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9. Flores.

Hi~ Luego de un día de desarrollo de personaje demasiado innecesario y extra por fin puedo subir el capítulo que nos antecede a la catástrofe, lo unico que puedo advertirles en relación a Ibe es que él está fuera de todo esto, para él Ash se ve como el heredero de la mafia de Golzine, no como el Ash de Eiji, así que acuérdense no más.

¡Mil gracias por leer!

Eiji baja la cabeza, el collar le pica contra el cuello, está seguro de que a estas alturas se le tuvo que haber infectado el sarpullido, más ¿tiene sentido preocuparse? No se lo sacará, sus manos se tensan alrededor de la taza de té, es matcha, Ibe solía quejarse de que su madre era la única que sabía prepararlo cómo correspondía sin quemar las hojas ni endulzarlo demasiado, es raro sentarse a beber con un amigo cómo si el tiempo no hubiera pasado. Pero. Pero. Pero. Eiji se ve a través de la espuma moteada y no se reconoce, le da vergüenza topárselo luego de sobrevivir semejantes transgresiones ¿y si se entera de que no luchó y se quedó quieto?, ¿y si es tan obvia la suciedad impregnada a su piel que le da asco?, ¿y si concluye que perdió todo derecho a ser un humano?

Es que así se siente, como si lo hubieran despojado de su valor pero era más llevadero con Ash.

Porque con Ash no debía pensarlo.

—Estás vivo. —Ibe es el primero en romper el silencio, todavía lo mira como si estuviera en una sesión espiritista y lo contactara del más allá a pesar de estar en una cafetería—. Tu madre...

—¿Ella está bien?

—Dentro de lo que se puede. —Ibe se golpea las mejillas, intentando espabilarse y mantenerse entre las risueñas risas de los comensales y el agradable clima primaveral—. Ella sabía que yo estaba en América por cuestiones laborales, apenas te llevaron me llamó, me rogó para que le diera el aviso a la policía sobre tu secuestro y la ayudara a buscarte para volver a casa.

—No te correspondía esa carga. —Lo lamento.

—Y por supuesto di aviso pero Charlie me explicó que la policía no puede irrumpir en los planes de la mafia. —Ríe—. No tienes idea del espectáculo que armé, incluso pasé una noche vigilado en prisión porque me indigné y no pude contenerme así que arremetí contra todos, me conoces y sabes que no soy violento pero simplemente no pude tolerar una respuesta tan mediocre, ¿el sueño americano? ¡Por favor! Eras un niño de apenas 20 años y el sistema te desamparó.

—Ibe-san... —Entonces Eiji se levanta de la mesa para tomarlo del hombro—. Estoy agradecido de que lo hayas intentado, así que está bien. Hiciste todo lo que pudiste.

—Lo siento. —No obstante—. Lo siento tanto, Ei-chan. —El adulto está llorando desconsolado.

Y Eiji no puede hacer nada más que dejarlo.

Es extraño, conoció a Ibe ya que lo miró en un campeonato en la televisión y quedó embelesado con la expresión que puso cuando voló, eso lo motivó a visitar Izumo e insistirle en protagonizar una sesión de fotografía, siendo franco no lo entendió, ni siquiera había ganado la competencia y si saltaba era para enorgullecer a su mamá, veía lo mucho que ella se esforzaba, sin embargo, poco le llevó sopesar qué Ibe no se rendía cuando se encaprichaba, así que terminó en su casa, terminó haciéndose amigo de la familia, terminó siendo su amigo y lo más próximo que tendría a un padre (del suyo no sabía nada), tenían planes de visitar juntos América cuando acabara el primer semestre de la universidad. Tenía futuro. Sueños. Esperanza.

Pero la vida es una ruleta rusa y las fichas son teñidas por inocentes, le da un poco de risa verlo llorar tan desolado, impresiona más culpable que su propio papá por no haberlo salvado. Vaya.

—Está bien, Ibe-san. —Así que debe decirlo ya que alguien debe ser el fuerte, es impresionante cómo el estrés lo ha deteriorado tanto, debió esforzarse mucho al buscarlo. Gracias, en verdad.

—No está bien, Ei-chan. —El adulto se limpia la cara con brusquedad, sus dedos perfectos con los que solía sacar fotografías maravillosas yacen arrugados y chuecos, tiene la piel tan reseca que si lo mira con atención puede apreciar a las capas desprendiéndose, hay unas ojeras grises ensombreciendo su mirada y luce con menos cabello, en verdad le afectó—. Les fallé.

—No era tu responsabilidad salvarme, mi madre no debió pedirte nada, es decir... —Sonríe con tristeza—. Incluso un ignorante como yo comprende que no había nada que hacer contra gente tan poderosa. Me da un poco de risa ahora, pensar en todas esas veces que me pregunté cómo sería conocer a mi papá para que fuera un cobarde, ¿al menos sigue vivo?

—Está muerto, Charlie me lo confirmó.

—Lo suponía. —Baja su mirada hacia el té y aprieta con más fuerza la taza—. Escuché que Dino no perdonó a ninguno de los Yakuza, no sé si eso sea bueno o malo, habían hombres muy malos ahí dentro, pero también habían hombres con mala suerte como mi papá.

—¿Era doctor?, ¿qué hacía metido ahí?, ¿por qué diablos te metió a ti ahí? —Sangre en su voz.

—Eso escuché. —No sabe más detalles y ya nunca los sabrá—. También escuché que más allá del rango todos los que entran a los Yakuza entran con su familia, mamá dice que él tenía serios problemas con el alcohol y el dinero, asumo que se metió y nos metió ahí para saldar su deuda.

—Pero no así. —La voz de Ibe se endurece—. No a costa tuya. —Eiji lo ve y es hilarante que solo hayan pasado dos o tres años desde que se conocen y hayan cambiado tanto, supone que todo ese tiempo de ausencia mantuvo una percepción inmutable del adulto, que lo remece apreciar que el mundo siguió corriendo con o sin él ¿su hermanita estará más alta?, ¿su madre parecerá tan cansada como Ibe?, ¿su abuela seguirá viva?—. ¿Cómo estás? Es tonto preguntarlo y lo sé.

—He estado bien. —Independiente de la respuesta, ya no puede volver a su normalidad, quedó atrapado en medio del fuego con el casco de alguien más—. Las cosas no han sido tan terribles desde que Ash me acogió bajo su ala, él es diferente a los otros Golzine.

—¿Ash Lynx? —Palidece—. ¿El lince de Nueva York?

—Sí.

—No puedes quedarte con ese chico. —Ibe declara con tal seriedad y apatía que le pone la piel de gallina—. Todas las noches sale en las noticias, él es un asesino con una reputación temida.

—Él no es así. —¿No lo es?, ¿qué tanto sabe de Ash además de que todas las noches llega con las ropas ensangrentadas y debe curarlo?—. Ash ha sido amable conmigo.

—¿Amable? —Ríe, descolocado—. No puedes estar hablando en serio.

—¡Es verdad! Ash es amable, se preocupa por mí.

—¿Hasta cuándo?, ¿hasta que se aburra igual que Arthur? —Eiji sostiene el collar como si fuera un crucifijo y estuviera rezando una plegaria, de pronto la cotidianidad del café se siente lejana y ajena, como si estuviera viendo la escena de una película o estuviera metido en un libro en el papel de un extra.

—Él no es Arthur. —Un ruego. Un deseo. Una súplica—. Él no me tirará porque se canse. —Pero, ¿qué responsabilidad tiene Ash con él? Lo recogió como un perro abandonado, más, ¿cómo va a reaccionar cuando se entere de que le sigue perteneciendo a su viejo amo? Ash odia más que nada a su hermano y si él aún está relacionado... Eiji contiene una arcada contra el dorso de su mano, la bilis le quema la garganta como ácido corrosivo, no puede hablar.

—Sé que hay forma de sacarte de ahí. —Ibe suena desesperado, igual que una mamá que ladra y ladra rogando que no le arrebaten a sus cachorritos—. Tenme paciencia y hablaré con Charlie o con Jenkins.

—No servirá de nada, fui un obsequio. Es un acuerdo entre mafias.

—Tú no incumpliste el acuerdo, Arthur te dejó voluntariamente, salió en las noticias ¿cierto? Él te dejó y como ya no te quiere tu libertad debería volver a ser tuya, además, estás muerto.

—Por eso parecías haber visto a un fantasma. —Dice para sí mismo, es agridulce, su muerte le ha dado más libertades y limitaciones que nunca, pero al final no está en el mapa excepto para quienes lo conocen en persona y eso tampoco es vida, es una jaula—. Aun así, no puedo volver.

—¡¿Por qué?!, ¿por qué no puedes volver?

—¡Porque no puedo dejarlo! No puedo hacerle eso a Ash.

—¿Te tiene amenazado?

—¿Qué? ¡No! —Eiji retrocede—. Ash no me haría eso, él tomó la responsabilidad por mí a pesar de los riesgos que acogerme implicaba, no puedo pagarle con ingratitud, no puedo irme.

—¡Es un asesino!

—¡No lo conoces!

—Ei-chan. —Ibe le aprieta las manos con seriedad—. Me da terror que hayas pasado cosas tan malas que ahora estés idealizando una pizca de bondad que te están entregando, estoy seguro de que normalizaste muchas cosas que antes te habrían horrorizado porque era la única forma de sobrevivir pero míralo desde afuera, Ash Lynx es un asesino, es el futuro jefe de la mafia más grande y peligrosa que existe, es dueño de prostíbulos, está acusado por distribuir droga en los barrios más bajos y por trata de blancas. Esa no es una buena persona.

—Lo sé, pero... —¿Cómo debe tomarlo? Esta es como una bofetada de realidad que le recuerda que en su día a día no habían ni siquiera armas, ¿qué es esto?, ¿dónde diablos está?—. Aunque quisiera no podría volver, ellos me despojaron de esa posibilidad, ya no encajo con ustedes.

—¿A qué te refieres?

—Los Golzine también tienen fama por realizar experimentos en humanos ¿no es verdad? —El adulto se cubre la boca horrorizado, Eiji agradece que Ash les haya dado privacidad y los dejara a solas en el café porque eso no es sencillo de aceptar, no obstante, no por llorar algo cambiará y lo sabe, realmente lo sabe, Arthur se lo repitió una y otra vez. Es doloroso. Quiere gritar. Quiere arrancarse la cabeza para que se calle el puto dolor. Pero no se calla—. Ya no soy normal.

—Ei-chan. —Jamás se calla—. Dios...

—Así que no puedo volver nunca con okaa-san. —La boca le tiembla, el corazón le punza como si lo estuvieran estrujando igual que una pelota antiestrés ¿cuánto aguantará antes de estallar? ¡Ha estado manejándolo bien! Ha estado haciendo la vista gorda quitándole seriedad al trauma porque abrirlo será ver una pornografía de la tortura protagonizada por él una y otra vez—. Y por eso tampoco puedo volver contigo, debo elegir el menor de los males.

—¿Y Ash Lynx es el menor de los males?

—No sé. —Tensa los puños sobre sus rodillas—. Espero que sí.

—Ei-chan. —Ibe le extiende una servilleta—. Acéptala, por favor.

—¿Por qué la necesitaría?

—Porque estás llorando. —Eiji se lleva las palmas hacia la cara, está mojada, fría y desarmada, siente a sus ojos atiborrarse con la pena, entonces solo se rompe la puerta y todo sale de golpe.

El horror. La tortura. La sangre. El abuso. La violencia. Las palabras. Los toques. El despojo. Las humillaciones. Los golpes. Las marcas. El sadismo. Las burlas. Ser arrendado. Ser usado como un trozo de carne. Ser inyectado como un ratón. Ser forzado a ver horrores grotescos. Todo llega en una bofetada cruel y lo único que logra hacer es llorar, no tuvo el espacio para hacerlo antes.

Así que llora. Llora. Y llora.

Simplemente llora porque todo esto es una mierda injusta ¿por qué debe pagar por las terribles decisiones de un papá que ni siquiera conoció?, ¿por qué debe despojarse de su dignidad solo porque Arthur se encaprichó con él?, ¿por qué tuvo que olvidarse de que era valioso por el mero hecho de ser humano? Él tenía sueños antes de esto, quería saltar, estaba estudiando para así poder llegar a las olimpiadas, quizás no era el hijo más espectacular del mundo ni el estudiante más destacado pero era un niño bueno, ¡era un niño jodidamente bueno e igual le pasó! Pero a los sujetos como Arthur o Dino no les pasa nada aunque sean malos.

¿Entonces cuál es el sentido de ser bueno si...? Ni siquiera se reconoce en esos pensamientos.

—Me quitaron mi vida. —Apenas se le entienden las palabras por lo desgarrador del llanto, pero no puede frenarse, se rompió el grifo, las lágrimas no pararán, no se corta la sangre—. Ellos me quitaron mi vida y ya nunca volverá, me hicieron ver cosas... el olor, Ibe-san, hay olores que aún me atormentan en las pesadillas y ni siquiera me reconozco, hay marcas que no sé cuándo me las hicieron pero están ahí y a veces estoy tan asustado que no sé quién diablos soy.

—Ei-chan. —Ibe no espera más, se para corriendo de la silla para abrazarlo y contenerlo como puede—. Estoy acá, tranquilo.

—Tuve que aprender a ser de cierta forma con Arthur. —Eiji incrusta sus uñas en los brazos del adulto, hace tanto que no lo tocan así que le da pena no saber cómo reaccionar—. Se me olvida cuál en verdad soy yo, no recuerdo cómo era sin... es como si este trauma siempre hubiera sido parte de mí, sé que no lo era, no pudo haberlo sido. Es tan triste no recordar los momentos que me hicieron más feliz y entonces me pregunto, Ash dijo que me salvó por qué quería vivir, ¿pero lo quería?, ¿realmente fue lo mejor?

—No digas eso. —Ibe lo aprieta con más fuerza—. Estás vivo, eso es lo más importante.

—¿Y acaso esto es mejor que la muerte?

Shh. —La calma voz de Ibe lo envuelve como una manta—. No tienes que resolverlo acá pero puedes sacarlo, te hará mal guardarte todo eso, así que por favor, sácalo conmigo.

—Ibe-san.

—No te volveré a dejar solo, estoy acá.

Eiji se aferra con fuerza al adulto hasta desmoronarse, grita hasta quedar sin voz, llora al punto de que no salen más lágrimas, se desarma hasta que no puede respirar. Porque su vida. La vida que armó y construyó con tanto cariño. Su pequeña vida. Ellos simplemente la tomaron. Arthur y Dino la cogieron y la tiraron como si fuera un trapo asqueroso. Y sí. Tal vez era una vida sencilla y chiquitita donde no pasaba nada extraordinario. Pero era suya. Era la única que tenía.

Era suya y se la robaron.

⊱✿⊰

—¿Te fue bien con Ibe?

Mhm.

La mirada de Ash es un bricolaje de preocupación y miedo que se encuentra entre telarañas de lo que pretende ser cariño, están caminando de regreso a casa, Ibe le pasó su número y lo dejó ir con la promesa de que se volverían a reunir cuando tuvieran el caso más resuelto, más, dicha posibilidad se siente tan surreal, quizás antes se habría esperanzado cuando nunca había visto una pistola de verdad porque en-Japón-estaban-prohibidas, sin embargo, ahora está resignado a sobrevivir, a veces se cuestiona si vale la pena, luego de llorar y aceptar las atrocidades a las que lo sometieron teme que carece de respuesta.

—Tus ojos están rojos. —Ash casi luce normal con su camiseta blanca y los jeans rasgados, es guapo sin duda, en otras circunstancias habría sido muy fácil enamorarse, más Ibe tiene razón.

—El reencuentro me puso sensible. —¿Qué tanto sabe de Ash Lynx? Es un asesino, hace meses le habría parecido horrible e incluso fantasioso puesto que son de ese tipo de cosas que sabes que existen, pero están tan lejanas que no se sienten reales—. Me hizo bien verlo.

—¿Un familiar tuyo?

—Un amigo.

—Ah. —Ash se rasca la nuca, incómodo—. Él podría visitarte si así lo quieres, ¿sabes? También es tu casa así que puedes invitar a quien quieras.

—¿Es mi casa? —Eiji se encuentra totalmente ido, se acuna a sí mismo necesitado de un ancla.

—¿A qué te refieres? —Ash impresiona no entender y no puede culparlo, ¿qué debe creer sobre él? Ibe tiene razón, seguramente lo está mirando con lentes rosas porque es su salvador y hace caso omiso de sus atrocidades, una vida es una vida. No puede darle valor según conveniencia. No es comparable—. Claro que es tu casa, hasta dibujaste esos pajarracos feos que amas.

—Ah, sí.

—¿Te pasa algo? Te noto apagado.

—No es nada. —Y más considerando que perfectamente podría haberlo matado si Arthur no lo hubiera abandonado ¿qué lo hace distinto a esas otras víctimas?, ¿qué lo hace más merecedor que los cadáveres que ha dejado? Le da risa, sin importar cuánto lo racionalice y lo piense, este chico no puede darle miedo, ¿por qué? Sería más fácil si lo hiciera—. Estoy bien, en serio.

—Eiji. —Ash lo toca de la espalda y él le pega un manotazo para que lo suelte, solo fue un reflejo para protegerse y no obstante, el imponente lince parece a punto de romper en llanto, lo ve casi como si lo estuviera apuñalando por la espalda, ¿por qué pone esa cara?

—P-Perdón. —Eiji baja la cabeza—. No quise reaccionar así.

—No. —Ash luce mil veces más herido—. Fue mi culpa por asumir que estabas cómodo, nunca te pregunté si estaba bien tener contacto físico.

—¿Y acaso tengo derecho a negarme?

—¿Eh?

—Mira la situación real, Ash. —La desesperación le anuda la voz—. No soy diferente a un rehén.

—Pero yo no te tengo de rehén.

—¡Pero yo no puedo irme a ninguna otra parte y eso...!

Shh.

Ash lo mete a un callejón y lo estampa contra la pared, le cubre la boca con su palma y lo oculta bajo su cuerpo, actúa como si fuera un escudo observando las afueras de Downtown, escucha los cuchicheos de voces que son demasiado familiares, los estaban siguiendo, sin embargo, a juzgar por las reacciones tan calmas de sus perpetradores no los alcanzaron a ver, ja, lo último que necesita es que Arthur sepa que sigue con vida, así que agradece que no sea el caso.

—Perdón, esto debe ser incómodo para ti. —Ash susurra y ahí él comprende lo verdaderamente cerca que lo tiene, está tan encima que puede sentir cómo su aliento cosquillea sobre su boca y eso le agita la respiración, de pronto se torna demasiado consciente del toque—. No les daré la chance de hacerte daño, tranquilo.

—A-Ash.

—Estás a salvo a mi lado, lo prometo.

El nombrado le quita la palma de la boca, está totalmente concentrado en no ser vistos, lo mira palpar el elástico de sus jeans en busca de su arma, no parece necesaria, más, el lince no baja la guardia hasta estar completamente seguro de que se han ido. Y solo ahí. Eiji alza la vista para encontrarse con una expresión de pura desesperación y eso hace que le duela el corazón, si lo trata de esta manera se creerá más especial de lo que es y entonces... pero Ibe tiene razón, Ash tiene el derecho de aburrirse y tirarlo, ¿qué será de Eiji entonces?

—¿Estás bien? —Que lo acune de las mejillas tan amorosamente es peor—. Lo siento, te toqué.

—No me molesta que lo hagas, puedes tocarme.

—Pero me apartaste.

—Eso es porque estaba alterado. —No miente—. No quise reaccionar así, pero también soy un humano, no siempre estoy disponible para anteponer las necesidades de otros o preocuparme de sus reacciones, las mías también me consumen y no puedo evitarlo.

—Nunca te pedí eso. —Su voz es suave y dulce en contraste a sus palabras—. Nunca te pediría algo así, sé que eres una persona, yo tampoco reaccioné bien. Lo lamento.

—Ash. —Eiji encoge los puños contra el pecho del nombrado, está tan nervioso que las piernas le tiemblan y el corazón le late erráticamente en un frenesí, puede sentir al suéter tensarse para luego aflojarse contra su torso igual que una camisa de fuerza—. ¿Por qué estoy a tu lado?

—¿No quieres estar ahí?

—No quise decir eso. —Eiji se encoge un poco más—. Pero no entiendo por qué tú me querrías.

—Eiji.

—¿No tendrías menos problemas si simplemente me dejaras? No te puedo ayudar en nada, ni siquiera soy capaz de aceptar el mundo en donde estoy, a veces eso se siente muy pesado, no puedo darte esas cosas que perdiste, no puedo traerlas de vuelta, pero tampoco puedo ser un cómplice en este mundo porque no sé defenderme, nunca aprendí a usar un arma y...

—Eiji. —Ash lo acuna con ternura de la cara, se arrodilla como signo de sumisión para que mire el valor que le da a su existencia—. No te tengo a mi lado porque espere algo a cambio y siendo franco no soportaría tenerte en el frente de batalla, tampoco espero que juegues a la casita, sé que estamos en una situación delicada, sé que hay cosas que soy y que he hecho... tengo claro que no soy bueno para ti, probablemente para nadie, pero te quiero a mi lado.

—Ash.

—¿Acaso eso no es suficiente? —Sus ojos verdes relumbran con un sentimiento que si bien, le es imposible de descifrar remece su mundo entero. Nunca nadie lo ha visto así. Tan anhelante. Tan amoroso. Tan intenso—. Porque eso es suficiente para mí.

—Lo siento, no sé qué pasa conmigo hoy. —Eiji se limpia el llanto antes de que vuelva a escapar sin su consentimiento—. Creo que ver a Ibe me hizo darme cuenta de la situación en la que de verdad estoy y sé que es tonto, llevo más de un año con los Golzine, pero no lo había procesado.

—Uno nunca termina de procesar esas cosas. —Ash es suave, comprensivo, es amable y ruega para que dure—. Desearía tener palabras de consuelo, desearía poder hacerte sentir mejor.

—No. —Ash no lo toca ni lo abraza, luego de su reacción debe sentirse sin derecho a hacerlo y no lo culpa, él tampoco sabe si soportaría una caricia tan gentil en un estado emocionalmente deplorable—. Esto es más que suficiente, de verdad.

⊱✿⊰

Eiji se tumba en la cama de espaldas, la cabeza le duele, el corazón le punza, los ojos le hierven y sus músculos se han visto reducidos a una plasta débil, tiene demasiadas cosas para pensar, pero ¿acaso cambiará algo por pensarlas? El piso es endeble y su autonomía es delicada, ni él entiende su condición, cada día está peor y romper la burbuja de disociación de traumas no es de ayuda, lo mejor será tomar una larga siesta y olvidarlo todo por mientras.

Se da vueltas entre las frazadas, no se ha cambiado la ropa y no obstante, la fragancia del lince impregnada en la almohada es tan plácida que no se quiere levantar ¿qué debe creer de él? No puede hacer vista ciega, es un criminal, un mafioso, un Golzine y al mismo tiempo a veces tiene esa clase de miradas donde lo hace sentir que hay algo. Debe ser su imaginación, se dice. Debe estar confundiendo su amabilidad.

Pero al menos...

—El Ash que conozco es bueno.

Suspira.

No sabe qué pensar.

Toc, toc.

—Es redundante que toques la puerta si vas a decirlo también ¿sabes? —A Eiji le da risa cuando toma esta actitud tan aniñada—. Además es tu cuarto también, no necesitas pedirme permiso.

—Sí pero te veías agotado cuando llegaste. —Ash es un caballero, qué maravilla—. ¿Me puedes mirar por un segundo, Eiji? —El japonés se levanta de la cama para encontrarse con...

—¿Flores? —Un extraordinario ramo de girasoles es acunado entre los brazos de Ash, quien lo mira, analizando que su respuesta sea positiva antes de incorporarse a la habitación y sentarse a su lado en la cama.

—Son girasoles. —Le explica, impresiona ávido, lo que es ridículo, Ash debe ir coleccionando corazones como si fueran baratijas—. Le contaste a Skip que eran tus favoritas ¿no es así?

—Sí. —Eiji las recibe, atónito—. Lo son.

—Quería flores que te evocaran a tu hogar, pero entonces me di cuenta de que no sé en realidad de dónde eres. —Sus ojos verdes se clavan con melancolía entre los brillantes pétalos dorados y los firmes tallos—. No sé nada sobre ti y quiero saberlo ¿soy codicioso?

—Ash.

—Por supuesto que lo soy. —Dice para sí mismo—. Quería también decirte que no debes sentir obligación alguna conmigo, no me correspondas sino es honestamente.

—¿Cómo? —Eiji parpadea, siente la cara arder, su corazón es un mirlo en pleno aleteo, se tiene que aferrar al ramo para mantenerse en la conversación, huele bien, es deslumbrante, es lindo, es un gesto que nadie nunca tuvo con él, ni siquiera en Japón—. ¿A qué te refieres?

—Si yo quiero tocarte o salir o hablar o lo que sea contigo y tú no quieres, no te sientas obligado a hacerlo, sé que es tonto porque tú mismo me dijiste que te sientes como un rehén, pero... me dolería mucho si aceptaras algo obligado. Me gusta ser tu amigo y no quiero arruinar lo nuestro.

—Ash. —Eiji quiere tocarlo y arreglar las cosas—. No has arruinado nada.

—Soy malo conteniendo emocionalmente a las personas, perdón.

—Tú no... —Eiji no sabe qué más decir porque ni siquiera él se siente claro—. No me había dado cuenta, pero los girasoles me recuerdan a ti.

—¿Qué? —Ash frunce el ceño y clava su atención en el ramo—. ¿Por qué son verdes y dorados?

—En parte. —Ríe, esa risa parece derretir a Ash—. Pero también son símbolo de luz y dentro de esta pesadilla, tú te has convertido en mi sol. —Divaga—. Lo siento si dije o actué de una forma en que te lastimara, pero por favor créeme cuando te digo que eres lo mejor que me ha pasado en todo esto, sino fuera por ti probablemente estaría muerto. Salvaste mi vida. No te lo digo en un sentido literal únicamente, la salvaste de verdad.

—Eiji. —El nombrado parpadea aturdido, puede jurar que Ash está ruborizado—. ¿Sabes lo que significa que otra persona te regale girasoles? —Niega—. Deberías averiguarlo en ese caso.

Eres la luz que ilumina mi vida.

Por eso te soy fiel, mi amor por ti es incondicional.

El capítulo de mañana se viene potente y ya se responden la mayoría de las interrogantes así que nada más que decir, solo recordarles las advertencias. Se les quiere mucho, gracias por iluminar mis días y darme cuerda acá.

See ya~

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