20. Beso indirecto.
Hi~ Como les mencioné, hoy nos toca tener una conversación mucho más profunda entre Ash y Eiji en donde vamos con fe a que puedan arreglar lo que está pasando, porque a fin de cuentas de eso se trata una relación, de poder conversar los conflictos y llegar a un punto de reparación para ambos y vaya que estos chicos han avanzado.
Mil gracias por el apoyo, espero que les guste~
Eiji apoya los brazos contra el barandal de madera, está en un muelle alrededor de la biblioteca pública de Nueva York, Ash insistió en que lo acompañara afuera aunque no han entablado una conversación decente desde que supo lo qué era y lo qué fue, le cuesta comprenderlo, aun así, asume que es mejor a esperarlo fingiendo que duerme mientras reza que regrese con vida dado que no le cuenta nada, está bien, no tiene la obligación de confiar en él, más se siente como si estuvieran tres pasos más atrás que al inicio. Muy lejos para caer.
La suave brisa salada remueve sus cabellos y le pone la piel de gallina, debió abrigarse, lo sabe, pero su cabeza está en otro lugar, Eiji entrecierra la mirada, el atardecer salpica el muelle y cree que es hermoso el bricolaje de colores que se funden ante el sol, el dorado y el escarlata bailan en una secuencia mortífera que crea la ilusión de una acuarela, las nubes pasan de bergamota a topacio y el sol poco se esconde en el mar arrojando un último brillo, la imagen sublimemente decadente le recuerda a Ash y así mismo, el astro no le da un mísero adiós antes de esfumarse.
Le da pena pensar que así es Ash.
—Quería comprar perritos calientes. —Reconoce su voz al instante, más, no tiene el valor para vislumbrarlo, está sofocado—. Pero todo estaba cerrado, así que no pude comprarte nada.
—No importa, no vine porque quisiera cenar algo. —Odia ese tipo de tensión extraña porque le encantaba poder reír tontamente con él, ahora ¿qué es eso? Eiji enrolla los dedos en la baranda de madera y clava su atención en sus zapatos, son sus mocasines cafés, son sus favoritos, Ash se burló en la tienda diciendo que eran de "anciano", pero se los compró con una sonrisa dulce.
—Te traje esto en su lugar. —Extraña esa sonrisa—. Espero que te guste. —Entonces Eiji levanta la mirada para encontrarse con una rosa frente a su cara, Ash luce como un desastre, sabe que se juntó con Black Sabbath y Chinatown porque planean su ofensiva, más, impresiona a punto de romper en llanto con una flor medio marchita sobre su corazón.
—Gracias. —Es todo lo que puede decir—. Las rosas son lindas.
—No lo son, son agresivas y ostentosas, la gente solo las arranca para presumirlas y ni siquiera son agradables a la vista, pero las coleccionan.
—¿Por qué me trajiste una entonces?
—Quería comprarte un girasol porque tú eres un chico de girasoles. —Balbucea—. Y no habían.
—Está bien. —Se fuerza a sonreír—. Las rosas también me gustan. —No obstante, apenas trata de tomarla se pincha con una espina—. ¡Auch!
—¿Estás bien? —La flor cae al piso y sus pétalos se maltratan—. Mierda, te lastimaste con eso.
—Estoy bien. —Eiji presiona el dedo contra su boca porque está sangrando y arde un poco, ¿no es gracioso que arme un escándalo por una picadura de espinas? Dios conoce los horrores por los que ha pasado—. No fue nada grave.
—¿Cómo puedes decir eso? —Ash luce tan destrozado, vacila con movimientos tiritones antes de tomarlo de la mano para presionar un beso en la herida, es injusto que le robe así el corazón.
—Un beso indirecto. —Eiji ríe sabiendo que es inútil, por más que trate ya no puede recuperarlo.
—O-Oh. —Pero Ash está rojo, alterado y sudado, se pregunta quién de los dos perdió el corazón ante el otro—. Lo siento, no quería pasarte a llevar, nunca debí comprarte esta estúpida flor, lo único que hacen las rosas es hacer daño con sus espinas, solo te han hecho daño. —Pero tiene la sensación de que no está hablándole más de flores y espinas—. Son malas.
—No son malas.
—¿Cómo puedes decir eso si te laceraron? Ni siquiera están haciendo algo para arreglarlo y así hacerte saber que lo sienten, las iré a tirar a la basura, quizás así aprendan a ser buenas porque sé que ellas querían ser buenas para ti, incluso si fracasaron.
—Ash. —Eiji se agacha para recoger las flores, están sucias y maltrechas igual que el verde que se refleja en sus ojos desteñidos por el cansancio—. Me gustaron mucho, las quiero conservar.
—¿Por qué? —Le pregunta con apenas un hilo de voz—. Te hice daño, debí haber ordenado mis sentimientos de mejor manera pero escapé, eso es lo que siempre hago: huyo. Hui de ti aunque sabía que estabas dolido y asustado y luego te evité porque esa clase de cosas hago. —Ash tira su cabello hacia atrás y se apoya en el muelle, las lágrimas se agolpan silenciosamente en sus ojos, luce tan destrozado y arrepentido que lo mata—. Escapé de nosotros. De ti.
—Ash. —A veces, le da está sensación de vulnerabilidad que le hace trizas el corazón, como si estuviera al frente de un niño que se encoge cada vez que le hablan para protegerse a sí mismo.
—No sé que estoy diciendo. —Ríe y se fleje el cabello para atrás con los ojos rojos—. Maldición.
—Perdón por ocultarte algo tan importante. —Pero Eiji cree saber qué está diciendo—. Debería haberte contado apenas el doctor me lo informó, sin embargo, estaba asustado, no te conocía.
—Lo sé, te cuidaste.
—Y luego te conocí y eso solo hizo las cosas más difíciles. —Eiji aprieta la rosa contra su pecho, las espinas se enganchan contra su ropa y no obstante, no le duele, nada puede lastimarlo más que este amor carente de nombre—. No quería que me odiaras, por eso no te dije nada.
—Eiji. —Lo llama pronunciando cada una de las letras como si fuera algo sagrado porque él es así, nunca ha dicho su nombre como un trámite a terminar, le da importancia e incluso lo alarga y ama eso, mierda, Eiji lo ama tanto—. ¿Por qué te odiaría? No comprendo.
—Ash, no tengo idea de lo qué soy. —Se sincera—. No sé qué me hicieron ni cómo. Tengo vagos recuerdos del laboratorio, tengo el presentimiento de que si lo memoro todo terminaré con una pistola en la cabeza, no soy fuerte como tú, no puedo vivir con ciertas cosas y... no sé, fue cruel aceptar que me había convertido en ¿cómo le dicen? Cierto, un omega, por el capricho de otra persona cuando no he tenido elección.
—Ay, Eiji.
—Los Yakuza me trajeron aunque no tuviera nada que ver con la mafia porque necesitaban una persona que cumpliera con los caprichos de Dino y tuve la mala suerte de calzar con ese perfil.
Eiji se abraza a sí mismo, hace frío y su aliento se transparenta, ha caído la oscuridad, pero aún no prenden los postes de luz, así son las cosas, ¿verdad? La rabia arde cómo magma volcánico, tuvo una vida normal y la dio por sentado, en ese entonces no sabía que las cosas básicas eran un privilegio, no era consciente de su fragilidad. No hasta que lo vendieron. Rompieron. Usaron. Drogaron. Alteraron genéticamente. Mordieron. Joder. No es que fuera ignorante, sabía que esa clase de cosas pasaban en todo el mundo, todos los días y que podían pasarle a cualquiera tal como una enfermedad terminal. Es impredecible e incontrolable. Podía imaginarlo. Pero nunca creyó que le pasaría en realidad. «¿Por qué yo?» primero se cuestionó y luego entendió que solo fue mala suerte. Le tocó y le tocó. Vaya.
Pero a raíz de esa "mala suerte" nunca más tendría nada en su control y se quedó sin libertad.
—Tuve que hacerme responsable de muchas decisiones que no fueron mías gracias a eso, tuve que aprender a vivir con las cosas que otros eligieron hacerme porque no tuve más opción.
—Lo entiendo. —Lo dice en serio—. Sino me dijiste fue por miedo e impotencia. —Y también....
—No quería que la única cosa que yo escogí libremente se rompiera por lo que Arthur me hizo.
—¿Qué cosa fue esa? —La voz de Ash se encuentra repleta de esperanzas quebradas. Por favor.
—Quedarme a tu lado. —Sus ojos verdes, muy verdes, se miran como jades líquidos revestidos por el denso manto de la oscuridad, es despampanante, sublime y más allá de lo indescriptible pero al mismo tiempo, es familiar, qué risa ¿cómo podría no haberse enamorado de Ash?—. Lo único que elegí en ese mundo de muerte y violencia fuiste tú. —Le dice con el corazón desnudo entre las palmas, expuesto a las espinas y a la oscuridad.
—Eiji. —¿Entonces por qué es Ash quien se ve tan vulnerable?—. Lo lamento tanto, tendría que haberme quedado a aclarar la situación cuando te escuché hablar con Yut-Lung pero... cuando te oí decir que estuviste embarazado de Arthur me sentí tan monstruoso.
—Porque soy monstruoso.
—No tú. —Lo toma de las manos—. Yo, yo me sentí así.
—¿Tú? —Eiji frunce el ceño sin entender a qué se refiere, la calidez de Ash sangra en la baranda de madera y lo atraviesa entero, su corazón arde, la brisa los envuelve en una acuarela llorando.
—Yo. —El arrepentimiento aplaca su voz—. Me di asco, porque lo primero que pensé al saberlo no fue algo en relación a tu bienestar, sino que fue un: "qué alivio". —Eiji abre los ojos y se siente inundado por un torbellino de emociones mientras Ash lo mira con esa clase de mirada que va rompiendo corazones, vaya que es injusto—. Me sentí aliviado por la pérdida de tu bebé ¿acaso no es algo horrible? Debería haber empatizado con tu dolor y no pude.
—Ash.
—Te fallé, por eso escapé, escapé de mí mismo, no pude resistir la idea de ser como Dino, para él estas cosas son trámites, si no soy capaz de anteponer el sufrimiento de la persona que más me importa en el mundo ¿en qué me diferencio de él? Sentí que estaba demasiado jodido, pero tú no te mereces a alguien jodido, te mereces a alguien que sí pueda ser lo que necesites.
Eiji se abraza el vientre, son cosas feas de decir, lo sabe, sin embargo, él sintió lo mismo cuando el doctor le informó de la pérdida, fue duro, una parte suya estaba aliviada porque tener un hijo de su abusador implicaría exponerlo a situaciones inhumanas ¿qué clase de existencia tendría en un mundo de sangre y muerte?, ¿cómo podría vivir exponiéndolo a drogas y mafias?, ¿siendo el resultado de un experimento y capricho?, ¿cómo podría criarlo teniendo la certeza de que si Arthur quería podía prostituir a su bebé o arrendarlo? Habría preferido matarlo con sus propias manos antes que atarlo a ese monstruo, no podría haberlo dado sabiendo lo que Ash pasó por culpa de Dino o Yut-Lung sobrevivió tras la muerte de su mamá.
No.
No es tan fuerte para soportarlo.
Y una parte suya sintió mucha pena porque era su bebé. No era factible. Lo sabía. Pero era suyo. Era suyo y ya no está. A veces todavía lo siente y es horrible. Así que comprende a Ash. Supone que esas ambivalencias son humanas aunque son duras de digerir, sería más fácil si la relación se limitara a las cosas más bonitas. Pero no. Hay celos. Envidia. Peleas. Diferencias. ¿Hola? Su contexto tampoco lo facilita. Quieren superarlo. Lo intentan. Eh ahí la diferencia. Por ende si le preguntan a Eiji qué haría con su libertad seguiría eligiendo a Ash. Una y otra vez. Siempre. Cada maldita vez. Lo prometieron.
—Creo que la situación es complicada. —Eiji intenta organizar los pensamientos, está tiritando a causa del frío y Ash lo nota quitándose el saco—. No es necesario que hagas eso.
—Insisto. —Dice y se lo acomoda sobre los hombros quedando en pura camisa, se ve increíble con ropas elegantes y sin embargo, a Eiji siempre le gustó más con esas prendas casuales que lo hacen ver como un adolescente más—. Creo que no pude lamentarme porque también toda mi vida se encuentra marcada por eso, no me refiero solamente a cómo vi que Golzine tomaba los bebés de las prostitutas para chantajearlas, sino que mi propia madre no me quiso, fui uno de esos hijos no deseados y mi vida ha sido una mierda desde ahí.
—No digas eso.
—Pero es la verdad, Griffin y yo fuimos hijos odiados por sus propios padres.
—Sino hubieras sido deseado tu madre no te hubiera puesto un nombre tan hermoso, ¿verdad?
—No sé. —Ríe, se nota que el tema es sensible—. Es duro ser huérfano teniendo papá y es aún más duro que tu papá sea el mismo pedófilo que te abusó por diez años. —Se pierde en un sitio demasiado lejano para que Eiji pueda alcanzarlo, más, no demora en volver—. Y para ser justos creo que Arthur sería un papá de mierda y un esposo aun peor. —Eso lo hace sonreír.
—Lo sería. —Sonreír de verdad—. Sería un padre terrible.
—¿Sabes quién sería un increíble papá? —Ash aminora el ambiente y le aprieta la mano—. Eres inteligente y puedes inferirlo.
—Supongo que puedo. —Eiji sonríe con tristeza digiriendo la punzada de dolor que el tema aun le genera, no está listo para aceptar que ha cambiado tanto, más, su vida no regresará a lo que fue antes solo por desearlo. Es lo que hay. Lo sabe—. Supongo que puedo inferir muchas cosas a estas alturas y eso está bien.
Se quedan lado a lado en el muelle, no dicen nada, dejan que la luna los acurruque, no rompen el contacto visual, Eiji se siente cohibido de que tan deslumbrante belleza esté vislumbrándolo con semejante adoración, con esos ojos verdes y vidriosos que impresionan tiznados por todos los matices posibles y al mismo tiempo, ser uno imposible de repetir, por su sonrisa suave que viene acompañada de hoyuelos tímidos, sus pecas que usualmente se aprecian bajo la luz del sol pero lucen más vibrantes que nunca con el tenue sonrojo que besa su piel, su atención cae hacia la cadena que yace amarrada a su cuello, sigue usando el regalo que rechazó, Eiji se hace pequeño bajo la chaqueta del mafioso y se mira envuelto por su olor.
¿Las cosas serían diferentes si primero hubiera llegado a manos de Ash? Se pregunta con pena.
—¿Podemos hablar en serio? Ya sabes, como se supone que los adultos responsables hablan.
—Por favor. —Eiji ríe—. Hablemos en serio, la atmósfera tensa me está matando, Ash.
—Te amo. —Ash se lo dice con tal firmeza y seguridad que lo hace retroceder hasta chocar con la baranda del muelle, las grandes manos del lince lo cogen para evitar que se haga daño como siempre lo hace, la rosa queda entre los dos, ha plantado semillas en sus corazones y Eiji desea con todas sus fuerzas que los rosales se enreden para que el destino no los aparte—. Creo que debe ser obvio a estas alturas, pero estoy enamorado de ti, Eiji.
—Ash.
—Y es muy duro para mí admitirlo porque es una decisión egoísta mantenerte a mi lado, sé que no debería, de verdad que lo sé. —Se aferra al nipón como si su vida dependiera de su cercanía, ¿pero acaso no lo hace? Su alma es invierno sin él, las flores pierden vida y los colores se hacen grises porque Eiji. Mierda. Eiji—. Pero te amo y sé que debo dejarte ir, al final solo te heriré si te arrastro aún más profundo en esto, no perteneces aquí, somos de mundos diferentes.
—Yo elegí quedarme. —Eiji desliza sus palmas en el rostro del lince con una increíble gentileza, procura ser suave y dulce, el rosado besa su rostro y enciende la palidez de su corazón—. Odias que sea terco, lo sé, dices que no tengo instinto de autocuidado y es probablemente cierto pero no puedo dejarte, Ash. No quiero dejarte.
—¿Por qué?
—¿Acaso no lo entiendes? —Ash niega puesto que su IQ es selectivo—. Me despojaron de todo y por eso siento que me queda muy poca vida, vida que sea mía al menos.
—Eiji.
—Pero esa vida que sigue siendo mía la quiero contigo. —Ash abre la boca como si le resultara imposible creer lo que está pasando, el viento mece sus cabellos dorados otorgándole un aura de estrellas y cielo, de sol y luna, de todo y nada—. Porque te amo como no te imaginas, Aslan.
—¿A pesar de ser un Golzine?
—No eres un Golzine. —Enrolla sus brazos alrededor de su cuello con lentitud—. No eres todas esas cosas que te hicieron, sigues siendo tú, sigues siendo Aslan aunque quizás no lo consigas sentir de esa manera. —Medita y concluye con melancolía—. Así como yo sigo siendo Eiji luego de todo esto. Y seguimos siendo nosotros. Tú y yo. Porque aunque las cosas que se rompen no pueden volver a ser las mismas eso no significa que deban quedarse rotas.
—Realmente eres increíble. —Ash ríe con las mejillas vibrantes y rojas, alza una mano para así poderlo coger del mentón mientras hunde la otra en su cintura, le quita el aliento cuando actúa tan galante—. Supongo que era inevitable caer ante tus encantos, onii-chan.
—Hablador. —Se burla—. Pero te amo.
Ash le acaricia la oreja, lo acerca, inclinándose con suma lentitud, asegurándose de que pueda retroceder o arrepentirse con libertad, Eiji no lo hace, de hecho se eleva en la punta de sus pies para consumar la brecha, sus respiraciones se funden en una bruma caliente y chispeante, sus pechos se tocan sincronizando sus latidos, sus manos se deslizan por esos mechones dorados y sonríe ante la sensación y el nervio, ambos tienen la cara caliente, roja y dejan escapar risitas primerizas, entonces Ash lo mira como se supone que debes mirar cuando amas a alguien y le pone fin al espacio entre sus labios.
Es su primer beso.
Eiji cierra los ojos y se deja llevar por el beso, los labios de Ash se mueven tortuosamente lentos entre los suyos como si lo estuviera saboreando, son cálidos, húmedos y avivan una sensación de mariposas en el estómago y chispas en la piel, el cosquilleo deja un resqueme adictivo, pero no ha estado bebiendo para sentirse así de embriagado y tampoco ha catado algo que se sienta tan intoxicante u exquisito, es una sensación extraordinaria que no quiere romper, lo manifiesta al entrelazar sus dedos con más fuerza en su cuello y sacándole una sonrisa coqueta a Ash, es injusto, al final, Ash hace y deshace como se le da la maldita gana y Eiji solo puede perecer ahí.
—No tienes idea de cuánto tiempo morí por hacer esto. —Ash gruñe al separarse, tiene la boca sonrosada por el beso e impresiona hambriento por más—. Fue tan difícil contenerse.
—¿Entonces por qué lo hiciste? —Sus palabras tan descaradas parecen cohibirlo y lo hace reír.
—Quería ser respetuoso. —Se excusa—. Soy un caballero, no me ofendas.
—Dormimos en la misma cama. —Lo contradice—. Te arrastro a la bañera en ropa interior, creo que a estas alturas conozco cada una de tus... —Eiji se detiene, incluso a la luz de la luna puede apreciar claramente el matiz dorado que enmarca sus ojos, nunca se había fijado.
—¿Qué?, ¿por qué me miras así?
—Me acabo de dar cuenta de que tus pestañas también son rubias.
—Ahí abajo también. —Se lo dice con seducción, atrevimiento y coquetería—. ¿Quieres ver?
—¡¿En serio?! ¡Déjame ver! —Pero su máscara galante no tarda en caerse dando cuenta de una reacción cohibida que le recuerda que a pesar de su descaro aun es un primerizo—. Era broma, solo una broma. —Repite deleitándose de verlo con la cara más roja que la rosa y la respiración entrecortada, le divierte ponerlo en su lugar—. No te comeré, tranquilo.
—¿Y quién diablos tiene miedo de eso? —Se defiende, es orgulloso y no lo oculta—. Y de hecho, tú deberías temer a que te coma, soy un depredador, ¿lo olvidas?
—Puff. —Eiji chista y Ash lo encierra entre sus brazos, baja su rostro para mirarlo, más, lo pone nervioso tenerlo tan encima y a ambos se les nota—. Somos un desastre ¿no es así?
—Tal vez. —Ash presiona un beso sobre su frente—. Pero me gusta ser un desastre contigo, Eiji.
—¿De dónde sacas esas frases tan cursis?
—Románticas. —Lo corrige—. Y con gusto te puedo decir más. —Cierra los ojos solo para abrir uno y espiarlo como si fuera un niño—. Si me das más besos, claro. Todo tiene un precio. —Así que ahí está la trampa, piensa alzándose en la punta de sus pies, enrollándose en su cuello sin sostenerse porque sabe que no lo dejará caer. Nunca lo ha hecho. Y si lo hace tampoco tendría arrepentimientos—. ¿Qué me dices?
—Qué eres un tramposo. —Bufa aunque se inclina encima de sus labios—. Ni siquiera intentas disimularlo.
—¿Por qué debería? —Ash desliza sus dedos en sus mechones entintados—. Si al final yo gano.
Y lo vuelve a besar un poco más.
⊱✿⊰
—Oye, amigo. —Shorter esboza una sonrisa burlona lanzando una carta sobre la mesa—. Estás muy distraído, no vaya a ser que pierdas la apuesta.
—¿Yo? —Ash entrecierra los ojos y desliza un naipe en medio de las botanas—. Nunca.
Los chicos se quedan en silencio asombrados por la frialdad de su estrategia, es lindo usar esa vieja mesa de roble para algo más que planificar matanzas, aunque no disfruta de las apuestas, Yut-Lung llegó desafiándolo con un mazo y una botella de vino del brazo de Shorter, su romance impresiona ir mejor y lo percibe en el humor de su mejor amigo, aún así, no puede esperar a su boda para que se largue de una maldita vez de su casa, cómo sea, tiene cosas más importantes que mirar además de las cartas.
—Eiji ni siquiera está jugando. —Yut-Lung lo regaña—. Déjalo, estás haciendo asquerosamente obvio tu coqueteo.
—¡Ah! —La indignación es una vena palpitando en su cabeza—. ¿Con qué cara me lo reclamas?
—Con esta. —Por supuesto, el bastardo no se lo toma en serio y aprovecha la oportunidad para acomodar su mentón en sus palmas y presumir con sus pestañitas, Shorter babea por el idiota.
—¡Estás sentado en el regazo de Shorter! ¡Literalmente! —Y no sabe cómo diablos está jugando sin hacer trampa porque claramente puede verle las cartas—. ¡Hipócrita!
—Sí, pero él es mi futuro marido. —Yut-Lung tararea—. ¿Y qué es Eiji para ti? —Ash no sabe qué responder y el nombrado parece disfrutarlo—. ¡Exacto! Por eso yo puedo coquetear y tú no.
—Alto, si Eiji no es su novio ¿el premio puede ser un besito? —Ash abre los ojos ante el descaro que Sing muestra mientras que el japonés lo mira desde la distancia con una sonrisa de karma, cree que ya era hora del lince para ser humillado, no era justo que siempre lo fastidiara, Skipper impresiona estar totalmente de acuerdo, ni siquiera está prestando atención a esa película que puso—. Porque eso quiero de premio.
—Mocoso precoz. —Ash gruñe enfurruñado—. ¿Por qué querrías un beso de Eiji?
—Pues porque es bonito. —Sing lo dice con simpleza, han interactuado poco, aun así, Eiji debe admitir que es un encanto, no lo ha subestimado en ningún momento y al contrario, sus pupilas brillan con admiración desbordante cada vez que le cuenta algo—. Y sino es tu novio, entonces puede ser mi novio ¿verdad?
—¿Acaso no tienes como 12 años?
—¡15! —Gimotea—. ¡Tengo 15 años y estoy a punto de cumplir 16!
—Ah, perdón. —Ash esboza una sonrisa maliciosa—. Con tu medio metro de altura pensé que eras más joven, Cain tenía razón, apenas puedo verte en la mesa ¿debería traerte una silla para bebés?
—Ash. —Basta de ese simple regaño para calmarlo—. No seas malo con él.
—¡Quiere un beso tuyo! —Gimotea—. ¡No te pongas de su lado! —Mucho menos si me besaste a mí, parece decirle con su puchero infantil y sus ojitos de gatito abandonado.
—¿Quieres ganarte un beso de Eiji? Pues gánale al mocoso. —Shorter lo alienta—. Después de todo solo quedan ustedes dos en la partida, yo ya perdí.
—Pero yo no. —Yut-Lung esboza una sonrisa maliciosa—. Aún puedo ganarles a los trogloditas.
—Sí, pero tú estás prácticamente casado. —Shorter ríe—. ¿Verdad?
—No sé, depende de cómo te portes.
Eiji realmente aprecia esos momentos domésticos donde todo se siente tan normal y correcto.
No lo malentiendan, no es que quiera tapar el sol con el dedo, sabe que Ash, Chinatown y Black Sabbath se juntaron para planificar una última ofensiva contra Arthur, quieren hacerlo mientras asaltan el laboratorio para sabotear la droga y supuestamente rescatar a Griffin, tienen un gran arsenal comprado para la ocasión y lo único que están esperando es que Arthur quede carente de personal por sus ataques furtivos. Lo harán está semana. La batalla final. Lo sabe. De verdad que sí. Justamente por eso se siente tan especial poderle estar acariciando el cabello a Skipper mientras los chicos juegan uno, se molestan, ríen, se enfadan, hacen pucheros, berrinches, se portan como de su edad. Por estos instantes se siente en casa.
—Si gano. —Los ojos de Ash se entrelazan con los suyos con tanto descaro que lo hace sonreír, no sabe disimular, definitivamente es terrible y lo comprueba cuando le guiñe el ojo con sumo descaro—. Quiero un beso adulto para mí.
—¿Un beso adulto? —Sing pregunta ladeando la cabeza.
—Ya sabes. —Ash tararea levantando su última carta—. Uno con lengua. —Claro que se lo dice mostrándole la lengua con picardía, haciéndolo enrojecer y desviar la mirada y provocando que Yut-Lung contenga una arcada y Shorter chiste alentando sus tonterías, vaya grupo—. Es todo.
—Bastardo. —Yut-Lung brama tomando cartas del mazo, Ash arrojó un color que no tenía y casi puede leer la satisfacción en su rostro—. Debimos jugar póker, lo sabía.
—Cumple con tu promesa, onii-chan. —Ash canturrea desbordando satisfacción.
—Ah. —Pero Sing—. Esto aun no se acaba. —Justo cuando Ash cree que ha ganado Sing le tira la infalible carta de "+4" proclamando la victoria para él mismo—. El beso es mío.
—¡Eiji! —Ash gimotea y corre para envolverse en su cintura—. No lo puedes besar, te lo prohíbo.
—No sabía que estábamos en una relación para exigirme monogamia. —Pero como Eiji es todo un hijo de puta se levanta y le da un beso a Sing en la mejilla provocando que el chico enrojezca diez tonos y se hiperventile por la sobreestimulación.
—Vaya falta de contacto femenino y masculino. —Yut-Lung se lamenta—. Hay que educar bien al chico. —Y se levanta del regazo de Shorter para presionarle un beso en la otra mejilla.
—¡Hey! ¡Ni siquiera me has dado uno a mí!
—Pues gánatelo. —Yut-Lung se burla sacándole la lengua—. Sedúceme, aun no tengo un anillo.
Shorter ni siquiera puede responder cuando un estruendo ensordecedor sacude los cimientos de la mansión.
—¿Una explosión en la casa?
Antes de que puedan procesarlo una onda expansiva tira las sillas al suelo, quebraja los vidrios y tumba los cuadros llenando el aire con una presión sofocante, un calor abrasador se extiende rápidamente e inunda las habitaciones, las llamas surgen y se deslizan como enredaderas ante las paredes, las risas mueren y quedan sepultadas en el caos. Fuego. Alaridos. Disparos. Arthur los está emboscando. El terror queda plasmado en la cara de todos. No hay tiempo. Escuchan cómo el techo cruje, las vigas amenazan con desgarrarse. Un objeto es arrojado por el ventanal hacia el centro del salón. Una bomba.
—¡Eiji!
Y entonces, el humo lo envuelve todo.
Empezamos el otro capítulo potente desde el punto de vista de Eiji también, oficialmente le damos inicio al penultimo arco de la trama porque chiquillos, vamos en 2/3 de la dinamica, no nos queda nada de octubre.
Gracias por tantos, nos vemos mañanita~
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