Capítulo 26
Jimin estaba sentado en la sala de espera, sintiéndose impotente y miserable. Sus ojos rojos e hinchados, debido a las lágrimas que no dejaban de empapar sus mejillas, movían sus piernas con nerviosismo, esperando noticias de Jungkook.
¡Esto parecía una horrible pesadilla y no se sentía lo suficientemente fuerte para seguir soportándolo!
Se pasó las manos temblorosas por el rostro para luego sostener el pequeño collar que colgaba en su cuello. ¡Cómo desearía que realmente pudiera funcionar y así tratar de evitar todo este sufrimiento por el que estaban pasando!
—Jimin…
—¿Cómo está Jungkook? —Fue lo primero que le preguntó al doctor.
—Al parecer no había comido ni bebido lo suficiente en los últimos días, estaba deshidratado y las defensas de su cuerpo se desplomaron. Pero ya está recibiendo el tratamiento requerido, él estará bien —le aseguró.
Jimin se sintió un poco más aliviado y dejó salir el aire que había estado conteniendo. —¿Puedo verlo? —pidió.
—Creo que es mejor que vayas a descansar, necesitas ser fuerte para poder ser el apoyo de Jungkook —le sugirió JungHyeon.
—Por favor, solo un momento, necesito verlo —suplicó Jimin.
—Está bien, sígueme —dijo JungHyeon sin poder negarse.
Jimin siguió al médico por el largo pasillo; cada paso se le hacía jodidamente eterno, hasta que llegaron a una de las puertas. El castaño la abrió, dejando ver a Jungkook acostado en la camilla.
El pelirrojo entró cerrando la puerta tras él, tragó sonoramente mientras miraba el pálido rostro dormido de Jungkook. El horrible nudo en su garganta se apretó de nuevo. Se acercó a la camilla y tomó la mano de Jungkook entre las suyas. Estas tenían unas pequeñas vendas en los nudillos. El aspecto del pelinegro estaba remotamente lejos del de él, el orgulloso hombre para el que había aceptado ser su asistente.
Y la verdad, Jimin ni en un millón de años se habría imaginado que ese tipo arrogante que lo bañó en agua sucia, echando a perder su único traje aquel día, se convirtiera en alguien tan importante en su vida, en el dueño de su corazón.
—Jungkookie… —La voz de Jimin era demasiado temblorosa— Lo siento, lo siento mucho, yo… nunca quise que sufrieras de esta manera, pero era un tema muy difícil de manejar y esperaba que tu padre pudiera decírtelo personalmente, era la mejor manera. Y por cómo te enteraste, tienes todo el derecho de estar enojado y dolido —Jimin sorbió su naricita.
—Sé que tu padre cometió muchos errores, pero en este momento él está muriendo. No dejes que las cosas queden así entre ambos, porque sé que te vas a arrepentir el resto de tu vida. Perdonar a otras personas es fácil, comparado con perdonarse a sí mismo. No quiero que vivas con remordimientos, vivir así es jodidamente difícil —Jimin sollozó y, aunque sabía que Jungkook estaba dormido, no podía dejar de hablar.
—Mi padre era el mejor hombre del mundo, un excelente esposo, nos amaba muchísimo, también amaba pescar, y su obsesión por Harry Potter era tres veces más que la mía —Jimin sonrió mientras las lágrimas caían de sus ojos.
—El día que murió, se suponía que no iríamos a pescar con él porque Yoongi estaba resfriado, pero yo quería ir, así que insistí hasta que él accedió a llevarme. Fue un viaje divertido solo los dos, cantamos y pescamos, fue un gran día y yo estaba muy feliz —Jimin suspiró, tratando de aclarar su voz.
—Siempre que íbamos de pesca, nos quedábamos en una cabaña a la orilla del lago, que necesitaba un motor para tener electricidad. Papá me estaba leyendo Harry Potter cuando la luz se cortó. Intentó de muchas maneras hacer que el motor funcionara, pero no lo hizo. No me gustaba la oscuridad y papá lo sabía, así que puso velas encendidas en varias partes para iluminar el lugar. Yo me quedé dormido mientras él me abrazaba —Los sollozos de Jimin se hicieron más fuertes. Recordar esos momentos era tan doloroso para él y lo hacían sentir culpable una y otra vez.
—Cuando desperté, había fuego y mucho humo en todos lados. No había por dónde salir, estábamos atrapados en medio de las llamas. Empecé a gritar mientras papá intentaba calmarme. Tomó mi rostro entre sus manos y me dijo que me amaba y que todo estaría bien. No habíamos encendido la chimenea, así que mi papá me abrazó y dijo que no tuviera miedo. Dijo que pensara que era como viajar con polvos Flu, y me ayudó a subir. Había mucho humo y era demasiado estrecho, sentía que las paredes se comprimían y no podía respirar. No recuerdo más, solo que cuando desperté estaba en el hospital, tenía una pierna rota, creo que caí desde la chimenea y papá no estaba.
—Todos dicen que fue un accidente con las velas, que no fue mi culpa, pero sé que si yo no hubiera ido, papá él no… —Jimin no pudo seguir hablando. El nudo en su garganta se apretó cortándole la voz mientras lloraba.
—No quiero que vivas con culpas, Jungkook, no quiero que tu conciencia te acuse todo el tiempo sobre lo que pudiste haber hecho y no hiciste. Yo, después de eso, no pude volver a estar en lugares cerrados y estrechos. Estuve en el psicólogo durante mucho tiempo, me diagnosticaron ansiedad y sufría de ataques de pánico tan seguidos que los chicos de la escuela empezaron a burlarse. Mi madre me cambió de escuela tres veces. Mi última crisis fue a los 14, unos compañeros me encerraron en el baño y me desmayé. Volví a despertar en el hospital y mamá estaba llorando. Me sentía tan inútil, por mi culpa mamá estaba viuda y Yoongi no tenía a papá y yo solo era una carga para ellos.
—Así que quise ser fuerte, y dejar de ser una carga para ellos. Intenté fortalecer mi carácter y no dejar que me intimidaran en la escuela, ni en ningún otro lugar. Traté de ser independiente y demostrar que podía cuidar de mí mismo. Así, mi mamá y mi hermano no tendrían que preocuparse por mí, por eso no dejé que me humillaras —Jimin suspiró.
—Jungkook no aceptaba ser tu novio porque soy un cobarde que siempre he tenido miedo de perder a las personas que amo. Entre más seria se hacía nuestra relación, más miedo tenía de llegar a perderte. Hay momentos en los que me siento de nuevo como un niño atrapado en ese lugar, sin poder respirar.
—Pero tú terminaste adueñándote de mi corazón y, aunque sea un poco tarde, quiero que sepas que me encantaría ser tu novio, porque te amo, Jungkook. Quiero estar a tu lado en tus buenos y malos momentos, cuando estés de mal humor y cuando estés feliz —Jimin sacó de su bolsillo lo que había estado guardando por tantos días y la colocó en la muñeca de Jungkook. —Incluso si nunca llegas a perdonarme, sin importar cuánto tiempo pase, voy a amarte siempre —susurró para posar sus labios sobre la frente de Jungkook.
Con un tembloroso suspiro, soltó la mano de Jungkook, pero su mano fue apretada de nuevo. Los ojos de Jimin fueron a los del pelinegro, que lo miraban llenos de nostalgia.
—¿Siempre? —preguntó Jungkook con voz débil y un poco ronca.
Jimin asintió con la cabeza y no soportó más. Escondió su rostro en el pecho de Jungkook mientras lloraba. —Lo siento.
—No es tu culpa —Jungkook colocó una de sus manos sobre la cabeza de Jimin, acariciándole el cabello—. Perdóname a mí, por ser egoísta y solo pensar en mi dolor. Soy un cobarde y estúpido, que piensa que si hago daño primero, ya no me dañarán a mí. Pero en realidad tengo miedo de quedarme completamente solo. Sé que soy un idiota arrogante, pero no me dejes, Jimin.
Jimin levantó su rostro, mirándole directamente a los ojos de Jungkook.
—Vamos a afrontar nuestros miedos y esta situación juntos. Nos tenemos el uno al otro desde ahora. Yo voy a estar para ti, como tú para mí.
Jungkook asintió.
—Siempre.
Jimin dejó un casto beso en los labios de Jungkook.
—Tienes que recuperarte, para que puedas pasar tiempo con tu padre. Sé que es difícil perdonarlo...
—¿Cómo está él? —preguntó Jungkook, con temor recorriendo su cuerpo.
—Está aquí en el hospital también, pero está estable y sé que le hará muy bien cuando pueda verte —le aseguró Jimin, tratando de sonreír.
—¿Puedo verlo ahora?
—Estás muy débil, Jungkook. Necesitas descansar y recuperarte.
—Por favor, Jimin, quiero verlo ahora —le suplicó. Jimin asintió.
—Espera un momento. —Jimin salió de la habitación y se encontró con el doctor. —Jungkook quiere ver a su papá.
JungHyeon suspiró.
—Ambos están en una situación delicada de salud. ¿Podría esperar hasta mañana?
Jimin negó con la cabeza.
—Si el señor Jeon empeora, esta podría ser su única oportunidad de despedirse. Por favor...
El médico tuvo un debate mental antes de aceptar.
—Bien, traeré una silla de ruedas para trasladar a Jungkook hasta la habitación de su padre.
Jimin regresó a la habitación con Jungkook, sintiéndose más animado.
—Tu primo vendrá en un momento —le informó.
—Gracias —susurró Jungkook.
Cuando JungHyeon estuvo de vuelta, entre ambos ayudaron a Jungkook a sentarse en la silla de ruedas para llevarlo por el pasillo hasta la habitación de Gong Yoo.
Jungkook sentía su corazón latir muy rápido mientras el miedo lo agobiaba. Entonces, la puerta de esa habitación se abrió. Su padre estaba acostado en la camilla, rodeado de aparatos y cables. Esa imagen le destrozó el corazón.
Allí estaba su progenitor, su padre, el hombre al que había amado y odiado al mismo tiempo. En ese momento, cuando toda la rabia que lo había invadido se apagó por completo, se dio cuenta de que su amor era más grande que todo el resentimiento que había guardado por tantos años.
Jimin empujó la silla de ruedas hasta que Jungkook pudo alcanzar la mano de su padre.
—Papá... —murmuró con voz quebrada.
Gong Yoo abrió los ojos en ese instante, mirando el rostro decaído de su hijo.
—Jungkook, hijo, perdóname... por todo —fue lo primero que dijo.
—Está bien, eso ya no importa —dijo Jungkook—. Yo también lo siento, no debí decirte todo eso. Papá, yo no quiero que mueras —sollozó.
Una lágrima se deslizó de los ojos de Gong Yoo mientras apretaba la mano de Jungkook.
—Hijo, eres un hombre muy fuerte y estoy orgulloso de ti.
—Papá, no me dejes, no todavía, por favor —suplicó entre lágrimas.
—Mi niño, papá aún está aquí, papá aún te cuida —le aseguró Gong Yoo, limpiándole las lágrimas con su pulgar.
—Tengo mucho miedo de cómo será mi vida sin ti —Jungkook colocó la mano de su padre en su mejilla.
—Lo harás bien —le aseguró, con los ojos llenos de lágrimas—. Eres un Jeon, además tienes a alguien muy valioso que te ama junto a ti —dijo, mirando a Jimin.
Jimin asintió y ayudó a Jungkook a ponerse de pie para que abrazara a su padre mientras lloraban, rogándole a todos los dioses para que les diera un poco de tiempo más para estar juntos.
Hola bebés hermosos míos de mí, la verdad les confieso que llore escribiendo este capítulo porque vale fue muy difícil, recordé cuando el año pasado perdí a mi abuelito y fue jodidamente doloroso.
Tenemos que valorar mucho a las personas que amamos y disfrutar de los buenos momentos mientras estén vivas, porque hoy están con nosotros pero mañana no sabemos lo que pasará.
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