Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

15. Preocupaciones.

Hi~ Como les mencioné anoche, hoy retomamos altiro con el tema de Yut-Lung que marca un norte bien importante para el resto de la trama, oficialmente vamos a la mitad y hasta el momento nos ha ido bien en la dinamica, se siente muy bonito, vamos con fe a terminar el mes así y bueno, la intensidad del capítulo va de menos a más, partimos con cómo Shorter está tomando esto y recordandoles que es una noticia fuerte, así que no se lo tomará con calma o racionalmente, es una caldera que quiere explotar.

Gracias por tanto.

Conoció a Shorter en el reformatorio infantil, Dino lo metió ansiando que se mataran ahí dentro con Arthur y por poco sucede, en ese entonces él se encontraba repleto de rencor e impotencia y con justa razón, lo vendían con la excusa de que era un "producto valioso" no obstante al final la gente se enojaba mucho si luchaba en contra y se defendía: «¿cómo te atreves a arruinar mis fantasías?» parecían decirle, ja, ni siquiera creían que fuera una persona real y seducir tal como una puta lo haría era su forma de reafirmar el control. Ahí Shorter lo enfrentó. Fue franco y cruel.

—¡No juegues con los sentimientos de las personas! ¡Ni tampoco sigas manipulando a la gente de esa manera! Porque si lo haces, no eres diferente a los imbéciles que odias.

El bastardo tenía razón.

Y Ash cómo odió que la tuviera.

¡Vete al infierno, hijo de puta! ¡De una patada en tu maldita cabeza de melón!

Le gritó de regreso porque se sintió avergonzado de que alguien pudiera ver tan fácil a través de él, en esa época Shorter le confesó que le dio miedo, porque la frialdad en sus ojos daba cuenta de una total inexpresividad, como si no le importara menos y tenía razón. No le importaba nada. Por algún motivo Wong acabó interpretando eso como una invitación para amistar, se mantuvo con él a pesar de la diferencia de razas y familias, sabía que eso lo pondría en contra de los Lee, aun así, insistió en ser su mano derecha y apoyarlo en su reinado. Él lo dejó. ¿Cómo no hacerlo? Shorter era fiel. Amable. Gracioso. Un magnífico líder y un aliado aún mejor. Era su cable a tierra porque pasara lo que pasara lo veía conservar la calma y resolver las cosas con la mente gélida.

Por eso. Por eso. Por eso.

¿Qué diablos pasó?

—¡Carajo! —Nunca lo había visto tan alterado como ahora, ni siquiera en la flor de su juventud lo observó desatar su furia externamente y acá lo tiene en su casa, tumbando jarrones, novelas y flores, rasgando sofás y destapando lata de cerveza tras lata de cerveza—. ¡Mierda!

—Baja eso. —Ash es pésimo consolando a las personas, Shorter toma y toma arrojando lo que debe ser la onceava lata de la mañana, el líquido ambarino le resbala de la boca a la tráquea y ha empapado su camisa, apesta—. ¡Emborrachándote no resolverás nada! ¡Vamos a pensarlo!

—¡No puedo pensar!

—¡Solo! —Ash le arrebata la otra caja antes de que la abra, se pregunta si el alcoholismo es un problema entre los chinos o si la pareja está arruinada—. ¡Solo cálmate, joder!

—¡¿Cómo diablos quieres que me calme?! —Y aunque Shorter usualmente es gentil y paciente con sus defectos la cordura es un juego de azar trucado—. Se lo llevaron... ellos me lo quitaron. Me siento tan inútil, se supone que nos íbamos a casar, ¡yo debía protegerlo!

—Shorter.

—¡Y ni siquiera pude disculparme apropiadamente! —El chino grita, está hecho mierda encima del sofá, el tapiz claro ha quedado ensangrentado y el piso yace repleto de pétalos con pedazos de lentes oscuros, la imagen resulta irónicamente poética—. ¿Sabes cómo es eso? Tendría que haber clarificado las cosas, debí decirle cómo me sentía antes de que fuera muy tarde tal como Eiji me dijo que lo hiciera. —De repente, los ojos de Shorter se oscurecen con ira—. Eiji me dijo.

—¿Y eso qué? Él es así.

—Eiji. —Alza la mirada—. Sabías algo. —No es una pregunta, es una acusación que hace temer al nombrado. Está borracho. Despechado. Herido. Es peligroso—. ¡¿No es así?!

—Shorter. —Eiji retrocede, llegó a la escena por el caos e intentó ser de ayuda preparando algo caliente para calmarlo, no obstante, no hay consuelo para un depredador que se está lamiendo las heridas—. Lo estás malinterpretando, nunca pondría en riesgo a Yue, solo quería ayudarlos.

—¡Sabías algo! —Shorter lo acusa—. ¡Por eso me dijiste que arreglara las cosas mientras podía arreglarlas! ¡Sabías que me lo quitarían! ¡Y lo dejaste, dejaste que pasara! Esto es tu culpa.

Shorter se levanta igual que una bestia voraz para zarandear al nipón, lo aprieta de los hombros con tal brutalidad que provoca una mueca de dolor y un grito ahogado, no permitirá eso, pronto, un instinto asesino no tarda en activarse porque no dejará que nadie ¡absolutamente nadie!, le ponga una mano encima y se atreva a tocarle uno de sus cabellos esponjositos, coge con toda su fuerza la muñeca de su mejor amigo y la aprieta hasta que el hueso le cruja y la piel alrededor se tiña de borbón, no tiene miedo de pulverizarlo o iniciar una guerra con los chinos.

—Suéltalo. —Advierte con una voz tan gélida que corta el aire—. No lo trates así o te enfrentarás a mí. Incluso si eres tú, te haré pedazos si debo hacerlo.

—Pero... —Shorter no sabe con quién más desquitarse—. Él sabía y yo no, él...

—Entiendo tu impotencia, pero hacerle daño a Eiji no solucionará nada. —Entonces el chino le toma la gravedad a sus acciones y tumba la cara por el arrepentimiento, desliza sus palmas de los hombros de Eiji, le quedaron marcas rojizas y cruentas en la camisa, debió asustarlo, rumia considerando que a cualquiera con cordura lo habría paralizado ver a un líder mafioso así.

—Lo siento. —Shorter baja la cabeza, su cabello es una maraña pegajosa y morada encima de su cráneo, su cara está repleta de lágrimas secas y arrepentimientos marchitos—. Perdón, Eiji.

—Hey. —Y Eiji debería odiarlo porque Shorter no ha hecho más que intimidarlo en esta casa, la oportunidad de vengarse ha llegado—. Está bien. —Pero—. A mí igual me preocupa Yue y puede que no sea de la misma forma, pero comparto la desesperación.

—Eiji. —Pero Eiji es Eiji.

—Ven acá. —Así que le extiende los brazos y lo contiene como Ash nunca podría haberlo hecho porque no sabe y no le enseñaron, mira cómo Shorter abre los ojos, vacío, tiembla, como si ese contacto amable le doliera, tira sus brazos contra su cadera, impresionan pesados y corrobora la idea al verlo imposibilitado para alzarlos—. Todo está bien, vamos a recuperarlo.

—¿De verdad? —Shorter luce tan pequeño entre los brazos de Eiji, tiene la sensación de que si lo toca se hará trizas, ¿será capaz de levantar a su mejor amigo si se desmorona?—. ¿En serio?

—En serio. —La voz de Eiji es una canción de cuna que desarma la rabia, Shorter cae de rodillas y en ningún momento lo suelta, sus ojos enrojecen y se cristalizan, Ash nunca lo ha visto llorar, ni siquiera con la pérdida de sus seres queridos o en el funeral de su papá, siempre se mantuvo con un semblante impasible y calmado, como si nada le afectara—. Lo recuperaremos, podrás decirle todo lo que quieres decirle ahí.

—¿Lo prometes? —Pero quizás, a Shorter sí le afectan las cosas.

—Lo prometo. —Quizás a todos les afectan, pero Eiji es el único capaz de ponerles un alto para que así puedan procesarlo—. Es una promesa de meñique. —En contra de sus expectativas, el chino extiende el brazo y le ofrece el susodicho dedo.

—Qué sea oficial. —Eiji sonríe y hace juramentos de buenas intenciones—. Gracias. Y en serio lo lamento.

Eiji no lo suelta, le pide que le traiga té para apaciguarlo mientras desliza sus dedos por su pelo pajoso y grotesco en forma de consuelo, Shorter intenta cerrar el abrazo, más, tiene las palmas temblorosas y ha empezado a llorar, se ve desgarrado y roto, como si le hubieran arrebatado el alma, Ash conoce la sensación, la encarnó cuando secuestraron al nipón, empatiza y escucha los alaridos mudos que lo desmiembran, la impotencia es palpable, la culpa es una perra cruel que lo engulle vivo. Porque tiene razón. Es su prometido. Debió protegerlo. Nunca le confesó lo que sentía. Golzine es peligroso. Es capaz de enviarle pedazo por pedazo descuartizado en una caja. Shorter lo sabe. Todos lo saben. Pero no es momento para llorar sobre la leche derramada sino para pensar en un plan.

—Me llegó una carta de Arthur que se burlaba de esto, diciendo que Golzine lo tenía. —Le tirita la voz al referirlo aunque está tomando té para calmarse, tiene atascada el alma en la garganta.

—Una carta. —Ash intenta recolectar toda la información posible—. ¿Qué decía?

—Qué Yut-Lung intentó infiltrarse en la mansión de Golzine y ha infringido una regla de la mafia.

—Así que están castigándolo. —Infiere—. Mierda, ¿quién sería tan tonto para escabullirse solo a un sitio tan peligroso? —Eiji impresiona tenso y nervioso, Ash debe darle la mano para que se logre calmar, más, la culpa es una araña sacando los colmillos y tejiendo telarañas.

—Dice que lo van a usar como sujeto de experimento.

—Están dementes.

—¡¿Ahora entiendes mi desesperación?! —Shorter se tira el cabello, frustrado—. ¿Por qué tuvo que pasar esto? Sino hubiera corrido como un cobarde él me habría sentido como una... pareja lo suficientemente fuerte para apoyarlo, pero estuve todo el tiempo corriendo y esperando para que mis sentimientos desaparecieran e hiciera una diferencia. No la hizo. No la hizo ni un poco.

—No debería decirte esto. —Eiji toma la palabra, lo hace con temor porque antela la naturaleza rencorosa del más joven—. Pero esa marca se la hizo su hermano, no fue consensuada, no hay nadie más a quién él quiera que no seas tú.

—Joder. —Shorter se tira hacia atrás en el sillón con tal brusquedad que le rebota la nuca—. Te debí haber hecho caso, esta conversación debería haber pasado antes entre nosotros dos.

—Pero no pasó. —Ash hace cable a tierra—. Y no vale la pena quedarse pegado en eso, Shorter.

—¡Ash! —Eiji lo regaña por ser muy frío, no es que sea indiferente con el dolor, más, comprende que cada segundo que pase atrapado en esa mansión está expuesto a horrores inimaginables.

—Saldremos mañana a primera hora para rescatarlo, no negociaremos, lo haremos sutil. —Por fin toma la decisión y sabe que es la correcta frente al brillo esperanzado en los ojos de Wong.

—Querías declararle la guerra oficialmente en la gala ¿qué pasa si te atrapan ayudándome? Se irá al carajo tu plan.

—Diremos que fuiste tú, en teoría estás rescatando a uno de los tuyos, no rompe ningún código ni regla de Dino, si te preguntan yo no tengo nada que ver con esto, no hasta la gala ¿entiendes?

—Sí. —Shorter respira otra vez—. Perdón por todos los problemas, nunca... sé que lo aparté, la mayor parte del tiempo peleaba con él pero nunca pensé que realmente podría perderlo, ahora se ve como una tontería, más pensé que ya lo había perdido ante alguien más, fui cobarde y no pregunté porque me dio miedo la respuesta, me aterrorizó que él le perteneciera a otro hombre, que ni siquiera hubiera competencia, me dejé cegar por los celos.

—Celos. —Ash mira la gargantilla de Eiji, recuerda su conversación pasada ¿será una profecía?

—Y ahora es muy tarde para arreglarlo.

—No es muy tarde. —Ash lo frena—. No digas más hasta que finalmente lo tengas a la cara, no hables de él como si estuviera muerto cuando no sabemos más a lo que dice la estúpida carta.

—Ash.

—Y ahí arregla ese asqueroso matrimonio tuyo, aún nos tienen que invitar a la boda, ¿no es así?

⊱✿⊰

Sí. Sí. Dijo e hizo todo eso para hacer sentir seguro a su mejor amigo pero la situación realmente lo pone en problemas porque si Dino lo descubre cooperando está muerto, si existe una remota posibilidad a que el plan funcione declarándole la guerra a Arthur en la gala, todo se irá al carajo si lo atrapan con las manos en la masa, además no pudo ser totalmente honesto con los chicos ya que fuera de las reglas y los honores que implica la mafia, lo que Ash quiere transmitir yendo con Eiji del brazo es: Él es mío. Si lo tocas te mato.

En el fondo, es una excusa patética para protegerlo, quizás no de Artur pero sí de las mafias sin desarrollar todavía o de los sujetos que se toman atribuciones grotescas, vivo o muerto Eiji aún es el último Yakuza y eso lo convierte en un "producto deseado", vaya cerdos de mierda.

Debes protegerlo, suena una y otra vez en su cabeza.

—¿Estás bien? —Y lo piensa más que nunca vislumbrándolo en la cama, lo tiene acostado igual que un burrito entre las sábanas con su cabello esponjado parándose por el friz y sus inmensos ojos de ciervo encendiendo la habitación más oscura, se pregunta si se podrá caer incluso sino está completamente en la penumbra—. Te noté raro hablando con Shorter.

—Raro. —Ash se acuesta, solo viste un bóxer porque tiene demasiado calor y anticipa que solo tendrá pesadillas donde despertará empapado—. ¿Raro cómo? Explícame. —Se recuesta cara a cara frente al nipón, lo ve fruncir la boca y arrugar las cejas, la imagen lo derrite, pero para ser justos, Eiji siempre lo hace.

—Nunca te había visto portarte tan desesperado con Shorter.

—No estaba desesperado.

—Lo amenazaste, Ash.

—Porque te hizo daño.

—No creo que haya sido eso, creo que no supiste manejar la situación. —Divaga y sin embargo, sus palabras son la tonada de una cajita musical con una bailarina rota, piensa en Eiji, su lesión y teme haberlo confinado a una nueva prisión de porcelana—. No es una crítica pero tú siempre eres racional y este plan pareces haberlo armado del impulso, no te siento seguro con todo eso de infiltrarte al laboratorio sin que Golzine se entere.

—Porque no me siento seguro de ir.

—Entonces no vayas.

—Pero tampoco puedo dejar a Shorter desamparado, es mi mano derecha.

—Ni tampoco te habría pedido eso, eres un buen amigo, esa es una de las cosas tan grandiosas de ti. —¿No es increíble la aptitud que tiene para alterarlo? Una palabra suya basta para sanarlo igual que un creyente orando—. ¿Pero cómo explicarlo? Te noto asustado.

—¿De Arthur? —Ríe—. Por favor.

—No sé, no sé si es de Golzine, de Arthur o de ti mismo, pero siento que algo te está paralizando y temo ser esa razón, ese impedimento que te mantiene amarrado, tú... —Eiji aprieta los puños contra las sábanas, Ash se desliza intentando acortar la distancia, más lo siente ido, ¿quién se cree para aminorar la brecha?—. Tú puedes dejarme si te doy problemas, me siento agradecido de todo lo que has hecho por mí, me regresaste la vida ¿sabes lo importante que es eso? Sin ti nada tendría sentido, ¿sabes cómo es eso? Me reviviste.

—Sí. —Ash lo toma de la mano—. Lo sé. —Están a centímetros en la misma almohada, saborea el aliento entrecortado del japonés sobre sus propios labios, las sombras que proyecta la luna dentro de la habitación hacen que su cabello tenga una apariencia de halo graciosa, más, ¿qué más apropiado para Eiji? Al final, si fue salvado fue gracias a su irracional—. Tú me la devolviste.

—Ash, yo no hice nada.

—Déjame terminar. —Le pide—. Entiendo a lo que quieres llegar y no fingiré que no negándome a cosas que son obvias. Sí. Eres mi punto débil. No puedo evitar desesperarme y actuar a partir de esa desesperación cuando se trata de ti porque haría y sacrificaría lo que sea con tal de que estés a salvo. —Quemaría el mundo por una sonrisa tuya, mataría por obtener una mirada, me dispararía en la cabeza con una sola bala si con eso te mantengo alejado de esto.

—Pero yo no quiero que esa seguridad mía llegue a costa tuya. —Eiji corresponde el agarre con fuerza, lo sostiene con su mano temblorosa y la lleva hasta su corazón, lo siente arremeter y lo tiene tan cerca que tiene la sensación de que si quisiera podría robarlo de su pecho y acunarlo en su palma, este chico se deja tan vulnerable—. Porque en ese sentido somos lo mismo, haría lo que sea por ti y para mantenerte a salvo.

—¿Por qué?

—¿Acaso necesito una razón para cuidarte?

—La necesitas. —No da a torcer el brazo—. ¿Qué soy para ti?

—¿Yo no debería preguntar eso? —Eiji ríe con amargura—. Pero supongo que es tonto. No había querido confrontar la realidad, porque soy consciente de que nunca podremos ser nada por la clase de ambiente que nos rodea y eso está bien, me duele mucho, pero está bien.

—¿Cómo podría estarlo? —Nada está bien.

—Soy consciente de que tarde o temprano te tendré que soltar... inclusive si logras tu cometido y te vuelves heredero de Golzine para destruir todo desde adentro, estarás casado, porque para llegar a eso tienes que satisfacer a Dino, me imagino que quiere asegurar un buen compromiso.

—¿Cómo sabes del compromiso? No te había dicho.

—Yut-Lung me dijo que podría pasar en la gala. —Claro que lo hizo, no hay nada más peligroso que una víbora venenosa lastimada—. Y está bien, no me debes ninguna clase de explicación.

—¡Te la debo! Debería haber sido sincero contigo.

—¿Por qué? —Eiji es el único que sostiene una daga—. No soy tu amante, tú no me debes nada.

¿Entonces por qué se siente así?, ¿por qué se siente como si estuvieran rompiendo cuando no empezaron nada? Ash extiende la mano para tocarlo y Eiji impresiona suplicarle que no lo haga, que solo será más difícil, pero como él es injusto y egoísta de todas maneras lo hace, Eiji parece derrumbarse con un simple roce de mejillas, los ojos se le cristalizan y luce vulnerable, mucho más vulnerable a cuando lo conoció lo que es ridículo, ahora no se está desangrando y aun así.

Ash siente una punzada en su propia alma, un tirón que corta los puntos que la mantenía junta y deja que el relleno salga, se siente como si fuera efímero y el corazón se le estuviera yendo al igual que las cenizas entre los dedos, el viento lo empuja, ansía pedir un deseo pero ¿acaso las estrellas fugaces no están muertas? Y acá entiende algo que no ha querido entender, el motivo por el que esa gargantilla lo jode tanto, el terror a averiguar quién realmente es Eiji y lo que pasó con Arthur, la reticencia a que se lo quiten y cómo eso lo hace sentir igual que a un niño que le arrebatan su osito de peluche y llora desamparado. Está enamorado. Eso le duele. Duele hasta matarlo.

—Incluso si me lo prometiste no puedes ser mío, Ash. —Eiji termina de apuñalarlo, Ash se niega a soltarlo, le da risa la ironía, le reclamó a Shorter por no clarificar sus sentimientos, más, él no está siendo valiente al tampoco hacerlo—. Pero déjame fingir que lo eres por mientras.

—Eiji.

—Hasta que me muera, porque el minuto que me seas arrebatado mi corazón morirá, por favor.

—Pero es tan triste si lo dices así. —Ash quiere recriminarle promesas y anhelos que no podrán ser, no obstante, el pozo de los deseos carece de fondo y las velas se derritieron en el pastel, a pesar de la impotencia es el tipo de mundo en donde viven, es lo que es y él siempre ha sido lo bastante racional para aceptarlo con calma ¿por qué mierda ya no puede?—. Querías llevarme a Japón ¿lo recuerdas? Me hiciste jurar que viajaríamos juntos.

—Lo hice. —No hay lágrimas porque se han secado y Ash apenas puede con el nudo atascado en su garganta—. Es un deseo bonito ¿no crees?

—¿Por qué hablas como si ya te hubieras rendido?

—Porque estoy cansado, me siento demasiado culpable para seguir luchando.

—¿Culpable por qué? No estoy comprendiendo.

—Porque me siento culpable de que Yue haya ido, es algo que debí haber prevenido, él me dijo que quería ir al laboratorio para averiguar más información, yo dejé que lo hiciera. —Ash podría tomar esta confesión como una chance para reprochar cosas que están rotas: ¿por qué no me lo dijiste?, ¿acaso no confías en mí?, ¿qué saben ustedes que yo no?—. Creo que es injusto por respeto a los demás que tú me protejas tanto cuando hay personas más valiosas.

—No hay personas más valiosas que otras y no hay nadie más valioso que tú para mí. —Lo dice con firmeza, se niega a dejar tirados los pedazos y a llorar sobre la leche derramada porque por fin su actitud cobra sentido. Eiji sabe cosas. Ash no. Eiji le pasó la navaja, ¿a quién se la clavará?

—Sabes lo que quiero decir. —Pero incluso si lo supiera y fuera el caso—. No es un juego, estás en la mafia. Hay personas que son más importantes que otras.

—¿Y crees que por romperme el corazón voy a soltarte? —¿Crees que por rompernos el corazón a los dos te abandonaré?—. No, yo me tomo a pecho las promesas que me hacen.

—Ash.

—Y tú me diste tu "para siempre", tienes razón, no estoy seguro de cómo salvaré a Yut-Lung sin que Golzine se entere, me da terror lo que pase en la gala, no quiero casarme por imposición a pesar de que eso me garantice el mando, no quiero seguir con esa vida de asesino aunque deba llevarla hasta sus últimas consecuencias para saber qué pasó con Griffin y destruir a todos los que me hicieron daño, es un caos y si me pongo a pensarlo me desespero aún más. Pero, entre todas esas cosas inciertas que me ahogan, hay una puta cosa que sí sé.

—Basta. —Le ruega—. Por favor, para.

—Una maldita certeza. —Pero no lo hace—. Y esa eres tú, Eiji. —El nombrado se restriega sobre su palma como un conejo hambriento por cariño—. Así que aunque comprendo y valido lo que me quieres decir no puedo aceptarlo. Me prometiste cosas y yo me las tomo en serio.

—¿Y si ya no me quieres luego de saber realmente lo que soy?

—Imposible. —Lo dice con una determinación irrompible, aun así Eiji se abraza a sí mismo con tanta fuerza, con tanta tensión que teme que si sigue tocándolo se desmoronará por completo, ¿a qué le tiene tanto miedo para ponerse así? Se pregunta y eso lo atormenta.

—¿Qué pasará si te digo que tuve una relación más personal con Arthur?, ¿qué pasará si te digo lo que me hizo y lo que yo tuve que cargar y era de él? Tú lo odias.

—Es cierto, a él lo odio con toda mi alma. —Es honesto—. Pero a ti no te odio. —A ti te amo con mi alma, mi cuerpo y mi corazón, te amo con mi existencia entera, escogí pertenecerte—. Y esa es la gran diferencia.

—Tengo miedo.

—Está bien. —Ash se desliza un poco más cerca—. Yo también tengo miedo. —De perderte, de perderme en el camino.

—Tienes que llegar vivo de esta misión ¿entiendes? No te perdonaré si te mueres.

—Lo sé.

—Y tienes que llegar con Yut-Lung, aún le debo una disculpa, yo no... Shorter tenía razón, sabía que pasaría algo malo, es mi culpa que las cosas estén así.

—No lo es. —Lo conforta—. Él lo dijo del despecho y por eso tuve que frenarlo, solo quería herir porque estaba herido, él también te debe una disculpa y te la dará cuando vuelva. Volveremos.

Ash no sabe qué más decir así que se arrastra de forma silenciosa debajo de la delgada sábana para sostenerlo entre sus fornidos brazos, el roce es temeroso y suave puesto que nunca había tomado la iniciativa con un abrazo, Eiji tirita y ahoga un jadeo contra su pecho, más no lo aparta y al contrario, se acurruca con fuerza contra su cuello como si su presencia lo calmara, el lince hunde su nariz contra su cabello esponjosito y rebelde, no dicen nada más, solo se quedan ahí, congelados, acariciando al contrario sin saber nada, además de lo mucho que esto los lastima.

⊱✿⊰

Shorter empaca el armamento en la maletera de la camioneta, The Fly les vendió una inmensa cantidad de armas novedosas y lujosas, incluso si trató de tentarlo con la última tecnología las tuvo que declinar porque Ash sabe que no podrá parar de matar si el arma no lo frena, coge una gran bocanada de aire, la conversación que tuvo anoche lo mantuvo en vela, sería mentira decir que no le afectó ver a Eiji tan vulnerable y resignado aunque sabe que necesita la cabeza fría si pretende infiltrarse y pasar sin ser descubierto a través de la seguridad de Golzine.

Es tonto, él suele ser dolorosamente realista para temas como el romance, nunca se esperó ni creyó posible que se enamorara con su niñez manchada y su alma lacerada, ¿con qué derecho un asesino se rehabilita? Qué hilarante y conveniente darse esa oportunidad cuando tiene que pagar por la sangre que hay en sus manos. Y aun así. Mira a Eiji. Ambos parecen querer romper en llanto pero ninguno lo hará.

¿Por qué?

¿Por qué diablos Eiji lo hace querer cosas normales que no debería?, ¿qué lo hace tan especial para que quiera cambiar? Pero imaginarlo con otra persona es sumamente doloroso y al mismo tiempo sabe que el nipón merece más, ¿qué opción le queda entonces? Es un amor ya perdido.

—Estamos listos, jefe. —Sus chicos de mayor confianza lo van a acompañar, no irán muchos.

—Perfecto. —Solo unos pocos porque si bien, conoce de memoria las instalaciones de su papá entiende que un grupo grande no pasará desapercibido—. Entonces nos vamos.

—Nos vamos. —Shorter anuncia—. Tampoco llevaré a muchos hombres y Sing se quedará con Eiji para que te quedes más tranquilo.

—Sí. —Pero eso no lo deja más tranquilo—. Gracias. —Porque nadie lo protegerá como él.

—Ash. —Entonces Eiji lo mira con esos grandes ojos de cervatillo abandonado mientras acuna entre sus manos su corazón sangrante y moreteado, hay tantas cosas que deben decir todavía, hay tantos toques que no han alcanzado a sanar, hay tanto de lo que podrían arrepentirse si se dejan ir—. Por favor, regresa a salvo. —Regresa a mí.

—Lo haré. —Ash se para enfrente, tiene muchas ganas de besarlo o abrazarlo—. No le des más problemas a Sing y pórtate bien.

—Lo haré. —Ambos se miran con un anhelo rebosante—. Sino vuelves no te lo perdonaré.

—Si tú no estás cuando yo regrese tampoco te lo perdonaré. —Te amo, te amo tanto—. Cuídate.

—Tú también.

Pero Ash se queda con las palabras atascadas en la garganta y se sube a la camioneta sin mirar hacia atrás.

Se nos viene bien potente el rescate de Yut-Lung para el otro capítulo y de las revelaciones más suertes que tendrá el fic, así que descansen por esta noche, pero no demasiado, que se viene potente.

Gracias por tanto chiquillos, los quiero caleta, nos vemos mañanita~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro