuatro montañas de discos frente a su closet corredizo, donde dos hileras eran de discos comprados y regalados, otro de discos intervenidos y otros una colección de CDs vírgenes. Al otro lado de la habitación, frente a la ventana, había un escritorio que, a diferencia de JiSung que lo tenía de forma vertical, este estaba pegado a la pared, donde lucía un gran y viejo ordenador bastante sucio. Y, algo que le llamó profundamente la atención, era la puerta que se encontraba entre el escritorio y el estéreo.

—¿Para dónde va esa puerta?

—¿La escalera que ves desde la calle? —JiSung emitió un sonido afirmativo—. Esa escalera lleva para un pasillito sobre el patio que da para este dormitorio y el de mis padres.

—¿Qué clase de arquitecto psicodélico construyó esta casa? —se preguntó JiSung—. Es tan grande y a la vez chica.

—Y que lo digas —coincidió MinHo.

—¿Cuántos reproductores tienes? —consultó JiSung mientras seguía sonajeando el pandero, para la molestia de MinHo. El chico se hincó cerca de los discos para tomar el walkman que tenía y el reproductor de caset—. Oh, hace tiempo que no veía estas cosas.

—Deja ahí antes de que rompas algo —gruñó, pero JiSung lo ignoró.

MinHo lo siguió con la mirada como los ojos de JiSung se posaban a las paredes de la cama de MinHo, donde había un póster de la carátula del sencillo Night and Day y del disco Rattle and Hum (ambos de U2, claro), otra carátula de tamaño póster Diamong Dogs de David Bowie y de 22 de HYUKOH, el cual JiSung se quedó pegado viendo.

—No sabía que lo escuchabas —refirió JiSung al último artista—, no salió en tu CD de estudio.

—No creía que lo merecieras —contestó MinHo, finalmente incorporándose.

—Y las fotografías... —JiSung siguió observando—, no tienes.

—¿Por qué debería tener? —MinHo comenzó a sobarse la cabeza.

El lugar donde JiSung tenía sus fotografías, MinHo lo había usado para ganar un amplificador y una guitarra acústica, junto a un estéreo tan grande que dejó a JiSung impactado.

—Woah, ¿Dónde lo conseguiste? —JiSung dejó el pandero sobre el escritorio del ordenador para acercarse al objeto—. Es gigante.

—Era de mi papá. Ha pasado por más cantidad de arreglos que yo en el dentista —contó—. Pero si lo ves bien, hasta puede pasar por nuevo.

—Asumo que fastidias a tus padres cuando pones música.

—No tanto —finalmente, MinHo se levantó de la cama para aproximarse hacia donde se encontraba JiSung—. Si viste a mi madre notarás que saqué sus ojos, y si viste a mi padre verás que saqué su buen gusto musical.

—No conocí a tu padre, pero supongo que tienes razón- ya sabes, normalmente el lado paterno porta los malos genes.

JiSung rio ante su propia broma mientras que MinHo lo golpeaba suavemente en el abdomen.

—Para tu información, pequeño idiota, mi madre es la del mal gusto —explicó—. Cuando llegué con Cessi a la casa, me empezó a bombardear de preguntas sobre Queen, desde cuándo me gustaba, mi canción favorita, si sabía tocar una... Todo por traer una guitarra roja.

—Es la Red Special —apunta JiSung, ofendido—, cualquiera se habría hecho ilusiones.

—Especialmente mi madre. Según ella, a mi nunca me gustó Queen —relató con aires de nostalgia—. Decía que cuando me ponía sus canciones para dormir, yo me levantaba de la cuna y exigía que la apagara. Luego mi padre lo intentó con Bono y- bueno, ya sabes el resto de la historia.

—Inteligente movida de tu padre, ¿Sabes?, eso quiere decir que las canciones de U2 hacen dormir a cualquiera.

MinHo volvió a golpearle el abdomen y JiSung volvió a reír.

Se mantuvieron en silencio por un momento, ambos contemplando el gran estéreo entre ellos. JiSung aún no le decía la razón por la cual se encontraba ahí, causando que MinHo se pusiera ansioso.

—¿Cómo te fue anoche? —habló JiSung, apartándose del parlante para bajar el cierre de su parca—. En casa de HyunJin.

Al ver las intenciones de JiSung, MinHo le entregó una sonrisa antes de aproximarse hacia su colección de CDs en el otro lado de la habitación, mientras que el otro chico dejaba sus cosas a los pies de la cama para sentarse ella.

—Caótico. Recuerdo haberme quedado dormido en la mitad de la fiesta —contó, por fin sacando un mix que él mismo había hecho—. E incluso intentaron obligarme cantar esa canción de mierda de Ed Sheeran.

"Lista de canciones que Lee Know usa para llorar."

—¿Galway Girl?

—Sí.

—Agh, un asco.

—¿Y cómo te fue a ti?

—Podría decir que igual —respondió lacónico—. Oh, me gusta esa canción.

—Ya te estoy conquistando —Bromea MinHo. JiSung no vio como el chico se congelaba ante la frase que había dicho, arrepintiéndose al instante porque creía que lo malinterpretaría—. En forma de broma, claro.

Do you hear me? Hoesaekbit angae deopin —cantó JiSung el inicio de She's in the Rain de The Rose, ignorando por completo a MinHo, quien caminaba para sentarse junto a él—, gloomy day, nunpai garyeojin ge duryeowo, ijen amugeosdo heungmiga an na nouwoeo.

—¿Te molestaron mucho?, a la próxima nos acompañarás a nosotros —MinHo se sentó junto a él, ambos apoyados en la pared—. Una chica trajo fruta fermentada, y Rena tuvo que beber diez cortitos de guinda fermentada. Se emborrachó tanto que vomitó el alma en el baño y creo que me terminó.

JiSung abrió los ojos con sorpresa. —¿Eh? ¿Terminó contigo en serio?

MinHo lanzó una carcajada cruda. —Creo. No sé.

—Pero ¿Por qué te terminó?

—Recuerdo que me dijo algo sobre dejarla sola en el baño, o eso me explicó YiSu —intentó hacer memoria él, aunque en ese momento estaba borracho y muerto de sueño—, aunque Delicia (esa chica del salón avanzado) estaba con ella, así que no entiendo por qué se queja conmigo...

—Porque tú estás con ella. Cuando tu novia está vomitando alcohol, tú debes acudir con ella.

—Pero me da asco.

JiSung puso los ojos en blanco y negó. —Eres un fracaso.

—Bueno, a nadie le enseñan a ser un buen novio, ¿O sí? —aludió MinHo—. ¿O quieres que te recuerde lo que pasó hace unas semanas...?

—Cállate. Aprende de mis errores —terminó por reír JiSung.

—Siguiendo con el tema, SeungMin y YiSu al fin formalizaron su relación -aunque según ellos ya lo habían hecho hace un mes-...

—Oh, sí, ella me comentó una vez cuando estábamos en la biblioteca —comentó JiSung.

MinHo lo miró con los ojos abiertos, expresando lo ofendido que estaba. —¿Cómo demonios ella te contó a ti si apenas hablan?

El otro se encogió de hombros sin saber muy bien la razón tampoco.

—Bueno- luego estaban ChangBin y HyunJin, quienes habían apostado en dar su primer beso antes de que acabara el año.

—Si, me acuerdo.

—Vale, y fue gracioso porque ambos apostaron por Kim MinJu, pero al final ella...

De repente se quedó sin palabras, recordando ver a la chica junto a Kaede de una forma bastante comprometedora.

—¿Al final qué? ¿Se lo dio a alguien más? —retomó el hilo JiSung.

MinHo presionó los labios y negó. —No, HyunJin ganó la apuesta. pero perdió porque fue en base a un juego.

JiSung lanzó una risa. —¿Jugaron a la botella? ¿Cuántos años tienen?

—La edad necesaria para jugar, idiota, ¿O acaso todos nacemos con parejas?

—¿Y besaste a alguien?, probablemente Rena se enojó por eso también.

—¡Por favor! ¡Felix casi le arrancó la lengua a ella cuando le tocó besarla!

Notó que JiSung estaba bastante risueño, pero de una forma extraña. Parecía necesitar estar aliviado, como si buscara alguna excusa para lanzar una carcajada.

—Oh, me parece fantástico —comentó JiSung—. Me habría gustado haber estado ahí.

—¿Y qué fue de la tuya? ¿Tus amigos te aburrieron? —se burló MinHo.

—Con Yuna nos fuimos a su casa porque todos se volvieron locos- y, bueno, nosotros también- yo no tanto porque no mezclo la marihuana con el alcohol, y Yuna quería regresarse temprano así que...

Pero la frase quedó en el aire, y MinHo entendió a lo que se refería.

«Por eso está tan risueño», razonó.

—¿Te quitó tu tarjeta virginal? —preguntó con sorna MinHo.

—No quiero hablar de eso...

—Vamos, ¿No había pelo de gato para disminuir tu erección?

—No, tal vez por eso terminamos haciéndolo —hizo una mueca más parecida a una sonrisa—. Como sea, no fue la gran cosa.

—¿No fue la gran cosa?

—No, hombre, deja de ver pornografía porque el sexo en la vida real es más aburrido de lo que parece —contó mientras movía las puntas de sus pies—. O- bueno, no es que fuera aburrido, y ella era fantástica, pero-

—Por mi sanidad mental no quiero escuchar cómo es Yuna en la cama —detuvo MinHo—. Y por respeto a ella- ¡Eres un cerdo, Han JiSung! Se lo contaré cuando volvamos a la escuela.

—Por favor, no, que me terminará frente a todos y será humillante.

—¡Han JiSung! —gritó MinHo, haciendo una falsa imitación de la voz de la chica—. ¡¿Cómo se te ocurre contar nuestras experiencias sexuales a un degenerado como Lee MinHo?! ¡Supongo que no te molestarás si le digo a todo el mundo cómo tus cinco centímetros no me hicieron ni cosquillas!

—¿Cinco centímetros? —JiSung le miró—. ¿Tanta estima me tienes?

—Es solo un aproximado- tu mano es pequeña —se justifica con orgullo.

Pero entonces, para el desconcierto de MinHo, JiSung se miró su mano con detención antes de ponerla frente a MinHo.

—Compara.

Instintivamente, MinHo escondió su mano. —No...

—Vamos, quiero comparar.

—¿Tus cinco centímetros con mis tres?

—Por supuesto, bestia.

Finalmente, MinHo accedió con un extraño sentimiento de vergüenza. Posó su pequeña y delgada mano con la de JiSung y notó que la diferencia era extrañamente alta.

—Tienes manos de tortuga —se burló JiSung.

—¿Cómo esto es posible?, soy más alto que tú.

—Como por tres centímetros, realmente.

JiSung puso uno de sus dedos entre los dedos de ambos para establecer la altura, y sonrió con diversión al ver como la distancia de la punta de los dedos de MinHo con los de JiSung se alejaban. —Son realmente pequeñas.

MinHo se sentía como si le hubiesen golpeado en el estómago de forma repentina- no, como si fuese JiSung específicamente quien le golpeó el estómago, y que parecía entretenido haciéndolo.

—¿De qué es el papel? —cambió de tema MinHo.

—Ah —JiSung apartó la mano para ir hacia el escritorio. MinHo sintió su palma repentinamente helada—. Es un regalo, en verdad.

—¿Un regalo? —MinHo también se aproximó hacia la orilla de la cama—. ¿En serio? ¿Para mí?

—Para la banda, en realidad —confesó, mientras le tendía la bolsa de papel craft. MinHo ni siquiera se molestó en mirar a JiSung y lo abrió al instante—. Creo que les va a ayudar a la hora de ensayo para marcar el tiempo.

Un metrónomo les había regalado JiSung, de color blanco y de palanca negra.

—¡Woah! —alegró abiertamente MinHo, olvidando por completo su resaca—. ¡Un metrónomo! ¡Al fin dejaremos de usar a Chan como uno!

—Pensé entregárselo a Chan directamente, ya que estuve en su casa antes de venir acá, pero había salido con su primo así que te lo paso a ti —contó.

—¿Estuviste en casa de Chan? —a MinHo le llamó la atención eso. No es como si ambos chicos no fueran amigos, pero no sabía si existía esa confianza.

—Realmente fui a ver a JeongIn —admitió—, pasé la tarde con él y su abuela es un amor y, entre nosotros, MinHo, todavía no sé si JeongIn es hijo de su mamá o de su papá.

—Yo los conozco desde hace siglos y sigo confundiéndome —confesó igualmente—. Oye, con el grupo tenemos la tradición de comer recalentado todos juntos el veintiséis, ¿Por qué no nos acompañas?

JiSung hizo una mueca mientras volvía a tomar su posición inicial en la cama. —Me gustaría, pero en unas horas iré a Gimhae a ver a las hermanas de mi mamá.

—¿En un par de horas? —MinHo giró para ver su ventana—. ¿Qué hora es?

—Pasada de las ocho.

—¡¿De la tarde?! —JiSung asintió con diversión—. Dios, dormí doce horas.

—Márcalo como tu récord personal.

—¿Y por qué te vas tan tarde? ¿No pueden irse mañana temprano?

—Le dije lo mismo, pero mi madre está loca —expresó con recelo él—. No regreso hasta después de año nuevo.

—¿Eso significa que viniste a despedirte? —sonrió MinHo de forma jocosa, mientras lo golpeaba con su hombro—. Eres un romántico.

—Gracias, espero que así que me recuerdes de esa forma porque no hay forma de que salga vivo de estas vacaciones.

—Salud, amigo mío.

—Salud. ¿Cómo se llama esta playlist?

—Canciones que Lee Know usa para llorar.

—¿Lloras con la canción de I-LAND?

—¿Quién no lo hace?

Y la tarde terminó pasando mientras ambos cantaban el coro de Into the I-Land.

. . .

Esta situación no era algo de lo que él hubiese pensado hacer a corto plazo, pero bajo la insistencia de YiSu y, por alguna razón, ChangBin, terminó en el pórtico de la casa de Rena pidiéndole perdón por haberla dejado en la fiesta.

Lo bueno fue que ella le perdonó, y también pareció extrañar pasar tiempo con él porque tan rápido como ella había pronunciado esas palabras, MinHo fue abducido a la casa de ella.

La semana post navidad de ese año fue igual que los años anteriores, con un pequeño plus de tener la presencia de Dorian por todos lados.

Le incomodaba su presencia, pero no de una forma extraña. Haberse abierto de una forma tan vulnerable con un tema que hasta ese momento él seguía desconociendo con un completo extraño con el cual se había besado momentos atrás, le hacía ponerse un poco más a la defensiva de lo que quería, y cada vez que interactuaban MinHo rezaba para que Chan no se diera cuenta.

El mal ambiente que habían formado los dos había sido, sin embargo, notorio con el aire que normalmente portaba el grupo, y si iban a pasar el resto de las vacaciones de invierno de esa forma, entonces MinHo tenía que solucionarlo.

—Te tengo una propuesta —dijo MinHo mientras se sentaba junto a él en el sofá del garaje de la casa—. Uh- ¿Te conté sobre mi regalo de navidad?

—No me diriges la palabra —contestó divertidamente Dorian. MinHo anhelaba tener ese sentido del humor sin rencor.

—Bu-bueno, me dieron dinero —y MinHo fingió una sonrisa abierta—. Tengo pensado ir a tatuarme- y como es todo un lío ir a Seúl, iré donde me tatuaron por primera vez —mostró su cuello como referencia, las dos estrellas y los puntos simuladores de ellas alrededor— ¿Quieres acompañarme?

MinHo notó que Dorian no se esperaba eso, y no solo porque abrió los ojos con sorpresa y miró al resto del grupo para comprobar si habían escuchado (lo cual, no lo habían hecho). —¿Yo? ¿Seguro? ¿No tienes problemas con eso?

—Si —mintió. MinHo, porque su estómago se retorcía de la incomodidad.

—¿Qué hay de tu novia?

—Cuida de su hermana menor, así que no sale —explicó—. ¿Cuándo puedes?

—Bueno... todos los días.

—¿Te parece mañana?

—Si, vale.

—Genial.

—¿Es una cita?

MinHo se atragantó con su saliva de una forma poco sutil, causando que Dorian estallase en carcajadas. —¡Bromeo! ¡Bromeo!

Y fue así; después de ponerse de acuerdo ambos tomaron un autobús rural junto a sus mascarillas y auriculares compartidos para escuchar del mp3 de MinHo en dirección al pueblo más próximo de donde vivían, que a diferencia de la localidad, el otro era unos kilómetros más grande, lo que daba pie a mayor comercio.

—¿Por qué tienes a One Direction? —cuestionó con burla Dorian una vez que la reproducción aleatoria los llevara a Righ now.

—Los chicos tienden a intervenir mi música cuando no me doy cuenta —contó MinHo sin mucha vergüenza. Esa canción en particular le gustaba—. A veces me eliminan canciones, otras veces agregan. Una vez Felix configuró la reproducción e hizo repetir Never gonna give you up de Rick Astley.

—¡Bromeas!

—¡Claro que no! Como castigo hice que nos aprendiéramos la canción con la banda.

—¿Cuántas canciones tienen sacadas con la banda? —curioseó, apartando su mirada de la ventana para ver a MinHo.

El pelinegro lo pensó un momento antes de contestar. —Treinta a la perfección —se jactó—. Y con ChangBin y Chan han hecho dos, las cuales nunca hemos tocado en público.

—No es como si hubiesen tenido muchas presentaciones...

—¡Hey! ¡Tomamos cada boda con orgullo!

Luego de que Dorian estallase de risa con eso, ambos bajaron en la parada más próxima de la galería comercial del pueblo. Notaron que ninguno de los habitantes portaba mascarillas, por lo que guardaron las suyas.

A MinHo le gustaba esa galería comercial porque había más variedad en cuanto a sus gustos, como lo era la ropa y la música; incluso había comprado The Red Special en un remate en la tienda de instrumentos. No siempre tenía oportunidades para recorrerlo, por lo que en compensación de Dorian terminaron recorriendo de torre a torre la galería.

—Compraré caramelos coreanos —anunció Dorian, viendo una tienda de dulces.

—¿No hay caramelos en Australia? —bromeó MinHo—. Maldito inmigrante. Vienes a robarnos los dulces.

—Si los compro no creo que sea ilegal —continuó—. Tengo mi pasaporte, maldito patriota. ¿Quieres pelear?

—¿Pelea de Historia?

—Yo te gano.

Y antes de que MinHo pudiese replicar, Dorian soltó una risa antes de tomarlo de la mano y arrastrarlo hacia la tienda.

MinHo siempre había sido de contacto físico, o al menos con sus amigos. Con los chicos era natural tal vez porque los conocía desde hace años o simplemente eran de su agrado, y como su personalidad burlesca a veces le impedía ser sincero él creía que la mejor forma de demostrar su aprecio a ellos era con eso, el tacto; por otra parte, con Rena tenía que hacer un esfuerzo para poder mantener sus manos en la cintura y sus lenguas juntas porque normalmente sentía incomodidad y su mente comenzaba a irse de donde estaba.

Y ahora, con Dorian, MinHo podía compartir un poco de ambos sentimientos.

Dorian lo soltó al instante una vez que entraron a la tienda y comenzó a pasear por los pasillos, comentando inocentemente a MinHo cuanto anhelaba comer o cómo con los dulces picantes una vez le irritaron el hígado. MinHo, intentando no recaer de nuevo en la incomodidad de los otros días, seguía el flujo de la conversación intentando no replantearse mucho las cosas.

La tienda de discos quedaba en la torre B, justo sobre el local de tatuajes. Ir ahí era toda una experiencia porque la cadena de la tienda traía distintas variedades de muchos países, como también géneros musicales y formatos de reproducción.

—Hay música de idiomas que no conocía —observó maravillado Dorian a unos CDs que eran grabaciones de cánticos de tribus africanas—. Mira, la tarjeta dice que este se canta cuando hay un recién nacido.

—Cuando vayamos a Uganda podremos cantarlo —comentó MinHo—. Esto es tan fascinante.

—Buenas tardes —una mujer que redondeaba los treinta, con un arete en la nariz y con un cabello rubio platinado se les acercó. MinHo vio como Dorian quedaba pasmado por ella, pero MinHo solamente se preguntaba si no le había dolido a la chica la perforación en la nariz—. ¿Buscan algo en particular?

—Solo estamos viendo —contestó Dorian con el tono que usualmente se refería a MinHo—. Pero gracias por la ayuda.

—Vale, me llamo HanSoo ante cualquier cosa, y pueden encontrarme siempre en el pasillo de indie rock inglés —guiñó ella el ojo mientras apuntaba hacia el pasillo más lleno de la tienda.

—¿Qué tienes de U2? —se atrevió a preguntar MinHo, y Dorian le golpeó indiscriminadamente en el abdomen.

—Bueno, pueden ver eso en los clásicos... —apuntó ella hacia otro pasillo—, puedo llevarte.

—Nos gustaría —asintió Dorian esta vez.

MinHo quería reírse en la cara del chico por lo eyectado que estaba por la mujer. Parecía mucho más joven de la edad que MinHo le aproximaba; prometía orinarse de la risa si ella comentaba que tenía hijos.

Tuvo que escuchar el penoso coqueteo de Dorian hacia la mujer HanSoo, quien alababa el color de pelo, le preguntaba por el arete e incluso sus gustos musicales favoritos. MinHo no podía tomarlo en serio, e intentaba ahogar su pena ajena revisando los vinilos de U2.

De repente, a través de los parlantes de la tienda, una canción empezó a sonar. MinHo no pudo identificar la letra ya que el bullicio era alto, pero el ritmo de la guitarra le era adictivo, al igual que los tonos con los que cantaba el vocalista.

—Oye... —MinHo le llama, intentando salvar a HanSoo de Dorian—. ¿Cómo se llama la canción?

—¿Canción? —ella pareció entender a lo que se refería—. Ah, es-

—¡HanSoo! —una chica gritó desde el otro lado del pasillo—. ¡Te necesitan en la caja!

Y eso pareció ser excusa suficiente como para que la chica huyese de los dos.

—¡La espantaste! —le golpeó el brazo MinHo.

—¡Yo no la espanté! —se defendió Dorian, sonrosándose un poco—. Solamente conversaba con ella.

—Estabas coqueteando. Sé cómo se ve —dijo—. Eres un penoso.

—Tranquilo, no tienes por qué ponerte celoso

Pero MinHo no se lo tomó como broma.

—¡No estoy celoso! —expresó, golpeando cuatro veces más el brazo de Dorian.

Finalmente, cuando ya era cerca de las seis de la tarde, llegaron al local de tatuajes. La suerte de MinHo le corrió por su lado ya que se encontraba con solamente una chica siendo tatuada, por lo que se acercó al mesón a consultar la libreta de opciones.

—Podrías tatuarte un conejo —apuntó Dorian hacia uno de los diseños—. En la mano.

—No me tatuaría un conejo, pero la mano suena interesante —meditó MinHo observando sus manos—. ¿Cuál crees que sea mejor?

Holas —un chico que notoriamente trabajaba en el local se acercó al mesón donde MinHo y Dorian se encontraban revisando los bocetos—. ¿En qué puedo ayudarl- ¡Oye! ¡Yo te tatué!

MinHo le correspondió la sonrisa mientras instintivamente posaba su mano en el tatuaje. —Lo recuerdo, por eso regreso.

—¿Quieres tatuarte de nuevo? ¿Qué deseas? Tengo distintas opciones-

—No tengo mucho dinero, realmente —admitió MinHo—. Y quiero hacerme uno tipo tatuajes de henna.

—Te será doloroso.

—He pasado por peores.

Fue una vil mentira, porque ni con el tatuaje en el cuello MinHo había sufrido tanto dolor como tatuarse la mano derecha.

Le habían recomenzado que fuera esa, ya que era zurdo, sin embargo, estaba realmente complicado con las prácticas de la banda él cambiaba las notas con su mano derecha, y por como lo notaba parecería que pasarían un par de días sin poder tocar.

—¿Estás bien? —MinHo podía notar el brillo de crueldad en los ojos de Dorian—. ¿Quieres que sostenga tu mano?

—Por favor, cállate —masculló entre dientes el chico, aguantando el dolor de la aguja chocando con los huesos de sus dedos.

—No importa a quien quieras venderle esa fachada, eres un bebé —burló Dorian, mientras pasaba deliberadamente una mano por el pelo negro de MinHo.

MinHo no comentó nada respecto a eso, porque la sensación de cuando lo tomó de la mano volvió a presentarse como una excusa de querer apartarla, pero también un sentimiento extraño de comodidad le permitía dejar que sus dedos jugaran con sus mechas, e incluso acariciase levemente el lóbulo de su oreja.

«¿Será posible...? —MinHo indagó en su mente, cerrando los ojos mientras se dejaba acariciar—, ¿Será posible que le guste?»

Él no había visto a Dorian interactuar con nadie del grupo como lo hacía con él, lo cual era extraño ya que había estado muy risueño con Felix cuando se habían drogado en casa de HyunJin. Además, por como sucedieron los hechos, Dorian seguía sin apartarse de él.

MinHo estiró su mano izquierda hacia la mano que Dorian cargaba su bolsa de dulces y la apretó, para que luego el australiano acomodara la bolsa en su muñeca y entrelazara sus dedos con los suyos.

—Me duele —justificó.

—Lo sé.

Había una punzada, una extraña punzada tanto en el vientre como en el pecho de MinHo que le hacía sentir nervioso, ansioso de algo que no podía tener claro hasta ese momento.

¿Qué diferencia tenía Dorian de Rena, cuando a ambos los había conocido la misma cantidad de tiempo antes de hacer algo?

No podía comparar con ambos, no cuando aún no tenía forma de hacerlo.

El chico terminó de tatuar a MinHo: anillos falsos con puntos, coronas, y trazos tanto rectos como curvos que mostraba una especie de elegancia en la mano del chico.

—Dolió como el infierno —se quejó el chico finalmente, una vez que el tatuador se levantó de su silla.

—Sabes cómo cuidarlo, ¿No? —consultó el chico.

—Sí, aunque me gustaría comprar el jabón neutro que venden.

MinHo le sacó una foto a su tatuaje y decidió enviarla a JiSung, como última oportunidad de tener señal en su celular.

Finalmente, ambos chicos terminaron saliendo de la galería comercial pasada de las siete treinta de la tarde.

—Oh, hace un frío de mierda —manifestó Dorian, subiendo su casaca—. ¿Ahora qué?

—Ir a la parada para tomar el autobús —respondió con obviedad—. ¿Tú que crees? ¿Qué nos iríamos volando?

—Eres una caja de sorpresas —justificó—. No me sorprendería que tuvieses la capacidad de sacar alas y llevarme hasta casa de Chan.

—Por más increíble que sea, aún no tengo esa habilidad. Pero puedo hacer ruidos de pájaros con mis manos- uh, bueno, aunque no pueda hacerlo ahora.

—También le tomas las manos a los chicos —el tono lacónico de Dorian llamó la atención de MinHo, quien lo veía de forma cómplice—. Quién lo diría.

Pero más que culpable, MinHo sentía el nudo en su estómago cada vez más fuerte. —Una caja de sorpresas dijiste tú, ¿O no?

MinHo vio como Dorian tendía su mano más próxima hacia la de MinHo, y este con temor la terminó tomando.

—Accediste muy fácil —notó Dorian, apuntando con su mirada a las manos. Ambos habían empezado a caminar lento hacia la parada próxima—. No me lo esperaba. ¿No temes que alguien te vea?

—Cállate —MinHo no sabía por qué se sentía tan avergonzado o nervioso- pero ahí estaba, esforzándose—. No creo que me reconozcan- o que justo alguien de la escuela esté rondando por acá.

—Me alegra saberlo —Dorian estrujó sus manos—. ¿Así que... no es una cita?

—No me tientes —amenazó—. ¿Por qué lo sería?

—Me invitas a salir, escuchamos músicas, hablamos de todo y dejaste que te tomara la mano, ¿No es lo mismo que haces con las chicas?

—Nunca he salido con una chica —confesó—, tal vez con Rena puede caer en esta categoría, pero pasábamos más tiempo besándonos que...

Y sus palabras quedaron en el aire, finalmente consciente de sus palabras.

Dorian seguía mirándolo divertidamente, y el corazón de MinHo latía con furia.

—Las citas siempre terminan con besos —dijo Dorian, sonriendo ladinamente.

—Sí, parece que sí...

MinHo estaba extraño, incómodo; pero su estómago seguía jalándole hacia Dorian, aproximándose lo más que podía para que el otro le correspondiera con el mismo ímpetu.

Ya estaba oscuro y estaban en otro pueblo, ¿Quién los vería?

Además, el último autobús pasaba a las diez.

Canciones:

She's in the rain; The Rose Into the I-LAND; I-land Right Now; One Direction Never Gonna Give You Up; Rick Astley

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