23. Confesiones borrachas.
Hi~ Como les dije, tuvimos nuestra buena dosis de drama y es hora de ir aterrizando todo lo que nos toco vivir para ver el rumbo de la trama, por lo mismo, los siguientes capítulos serán relativamente más calmos que todo lo que nos ha tocado.
Espero que les guste y muchas gracias por tanto.
Ash arroja un suspiro pesado y se remece entre las sábanas, la habitación se encuentra sumida en la oscuridad y lo agradece, es un verdadero basurero en dónde están, gracias a la guerra que Arthur desató ambas mansiones terminaron quemadas y fue Cain quien los acogió, tuvo suerte de que aceptara ser su aliado y les prestara un departamento en Harlem, aun así tiene la osadía de quejarse porque de cierta manera se acostumbró al ostento que Golzine le proveyó, siempre se creyó un aristócrata moldeado en la alcurnia y lo demostraba con el ambiente de época que escurrían sus fiestas o sus trajes ostentosos. Lujoso. Fausto. Opulento.
Pero nada de eso es importante.
Porque Eiji.
Dios, Eiji.
Ash baja la mirada para encontrarse a un Eiji dormitando encima de su pecho, adorable, piensa acomodando una mano en su espalda, tienen las sábanas en la cadera, más, no hace frío pese al melancólico clima que se ve a través de las ventanas, Ash hunde la nariz en el nido de pájaros que su amado tiene por cabello y se deleita por el aroma, definitivamente el dulzor es peligroso sin la gargantilla. Intoxicante. Adictivo. Embriagador. Racionalmente no hay explicación para lo que su esencia gatilla en él, es casi instintiva la necesidad de restregarse ahí. Pero. Pero. Pero.
—Te quedó una mordida.
Dice para sí mismo con tristeza, deslizando sus dedos suavemente por su nuca, repasando las dolorosas y sanguinarias marcas, se pregunta si eso escondía la gargantilla o si serán recientes y pueden desaparecer, odia pensar así, más, Arthur dijo que una mordida implicaba un vínculo irrompible en donde si asesinaba al alfa, también mataría al omega, francamente no sabe si es verosímil la explicación, sin embargo, no arriesgará a quienes ama, ¿y a Eiji? Ja.
A Eiji no solo lo ama.
Lo adora.
—Estás despierto. —Entonces abre los párpados y alza esos deslumbrantes ojos de ciervo que tantas veces le han robado el corazón, injusto, rumia, ¿cómo puede enamorarlo tanto? Debería existir un límite para caer por alguien—. Buenos días, Ash. —Con una pequeña "u" al final.
—Buenos días, onii-chan. —Atina a decir ya que luego de tanta locura finalmente lo tiene justo donde pertenece: en sus brazos—. Es un gran cambio de ambiente, ¿no? —Lo dice refiriéndose al antiguo ostento de su cuarto.
—Es mejor que la mansión de Arthur. —Musita y se hace más pequeñito sobre su torso, le pide que lo acune, que lo sane, pero no sabe cómo hacerlo, así que hunde sus dedos en su cabellera rebelde y esponjada para cepillar suavemente sus mechones entintados—. Realmente extrañé despertar así. Contigo. —Lo mima. Lo ama. Lo adora. Pero no con la cotidianidad de la palabra.
—Lo siento por demorarme tanto.
—No. —Lo adora como un hombre muriendo de deshidratación al último sorbo de agua—. Yue me contó lo que pasó con sus hermanos, debió ser duro, después de todo, Shorter es el jefe de la mafia china y que lo secuestraran para usarlo de ratón de laboratorio no es menor, si ese clan no fuera tan corrupto y genuinamente se preocuparan por él la historia habría sido distinta, Yue debió pasarla muy mal con eso.
—¿Por qué te preocupas primero por el sufrimiento del resto antes que el tuyo?
—Porque son mis amigos y la pasaron mal.
—Eiji. —El aludido cierra los ojos, dejándose llevar por las reconfortantes caricias, relajándose, lo nota por cómo ralentiza su respiración y afloja los músculos—. Debió ser traumático para ti.
—¿Qué cosa? —Se hace el tonto y Ash no sabe si le corresponde volver el tema real, más, si lo deja pasar y peca minimizando las heridas de su amado...
Mira la grotesca mordida en su cuello. Piensa en el aborto espontáneo. En el bebé producto de un abuso. En las ambivalencias de la pérdida. En la tortura. La humillación. La indignación. Los Yakuza lo vendieron como si fuera un objeto. Lo segregaron en castas que no existían. Perdió la vida que tenía. Dejó a su familia. Enterró su inocencia. Y todo en silencio para no ser una carga.
—Creíste que Shorter había muerto arriba tuyo. —No puede seguir pasando por alto esas cosas que a Eiji le duelen porque Eiji nunca pasa por alto las suyas. Y se supone que lo adora de forma incondicional, con la fidelidad de un siervo a su amo, de un creyente a Dios y de una estrella al sol—. Eso tuvo que haber sido...
—Estoy bien. —Lo corta—. De verdad, no fue gran cosa. —¡¿Cómo puedes decir eso si estás al borde del llanto?!
—Usaron tus feromonas para lavarle el cerebro, eso no está bien.
—Es algo que tendría que haber esperado de Arthur, estuve con él más de un año, sospechaba donde me metía, no soy tan ingenuo.
—Eiji. —Ash lo coge de las mejillas—. Lo vi en tu carita. —Y sus ojos se cristalizan apenas se lo dice porque está abriendo puertas que debían permanecer cerradas y metiendo sal en heridas que estaban sanadas—. Vi cómo te afectó, también estuve ahí y fue jodido lo que nos hicieron.
—Tal vez, pero no hay nada que pueda hacer con eso. —Pero al igual que la mordida en su nuca, esas magulladuras nunca cerraron bien, lo hicieron como pudieron, en el camino se infectaron y supone que es hora de arrancar las costras para limpiarlas cómo se deben. Y sí. Duele. Sí. Es una conversación desagradable. Pero es necesaria—. Es algo que ya sucedió y no cambiará.
—No te estoy pidiendo que hagas nada con eso. —Musita—. Ni tampoco te estoy pidiendo que deje de doler.
—¿Entonces, qué me estás pidiendo?
—Te estoy pidiendo que duela. —Susurra y le estruja el corazón verlo a punto de llorar—. Porque sé que te duele y no dejará de dolerte aunque lo saques, pero dolerá menos si me lo compartes.
—Ash.
—Dolerá menos si esto es nuestro y no solo tuyo.
—¡Tenía mucho miedo! —Y entonces pasa—. Arthur me trató muy mal, hizo cosas... dijo que tú no vendrías por mí, pensé que nunca más volvería a verte, estaba tan asustado, fue horrible, lo nuestro se vio como un sueño muy lejano, fue como si hubiera regresado a mi realidad, en serio odié haber vuelto, no habría podido resistir sin la esperanza de verte.
—Eiji. —Ash lo encierra contra su pecho—. Mi Eiji.
Y lo deja llorar.
Lo deja hacerse trizas entre sus brazos aunque eso le desgarre el alma, limitarse a testificar su sufrimiento es lo más duro que ha hecho porque si fuera por él, ¡joder! Si Ash pudiera arrancaría cada una de esas cicatrices y las usaría en su propia piel, sacaría cada recuerdo sangrante y lo encarnaría todas las noches por el resto de sus días si con eso Eiji no tiene que vivirlo, acunaría cada una de las cosas que le duelen y las haría suyas, desearía que Eiji solo estuviera feliz, pero entiende que humanamente es imposible, así que lo único que puede hacer es tolerar su dolor, hacerlo visible, real, darle peso, darle un hogar, ser una manta, un refugio y hacer de paraguas.
Ash presiona un beso sobre la coronilla de su cabeza y lo acurruca sobre su corazón, Eiji aprieta sus puños contra su pecho y lloriquea lo que no había llorado, primero lo hace en jadeos mudos igual que un niño al que su papá golpeó, pero poco a poco aumentan la intensidad y pronto hay gritos desgarradores retumbando del fondo de su garganta. Y esto implica amar a alguien. Estar ahí. Bonito o feo. Bueno o malo. Agradable o no. Estar ahí siempre. Y él ahí está, recibiendo con una infinita gratitud lo que le dé aunque duela.
—Estoy aquí para ti. —Una promesa. Un deseo. Una carta sangrienta—. Te amo y no tienes que contenerte.
—¿No soy débil por dejar que esto me afecte tanto?
—Eiji. —Sus yemas besan las lágrimas que siguen cayendo hacia las mejillas sonrosadas, mira cómo las gotas penden igual que el rocío entre sus pestañas entintadas—. Ser fuerte no es que las cosas no te afecten, las cosas te seguirán afectando, te seguirán dando miedo, llevo metido en esto desde que tengo memoria y me sigo asustando, imagínate el daño.
—¿Entonces qué es ser fuerte?
—Hacer las cosas a pesar del miedo que te den, eso no significa reprimirlas, no llorar por ellas, ni normalizar cosas insanas. No. Significa hacer tus duelos y tener el coraje para vivirlos.
—¿Desde cuándo tienes tanta responsabilidad afectiva? —Se burla y eso es bueno, porque Eiji está sonriendo y genuinamente impresiona más aliviado.
—¿Acaso no lo sabías? —Así que Ash aprovecha de coquetear acomodando sus palmas en su cintura, memorizando cada una de las líneas de sus músculos, sus curvas, sus heridas y todas las constelaciones que tiene escritas, vaya, lo ama tanto—. Soy un partidazo en el romance.
—Debes tener muchos pretendientes.
—Pues claro que los tengo. —Tararea, cincelando los bordes de su rostro, ¿acaso no es bonito? Ríe concluyendo que no hay palabras suficientes para describir su beldad—. Es una gran fila.
—Ahora tienes una fila. —Bufa y su cabello salta contra sus pestañas, adora que se enganchen ahí porque parecen enredaderas de estrellas, desliza sus yemas hacia sus mofletes, los aprieta porque no puede resistir la tentación, navega reescribiendo sobre sus dolencias, lo hace de tal forma que a Eiji no le queda duda que es un bricolaje de luz—. ¿Alguien llama tu atención en la fila imaginaria? Tengo mucha curiosidad.
—Así es. —Tararea jugueteando con una mano, usando sus dedos para caminar por su espalda y hacerlo encogerse tras el sobresalto—. Es un chico extraordinario, tiene ojos oscuros, mucho más oscuros que una noche de Halloween, pero deslumbrantes como ónix, tiene cara de bebé, sus mejillas me recuerdan a un hámster atragantándose de semillas, su piel es bronceada, sus cabellos son esponjosos y me tientan a cepillarlos. Es bonito. Terco. Desquiciado. Es como una flor en apogeo. Sí. Eso es.
—¿Por qué?
—Porque este chico no se muestra ante cualquier persona, no, no, tiende a espantar a la gente incorrecta con las peculiaridades que lo recubren, se necesita de un espectador paciente para esperar que alce sus pétalos y muestre sus verdaderos colores, eso enamora, a pesar de hacer comida apestosa, tener un gusto senil para vestir, estar obsesionado con la limpieza, amar más a ese pajarraco feo que a mí y chismear con las amas de casa, enamora, todo eso me enamora.
—Ash.
—Todo eso me mantiene perdidamente enamorado de él, ¿no soy afortunado?
—Tienes gustos extraños. —Eiji se burla para mitigar el brillante sonrojo que arde en sus orejas.
—Tal vez. —Ash entrelaza sus dedos—. ¿Pero qué puedo hacer? Uno no elige a quien amar, esa es tarea del corazón y el mío parece ser todo un masoquista.
—Lo dices como si esa persona no te correspondiera, puff, ¿masoquista por qué?
—Pues esa persona no me ha besado desde que llegamos. —Busca apenarlo con su descaro.
—¿Eso quieres? —Pero Eiji—. Lo hubieras pedido antes.
En contra de toda sus predicciones racionales Eiji lo toma de la nuca para alzarlo (todavía sigue arriba de él), se inclina con una sonrisita juguetona, hay una chispa traviesa escaldando dentro de sus pupilas que le pone los pelos de punta y le corta la respiración, las piernas se entrelazan debajo de la frazada, las narices se rozan en un coqueteo silencioso, Ash jadea sintiéndose por primera vez como un inexperto temblando en la cama, pero Eiji es Eiji y desliza con todo el amor del mundo sus mechones dorados detrás de su oreja, lo mira a los ojos y le dice sin decir nada.
Te amo, Aslan.
Así que lo besa como debió haberlo besado apenas tumbó la maldita puerta con la bazuca, lo toma de la cintura y lo da vueltas acomodándose arriba suyo, hunde los dedos con fuerza entre los mechones entintados procurando nunca hacerle daño, pero arrancando un jadeo delicioso que se escucha como su nombre. Es intoxicante. El dulzor lo envuelve. Se siente borracho pese a no haber tomado nada. Más. Necesita más. Así que lo alza del mentón e introduce su lengua gatillando un espasmo en el contrario, no le desagrada, lo sabe por cómo incrusta sus uñas en su espalda y restriega sus caderas exigiendo mayor intimidad. Besa. Muerde. Lame. Succiona. Tira. Jadea. Simplemente lo devora.
—Ash. —Lo excita de sobremanera que gima su nombre con la boca hinchada y la mirada llena de placer—. Aslan. —Su cara quema como si estuviera hirviendo y escapara vapor de sus oídos al escuchar su parte más real, es gracioso cómo se siente tan genuino con Eiji.
—No tienes idea de las cosas que desatas. —Suspira—. Dijiste que te volverías loco si también me perdías ¿pero acaso te has preguntado qué sería de mí sin ti? Me dispararía sin dudarlo con tal de mantenerte a salvo, así de mucho me importas.
—Pero eso a mí no me gustaría. —Le dice acogiendo su rostro, los papeles se han invertido, es ahora la candidez sangrante de Eiji la que lo mantiene a flote—. Te amo, no quiero que ese amor que sientes por mí sea a costa tuya. Quiero que estemos los dos bien. Juntos.
—¿Eso es posible?
—No sé. —Eiji se toca la nuca sintiendo el balde de agua fría—. Pero si hemos pasado por tanto, creo que es una buena señal ¿verdad? Es decir, salimos con vida y tenemos a Shorter y a Griffin.
—Cierto. —Ese nombre—. Verdad que están ellos, ja. —No ha querido pensarlo.
Ash es consciente de que tarde o temprano tendrá que enfrentar a Griffin, es la razón por la que se ha mantenido cogido a la cordura a pesar del averno al que lo sometió Dino, si toleró que lo adoptara, lo cosificara, lo prostituyera, lo convirtiera en un homicida y peón fue porque siempre quiso disculparse. Lo siento. No fui consciente. No valoré tus sacrificios. No me di cuenta. Papá te pegaba y tú me protegías. Lo siento por ser un niño malo. Trataré de ser bueno. En serio. Pero enfrentar la posibilidad a ser reconocido o desconocido es demasiado abrumadora.
Yut-Lung dijo que buscó a Ash Lynx para que lo salvara, no a «Aslan», siendo realistas, de seguro quería al menor de los males en la mansión Golzine, así que mirarlo cara a cara y que lo observe como si observara a un desconocido le rompería el corazón, es lo menos egoísta, se dice, si no puede dejar ir a Eiji al menos debería ser capaz de soltar a su hermano, tiene la chance de tener una vida normal con Max. Ash no. Ash siempre lo hundirá. Asesinó y nada lo cambiará.
¿Realmente quiere que Griffin conozca a esta versión de mierda?
—¿Ash? —Pero por supuesto, Eiji nota que algo anda mal—. No has ido a verlos.
—No estoy listo. —Alza sus defensas ya que no quiere ser presionado ni herido—. No los puedo ver. —No todavía.
—Eso está bien. —Pero debería saber que Eiji es paciente y nunca lo presionará, eso sí es amor, piensa y ríe—. No tienes que forzarte a verlos ahora.
—¿Eso no me hace mal hermano y mal amigo?
—¿Cómo podría? —Eiji lo aparta, no es brusco ni lo rechaza, solo quiere verlo a los ojos porque así se asegura de que lo entienda palabra por palabra—. Ash, acabas de validar mi dolor, creo que lo justo es que hagas lo mismo con el tuyo ¿no te parece?
—Es distinto.
—¿Cómo?
—Porque soy yo. —Eiji rueda los ojos, no tratando de minimizarlo ni hacerlo sentir mal sino que mostrándole cara a cara la hipocresía—. Estuve todos estos años aferrándome a la idea de que Griffin seguía con vida en alguna parte, los abandoné a todos para ir a Cape Cod y así recolectar datos sobre su paradero, expuse a mis subordinados, fui irresponsable e impulsivo, pero Griffin sí está vivo y ahora está conmigo, literalmente se encuentra en la pieza de abajo, debería querer verlo, es obvio.
—¿Por qué deberías? —Eiji es ligero con sus palabras y sus toques, enreda los dedos en el pelo de oro y lo mima como si supiera cuánto eso lo sana, Ash cierra los ojos, agradecido, es curioso cómo el aroma de ese chico tiene un efecto tan calmante y agradable—. No creo que haya solo una forma correcta de vivir estos procesos, tú me viste, estuve un año con Arthur pero me tardé meses contigo en darle el peso a todo lo que había vivido, a veces no estamos listos y está bien.
—¿Cómo podría estarlo? No quiero que Griffin se sienta mal sino lo veo.
—Tu hermano recién se está recuperando de una droga, ni siquiera está totalmente consciente.
—Cierto. —Que le diga los hechos tan crudamente ayuda—. Lo sé, Yut-Lung está fabricando el primer prototipo de antídoto, realmente lo sé.
—Y quizás para él tampoco sea tan fácil afrontarte, él debe sentirse culpable.
—¿De qué? —La posibilidad es risible—. Él no hizo nada malo, es Griffin.
—No, no lo hizo. —Eiji sigue acariciándolo, no lo suelta ni lo deja solo, lo acompaña incluso sin entender del todo su dolor—. Aun así, probablemente se siente culpable por haber dejado a su hermanito menor solo en un pueblo inseguro, esto también le tomará tiempo procesarlo, estoy de acuerdo contigo, tienen que hablar, pero hay cosas que cada uno debe sanar antes.
—¿Por qué eres así? —Ash se queja apretujándole las mejillas porque es muy maduro y ese es el único argumento en contra que se le ocurre—. Sabelotodo.
—No soy un sabelotodo. —Ríe—. Y siempre puedo estar equivocado, no obstante, al menos yo me siento así en relación a Shorter, sé que me será difícil volverlo a ver porque tienes razón, fue una situación traumática y no he dejado de tener pesadillas, seguramente para él será doloroso verme también por todo lo que pasó. Pero es mi amigo.
—Eiji.
—Es mi amigo y lo quiero, por eso cuando sea su momento, aunque sea, haré el intento.
—¿Te he dicho cuánto te amo? —Se ríe, aunque vienen de mundos diferentes Eiji lo comprende mejor que nadie, ¿cómo es eso posible? Desliza sus dedos en la nuca del nipón y omite el ardor que revuelve sus tripas y punza en su pecho, mierda—. ¿O acaso debería demostrártelo?
—Oh. —Eiji vuelve a enredar con coquetería sus brazos alrededor de su cuello ya que es simple perderse en una fantasía primeriza siendo ellos—. Quizás deberías demostrármelo, Aslan.
—Todavía está oscuro. —Susurra como si esas dos palabras pudieran disipar cualquier sombra a su alrededor—. No hay nadie más despierto, ¿debería besarte hasta que no puedas respirar?
—Puedes intentarlo. —Eiji se burla con picardía—. Pero tengo buen aguante.
—Ven acá, maldición.
Así que Aslan se dedica a besarlo por todas esas veces que no pudo, pero se moría por hacerlo.
⊱✿⊰
—Por favor, haz algo. —Sing lo jala de la manga de la camisa para arrastrarlo al piso inferior, los chicos se encuentran repartidos en el edificio de Harlem, Cain prometió que sería seguro, más, a juzgar por el firme alarido de las sirenas policiales teme que sea peor que Downtown—. ¡Está fuera de control!
—¿Shorter? —Sing frunce el ceño sin dejarlo de tironear al apartamento inferior—. ¿Se trata de él?
—¡No! Shorter se ha portado de maravilla. —¿Entonces quién?—. ¡Estoy hablando de Yut-Lung!
Entonces Sing lo mete de un tirón al apartamento perteneciente a los chinos y lo encierra como si fuera una presa para un león famélico, un escalofrío le recorre la columna vertebral al quedar frente a esos ojos venenosos, son oscuros, sin embargo, no es una oscuridad acogedora como los de Eiji que lo invitan a quedarse y permanecer por siempre. No. Estos son fríos. Rencorosos. Sanguinarios. Son los ojos de un niño que ha visto demasiado y se convirtió en un adulto herido y traumatizado. Están rotos. Y esos mismos pedazos afilados lo siguen rompiendo aún más.
—¡Le dije a Sing que no mandara a nadie! —Grita, está usando el sillón como si fuera una cama.
—Pues él encontró necesario ir por ayuda. —Está borracho, lo sabe por la montaña de botellas de vino vacías que penden contra el soporte del sofá, hay una copa a medio tomar en su palma, para ser franco, luce fatal—. ¿Qué diablos te pasa, Lee?
—¿Qué diablos te importa? —El histérico le tira la copa a la cabeza, falla, está tan alcoholizado que apenas puede mantenerse recostado sin caerse del sillón—. No necesito tu maldita ayuda o lo que sea que hayas venido a hacer, soy un hombre independiente que puede cuidarse, estoy fabricando una puta cura para los demás ¿o no? Puedo con todo, es obvio.
—Sí tú dices.
— Y tú no estás siendo de mucha ayuda que digamos, ¿acaso no eres un genio? ¡Deberías estar metido en el laboratorio conmigo! Pero no, eres un flojo.
—Te ofrecí mi ayuda por si la necesitabas y tú me sacaste contra la excusa de que te estorbaría.
—¡Porque me vas a estorbar!
—¿Ves que ni siquiera se puede hablar contigo, borracho? ¡Me sacas de quicio!
Ash toma una inmensa bocanada de aire en busca de paciencia, no es ajeno al drama del chino porque al ser rivales terminaron acercándose demasiado y encariñándose con el enemigo, son dos caras de la misma moneda, un día Skip le dijo, le encontró razón, por eso no enganchó con la rivalidad que les impusieron, más, Yut-Lung pensó diferente y lo encasilló de némesis, no es que Ash lo odie, al final, sabe que Shorter está enamorado de él y Eiji lo estima de sobremanera, además, ha resonado con su fragilidad involuntariamente, no es un mal chico, lo entiende pero es una persona tan rota.
—¿Sabes? Al inicio realmente odié que Okumura estuviera a tu lado, porque yo te tenía por ahí arriba. —El alcohólico apunta a un paraje irreal en el techo, es hilarante verlo tambaleándose mientras se sirve de una botella vacía, ya vislumbra porqué Sing lo mandó—. Tú no necesitabas amigos, eras una bestia salvaje. Una bestia hermosa, libre e incontrolable.
—¿Esa percepción tenías de mí? —Le da risa haber proyectado una imagen tan distorsionada.
—Solo necesitabas a aquellos que te idolatraban y a los que como Arthur, te desafiaban. Tú no necesitabas a nadie más. Especialmente a un niño llorón que solo sería una carga para ti, mejor que nadie tú sabes que enamorarse es una sentencia de muerte y Okumura es inútil.
—¡Eiji no es una carga!
—Lo sé. —Entonces—. Eiji es mi amigo, sé que no es una carga, sé que esa forma de pensar no puede estar más lejos de la realidad porque he podido conocerte mejor, a ti, no al Ash que tuve ahí. —Vuelve a apuntar arriba—. Siendo franco fue decepcionante, asumo que por eso te dicen que no conozcas a tus héroes, al final no eras más que un chico patético, mimoso, blando, fofo y soso que se enamoró de las primeras pestañitas coquetas que se le pasaron por delante.
—¡Bastardo!
—Pero ¿acaso yo soy mejor? Pasé tanto tiempo queriendo destruir a mi clan, odiándote porque me habías quitado a Shorter y odiando a Shorter por dejar mi lado que... al final, el único al que sí odio es a mí mismo, por eso fue tan duro conocer a Eiji, me hizo enfrentar estas cosas, carajo, ese metiche literalmente nos empujó a Shorter y a mí a conversar, descubrí que él sí me quería.
—Pues claro que te quiere. —Ash intenta suavizar la voz y acercársele, es extraño observar esta fase más vulnerable porque también acostumbra a cosificarlo como una serpiente salvaje pero Eiji fue bueno tirando las máscaras y encontrando a los niños bajo los disfraces.
—Yo no lo sabía. —Yut-Lung se sienta y hunde las manos en sus rodillas—. Y ahora tengo miedo de no poder hacer un antídoto que lo traiga de regreso conmigo, llevo días sin dormir diseñando varios prototipos, soy muy cobarde para darle alguno de ellos ¿y si lo empeoro?, ¿y si hago todo lo que puedo y no es suficiente?, ¿y si lo más misericordioso es dejarlo ir? No quiero confrontar esas cosas, no estoy listo, simplemente no quiero averiguarlo.
—Hey. —Ash se sienta a su lado, es ajeno estar compartiendo un instante de camaradería pero ambos llevan metidos en esto más de lo que desearían y al final, si alguien puede entender con carne propia las vivencias de un muñeco roto, es otro—. Va a estar bien, lo prometo.
—¿Cómo puedes saberlo?
—Porque Shorter es Shorter. —Dice aligerando el ambiente—. No se rindió contigo a pesar del miedo que le dabas.
—Me estás haciendo sonar como un monstruo. —Le advierte—. Es un terrible consuelo, quiero que lo sepas. Apestas en esto, Lynx. Tráeme a Eiji.
—No quise decir eso. —Entonces intenta recordar cómo Eiji le habla para hacerlo sentir bien y aprende de ello—. Pero Shorter también estaba aterrorizado de perderte, dio por hecho que tu corazón le pertenecía a otro hombre, intentó soltarte, estuve ahí, lo vi, nunca pudo hacerlo, por eso estoy seguro de que lograrás una cura, si Shorter se aferró tanto fue porque sabía que pese a todo le correspondías, él confió en ti, confía en tus capacidades, ahora debe estar durmiendo sabiendo que tú lograrás despertarlo.
—Como un príncipe de cuento. —Le dice aguantando las lágrimas, es orgulloso, no le mostrará su lado más vulnerable—. Me da miedo que él haya confiado en mí y se haya equivocado.
—No lo hizo. —Asegura—. Shorter siempre fue bueno con los presentimientos y aunque nunca comprendí por qué diablos le gustabas, creo que de a poco lo empiezo a entender.
—No eres tan horrible como pensé ¿sabes? Me sorprendes.
—Lo mismo digo. —Ash sonríe—. Supongo que eso nos hace amigos.
—Sobre mi tumba. —Yut-Lung vuelve a ser el mismo de siempre—. Si le cuentas esto a alguien, juro que te arrancaré la cabeza mientras duermes, Lynx. No tientes tu maldita suerte.
—Qué susto. —Escarnece—. Pero tranquilo, solo fueron confesiones borrachas a medianoche.
⊱✿⊰
Ash sube las escaleras del departamento, su mente sigue revuelta por la conversación con Lee y es ajena la sensación de empatía que le produce, ¿no es extraño que en todos estos años ni una sola vez lo hubiera visto realmente? Asume que Eiji lo ha salvado en más de un sentido. Su caminata se detiene abruptamente cuando algo contra la puerta llama su atención. Una novela yace en el umbral. "Islas en el Arroyo" de Ernest Hemingway. No. No. No. El sudor frío cae hasta su espalda. No tiene que abrirlo para saber qué significa.
Blanca.
Recuerda cuándo le habló del libro. Elegante. Letal. Le dijo que hablaba de la soledad humana. Que más adelante lo entendería. Arthur debió haberlo contratado. No. Él no. No puede ganarle. Ash guarda la novela, se mete al apartamento sabiendo que el cazador se ha convertido en una presa.
Oh bueno, pueden imaginarse por qué arco canonico nos iremos ahora, ni modo, le tocó a Blanca hacer su debut, pero no todavía, por mientras seamos felices y quedemonos un poco más con Ash que debe enfrentar a Griffin mañana.
Nos vemos~
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro