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Buenas Noches

Tomás P.D.V

La noche es fría y callada en la calle, sólo se escuchan mis pasos, el repiqueteo de las piedras cuando las pateo accidentalmente, o a lo lejos algún auto. Sólo somos yo y las pocas luces de los faroles por los cuales me guio, no hay ni un alma recorriendo lo sé, pero más consciente me vuelvo de esto cuando escucho el ulular del viento helado que me cala la ropa meciendo las ramas de los árboles.
Claro, es un beneficio que todo esté tan callado porque me permite estar alerta de lo que me rodea en caso de necesitar percibir una amenaza. Pero no puedo evitar ver el lado negativo, si alguien efectivamente viniera tras de mí y me pegara un tiro nadie lo sabría, nadie se enteraría, si realmente me viera en peligro. 
Uno creería que se acostumbra a esta vida con el pasar de los años, pero no, en estos lugares se respira sangre y violencia constantemente, la noche no pierde oportunidad para mostrarle su peor cara a aquél que no tiene dónde resguardarse, y para sobrevivirla sólo te queda la opción de mostrarle los colmillos, o esperar a que te trague.
¿Yo? Yo soy un desagradecido con suerte, hice cosas de las que no estoy orgulloso, cosas malas, sin embargo pude sobrevivir con ayuda de los míos, mientras que me he cansado de ver miles de wachines que no pudieron, no resistieron, y terminaron devorados.
Soy un desagradecido porque no solamente puedo bancármela, sino que encima tengo gente que me apoya, y encima puedo darme el lujo de pensar todo esto mientras me subo cómodamente a mi auto luego de hacer mis negocios. Soy tremendo afortunado comparado con otros, y aún así me quejo.
“La vida loca es linda chico, pero sale cara” como dice H.
Me subo a mi auto y todavía no quiero volver a casa, necesito despejarme de alguna manera, por suerte conozco un bar bastante apartado de la zona. Ahora no prendo la radio, no quiero música, no quiero ruido.
Llego al lugar de fachada descuidada apenas iluminada, con vagabundos borrachos tirados en el piso cómo si fueran un irónico adorno de bienvenida, un guiño amargo que a la suerte le resulta tal vez gracioso.
Dentro  del local la imagen no mejora, el cantinero un hombre de unos cuarenta años le sirve otro trago de ron a un hombre que no va a poder sostenerse sentado siquiera dentro de un rato. 4 Muchachos juegan en una humilde mesa de pool, mientras que otros hombres también jóvenes parece que intentan cerrar su larga jornada laboral en esta fría noche de viernes tomando unas cervezas.
La iluminación sigue siendo poca cosa que agradezco de este penoso paisaje, porque en una mesa apartada en las penumbras paso mejor desapercibido acompañado por mi botella de whisky y un vaso con hielo. Agarro mi celular sólo para ver la hora y en la pantalla aparece el reloj indicando las 3:00 a.m, y un mensaje de la morocha, me lo había mandado temprano a la noche, a eso de la 23:00:
“Estuve con los pibes hoy, pensé que iba a verte ¿en qué andás? Tené cuidado” 
No le contesté porque estaba ocupado y además no quería dejarla en visto o hacerle parecer que me daba igual si no podía verla, sería una mentira hacer cómo si no importara no verla después de una semana que estuvo ese tal Smith en su casa. Pero estaba atendiendo el negocio y cuanto más al margen y divida pueda tener las cosas mejor. 
Su última conexión fue hace dos horas más o menos, seguro duerme y no quiero interrumpir su paz, aunque debo admitir que en comparación a los lugares gélidos, sombríos, tristes, y violentos, que tuve que recorrer, la imagen de estar con ella en su cama caliente se vuelve la mayor de las tentaciones. Pero ya dije, hoy no podría interrumpir su paz.
Unas voces lejanas llaman mi atención, rompen con la tranquilidad no por ser estruendosas, sino por ser varias y reconocidas. Por la puerta del bar de mala muerte entran Rigetti con algunos de sus compañeros, y los pibes de la Villa 31, la que más me llamó la atención es que venían acompañados de mujeres muy ligeras de ropa, especialmente para esta noche de invierno.
Caminan en sentido opuesto a mi dirección, se apartan, obviamente intento ir tras de ellos pero de manera disimulada. Me siento en la barra que queda cerca de su mesa pero no puedo escuchar mucho.
-“¿Así que ustedes se llevarían sólo el 40% de las ganancias?”- Habla una de ellas.
-“Efectivamente, es mucho mejor negocio que cualquiera de esos explotadores que se les llevan más de la mitad”-Responde la voz de Rigetti intentando convencerlas.
Hablan de negocios, de que lugares lo harían, menciona distintas rutas que pasan por las villas donde pueden conseguir más clientes principalmente. Las chicas más jóvenes no hablan, sólo las mayores.
-“¿Querés la cuenta Campos?”-Maldigo al cielo cuando el cantinero me reconoce y dice mi nombre, no hablo, no digo una sola palabra, dejo la plata encima de la mesa, y me largo porque sé que si sospechan algo de mí…me las voy a ver feas.
Cuando ya estoy a unos metros del bar caminando por la calle, empieza a llover y siento que me chitan desde atrás.
-“Eh eh ¡Crackero! ¿Por qué te apuras eh? ¿A dónde vas?”-No le doy bola, es Gastón, el que me quiso armar bardo la última vez que caí por accidente en la villa viene acompañado por otros dos pibes.
-“¡Uhh míralo al cagón, ni contesta! ¿Qué te pasa tenés miedo?”-Maximiliano, Maxi corre hasta a mí y me empuja por la espalda, me está haciendo enojar mucho, y con el alcohol en sangre no sé que tanto me puedo controlar.
-“Wacho cortá de acá…no quiera’ arma’ lío…”-Digo buscando que se alejen, pero al contrario, Gastón me agarra del hombro y me da vuelta haciendo que quede de frente.
-“¿Sabés qué no? ¿Sabés qué me rompe bastante las pelotas que te metas donde no te llaman? La otra ve’ en la villa, ahora acá ¿qué? ¿So’ policía ahora vo’, qué tene’ que andar vigilando?”-Me saca pecho y me saca de quicio que se quiera hacer el capo conmigo.
-“¡Pero ‘cuchame una cosa vo’ wachín, fijate a quién y cómo le hablás! Que antes de que vos vendiera’ cigarrito’ en la esquina yo ya me había recorrido todo. Así que baja un cambio”-Le digo apretando mis puños.
-“¡¿Pero quién mierda te pensa’ que sos gato?! Si son todo una banda de señorita’ utede’, no son nada. Y anda diciéndole a H que le va a re caber por lo de la otra ve’”- Dice recordando un lío que hubo entre las bandas.
-“¿A quién mierda estás amenazando vos wachín?”- El alcohol habla por mí y cuando se mete con mi mejor amigo no dudo en darle un puñetazo en la nariz.
-“¡AHORA SÍ VA’ A VER VOS!”-Grita Gastón enojado, y cómo buenos cagones me agarran entre todos para dejar que el me pegue.
Los primeros puñetazos se dan por mí torso y también patea mis piernas. Un  golpe me aturde porque va a mi mejilla derecha y arde gracias a un corte que me hizo con su anillo.  Siento como las gotas de sangre y agua se mezclan en mi cara y cuerpo. 
El siguiente da con mi nariz y siento que me sale sangre, intento bancármela pero obviamente no puedo evitar quejarme. Su puño derecho choca con fuerza contra mi boca y duele mucho: me partió el labio.
-“¡Eh, eh! ¿qué hacen? ¿Qué están haciendo?”- Un hombre grita a lo lejos, pero lo suficiente como para ahuyentarlos, ellos corren y yo voy corriendo hasta donde dejé mi auto.
Estoy enojado, enfurecido más bien por permitir que me peguen, manejo a toda velocidad y ni siquiera sé a dónde voy, veo todo rojo mientras mis manos aprietan el volante. “A esto me refiero que con lo mínimo ya tenés problemas” Llego a una calle más transitada y un auto me toca bocina
Cuando me doy cuenta de todo estoy yendo en dirección a casa de Julieta, tal vez porque quiero verla, tal vez porque sé que no necesito un sermón de H a esta hora. Tengo frío, estoy mojado, cansado, y herido “¿me tendrá piedad la morena?” pienso con un humor medio agrio. 
Toco el timbre de su casa y espero unos minutos, tarda lo suficiente como para hacerme pensar que no me va a atender, pero veo cómo se prenden unas luces por la ventana y escucho movimiento.
-“¿Tomás? ¿Qué carajos haces acá?”-Abre con voz somnolienta, y tengo que admitir que incluso con su pelo alborotado y su cara de dormida se ve tierna. Pero cambia a un rostro de impresión y preocupación cuando me ve bien.
-“Terminé de…trabajar y me crucé con unos amigos…”-Me encojo de hombros restándole importancia, no quiero que se preocupe mucho.
-“¡Estás todo lastimado Tomás ¿qué más te hicieron?! ¿Estás borracho?”- Pregunta preocupada estática en su lugar.
-“Además tengo mucho frío morena, ¿puedo pasar?”- Digo con una sonrisa a modo de súplica.
-“Aish si si, pasa dale, estás chorreando…”-Dice exasperada tirando de mi brazo llevándome a algún lugar de su casa.-“Tenés que tener más cuidado… ¿cómo terminaste así?... ¿Y si te hubieran hecho algo más?”- 
Murmura entre dientes enojada, y me doy cuenta que llegamos a su cuarto. Es un torbellino que revuelve y saca cosas, por ejemplo; saca una remera y un buzo grande junto con un pantalón de los que me suele prestar para dormir. La agarro de un brazo y la obligo a que me mire, se sorprende pero igual frunce el seño con mirada severa.
-“Estoy bien, son cosas del oficio…por cualquier pavada te hacen cosas peores. En serio morocha, estoy bien, ni siquiera pudieron seguirme, salieron corriendo los muy cagones cuando se nos acercó una persona…Posta estoy bien”- Quiero tranquilizarla por lo tanto acuno su cara y la acaricio cuando le hablo.
-“Ahora te vas a dar un baño caliente, te voy a curar las lastimaduras, y mañana me vas a contar todo como fue…por esta noche creeme que ya fue mucho.”-
Dice con voz firme mientras pone contra mi pecho la ropa y toalla para bañarme, las agarro cansinamente porque aunque no me guste la idea de ponerme alcohol en las lastimaduras es lo menos que puedo hacer luego de que me permitió entrar a su casa.
Entro al baño y la verdad es que me ayudó muchísimo el agua caliente mis músculos adoloridos y las lastimaduras que ya sin ropa veo que también están esparcidas por mi cuerpo. Me permito tomarme mi tiempo y cuando salgo de la ducha me dirijo a la cocina y allí me espera Julieta con alcohol y algodones para curarme.
-“Vení dale…”-Su mirada ya no es dura, ahora es piadosa, pero está llena de dudas “¿Tanto te preocupo Julieta? ¿De verdad?” sonrío. Me siento en la silla al lado de ella. Se aclara la garganta y empieza a pasar el algodón húmedo en mi cara.
 -“No me gustó verte así… todo lastimado, frío, sin estar en tus 5 sentidos, de verdad te digo que tenés que tener más cuidado, no sólo por todo lo que pasa…sino también por vos Tomás, no es necesario terminar en ese punto.”-Razona conmigo a la vez que limpia mí ceja y me enternece que de verdad se interese por mí.
-“Prometo de verdad evitar esto de vuelta…pero es difícil cuando te toca hacer los trabajos sólo, pero quiero que entiendas que esto no me causa ningún placer.”-Le explico haciéndole saber que no fui yo quien empezó, suelto un gruñido cuando toca mi labio partido.
-“Entiendo…sólo de verdad tené más cuidado…Dejá de moverte ¿querés? Te duele el labio porque está partido y tengo que curarlo…sos como un niño Tomás.”- Se pone en mi lugar y mi corazón se alivia  porque me perdona. Mi mente ríe por sus intentos de curar mi boca mientras no me dejo, ella también ríe cuando ve que me alejo a propósito solo para complicarla más.
-“¿Sabes que me vendría muy bien para que me cures?”-Le digo acercando mi cara a ella pícaramente, ella me imita.
-“Hmm ¿qué será?”-Rueda sus ojos con una sonrisa juguetona.
-“Un beso tuyo por ejemplo.”-La alzo para que se siente en mi falda.
-“¡Tomás!”-Ríe por el movimiento brusco -“No tenés remedio vos”-Antes de que pueda contestar me besa suavecito, cómo si esta vez los algodones fueran sus dulces labios curándome, y la verdad es que hacen muy buen efecto.
Frunce el seño y veo que está mirando mi brazo con un moretón, levanta mi remera y también tengo cortes en la panza: -“Estás todo lastimado.”- 
-“Son sólo rasguños, no precisan alcohol…Los podemos curar de otra forma.”- Escondo en mi rostro en su cuello para besarlo.
-“Estás loco si pensás que nos vamos a poner a coger a las 4 a.m. Tomás”- Se separa de mí, le sonrío malicioso, la siento en la mesa con las piernas abiertas y yo entre medio.
-“Ya veremos que tan loco estoy morocha…”-Y paso a atacar su cuello una vez más.
****
Tiempo después Julieta gime mientras la tengo con su vientre y pecho recostada boca abajo en la mesa, se sostiene de sus piernas en el piso, yo me agarro de su cadera para arremeter contra ella con fuerza.
-“V-vas a deberme una mesa si seguís así…”-dice entre suspiros y risas, yo me río también.
Tiro de su pelo para hacer que se enderece con una mano apretando uno de sus pechos, salgo de ella, beso su hombro ganándome una mirada molesta de su parte.
-“¿Por qué paraste?”- Se cruza de brazos.
-“Si vamos a romper la mesa que sea en un momento donde no demos más ¿no?...”- Agarro una silla para sentarme, palmeo mi falda y ella entiende lo que quiero: -“Hora de cabalgar vaquerita…”- Le digo cuando se me trepa y los dos soltamos la carcajada.
-“Te odio idiota…”-Dice riéndose mientras que con su mano guía mi pija a su entrada yo sólo puedo responder “mhmm” cuando me hace entrar en ella quedando a una altura que me permite chupar sus pechos.
Ella se sostuvo de mis hombros, se apoyó en ellos y los mordisqueó, dejó su boca en mi oído permitiéndome escuchar a la perfección los jadeos que emitía, y estoy bastante seguro que un día solamente con su voz me va hacer perder la cabeza.
Después de unos cuantos saltos su cuerpo se volvía más pesado por las grandes cargas de placer que le impedían sostenerse bien, sus movimientos más torpes también, pero sé que quiere tener las riendas así que lo único que hago es agarrarme de sus nalgas para ayudarla a subir y bajar. Luego de un tiempo yo ya estaba por acabar y al parecer ella también, se tensó, tiró su cabeza hacia atrás sin dejar de abrazarme por los hombros, entre gemidos llegamos juntos.
Me permitió salir de ella, pero cómo todavía se ve que está cansada se queda sentada en mi falda con su rostro escondido en mi cuello, y yo no puedo hacer más que quedarme estático cuando un calor me recorre entero, es una sensación reconfortante, cómo se abraza a mí con ¿ternura?
Afuera hace frío, pero nosotros estamos bien, nuestros cuerpos mantienen la calidez y al estar piel a piel la compartimos. Acariciamos nuestros tatuajes con suavidad, cómo si necesitáramos memorizarlos, aunque en mi caso ya lo hice y no sé qué tan bueno o malo sea.
-“Es raro todo ¿no?”- Habla Julieta con voz casi inaudible.
-“Muchas cosas son raras ¿por qué cual de todas lo decís?”-Digo con tono humorístico pero nuestro cansancio sólo nos permite esbozar leves sonrisas. La morena se levanta con lentitud, suspira y niega con la cabeza, mi cuerpo se enoja por extrañar su calor, aún así la imito al vestirse.
-“En realidad por todo…”-Se encoge de hombres y frunce el ceño arrugando su nariz “quiere matarme, estoy seguro”-“Pero en este caso…la primera vez que hablamos no me querías ni ver, ni mucho menos tenerme cerca. Meses después estamos metidos en un crimen, vos te apareces lastimado en mi casa a las 4 a.m, y además de terminar cogiendo encima de la mesa vamos a dormir juntos…Por lo menos de donde yo vengo esas cosas no pasan todos los días…”-Mientras que habla hace conjeturas, pero mi mente se concentra en un detalle.
-“Así que ¿me quedo a dormir hoy?”- Le digo señalando con picardía lo que ella sin darse cuenta propuso.
-“¿Me vas a hacer rogarte?”- Se acerca a mí, me abraza pasando sus brazos por mi cuello y acaricia el pelo de mi nuca, pega su nariz a la mía.
-“Hmm…sabes que no…”-Le sonrío acariciando su mejilla a lo que ella cierra sus ojos.
-“Pero en serio te digo…es como rara esta secuencia ¿no?”-Julieta expresa insegura.
-“¿No es mejor así? ¿Realmente querés hacer las cosas “normal”? Digo en nuestro caso y la situación en la que nos conocimos…cómo que no tendría mucho sentido querer hacer las cosas “normal” ahora ¿no?”-En parte quiero evadir el tema para no complicarme mucho pensándolo, pero también porque no sabría que responderle y porque justamente poner marcha atrás ahora no tendría mucho sentido.
-“Tenés razón…no tiene sentido que nos hagamos mala sangre por ser “normales” ahora…”-Se aleja de mí, tira de mi mano para llevarme hasta el cuarto.
-“Mañana voy a tener que dar muchas explicaciones ¿no?”-Insinúo incómodo, porque acostumbrado a la vida de la calle esto de tener que rendir cuentas todavía me suena muy raro. Abro las sábanas de la cama, me saco la ropa quedando sólo en camiseta y bóxer, y me acuesto.
-“Shh…eso es mañana, ahora dormí…”-Se acuesta en mi pecho, cerrando los ojos.
-“Pero es que tampoco tengo sueño…”-Me remuevo quejumbroso, haciendo que ella se levante y se quede sentada en la cama.
-“Son las 5:00 de la mañana Tomás ¿sos joda?”-Me reprocha con mirada de fastidio.
-“No me mires así eu…yo dije que tendríamos que habernos dormido antes…”-Me hago el inocente con una sonrisa traviesa.
-“Aaghh…”-Se tira en la cama boca arriba con una almohada en su cara, después de su quejido se endereza, pone almohadas en el espaldar de la cama, y se recuesta cómoda en ellos, me abre sus brazos -“Vení…”-
Entiendo lo que quiere y me acuesto, esta vez yo abrazado a ella, y Julieta sosteniéndome. Empieza a acariciar mi pelo cómo si de un bebé se tratase, su voz melodiosa y dulce empieza a resonar en la habitación. 
De repente “Reina” se transforma en una tierna canción de cuna, creía que no estaba cansado, pero su voz hace que mi mente vuele, de repente mi consciencia se vuelve más liviana, y mis párpados se cierran pesadamente.
*secuencia de sueño*
Antes de entregarme a los brazos de Morfeo por completo en mí mente parecen aparecer los paisajes de lo que podría ser un sueño, generalmente no recuerdo lo que sueño porque no soy consciente, pero cuando lo hago no me gusta, porque suelen ser pesadillas. 
Por más infantil que suene el término, cuando sueño no son cosas bonitas, ya sea porque estoy siendo perseguido, porque corre riesgo mi vida o la de mis amigos, y cuando despierto estoy aún más cansado, como si hubiera corrido un maratón.
Pero esta vez gracias a Julieta no, no hay estruendosos disparos, ni callejones mortales y oscuros, tampoco hay persecuciones agotadoras, y lo que más odio de mis sueños: no hay cadáveres de seres queridos, hoy no.
Esta noche como si fueran escenas de una película aparecen recuerdos, recuerdos lindos, que de fondo lo único que su escucha es el cantar hermoso de Julieta: tardes jugando a la pelota en la cancha con los pibes, las noches que subimos a un escenario. Todos en un living comiendo pizza y riendo como noches atrás.
Después no sé porqué aparece ella, pero ella sola, es una tarde como de primavera, el clima está soleado y templado. Julieta está sentada en un banco de un parque, rodeada de árboles y flores, se escuchan los pájaros cantar, niños correteando, paseando de la mano con sus  abuelos, grupos de amigos tomando mates y charlando animadamente.
Julieta lleva suelto su pelo negro que reluce con el sol, tiene sus jeans rasgados, una musculosa blanca y una campera, está relajada, tranquila, esperando a alguien al parecer porque tiene una mochila en su falda. ¿Me espera a mí? Voy a averiguarlo.
-“Holaa…”-Hablo a unos pocos metros de distancia captando su atención, ella esboza una sonrisa grande, se levanta y corre hacia mí con los brazos abiertos. Choca con mi cuerpo y me abraza muy fuerte, me gusta.
-“Amor ¿Porqué tardaste? Te estaba esperando hace 15 minutos estoy acá…”- Pará pará pará ¿amor me dijo? ¿A mí? ¿QUÉ?
-“Eh...Eh…Emm yo…”- Estoy en shock, la verdad es que no sé cómo reaccionar.
-“Yo sabía que te habías enojado por lo del otro día, pero sabía que no me ibas a dejar plantada ¿me perdonaste bebé?”- ¿Bebé? ¿Desde cuándo me dice bebé? ¿Por qué me enojé?
-“¿Enojado? ¿Yo?... ¿Julieta, amor? ¿Eh?”- De verdad estoy desorientado, pero no puedo pensar mucho más porque me da un beso dulce, apasionado, y alegre con una sonrisa entre medio.
-“Ya fue…no nos calentemos más por eso ¿sí?… ¿vamos a merendar mi amor?”-No me deja contestar porque tira de mi mano para llevarme con ella. Lo más raro es que por más confundido que esté, me gusta esto, me gusta la tranquilidad, Julieta me reconforta y yo…yo sólo sigo el juego…
*Fin de secuencia del sueño*
Poco a poco voy perdiendo consciencia, y mi mente se adormece más, estoy totalmente dormido y lo último que recuerdo somos Julieta y yo merendando en el parque. Aún así en un momento me pareció sentir un beso suave en los labios, y por su dulzor, sé que fue Julieta, la de la vida real.
Cazzu P.D.V
Tomás se durmió por fin, y yo que tengo el privilegio de verlo descansar entre mis brazos me quedo viéndolo en detalle, tiene rasguños en su ceja y nariz, su labio está lastimado también, pero no deja de verse bien. Su expresión relajada me transmite paz, veo sus ojeras me pregunto si realmente descansa cuando está sólo.
Se remueve un poco sobre mí, me sorprendo pero cuando veo que sonríe suavemente lo imito, me siento importante, como si fuera gracias a mi que sus tormentas al menos se apaciguan, es irónico porque no funciona conmigo misma, yo me auto boicoteo creándome angustias imaginarias, pero sin embargo para él parece que soy un tranquilizante, como si fuera tocar tierra firme luego de una turbulencia. “¿Acaso no es ese el efecto que Tomás tiene en mí?” Tengo tanto sueño que ya ni siquiera puedo discernir bien a quién se refieren mis pensamientos.
Pero antes de poder dormirme yo también lo escucho murmurar algo.
-“¿Qué Tomás?”-Le susurro, sólo está hablando dormido.
-“Julieta, amor…”-Pronuncia más claramente dejándome helada.
¿Amor? ¿Por qué me dijo amor? ¿Siquiera fue a mi quién me lo dijo? “¿se está curtiendo a otra Julieta pelotuda?” ¿Con qué estará soñando? ¿Por qué conmigo? Si no fuera porque de verdad estoy cansada y mi cerebro me repite que debí entender cualquier cosa, que nada que ver, me hubiera quedado sin dormir. Pero el agotamiento me gana y sólo me queda esperar a que despierte.

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