Capítulo 6
—Y por último, como asistente personal debes manejar la agenda del joven Jeon: cada cita, comida y cualquier evento que surja. Eres el responsable. ¿Entendiste todo? —preguntó Sunny.
—Por supuesto —respondió Jimin con amabilidad, recibiendo un nuevo teléfono con toda la información que necesitaría tener a la mano.
Claro que no era agradable tener que pasar cada hora del día viendo el rostro de Jeon Jungkook, pero su sueldo valía la pena; necesitaba el dinero.
Por tercera vez, Jimin se dio cuenta de que pensar en el tipo era prácticamente invocarlo, porque apareció frente a él y Sunny con su cara insufrible. Parecía enojado.
La mujer mayor se acomodó los lentes.
—Joven Jeon, esta es su nueva oficina —informó, señalando una puerta.
Jungkook no respondió. Tiró del brazo de Jimin, arrastrándolo dentro de la oficina sin decir una palabra, y cerró la puerta tras él.
Jimin lo miró, estupefacto.
—¿Qué diablos te pasa ahora? —preguntó, liberando su brazo del agarre.
En ese momento, miró los ojos de Jungkook y tragó grueso. El rostro del hombre solo reflejaba ira pura. Lentamente, Jungkook se acercó a Jimin y, aunque el pelirrojo tenía un gran sentido de preservación, su orgullo fue más fuerte. No retrocedió un paso ni bajó la mirada.
—Quiero dejar las cosas claras, Park —exclamó Jungkook—. Solo por los malditos caprichos de mi padre tengo que soportarte, pero realmente te odio.
Jimin apretó las manos en puños.
—Créeme que soportarte a ti también es desagradable para mí, y el sentimiento es mutuo.
Jungkook levantó su firme mentón con desdén.
—Lo que pienses o sientas por mí no me interesa. Quiero dejarte claro que aquí solo eres un simple empleado bajo mi mando. No me importa si eres el protegido de mi padre, en este edificio, quieras o no, vas a respetar y obedecer mis órdenes porque yo soy tu jefe.
Jimin tenía los puños tan apretados que sus uñas se estaban clavando en sus palmas.
—Bien. Mientras esté en este edificio haré lo que pidas, siempre y cuando sea en el ámbito laboral y esté estipulado en mi contrato. Soy tu asistente, no un sirviente ni mucho menos tu esclavo.
—Tienes la mala costumbre de contestar cuando no se te pide que hables —bufó Jungkook—. Pero estoy de acuerdo. Nuestro trato será única y exclusivamente laboral. Así que vas a dejar de tutearme porque no somos amigos. Y si eres un poco listo, no querrás tenerme como enemigo, porque haré de tu vida un infierno los próximos seis meses.
Jimin estudió a Jungkook de pies a cabeza. ¿Qué diablos le pasaba a este tipo? ¿Tenía un maldito palo clavado en el culo o qué?
—Ejerceré bien mi trabajo como tu asistente, y no porque te tema a ti o a tus amenazas. Lo haré porque el señor Jeon depositó su confianza en mí, y no voy a defraudarlo —afirmó Jimin.
—Parece que te importa mucho lo que mi padre piense de ti —dijo Jungkook entre dientes.
—Por supuesto que lo hace —contestó Jimin sin dudar—. Y si me disculpa, me retiro, joven Jeon —masculló entre dientes.
—No he dicho que podías retirarte —musitó Jungkook—. Tráeme un café y esta vez sin sal, Park —ordenó.
Jungkook vio salir a Jimin y apretó la mandíbula, maldiciéndose a sí mismo por no poder apartar la mirada del trasero de ese enano.
¡Por el diablo y todos sus jodidos demonios! Tenía que odiar a Jimin; por su culpa iba a dejar la comodidad de su departamento de soltero y tendría que trabajar desde el jodido segundo piso.
Maldito gnomo pelirrojo, iba a ser como una piedra en su zapato los siguientes seis meses. Soportarlo en la oficina sería fácil, pero tenerlo bajo el mismo techo iba a ser un maldito dolor de cabeza. ¿Por qué tuvo que entrar a ese estúpido baño y verlo semidesnudo? Esa imagen llegaba a su cabeza y sabía que iba a tener problemas.
Pero debía odiarlo, se volvió a repetir, sin importar qué tan sexy fuera su cuerpo o cuán deseables fueran sus labios, no iba a caer en la tentación.
Jimin tomó un suspiro y contó hasta diez. Después de salir de la oficina, llegó a la misma conclusión por trillionésima vez: ¡Jeon Jungkook era maldito! Pero estaba bien, si así quería que fueran las cosas.
¡Dios, dame paciencia! —pidió interiormente, negando con la cabeza—. Necesitaba mucha, y conociéndose a sí mismo, dudaba que tuviera la suficiente para soportar a Jungkook.
Caminó hasta donde Sunny le indicó que podía conseguir un café.
—¿Jimin? —escuchó una voz conocida llamarle.
—¡TaeHyung! —Jimin le sonrió al chico pelinegro.
—Me alegré mucho cuando Hoseok me dijo que sí lograste conseguir el trabajo —dijo, mostrándole una radiante sonrisa—. Aunque no estamos en la misma área, es bueno tenerte aquí.
—Yo realmente te agradezco por ayudarme con esto, Tae, necesitaba el trabajo —confesó.
TaeHyung sonrió.
—No tienes que agradecerme, Jimin, para eso estamos los amigos, aunque no seamos muy cercanos, debido a que no le caigo bien a tu hermano —hizo una mueca.
Jimin se rió.
—No le hagas caso. Yoongi es un gruñón por naturaleza, pero en el fondo es muy dulce y adorable.
—Eso dice Hoseok también, pero yo lo dudo. La última vez que estuvimos en el mismo sitio, me miraba de una manera que parecía capaz de lanzarme un Avada Kedavra —Tae hizo un puchero.
Jimin no pudo evitar reírse de nuevo.
—Esa es su forma de ser. Después de pasar tiempo junto a él, te acostumbras. Deberíamos reunirnos más seguido para que empiecen a llevarse bien. Tomarnos unos tragos o ver una maratón de Harry Potter, ¿tal vez? —sugirió.
Tae lo miró dudoso.
—Eso suena bien, pero si tu hermano me hace algo, será tu culpa.
—Yoongi no es capaz de lastimar a una mosca, no te preocupes —afirmó Jimin con una sonrisa.
—Bien, ¿lo discutimos en el almuerzo de hoy?
—Claro —respondió Jimin con una sonrisa. Tener a Tae aquí era un alivio.
—Nos vemos en recepción a la hora del almuerzo, entonces —dijo Tae con una sonrisa para despedirse.
Jimin volvió por su camino para ir a buscar el café de Jungkook y pronto estuvo de regreso en la oficina del hombre.
—¿Fuiste a Colombia a comprar el café? —preguntó, arqueando una ceja.
¡Qué imbécil! Solo había tardado un poco debido a su corta charla con Tae. ¡Claro que para "el señor me gusta el café tibio" fue una jodida eternidad!
Jimin rodó los ojos y respiró profundo.
—Sí, hice una aparición directa a Colombia —dijo con sarcasmo.
—¿Aparición? —preguntó Jungkook, arqueando una ceja.
—Muggle —susurró Jimin.
Jungkook entrecerró los ojos.
—¿Cómo me llamaste?
—Yo no he dicho nada —dijo Jimin inocente—. Con su permiso, me retiro, joven Jeon —y, sin esperar respuesta, salió del lugar, y cabe recalcar que lo hizo sin hacer ninguna reverencia.
Hola mis amores míos de mí. Les amo un montón.
Avada-Kedavra: es también conocida como la maldición asesina es un hechizo que produce la muerte instantánea sobre la persona objetivo. Es una de las más terribles y considerada uno de los tres hechizos imperdonables por ser magia negra.
Aparición: Es un método que usan los magos para transportarse de un lugar a otro, para poder realizarlo hay que enfocar la mente en el lugar deseado y automáticamente la persona aparece en el lugar así que básicamente es teletransportación mágica.
Muggles: son personas no mágicas.
Y a veces es utilizado coloquialmente por Potterheads hacia las personas que no tienen conocimientos sobre Harry Potter.
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