12. Recetas quemadas.
Hola mis bonitos lectores~ ya pasando todo el drama de ayer porque la última parte del capítulo estuvo bien fuerte, hoy nos dedicamos a algo más dulce, como les dije, el final del capítulo marca un pie para un nuevo arco, pero de verdad este capítulo tiene de mis momentos favoritos por lo lindos que son, así que espero que les guste.
¡Mil gracias por el apoyo!
Eiji restriega sus ojos y estira sus brazos en la cama, los huesos le crujen y la pieza se encuentra increíblemente oscura, ni siquiera debe ser de madrugada, piensa con flojera, no obstante, dijo que se levantaría a cocinarle su desayuno preferido y es un hombre de palabra, palpa con sigilo las sábanas, más se percata de que cambiaron de posiciones en algún punto de la noche y que Ash no es quien yace aferrado, las mejillas le cosquillean como burbujas de lava al comprender que es él quien está recostado sobre el corazón de Ash. Mierda. Mierda. Mierda.
¿Cómo llegó ahí?
Intenta levantarse con sutileza, no ansía despertarlo y mucho menos luego de todo lo que pasó anoche. Cambiaron. Ellos cambiaron. Y Ash... Todavía es un niño, llorando así entre mis brazos.
—No te vayas todavía. —Pero a Ash le basta de un tirón para tumbarlo sobre la cama, Eiji siente la indignación escocer al fondo de su garganta, quiere reclamar, más, ¿cómo hacerlo si lo tiene enrollado igual que un gato mimado? Casi puede escucharlo ronronear—. Cinco minutos más.
—Puedes seguir durmiendo tú solo.
—No, sin ti no quiero nada.
—Solo me iba a levantar para hacerte el desayuno. —Gimotea tratando de liberarse—. ¡No seas infantil! ¡Ya suéltame!
—No. —Musita alzando lentamente los ojos—. Quédate conmigo... dijiste que lo harías. —Y ahí Eiji cae en la cuenta de lo que verdaderamente dijo. Hizo. Prometió.
«Para siempre».
—Es verdad. —Así que Eiji sonríe y acomoda su palma sobre los mechones dorados deslizando con suma ternura su toque desde la punta de aquel trigal desordenado hasta la raíz. Tan bonito.
—Regalonéame un poco más. —Ash consiente y demanda sus caricias—. Se sienten muy bien.
Eiji sonríe conmovido, es inusual que aquel imponente depredador se muestre tan honesto con las cosas que quiere o necesita y no desaprovechará la oportunidad, así que pasea sus palmas en su cabeza y su fleco, permite que envuelva sus brazos alrededor de su cintura, que entrelace sus piernas bajo las sábanas y apoye su cabeza contra sus latidos.
El toque es íntimo. Estrecho. Embriagador. ¿Dónde termina Eiji y comienza Ash? Ya no lo saben.
Por supuesto la cercanía lo convierte en una estatua de mármol por la tensión, trata de soltarse para que no lo note, sin embargo, con cada respiración Ash cala más profundo entre sus grietas y sino hace algo las llenará, si sigue así le robará el corazón y no lo podrá sacar ¿pero no lo robó ya? Anoche se dio cuenta de lo verdaderamente herido que Ash se encuentra tras esos ojos tan pétreos y brillantes, le dolió y entonces supo que estaba perdido, que le era imposible ofrecerle la razón a Ibe, para él Aslan es un niño, no solo un homicida, no hará caso omiso de ninguno de los lados de dicha dualidad.
¿No sería injusto reducirlo solo a uno?
Cuando el propio Ash parece tener una creencia irracional de que no merece una vida distinta.
—¿En qué tanto piensas, onii-chan? —Canturrea con sueño todavía—. Te noto pensativo y vaya que eso es inusual.
—¿Insinúas que no pienso?
—Insinúo que la falta de cultura te quemó el cerebro. —Qué encantador—. ¿Entonces, qué es?
—Es raro que estés tan mimoso. —Aunque la brecha corporal debería aplastarlo ya que Ash es más alto y robusto, le agradece de sobremanera a sus días de deportista—. No te suele agradar el contacto físico, así que me llamó la atención.
—¿Te molesta? —Ash abre los ojos y estos impresionan repletos de pánico—. Me puedo alejar.
—No me molesta. —Eiji lo tira de regreso a su pecho antes de que se levante, siente a su camisa tensarse y destensarse a causa de los nervios y espera que Ash no lo note, que esté demasiado distraído con las líneas que está mapeando en su espalda para mitigar los nervios—. Tú querías saber en qué estaba pensando y yo te lo dije, no era un regaño, no le des tantas vueltas.
—No puedo evitarlo. —Ash suspira y se restriega con descaro contra su vientre, hunde su nariz cerca de su cuello, sino fuera por la gargantilla estarían malditamente cerca—. Me preocupas.
—A-Ah. —Traga duro—. Ya veo. —Pero con gargantilla y todo, la intimidad se profesa sofocante.
—¿Alguna novia tuya se preocupó así por ti?
—¿Novia? —Frunce el ceño—. ¿Yo?
—Apuesto que eras muy popular en Japón. —¿De dónde vino el comentario? De pronto, Ash se ve totalmente despierto, sus jades se aprecian clavados en sus expresiones con tal intensidad que lo derrite, crispa las piernas bajo las sábanas como un intento para escapar, más, se vuelve consciente de lo verdaderamente enredados que se encuentran—. Debiste tener varias novias.
—Y ahora estás delirante. —Bromea—. No tuve ninguna novia en Japón y de hecho, no he tenido ni una sola novia en mi vida.
—Qué desperdicio. —Se lo ronronea en un tono coqueto y pícaro, nunca sabe cómo reaccionar a este ambiente juguetón, no le desagrada, al contrario, le fascina y eh ahí el problema—. ¿Y tú no me vas a consultar lo mismo? —Esto es peligroso—. ¿No quieres saber si soy popular?
—¿Para qué? —Resopla y un mechón oscuro vuela entre sus pestañas—. Es obvio, te ves como la clase de chico que va coleccionando los corazones que rompe, es decir, mírate.
—¿Eh? —Ash esboza una sonrisa felina y se levanta de su pecho quedando en una posición de dominio en donde lo tiene encerrado—. ¿Esa impresión tienes de mí? —Se lo pregunta con una voz baja y sensual que le pone los pelos de punta, intenta desviar la mirada ya que la tierra deja de girar en esa sonrisa y su universo pierde la gravedad—. ¿Tan guapo me encuentras?
—¿Para qué lo preguntas? Tienes espejo, sabelotodo. —Eiji le pellizca la nariz con la esperanza de molestarlo y así apartarlo—. Debes traer locas a todas las chicas.
—Todas quieren ser la chica del jefe, eso es verdad. —Más, sus dedos terminan entrelazados y el ambiente es electricidad pura, Ash se inclina, la caricia fantasma de sus labios provoca una serie de espasmos en su columna vertebral, su cerebro no piensa, es un chisporroteo en donde este hombre es lo único que reina—. Pero yo nunca he querido a una chica.
—Ya veo. —Intoxicante. Embriagador. Prohibido—. Así que no has querido tener a nadie al lado.
—Hasta ahora. —Eiji cierra los ojos y traga duro—. Sentía que no tenía el derecho a buscar algo así, siendo franco, todavía lo siento de esa manera pero estoy cambiando, lo que te dije anoche es verdad, nunca se lo había contado a nadie, ni siquiera a Shorter. Fuiste el primero en saberlo.
—Ash...
—Pero sentí que contártelo estaría bien. —Los ojos de Ash se suavizan, sin embargo, este chico siempre es suave cuando se trata de él, lo nota en su tono de voz, en sus sonrisas, en su sentido del humor, en cómo baja la guardia y eso lo mata, lo mata verlo actuar de su edad—. Eso pensé, aunque ahora suena como una gran tontería, debí ponerte incómodo anoche con todo el llanto innecesario, no suelo ser así de sensible, no sé qué me pasó.
Oh, Ash.
Lo siento, Ibe. Vuelve a disculparse sabiendo que no hay marcha atrás, Ash salvó su vida o más bien se la devolvió luego de sentirse tan despojado que consideró tirar la toalla, no solo lo tomó bajo su cuidado y protección, sino que le dio un nuevo propósito a su mundo devolviéndole las cosas que perjuraba perdidas, seguían rotas todavía, pero Ash no dudó en arrodillarse y acunar sus pedazos aunque el filo le hiciera daño. Lo motivó. Lo rescató. Lo quiso.
Y Eiji también quiere salvarlo.
Esa es la cosa.
Puede que suene presuntuoso porque ¿quién es Eiji para salvar a alguien? Ni siquiera consiguió salvarse a sí mismo, pero cuando lo mira tan frágil y vulnerable no puede evitar querer rebelarse por primera vez. Porque Ash. Dios. Ash es hermoso. Deslumbrante. Brillante. Ingenioso. A pesar de ser un jefe de mafia antepone a sus subordinados. Es justo. Inteligente. Esconde un corazón más bondadoso del que admite. Tiene un gusto horrible para los libros y la comida. Es mañoso. Berrinchudo. Llevadero a su idea. La mitad del tiempo es un niño. La otra mitad aparenta haber vivido demasiado. Es un descuidado. Lo preocupa cuando no llega a dormir. Le duele descubrir que tiene nuevas heridas. Escucharlo gritar en las noches. Querer tocarlo pero no hacerlo dado que lo siente tan rompible y efímero. Es un mentiroso. Lo deja afuera bajo la excusa de cuidarlo. Odia eso. Eiji realmente odia que lo haga.
Le da mucha pena pensar que alguien tan extraordinario como Ash, con sus defectos y virtudes sobre la mesa haya tenido que soportar tanto. Gracioso ¿no? Es mucho más inteligente, grande y fuerte que él. Pero Eiji siente que debe protegerlo. Se pregunta de qué, ¿del destino?
—¿Te incomodé con lo que dije? —¿O de sí mismo?—. Quizás debería levantarme. —Pero como no es eso y no quiere malos entendidos, Eiji se aferra a su muñeca y no lo suelta.
—¿Cómo decirlo? Sé que es un disparate porque soy consciente del mundo en donde vivimos, pero me importas, Ash. —Pensamientos tontos que van y vienen—. Y siento que debo decírtelo porque tú no has sido más que honesto conmigo. Me importas en serio y daría lo que fuera para que no tuvieras que enfrentar más peligros, quiero mantenerte a salvo, ansío cuidarte y llevarte a un lugar seguro donde nadie más te pueda hacer daño. Sé que es imposible. De verdad lo sé.
—Es un sueño lindo. —Lo es, realmente lo es.
—Y sé que tampoco puedo borrar nada de lo que te hicieron pero...pero estoy aquí ahora. —Eiji aprieta su mano con fuerza, tiene la respiración irregular y siente que el toque lo devora al igual que lo haría una marejada, se lo traga, sin embargo, ya no se resiste—. Estoy aquí y mientras tú me quieras a tu lado, seguiré aquí, seguiré aquí para ti.
—Eiji.
—No es mucho. —El nipón baja la mirada, avergonzado de no tener algo mejor que ofrecer para ampararlo—. Tampoco tengo más pero si me quieres, soy tuyo. —En cuerpo. Corazón. Y alma.
—Es mucho. —Ash le aclara tomándolo de las mejillas—. No te menosprecies así, me lastimas cuando lo haces.
—¿Por qué?, ¿por qué te lastimaría?
—Porque así como tú eres mío. —El lince cierra el agarre, lo alza hasta su boca para presionarle un inocente y dulce beso—. Yo soy tuyo.
—Vaya. —Siente la cara hirviendo y el corazón rebosante—. Entonces nos pertenecemos, Ash.
—Aslan. —Aclara—. Mi nombre verdadero es Aslan.
—Aslan. —Repite fascinado por lo correcto que se siente decirlo—. Nos pertenecemos, Aslan.
Es una promesa.
⊱✿⊰
—Algo huele muy dulce. —Ash hunde su nariz con descaro en lo más profundo de su cuello, se aprovechó de que es más alto y lo abrazó por la espalda, le gustaría decir que le desagrada, así tendría una excusa para molestarse, sin embargo, su cercanía es un salvavidas en un torbellino de incertidumbre. Así que lo deja. Que lo toque. Que lo tome. Que lo sane. Que lo destruya.
—Te dije que te cocinaría tu preferido. —Se ha alzado las mangas de la camisa para prepararle su preciada ensalada de aguacates y camarones, su sonrisa tan infantil y risueña es una caricia fantasma contra su mejilla, es impresionante cómo gestos tan simples lo ponen tan feliz—. Así que eso estoy haciendo, soy un hombre de palabra.
—Podría devorarte ahora mismo. —Ronronea con sensualidad—. A la ensalada también, claro.
—¿Acaso me estás coqueteando?
—Hasta que lo notaste.
—Puff. —Ríe—. Lo dices porque tienes hambre y el olor del desayuno te abrió el apetito.
—Pero eso no es lo más dulce que huele. —Ash tensa el abrazo alrededor de su cintura y hunde con aún más descaro su nariz en su cuello—. ¿Cómo podría olvidar y confundir este aroma?
—Pues lo hiciste en la feria. —Bromea acomodando los camarones sobre la lechuga, se siente fresca y luce apetitosa, que alivio, al menos come cuando están juntos, antes lo veía evitar las tres comidas diarias con excusas baratas—. Te demoraste en descubrir que era yo pero apenas tú me pusiste una mano encima supe que eras tú. —Lo reconocería en total oscuridad, aunque Ash fuera mudo y él sordo. Lo reconocería en otra vida. En diferentes cuerpos y momentos.
—No te esperaba encontrar ahí. —Lo reconocería siempre. Lo querría siempre. Hasta que cada pedazo de su alma arda y se esfume como cenizas muriendo en el olvido ¿de dónde viene tanta intensidad? Se pregunta si se estará aferrando demasiado porque Ash lo hace feliz—. Y vestías el uniforme y el antifaz de los chinos, ¿cómo no me engañarías?
—Excusas, señor 200 puntos de IQ. —Pero Eiji hace mucho no era tan feliz, así que quiere poder aferrarse a Ash—. Siendo justos, Yut-Lung hizo un grandioso trabajo escondiendo su identidad.
—Él encontró algo. —No es una pregunta—. ¿Puedes convencerlo para que me lo entregue? Al menos me gustaría poder negociar una alianza, ¿puedes prepararlo?
—No. —Es sagaz. Tajante. Terco—. No seré el intermediario entre ustedes dos, yo no soy el que gobierna una mafia. Además, él no es tan intimidante.
—No eres divertido. —Ash hace un puchero y se oculta en su hombro igual que un niño—. Buh.
Eiji ríe, limitándose a acabar la ensalada y preguntándose cómo puede sentirse tan natural esta cercanía, no se han puesto una etiqueta, ni han usado palabras como "amante" o "relación" ni han discutido sobre el contacto físico, los besos, los abrazos, la posibilidad de sexo ni nada del estilo, ¿por qué? Simple, es imposible entrar en un compromiso con sus circunstancias, a él lo degollarían vivo por traicionar a Arthur y a Ash lo matarían tres veces, una por cada traición. Por más cruel que sea aceptarlo en este mundo la certeza es un diente de león efímero y fugaz. Un minuto está. Al siguiente no.
Y Ash sufriría demasiado si lo pierde siendo algo.
—Abre la boca. —Le pide ensartando un camarón, tratando de darse vueltas pese al agarre del lince y fallando, extendiendo el bocado para que masque—. ¿Y bien?, ¿te gusta?
—Delicioso. —Concluye—. Serías una grandiosa esposa. —Eiji sonríe con la cara sonrojada, el pulso errático y la respiración cortada—. Podrías ser mi esposa.
—Ya quisieras.
—¿Por qué huele a quemado si solo es una ensalada? —Shorter aparece sacudiéndose la nariz y abanicando la mansión con un viejo diario—. Hablo en serio, huele a incendio.
—Ash intentó cocinarme algo antes. —Se burla entretenido—. Y Ash no sabe prender la cocina.
—Bastardo. —Por supuesto Ash es un inmaduro y le pellizca la cara para reafirmar superioridad porque sorpresa, es un pésimo perdedor—. Igual te cociné algo.
—¿Cuenta si todas tus recetas estuvieron quemadas? —Eiji le saca la lengua y eso lo hace lucir totalmente indignado, es tan lindo verlo portarse así, rumia—. ¿Cómo pudiste quemar el natto? Es decir, lo entendería del arroz pero no, literalmente quemaste el pocillo con el natto casi listo.
—Lo devolví a donde pertenece. —Tararea con pillería y una sonrisita socarrona—. ¡Al infierno!
—¡Ash! ¡Ya! —Patea el piso—. ¡Deja de insultar al natto!
—¡Jamás! —Ash lo estruja con fuerza haciendo que gimotee, no obstante, esos chillidos pronto se convierten en una risa y esa risa resulta sumamente contagiosa—. Mierda, eres tan bonito.
—Ustedes... —Shorter los interrumpe anonadado—. ¿Pasó algo entre ustedes? —Ash se aferra otra vez como un gato mimoso que se ha asentado a dormitar en su amo—. Parecen diferentes.
—¿En qué sentido?
—No sé. —Shorter alza las palmas y los apunta sin saber cómo explicarlo—. Parecen una cosa.
—¿Eh? —Ash esboza una sonrisita de Cheshire que le pone los pelos de punta—. ¿Acaso no lo sabías? Siempre hemos sido una cosa. —Por el mero placer a restregar sal ante la herida célibe de su mejor amigo presiona sus labios alrededor del cuello del japonés para arrancarle una risa incluso contra la gargantilla, lo siente retorcerse entre sus brazos y rogarle piedad. Es adorable.
—Ya. —Shorter chilla con la cara diez tonos más rojos—. ¡Basta! ¡Sepárense o les lanzaré agua!
—¿Escuchaste eso, onii-chan? —Ash desliza sus dedos debajo de su mentón con sensualidad, el roce es aterciopelado y el aire está cargado de electricidad—. Hora de tomar un baño juntos.
—¡Ash!
Cómo el lince es malditamente orgulloso insiste en que cocinará el resto del desayuno, son las cinco de la tarde y Eiji no le encuentra sentido y no obstante es imposible negarse a una sonrisa tan deslumbrantemente angelical, es extraño ¿posee derecho a sentirse sanado considerando que ni siquiera le ha contado sobre su condición? Tiene miedo de aceptarlo, aun quiere intentar revertirlo y tiene aún más miedo sentado al lado de Shorter, solo están en el comedor y si presta atención puede escuchar a los chicos discutiendo sobre los patrullajes en otra habitación, está en un ambiente seguro, en su casa, no tiene motivo para estar ansioso, aún así, tensa los puños sobre sus rodillas y se encoge cual almeja en el sillón.
Respira. Respira. Respira. Estás bien.
—Creo que te debo una disculpa. —Por eso, es una sorpresa que el intimidante y orgulloso jefe de los chinos comience la conversación—. Te juzgué y te traté mal por ese collar.
—Shorter. —Sus manos en la gargantilla. La gargantilla en su alma. Su alma perdida. La pérdida en una marca. Baja una palma hacia su vientre, no quiere pensar—. Todo está bien, sé lo mucho que él te importa, lo que hiciste fue porque no querías que lo hiriera. No necesitas disculparte.
—Lo necesito. —Le cuesta exteriorizar los pensamientos, Eiji lo nota por cómo se rasca la nuca al punto de tirarse el cabello—. Porque tú haces feliz a Ash, lo sanas.
—No. —Sonríe con tristeza—. No hago eso. —No puedo hacer eso.
—Lo haces. —Pero Shorter es terco—. Conozco a Ash desde los 14 años y nunca lo había visto portarse así, a veces se relaja conmigo cuando se toma un par de cervezas o fuma para tragarse el sabor que la muerte deja impregnado pero contigo es diferente, ¿cómo decirlo? Es casi como si él solo pudiera volver a ser un niño estando a tu lado y yo no soy un mal amigo, soy feliz si ese bastardo es feliz. Y tú lo haces feliz. Por ende, yo también quiero esa felicidad a su lado.
—Pero no puedo ser la felicidad de Ash. —Mucho menos en condiciones tan violentas, no sabe ni siquiera qué es o qué está provocando la droga en su cuerpo, aparecen pedazos que no eran suyos y que no se puede arrancar. Si Arthur se entera que tuvo éxito. Si Dino sabe que sigue vivo ¿acaso lo primero que hará no será arrebatárselo?—. En este punto podemos ser francos, ¿no?
—Podemos. —Shorter se quita los lentes de sol, viste un polerón amarillo fosforescente que si le preguntan, le sienta mucho más natural que los trajes—. Quiero que seas sincero.
—Ni siquiera sé disparar un arma, tienes razón, me guardaron porque me querían para algo, a mí y a otros cientos de chicos, nos querían para algo y fuimos una transacción, mi propio padre al que no vi ni una sola vez en mi vida me vendió y antes de eso yo era normal, conceptos como la "mafia" o la "muerte" parecían sacados de una novela de ficción pero tuve que convencerme rápidamente de mi situación y normalizarla o no aguantaría cuerdo.
—Lo imaginé. —Sonríe con tristeza y un deje de impotencia—. Para mí es duro estar acá y nací metido en este ambiente, Ash, Yut-Lung, incluso Sing... pero tú no. Vivías en otro mundo.
—Y ahora estoy en este. —Es directo—. No siempre puedo mantenerme bien, a veces me pasa como a los chicos y sostengo mi día a día con cotidianidad, pero otras veces me golpea el peso de lo que pasé y me derrumbo, no siempre reacciono bien, por eso no puedo ser todo el tiempo la felicidad de Ash. No controlo esto. No me controlo.
—Eiji.
—Hay muchas cosas que no puedo controlar. —Ríe, abrazándose a sí mismo—. Y creo que Ash también lo sabe, por eso no podemos ser nada. No de manera formal.
—Tener el título de "amante" es una sentencia de muerte.
—Exacto.
—Pero es injusto. —Shorter tensa los puños y poco a poco se quiebra—. Es la primera vez...Ash ha pasado por mucho, ¿por qué no pueden dejarlo en paz un puto segundo? Igual que Yut-Lung.
—Tú deberías arreglar las cosas con él. —Eiji aprovecha y pone el tema—. Lo estás lastimando con tu orgullo, ambos lo están haciendo y si estamos en una realidad tan efímera ¿acaso no se arrepentirán sino son honestos? Porque puede que más tarde no puedan arreglarlo.
—Son complicadas las cosas con Yue. —Shorter se arroja en el respaldo, luce sin fuerza, como si las memorias le hubieran drenado el alma—. Él tiene a alguien más. Quererlo es masoquista.
—¿Lo dices por el tatuaje?
—Es un ritual sagrado para los chinos. —Le explica—. Es algo de suma intimidad, debería haber sido yo quien lo marcara si nos íbamos a comprometer, pero no fui, ¿qué oportunidad tengo?
—Shorter. —La voz de Eiji adquiere un matiz de profunda seriedad—. Habla con él. —Le ordena con una autoridad que se confirió de la nada, ja, después de todo Ash tiene razón—. Hazlo o te prometo que vas a arrepentirte. —No tiene sentido común ni una maldita pizca de instinto para la autoconservación, ya estaría muerto por sí mismo—. Por favor.
—Pero.
—Por favor. —Le implora—. Tarde o temprano tendrás que enfrentarlo, hazlo mientras puedas.
—Hablas como si estuviera planeando un suicidio. —Similar, colarse al laboratorio de Dawson es prácticamente una muerte anunciada—. ¿Eiji?, ¿acaso sabes algo que yo no sé?
—Habla con él. —Insiste—. Solo hazlo.
⊱✿⊰
—¡No! —Yut-Lung avienta una botella de vino contra la pared, los orificios de su nariz se estiran y contraen igual que los de un toro furioso, tiene el ceño tenso y la trenza medio desarmada, ni una sola vez lo había visto tan enojado—. ¡¿Cómo se te ocurre sugerir que hable con esos dos?!
—Yut-Lung. —Eiji intenta calmarlo, están en la mansión de Ash, no ansía armar un espectáculo que lo termine involucrando—. Solo fue una idea.
—¿Una idea? —Yut-Lung alza su mano temblorosa por la rabia para tironearse el flequillo hasta que se escucha el crujido de su cuero cabelludo, está despechado, hirió su orgullo al insinuarle forjar una alianza entre los chinos y Ash, no obstante, la charla que tuvo con Shorter lo clarificó.
—Solo fue una idea.
—Usa la cabeza de una puta vez, Okumura. —Yut-Lung camina de un lado a otro en el salón tal como un león enjaulado, es una víbora a punto de incrustar sus colmillos en el pescuezo de su presa, no sabe si agradecer o maldecir la gargantilla—. Te estoy ofreciendo la chance de buscar una cura para tu maldita condición, ¿crees que alguien más hará eso por ti? ¡No!
—¡Por lo mismo! —Eiji no quería alzar la voz—. No quiero que te arriesgues ¡No te expongas así!
El corazón de Eiji sube y baja con ferocidad, odia las confrontaciones y más cuando se trata de sus seres queridos, más, para bien o para mal le cogió cariño a ese histriónico de lengua afilada y simplemente no puede dejarlo ponerse la cuerda en el cuello infiltrándose solo al laboratorio de Dawson, es un suicidio y luego de hablar tanta mierda emotiva con Shorter le da tristeza que los lideres de Chinatown se encuentren peleados considerando que ambos se aman. Y por eso Eiji hace lo que mejor sabe hacer: entrometerse.
—No es que te subestime y no confíe en ti. —Le aclara, debe hacerlo porque las víboras son un animal sumamente altivo—. Pero míralo desde afuera, tú mismo has visto la seguridad que ahí tienen ¿realmente crees que será tan sencillo como colarse en la feria? Tuvimos chance ya que había un evento público, nos camuflamos en las condiciones ideales, tuvimos suerte.
—Habrá una gala en un par de meses y será en casa de los Golzine, ahí anunciará a su sucesor.
—¿Eh?
—¿Qué? —Yut-Lung sonríe con cizaña, disfruta restregar sal en la herida si lo han lastimado, la manera en que lidia con el dolor es esa: haciendo aun más daño—. ¿No sabías?
—Yo no...
—¿Acaso tu preciado Ash no te había contado nada? —Yut-Lung se contornea con malicia a su alrededor, lo toma de los hombros y apoya su mentón justo ahí, al costado de su cuello—. Vaya, qué injusto. Y pensar que tú estás traicionando a tu amigo por él.
—No te estoy traicionando. —Eiji lo mata con la mirada—. Te estoy intentando ayudar.
—No, estás eligiéndolo por encima de mí, justo como todos los demás.
—¿Tienes que armar un drama alrededor de esto?
—No estoy haciendo un drama. —Lo suelta—. Te estoy contando una realidad, me meteré a su laboratorio y obtendré lo que necesito, si estás de mi lado ¡grandioso! Y quizás juntos podamos encontrar un antídoto para ti, pero sino estás de mi lado no vuelvas llorando de rodillas cuando me necesites si lo elegiste a él por arriba mío. No eres mejor que Shorter si lo haces.
—Estás malentendiendo las cosas.
—¿Lo hago? —Yut-Lung se abraza a sí mismo, resentido—. ¿Entonces por qué Lynx no te contó de la gala para elegir sucesor?, ¿por qué no te explicó de que ese sucesor tendrá un matrimonio arreglado? Quizás, él no te quiere tanto.
—Yut-Lung.
—Pero si ya lo elegiste sobre mí, no tengo nada más que hacer acá.
Chiquillos, algo que quiero compartir con ustedes y un poco más personal, no tanto asociado con la trama, es que yo estoy pasando igual por un proceso de consideración y análisis a ciertas relaciones, realmente nunca dejen que alguien los trate mal, su dolor es válido, es importante, merece ser visto y conversado. A veces como humanos es inherente hacernos daño, pero creo que si uno quiere reparar es distinto, porque te importa y lo intentas. No sé, son cosillas que he estado pensando, ¿qué tanto puedes hacer la vista ciega con lo que te pasa?
Pero ya, volviendo al capítulo, el tema de Yue será tema, se explicará mejor también, pero se nota que es punto sensible para él la comparación con Ash, sobre todo cuando se trata de Shorter, entonces escuchar que Eiji, la otra persona en quien decidió confiar, también "antepusiera" (según sus ojos) a Ash, eso lo rompió, pero es un malentendido, ellos tienen que hablar pero mal.
Nos vemos mañanita para ver a donde va esto~
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