»Chapter 15«
— ¿Cómo es posible que no hayas sido capaz de coordinar todo con Jackson?—Me regañó mi padre por segunda vez, yo solo me dediqué a verlo confundida.
Me encontraba sentada a un lado del peliblanco, el cual tenía su mirada agachada, intenté que me mirara y respondiera todas las dudas que se habían desarrollado en mi. No obstante, él pareció ignorar aquello.
—Y-yo...—Me atreví a hablar con cautela—Lo siento.
Fue lo único que pude decir en un murmullo. ¡Me estaba disculpando por algo que claramente era una mentira!
Mi subconsciente me gritó que aquello era mucho mejor que recibir reproches por haber dejado ir a Jackson. Él estaba ahí; había vuelto.
—Bien, creo que eso no es mayor inconveniente—Se relajó el mayor—Tu y Jackson deben empezar hoy mismo; sin retrasos, ¿De acuerdo?
—De acuerdo—Afirmé.
—Llamaré al chófer para que los venga a buscar inmediatamente, si necesitan salir de casa por alguna razón que este ligada con la investigación, pueden hacerlo, pero con cautela—Pausó—No quiero más chismes de ti rondando por ahí, así que encárgate de pasar lo más desapercibida que puedas.
Asentí con la cabeza, ya se me hacía fastidioso el que me estuviese repitiendo aquella frase cada vez que me veía, sin embargo, no podía hacer nada para que no la soltara.
Miré discretamente a Jackson; seguía igual de callado y tímido. No lo culpaba, pero si no le agradaba esto, ¿Por qué había regresado? Eso era algo que sin duda, cuando pudiese, le preguntaría.
Pasó aproximadamente un minuto desde que mi padre llamó al chófer, el cual avisó su llegada. Agradeci internamente el hecho, ya que aquel minuto se me hizo eterno y la incomodidad en el sitio era palpable, más bien, para Jackson y para mí era palpable, ya que mi padre era quien lanzaba miradas acechadoras que hacían sentir diminuto a cualquiera.
Eran aquellas miradas con las cuales se encargaba de estudiar cualquier reacción de sus contrarios, repasando hasta el mínimo detalle con sus ojos esmeralda.
Escuché a Jackson hablar solo para decir un vago "hasta pronto, señor Arendelle".
Yo igual me despedí y luego salí de la oficina seguida por el ojiazul.
Al salir de la instalación justo como había dicho, se encontraba el chófer, subí al auto de primera mientras el peliblanco sin que me diese cuenta se había quedado atrás unos cuantos pasos, lo miré con el ceño fruncido. Él suspiró y se encaminó al auto después de haberlo analizado unos segundos.
El camino a casa se mi hizo eterno, contaba los minutos para llegar a casa, pero ¿que haría al llegar a casa? ¿llevarlo a la habitación? ¿la sala? ¿el jardín? La situación sería mucho más incómoda si es que eso se podía, y yo no sé lidiar muy bien con situaciones como esas.
—Disculpa—Escuché la voz de mi acompañante, solo asentí con la cabeza sin darle importancia, estaba más centrada en... Espera ¿Él se estaba disculpando? Me volví repentinamente hacia él con confusión.
—¿Qué?—Definitivamente debí haber escuchado mal.
—Disculpa—Volvió a repetir ligeramente sonrojado.
—¿Por qué?
Que pregunta más tonta, niña.
—Bueno...—Por primera vez el regresó su mirada hacia mi, esos jodidos ojos azules se me hacían tan conocidos—por muchas razones diría yo...
Que incómodo es esto; quiero aventarme por la puerta del auto, no me importa si está en movimiento.
—Pero—él volvió a hablar tímidamente—c-creo que no debí haberme ido ayer así, su amiga, aquella chica pelirroja tiene razón, debo afrontar mis consecuencias. Por eso volví.
—En realidad... Gracias por volver—Le sonreí tímidamente.
¡No debes agradecer, era su obligación volver!
Nos mantuvimos unos cuantos segundos en silencio, hasta que él decidió volver a hablar.
—Cuando llegué la única forma de poder comunicarme con usted fue la oficina de su padre, él me preguntó que qué hacía allí, que porqué no estaba con usted solucionando el problema así que supuse que él no sabía que me había dejado ir, así que preferí mentir diciéndole que no habíamos coordinado nada; no quería ocasionar más problemas.
—Oh, no te preocupes, de hecho fue mucho mejor que lo hicieras. Mi padre se hubiera puesto muy...—Busqué la palabra indicada—¿insoportable? Sí, insoportable si hubiese llegado a saber que te había dejado ir.
Él asintió sin tener más nada que decir.
Justo cuando creíamos salir de enormes pozos de incomodidad, caíamos en otro, igual o peor de tenso que el anterior, supongo que siendo él y siendo yo, no habían grandes opciones de evadir estos, puesto que ¿qué opciones podrían haber? ¿hacerme amiga del chico que irónicamente nos tenía en esta situación? Creo que ya había pensando anteriormente lo irónico que sería eso.
—Señorita Elsa...
Giré mi rostro nuevamente hacia el peliblanco, él me miraba tenso.
—Puedes decirme Elsa—No lo quería hacer mi amigo, simplemente se me hacía incómodo que estuviese diciendo tantas formalidades—¿Que sucede?
—Elsa...—Reafirmó él, esta vez una ligera sonrisa se había formado en su rostro al decir mi nombre, al parecer inconscientemente, el peliblanco volvió a la realidad, al igual que su semblante tenso—Quiero decir... Si usted y su padre encuentran a aquel chico... ¿Q-que sucederá?
—¿Con quién?—Parecía realmente... ¿preocupado? O al menos eso fue lo que pude distinguir en sus ojos.
Tal vez le importaba su futuro sin embargo, era todo lo contrario.
—Con el chico.
No pude evitar quedarme un poco desconcertada, no esperaba que le preocupara un extraño; era demasiado raro, esperaba que él fuera la clase de chico que solo iba a hacer su trabajo y se iría como si nada hubiese sucedido, sin preguntar ni entrometerse. No obstante, él lucía realmente preocupado, y no nivel de empatía o compasión por un desconocido, era como si él... ¿lo conociera?
Debo dejar de hacerme ideas estúpidas.
—Y-yo... Son ideas de mi padre...
Jackson entró en alerta.
—¿Le harán daño?—fruncí mi ceño ante su evidente exaltación.
—¡No! Claro que no—Eso espero—mi padre no sería capaz.
—¿T-tu crees?—Dios, su preocupación estaba haciéndome sentir incómoda.
— Mi padre no podría, eso perjudicaría su postulación—Intenté calmarlo y él pareció hacerlo, sin embargo, ahora era yo la que tenía una duda—¿Por qué te preocupa tanto?
Bien, pareciera que le pedí que matara a alguien.
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