10. El valor del miedo
—Jay, para llevar esto pegado a la ceja prefiero que me la agujerees de verdad —masculló Jungkook toqueteándose la ceja derecha para desgracia de Jimin, que seguía el movimiento de su mano con pánico de que destrozase su obra maestra. De hecho, Jungkook hizo el amago de quitarse uno de los brillantes con forma de piercing falso que mi amigo le había colocado... y recibió un golpe en su mano.
—Me la suda lo que prefieras, JK, no lo llevas por estética.
—Ah, ¿no? —preguntó con una ceja alzada. La de las pegatinas, sí, por eso Jimin acercó su mano para apretar más los brillantes.
—Lo llevas para distraer —le explicó—. Que te sabes el plan de puta madre, pero no te sabes tan bien la preparación, ¿eh?
—Suga dijo tatuajes y...
—Y ya tienes, sí. Una desgracia, porque te los tenemos que tapar.
—Eh, no dijo nada de...
—Hazle caso, JK —susurró mi novio, que estaba observando algo en la pantalla del portátil de Tae—. Jay es experto en camuflaje, y si no nos han pillado en todo este tiempo es por sus trucos, así que... se hará lo que diga.
—Hombre, ¡gracias! Alguien que valora mi trabajo aquí. Que sin mí habría que ver el registro que tendría la poli de vuestras caras...
—Lo pillamos, ¿haces tu trabajo de verdad o vamos a salir tarde por la charlita? —le piqué, y yo esperaba que me mirase con odio, pero... lo hizo con una enorme sonrisa. Mal asunto.
—Podemos salir antes incluso, ¿no? Porque total, a ti ya te tienen...
—Cabrón...
—Seguramente no tengan su cara —matizó Yoongi—. Con su ADN pueden averiguar quién es, pero no hay registros de su apariencia. Así que tienes que hacer el trabajo igual.
—Era una bromita, jefe...
—Tampoco tendrían por qué saber quién es, ¿no? Por el ADN. Se supone que la poli solo te puede pillar así si tienes antecedentes. Gi no los tiene, ¿no? —preguntó Jungkook que, claro, debía de estar al tanto del motivo por el que le habíamos contratado.
—No los tiene, no —confirmó Yoongi—. Así que vamos a seguir protegiéndola para que no puedan dar con ella ni por casualidad, ¿entendido?
—Que sí, Suga, que era broma... Si Jungkookie deja de tocarme los cojones quitándose las pegatinas, me pondré con Gi.
—Te he dicho...
—Joder, Suga, tranqui que controlo; sé que no hay que llamarle Jungkookie en el banco, pero estamos en confianza... qué susceptibles nos hemos levantado hoy...
Susceptible o aterrorizado, yo veía más lo segundo en Yoongi. No porque quisiese enseñarlo, sino porque le conocía demasiado bien. Sabía que ese era un atraco sencillo y, normalmente, no estaba tan nervioso antes de un golpe así. Pero por fácil que fuera, no dejaba de ser el primer atraco después del incidente. El primero con Jungkook en el equipo. El primero... con mi ADN en manos de la policía.
Yoongi no mintió a Jungkook: yo no tenía antecedentes policiales. Sin embargo, tampoco le dijo toda la verdad, porque sí que había un modo de que diesen conmigo. Con mi nombre al menos, y si empezaban a tirar de los hilos que sabía que había sueltos... podían dar con todos. Y no estaba dispuesta a arrastrarlos. Por eso quería hacer todo esto rápido: conseguir el dinero y huir de Corea para siempre, como habíamos pensado.
—Gi, espero que estés vestida ya para ir más rápido mientras le termino de pintar la mano a JK —me avisó Jimin (más bien, amenazó).
—Muy experto en camuflaje y en detalles, pero ni me has mirado, ¿eh? Llevo un rato esperándote.
—Quieres pelea, ¿eh? Pues hoy no va a ser el día —dijo sin mirarme en absoluto, porque estaba echando potingues en la mano derecha de Jungkook, ante la cara de desagrado de este—. Ya nos lo reservamos para una de las clases de JK —siguió, diciendo con mucho énfasis su nombre en clave.
—Vale, cuando quieras —le reté. Y como sabía que era una broma... se rio mientras seguía camuflando a Jungkook todo lo posible.
Jimin era experto en maquillaje, camuflaje, falsificaciones... todas esas cosas orientadas al detalle. Si la policía no había podido hacer un retrato robot decente de ninguno de nosotros era por su trabajo. Y supongo que estaba tan acostumbrada a verme con mi disfraz de los atracos que me impresionó un poco ver cómo cambiaba mi nuevo compañero después de su labor.
Además del piercing falso de la ceja (que quedaba creíble), le había colocado otro en el labio, tapado los tatuajes visibles (en su mano) y retocado sus facciones con maquillaje. Sus ojos parecían más pequeños y alargados (algo que me hubiese parecido imposible), sus labios más llenos, su nariz más fina y su cara mucho más chupada. Así que... no, nadie sería capaz de poder dar una descripción detallada de Jungkook y acertar porque simplemente... no parecía el mismo.
—Impresionante, ¿eh? —me preguntó mi amigo, admirando también su obra mientras el aludido jugueteaba con el piercing de su labio. No parecía poder estarse quieto, pero al menos a Jimin no le molestaba que se tocase ese.
—No parece él.
—Esa es la idea. ¿Nunca te has mirado al espejo después de que te maquille a ti?
—Sí, pero supongo que me he acostumbrado —confesé—. La Gi que sale ahí fuera no es la misma que soy.
—Anda, ¡no me había dado cuenta! Pero oye, si quieres ser la misma solo tienes que decírmelo y te hago el tatuaje de verdad.
—¿Tatúas? —le preguntó Jungkook, más intrigado por eso que por el hecho de que ahora pareciese una persona completamente diferente.
—Hago de todo, Jungkookie. ¿Quieres tatuajes nuevos o algo?
—Pues... sí. Había pensado en ir a un estudio de tatuajes o algo, pero no sabía si...
—Son ilegales de todos modos, nos guardan los secretos —le confesó mientras rebuscaba en el maletín que tenía para su maquillaje y sus cosas. Cuando dio con lo que buscaba (el tatuaje con forma de mariposa que siempre me colocaba en el cuello), lo alzó y vino hacia mí. Estiré mi cuello a un lado para que me lo colocara.
—Aun así...
—Ya lo digo yo por ti, Suga: «aun así no debemos arriesgarnos», ¿verdad? —preguntó mirando a mi novio, que asintió con pesadez. Seguía nervioso—. Pues eso, que si quieres un tatuaje yo te lo hago.
—¿Tienes experiencia?
—Tendrás que fiarte de mí, Jungkookie. Mírate en el espejo a ver si crees que puedo hacerlo bien o no.
El aludido le hizo caso y sus ojos se abrieron más de la cuenta cuando vio su reflejo. Giró la cabeza a un lado y a otro...
—No parezco yo.
—Esa es la idea, si es que ya lo he dicho antes.
—Me gustan los piercings.
—Pues son solo para los atracos, campeón —le dijo mi amigo, que seguía trabajando en mi cuello con cuidado. Era un tatuaje de pega normal y corriente, pero Jimin tenía calculado perfectamente el lugar y la posición para que no quedase raro de un atraco a otro—. Si te los haces de verdad, podrían identificarte rápidamente por la calle y no queremos eso.
—Podría llevar mascarilla.
—Cuando acabemos con esto te los hago yo mismo si quieres, pero de momento... te tocan las pegatinas. Tómatelo como parte del trabajo, porque es eso lo que es.
—Ya, entiendo...
—¿Te sabes el resto? —preguntó Yoongi, que se levantó del sofá al ver que Jimin estaba ya quitándome el papel del cuello. Tenía ya tan interiorizado mi maquillaje que no tardaría más que un par de minutos en terminar. Luego me pondría la peluca roja y estaría lista.
—Claro. Gi se baja tres pasos de cebra antes del banco; yo dos en la dirección contraria. Tengo que entrar treinta segundos exactos después que ella y, cuando me haga la señal, estar pendiente de todos los rehenes. Si es posible, no alarmamos a los rehenes. Si el cajero se asusta y alerta a los demás, actúo rápido: contra la pared, cacheos y me quedo con todas las pertenencias. Gi puede pedir rehenes para terminar de meter el dinero en las bolsas, escojo a los más asustadizos. Tiempo total: quince minutos —recitó como un loro, y Yoongi asintió.
—Bien. V y yo vamos saliendo. Hope está ya con el coche abajo y todo listo, así que en cuanto Gi esté lista... empezamos.
—Gi, ¿en cuánto llegas? Jay, tienes que ir saliendo.
—Treinta segundos —murmuré mientras seguía el camino que me conduciría a la puerta del banco. Solo me quedaba un paso de cebra regulado por un semáforo que estaba en verde. Ralenticé el paso por si acaso.
—Frena un poco, Gi. Jay sigue dentro.
—Ansiosos, que sois unos ansiosos. Ya está listo. Gi, acelera y esas cosas —respondió el aludido al segundo, así que le hice caso y crucé.
—¿Lo has conseguido?
—Claro. El banco está hasta arriba, normalmente trabajamos con menos gente, ¿pongo en marcha el plan de emergencia?
—Adelante —confirmó Yoongi y unos segundos después... abrí la puerta.
Jimin tenía razón: el banco estaba muy lleno. Normalmente no trabajábamos con más de quince rehenes, y había por lo menos veintitrés. Quince era una cifra bastante alta, sobre todo teniendo en cuenta que era solo uno el encargado de tenerlos a todos controlados. Por eso no solíamos arriesgarnos tanto casi nunca. Veintitrés era prácticamente un suicidio, más aún sabiendo que era el primer atraco de Jungkook.
Sin embargo, esta no era la primera vez que nos encontrábamos con un banco demasiado lleno. Aunque normalmente Yoongi analizaba con precisión la afluencia de cada día de la semana y hora, escogiendo la más indicada, a veces fallaba. Y dado que en este golpe no habíamos planificado tanto, era lógico que nos hubiésemos encontrado con el primer revés nada más entrar. Por suerte, estábamos preparados para ese tipo de situaciones.
Ya estaba dentro del banco y me había situado tras el último hombre de la fila que había frente a la caja principal cuando la alarma de un coche convirtió el ruido de conversaciones, papeleo y maquinaria del banco en sonido de fondo. Uno tan, tan insignificante que el motivo por el que aquellas personas estaban en el banco también dejó de tener importancia; al menos, no tenía tanta como que les pudieran haber robado el coche.
La estrategia de Jimin siempre funcionaba porque la gente acudía al banco con prisas, dejando el coche en doble fila y manteniendo parte de sus sentidos en el exterior por el temor a una posible multa. Un posible robo era mucho peor escenario que gastar unos cuantos cientos de wones en una sanción, así que no me extrañó que un total de nueve individuos (seis en la cola que yo cerraba, tres que esperaban en las mesas de consultas especializadas) salieran a comprobar el estado de sus vehículos. Y justo en medio de ese caos, fue cuando Jungkook entró en el banco.
No necesitó indicaciones para colocarse detrás de mí en la fila, ni le hizo falta una señal, aunque mi pie tamborileó ocho veces contra las baldosas. Simplemente, cuando me acerqué al mostrador, supe que estaba preparado.
No hubo grito de aviso de atraco, ni nada que alertase a la cajera cuando le pedí ayuda urgente. Y supongo que tuve algo de suerte cuando, al ver el cañón de la pistola que empuñaba, su cara se puso blanca y sus movimientos se volvieron errantes. O eso creí hasta que noté que sus manos, lejos de temblar de puro nerviosismo... buscaban engañarme.
—S-si espera un m-momentito, señorita...
—No tengo un momentito —murmuré con firmeza, sujetando del mismo modo el arma, apuntando ahora a la mano que sabía que iba directa al teléfono—. Si pudiera atenderme ahora mismo estaría realmente...
—¡UN ARMA! ¡TIENE UN ARMA!
«Mierda».
Lo malo de los atracos es que, por mucha planificación que hubiese, por miles y miles de planes a, b e incluso z que tuviésemos en la recámara, siempre había un montón de factores externos que podían torcer incluso más la situación.
Himchan era un alborotador y, aunque no nos gustasen demasiado sus métodos, su modo de anunciar el atraco nos daba a nosotros una ventaja por encima de los rehenes: éramos los que teníamos la sartén por el mango. Sin embargo, si eran ellos los encargados de advertir el peligro... teníamos que estar muy atentos para no fallar.
Jungkook lo estuvo. El grito del hombre se vio acallado enseguida y coreado por un montón de jadeos y exclamaciones ahogadas.
—Todos contra la pared. Rápido. Y quiero que dejéis aquí delante todas vuestras pertenencias. Os serán devueltas en cuanto acabemos aquí.
Apremié a la cajera moviendo la pistola hacia un lado, y ella tragó saliva antes de salir tras el mostrador.
No fue necesario apretar el cañón contra su espalda para que me llevase hasta la caja fuerte, ni siquiera puso excusas antes de llegar a la puerta. Quizá sabía que habíamos sorteado la seguridad. Quizá por eso cuando volví a meterle prisa, apuntándole todavía con la pistola, simplemente tiró de la barra y abrió la caja.
Tenía miedo. Lo noté en el modo en el que sus dedos temblaban al agarrar la bolsa que le lancé y en cómo se aferraba con fuerza a los fajos de billetes. Y aun así, también noté la valentía que tiene alguien que no quiere mostrar que está cagada de miedo. La conocía bien, y por eso sabía que no te hacía más eficaz.
Miré mi reloj: ocho minutos. Íbamos bien de tiempo, pero prefería salir antes que en el último atraco. Por eso hablé:
—JK, necesito refuerzos.
—P-puedo ir m-más rápido pero n-no me mates. T-tengo un niño p-pequeño...
—Shhh —la acallé, alzando el arma de nuevo—. No voy a matarte, así que mete billetes más rápido.
—P-pero...
—Van a venir dos rehenes para ayudarte a guardar el dinero, solo eso.
La mujer asintió, tragó saliva y volvió a concentrarse en los billetes. Parecía que iba más rápido que antes, pero de cualquier modo la ayuda no venía mal.
A los pocos segundos llegaron dos rehenes con la misma pinta de asustados que la mujer a la que tenía encañonada. Dóciles y dispuestos a ayudar, porque cogieron sin dudar las bolsas que les tendí y se pusieron a llenarlas con manos temblorosas.
Jimin no nos ayudó a conseguir que los demás rehenes fueran más rápido, pero la cajera y el mínimo atisbo de confianza que había logrado ayudaron a que los hombres fueran más rápido en su tarea.
Dos minutos.
Lancé una última bolsa a la mujer, que ya había rellenado una completa, y yo misma me uní a ellos para meter los últimos fajos en el bolso que cargaba.
—Gi, ¿cuánto queda? —me preguntó Yoongi.
—Dame veinte segundos.
Los rehenes no se movieron aunque no les apuntase con el arma. Sujetaron las bolsas y, cuando se lo indiqué, deshicieron sus pasos hasta la entrada del banco. Jungkook ya estaba preparado, con todas las demás personas acorraladas contra la pared, con las manos en alto y una montaña de objetos personales justo frente a él. Cogió sin esfuerzo las bolsas que acabábamos de llenar mientras yo apuntaba al resto de personas del banco. Aunque no me hizo falta cubrirle mucho tiempo, porque enseguida levantó su arma y me hizo un gesto con su cabeza en dirección a la puerta.
—Tú primero, te cubro.
Quizá no debería haberlo hecho. Al menos, no si quería seguir con el plan que habíamos trazado. No sabía a ciencia cierta cuánto dinero habría en las bolsas porque, aunque nos hacíamos una idea de la cantidad del banco y de la que podían albergar las bolsas, variaba de un atraco a otro. Sin embargo, quise pensar que un fajo no sería una diferencia muy grande para nosotros, pero quizá sí que lo sería para ella. Por eso cuando pasé al lado de la cajera, que se disponía a ir en fila junto al resto de rehenes, dejé caer un fajo a sus pies... y guiñé un ojo. El resto estaban tan centrados en el cañón de la pistola y el momento en el que pudieran ir a por sus pertenencias que ni siquiera se dieron cuenta del dinero que manchaba el blanco impoluto del suelo.
Lo último que vi antes de salir del banco fueron sus manos recogerlo cuando se agachó para unirse al resto. Y tal y como Jungkook prometió, cubrió mis espaldas hasta el mismísimo momento en el que, una vez montados en la furgoneta, arrancamos. Con cuatro bolsas llenas de dinero, ni una gota de sangre fuera de su sitio y un integrante nuevo que había conseguido que la primera parte del plan saliera bien.
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Jelouuu
Actualización tardía porque se me hacía feo no subir otra semana y no tenía capítulo corregido con antelación, pero ha llegaaado. Ha sido el primer atraquito del JK, ¿qué pensáis? ¿Ha salido todo tan bien como parece? ¿Premoniciones de futuro? ¿Cualquier cosa que queráis comentar? Aquí estoy para leeros.
Informo por aquí también de una cosita que dejé caer más o menos en mi tablero, pero no sé muy bien cuándo voy a poder actualizar en general en Wattpad. He empezado a trabajar y ahora tengo varias obligaciones que me dejan con muy poco tiempo libre, así que no sé ni siquiera cuándo podré sacar tiempo para escribir. Avisaré de todos modos por el tablero por si empiezo a actualizar sin fecha fija, pero no voy a dejar de publicar por el momento don't you worry.
Y no doy más la chapa, pasad buena semanita.
¡Os leo!
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