18. Baile lento.
Hi~ Como les dije, este capítulo es bien intenso emocionalmente porque el hecho de que Yue regresara trajo más de una revelación en donde nos vamos a meter, así que preparense, estamos entrando a un nuevo arco y solo espero que les guste.
Gracias por tanto.
Eiji se arrodilla frente al rosal, sus pétalos, imponentes y vibrantes, han perdido altivez llegando incluso a caer deslucidos, teme que la planta se esté pudriendo o yazca enferma, ha escrutado entre las ramas y espinas en busca de parásitos, no obstante, sus hojas se miran pulidas y bebe el agua por sus raíces sanas, tensa el agarre en la cama ensangrentada de flores marchitas que se encuentra a sus pies, piensa en el velo mosqueado que recubría la mansión en la fiesta y se pregunta si habrá perecido en la basura, reflexiona en la obsesión que Dino posee con las flores espinosas y el alma le punza al recordar a Ash.
No planeo soltarte, no si mi corazón sigue latiendo, mi alma continúa quemando y mi voluntad peleando. No voy a soltarte, Eiji.
La gala fue un maldito desastre.
Por supuesto, Dino anunció orgulloso una competencia disfrazada de guerra. Por supuesto, los dos hermanos cerraron el trato con un apretón de manos. Por supuesto, ambos anhelan lo que el otro posee. Uno para salvar a Griffin. Sigue vivo. Drogado. Secuestrado. Encerrado. ¿Por qué? El otro para demostrar su superioridad y liderar lo que pretenden ser castas. Ja. Aprieta el collar y es irónico que ahora este le brinde seguridad, por más que Aslan logre su cometido y desglose la verdadera significancia de ser omega, aunque evite el matrimonio y alcance la herencia, aun si destroza trozo a trozo el imperio que tanto sufrimiento le causó, Eiji aún necesita un antídoto.
—¿Pero tendrá sentido arreglar mi condición? —Se cuestiona para sí mismo, está cuidando las rosas aunque es de noche, no quiere ir a la cama con Ash, no luego de sentirse usado y es tonto porque si pretendía besarlo para reafirmar su dominio era por su bienestar, no es racional estar dolido por eso, ¿con qué derecho?—. Además...
Ash nunca me perdonará por haber estado embarazado de ese bastardo.
—Luces deprimido. —¿Así qué tiene sentido un antídoto? Porque nada borrará el hecho de que perdió a un hijo y ese hijo fue de Arthur—. ¿Pasa algo?
—Estoy bien, Yue. —Usa el apodo aunque se siente forzado, no han charlado desde que retornó del infierno que forjó Golzine porque siendo sincero no tiene ganas de hacerlo—. No pasa nada malo, solo quería cuidar a las rosas.
—¿Es así? —El más joven hace una mueca de asco antes de sentarse sobre el barro fresco con sus pantalones de lino y su camiseta de raso, luce deslumbrante con una trenza casual atando la cascada bruna que tiene por cabello, no impresiona haber estado enfermo gracias al sonrojo espolvoreado sobre su lienzo perlado—. Porque son como las tres de la mañana y tú estás aquí haciendo jardinería. Solo. Peligrosamente solo.
—¿Y qué tiene?
—Secuestrablemente solo.
—No podía dormir.
—¿Estás evitando a Lynx? Sé franco.
—No. —Miente una vez—. No lo hago. —Dos veces—. ¿Por qué lo haría?
—No sé, por eso te pregunto. —No obstante, está agotado de entablar conversaciones que con una pizca de suerte lo dejan menos perdido que al inicio—. Anda, dispara.
—Ash y yo estamos bien, no lo estoy evitando.
—Bueno. —Balbucea—. ¿Me estás evitando a mí, entonces?
—Yo no... —No llega a caer dando ese paso extra—. Sí. —Así que lo encara—. Te estoy evitando.
—Me estás evitando, Okumura.
—Te estoy evitando. —Repite—. Lo lamento. —Pero no lo siente en realidad.
¿Por qué debería? Hizo lo que pudo al rescatarlo e impedir que cometa un suicidio, intentó que las cosas se clarificaran con Shorter e incluso catalizó una alianza entre las mafias, justamente por lo indispensable que es el histérico en su vida no debería evitarlo. Son amigos. Los mejores.
Pero. Pero. Pero.
Pero Yut-Lung es malditamente inteligente, dedujo con sagacidad características de las castas incluso antes de conocerlas ¿qué le espera ahora? Pasó días atrapado en el laboratorio, viendo en primera fila lo que Dawson mezclaba e inyectaba, oyó desde la boca del mismísimo Dino su plan disparatado sobre reconstruir el orden natural, testificó con sus propios ojos el efecto del compuesto en los sujetos con quienes compartió celda, si antes que no sabía nada lo logró ver todo ahora que efectivamente lo sabe todo Eiji está jodido. Yut-Lung ya debe conocer el secreto al que tanto se ha aferrado por vergüenza y humillación, por la tonta ilusión de querer un futuro con Ash y la imposibilidad de digerir sus pérdidas.
Así que sí, Eiji estaba evitándolo, pero no a Yut-Lung, sino a todas las cosas que sabe y necesita enfrentar aunque no esté listo. Está aterrorizado. Pone sus manos en su vientre. No quiere más.
—Lo siento, la última vez fui cruel contigo. —Para su sorpresa, el chino se hace responsable de las cosas que dijo y las heridas que causó—. Me porté como un estúpido, sentí que al contarme la posibilidad de una alianza estabas subestimando mis capacidades y eso me hizo pensar que otra vez estaba perdiendo contra Ash. No era mi intención herirte.
—Yut-Lung.
—No a ti. —Impresiona honesto—. Además, te conté sobre el probable compromiso de Ash.
—Está bien. —Eiji lleva las manos alrededor de su vientre—. Tarde o temprano me iba a enterar.
—Sí, pero no era la forma.
—Está bien, te sentiste traicionado. —Eiji hace lo que mejor sabe hacer validando las dolencias ajenas, es parte de su naturaleza siempre y cuando pisotee las suyas—. Lo entiendo.
—Pero...
—Y no creo que sea lo más importante en estos momentos. —La luz plateada de la luna salpica sus siluetas como si fuera un matorral, los pétalos caen en su regazo ante la más insignificante ventisca que para las rosas es un huracán—. Acabas de volver, deberías finalmente descansar.
—Todavía recuerdo con suma vividez las cosas que pasaron ahí. —Pero Yut-Lung no tiene ni la más mínima intención de acatarlo—. Vi muchas cosas en ese lugar ¿sabes? —Lo ve hundir sus uñas en la camisa de raso, la tiene empapada de tierra y cortada por las espinas—. La clase de cosas que nadie debería ver jamás por lo grotescas que son.
—Sí. —No sabe qué decir—. Me imagino.
—Y también. —Ónix y amatista se entrelazan en una taciturna coalición—. Ellos me inyectaron.
—No. —Eiji suelta las flores, horrorizado—. A ti no, por favor. No pudieron hacerte eso.
—Sí. —Sonríe con tristeza—. No quise decirle nada a Shorter ni mucho menos a Lynx pero ellos me inyectaron y a juzgar por mis reacciones con la droga sospecharon que yo podría manifestar la misma casta a la que tú perteneces.
—Lo sabes. —No es una pregunta—. Lo sabes todo. —Es una guerra en donde carece de dagas.
—No sé qué es "todo". —Se burla de su vacío legal—. Pero sí sé bien qué hace cada casta, Dino no paraba de balbucear sobre cómo le impondría un nuevo orden al mundo segregando a todos los seres humanos en tres linajes, además eso le abre posibilidades infinitas tanto para política como economía, el hijo de puta está vendiéndola como si se pudiera elegir el género y la verdad es que nadie puede garantizar nada, es cosa de suerte y compatibilidad. Si fuera por elegir, creo que todos querrían ser alfas ¿no?
—Fuerza sobrehumana, habilidades como una voz dominante o feromonas paralizantes con el objetivo de controlar a los demás, tener instinto de posesión y la chance de marcar a un omega con solo una mordida, sí, creo que todos preferiríamos eso a ser el otro extremo.
—Vaya injusticia de mierda.
—Arthur es uno.
—¿Qué?
—Arthur es un alfa, lo comprobé en la gala.
—¡Ja! —Chista con ira—. ¡Claro que lo es! El maldito tuvo suerte, si hubiera salido omega o beta lo habríamos encontrado ahorcado en el tronco de un árbol, lo único que él quiere es dominar.
—Lo sé. —Eiji se toca por inercia la gargantilla—. Lo experimenté más de lo que desearía.
—¿Tienes una mordida debajo del collar?
—No sé. —Sus dedos se hunden en el gélido del metal—. Nunca lo he querido comprobar. —Y ahí otra razón por la que nunca se quitó el collar, no puede afrontar la realidad, teme dispararse en la cabeza si encuentra una mordida humana tatuada en su nuca, no lo soportaría—. Ellos ni siquiera se molestaron en explicarme cómo funcionaban las feromonas, solo me pusieron esta gargantilla y me advirtieron que si me la quitaba estaría rogando para ser violado.
—Yo no tengo una. —Yut-Lung palidece preocupado—. Cielos, si van a sacarse del culo eso de las castas al menos deberían entregar un manual de instrucciones o algo así, vaya, sería bonito tenerlo, solo imagina que luego de que te droguen sin tu consentimiento te extiendan un folleto o algo así que diga: "felicidades, eres un omega, estas son las 100 razones por las que estás al fondo de la cadena alimenticia". —Debería tomárselo en serio, sin embargo, Eiji ríe—. ¡¿Qué?!
—Estás tan enojado. —Y Yut-Lung realmente no se puede enojar con esa risa—. Shorter estaba en lo cierto cuando me contó que maldices al enrabiarte.
—Así que el bastardo dijo que tengo boca de camionero, debe ser masoquista para soltar tanta mierda y creer que no habrán consecuencias.
—Pero lo dijo con una sonrisa ilusa y enamorada. —Cualquier atisbo de indignación se esfuma del rostro del más joven para ser reemplazado por un adorable sonrojo, inclusive si la noche es cómplice de sus pecados puede vislumbrarlo con una increíble nitidez—. ¿Están bien ustedes?
—Creo que sí. —Yut-Lung suelta los puños y se inclina hacia las espinas del rosal, alza la palma para tocarlo aunque se clave, su silueta bañada por la luna es surreal—. Por primera vez ambos hablamos transparentemente y nos entendimos, creo que nos gustábamos desde hace mucho pero por una serie de desafortunados errores no lo supimos.
—Eso se llama falta de comunicación. —El japonés se burla—. Les vendría bien una terapia de parejas. —Y lo dice aunque no ha podido enfrentar a Ash, más, lo suyo es diferente porque para empezar no pueden ser nada—. ¿No crees?
—¡Sabelotodo! —Yut-Lung alza los pétalos y se los sopla a la cara, la caricia le hace cosquillas.
—Me alegro de que las cosas resultaran entre ustedes, sinceramente.
—Sí, bueno. —Yut-Lung evita su mirada y se rasca la nuca—. Dijo que me compraría un anillo y todo eso, así que me dio pena decirle que no, lo único malo es que como mis hermanos habitan aún la mansión nos tendremos que quedar aquí hasta que nos casemos por seguridad.
—Eso nos hace roomies. —Tararea.
—Genial, roomies de traumas y castas. —La falsedad en su voz es hilarante—. Yei.
—Podemos tener pijamadas. —Trata de verle el lado positivo—. Eso antes de que Arthur intente matarnos para quedarse con toda la herencia, claro. O antes de que Ash haga otro plan suicida.
—Su hermano sigue vivo. —Pone las cartas sobre la mesa—. Lo escuché, no lo vi, lo tienen bajo una seguridad extraordinaria, aun así su voz me llegó a través de una rejilla, no paraba de repetir su nombre.
—¿Qué nombre? —Se asegura de que no sea el verdadero—. ¿Ash Lynx?
—¿Cuál más? —Bufa, así Eiji comprende que Griffin debe estar al tanto de lo que ha sobrevivido su hermano estos años—. Tengo la teoría de que fue uno de los primeros inyectados, para que lo tengan ahí debe ser un caso de éxito ¿no crees? Quizás fue el sujeto del primer prototipo, tal vez es una de las castas menos estudiadas, no tengo idea, pero sé que está ahí y que si lo tienen con vida es porque les sirve de algo. —¿Es una bendición o una maldición?
—Ese será un punto complicado. —Si él estaba de vez en cuando en el laboratorio y ya clamaba por la muerte para ponerle fin a la tortura no se imagina lo qué debe estar pasando ese hombre.
—¿Estuvo bien decirle? —Yut-Lung necesita confirmación dado que son situaciones delicadas en donde están caminando con las luces apagadas sobre vidrio molido—. ¿Fue lo correcto? Lo pensé bastante pero no estaba seguro.
—Sí. —Están descalzos—. Estuvo bien, yo le aconsejé que hablara con Max. —Y lo dijo con una calma ilusoria ya que necesitaba ser un soporte y perdiendo la cabeza no lo lograría pero quizás aún se encuentra disociado porque conectarse implicaría aceptar una horrible realidad. Basta.
No es que pretenda tapar el sol con un dedo, no obstante, tener que aceptar que lo usaron cual detonante para explotar una guerra que estaba bañada de gasolina es duro, tiene que pensarlo varias veces para que suene real, está aconteciendo en estos momentos y solo uno saldrá con vida. Se culpa. Comprende que debía pasar, más es inevitable cuestionarse si aceleró muertes que eran previsibles. Arthur contra Ash. Por Dino. Por la corona.
—Todo esto está tan jodido.
—Sí. —Eiji tiene un nudo en la garganta—. Lo está.
—No le dije todo a Lynx ¿sabes?
—¿Eh? —Eiji deja de lado los rosales y las espinas, pero está sangrando—. ¿A qué te refieres?
—No le conté todo de los omegas. —Empieza—. Sí, claro, le hablé de las feromonas y toda esta mierda instintiva que nos anhelan imponer como si fuéramos animales, pero no le dije nada de la marca ni de la capacidad para concebir, supuse que eso te traería problemas. —Y aunque el chino lo sabe absolutamente todo y tiene agarrada una navaja del mango—. No quería dañarte.
—Yue.
—Perdón por dañarte antes. —No le clava la navaja sino que la deja y queda desarmado—. Las cosas que te hicieron en ese sitio estuvieron jodidas, debiste estar muy asustado, es decir, eras un chico normal antes de que tu papá te metiera en esta bazofia y lo lamento mucho, si yo que estuve apenas un par de días ahí y no me tocaron de otras maneras por "respeto" a mi clan creí que estaba en un infierno, no puedo imaginarme por lo que pasaste tú.
—Yo no...
—En serio lo lamento, fuiste muy fuerte.
Ja.
Sus ojos escuecen y su corazón se rompe en miles de pedazos que lo apuñalan de las entrañas dado que no tenía idea de cuán jodidamente doloroso sería recibir esa bofetada de realidad así como tampoco sabía cuánto necesitaba oírla, Eiji sonríe con los ojos atiborrados de llanto seco porque no quiere llorar, su pulgar está sangrando y tiene incrustada una espina, la llave oxidada del collar le pesa en el bolsillo y la cuerda en su cuello aprieta.
—¿Quieres oír algo aún más jodido? —Dice y su voz se quiebra, es gracioso, cuando era un niño su madre solía pedirle que le contara las cosas, no era la más validante y vaya que escaseaban sus habilidades parentales, aun así, le pedía con gentileza que hablara. Tienes que sacarlo con alguien o llegará un día en donde nunca saldrá—. Pero no es bonito de escuchar.
—Puedes contarme lo que sea. —Yut-Lung deja de lado los pétalos para tomarlo de las palmas, su cara de preocupación es dolorosamente transparente y eso le aprieta el corazón—. Eiji.
—Estaba embarazado.
—¿Qué? —Yut-Lung palidece y deja de sonreír—. ¿No me estás tomando el pelo?
—No lo haría con algo así.
—Carajo. —Yut-Lung se tapa la boca con las manos para contener el horror—. ¿Ese bebé era...?
—De Arthur.
—¡Carajo! —Se tapa aun más fuerte—. Perdón, es solo que me sorprendió... se notaba que algo te dolía y te lo estabas guardando pero nunca imaginé que sería esto.
—Sí, bueno. —Ríe con tristeza—. Ahora lo sabes, estaba embarazado de Arthur pero cuando él me disparó perdí al bebé, así que nunca lo llegué a conocer.
—¿Qué?
Yut-Lung y Eiji palidecen.
No. No. No. Eiji se muerde la boca para contener un grito de desesperación y ahora sí deja caer las lágrimas, aprieta las rosas y siente cómo se le incrustan las espinas. Por favor, Dios. Nunca le ha pedido nada. No le pidió que lo salvara cuando lo secuestraron. Ni tampoco cuando Dino lo compró. No rezó cuando lo violaron. Lo maltrataron. Lo usaron. Lo desecharon. No demandó ni una puta cosa en toda esta pesadilla. Pero ahora. Por favor. Qué no sea Ash.
—Cargaste con el bebé de Arthur. —Ash ríe, está demasiado oscuro para verle el rostro—. Pero lo perdiste, por eso estabas llorando cuando Meredith te recibió, eso fue lo que perdiste ¿acaso no planeabas decírmelo nunca?
—Puedo explicarlo.
—Tal vez puedas. —Ash se da vueltas—. Pero no quiero oír esa explicación.
⊱✿⊰
El reloj en la muñeca de Ibe marca los segundos con un tortuoso tic tac, la oficina es acogedora y se encuentra adornada por una serie de fotografías que en su momento fueron una exhibición formidable. Paisajes. Personas. Deportistas. Fly boy in the sky. Pensar en su vida anterior es un gancho en el estómago que no puede soportar, así que trata de concentrarse en la perlada taza de té que sostiene entre sus manos, siente la tibieza sangrarle a la piel, el olor es agradable, es tan familiar que lo lleva otra vez a todos esos lugares en donde ya no puede estar.
—No creí que me llamarías. —Ibe se encuentra apoyado en una pared, le dio espacio, Bones y Kong lo esperan afuera del edificio porque incluso si Ash está dolido, no lo expondrá.
—Yo tampoco creí que lo haría. —Se exhibe—. Pero necesitaba hablar con mi... —Con mi papá.
—¿Con mí? —Ibe quiere que termine el pensamiento.
—No tiene importancia. —Eiji se niega a hacerlo, su familia solo le ha traído tragedias, al menos la parte masculina—. Vine porque quería hablar con un amigo.
—Has rechazado todas mis llamadas.
—Porque insistías en sacarme de la mansión de Ash y ambos sabemos que no es posible, que las cosas son como son nos gusten o no.
—El Ei-chan al que conocí no se rendía fácilmente, odio oírte hablar como si hubiera acabado.
—Sí, bueno. —Se encoge de hombros y clava su mirada en el piso—. Supongo que el chico que conociste se fue hace mucho. —¿Lo culpa? Es imposible mantenerse cuerdo e intacto cuando se sostiene violencia y maltrato, fue afortunado de no haber enloquecido y lo sabe pero a veces sigue persistiendo esa sensación de ser alguien más. Alguien para Arthur. Dino. Incluso Ash.
—Parece que habrá una guerra entre los hermanos Golzine.
—Eso escuché.
—¿Sabes algo de eso? —Ibe lo confronta, lo hace con una voz dura que contrasta con su mueca suave porque este hombre siempre ha sido suave cuando se trata de él, es injusto, tan injusto.
—¿Es un interrogatorio policial? —Se burla y se cuestiona si habrá adquirido malos hábitos del lince de Nueva York y del dragón de luna—. Lo siento, estoy siendo grosero y defensivo.
—Está bien. —Ibe se acerca, lo hace con cautela igual que un cazador acechando a su presa y le da pena tener esa clase de pensamientos, antes no era desconfiado, era ingenuo y le gustaba dicha ingenuidad, le permitía esperar lo mejor de los demás—. Debes tener tus motivos porque para ser honesto, pareces bastante alterado.
—Lo estoy. —Llegó prácticamente llorando y suplicándole que lo dejara entrar a la oficina, sabe que Ash es un hombre ocupado y mucho más con la declaración de guerra, no obstante, siente que lo está tratando como si lo hubiera traicionado. El bebé fue el producto de un abuso. Él no sabía que estaba embarazado hasta que lo perdió. ¿Por qué lo culpa? No es su culpa. No es su puta culpa—. He estado pasando por muchas cosas y tengo la cabeza en todas partes.
—¿Quieres contarme? —Para eso vino ¿verdad?
—No sé. —Pero solo les está haciendo perder el tiempo—. No sé si lo puedo hablar con alguien.
Aunque el adulto no dice más impresiona entender perfectamente a lo que se refiere, se queda parado enfrente y se acerca en las ventanas de miradas que le da, la luz de la lámpara cruje en ráfagas de tintineos, se muere por contarle sobre la posibilidad de salvarlo, por celebrar porque Jenkins y Charlie creen que pueden sacarlo del país y devolverlo a su casa, más, mirándolo así de afectado se pregunta si será factible volver, Eiji no es el mismo de antes.
—¿Las cosas están bien con Ash? —¿Te ha hecho daño?—. ¿Él es amable contigo?
—Supongo. —Pero Eiji no es capaz de decir nada—. Ash siempre es amable y los chicos igual.
—¿Entonces por qué te ves así? —Finalmente se lo pregunta y Eiji eleva la cara, le parte el alma verlo con los ojitos cristalizados y enrojecidos porque ni siquiera se dio cuenta de que lloraba.
—Han pasado muchas cosas. —Apenas logra decir—. Me han hecho muchas cosas y he hecho muchas cosas. No todas son buenas, Ibe-san.
—¿Puedes contarme? —El adulto se arrodilla y lo toma de las manos—. Por favor, cuéntame.
Así que Eiji lo hace.
Le cuenta de principio a fin sobre los horrores a los que fue expuesto en la mafia de Golzine, la forma en que lo sometieron a un experimento que acabó por convertirlo en el prototipo de una casta, cómo Arthur le disparó, cómo Ash lo recogió, cómo el médico le informó que estaba con un bebé en el vientre pero que lo había perdido, cómo trató de no enamorarse y de ver a Ash tal como lo hacía con Arthur, cómo falló, cómo armó castillos en el aire queriendo escapar a Japón con el lince, cómo la burbuja se reventó con la gala, cómo Ash se enteró de todo esto dado que se portó como un cobarde y cómo ha estado resintiéndolo desde entonces.
Ibe lo escucha todo con una mueca impasible que trata de camuflar el terror, no interrumpe el relato, tiene la sensación de que si lo para Eiji no volverá a hablar, así que se traga la pudrición que le genera escuchar eso y procura únicamente acunar su palma y acogerlo, de ser un refugio para un niño desamparado, de ser el adulto que le toma la mano a casa y lo regresa a salvo.
—No creo que Ash esté culpándote. —Nunca se imaginó el día donde defendería a un homicida pero la circunstancia lo amerita—. Creo que está dolido porque le dijiste primero a Yut-Lung.
—No sé. —Eiji luce cansado, tan cansado—. Ya no sé nada.
—No es verdad. —Lo sostiene—. Sino supieras nada, esto no dolería tanto.
—Es porque lo amo que duele tanto.
—¿Lo amas? —Es duro escucharlo porque lo quiere como a un hijo—. ¿Cuándo te percataste?
—No sé. —Su sonrisa es una mariposa en agonía cuyas alas se desprenden—. Fueron muchas cosas las que me hicieron amarlo, pero cuando bailamos lento me di cuenta de lo perdido que estaba. Fue ahí cuando entendí que estaba subestimando mi propio enamoramiento y eso me dio mucho miedo, siendo honesto me asustó más que el mismísimo Dino Golzine.
—¿Cuándo bailaron? —Quiere sacarlo del dolor, hacerlo hablar de Ash es un moretón irritado.
—Sí. —Pero parece funcionar—. Cuando bailamos en la gala me di cuenta de muchas cosas.
—¿Por qué?
—Porque... —Eiji sonríe, no responde inmediatamente sino que se queda jugando con el borde de una chaqueta de mezclilla que es demasiado grande para pertenecerle, su rostro recobra el color, su sonrisa emana lucidez y sus ojos fulguran con esperanza y entonces Ibe debe aceptar que no podrá llevárselo lejos de Ash—. Porque él me miró como nunca nadie me había mirado, estábamos rodeados de los mafiosos más importantes y había asistido a ese tipo de fiestas al lado de Arthur, pero la manera en que me preguntó si quería bailar porque estaba celoso, cómo me extendió la mano para llevarme a la pista de baile y luego me abrazó, fue especial.
—Especial. —Repite procesando que están hablando del mismo chico que sale en los diarios.
—Muy especial. —Pero Eiji impresiona tan enamorado—. Luego me guío, fue paciente y amable conmigo, ni una sola vez me gritó aunque lo pisara, de hecho, solo me acercó entrelazando sus dedos como sino pudiera soltarme, como sino quisiera hacerlo, me sentí flotando, fue distinto a cuando saltaba y al mismo tiempo, fue similar.
—¿Qué pasó entonces?
—Él me inclinó cómo lo hacen los chicos en las películas, sostuvo mi nuca con mucho cuidado y se acercó como si quisiera besarme, yo quería besarlo, realmente quería besarlo pero... —Eiji borra su sonrisa—. Pero entonces me di cuenta de que Ash no me estaba mirando a mí, estaba enfocado en la reacción de Arthur, era como si le restregara porque le había quitado el juguete, no pude besarlo así, me habría roto el corazón y simplemente no entiendo, todas las cosas son muy confusas porque ambos somos conscientes de que no puede haber nada.
—¿Tú quieres que haya algo? —Es la primera vez que se lo preguntan.
—No creo que pueda haberlo ahora que sabe. —Eiji se aprieta el vientre con fuerza—. Debe ser duro para él aceptar que cargué con... y más encima le oculté mi naturaleza, todo este tiempo sabía en parte lo que hacía esa droga pero se lo escondí porque me dio miedo ser tratado como un adefesio de circo o ser explotado. Sé que él nunca haría eso. Lo conozco. Dios. Le confío mi vida con los ojos cerrados. Le confío mi alma. Mi espíritu. Y mi corazón. Pero es difícil borrar el temor una vez ha calado tan profundo.
—Creo que lo entiendo. —Y realmente impresiona hacerlo—. Te lo cuestionaré una última vez y dejaré el tema, lo prometo.
—Ibe-san.
—¿Quieres quedarte al lado de Ash? —Eiji aprieta el collar con una mano y sostiene la llave en el bolsillo de la chaqueta con la otra—. ¿O quieres regresar a Japón conmigo?
—¿Es posible volver?
—Sí, llevará mucho trabajo pero se puede. —Traga duro—. La elección es tuya así que piénsalo.
El otro capítulo también se viene bien emocional, pero ya desde el punto de vista de Ash asi que nos estamos metiendo de lleno, total nos quedan un poco más de diez capítulos, así que con fe a esta dinamica y con animo.
Nos vemos mañanita.
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