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22. Conocer a la familia.

Hi~ Como les mencioné seguimos directamente con Ash, este capítulo también se viene canonicamente intenso, pero no tanto porque los fans de banana fish también necesitamos ser feliz y chicos, nos queda practicamente una semana con esta dinamica, así que muchas gracias por aguantarme tanto, ¿se dan cuenta de que llevaba un año sin ser consistente en una de estas? Y parte de esto es el amor que le han dado a este fic, los quiero caleta.

Espero que les guste.

La primera impresión que tuvo de Shorter fue que era extraño, lucía una brillante calva y usaba el mismo par de lentes de sol aunque fuera de noche, tenía una voz estruendosa con un acento chino tan marcado que podía oler el cerdo cantonés cuando le hablaba, fue su compañero de celda por mera casualidad en el reformatorio, su carácter extravagante y grotescamente afable contrastó fuertemente con su personalidad en ese entonces. Estaba ahí porque Golzine quería que se mataran con Arthur, lo intentaron, un reo al que tenía amarrado a la punta de su dedo le haría todo el trabajo sucio a cambio de una paja. Pero Shorter. Ja. Lo enfrentó con un moralismo digno de una galleta de la fortuna y lo frenó. Luego le dijo que se parecía al ángel de navidad de la tarjeta que su hermana le había dado. Vaya sujeto. Estaba loco.

Creyó que nunca lo volvería a ver así que le robó dicha tarjeta y se burló al salir del reformatorio.

Es pecado masturbarse con esto, ya sabes.

Y se lo dijo como adiós mientras refutaba y el guardia lo arrastraba de regreso a la celda.

Pero se siguieron viendo. Días. Semanas. Meses. Años.

Aprendieron a liderar Nueva York codo a codo así como aprendieron el significado de un "mejor amigo". Fue la primera persona a la que Ash dejó acercarse y le confió su vida. Su bro.

Por eso...

—¡AAAAAAAAHHHHH!

Ash se remece con desesperación, las cadenas tienen sus muñecas inmovilizadas, Arthur está al lado con una sonrisilla de triunfo que le pone los pelos de punta, no le bastó con arrastrarlos a él y a Max a la sala de juegos como si fueran putos animales de exhibición, no le bastó ponerlo frente a Dino y una serie de políticos importantes para humillarlo, no le bastó con traer a un Eiji de ojitos tristes, no le bastó con ofrecerlo a los clientes de niño para así amparar su asqueroso pellejo, no le bastó con matar a su primer amor, no le bastó con exhibir las películas de Marvin, no le bastó con intentarlo apuñalar por la espalda. No. ¡Nada le bastó! ¡Nada nunca le bastará!

Shorter se lleva las manos a la cabeza, incrusta sus uñas y las hunde hasta deformar su cráneo, jala con brutalidad, intentando arrancarse el cerebro para que se callen las voces, falla, así que cae de rodillas sobre los ladrillos del calabozo. Grita. Grita. Es un alarido gutural tan desgarrado que no resulta humano. La saliva cae. La sangre escurre. Sus ojos lagrimean. Entonces se hace un ovillo en el piso igual que un niño. Piedad. Duele. Por favor.

—¡Mi cabeza!

—¿Shorter? —Ash mira horrorizado la escena—. ¿Esto...?

—Exacto. Esto es Banana Fish.

—¡No puede ser! —Max se encuentra encadenado a un poste, se supone que rescatarían a Griff con el pretexto de caer en una trampa, se vistieron de etiqueta, se metieron en la boca del lobo, pero claramente subestimó a Arthur y al rencor que lo mantiene vivo—. ¡Bastardos!

Así que lo único que puede hacer es ver cómo Shorter tirita, tirita, tirita en el suelo balbuceando incoherencias mientras los inversores y Dino se pasman del asombro. Shorter, ¿qué diablos te hicieron?, ¿qué carajos hace esa maldita droga? Sabía que debían atacar lo antes posible, más, no contaba con que los Lee le dieran problemas. Llegó muy tarde. Cuando ve cómo Arthur coge de la camisa a Eiji para arrojarlo enfrente de él teme que tiene razón.

—¿Quieres saber algo divertido de todo esto? Te dije que las castas más afortunadas producían feromonas.

—¿Y eso qué diablos tiene que ver?

—Pues Shorter se manifestó como alfa, por ende es capaz de oler feromonas. Y tú adorado Eiji.

—¡No lo toques! —Ash grita vislumbrando cómo Arthur desliza su lengua por el cuello del nipón provocando que se le cristalicen los ojos por el terror. Va a matarlo. Lo matará—. ¡Suéltalo!

—Es un bonito omega. —Arthur saca una llave dorada de su bolsillo y basta de un clic para que caiga la gargantilla, Dios, el cuello de Eiji es un espectáculo de podredumbre y heridas abiertas, nunca se las desinfectó y ahora están moradas—. Uno que produce feromonas.

—¡Si te atreves a ponerle una puta mano encima prometo cortarte cada uno de esos repulsivos dedos tuyos! —Ni siquiera lo escucha—. ¡Arthur!

—Uno cuyas feromonas usamos para experimentar con Shorter. —Arthur sonríe burlonamente sin dejar de manosear el cuello de Eiji—. Te dije que además de crear las castas, la droga puede facilitar el control mental, ¿verdad? —Shorter grita haciéndose aún más pequeño contra el piso de concreto—. Pues eh aquí el resultado, mira de lo que te salvaste, cariño, deberías estar muy agradecido con tu amo.

—¡Arthur! —Eiji grita con los ojos aguados—. ¿Por qué...?

—Porque él me quitó todo lo que me pertenecía. —Arthur gruñe entre dientes apuntándolo con un rencor desbordante ardiendo en sus ojos vacíos—. Y yo quiero quitarle todo lo que tiene.

—¡Entonces desquítate conmigo! —Ash ruega—. ¡Si tantas ganas tienes de vengarte ven y toma tu venganza de una vez! ¡Aquí estoy!

—¡No! —Arthur hunde sus dedos en el cuero cabelludo del japonés y lo arrastra por el calabozo para llevarlo frente a Shorter—. ¡Todo esto que está pasando es tu culpa! ¡Qué ellos se asesinen entre ellos es por ti! Y tú cargarás con esas pérdidas por el resto de tu vida.

Pero Ash no escucha qué más dice cuando hala el flequillo de Eiji con tal brutalidad que lo hace llorar, ni cuando Max intenta zafarse de las cuerdas, ni cuándo algo en Shorter se fractura frente a él sin que pueda hacer nada. Es que esto no puede ser real. Debe ser una pesadilla. Sí. En las pesadillas siempre aparece Dino y ahí está viéndolo desde el balcón con una sonrisa altiva con los otros inversores. Es extraño que no esté violándolo. Pero a juzgar por la escena Eiji fue quien recibió ese maltrato, eso sería demasiado duro de aceptar para ser real ya que Eiji no se merece nada de esto. Es pequeñito. Tan pequeñito que le cabe en el bolsillo del corazón. Es frágil como un diente de león. Es libre cual mariposa. Es relumbrante como un girasol. Lo ama, lo ama más que a su propia vida. Es Eiji. Su Eiji.

¿Y esto?

—Este es tu enemigo. —Eiji no merece que lo tiren como un trapo sucio frente a Shorter—. ¡Este olor le pertenece a quien debes matar! ¡Mata al dueño de esas feromonas!

—¡N-No!

—¡Shorter! ¡Es una orden!

Y algo dentro de Shorter simplemente se rompe. Crack.

Pronto, su expresión de cachorro asustado se deforma a una de odio absoluto, la ha visto antes porque él vivía ahogado en el encono. Pero Shorter. Shorter fue un gran amigo. Shorter lo ayudó a parar porque él no sabía cómo parar pero quería. Shorter lo trató como a un niño. Shorter está gritando como si lo estuvieran hirviendo vivo, hunde sus uñas en su rostro dejando una horrible marca, la atmósfera está podrida, Ash quiere vomitar, Arthur ríe y se jacta acercándole a Eiji en el piso a pesar de tener el cuerpo magullado, herido, entonces los ojos de Shorter se convierten en los ojos de un desconocido, ¿dónde están sus lentes de sol? Los usa para que las personas sean incapaces de vislumbrar su inmensa gentileza pese a la mafia.

Pero esos ojos.

—¡Shorter! ¡No! —Ash ruega y ve cómo Arthur lanza dos navajas, va a hacer que se maten entre ellos. Va a perderlos. Va a perderlos a los dos. Tira. Tira. Tira las cadenas, ¿por qué no se cortan?

—¡Shorter, soy yo! ¿Acaso no lo ves?

Eiji yace en el piso, sus manos tiritan alrededor de la cuchilla, ni siquiera puede levantarla, pero Shorter corre y ni siquiera duda en apuñalarlo, la sangre se entremezcla con la mugre en el piso, las risas de Dino y del resto de los inversionistas le taladran la puta cabeza, Ash lucha, maldice y ruega para que lo asesinen de una vez, Eiji y Shorter son inocentes, ¿por qué deben pasar por esto? No. No. No. Intenta arañar. Patear. Morder. Gruñir. Quebrar las cadenas. Es en vano. Cada segundo que pierde es una nueva herida en el cuerpo de Eiji. Se va a desangrar. Tiene que curar esas heridas porque no le sanaron la del cuello y se ve muy fea. Debe dolerle. Pero Ash también se siente dolido. No puede respirar. No puede salir de eso. No puede dejar de sollozar. Necesita taparse las orejas, cuando habían truenos en Cape Cod, Griffin siempre se las tapaba para que no le diera miedo. Pero está asustado y se siente impotente.

Le da risa que ese sufrimiento lo remonte a la vez donde Barba Azul lo violó pero tampoco pudo hacer nada para defenderse. Y Eiji está sangrando tanto. Arthur dice que no sirve de nada soltar lágrimas de cocodrilo porque Shorter no puede desacatar, el sufrimiento sería insoportable así que debe cumplir con la misión sin embargo apenas lo haga perderá todo propósito y empezará a herirse a sí mismo. Incluso si sobrevive será atormentado con pesadillas para siempre "cómo su hermano", Dawson le dijo.

Griffin. Griffin. Griffin.

G-Griff...

—Shorter, ¡soy Eiji! ¿No puedes verme? —Eiji alza la navaja contra su pecho, se aferra como un niño a su oso de felpa—. ¡Por favor, Shorter! —Un grotesco tajo se asoma de los retazos que le quedaron de camisa. Plic. Plic. Plic. La sangre escurre al piso.

—Deténganlo... —Ash suplica en un hilo de voz, mira cómo las navajas chocan salpicando una mezcolanza de sangre y mugre a su camisa blanca. Sus ojos arden. Las lágrimas caen. No tiene corazón. No tiene alma. No tiene vida. Porque Eiji. Mierda. Eiji. Shorter—. Deténganse...

Duele.

¡He dicho que me duele!

Paren, por favor.

—Es hora del gran final. —Eiji y Shorter yacen en esquinas distintas, Shorter está pálido y no se ve más como un ser humano, Eiji está atiborrado de heridas. Pecho. Brazo. Vientre. Omóplatos. Muñecas. Su carita. Dios. ¿Qué le hicieron a su carita?—. Acaba con él, Shorter.

—No lo hagas, Shorter. —Pero el nombrado alza su cuchillo una última vez para matarlo y a Ash le cae el balde de agua fría: realmente los perderá—. ¡Shorter! —Suplica con todas sus fuerzas.

Y Shorter para.

Se queda congelado frente a la estatua de ángel que yace bajo el balcón, los ojos se le atiborran de lágrimas, se parece a esa estúpida tarjeta de navidad que le robó tras conocerse, rumia, Ash siente cómo el llanto corre desde sus mejillas hasta su mentón, que cae igual que una promesa rota, las cosas rotas no necesariamente deben quedarse rotas, pero ¿sino tienen arreglo? ¿qué debe hacer? No puede quedarse, no si está descalzo sobre los pedazos afilados, le da risa, esa tarjeta se asemejaba a él o eso le dijo Shorter cuando le preguntó de dónde lo conocía.

Ash piensa en todas estas cosas cuando los ojos de Shorter se abren con tal nitidez que parece haber escapado del laberinto de confusión, entonces arrastra su cuerpo con pasos torpes ante las cadenas, lo mira, lo mira con los ojos llenos de lágrimas y no son más los ojos de un extraño.

—¡Shorter! —Le grita porque necesita recuperarlo.

—Ash...No puedo más. —Shorter alza una mano hacia su pecho, se araña con tanta fuerza que deja una herida abierta sobre su piel—. Libérame. Duele demasiado...

Ash llora. Arthur grita. ¡Este es tu enemigo! ¡Vamos! Jala a Eiji igual que si estuviera tirando a un conejito de su pellejo. Shorter se lleva las manos a la cabeza. Está desesperado. Ash lo nombra una y otra vez. No responde. Dino ríe. Los inversionistas aplauden. Dawson se alaba. Lo pierde. Shorter se esfuma dándole paso a un desconocido que eleva su navaja y se abalanza sobre Eiji igual que un depredador sanguinario. Eiji grita. Lo mira. Esa mirada luce como un adiós. No.

Dijiste para siempre.

Lo prometiste, ¡tú lo dijiste!

—¡Huye, Eiji! ¡Huye!

—Tienes solo una bala. —Arthur pone un arma delante de él—. No lo olvides.

Entonces Shorter inmoviliza a Eiji poniendo una mano sobre su cuello, alza la navaja porque va a desgarrarle la tráquea y el corazón, sus ojos cafés se llenan de lágrimas, Arthur jala la palanca y le afloja las cadenas. Ash toma el arma. La carga. Dispara. Bang.

Es todo.

E-Es...

La sangre de Shorter mancha la cara de un Eiji horrorizado antes de caer encima, está pálido y hay lágrimas secándose en sus ojos faltos de vitalidad, Eiji palpa el cuerpo, aterrado, lo aprecia ponerse frío mientras el ritmo de su corazón se paraliza lentamente. Eiji lo llama. Le ruega. Una y otra vez. Pero Shorter no se levanta. Ash no escucha más. Ash mira sus manos. Están repletas de sangre. Es un asesino. ¡Ja! ¡Qué risa! Mató a su mejor amigo de un puto disparo.

—Vaya amigo que eres, Shorter tiene mucha suerte. —Arthur se burla—. ¿Cómo te sientes tras matar a tu mejor amigo? ¡Contéstame!

—¡No lo toques! —Eiji ruega mientras se lo vuelven a llevar, ¿a dónde? Ya no... no más, por favor.

—Sáquenlos. —Arthur ordena y levantan a Shorter.

—¿Qué harán? —Llora impotente—. ¡Suéltenlos! ¡Déjenlos ya!

¡Shorter! ¡Shorter! ¡Shorter!

Shorter....

⊱✿⊰

Ni siquiera deberían llamarlo ser humano luego de matar a Shorter, siente que no tiene corazón porque alguien con corazón no haría eso, está perdido, herido, pero solo quiere ahogarse y caer al fondo del lago, está demasiado cansado, así que se deja hundir en ese mar de desesperación y agonía, cae lentamente mientras se torna un ovillo contra sí mismo, no coloca resistencia, de hecho, deja de respirar para poderse ahogar más y más rápido, espera lo inevitable, no es digno de volver a ver a Eiji después de haberlo involucrado en esta agonía. Mató a Shorter. Ni siquiera dudó. Usó sus propias manos. ¿En qué diablos debería creer?

—Ya despierta, Lynx.

Conoce esa voz, la escucha distorsionada al fondo del mar, abre los ojos, no obstante, carecen de brillo y se encuentran vacíos igual que las rosas en la oficina de Dino, intenta alzar la cabeza para vislumbrar de quién se trata, pero está congelado, está debajo de una carcasa congelada.

—Oye, Lynx.

Grita pero solo salen burbujas.

—¡Lynx! —Y entonces una bofetada finalmente lo despierta—. Diablos, realmente te fascina el drama ¿no es así?

—Yut-Lung. —Ash balbucea y se reincorpora al calabozo, el nombrado desató a Max y los tiene a ambos delante—. ¿Qué haces acá? Si llegamos tarde fue por culpa de tus hermanos.

—Cuando Shorter desapareció fue un caos para la mafia china, por supuesto que se alteraron las cosas porque creyeron que Shorter había escapado de nuestra alianza, va y desaparece de la faz de la tierra, ¿cómo querías que me liberara de eso? —Chista—. Pero si vine acá es porque Arthur invitó a Wang-Lung a la demostración, el bastardo realmente tiene bolas, si tuviera todo el poder podría haberle declarado la guerra ¿usar a Shorter como un puto ratón de laboratorio?

—Lo maté. —Ash balbucea y Yut-Lung lo libera de las cadenas—. Yo lo... lo maté.

—No lo mataste. —Se lo dice en un tono duro, tosco, glacial—. Casi le disparaste en el corazón.

—¿Casi?

—Fallaste, el arma estaba mal calibrada.

—Mierda. —Apenas le sueltan las muñecas se tira el pelo—. Pero lo herí.

—Es cierto, lo heriste.

—¿Cómo podría seguir vivo?

—Cuando esos hijos de puta se lo llevaron yo me encargué de curarlo, no vine solo, obviamente contacté a mis subordinados y a tus trogloditas para que nos ayudaran, pero van a volar la casa de Arthur en un par de minutos, así que tenemos que huir antes de que eso pase sino queremos quedar sepultados en escombros, por supuesto.

—¿Shorter está bien?

—Está vivo. —Le responde con un nudo en la garganta—. Y eso parece ser suficiente por ahora.

—¿Y Eiji?

—No deberíamos acercarlos por ahora, yo iré por Shorter, tú ve por Eiji, Shorter debe seguir con el efecto de la droga ¿qué crees que sucederá si los juntamos? No podemos mantenerlos cerca y menos si el supuesto gatillante son las feromonas.

—¿Podrás traerlo tú solo? —Max se pregunta preocupado—. Ya sabes, eres muy... delicado, no creo que puedas cargar a alguien tan macizo como Shorter, deja que te ayude.

—¿Ustedes no vinieron a rescatar a otra persona también? —Yut-Lung alza una ceja, se aprecia indignado por la situación—. Saquen la cuenta, son tres secuestrados y somos tres salvadores.

—¿Nos separamos?

—No sin antes robarle todo el almacenamiento a Arthur. —Ash declara—. Esconde una bodega llena de armas y vamos a dejarlo totalmente desprovisto.

⊱✿⊰

Se meten a la armería sin problemas, Arthur no fue lo suficientemente listo como para cambiar la contraseña, la puerta metálica se alza tras un clic, toman armas, cartuchos, Yut-Lung le dice que prendan una bomba y la abandonen en el sótano. Buena idea. Por fin están hablando.

—Todo es robado. —Explica—. ¿Acaso sabes usar una pistola, señorita? —Yut-Lung frunce las comisuras de sus labios en el bosquejo de una sonrisa y le arranca el revólver.

—Iré por Griff. —Max declara—. Si Yut-Lung dice la verdad tengo una buena idea de dónde está.

—¿Sabes usar una de estas? —Ash le lanza una ametralladora—. ¿O acaso estás muy oxidado?

—Estás hablando con un veterano de Irak. —Se burla—. Claro que sé usarlas.

—Max. —Prenden la bomba—. Por favor, cuida de él, es mi familia.

El adulto asiente y los tres se separan.

El eco de los disparos retumba por la mansión, el estruendo ensordecedor del gatillo se mezcla con los gritos agonizantes de los peones de la mafia, deben saber que escaparon, seguramente Arthur estaba revolcándose en su propio ego frente a los inversionistas y Dino, qué pena porque ahora se asegurará de que lo pierda todo. Los sujetos de experimento. La droga. La mansión. Y su ejército. Así que carga el arma, no deja de matar. Su cuerpo se mueve con una precisión casi depredadora, apunta y dispara con frialdad. Bang. La sangre salpica la pared y mancha su cara, su camisa se encuentra rasgada, su pelo está apelotonado por los sesos que ha perforado, hay un borrón rojo manchando el cemento mientras caen y caen muertos como pétalos escarlatas.

Recarga el arma, sus manos queman al introducir un nuevo cargador, los casquillos llueven, el sudor le resbala por la sien. Debe encontrar a Eiji. Eiji. Eiji. Un guardia aparece y lo acuchilla en el hombro. Gruñe porque el bastardo le abrió la piel. No titubea. Le dispara una vez en el pecho y otra en la cabeza. Lo pisa. Corre en un mar rojo que únicamente se abre para él. Siente cómo las venas le cuecen en el rencor y los músculos se le derriten a causa de la furia. Quiere quemar todo este puto lugar. Quiere que sea el infierno. Quiere ser el mismo diablo.

Así que dispara. Dispara. Dispara. Los guardias piden piedad. Tiran sus armas. Ash los asesina.

Es un homicida.

Es el líder de una mafia.

Es un Golzine.

—¡Eiji! —Ash grita su nombre en medio de los cadáveres y la sangre, la bomba explota y pronto, la casa se prende en llamas. Mierda. Debe encontrarlo—. ¡Eiji! —Grita desesperado.

—¡Ash! ¡Ash!

La sangre se le hiela apenas escucha ese hilo de voz acompañado de los golpes de una puerta, Ash corre a ciegas por la mansión, la desesperanza y el eco intermitente de su resuello le tapan la nitidez del sonido, corre con la bazuca en mano hasta que reconoce un aroma. Dulce. Sí. Lo conoció por primera vez en la fiesta de compromiso de Shorter. Lo tentó en la feria de Dino. Lo ha olido cada maldito día desde que su vida tiene sentido.

—¡Eiji! —Así que llega a una puerta porque su corazón simplemente sabe que es aquí—. ¿Estás adentro?

—¡Sí! ¡Estoy aquí!

—¡Rápido! ¡Escóndete debajo de la cama, voy a reventar la cerradura!

Eiji le avisa cuando está a salvo y Ash dispara hasta que la puerta explota en pedazos por culpa de las balas. El portón se cae. El polvo le pica en los ojos. Está repleto de sangre. Está pegajoso. Sucio. Le disparó a Shorter frente a Eiji. La mansión de Arthur se cae en cenizas. Ash luce como un asesino con la bazuca en una mano y el cuerpo grotescamente herido. Debería estar muerto por todas las vidas que ha tomado. No tiene derecho a salvarlo. Solo lo ha lastimado. Pero Eiji...

—¡Ash!

Pero Eiji está bien.

Y si Eiji está bien entonces todo está bien. El mundo puede estar ardiendo en llamas. Ash puede estarse cayendo a pedazos. Dino puede haber enloquecido queriendo forzar castas. Pero Eiji a pesar de todos los horrores que ha pasado sigue mirándolo con esa gentileza que lo hace trizas porque no entiende cómo es digno de ella. Porque Eiji. Joder. Eiji. Su alma. Su corazón. Su todo.

Es tan injusto.

—¡Estás a salvo!

Eiji corre, lo toma entre sus brazos, Ash tirita, siente cómo sus palmas gentiles sanan su cuerpo rasgado, lo toca con ternura, vislumbrando sus cicatrices abiertas, sus manos ensangrentadas y su corazón destrozado, no lo suelta y Ash no quiere que lo haga, hunde su nariz con suavidad en su cuello, lo siente palpitante y herido, aun así, emana el aroma tan reconfortante que desde el primer momento le ha evocado un hogar, su cabello negro y esponjoso le hace cosquillas en la mejilla, sus palmas tiemblan en el aire, quiere tocarlo, pero se ve como un homicida. Porque eso es. Siempre lo ha sabido. Sin embargo, es duro que Eiji lo mire así. Se siente expuesto. Más expuesto que cuando Golzine lo violó. Así que lo suelta. Lo deja ir.

—Estás muy herido.

—No es nada. —Se aparta—. Vamos. —Ash se mete al cuarto para poder recargar tranquilo los cartuchos—. Debemos salir antes de que vengan los refuerzos.

—Pero Shorter...

—¡Yo le disparé! ¡Tú también lo viste! —Ash alza la cabeza, herido, acaba de desquitarse con el japonés y odia eso, odia lastimar a quién más ama más a veces explota ¿pero hasta cuándo se quedará con ese trato injusto?—. Vamos.

Pero Eiji no se mueve.

—Dame un arma. —Entonces le pide—. Me protegeré.

—No es necesario. —Ash se da vueltas, su corazón late con fuerza y está tan cansado que casi no se puede mantener de pie—. Un asesino es suficiente. —Lo mira a los ojos y el universo deja de importar porque la mirada de Eiji está relumbrando, aunque sea una locura debe prometerlo y desearlo—. Yo te protegeré, nunca te alejes de mí. —Te amo, quédate a mí lado.

Para siempre.

Salen pisando charcos de sangre y casquillos vacíos, cada paso se encuentra impregnado por la tensión del ambiente, Eiji no está usando la gargantilla y por ende, para Arthur podría ser muy fácil encontrarlos, deben avanzar más rápido, Ash dispara a sangre fría, Eiji le advierte y lo hace darse vueltas para jalar el gatillo sobre uno de los hombres de Arthur, lo escucha soltar un grito desgarrador y caer al suelo mientras su estómago estalla en un borbotón de sangre como si se hubiera reventado un globo.

—¿Te doy miedo? —Se lo pregunta con una sonrisa triste mientras Eiji se levanta, la consulta le resulta estúpida porque es la encarnación de un monstruo sin corazón, ¿cómo no lo asustaría?

—Nunca. —Pero Eiji—. Nunca me has dado miedo.

Pero Eiji.

Llegan a los autos, Max está sentado con una silueta que asume que es Griff, no está preparado para verlo, no ahora, no acá, así que Ash se sube a otro auto y cuando todos están listos porque sus chicos sí vinieron como refuerzos y si pudieron escapar fue gracias a que ellos limpiaron el camino, arrancan.

La mansión de Arthur se quema. Shorter está drogado. Griffin tiene el cerebro jodido. Yut-Lung acaba de traicionar a su propia "familia". Pero Eiji está bien y Ash lo protegerá de ida y vuelta en el infierno si eso implica mantenerlo a salvo. No tiene que ser suyo. Ni siquiera tiene que seguir con él sino lo desea. No le debe nada a Ash. Y Ash nunca le pedirá nada. Solo acepta cualquier cosa que Eiji esté dispuesto a darle y esconde la esperanza de que Eiji acepte todo lo que le dé.

Porque mientras Eiji esté bien, entonces todo está bien para Ash.

Ya, seremos más felices en los otros capítulos porque al menos tenemos de regreso a los chicos, están medio malitos, les falta amor y rehabilitación pero cualquier cosa es mejor que estar en manos de Arthur o Dino.

Gracias por el cariño, nos vemos mañanita~

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