Capítulo 10
Jungkook pasó su lengua por sus labios resecos. Estaba a centímetros de los labios de Jimin y, lenta y cuidadosamente, bajó hasta unir sus bocas en un ligero roce.
En ese momento, Jimin levantó su rostro con brusquedad y sus frentes chocaron.
—¡Aaaauchs! —se quejó Jimin, llevándose una mano a la frente y abriendo los ojos.
Jungkook lo miraba con los ojos desorbitados mientras también se sobaba la frente.
—¿Por qué estabas tan cerca de mí, pervertido? —preguntó Jimin entre pucheros, señalando a Jungkook con su dedo índice—. ¿Qué intentabas hacer? Eres mi jefe, puedo denunciarte por acoso sexual —amenazó, dejando salir una risa.
—¿De qué hablas? —preguntó Jungkook con los ojos muy abiertos—. ¡Yo no te he hecho nada! —se defendió.
—Estabas a punto de darme un chu aquí —Jimin se llevó un dedo a sus labios, volviendo a entrecerrar los ojos.
—¡Yo no iba a hacer eso! ¡Ya duerme, estás demasiado borracho! —ordenó Jungkook, dirigiéndose hacia la puerta.
—¡Yo no estoy borracho! —chilló Jimin, llevándose una mano a la boca.
Jungkook lo miró y se dio cuenta de que Jimin estaba a punto de vomitar. Rápidamente, lo ayudó a levantarse y lo llevó hasta el baño. El pelirrojo se arrodilló frente al retrete mientras Jungkook le sostenía el flequillo.
—Claro, no estás borracho, Park —murmuró Jungkook entre dientes mientras le sobaba la espalda.
Jimin se puso de pie con ayuda de Jungkook y fue directo al lavamanos para enjuagarse la boca.
—Mr. Arrogante, ¿por qué estás siendo agradable? —preguntó.
Jungkook no respondió.
—Ya vamos, es hora de que te vayas a dormir —dijo, ayudándolo a salir del baño y dejándolo sobre la cama. Luego le quitó los zapatos.
—¡Ahora tienes que abrigarme! —cantó Jimin como un niño.
Jungkook incluso se rio y tomó una manta para cubrirlo.
—¿Quién diría que te vuelves un completo mimado cuando estás borracho? —comentó negando con la cabeza.
Jimin se acurrucó, abrazando la almohada. Jungkook se dirigió a la puerta.
—¡Oye, Jungkook! —le llamó.
—¿Qué, Park?
—Si no fueras tan arrogante, me agradarías —murmuró Jimin—. Incluso podrías gustarme...
—¿Eh? —interrogó Jungkook, acercándose nuevamente a la cama. Pero lo único que escuchó fue la tranquila respiración de Jimin al quedarse dormido.
Jungkook fue directamente a su habitación y cerró la puerta. Se sentó en la cama.
—¿Qué iba a hacer? —se preguntó a sí mismo. Realmente quiso besar al enano pelirrojo; solo fue un roce, pero estuvo a punto de hacerlo.
Jungkook negó con la cabeza. Todo esto era culpa de las copas que había tomado. Se quitó la ropa y se metió en la cama, sin querer pensar en lo último que Jimin le había dicho sobre que si fuera menos arrogante le gustaría. Eran solo las palabras de un borracho. Así era él y no iba a cambiar por nadie.
—¡Park! —Jimin escuchó un grito de Jungkook al otro lado de la puerta y tomó una almohada, poniéndola sobre su cabeza. Tenía jaqueca y los gritos de ese imbécil no le dejaban pasar bien la resaca.
—¡Maldición, Park! —el grito se escuchó más cerca.
—¡Cierra la boca, Jungkook! —exclamó Jimin.
—¡Abre la maldita puerta, Jimin!
Jimin se levantó de la cama, sintiendo que el mundo le daba vueltas. Como pudo, llegó a la puerta.
—¿No tienes algo mejor que hacer con tu domingo que estar gritándome? —preguntó al abrir.
Jungkook estaba parado frente a él. Se veía enojado, mejor dicho furioso, mientras sostenía a los gatos, uno en cada mano.
—¡Toma! —dijo, empujando a los dos mininos contra el pecho de Jimin—. ¡Acabo de despertar y lo primero que veo al abrir los ojos es a esa bola de pelos junto a mi cara! —gruñó señalando a Hermione—. Y ese durmió sobre mi cómoda.
Jimin miró entre el rostro enojado de Jungkook y sus gatos.
—¿Eso es cierto? —les preguntó.
—¡Claro que es cierto! —Jungkook se cruzó de brazos—. No quiero volver a ver a tus gatos en mi habitación.
—De todos los lugares en esta casa, ¿por qué tuvieron que irse a dormir al cuarto de Jungkook? —les preguntó Jimin a sus gatos—. Hermione, princesa, no debes meterte en la cama de hombres imbéciles —la reprendió.
Jungkook abrió la boca, indignado.
—Bien, dicen que las cosas se parecen a sus dueños. Es igual a ti. Anoche ibas a meterte en la cama de un bastardo desconocido —le acusó.
Jimin lo miró con los ojos bien abiertos, dejando que todos los recuerdos de la noche anterior invadieran su mente. ¿Qué diablos había hecho anoche? Se mordió el labio inferior, sus mejillas se tornaron rojas de vergüenza, y las náuseas volvieron. Dio un paso atrás y cerró la puerta con el pie.
¡Por el diablo y todos sus jodidos demonios! No volvería a beber en toda su maldita vida.
Dejó a los gatos en el piso y corrió al baño. Después de vaciar su estómago por completo, se lavó los dientes y se dio una ducha—No... maldición —se quejó al salir del baño.
Jeon Jungkook lo había salvado anoche. El mismísimo Mr. Arrogante en persona lo había alejado del idiota de Jackson, lo había traído a casa, lo había metido en la cama... ¡incluso le sostuvo el cabello mientras vomitaba!
Jimin se pasó las manos por la cara. Tenía que pagarle; no quería deberle nada a nadie, y mucho menos a Jungkook. ¡No quería ni siquiera pensar en las estupideces que probablemente le había dicho a su maldito y arrogante jefe!
—¡No volveré a tomar, maldición! —gruñó.
Bien, debía salir de esa habitación y enfrentar las consecuencias de sus actos. Tragó grueso mientras acomodaba su camiseta de Harry Potter y abrió la puerta. Primero, necesitaba un café.
Jungkook no estaba en ningún lado, así que fue directamente a la cocina y preparó café. Justo en ese momento sintió pasos a sus espaldas y sirvió dos tazas.
—Toma —dijo, tendiéndole una taza a Jungkook.
Su jefe lo miró con una ceja arqueada, pero tomó la taza y la llevó a sus labios.
—Gracias.
La incomodidad en el ambiente era palpable. Jungkook carraspeó la garganta y salió de la cocina rumbo al sofá, tomó el periódico y comenzó a leerlo.
Jimin dejó salir el aire que había estado conteniendo y empezó a preparar la comida. Bien, si debía pagar lo que Jungkook había hecho por él, lo haría como se debía.
Preparó una sopa, arroz con brotes de soja, pescado picante a la plancha, algas sazonadas y una tortilla de vegetales. Tardó un poco, pero finalmente terminó. Sirvió la comida en la mesa y, jugando con sus manos, se acercó a Jungkook.
—El desayuno está listo —dijo entre dientes.
Jungkook lo miró con una ceja arqueada, pero lo siguió—¿Y esto...?
—Es en agradecimiento por lo que hiciste anoche por mí —respondió rápidamente Jimin—. Gracias por todo.
Jungkook lo miró un momento antes de sentarse y comenzar a comer lentamente. Estaba realmente delicioso. Hacía demasiado tiempo que no probaba una comida casera, y el pequeño pelirrojo cocinaba muy bien.
Comieron en silencio, pero Jimin se sentía orgulloso de su preparación.
—¿Quién te enseñó a cocinar? —preguntó Jungkook.
Jimin levantó la mirada—Mi padre.
—Tu padre cocina muy bien, entonces —comentó Jungkook.
—Lo hacía —susurró Jimin.
Jungkook lo miró, comprendiendo.
—Está muy sabroso.
—No te acostumbres —respondió Jimin entre dientes.
Jungkook esbozó una media sonrisa antes de levantarse de la mesa, llevando su plato.
—Yo los lavo, tú cocinaste.
Jimin lo miró con los ojos muy abiertos.
—Ok... me estás asustando.
—Mr. Arrogante puede ser agradable —Jungkook se encogió de hombros.
"Y no estoy intentando gustarte", pensó Jungkook.
Jimin se quedó paralizado un momento. ¿También lo había llamado "Mr. Arrogante" anoche? Salió despavorido a su cuarto. ¿Por qué diablos se había emborrachado de esa manera? ¿Habría hecho o dicho más imprudencias de las que recordaba?
Necesitaba distraerse sin salir de su habitación en todo el día. Empezó a sacar todo lo que había traído de la casa de su hermano. Arregló su colección de libros en una estantería, las fotografías que llevaba y, por supuesto, sus pósters de Harry Potter y Zac Efron. El tiempo pasó volando, y solo un par de toques en la puerta lo hicieron salir de su concentración.
—¿Qué pasa? —preguntó Jimin al abrir.
—Compré el almuerzo —informó Jungkook, mirando al interior de la habitación—. ¿Qué diablos hiciste en la pared? —preguntó horrorizado.
—La decoré —respondió Jimin.
Jungkook tenía la boca abierta.
—¿Eres de esos frikis amantes de las películas de ese mago?
Jimin empuñó las manos.
—Es Harry Potter. Y soy un Potterhead.
—¿Y quién es este tipo? —preguntó Jungkook, señalando el enorme póster de Zac que le había regalado Yoongi—. ¿Es actor porno o qué?
—Eso no te incumbe, Jungkook. Sal de mi habitación —gruñó Jimin, empujándolo fuera y cerrando la puerta de golpe—Estupido muggle —
Hola mis amores aquí estoy de nuevo, ¿Cómo están mis preciosas cositas del infierno?
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