31. Lo aprendí de ti.
Hi~ Los comentarios los responderé un poco más tardesito porque es halloween y la noche lo sabe, pero por cualquier cosa preferí dejarles el capítulo arriba. Chiquillos, muchas gracias por todo el apoyo y cariño que le han dado a esta humilde dínamica, las demás palabras de devoción que les tengo me las guardaré para un ratito.
Por mientras, solo espero que les guste.
Eiji no solo encarnó la vida normal que siempre soñó con tener, sino que fue el único en tratarlo como un ser humano normal, los demás lo veían como una posesión que someter o una bestia a la cual temer. Él no. Es irracional ¿cierto? Considerando su apellido y la reputación que Arthur se encargó de sembrar su primer instinto tendría que haber sido repudiarlo, bajar la frente y así tratar de agradarle en vez de gritarle en el hospital, increíble, fue lo que pensó, creyó que quizás estaba desquiciado, no obstante, cuerdo o no esos ojos siempre lo vislumbraron con tal pureza que lo intimidaba, es una tontería, lo razona, más, sentía que podía contemplar con nitidez sus pecados y aun así, eligió ofrecerle una mano.
¿Acaso no tenía ni una pizca de autocuidado? Se preguntó y poco a poco descubrió que no, no la tenía.
Asume que enamorarse era inevitable, a fin de cuentas fue aceptado como una persona por un chico que vio la imagen completa en vez de las percepciones distorsionadas que él tenía de sí mismo, como si el propio Ash tuviera pedazos de traumas que componían una fotografía y bajo las manos gentiles y amables de Eiji estas cobraran otra forma. Vaya. Conocerlo fue aceptar la posibilidad de que hubiera una salida. Redención. Sanación. Superación. Un camino diferente.
«Los humanos pueden cambiar su destino, tienen sabiduría que los leopardos no. Además, tú no eres un leopardo, ¿verdad?».
Realmente quería creerle, una parte suya tenía el pie puesto en aquel futuro porque era sencillo dejarse llevar por su corazón. ¡Cuidado! Pero Blanca le disparó. Los encontró. Seguramente los vigiló un buen rato pero esperó a que bajara la guardia, el tiro era para él sin duda, más, el adulto no contó con el inexistente instinto de supervivencia de Eiji. No existió arrepentimiento en esos ojitos cuando lo tomó de los hombros y lo corrió. Y ahora le duele el corazón. Desearía poderlo arrancar de su pecho. Pero no. En vez de eso es él quien ha hecho nidos con su ropa para poder dormir fingiendo que lo tiene en sus brazos. Lo extraña. Lo necesita. Por favor, no me lo quites.
—¿Estás seguro de esto? —Shorter no parece convencido, está a su lado en la camioneta dado que por supuesto, debía elegir entre salvarle la vida a su amado y perderlo o matarlo pero poder quedárselo. Meredith le dijo que necesitaba ir a un hospital—. No estás pensando con claridad.
—Suenas preocupado.
—Porque estoy preocupado, Ash. —Enfatiza tensando las manos alrededor del volante—. Creo que estás fuera de ti mismo, sino hubiera sido Blanca quien disparó habrías asesinado a sangre fría al que se te hubiera cruzado, ¿tienes idea de lo peligroso que eso fue? —Y claro que la tiene, pero necesitaba hacer justicia por su amado. Le dispararon al frente suyo. No pudo hacer nada. No pudo hacer nada más que gritar para salvarlo. Y Eiji. Ash, estás a salvo... qué alivio. ¡Diablos!
—No tengo nada más que perder, Shorter. —Ash se aprieta el anillo conteniendo la pena—. Ese bastardo podría haberlo matado si le hubiera apuntado de verdad, ¿cuánto más debe pasar Eiji para que lo dejen tranquilo? Quiero verlo feliz, me escuchaste en los votos.
—Fueron unos votos muy bonitos. —Lo anima—. Lo digo en serio, la felicidad es algo puro.
—Pero él no será feliz conmigo. —Le explica—. Es hora de afrontar mi realidad, cada centímetro de mí lo ama. Mi alma. Mente. Corazón. Cuerpo. Soy de Eiji. Eso no cambiará, pero no va a tener una vida normal a mi lado y en el fondo, todos lo sabíamos pero fingíamos no hacerlo, si éramos ignorantes podíamos guardar esperanza, es suficiente, nos tocó enfrentar cara a cara el mundo en el que vivimos, las cosas son así y ya.
—Suenas muy pesimista.
—No es pesimismo. —Balbucea—. Solo recordé en el tipo de realidad en donde todos nosotros estamos parados. No me dejarán nunca relacionarme con personas normales, no tengo vuelta atrás, pero gente como Eiji, Griffin y Skipper la tienen todavía.
—¿Podrías dejar de ser dramático? Por supuesto que no todos podemos tener una vida normal.
—Tú podrías tenerla. —Lo alienta—. Si quisieras, tú también podrías desligarte de este infierno.
—Estoy metido hasta el cuello con el clan Lee, creo que eso tampoco aplica para mí. —Intenta ponerle sentido del humor para endulzar la tragedia—. Estamos metidos en la mierda, bro.
—Supongo. —Pero no funciona—. Es raro esto de estar vivos.
—¿Estás asustado de morir?
—No. Los humanos son graciosos, no entienden la muerte pero le temen de manera instintiva.
—Pues así funciona la cosa ¿no? —Shorter ha estacionado la camioneta a la orilla del hospital.
—No estoy asustado de morir, solo me da pena pensar en lo que pude haber vivido, es más ese sentimiento de arrepentimiento. —Ríe, se permite divagar—. Si hubiera sabido que se acabaría así le hubiera dado más besitos, de esos que lo hacían reír porque se ponía nervioso y entonces se encogía hacia mi torso, era adorable, casi tanto como cuando se ruborizaba si le silbaba con algún piropo barato o un apodo cursi o al llamarlo "onii-chan", realmente lo irritaba, le gustaba patear el piso e inflar los mofletes para protestar, ¿no es eso encantador?
—Realmente lo es, lo haces sonar como un conejito. —Porque así lo era—. ¿Qué más? —Y sabe que tiene intenciones de darle un espacio, usualmente alzaría sus defensas—. Puedes hablar.
—¿Quieres que te contagie lo cursi y gay? —Pero quiere hablar de Eiji, anhelarlo por última vez.
—Ya me contagiaste. —Ríe endulzando la tragedia con sobres de azúcar—. Tal vez no lo notaste aún, pero estoy loco por un chico. —Por una víbora más bien—. ¿Le habrías pedido más besos?
—Habría tenido muchos más de esos. —Musita con dolor y se aferra al anillo—. Y más abrazos porque sus abrazos se sienten como un hogar, habría memorizado su aroma como si lo pudiera embotellar y habría grabado en mi mente su voz, Ash-u, decía y era lindo, habría hecho muchas menos promesas porque sé que al romperlas le romperé el corazón, no sé... lo habría conocido antes, si hubiera sabido que él me haría así de feliz habría corrido directamente a buscarlo.
—Pero no podías saberlo. —Shorter lo consuela—. No podrías haber sabido nada de eso antes de vivirlo.
—Y ahora es muy tarde para pedir más. —Concluye—. Debo matar a Arthur, no pienso aplazarlo más, porque mientras viva, Eiji peligra. —Su mejor amigo se quita los lentes de sol, raciona que intenta hacerse el fuerte cuando se está cayendo a pedazos. Plic. Plic. Plac—. Ya se acabó.
—Hay un cambio de guardias en diez minutos. —Le explica—. Lo tienen vigilado, por el alboroto que se armó, la policía lo está custodiando muy bien y tú eres "hijo de Golzine".
—Me están buscando. —Suma dos más dos—. Saben que iré por él.
—Y si te asocian con Eiji más íntimamente podrían dejarlo de tratar como una víctima colateral y pasarlo a tratar como un cómplice, no pueden verte con él. —Lo sabía, por eso tampoco quiso hacer la boda legal, ¿cómo se vería el apellido "Golzine" en el historial del japonés?
—Es lo mejor. —Se dice a sí mismo—. Estará mejor con ellos que conmigo, lo cuidarán.
—Pues la policía no ha hecho mucho por nosotros que digamos.
—Pero con Eiji es diferente. —Se convence—. Me aseguraré de que tenga una chance genuina.
—Tienes hasta las doce de la noche, cenicienta.
Entonces se pone una bata blanca para hacerse pasar por médico e ingresa al hospital, no solo quiere una despedida sino que necesita recordarse que nunca será parte de su mundo, porque incluso si sobrevivieron a abusos y torturas similares es diferente. Eiji siempre tuvo una casa a la cual volver. Una familia. Una vida. Un futuro. Una oportunidad. ¿Y él? Eso es todo lo que tiene. Todo lo que conoce. Y no puede seguirlo arrastrando, ¿qué está esperando para dejarlo? Blanca tiene la fuerza suficiente para matarlo de un disparo si se le da la puta gana. Y Ash lo ama. Tanto que está sangrando mientras se arrastra entre los pasillos blancos.
Lo ama pero no es bueno para él y si es tan consciente de eso, debería dejarlo, Eiji merece más de lo que puede darle y por más que quiera mejorar para estar a su lado, hay cosas irreparables.
—Solo una última vez. —Se promete, tirando la manilla de la habitación—. Solo una última vez.
Quiere llorar.
Porque Eiji. Dios. Su valiente Eiji. El chico no-me-importa-que-tengas-muros-los-volaré-todos-con-mi-tubería-oxidada. Ash da un paso con el alma desgarrada, nunca lo había visto tan frágil, ni siquiera cuando lo rescató lo testificó en un estado de suma vulnerabilidad, el shock de verlo conectado a tantas máquinas, enfundado en una bata celeste de papel, tiritando, con un rostro que da cuenta de un profundo agotamiento y luchando para respirar... es su culpa. Podría haber muerto entre sus brazos por una herida de bala que iba para él, ¿así debe doler el amor? Porque no se compara a ninguna de las transgresiones sufridas. Esto duele más. Mucho más. Es como si con cada paso que diera se le incrustara más hondo una navaja, no se la sacará todavía o un desborde de lágrimas no parará.
—Yo... ¿qué he hecho? —Se pregunta llevando su palma hacia el rostro para mitigar su patético alarido, ¿con qué derecho se lamenta? Es su culpa que ahora luzca cadavérico, a pesar de todo Eiji nunca perdió ese brillo tan característico atrapado en sus pupilas, ese que era tierno, gentil, amable y cándido no obstante ahora se ve muerto—. Tenía razón. —El balde de agua fría resulta tan grande que no puede contener las lágrimas—. Debería haberlo sabido.
Perdón.
Lo siento tanto, Eiji.
Pero como las disculpas no arreglarán esto solo resta sollozar en silencio, conteniendo la pena contra una palma y abrazándose con la otra. Es un punto sin retorno. Fue egoísta haber tratado de buscar una salvación en Eiji. Blanca tenía razón. Y el reloj no hace más que avanzar y avanzar ya que sus minutos ya no tienen segundos extras. Tic. Lo siento mucho. Tac. Te amo. Tic. Quería tanto ir a Japón contigo. Tac. Quería ser bueno para ti. Tic. Quería hacerte feliz. Tac. Quería que te quedaras a mi lado para siempre. Tic. Las lágrimas se escurren entre sus dedos pero lo único que puede ver en tan sofocante oscuridad es su anillo brillando en su dedo.
Tac.
Debe irse, son las doce.
Las lágrimas penden de su rostro, más, necesita verlo una última vez, memorizar con sangre al único que amó y lo amó de vuelta, fue lindo mientras duró, sonríe intentando consolarse, da lo mismo si Arthur lo mata o no. Lo que vivió y sintió fue real.
—Sa-yo-na-ra.
Se despide y le da la espalda.
Es todo.
Por fin se acabó, puede seguir con su vida como antes. Se rompió. Lo olvidará.
—A...sh... —Pero por supuesto.
—Eiji. —Se da vueltas totalmente aterrado porque Eiji es Eiji y ninguna puta herida lo cambiará.
Y acá lo tiene enfrente, apenas puede mantenerse de pie, no hay intravenosas conectadas para ayudarlo ni máquina de oxígeno, el desquiciado simplemente se lo quitó todo para buscarlo, lo debe estar jodiendo, ¿acaso no tiene ni una pizca de autocuidado? Debería enojarse. De hecho Eiji debería resentirlo por abandonarlo sin más que una despedida cobarde.
—¡Ash! ¡Ash! —Pero Eiji se está arrastrando por las paredes del hospital, se está aferrando con toda su voluntad a este amor bajo una enfermiza luz amarillenta. Le está rompiendo el corazón.
—¡No! —Basta—. ¡Eiji! ¡No te muevas! —No te sigas haciendo daño, debe dejarlo y lógicamente lo entiende con una frialdad calculada, pero está corriendo directamente hacia él. Porque Eiji.
—Ash, ¿a dónde...? —Eiji se cae y su primer instinto es extenderle la mano, acá debe admitirlo, quiere dársela y llevárselo consigo, quiere una vida en Japón donde nadie los conozca, lo ama.
—¡Eiji! —Y lo ama más de lo que tiene permitido, así que extiende su palma con toda su fuerza, casi se tocan, faltan un par de centímetros.
—¡Ash! —Pero sus minutos ya no tienen segundos extras, Eiji abre los ojos destrozado y contrae la palma hacia su pecho. No. No. ¡Joder! La policía lo ha encontrado, tienen buenas intenciones y lo comprende, más, si lo atrapan será declarado culpable—. ¡Detente ahí!
—¡Vete, Ash! —Y por primera vez en su vida, le ruega que lo deje—. ¡Vete! —Se lo grita con todas sus fuerzas, hacerlo lo mata, lo sabe porque sus ojitos se llenan de lágrimas—. Deprisa... —Le suplica—. ¡Vete!
Así que eso hace, se da vueltas antes de que la policía lo atrape y con eso les rompe el corazón a ambos.
⊱✿⊰
—Por favor, llévatelo a Japón.
—¿Qué?
—Por favor. —Ash se arrodilla hasta que su frente toca el piso—. Llévatelo a Japón contigo.
Ibe lo ve totalmente anonadado, no esperaba que el lince de Nueva York lo estuviera esperando en su propia oficina, no se parece en nada a lo que se imaginó, piensa observándolo en silencio y saboreando la tensión en el aire como una cuerda a punto de romperse, las luces de la ciudad empapan las paredes tapizadas de fotografías dándoles un aspecto de museo que abraza toda su simpleza. No debería sorprenderle que uno de los cuadros no esté en su lugar. Fly boy in the sky yace sobre su escritorio. Probablemente Ash lo sacó.
—¿Estás consciente de lo que me estás pidiendo?
—Sí.
—Por favor, párate. —Le pide dado que apenas tolera la incomodidad—. Es cierto que le conté sobre la posibilidad de regresar a Japón con el apoyo policial, pero Ei-chan fue muy enfático en la decisión que tomó, ¿lo recuerdas? Lo acepté y me rendí, incluso estuve en tu boda.
—Sé que lo estuviste. —Sonríe—. Sería imposible olvidar a alguien tan importante para Eiji pero no habíamos tenido chance de conversar a solas, por eso vine.
—Creí que me pedirías su mano. —Intenta aligerar el ambiente ya que algo en la mirada de Ash refracta una desesperación contenida, como una vulnerabilidad que muestra a través de todas las grietas que brotan en su fachada de dureza, el Ash del que Eiji le habló es distinto al que las noticias presentan, acá lo comprueba, igual que lo hizo en la boda—. ¿Quieres que me lo lleve?
—Sí. —Para Ash no es fácil pedirle esto, trata de alzar la voz, más apenas consigue articular un ruego taciturno—. Quiero que lo cuides, que lo lleves de vuelta con su familia y le pidas perdón de mi parte.
—¿Por qué suena como si te estuvieras despidiendo? —El adulto medita—. ¿Te colaste adentro del hospital? Charlie me acaba de llamar contándome algo así, estaba desesperado. —El lince aprieta los puños contra el piso, sintiendo el frío de las baldosas sangrar hacia su piel antes de levantarse, la idea de despedirse lo mata, pero está claro que Eiji no lo soltará, no lo hizo luego de recibir un disparo, no lo hizo cuando lo secuestraron, ¿qué más hace falta para que lo deje?
—Mataré a Arthur para que nos deje en paz. —Declara esbozando esa expresión dura que tanto acostumbra—. Pero incluso si acabo con él, tendré que tomar el liderazgo y desposar a la mujer que Dino elija para mí, debo hacerlo si quiero destruirlo desde adentro. Esto solo tiene un final.
—Le romperás el corazón si lo dejas, no puedes obligarlo, yo lo intenté y aunque me siento muy reticente con su elección es la primera vez que lo veo reñir por algo con tal determinación, ¿con qué derecho lo iría a invalidar ahora? Él te escogió, no puedes escoger por él.
—Sino eres tú el que lo lleva encontraré a alguien más. —Lo amenaza—. Para hacerlo amigable preferiría que tú lo contuvieras, pero te aseguro que encontraré a alguien que lo saque a rastras si es lo que hace falta y lo amarre al avión para que se vaya. Eiji no merece este infierno.
—Él dijo que tú tampoco lo merecías.
—¡¿Por qué diablos me estás defendiendo?! Ni siquiera te agrado.
—Porque tu amor por Ei-chan es genuino. —Ash cierra los ojos, no llorará—. Eres un niño, ¿qué pasó para que terminaras metido en esto?
—Cosas malas me pasaron. —Ríe—. Esas mismas cosas malas le pueden pasar a Eiji sino se larga en el próximo vuelo, háganlo lo antes posible, no escuches sus quejas, sé que será difícil, pero también pienso que tu cariño por él es genuino y por eso te lo estoy confiando, él es mucho más valioso que mi propia vida, ¿puedes ver lo duro que es para mí dejarlo? Él es...
—Ash.
—Debo dejarlo. —Ash se aprieta el anillo—. Todos acá sabíamos que pasaría tarde o temprano.
El silencio se torna sofocante en la habitación, Ash no tiene cara para alzarla y enfrentarse a la mirada que Ibe pueda ofrecerle, todo este tiempo lo mantuvo al margen, fue un maldito egoísta porque temió que se lo quitara, se aferró a Eiji del inicio, lo acogió como un pajarito con las alas rotas que ya no puede volar, lo cuidó, le dio amor, lo sanó, lo protegió pero del momento en que lo tomó sabía que era un hogar de paso y no puede pretender que el ave sea feliz con el encierro así que lo suelta. Qué lo odie. Qué lo resienta. Qué lo olvide.
—Por favor. —Le ruega—. Sálvalo.
—Lo haré. —Hay esperanza—. Lo mantendré a salvo hasta que regrese a casa.
—Gracias. —Ash esboza una sonrisita destrozada—. Esto es todo lo que puedo hacer por él.
⊱✿⊰
El portazo retumba en la bodega como un disparo, Ash no tiene tiempo para reaccionar cuando Yut-Lung le salta encima para darle una cachetada con fuerza, hay odio escaldando en sus ojos e impotencia en el rechinar de sus dientes, vaya, no le importa si se larga también, será lo mejor a fin de cuentas, debe hacer esto solo, Shorter y Sing entran por detrás pidiéndole que lo suelte.
¿Para qué? Esto es lo que merece.
—¡¿Acaso te volviste loco?! —Yut-Lung grita casi sin aliento, estampándolo una y otra vez sobre el muro aunque carezca de fuerza física, qué impresionante, debe estar furioso—. ¡Exijo que lo traigas de regreso! ¡Tráeme de vuelta a Eiji! ¿Quién te dio el permiso de llevártelo?
—Ja. —Ash permanece impasible con los ojos clavados en las rosas que yacen al otro lado del ventanal, están marchitas, sus espinas perdieron fuerza y sus pétalos se están pudriendo dado que nadie las cuidó ni las regó—. ¿Viniste a armar un espectáculo solo por eso? Qué vergüenza.
—Ash. —Shorter le advierte detrás—. No te pases, eres más inteligente que esto, no queremos a dos reinas del drama en este momento, no le sigas el juego a Yue.
—Claro que tú lo defenderías si babeas por sus feromonas como un perro callejero. —Vaya, lo horroriza la cantidad de crueldad que puede escupir estando herido, pero mejor que se larguen y lo dejen enfrentar su propio desastre en soledad. Cómo debió ser del inicio. Es un suicidio.
—No puedo creer que lo dejaras. —La voz del chino sube y baja con una intensidad desbordada como si cada sílaba fuera una cuchilla lanzada con la intención de matarlo—. Lo abandonaste a su suerte en el hospital, sé que viste a Ibe, sé lo que le dijiste porque te conozco y eres un hijo de puta dramático, ¿crees que dejarlo ir es la solución? ¡Él odia esa clase de cosas!
—Eiji merece ser feliz. —Le explica, pero ¿para qué? Nada cambiará aunque lo haga—. Seamos realistas, acá no es posible. Ni conmigo. Ni contigo. Ni con nadie de este mundo de asesinatos.
—¡Oh, por favor! —Aunque carcajea se escucha más como un grito desesperado—. ¡No vengas con esa basura de mártir! No te equivoques, Lynx. Alejarlo no te convierte en un héroe, no tienes derecho a decidir por él, no puedes quitarle eso, no luego de todo lo que pasó y lo vimos pasar.
—¿No puedo? —Lo empuja para soltarse con una sonrisa torcida—. Mírame.
—Bro, mejor conversemos con la cabeza fría.
—¡No te metas, Shorter! —Yut-Lung lo amenaza con lágrimas contenidas—. Tú tampoco, Sing.
—¿Esto es entre nosotros? —Ash ríe y hace daño adrede, quizás para matar a Arthur solo tenga que convertirse en alguien mucho peor, sus feromonas están sofocando el aire y lo nota por lo mucho que a Yut-Lung se le dificulta respirar—. Entonces no me cuestiones, tú también buscas la destrucción de tu clan y necesitas de mi ayuda para hacerlo ¿verdad? Juega bien tus cartas.
—No mezcles las cosas. —El más joven le da un manotazo cuando intenta tocarlo—. Mientras más te conozco, más me decepcionas. Solo eres un cobarde que se rindió antes de tiempo, ja, ¿de qué te sirve esa sortija si ni siquiera tuviste las pelotas para dejarlo en su cara?
—¡Cállate! —Pierde la cabeza—. Las escorias como tú no saben nada, sino fuera por Eiji estoy seguro de que jamás habrías hablado con Shorter y estarías apoyando el bando de Arthur, dado que eso eres tú: un bastardo sañoso que va donde le conviene y le mueve el culo a quien pueda ensuciarse las manos en su nombre. Apuesto que te hubieras aliado a Dino si te hubieran dado la chance, te encanta jugar a ser la víctima y no necesito aliados inútiles que solo me estorben.
—¡Cruzaste la línea! —En un abrir y cerrar de ojos Shorter lo estampa contra la pared porque si bien, comprende su rabia acaba de masacrar a su amado abriendo heridas que juraba cerradas y restregándolas con sal para que no sanen, lo siento, no quise hacerlo. Pero solo conozco esto.
—Está bien, Shorter. —Yut-Lung se abraza, ya no puede contener más el llanto—. Si a tus ojos soy un aliado tan patético, me largo.
—Yue. —Shorter le ruega—. Por favor.
—Tal vez tienes razón. —Ash aprieta los labios, no va a responderle, esta furia alcanzó un punto de ebullición que los consumió a todos—. Tal vez Eiji sea más feliz sin ti, después de todo él se merece a alguien valiente, no a un cobarde que escape apenas las cosas se pongan complejas. ¿Y sabes qué es lo gracioso? Qué Eiji siempre tuvo la puerta abierta para irse, incluso yo le ofrecí escapar porque me importa, pero él se quedó, cada puta vez se quedó porque te ama y aunque él te hubiera soltado al menos habría tenido la decencia de decírtelo a la cara.
—Cállate.
—Adiós, Lynx. —Yut-Lung le lanza una mirada fría—. Vive o muere, ya me da igual.
Ash cae al piso y queda aislado, esto es lo que hace cuando las cosas se vuelven difíciles, tiene razón, él huye apenas la situación se torna demasiado personal ya que es demasiado aterrador considerar otra solución, es todo lo que conoce, piensa y se pregunta qué tan diferente será de Arthur al esconderse bajo esa excusa. Bueno. Al menos consiguió exactamente lo que buscaba al quedarse completamente solo.
⊱✿⊰
Ash publica las noticias de Arthur para manchar su reputación.
Arthur lo contacta para una última batalla.
⊱✿⊰
Ash se sienta en la cama. Llegó el día. Eiji salió del hospital y tiene el vuelo programado para la primera hora de mañana. Esta noche matará a Arthur o Arthur lo matará. Sus ojos penden hasta el nido que armó con las cosas que Eiji dejó. Camisas en tonos pasteles. Jeans que se los ponía a regañadientes porque estaban rasgados. Esos horrendos suéteres de pajarraco. La chaqueta que le prestó la noche que se reconciliaron y nunca se la devolvió. Su aroma poco a poco se va al igual que sus memorias. Pero la vida sigue. Sigue para el resto.
La noche envuelve las calles en sombras que se asemejan a monstruos y el aire está tan gélido que cala a su alma, Black Sabbath y Chinatown no tendrán problemas para redimir el territorio una vez se encargue de Arthur, Max podrá publicar tranquilamente el escándalo si así lo anhela, (pero al menos siempre tendrá un seguro que lo mantendrá a salvo) Skip se quedará con Griffin, ambos se cuidarán bajo el ala de quien debió ser su papá, espera que Shorter pueda liquidar a la familia de Yut-Lung con la ayuda de Sing. Lo siente. Los hizo perder el tiempo trazando planes en donde todos salían con vida cuando habría sido más fácil resignarse a morir del principio.
—Es hora. —Dice para sí mismo levantándose, desde que se peleó con Yut-Lung nadie le habla porque los ha apartado, incluso ha tratado mal a su trío favorito porque quizás así pueda tener una muerte anunciada en paz—. No te queda nada.
Ash se levanta de la cama, se va únicamente con su vieja y confiable Smith & Wesson sabiendo que Arthur se la quitará y que va directamente a una trampa, Dino lo presenciará todo, ninguno de sus preciados hijos cumplió las reglas como esperaba y este es el juicio final.
—¿Aslan? —El nombrado se congela abruptamente, su corazón se hunde en su pecho, no logró poner ni un pie fuera del edificio cuando Griffin lo detuvo, sigue en silla de ruedas, no saben si podrá volver a caminar algún día y aun así, tiene energía para mirarlo con sosiego—. Es tarde.
—Sé que es tarde. —Por favor, no me hagas hacerte daño, no a ti, no otra vez, recuérdame así.
—¿A dónde vas? —Pero por supuesto, no se la deja simple, Ash baja la mirada, es gracioso que sienta una tristeza tan abrumadora considerando que él mismo se aisló, esto es su culpa, tomó un punto sin retorno y ya no se puede retractar.
—Tengo algo que hacer. —Su tono es firme. Duro. Imponente—. No es gran cosa, son temas de pandilleros que debo resolver porque estos inútiles no pueden hacer nada sin mí.
—Aslan, no me mientas. —Sus ojos azules lo vislumbran con una intensidad que lo despedaza.
—No te estoy mintiendo.
—Conozco esa mirada. —No es cierto, ya no lo conoce—. Es la misma que tenías cuando eras un niño y escapabas de la casa, ¿lo recuerdas? Al final te encontraba escondido cerca del lago.
Algo se muere dentro de Ash en ese mismo instante y debe incrustar las uñas en su vientre para disimular cómo las llamas lo están consumiendo y no quedarán más que cenizas de él. Intentó no volverse a encariñar con su hermano porque ¡sí! En el fondo este es él y siempre que se mete en algo conoce de antemano el destino como si estuviera viendo una película a pesar de saber el final. Lo veía venir. Con Eiji. Con Griffin. Con todos. Aun así, quiso disfrutarlo con ojos de niño y creer en la magia y los milagros. Cada noche le rezó a Dios. Pero Dios nunca lo ha escuchado.
—Solo déjalo, Griffin. —Intenta mantener una voz firme, su hermano gira las ruedas pero la silla está oxidada y no llega muy lejos, por cada paso que avanza, Ash retrocede dos—. No hay nada que puedas hacer para obligarme a quedarme.
—Lo sé. —Joder—. Sé que no te puedo forzar a nada porque cuando desperté mi hermanito era más alto y fuerte que yo. Sé que no hay nada que pueda hacer, pero a veces me cuesta aceptar que no eres ese niño que llegaba llorando porque una calabaza lo asustó y quería ser protegido.
—Entonces vuelve a dormir.
—Te amo, Aslan. —Griffin no se puede mover, se ha atorado con la alfombra y la impotencia es palpable en su rostro—. Lamento no habértelo dicho lo suficiente.
—Griffin.
—Desearía que te amaras lo suficiente para quedarte. —Qué sencillo es patearlo cuando yace en el piso, Griffin tensa los labios, se los muerde por la rabia, pero entonces debe suspirar dado que ni siquiera amarrándolo lo detendrá, lo conoce, conoce ese algo en su mirada y su voz, no lo volverá a ver—. Y desearía que nos amaras lo suficiente para querer amarte.
—No es eso. —Ash no levanta la vista, sabe que el instante en que lo haga su máscara bañada en crueldad se romperá—. Max cuidará de ti, es un buen hombre y un grandioso papá.
—¿Las cosas habrían sido diferentes si hubiéramos estado ahí desde el inicio?
—¿Quién sabe? —Ríe encogiéndose de hombros—. A veces la gente se rompe y no hay buenas razones detrás. Quizás venía roto. Quizás he estado rompiendo a las personas que me sanan.
—Promete que volverás. —Le ruega desesperado—. Aslan, por favor...
—También te amo, Griffin. —Ash se da vueltas—. Y lo lamento por no decírtelo más seguido.
⊱✿⊰
La ciudad llora cuando llega al almacén que sellará el punto final, la oscuridad que se dispersa a su alrededor debería inquietarlo, solía darle miedo y conectarlo con un sufrimiento que tiene forma de niño, sin embargo, ahora no puede evitar evocar sus ojos negros de galaxias rodeados por sus pestañas de carboncillo, debió quedarse con el ónix, se arrepiente, así podría verlo una última vez pero asume que el anillo también ayuda.
Ash da un paso adelante, el sitio yace abandonado y apesta a feromonas podridas, a juzgar por los grafitis roídos en las paredes de metal la policía no vendrá aunque la busque, el mismísimo Dios impresiona haberse olvidado de Downtown, no alcanza a perderse en su mente, el eco de una risa acompañado por una serie de pasos pesados captan su atención, Arthur aparece con una sonrisa torcida y una expresión de pura satisfacción, se contornea confiado, luce diferente.
—Me alegra contar con tu presencia, hermano. —El sarcasmo en su voz es una navaja oxidada.
—No me dejaste muchas opciones.
—Más bien, tú no me las dejaste a mí. —Arthur gruñe, decenas de sus subordinados empiezan a llenar el almacén, claro que haría trampa, lo sabía, Blanca destaca de manera especial entre las sombras, ja, el bastardo cayó bajo—. ¿Qué fue eso de vender mis trapos sucios?
—No los vendí, los di gratis. —Se hace el gracioso escuchando cómo cargan las armas, carajo, ni siquiera se le ocurrió la posibilidad de que podría fusilarlo antes de que lo toque, no es estilo de esta rata hacer las cosas así, le gusta dar el último golpe en la pelea—. ¿Llamé tu atención?
—La pediste a gritos.
—Compórtense. —Dino ordena parándose en primera línea, qué valiente, traga duro, desde los encuentros que tuvo con Eiji se ha vuelto mucho más susceptible a las feromonas y acá apesta con tal intensidad que siente que vomitará ahí mismo. Muerte. Sangre. Suciedad—. Ambos son una decepción, ninguno se pudo apegar a las reglas que les puse, yo mismo debería matarlos.
—Adelante. —Ash tuerce una sonrisa tanteando el arma enganchada a sus jeans ¿qué sentido tendría? Blanca lo supera con creces y mientras Arthur lo tenga, la guerra está perdida—. Papá.
—Mocoso insolente. —Se lo dice con un deje de cariño—. El que sobreviva a esta riña se queda con todo, lo haremos así de simple. El ganador será mi sucesor.
—Pero Arthur trajo a todo un ejército consigo, yo vine solo ¿cómo eso puede ser justo?
—Debiste pensarlo antes de violar tú también las reglas. —Claro que es punitivo y le encanta romper a quien dice amar, da igual, mientras pueda asesinar a Arthur da lo mismo—. Para serte honesto esperaba mucho más de ti, Ash. Pero te echaste a perder, incluso Blanca te lo dijo.
—¿No estamos teniendo demasiada charla cómo previa? Me estoy aburriendo.
—¿Tantas ganas tienes de morir? —Arthur ríe, está desquiciado—. Tengo a Blanca de mi lado.
—Si me ganas así siempre serás el mismo cobarde que le ordena a sus súbitos que se ensucien las manos porque no puedes hacerlo tú mismo. Esa es la diferencia entre tú y yo.
—Para. —Arthur tensa la mandíbula, su mirada es fría y carente de emoción—. Usa ese cerebro tuyo y no me provoques más de lo necesario o lo lamentarás.
—¿Por qué?, ¿acaso te duele que te digan la verdad? —Los soldados alzan las pistolas para así apuntarle directamente a la cabeza, está perdido—. Por eso todos me eligen a mí sobre ti.
—¡Ash!
—Por eso Eiji me eligió como su alfa.
Es todo.
Arthur hace un gesto para que bajen las pistolas, le pegó donde le dolía y lo declara dejándose llevar por una pelea de armas blancas. Sin pistolas. Sin sicarios. Sin ejércitos que lo salven. Es algo entre ellos que empezó del minuto en que Dino los presentó. Blanca les ofrece dos navajas afiladas de la más alta calidad, el mango es de madera y tiene grabados personalizados, ja, en serio Dino lo tenía todo planeado. Se ponen frente a frente. La noche es su testigo. La luna llora.
—¿Crees que tienes mucha ventaja sobre mí? —Entonces Arthur saca una jeringa repleta de la droga que Dino le daba—. Pues te tengo noticias, yo soy el verdadero alfa acá. —De un tirón se inyecta el líquido en las venas porque está dispuesto a llevar esto lo más lejos posible—. Nunca te vas a comparar a mí, por eso lo tuyo siempre será mío. Eiji me pertenece.
—No hables de él como si fuera un objeto. —Arthur deja escapar un alarido desgarrador desde lo más profundo de sus entrañas, se deben tapar los oídos para no enloquecer, testifican cómo se le dilatan las pupilas y se le inyectan de sangre al mismo tiempo que sus músculos se endurecen y sus venas adquieren un matiz casi petróleo, es horrible—. ¿Qué diablos es eso?
—No es banana fish, no soy tan tonto para inyectarme esa mierda, esa es buena para venderla.
—¿Es la droga de las castas?
—Pero potenciada. —Ríe y entonces debe taparse la nariz porque todas sus cualidades de alfa apestan incrementadas por un millón, mierda, es lo más putrefacto que ha olido.
—Estás desquiciado.
—Y sobre Eiji no te preocupes, apenas le lleve tu cadáver me encargaré de follarlo hasta que al fin tenga a mis crías.
—¡Bastardo!
Con una agilidad digna de un monstruo Arthur se le abalanza encima con una mirada delirante tan aterradora que Ash debe retroceder de un salto y alzar la cuchilla sobre su pecho ¿Eiji habrá sentido esto encerrado con Shorter? Carajo, debe concentrarse, más, sus piernas tiemblan ya que reconocen al alfa de Arthur como superior, sus feromonas lo marean, se sienten como gas tóxico, no puede pensar bien y sus sentidos dejan de funcionar. Huye. Huye. ¡Huye!
—¡Concéntrate!
Ni siquiera lo vio venir no obstante siente un desgarro en la mejilla, Ash alza la mano horripilado por la hondura del tajo, ¿se lo hizo con la cuchilla? Al menos no le partió ni le deformó el rostro, pero la sangre cae en borbotones como si estuviera vomitando. Defiéndete tarado. Dejó ir a las personas que más ama porque estaba seguro de que le ganaría. No debería haberle dicho esas cosas tan hirientes a Yut-Lung. Debió haber abrazado a Griffin. No se despidió de Max. No tomó una última cerveza con Shorter. Ni se disculpó con su pandilla. Ni le expresó a Cain lo admirado que se siente de su liderazgo. No le revolvió el pelo a Sing. No le leyó un cuento a Skip. Eiji. Vaya que es tonto, ¿realmente guardaba esperanzas de volverlo a ver?
Claro.
Se dijo y le dijo a todo el mundo que lo estaba dejando ir. Mentira. ¡Mentira! ¡Mentira! Porque si realmente lo hubiera hecho no estaría tan asustado de morir.
—¡Ash! —La voz de Blanca lo trae de vuelta y logra defenderse cortándole el hombro de suerte.
—¡¿De qué lado estás?! —Arthur lo mata con la mirada—. Si vuelves a interferir en mi contra yo mismo me encargaré de inyectarte banana fish, para que seas un perro obediente. —Blanca es un libro imposible de leer, lo ve tensar los puños y arrugar sutilmente el ceño porque le enferma que lo menosprecien—. ¡Ash! Voy a asesinarte con mis propias manos.
Arthur arroja la navaja y se le tira encima, Ash se estrella contra el piso con brusquedad, le arde la espalda porque la polera se le rasgó y el roce debió lijarle la piel, carajo, quema, Arthur utiliza todo su peso para inmovilizarlo, no sabe si es efecto de sus feromonas o si efectivamente tiene huesos que pesan toneladas pero sus músculos no responden ¿esto es ser un alfa? Pero Eiji le dijo que no habían alfas malos, sino personas malas y Shorter juró que usaría su casta para así proteger a quienes ama, ¿por qué la suya no hace nada?
—¡Muérete!
Arthur envuelve su cuello con sus manos y lo ahorca con tal brutalidad que por más que golpee sus piernas, lo jale de la polera e intente encontrar su navaja falla, la vista se le nubla, la voz no le sale, sus piernas se contraen, está luchando como un puto pez fuera del agua que rastra con desesperación para no morir bajo el sol. Arthur esboza una sonrisa maquiavélica, hunde garras y dedos en su cuello y puede jurar que llega a cortarle la carne con eso. La sangre escurre hacia el piso y se entremezcla con la suciedad. La tensión. El arrepentimiento. El dolor.
Eiji.
Perdóname.
Mira el cielo y llora preguntándose si así se habrá sentido el maldito leopardo, pero Eiji dijo que podía cambiar, que los humanos tenían sabiduría que los leopardos no, ¿por qué él no cambia?
—Eres patético. —Arthur da el golpe de gracia—. Ya me aburrí de ti.
Lo jala con tanta fuerza del cabello que se pregunta si primero se le cortará el cuello o le sacará todo el cuero cabelludo como a un muñeco, lo sostiene en el aire, donde la fetidez es vomitiva, solo para estamparlo de cara contra el piso, Ash se retuerce en su propio charco de sangre y la boca le sabe a óxido, ¿acaso va a violarlo y por eso lo dio vueltas? Su mejilla es apretada contra el concreto y entonces. Entonces. Entonces. Entonces. Entonces. Entonces. Entonces...Arthur le muerde la nuca y le deja marcas irreparables en la piel.
—¿Qué? —Ash abre los ojos horrorizado—. ¿Qué diablos hiciste? ¡Me arde! ¡Quítate de encima!
—Esto es lo más humillante que te puede pasar como alfa. —Arthur brama relamiéndose lleno de goce la sangre de la boca—. Eres de mi propiedad. Ahora eres mi puta.
—¡Hey! —Dino interviene—. Ese no fue el acuerdo, uno de los dos solamente puede vivir.
—¿Sabes, padre? —Arthur se para y Ash se siente como se sintió cuando recién fue violado por su entrenador, no puede moverse ni dejar de temblar, es gracioso cómo pueden romperte justo cuando crees que no puedes estar más roto—. Estoy harto de que siempre encuentres excusas para Ash. Lo entiendo, es tu agujero favorito.
—¡Arthur! —Golzine lo abofetea—. No me vengas a faltar el respeto, no si quieres que te dé...
—Pero nunca me lo hubieras dado. —Todos se quedan en silencio—. Yo nunca habría bastado para ti. —Arthur agarró la navaja y se la incrustó a Dino en el corazón. Mierda. De un solo golpe el magnate se desploma contra el piso.
—Tú...
—Viejo patético. —Arthur le pisa la cara con el zapato y lo aplasta una y otra vez contra el suelo de concreto, queda irreconocible y el sonido es tan visceral que incluso sino puede moverse el vómito sube hasta su garganta—. No sé por qué te temí tanto tiempo, si fue tan fácil matarte.
—Arthur. —Blanca busca hacerlo entrar en razón—. Nada de eso fue parte de nuestro contrato.
—¿También quieres que te acabe a ti? —Arthur camina con prepotencia sobre el mar de sangre y se para frente a Blanca—. Entonces escúchame como la mascota que te pagué que fueras.
—No debiste hacer eso. —Blanca lo aprieta de la muñeca, la diferencia de fuerza es imposible de percibir—. No apoyaré el liderazgo de un psicópata.
—¡Sino estás conmigo, estás muerto! —Arthur ordena—. ¡Mátenlos a todos o yo los mataré!
Sus soldados disparan.
Las balas resuenan en el almacén igual que una tempestad metálica, la última tormenta Eiji lo recibió en casa con un cambio de ropa y lo ayudó a secarse el pelo, no quería que se enfermara, recuerda haber pensado que era ridículo puesto que llegó cubierto de sangre y heridas, estaba recién salido de una matanza pero su amado lo limpió y no lo juzgó, se pregunta si alguien habrá hecho eso por Eiji cuando Arthur lo marcó porque duele mucho, se siente como el mismo niño que llegó a casa con la ropa rotita y manchas de miedo en los pantalones.
—Así termina todo, ¿eh?
Ash mira el piso, totalmente disociado de su exterior, ve a uno de los hombres de Arthur apuntar un arma directo a su frente, da igual. Al final, fue el leopardo. Perdón.
—¡Idiota! —Pero parece que no lo dejarán morir con facilidad—. ¡¿Desde cuándo te rindes así?!
—¿Shorter?
Porque por supuesto, sus hombres no lo abandonaron sin importar lo cruel, duro y frío que fue.
Es acá cuando Ash cobra conciencia del ambiente y se arrastra para mirar el contenedor, Black Sabbath vino a ayudar junto a Chinatown, están luchando a mano armada contra el ejército de Arthur y ¿para qué hablar de sus chicos? Bones le está gritando algo a la distancia, asume que lo está maldiciendo por irse sin decirles nada mientras que Alex se limita a sonreír "hablaremos luego" impresiona decirle con la mirada. Ja. ¿Realmente creen que hay un luego?
—¿Crees que puedas levantarte? —Shorter le pregunta con el pánico contenido, Ash lo intenta, sin embargo, su cuerpo no responde, la mordida que Arthur le dejó es veneno puro y cada parte grita de dolor, así que solo puede respirar, está sudando a montones, tiene frío, más, Shorter le dice que está afiebrado, ¿así se siente morir? Pero quiere ver a Eiji. Una vez más. Solo una.
—S-Shorter... perdón.
—¡Mierda! Tenías que hacerte el mártir, Yue tenía razón al llamarte idiota. —Su amigo lo levanta de la cintura y Ash siente que le quiebra las costillas—. Te debes disculpar con él, al final él nos avisó que te habías escabullido.
—¡¿Realmente creen que pueden salir vivos de acá?! —El alarido de Arthur corta el aire tal como lo haría una navaja—. ¡Ya acaben con ellos! Tengo un imperio que regir. Blanca, obedece.
—Blanca. —Ash lo mira con toda la determinación que le resta—. Ni siquiera te respeta ¿a este tipo de persona le quieres servir? —Blanca se mantiene impasible en su posición, escanea con la mirada a un Arthur desquiciado para luego regresarla a Ash y darle la razón. Hay una verdad de manera universal que deben admitir: el mundo está jodido con Arthur al mando.
—No vas a salir vivo así. —Blanca anuncia caminando hacia Ash—. Estás muy malherido y son demasiados como para poder escapar incluso con toda la ayuda que trajeron.
—Ah, ¿entonces lo dejamos morir acá? —Shorter brama indignado—. Eres un pésimo maestro.
—Perdón, Ash. —Blanca saca una inyección de su chaqueta—. Es la única manera.
Y lo inyecta.
—¡AAAAAAAAHHHHH!
La adrenalina colapsa su sistema nervioso, cada latido es una descarga eléctrica que corre tan violento que siente que se paraliza, su cuerpo se golpea contra el suelo con espasmos que más adelante se convierten en convulsiones, todo se siente demasiado caliente, como si en vez de sangre hubiera magma en su interior y estuviera calcinándole los huesos. Duele. Es un martirio. Se arranca la jeringa y asesina a Blanca con la mirada apretando la mandíbula, su boca todavía escurre sangre y debe escupirla para no ahogarse, su mente se ve inundada de voces.
Mátalo. Mátalo. Mátalo.
Violó a Eiji. Lo torturó. Lo embarazó de un hijo. Lo mordió. Le indujo un aborto. Lo secuestró. Lo tomó. Lo usó. Lo convirtió en un omega. Lo hizo llorar. Ash lo odia. Odia con toda su puta alma a ese bastardo y va a arrancarle la cabeza si es necesario, así que se levanta con un alarido que no parece humano, Arthur se da vueltas, no alcanza a preguntar cuando lo tiene encima a pesar de sus heridas abiertas, la droga no sana la carne visceral que escurre una plasta infectada por la suciedad. Al diablo. Quiere asesinarlo. Solo deja que el depredador en su interior lo controle.
—¡A-Ash!
Arthur intenta gritar pero Ash ha incrustado sus colmillos con una ferocidad salvaje en su brazo para arrancarle un pedazo, el sabor de la sangre es caliente e incluso dulce ¿eso implica ser un alfa con instinto homicida? Ja, es divertido, es muy divertido tener el control por una vez, Arthur grita, da pelea, ruega, implora y llora, pero ya no hay piedad.
Es un golpe tras otro. Mordida y mordida. Rasguño y rasguño. Patada con patada. Tienen fuerza similar gracias a las heridas de Ash que no hacen más que empeorar, los disparos y los alaridos se mezclan por el sonido de sus propios rugidos, Ash ya no es consciente de sus acciones dado que le cedió el control a su instinto y es éxtasis puro ese tipo de adrenalina, el miedo y el dolor no existen, han sido reemplazados por hambre y sed, por sadismo y maldad. Quiere escuchar cómo se rompe hueso a hueso. Lo hará pedazos.
—¡Contrólate! —Arthur le pide, tiene el rostro tan moreteado que es irreconocible.
—¿Con qué puta cara me lo pides? ¡Nunca paraste cuando te lo pedí, ahora tengo una mordida!
Se vuelven a abalanzar el uno sobre el otro en una pornografía de sangre, Arthur engancha sus dedos en su pelo para estamparlo una y otra vez contra el concreto, quiere reventarle la cabeza igual que lo hizo con Dino, no obstante, Ash es más listo y saca la cuchilla, Shorter se la alcanzó luego de inyectarlo, apoya el filo contra su garganta y por primera vez ve terror genuino aparecer en los ojos de Arthur.
—Realmente te odio con toda mi alma, Ash. —Entonces le dice porque es un perdedor horrible.
—Lo sé.
—¿Por qué? —Pero—. ¡¿Por qué siempre debes ser tú?! Yo también era su hijo.
—Arthur.
—Yo también estaba ahí, yo también quería que me viera, ¡¿por qué siempre tú eres el favorito?! Ni siquiera me enseñó a pelear, me vendió a lo más bajo porque no era hermoso como tú ¡¿para qué mierda me adoptó si me iba a tratar como basura?! No es justo, no es justo, no es...
—No fue justo. —Vuelve a sus cinco sentidos—. Pero tampoco fue mi culpa.
—Lo sé. —Los ojos de Arthur se atiborran de lágrimas—. Y por eso me esforcé tanto en odiarte, me iba a volver loco sino lo hacía, necesitaba odiar a alguien, ¡quería que hubiera alguien! Pero ni siquiera me miraban para ser odiado, simplemente no me veían nunca y eso... eso me mató.
Entonces Ash siente que no está hablando más con un monstruo porque recuerda haber dicho algo similar en la correccional, necesitaba con desesperación odiar a alguien porque si no todo el odio que se tenía a sí mismo lo mataría. Él tuvo suerte más adelante. Tuvo a Shorter. Max. Su propia pandilla. Skipper. Griffin. Eiji. Hubo gente que lo amó. Pero no hubo nadie para Arthur, al final a esto se reduce todo ¿eh? Los adoptaron a ambos para ser usados como mercancía luego los hicieron tomar una pandilla que se convirtió en mafia, por simple diversión los enemistaban como si fueran perros de pelea sobre los cuales apostar.
—Las cosas que hiciste no tienen perdón ni justificación. —Ash dice con una sonrisa agridulce.
—No estoy pidiendo redención, solo mátame. —Y lo ve rendirse cuando las lágrimas empiezan a caer, los chicos disparan a sus espaldas, la hediondez de la pólvora y las feromonas le resulta vomitiva, sus heridas cada segundo están peor—. Por favor.
Ash se encuentra debajo sosteniendo la navaja contra su cuello mientras Arthur llora arriba, es la primera vez que lo ve romperse así, en todos estos años juntos ni una sola vez lo apreció cual ser humano, se pregunta si las cosas habrían sido distintas si se hubieran portado como deben hacerlo los hermanos, le da mucha pena la situación.
—Esto es mucho para mí. —Arthur deja caer sus músculos y ya nada lo sostiene—. Ya no quiero más, Dino está muerto, ni siquiera quería su imperio, solo quería que alguien me mirara... solo quería que alguien me mirara como te miran a ti, quería lo que tú tenías.
—Perdón. —No sabe por qué se disculpa pero de repente se siente como un crío apretando un cuchillo contra otro niño desarmado—. Las cosas no debieron ser así.
—No. —Ash llora—. No debieron ser así.
—Perdón.
Con un corte limpio Ash le desgarra la yugular y lo mata.
⊱✿⊰
Ash se quita los lentes y deja el libro en la mesa para vislumbrar el reloj en el tablero, no lo quiso usar en la muñeca ya que creyó que estaría hiper-consciente de la hora, grave error, poder verlo alzando la mirada de las páginas amarillentas no lo deja concentrarse, lleva leyendo la primera línea al menos una hora que se siente como una eternidad. No es su culpa. Hoy Eiji se va a casa y aunque habría matado por volverlo a ver una última vez...
Seguramente Eiji sabía que la vez en el hospital sería la última, sin embargo, conociéndolo para no caer en su pesimismo se negó a creerlo porque si alguien amaba llevarle la contraria a toda esa mentalidad fatalista que sostenía era su amado, Ash aprieta la argolla en su dedo, no desea sacársela jamás. Aún no sabe qué hacer con la muerte de Dino. Ni con las mafias. Ni la droga.
Qué jodido está todo.
Ja.
Las cosas se vuelven aún más jodidas cuando Sing le picotea la espalda diciéndole que tienen que hablar, su corazón se apretuja, las rosas afuera de la biblioteca de Nueva York se marchitan al igual que las espinas en su corazón, se pone el abrigo blanco, es un día frío, más, el alma se le derrite apenas el mocoso le muestra una carta. Qué anticuado, rumia. Es tan Eiji de su parte.
—¡¿Por qué no vas a verlo?! ¡Vuelve a Japón hoy! —Sing se escucha descorazonado al restregar sal sobre sus heridas.
—Lo sé. —Pero su corazón decidió dejar de latir y su alma se fue el instante en que dejó ir a Eiji.
—¿Entonces, por qué? —Sing no entiende, impresiona genuinamente indignado—. ¡Se supone que es tu esposo! —Le da risa que use la palabra, de repente, todo lo que vivieron juntos parece un sueño lejano del que despertó el segundo en que mató a Arthur.
—¡Por esa misma razón! —Ash aprieta sus puños, está siendo demasiado difícil aceptar su ida, no quiere, una parte suya se sigue aferrando con su misma vida a Eiji ya que no... conocerlo fue conocer lo que verdaderamente significa el amor. No es perfecto. Es doloroso. Es cruel. Te pone ansioso. No se asemeja en nada a los libros. Es frustrante. Desesperante—. Estoy dejando que vuelva a su propio mundo. Este mundo de asesinatos... ¡Él no pertenece aquí!
—Pero ya no hay tiempo. —Ash le da la espalda, si lo mira romperá en llanto—. ¡Ash! ¿Quieres que le pase un mensaje?
Silencio.
—¡Idiota! —Le grita—. ¡Estúpido! ¡Terco!
Y se va.
Ash se sienta en una de las bancas cerca de la biblioteca, aprieta la carta, no se atreve a leerla.
Piensa en el amor y en lo jodido que estaba su concepto, piensa en que debería haber sido muy difícil amar a Eiji siendo tan opuestos y estando en circunstancias complejas, no lo fue, amarlo fue la cosa más sencilla que ha hecho. Porque sí. Se enamoró de sus peculiaridades. Adoró las cosas que le acomplejaban. Tomó sus heridas e intentó sanarlas. Quiso mejorar y cambiar para poder apoyarlo como merecía. Quiso ser normal. Quiso arreglarse y recoger sus trozos y no por qué Eiji no pudiera amarlo así, sino porque sabía que lo amaría de todas formas y se heriría con sus pedazos afilados.
Ash abre la carta con un nudo en la garganta, ¿qué sentido tiene que le duela tanto? Debe estar en el avión y es lo mejor. Su amor fue prestado. Y estuvo bien. Lo hizo feliz mientras existió. Y lo hizo tan feliz que lo volvió egoísta porque no quería que se terminara. Quería ese para-siempre.
—Pero no podía dejarlo conmigo, solo se marchitaría.
Hizo lo correcto.
Lee la carta.
«Ash.
Estoy muy preocupado porque no he podido verte estando bien.
Dijiste que vivimos en mundos diferentes. Pero, ¿es eso cierto? Tenemos diferente color de piel y de ojos. Nacimos en países diferentes, pero nos amamos, ¿no es eso lo que importa? Me alegro mucho de haber venido a América. He conocido a mucha gente y lo más importante, te he conocido a ti.
Me preguntaste una y otra vez si me asustabas. Pero nunca te temí, ni una sola vez. En realidad, siempre creí que estabas herido, mucho más que yo. No podía evitar sentirme así. Gracioso ¿eh? Eras mucho más inteligente, más grande y más fuerte que yo. Pero siempre sentí que debía protegerte. Me pregunto de qué quería protegerte. Creo que del destino, del destino que intentaba alejarte llevándote a la deriva, cada vez más lejos.
Una vez me hablaste de un leopardo sobre el que leíste en un libro. Cómo creías que ese leopardo sabía que no podía volver atrás. Y yo te dije que no eras un leopardo, que tú podías cambiar tu destino.
No estás solo, Ash.
Estoy a tu lado.
Mi alma siempre estará contigo».
Las lágrimas manchan la carta volviendo ilegible la tinta porque rompe en llanto apenas acaba de leerla. Es injusto. ¿Cómo puede decirle algo así si lo dejó ir? Nunca será libre de las mafias. Mató a Arthur. Dino está muerto. Van a buscarlo. No puede tener una debilidad. Necesita tomar el mando o Nueva York será un desastre. Es un Golzine. Es un maldito Golzine. Pero Eiji. Aprieta la carta intentando contener el llanto. No puede tenerlo. ¡No puede! Y sin embargo...
Ash se levanta y empieza a correr por las calles de la ciudad, no está respirando, su salud sigue delicada porque sus heridas no han cerrado. Pero Eiji. Va a subirse a un avión. Le dijo a Shorter que se arrepentía de muchas cosas. De besos. De caricias. De abrazos. De te-amos. De risitas. De secretos. De consuelos. De lágrimas. De cicatrices que sanan. De vidas que se viven. Y dijo que nada de eso podía ser. Qué estaba perdido porque eran de mundos diferentes. Lo son. Ash sabe que lo son.
Entonces, mientras corre lo detienen.
—Ash. —Y reconocería su presencia estuviera ciego y sordo, bastaría un solo toque para saber a quién tiene entre sus brazos.
—Eiji. —El nombrado lo atajó para que no siguiera corriendo—. ¿No deberías estar en un avión?
—Debería. —Tararea—. Pero ninguno ha estado haciendo las cosas que debería, ¿no?
—¿Ops? —El bastardo le pega en el brazo—. ¿Desde cuándo eres tan terco?, ¿no ves que estoy tratando de dejarte ir a una vida mejor?
—Tú eres esa vida mejor. —Eiji entrelaza sus manos—. Tú eres esa vida, Aslan.
—Te amo. —Entonces simplemente se rinde—. No quiero que te vayas. —Y lo abraza con fuerza porque lo perdió una vez, Dios, si lo pierde dos veces no lo resistirá—. Lo siento, lo siento tanto.
—¿Desde cuándo te disculpas?
—No deberías quejarte, lo aprendí de ti. —Gimotea, Eiji se alza en la punta de sus pies y acuna su vulnerabilidad como solo Eiji lo hace. Dulce. Suave. Gentil—. También aprendí de ti otra cosa que estoy intentando poner en práctica, pero me cuesta, me es difícil aceptarlo.
—¿Qué cosa es? —Se lo pregunta cómo sino lo supiera—. Anda, dímelo y dame el gusto.
—A quedarme. —Le confiesa—. Aprendí a quedarme.
—Bienvenido, en ese caso. —Eiji se ríe apartándose lentamente para mirarlo a los ojos y robarle el corazón como siempre lo hace—. Bienvenido a casa, Aslan.
¿Adivinen qué? Tenemos epilogo, aunque eso ya lo estaré subiendo probablemente la otra semana en noviembre, pero realmente disfruté mucho esta dinamica, me hizo feliz como no tienen idea y todo el apoyo que me han dado, Dios, de todo corazón espero que les haya gustado.
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