Capítulo 33
Jungkook sentía que actuaba en piloto automático con cada paso que daba. Su mente estaba atormentada y el horrible nudo en su garganta se hizo permanente desde el día anterior, haciendo que fuera imposible hablar.
La noche anterior no pudo dormir nada, estuvo acurrucado en la cama en los brazos de Jimin, mientras no podía dejar de llorar.
Y en ese instante, estar vistiéndose para ir al funeral de su padre era como tomar uno de los tragos más amargos de su vida.
Jungkook miró a través del espejo. Jimin estaba del otro lado de la habitación, mirándole. Amaba a ese hombre con su vida y le agradecía que estuviera allí a su lado, siendo su soporte.
La mayoría de las personas que había visto en esas horas lo miraban con lástima, otros con desagrado. No era un secreto para nadie que él y su padre no tuvieron la relación más estrecha cuando Gong Yoo estaba con vida.
Pero en los ojos de Jimin había amor, absoluta comprensión y un claro "Estoy contigo". Ese chico pelirrojo era la única persona que lo entendía y lo amaba de verdad.
Jimin se acercó hasta él y se puso de puntitas para arreglarle la corbata.
—¿Estás listo para irnos? —le preguntó Jimin acariciándole la mejilla.
Jungkook asintió, poniendo su mano sobre la del pelirrojo.
—¿Puedes darme un abrazo antes? —logró pronunciar con voz algo ronca.
—Todos los que quieras —afirmó Jimin, estrechándolo entre sus brazos.
Jimin sostuvo a Jungkook apretadamente entre sus brazos, conocía perfectamente el dolor que su novio estaba sintiendo en ese momento y él estaría allí dándole todo el apoyo que Jungkook necesitaba.
—Te amo —le susurró Jimin.
—Te amo demasiado —le contestó Jungkook, escondiendo su rostro en el cuello del pelirrojo.
Se quedaron abrazados en medio de la habitación por un largo rato. Los brazos de Jimin se sentían como el único sitio seguro de Jungkook.
El pelinegro dejó salir un suspiro antes de separarse.
—Vamos —dijo.
Jimin tomó la mano de Jungkook entre las suyas, entrelazando sus dedos, para salir de la habitación y bajar las escaleras.
En la sala principal se encontraban algunos familiares de Jungkook, entre ellos JungHyeon y JaeMin.
También Yoongi, Hoseok y la madre de Jimin.
JungHyeon fue el primero en acercarse a su primo. Le dio un cálido abrazo al pelinegro, acompañado de un par de palmaditas en su espalda.
Jungkook intentó no quebrarse mientras recibía las condolencias, aunque en realidad sentía que le dolían más, eran como espinas que se clavaban en su corazón.
Pronto salieron hasta el lugar donde sería el funeral. Yoongi fue quien condujo el auto de Jungkook.
Entrar a ese lugar y ver la foto de su padre con una cinta negra hizo que el corazón de Jungkook se rompiera por milésima vez.
Si no fuera porque Jimin sostenía su mano, él ni siquiera hubiera podido entrar.
Después de un rato, empezaron a llegar algunos conocidos, empresarios y trabajadores de la compañía que le ofrecían condolencias, pero la única persona que le importaba a Jungkook era su precioso novio, quien no se apartó de su lado ni un segundo.
El resto del día fue demasiado largo y doloroso, se sentía como una pesadilla.
Gong Yoo fue llevado hasta el cementerio y descansó en una tumba junto a la de su esposa.
Los ojos de Jungkook estaban llenos de lágrimas mientras pasaba la mano por la lápida con el nombre de su padre.
—Gracias por todo, papá —susurró, sintiendo su garganta apretada—. Dile a mamá que la amo y la extraño mucho.
De regreso en casa, Jungkook se quitó la corbata y la dejó sobre la cama. Se desabotonó la camisa y dejó el saco a un lado.
Jimin había bajado buscando a los gatos para darles de comer, pero, como de costumbre, parecían haberse escondido.
—No los encuentro en ningún lado —dijo Jimin, cuando entró en la habitación, con los ojos llenos de preocupación.
Jungkook lo abrazó y le dio un beso en la frente.
—Te ayudaré a buscarlos —aseguró.
Necesitaba distraerse un poco. Ambos empezaron a buscar al par de mininos sin obtener resultados.
Caminando entre los pasillos, Jungkook se detuvo frente a la habitación de su padre. La puerta estaba cerrada. El pelinegro tragó grueso mientras llevaba su mano al pomo para abrirla.
La imagen ante él hizo que sintiera un completo vacío en su interior.
Ambos gatitos estaban sobre la cama. Ron estaba dormido, pero cuando la puerta se abrió, levantó su cabecita, mirando a Jungkook y dejó salir un maullido, para volver a ponerla sobre las sábanas.
Hermione saltó de la cama hasta sus pies para rozarse contra sus piernas antes de sentarse en sus patitas traseras, maullando.
Ellos estaban allí esperando a que Gong Yoo entrara y les diera bocadillos, como siempre lo hacía.
Jungkook tomó a la gatita del piso y la llevó contra su pecho, y se sentó en la cama.
—Su abuelo ya no podrá volver —susurró con los ojos acuosos—. Seguro que él también le echará mucho de menos.
En ese momento, Jimin se asomó en la puerta.
—Aquí estaban —murmuró.
Jungkook asintió.
—Vamos a darles de comer.
Jimin se acercó y cargó a Ron para salir de la habitación. Fueron hasta la cocina, donde le dieron de comer a los felinos.
Jimin miró el rostro pálido de Jungkook.
—¿Quieres que te prepare algo para comer, cariño?
Jungkook no tenía hambre, pero no quería que Jimin se preocupara, así que asintió.
—¿Qué te gustaría? —Jimin le dio una pequeña sonrisa.
—Lo que quieras, tu comida siempre es deliciosa.
Jungkook apartó algunos mechones de la frente de Jimin con ternura.
—Voy a preparar pastas —le informó Jimin—. ¿Te parece?
—Suena perfecto —le respondió Jungkook por inercia.
—Pero tienes que ayudarme —pidió Jimin, haciendo un pucherito.
—Por supuesto.
Jimin puso los ingredientes sobre el mesón para empezar a cocinar. Fue una receta rápida que llevó poco tiempo, pero dejó como resultado unas pastas deliciosas.
Pero el pelinegro apenas y probó algunos bocados de su plato.
—Jungkook...
El pelinegro levantó la mirada.
—¿Sí?
—Puedes hablar conmigo, amor —Jimin puso su mano sobre la de Jungkook—. Estamos juntos.
Jungkook tomó la mano de Jimin entre las suyas.
—Me gustaría tomar un poco de aire fresco.
—Vamos al jardín —propuso Jimin.
Juntos caminaron hasta la parte trasera de la mansión. El jardín era amplio y estaba lleno de flores hermosas, había una fuente en el centro.
Jimin se sentó en una de las sillas que colgaban como columpio, y Jungkook se sentó a su lado, aunque después de un rato recostó su cabeza sobre las piernas del pelirrojo.
Jimin le acarició el cabello con ternura.
—¿Qué tienes en mente, cariño?
Jungkook suspiró.
—¿Crees que papá fue feliz en sus últimos días?
—Claro que sí —respondió Jimin sin dudar—. Estuvo a tu lado, tú eras lo más importante para él.
—Me hubiera gustado tener más tiempo —susurró Jungkook.
—Aunque fue poco tiempo, creo que los momentos que pasaron juntos fueron memorables —expresó Jimin.
Jungkook sonrió.
—Como cuando hicimos un desastre en la cocina, porque queríamos cocinar para ti.
Jimin sonrió ampliamente.
—También cuando le preparaste sopa, a tu padre le encantó y se tomó dos platos.
Jungkook asintió.
—Si tú no hubieras aparecido en nuestras vidas, creo que nada de esto habría pasado, gracias, amor.
—El destino tiene diferentes formas de actuar —Jimin bajó su rostro y le dejó un besito en el cabello a Jungkook.
—Y papá fue nuestro Cupido —afirmó Jungkook sonriendo.
Jimin dejó salir una risita.
—Él supo de inmediato que sólo alguien como yo podía dominar a Mr. Arrogante.
—Aunque al principio estuve celoso, creí que le gustabas a mi padre —confesó Jungkook.
—¿Cómo pudiste pensar eso? Lo consideraba como un padre para mí.
—Lo sé, estaba equivocado. Él fue quien me animó a conquistarte, me dijo que si me gustabas, no te dejara ir.
—Él quería lo mejor para ti.
—Tú eres lo mejor para mí.
Jungkook sonrió y le dio un beso en el dorso de la mano a Jimin. Siguieron hablando sobre el señor Jeon y los buenos momentos que pasaron junto a él.
Jungkook se sintió un poco mejor, estaba al lado del hombre que amaba, y aunque su padre ya no estaba, al menos había creado muy buenos recuerdos que nunca olvidaría.
Hola mis amores, aquí estoy, se que tarde pero es que no sabía como manejar este capítulo después de la muerte del señor Jeon.
Espero que les haya gustado.
Nos leemos.
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