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Capítulo 14


Jimin intentaba no sonreír mientras jugaba con sus dedos. Eran pocas las situaciones en las que se encontraba sin saber qué decir. Él tenía una personalidad explosiva, era de los que no podía quedarse callado cuando algo rondaba en su mente o le molestaba.

Pero en ese momento, sentado en el asiento copiloto de Jungkook, por primera vez se sintió cohibido. Después de recibir ese precioso regalo que jamás esperó de parte de Mr. Arrogante, acompañado de esas lindas palabras y el sutil coqueteo entre ambos, el silencio que había en el auto no era incómodo, pero sí expectante.

Era como si ambos estuvieran esperando a que el otro empezara a hablar, pero ninguno de los dos lo hacía.

—Jimin...

—Yo...

Casi hablaron al mismo tiempo. Jimin sonrió.

—Habla primero, eres el jefe —dijo el pelirrojo de forma divertida para tratar de aligerar el ambiente.

Jungkook le miró de reojo, y una sonrisa se formó en sus labios. Le daba crédito al enano, él no sonreía muy seguido.

—¿Puedo pedirte un favor? —preguntó Jungkook sin dejar de mirar al frente.

—Ya sabía yo que nada es gratis en esta vida —bromeó tocando el giratiempo que colgaba de su cuello.

Jungkook no pudo evitar reírse.

—No tienes que hacerlo si no quieres.

—Vamos, te escucho —Jimin se acomodó mejor.

—¿Puedes...? —Jungkook se quedó callado un momento—. ¿Podrías acompañarme al cementerio, a visitar a mamá?

Jimin se quedó atónito un momento. De todo lo que esperaba que Jungkook le pidiera, ir a visitar a su madre era algo que no se le pasó jamás por la cabeza.

—Si no quieres...

—Claro que sí, quiero ir —Jimin no lo dejó terminar.

Jungkook asintió y de nuevo hubo silencio.

Jimin estaba tan acostumbrado a pelear todo el tiempo con Jungkook, por cualquier pequeñez, y ahora, en ese momento, no sabía cómo comportarse en esta situación. Pelear era más fácil, pero se sentía bastante halagado de que Jungkook le pidiera esto.

—Podríamos llevarle flores —sugirió.

—Es una buena idea —estuvo de acuerdo Jungkook.

—¿Cuáles eran sus favoritas? —preguntó Jimin con curiosidad.

—Le gustaban los lirios rosados —respondió bajito.

Jimin tomó su celular y tecleó un momento.

—Hay una floristería cerca de aquí donde los podemos conseguir —murmuró mirando la dirección.

Jungkook condujo hasta el lugar, donde se bajó para comprar las flores.

Jimin se sentía realmente raro en ese momento, con la necesidad de no dejar a Jungkook. Había un sentimiento que no sabía explicar, era como una sensación de querer protegerlo. Aunque fuera un idiota arrogante, Jungkook estaba solo, como si odiara al mundo, pero a la vez Jimin sentía que su jefe usaba esa fachada de tipo inalcanzable para no mostrarse a sí mismo.

Además, la culpa lo estaba atormentando por dentro. ¿Cómo podría ocultarle a Jungkook que su padre estaba muriendo poco a poco? Estaban a punto de comprar flores para llevarle a la madre del pelinegro y...

—¿Te gustan esos? —le preguntó Jungkook señalando un lindo ramo.

—Sí, creo que estos se ven muy bien —contestó Jimin tratando de sonreírle, tenía las manos en los bolsillos y jugaba con sus pies mientras Jungkook pagaba las flores.

—¿Cuáles son tus flores favoritas? —la pregunta de Jungkook lo tomó por sorpresa.

—Eh... yo... bueno, no lo sé, supongo que todas me parecen bonitas —murmuró encogiéndose de hombros.

Jungkook le miró fijamente.

—¿Qué? —Jimin bajó la mirada sonrojado—. ¡Vamos! —dijo saliendo de la tienda. Podía sentir la pesada mirada de Jungkook en su espalda, así que se apresuró a subir al auto.

Jungkook subió a su lado y le entregó el ramo de lirios para que lo sostuviera. El camino hasta el cementerio fue en silencio, y Jimin lo agradecía. ¡Porque no tenía idea de qué decir!

Cuando llegaron, Jimin notó que la expresión en el rostro de Jungkook había cambiado por completo y sostenía el ramo de lirios tan fuerte que sus nudillos estaban blancos.

—Está bien —fue lo único que se le ocurrió decir al poner su mano sobre el hombro de Jungkook.

El pelinegro asintió, tragando grueso, y dio un paso al frente. Jimin caminó a su lado, tratando de darle apoyo. Después de un trayecto, se detuvieron frente a una tumba.

"Jeon SoHye, amada esposa y madre"

El rostro de Jungkook estaba completamente rojo y parecía no parpadear.

Jimin se agachó y, con su mano, quitó algunas hojas y pétalos secos que estaban sobre la tumba.

Jungkook lo imitó mientras lágrimas silenciosas se deslizaban por su mejilla al poner los lirios.

—No había venido aquí, desde el funeral —confesó con la voz quebrada.

—Estabas fuera del país —susurró Jimin poniendo su mano sobre la de Jungkook.

—Yo... —Jungkook se llevó una mano a la boca sin poder seguir hablando.

—Puedes decir lo que quieras, no reprimas lo que sientes, está bien sentirse débil, está bien ser tú mismo —Jimin tragó el nudo en su garganta.

—La extraño, la extraño tanto como si fuera ayer —y al decir eso, Jungkook se quebró por completo, lágrimas se deslizaban por su mejilla como una cascada—. Ella era la única que podía entenderme.

Jimin no pudo contenerse y abrazó a Jungkook fuertemente.

—Está bien extrañarla, ella debió ser una muy buena madre.

Jungkook sollozó en el pecho de Jimin.

—Quisiera tenerla, aunque fuera un minuto conmigo, decirle que la amo mucho, era la mejor madre del mundo, pero estaba tan enojado porque me había dejado solo que decidí no venir más.

—Te entiendo —le susurró Jimin—. Sé lo que sientes, el dolor de perder a uno de tus padres es indescriptible, se siente como si te arrancaran algo en el interior, y eso no va a poder ser reemplazado jamás. Recordarlos con amor, guardar esos pequeños momentos en tu mente, es lo único que podemos hacer.

Un gran sollozo salió de los labios de Jungkook.

—Mamá siempre estaba allí conmigo, brindándome una hermosa sonrisa, con un cuento para dormir, haciendo mi postre favorito, me enseñó a andar en bicicleta —Jungkook sonrió entre lágrimas—. Me caí muchas veces ese día, pero quería hacerla sentir orgullosa.

—Ella está orgullosa de ti.

—Venían los exámenes finales, ella me dijo que si obtenía las mejores notas me daría una sorpresa, yo quería una guitarra. Estudié dos semanas completas, todos los días hasta aprenderme todo. Ese día ella preparó mi desayuno favorito y me envió a la escuela. Yo estaba seguro de que mis notas serían perfectas, y lo fueron. Cuando regresé, estaba feliz por mis resultados, quería mostrarle y que ella sonriera, su sonrisa era hermosa. Pero en la casa había una ambulancia y médicos, ella estaba en una camilla y no entendía qué le estaban haciendo. Lloré y grité pidiendo que la dejaran, pero Gong Yoo me envió a mi habitación, y en mi cama estaba una guitarra con mi nombre tallado y una nota que decía "Te ama, Att: mamá" —la voz de Jungkook se escuchaba ronca y tan dolida—. No pude enseñarle que...¿Por qué ella—

Jimin tenía los ojos llenos de lágrimas también—No lo sé, la vida a veces es demasiado injusta —acarició el cabello de Jungkook, sorbiendo su nariz—. Pero no estás solo, Jungkook, ella siempre va a vivir en tus recuerdos y en tu corazón.

Jungkook se quedó callado por un largo rato, simplemente abrazado al cuerpo de Jimin.

—Me duele —susurró bajito.

—Estoy aquí contigo —le dijo Jimin con sinceridad—. Sigue llorando, te sostendré fuerte.

—¿Por qué haces esto? Yo he sido un imbécil contigo —hipó Jungkook.

—Eres bastante arrogante, pero sé que eres bueno muy en el fondo.

Jungkook sonrió entre lágrimas.

—Lo siento, de verdad lo siento, Jimin.

—Todo está bien ahora —Jimin limpió las lágrimas de Jungkook con sus pulgares.

Jungkook tomó una de las manos de Jimin y apretó.

—Gracias por acompañarme aquí.

—Me siento muy halagado de poder estar aquí contigo —aseguró Jimin.

—Eres muy bueno, pequeño gnomo. Le hubieras agradado a mamá —Jungkook sonrió, sorbiendo su nariz—. Seguro me habría obligado a compartir mi postre contigo.

—¿Eras egoísta cuando niño?

—Solo si se trataba de dulces.

—¿Cuál es tu pastel favorito? —preguntó Jimin.

—El clásico de chocolate —respondió Jungkook.

La conversación comenzó a pasar de la tristeza a una más amena, donde Jungkook le contó muchas cosas sobre su madre. Entre más hablaba el pelinegro sobre los momentos que vivió con su mamá, su semblante cambiaba.

Los minutos se convirtieron en horas prácticamente, y Jungkook, mucho más calmado, suspiró mientras miraba la tumba de su madre.

—Volveré pronto —dijo en voz baja.

—¿Puedo venir contigo la próxima vez? —preguntó Jimin, antes de darse cuenta.

—Por favor —Jungkook le sonrió.

Jungkook sintió que esa opresión que había estado sintiendo por mucho tiempo empezaba a desaparecer poco a poco. Aunque peleaba con Jimin diariamente, solo él lo lograba entender.

Tal vez era por el hecho de que Jimin había perdido a su padre, no lo sabía. Solo algo tenía claro: quería quedarse con esa sensación de paz en su interior y con ese pequeño gnomo a su lado por mucho, mucho tiempo.

Quería saber más de Jimin, empezar a conocerlo. Cuando regresaron al auto, se le ocurrió hacerle una pregunta que le había causado curiosidad desde que compraron las flores.

—¿Por qué no sabes cuáles flores te gustan más? —preguntó.

Jimin gimió bajo, pensando que el pelinegro se había olvidado de eso.

—No lo sé, soy un hombre. No es que deba tener flores favoritas o algo así —respondió entre dientes.

—El que te gusten o no las flores no tiene nada que ver con el género —le dijo Jungkook.

—¡Oh, vamos! ¿Por qué tienes que hacer un gran lío con este tema? —se quejó—. ¿Te gusta fastidiarme?

Jungkook sonrió sin dejar de mirar al frente.

—Solo quiero saber más de ti, es que eres tan raro.

—¿Raro, yo? —Jimin frunció el ceño.

—Admite que eres algo peculiar. Jamás en mi vida había conocido a nadie tan obsesionado con Harry Potter o los gatos.

—Y yo jamás había conocido a alguien tan arrogante como tú, estamos a mano —se burló Jimin.

—¡Estoy tratando de ser amable! —se quejó Jungkook.

—¿Diciéndome que soy un rarito? ¡Vaya forma de ser amable tienes! —dijo Jimin, negando con la cabeza, aunque no estaba enojado realmente.

—¿Puedo compensarlo? —preguntó Jungkook.

—Depende —dijo Jimin.

—¿Depende de qué?

—De cómo vayas a compensarlo —Jimin lo miró por el rabillo del ojo.

—¿Cómo te gustaría?

Jimin sonrió.

—Podrías dejar de ser un dolor de culo en la oficina —dijo encogiéndose de hombros.

—Disfruto haciéndolo —murmuró Jungkook entre dientes.

Jimin rodó los ojos.

—Eres un sádico.

—Y tú, un masoquista.

Ambos se miraron a los ojos mientras el semáforo estaba en rojo. No pudieron evitar reírse, y no tenían idea de por qué. Tal vez se debía a que su conversación era ridícula y sin sentido, pero estaban disfrutando de ella.

—Ahora sí hablo en serio. ¿Qué quieres que haga para compensarte? —preguntó Jungkook cuando estaban de nuevo en marcha.

—Ve Harry Potter conmigo —propuso Jimin.

Jungkook hizo una mueca.

—¿Tiene que ser eso?

—¿No puedes cumplir con tu palabra y compensarme? —lo retó Jimin.

—Está bien, con una condición.

—¡Se supone que estás compensándome! ¿Por qué debería haber una condición? —refutó Jimin.

—Es una pequeñez, solo debes preparar la cena.

Jimin arqueó una ceja.

—¿Ahora quieres que sea tu chef?

—No te llamaría un chef, pero tu comida es deliciosa.

—¿Voy a tener un aumento por preparar tu cena?

—¡Aumento! Vamos, eres el asistente mejor pagado de Seúl, mejor dicho, de toda Corea.

—Soportarte a ti, lo vale.

Jungkook se rió.

—¿Trato?

—Pero tú preparas las palomitas para ver Harry Potter.

—Puedo hacer eso.

—Entonces es un trato.



Hola mis amores, aquí vamos avanzando poco a poco en la relación de este par, ¡Les amo mucho!

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