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Pataditas

✨MPREG 2024✨
✨Pataditas✨
✨Pareja: MIGUEL O'HARA X PETER B PARKER✨

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Todo el mundo habla de lo complicado que es el embarazo, él dolor del parto, las contracciones y malestares comunes del mismo, pero nadie habla de lo que es un embarazo después de la pérdida de un hijo, Miguel ha descubierto a carne propia lo doloroso que puede llegar a ser, cada día es una mezcla de emociones que lo abruma de sobre manera, una mezcla de esperanza, amor y miedo, es una montaña rusa de emociones que lo deja tan exhausto que simplemente pierde la conciencia gran parte del día. Al observar las prendas de ropa que va a adquirir para su bebé siente una presión en el pecho, puede ver a las personas pasar a su alrededor, ajenos a su lucha interna, es algo absurdo en realidad pues no es el primer embarazo que experimenta, pero de alguna manera lo hace sentir tan vulnerable, cada ultrasonido es un recordatorio de lo que fue alguna vez, puede ver en aquella imagen borrosa los ecos de su hija y aquella emoción que lo recorría cuando ella aún estaba en su vientre, opacando de cierta manera la emoción por su segundo hijo, es curioso como es que la imagen de su bebé lo llena de tanta alegría pero a la vez de una profunda tristeza que simplemente no sabe expresar.

A Pesar de no expresarse, Miguel sabe que no está solo pues aun sin siquiera expresar de una forma verbal lo que siente, Peter de alguna manera parece saber lo que pasa por su mente, suele demostrarle que no está solo con aspectos sutiles como lo son la entrega de un pastelito, un abrazo o simplemente un susurro diciendo "Estamos juntos en esto, Miguel, nuestro bebé será el más amado del mundo", quiza es algo tonto pero de alguna manera estas pequeñas acciones logran calmar la tormenta de emociones en ocaciones lo abruman y aquellos pensamientos que hacen eco en su mente gritando "Esto puede terminar muy mal", "La estas reemplazando", "No es posible que le hagas esto a mi niña".

-Miguel- la voz de Peter interrumpió sus pensamientos- Mira lo que encontré, es un vestido hermoso

-Oh, sí es muy lindo- respondió llevando sus manos a la pequeña prenda, es un vestido color morado con brillos y una diadema, seguramente se vería hermosa como una princesa.

-¿Quieres llevarlo?- pregunto.

-Yo... si creo que sí.

Miguel podía sentir la textura de la tela entre sus dedos, es un vestido que en otras circunstancias lo tendría imaginando a su pequeña en él, sin embargo en este momento se sentía tan abrumado.

-¿Imaginas lo linda que se verá?- dijo Peter como si tratara de proyectar en su mente la imagen de su bebé vistiendo este hermoso vestido, sin embargo su mente sigue desviándose hacia su hija primogénita.

Peter tan atento como siempre solo se acercó a él para envolverlo en sus brazos.

-Podemos esperar un poco antes de comprar su ropa, quizá un par de meses más- la voz de Peter es suave - nos dará tiempo de pensar en mejores diseños.

Miguel simplemente asintió a sus palabras, aunque sabe que Peter lo dice más que nada para respetar su proceso de duelo, dolor y preparación para el nacimiento de su nueva hija, también es consciente que Peter no tocará el tema, pues sabe que su hija es un tema sumamente delicado.

-A veces siento que estoy traicionando su memoria, como si al comprar esto ... de alguna manera la estuviera olvidando- finalmente liberó aquellas inquietudes, sentía sus ojos llenarse de aquellas lágrimas que hasta el momento se negó a derramar.

Peter asintió comprendiendo lo que él decía, se encargó de besar su mejilla.

-Nunca vas a olvidarla- respondió Peter con firmeza - Ella siempre será parte de ti, en este nuevo bebé no borraras su historia, solo vas a agregar un nuevo amor a tu vida.

Miguel suspiró y observó los ojos de Peter, buscando consuelo en sus palabras, la verdad es que a pesar de su tristeza también había momentos donde no podía ignorar la alegría de esta nueva vida creciendo en su vientre.

-Quizá... solo quizá necesito algo más de tiempo- susurro- necesito tiempo para acostumbrarme a esta nueva realidad.

-Eso es todo lo que necesitas- aseguro- vamos, te busquemos tus vitaminas

Con una sonrisa tímida, Miguel miró el vestido nuevamente, tal vez, solo tal vez, podría permitir que la esperanza comenzará a florecer en su corazón.

—Gracias, Peter

Quizá la vida no fue justa para Miguel, mierda no podría serlo, un padre no debe ver morir a su hija, por supuesto Peter le ayuda a recordar que su vida no debe terminar junto a la de su niña, por mucho que le duela, la vida no se detiene y él tampoco puede detenerse, iniciar una nueva vida no significa olvidarla.

Al llegar a casa se detuvo frente al altar de su hija primogénita, un altar que demuestra el amor que aún le tiene, observando la fotografía de su pequeña futbolista le fue imposible contener la sonrisa creciente en sus labios.

-Hola princesa- Susurro ante aquella imagen - lo sé, lo sé, estoy tan gordo ahora, sabes tu no me hiciste crecer tanto, en realidad ni siquiera parecía que estaba esperándote, creo que tu hermanita es mucho más grande de lo que fuiste.

Miguel trago saliva.

-Si... hermanita- murmuro sintiendo aquella punzada en su pecho- es tu hermanita... mi niña, tú tendrás una hermanita- su respiración se volvió pesada- Lo siento tanto princesa- finalmente se rompió...

Miguel llevó sus manos a su rostro en una busca desesperada de detener las lágrimas que brotaban de una manera desesperada de su rostro, sentía ese dolor en su pecho creciendo y aplastando su corazón como si buscara hacerlo trizas.

-Lo siento tanto... Mi niña- sollozo- por favor, ... por...por favor- jadeo en busca de ire- por favor... perdóname.

Su voz quebrada reclamo al cielo el dolor que lo invadía, sentía como si su mundo entero se estuviera derrumbando sobre él, su cuerpo, su corazón y su alma se remecen ante cada sollozo desesperado, terminó por caer de rodillas ante el altar abrazando su cuerpo su gritando su dolor, abrazando aquel vientre abultado que ha revivido cada segundo de agonía, aquello que le ha traído esa ola de emociones que termina por hacerlo gritar y despertar, sollozaba aferrándose a su recuerdo, aferrado a los ecos de la memoria que no lo dejan tranquilo, Miguel sentía como a su alrededor se formaba una bruma oscura que poco a poco lo abrazaba y cubría, podía escuchar su corazón latiendo como si estuviera en sus oídos, como si estuviera fuera de su pecho, podía ver aquellas visiones de su pequeña, podía ver esas risas que ambos compartieron, la noche en que ella aprendió a caminar, podía verla a su lado y podía verla en el momento en su exclamó su último aliento, la oscuridad lo hizo sentirse tan pequeño, ansioso y desesperado que simplemente podía jurar que su vida terminara en ese momento.

-Papi- entonces la escucho- Papi tranquilo.

Miguel levantó la vista de inmediato encontrándose ante aquel hermoso rostro que estaba seguro jamas volveria a ver, era ella tan hermosa como la última vez que la vio, pudo ver ese brillo hermoso en sus ojos que de alguna manera le decía que todo estaría bien, fue como si el tiempo se hubiera detenido y ambos se encontraran en una especie de burbuja, solos ellos dos, sin nada ni nadie alrededor, Miguel trago saliva sonriendo a la pequeña aun entre sus lágrimas, se centraba en ese rostro tan brillante.

-No me dieron mucho tiempo- susurró la niña- tengo que irme papi, pero esta bien tu estas bien.

-¿Tienes que irte?- murmuró en respuesta - Quedate conmigo.

-No puedo papi- aseguró ella- ya no puedo, ahora ella va a cuidarte.

El rostro de Miguel se arrugó de una manera inquieta demostrando su confusión creciente, aunque terminó por sonreír de una manera débil pues la niña lejos de explicar simplemente extendió su mano hacia él para permitirle tocar su mano, Miguel sostuvo su pequeña mano, acariciando su piel hasta el momento en que esta visión se desvaneció justo frente a sus ojos, tal como había aparecido segundos atrás dejando en el ambiente un delicioso aroma a lirios, rosas y cempazuchitl. Miguel levantó la vista hacia el altar, notando las velas de su hija apagadas, las flores en el suelo a su alrededor y ese vestido púrpura a su lado.

-Princesa- susurro a la imagen- esta bien... esta bien, yo... entiendo- tomó aquel vestido entre sus manos llevándolo por primera vez hacia su vientre, en ese momento pudo sentir un movimiento en su interior, un movimiento que lo hizo sonreír, su pequeña había pateado.

Miguel terminó liberando una risa tan sonora que llamó la atención de Peter, quien al ver el desastre que era su pareja solo, término por caminar a él para ayudarlo a levantarse, de esta manera, juntos se encargaron de reacomodar aquel altar, colocar las flores en floreros nuevos con agua limpia y de encender aquellas velas para asegurar la luz de su pequeña niña, su preciosa niña que le ha demostrado que ni siquiera la muerte es más fuerte que él amor.

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