11. Entrelazar dedos.
Hi~ Volvemos al punto de Ash porque era necesario para que nos fueran apareciendo otros personajes, ya verán de quién estoy hablando. Como siempre, reafirmo las advertencias y luego de esto volvemos a Eiji otro rato, así que espero que les guste.
¡Mil gracias por su cariño!
—Pareces de buen humor. —Ash baja la carpeta para mirar a Max, está apoyado sobre el marco de la ventana, viste ropa de niño bueno, un suéter crema, una camisa celeste, pantalones lisos y unos lentes de montura gruesa, no es que lo necesite, es casi el heredero de Golzine, aun así.
—Lo estoy. —Le gusta fingir que son padre e hijo, a veces incluso se pone hasta nombres falsos para hacerlo más verosímil, desea saber cómo se sentirá "ser normal"—. Estoy de buen humor.
—¿Y esa novedad?
—¡Oye! —Ash le lanza el folio a la cara—. ¡Me haces sonar como si siempre estuviera de malas!
—Porque siempre estás de malas, mocoso.
—Tch, con esa actitud pasivo-agresiva tuya ¿cómo quieres que esté de buen humor? —Aunque se lo dice en un tono mordaz y desafiante, Max lo observa con una sonrisa pacífica que le pone los pelos de punta, es doloroso que se porte como un papá. El mío nunca me quiso.
—¿Has encontrado algo relacionado a Griffin? Han pasado meses desde la última reunión que tuvimos. —Antes del compromiso de Shorter para ser preciso—. A mí me ha ido mal, los chicos de la prensa me han facilitado material, pero nada más, ¿pudiste encontrar alguna asociación?
—No a Griff. —Tararea recopilando sus avances—. Pero sí en relación a Golzine, está tramando algo peligroso que ya debe estar casi listo, lo sé porque Arthur está siendo muy agresivo a pesar de su naturaleza cobarde, ese bastardo no juega a menos que sepa que va a ganar y ha invadido varios territorios por lo mismo. Se está metiendo conmigo a propósito.
—¿Y qué sospechas de eso? No es un secreto lo mucho que Arthur quiere el liderazgo, ese año que estuvimos en Cape Cod cambiaron muchas cosas, escuché que se volvió más cruel y frío.
—Lo sé. —Suspira, nunca le contó a nadie que se fue con Max para indagar lo que había pasado con Griff, fue como recolectar los trozos de un rompecabezas sin tener la imagen de referencia, fue buscar un tesoro sin saber cómo luciría, en su mayoría recogieron cosas inútiles sin empuje para contrarrestar a Golzine—. Pero apuesto que ese as bajo la manga tiene que ver con Griffin.
—¿Sospechas que están fabricando algo?
—Una droga. —Lo descifró—. Estoy seguro.
—¿Una droga? —Max frunce el ceño, pensativo—. Sigue adelante, necesito procesarlo todavía.
—Sospecho que Griffin recibió el primer prototipo y si lo conservan es porque no falló, es decir, si estuviera muerto ya habríamos encontrado el cuerpo, tú o yo. Pero no, no está ni hay registros que refuten tu teoría de que fue secuestrado para ser observado.
—No es una teoría, yo vi cómo se lo llevaron en un camión, nunca regresó. —El periodista clava sus uñas en su ceño para masajearlo intentando acallar los pensamientos, pero la intrusión es el eco del pasado y de un amor que no tuvo final aunque lo merecía—. Lo sé, debemos hallarlo.
—Viejo.
Ash repasa la oficina del adulto clavando su mirada en una fotografía del escuadrón con el cual batalló en Irak, ja, era evidente del inicio, la manera en que Max abraza con una sonrisa brillante y despreocupada a un Griffin encorvado en la timidez, el cómo su hermano lo describía a través de sus cartas igual que una colegiala enamorada, el sueño que tenían acerca de regresar juntos a Cape Cod para llevarse al pequeño Aslan y criarlo juntos. Eran una pareja enamorada. En ese entonces no lo sabía, ni tampoco lo sabría hasta mucho más adelante.
Después de Barba Azul.
Después de Dino.
Después de que no quedara rastro del pequeño Aslan.
Fue mera coincidencia, Ash nunca se rindió con su hermano y asume que era natural encontrar eventualmente a Max en el lugar más inesperado, en uno de sus arrebatos Dino lo mandó tanto a él como a Arthur a prisión, le dijo que era un experimento social para ver quién tenía la aptitud correcta para gobernar cuando el pedófilo era un sádico, por supuesto, ascendió en la pirámide en cuestión de semanas. Max fue su cómplice de celda por coincidencia y azar. Ambos estaban convencidos de que Griffin seguía con vida. Que le hicieron algo. Que le dieron algo. Que si no había vuelto a casa era porque estaba retenido. Pero Ash no había logrado nada. Max tampoco.
Hasta ahora.
—Yut-Lung encontró algo durante la feria y creo que eso tiene que ver, le pretendo ofrecer algún tipo de alianza o en su defecto robárselo. Estoy 99% seguro de que es la muestra de dicha droga o pedazos de información que me permitirán entenderla mejor, necesito saber qué hace.
—Yut-Lung es chino, es prácticamente el futuro esposo de Shorter ¿por qué no se lo pides a él?
—Bueno. —Ash rueda los ojos lentamente, cansado de la situación de estos dos—. Tienen una relación complicada y no se hablan.
—¡¿Aún?! —Max no puede creerlo—. ¿Por qué los jovencitos adoran complicarse la vida? ¡Si te gusta alguien solo díselo! No es tan difícil, es cosa de ir y confesarse.
—¿Y tú te le confesaste a mi hermano?
—Eran otros tiempos. —Excusas. Excusas. Excusas. Vaya papanatas—. Pero volviendo al tema principal, ¿qué pretendes hacer con esa información? No tienes muchos detalles.
—Sé que el compuesto debe ser una droga que debe alterar el sistema nervioso porque Golzine es un cerdo que adora ejercer control sobre los demás, sé que debe quererla probar en mí, por eso Arthur tiene la ventaja, me resiente por irme, por eso no me ha hecho nada todavía, se está preparando para algo grande y eso me da un mal presentimiento. El final es predecible.
—Pero creí que Golzine te prefería. —Qué eras su mascota favorita.
—Ese es el problema. —Ash sonríe con un fulgor malicioso—. Arthur nunca fue el favorito, pero la manera en que "nuestro padre" me muestra cariño es asquerosa, no me ve como un hijo, me ve cómo una posesión que puede usar, presumir, tomar y romper cuando se le dé la gana.
—Ash.
—Así ha sido desde siempre nuestra relación, soy lo que él desea y cuando él desea que lo sea.
Max baja la mirada, le da mucha pena este chico, si bien, en una primera instancia se le acercó puesto que la culpa de haber abandonado a Griffin se lo estaba comiendo vivo, royendo huesos y masticando piel, pronto desglosó que siente una responsabilidad genuina con él, su hermano mayor no está y quedó desprotegido ante un padre negligente que lo culpabilizó por sus abusos y por la bala que disparó contra su entrenador, un padre que no lo buscó cuando escapó puesto que lo veía como una carga y un padre que lo adoptó como pretexto para violentarlo a su antojo.
Max se siente responsable, quiere que Griffin esté presente en la vida de su hermanito inclusive si es a través de él. Carajo. Le da rabia. Porque Griff siempre le decía que Aslan era un muy buen niño. Un niño que no merecía nada de esto.
—Mocoso. —Pero últimamente Max ha notado un cambio en el semblante de Ash—. Sé sincero conmigo.
—Cuando te pones así de serio es escalofriante ¿sabes? —Se burla balanceando las piernas a la orilla del muro, le gusta estar apoyado ahí, le recuerda que Nueva York es un basural que no tiene nada de romántico. Pero tal vez—. Pregunta.
—¿Cómo se llama? —Tal vez lo tenga—. Anda, confiésalo.
—¿Eh?
—¿Cómo se llama ella? —Max insiste con una sonrisa pícara que le da escalofríos, asegura que el mocoso lo maldecirá y le aventará los artículos de oficina que encuentre, por eso su sorpresa es inmensa cuando lo mira enrojecer y taparse el rostro bajo el antebrazo como un adolescente cualquiera—. ¡¿Tienes una novia de verdad?!
—N-No. —Ash desvía la mirada e intenta esconderse, su corazón palpita con ferocidad y siente al ónix tensarse sobre su cuello y quemarle el pecho como si fuera la llave para su alma, joder, es un verdadero fastidio hablar de estas cosas con Max—. No tengo novia.
—Mientes. —El viejo salta del escritorio como si tuviera un resorte en el culo—. ¡Tu cara lo dice!
—No tengo una novia, es cierto. —Max se pone tan cerca que Ash no soporta el contacto visual, ¿qué diablos es esto?, ¿la charla padre e hijo sobre las abejitas, las flores y la polinización?
—¿Entonces quién hace que pongas esa clase de expresión?
—Se llama Eiji. —Shorter entra en el peor momento posible—. Eiji Okumura, se lo robó a Arthur.
—¡¿Qué?! —Max palidece e impresiona al borde del desmayo, es malo para su edad, no es ideal tener que llamar a una ambulancia para que se lo lleve o en el peor de los casos: una funeraria.
—No me lo robé, no es propiedad de nadie.
—Pero aceptas que se trata de Eiji. —Shorter tararea por falsa inocencia—. ¿Qué? Tú dijiste que le diera una oportunidad y eso estoy haciendo, el primer paso es aceptar que eres gay por él.
—Yo no soy gay por... —Ash se frota el entrecejo, frustrado, sabe que no vale la pena discutir en esos momentos porque sus enemigos no hacen ni una neurona entre sus cerebros—. Eiji es un tema distinto. Eiji es especial. Nos conocimos en circunstancias inusuales y somos de mundos muy diferentes, aun así, terminamos juntos y no sé, ya no puedo dejarlo solo.
—Ajá. —Max se ha sentado con una pierna cruzada sobre su escritorio, impresiona totalmente absorto en la conversación, Shorter se apoya a su lado—. ¿Por qué no puedes? No eres la clase de persona que se apega a los demás, tú me enseñaste esa regla en prisión, ¿lo recuerdas?
—Porque...
Porque desde el instante en que lo vio quedó paralizado por sus ojos repletos de determinación y ferocidad, el mundo se estaba cayendo, Eiji se estaba desangrando, su final era una atrocidad escrita con sangre y balas, no obstante, sin importar a todos los horrores a los que fue sometido nunca perdió la amabilidad en la mirada, asume que por eso fue tan fácil para Eiji atravesar las capas y capas de espinas que había forjado para protegerse, él era la verdadera rosa, tenía que herir para que no vieran lo poco humano que era en realidad. Pero Eiji. Eiji le mostró un universo compasivo del que anheló ser parte. Y ahí lo supo. Nunca más podría sentirse tan deslumbrado como con ese chico de modales cautos, personalidad tozuda, franqueza infantil, risas groseras e inocencia incauta.
Eiji simplemente le robó el corazón.
—¿y bien?
—Porque sí. —Dice en su lugar sin querer entrar en detalles, sin ser capaz de verbalizar que en contra de su raciocinio lo dejó entrar a su mundo de crímenes y horrores ansiando que siempre conservara ese brillo tan ingenuo en sus pupilas, qué envidia, primero pensó—. Punto.
—Oh, vamos. —Shorter lo incita—. No hagas que se lo diga yo. —Y francamente la idea le pone los pelos de punta así que para acabar con la tortura confiesa.
—Quise salvarlo para salvar las cosas que yo perdí, estaba celoso, porque luego de todo lo que pasó seguía conservando esa inocencia que yo nunca recuperaría. Pero no tardó en cambiar el escenario, de envidiarlo pasé a ansiar protegerlo, ahora soy capaz de ir al mismo infierno de ida y vuelta con tal de hacerlo. Quemaría el mundo entero para mantenerlo a salvo. Daría mi vida.
—Wow. —Shorter está boquiabierto y de hecho, debe llevarse una palma hacia la cara para así espabilarse—. No pensé que fueran tan intensos y gays tus sentimientos.
—¿Qué? —De repente, a Ash le quema la cara como si estuviera a punto de estallar—. ¡Shorter!
—¡Perdón! —El chino esquiva la corchetera que le arrojó—. Pensé que dirías algo como que Eiji era lindo o tenía un culo bonito, no que me darías toda una sinfonía apasionada y desmesurada sobre tu enamoramiento homosexual. Realmente te gusta, diablos.
—Ni siquiera me molestaré en contestarles. —Ash se levanta y toma sus cosas—. Shorter, solo por esta humillación oficialmente te desalojo de mi casa, mucha suerte con tu maridito.
—¡Amigo! —Gimotea—. No seas así.
—¿Aún no resuelves las cosas con Yut-Lung, mocoso? —Sí, es perfecto, qué Max le dé la charla paternal a Shorter y lo deje en paz—. Yo te enseño a resolver, escucha al experto.
—Ash. —Shorter le ruega al entender que es el nuevo rehén de Max—. Lamento mucho haberte sacado del clóset así. Pero no seas rencoroso y ayúdame. Somos panas. ¡Soy tu mano derecha!
Pero Ash toma sus cosas y se larga dejando a Shorter a su suerte, dándole a probar de su propia medicina.
⊱✿⊰
—¿Acaso no te lo he dado todo? Te di un hogar, educación y una familia. —Ash sonríe asqueado por la palabra, "familia" ¿cómo se atreve a mancharla? Papá no debería colarse al cuarto de su hijito ni meterse debajo de las sábanas, es su culpa que su concepción del amor esté tan jodida si tuvo que normalizar esto por diez putos años. No. Probablemente estaba rota de antes—. No me ignores cuando te hablo.
Dino no alza la voz, se limita a abofetearlo, debería haber estado más atento, así se habría dado cuenta de que los hombres de Golzine lo seguían y no lo habrían secuestrado, no obstante, Ash parece haber dejado su integridad en segundo plano mostrándose más alerta cuando es Eiji el que se encuentra en peligro, no puede evitarlo, creció reduciendo su cuerpo como objeto entre los intercambios y hoy no será excepcional. Si está acá Dino quiere algo. Y él sabía que pasaría.
—Te lo he entregado absolutamente todo. —Dino se mueve de un lado a otro en su oficina, Ash se encuentra paralizado en el sofá, por supuesto siempre le "ofrece" algo para beber y ese algo siempre tiene sabor a algo más—. Y aun así me dejaste todo un año.
—Pero volví. —Se empieza a sentir mareado, sin fuerza—. Volví aunque podría haber escapado.
—¿Podrías? —Su voz es un eco fantasma por las gélidas paredes de la oficina, se deslizan para así acariciar con ternura las rosas blancas que Dino ha arrancado para colocar sobre su mesita ya que las colecciona, siempre ha tenido una fascinación enfermiza por las flores—. Me parece que estás subestimando mis capacidades para cazarte.
—O sobreestimando las mías. —Ríe clavando su atención en las flores, viendo cómo segundo a segundo se marchitan. Se caen los pétalos. Pierde vividez el tallo. ¿Así terminará él?, ¿siendo una de sus rosas muertas?—. No habría renunciado a la herencia tan fácilmente, es demasiado buena para dejarla ir.
—Ambos sabemos que entre tu hermano y tú, eres el mejor candidato. —Golzine se acomoda a su lado en el sillón, extiende su brazo por detrás de su espalda y lo toca como se le antoja, le recuerda que es de su propiedad ¿y Ash? No lucha. No sabe si por costumbre o por los efectos de la bebida—. Tu perspicacia para el liderazgo, tu talento para matar a sangre fría y tu intelecto superior nunca me dejan de asombrar. Puedes guiar a esos peones mejor que yo.
—Eso es todo un halago.
—Pero eso no es todo. —La mano de Dino se desliza juguetonamente por su hombro—. Tú eres verdaderamente hermoso, como si hubieras nacido aristócrata, ese complemento perfecto te lo entrega todo en bandeja de plata en este mundo. Me honraría que heredaras todo mi imperio.
—Pero. —Porque él sabe que siempre hay un precio, sino no estaría sentado acá—. ¿Qué más?
—Pero tienes una personalidad demasiado irascible, esa obsesión tuya con obtener tu libertad te impide ver que lo tienes absolutamente todo renunciando a una sola cosa. No me es posible cederte mi reinado mientras no te portes como una buena mascota, por eso les dividí el control en dos y preparé ese año que estuviste lejos a Arthur para que te venciera.
—Qué generoso. —Ríe—. ¿Fue un buen reemplazo?
—Mediocre. —Dino tararea, inclinándose más y más—. Hay cosas que no puede satisfacer, no de la manera en que tú lo haces.
—Siempre me pregunté por qué me adoptaste si me ibas a seguir tratando como un prostituto.
—¿Eh? —Tuerce la sonrisa y se le sube encima—. Pensé que estaba más que claro, hacer esto contigo como padre e hijo es mi muestra máxima de amor, es el amor en todo su esplendor.
—Estás loco.
—Veamos qué tan loco te parezco cuando acabe contigo. —Dino le aprieta las mejillas, Ash ya anticipa lo que pasará así que clava su mirada en el ramo de rosas blancas, las delicadas gotas penden de los pétalos coloridos hasta los tallos, se pregunta si las flores serán conscientes de su prisión, si sabrán que las han arrancado con la única finalidad de adornar un centro de mesa estando muertas—. Me has estado evitando y yo te he seguido el juego.
—Dino.
—Pero esta noche no te me escapas. —Ash cierra los ojos—. No te me vuelves a escapar más.
Y pasa lo que tiene que pasar.
No es la primera vez que lo violan, pero sí la primera vez en años donde quiere llorar porque por más que lo intente no puede disociarse, intenta desconectarse de su cuerpo, aferrarse al dolor que se infringe incrustando los dientes en su antebrazo ya que no hará ningún sonido, clavando sus uñas hasta desgarrar las primeras capas de su piel pero no se va y entonces debe quedarse quietecito como una muñeca de trapo con las piernas abiertas y la cabeza arremetiendo contra el respaldo de la cama una y otra vez. Piensa en Eiji. Eiji. Eiji. Eiji. Y Eiji es lo que más lo lastima.
Porque Eiji a pesar de todo nunca lo vio cómo un homicida de corazón frío ni como un monstruo despiadado, no lo cosificó como una rareza que se debe presumir en un florero ni lo trató como un depredador que debe ser domesticado. Eiji lo ve como un humano. Como un chico que está en circunstancias de mierda. Pero qué es un chico. Eiji nunca le ha temido. No. Eiji lo acoge. Lo valida. Lo sana. Lo cuida. Lo recibe de brazos abiertos. Y le tiene paciencia. Vislumbra lo herido que se encuentra y por eso le tiene paciencia. Lo quiere. Lo quiere tanto.
Y no sabe, pero cuando Dino lo deja desnudo en la cama con el cuerpo sucio, roto e indigno, le da pena haber pensado en Eiji, le da mucha pena haberlo recordado cuando lo dejaron así.
—Qué no se te olvide quién es tu amo. —A veces Dino lo trata como lo haría con un hijo dándole esta clase de mirada suave y cansada, como si él no acabara de despedazarlo con sus manos.
—¿Cómo podría? —Ash ríe y se aprieta los ojos con el antebrazo—. Si nunca me dejas olvidarlo, ni un puto día. —Y a veces Dino lo trata como si lidiara con una prostituta, ¿eso es amor?
—Cuida tus palabras conmigo. —¿Ese es el amor que merece?, ¿el amor que siempre recibirá?
—Lo sé. —Ash se hace un ovillo en la cama—. No debo olvidarlo.
—Buen chico. —Dino se acerca a la cama para besarle la frente—. No olvides que te amo, hijo.
⊱✿⊰
—¿Puedes darme la mano? —El agua de la tina se siente como una plasta de barro y mierda en contacto con su cuerpo, no desaparecerá, por más que se frote y se dañe las manos de Golzine seguirán por un buen rato tocando y tomando, pero creyó que al menos debía bañarse—. ¿Eiji?
—¿Eh?
—¿Puedes darme la mano, por favor?
Eiji no lo cuestiona ni lo regaña por ser caprichoso, deja la botella de shampoo y se tumba a su lado en el piso, estira la palma hacia la tina, no le importa mojarse en el proceso porque el agua cae y la espuma es una marejada sangrienta, Eiji solo se queda ahí, a su lado, entrelazando sus dedos en silencio, dándole este espacio donde no puede decir nada, ¿qué sentido tendría? Las cosas rotas ya se rompieron. Pero Eiji aprieta su mano y lo hace sentir tan protegido, es ridículo, en teoría él debería estarlo protegiendo si es el asesino entre los dos. Y aun así.
—No quiero hablar de lo que pasó.
—No tienes que contármelo. —¿Por qué acepta estos tratos injustos?—. No tienes que forzarte a hablar nada que no quieras o no puedas.
Ambos se quedan en silencio, tirados en un baño que es un desastre y la atmósfera se concibe tan sofocante que se cuestiona por qué le pidió quedarse, no alcanza a ahogarse en la intrusión o la culpa, pronto Eiji ha empezado a acariciar con gentileza su palma, no rompe el agarre entre sus dedos, sin embargo, lo ha acunado con ambas manos, trazando figurillas sobre su piel casi como si fueran constelaciones, tocando con una ternura indescriptible que le aprieta la misma alma, lo está acariciando con tanto amor que debería alzar la guardia, más, ha descubierto que la vulnerabilidad ya no le asusta tanto como antes.
Porque Eiji es Eiji. Y Eiji nunca usaría su bondad como una moneda de cambio, nunca lo tocaría como lo está haciendo ahora para alargar el brazo y sumergirlo más abajo, no se aprovecharía de su momento de debilidad para tomarlo incluso si lo deja. Eiji es Eiji y Eiji se siente tan seguro.
—Mañana te cocinaré tu platillo favorito. —Entonces Eiji dice, está en su naturaleza querer que se sienta mejor—. Te haré ensalada de aguacates con camarones y dejaré que me leas todo el día esas horribles novelas hasta que se te canse la lengua, iremos a la biblioteca y comeremos para cenar de esos hot dogs llenos de mostaza que tanto te gustan, podrás molestarme porque me pondré esos suéteres que odias y sé que amas buscarme pelea pero esta vez prometo dejar que me ganes.
Estás diciendo todo esto para hacerme sentir mejor.
—Eso me gustaría mucho.
Gracias, gracias por tu misericordia y bondad.
Eiji no lo suelta hasta que cae la noche.
Y Ash realmente intenta dormir, no quiere preocuparlo más o darle problemas, sin embargo, se ha duchado cinco veces desde que regresó y todavía se siente sucio. Usado. Roto. En parte, es el hecho de haber estado un año libre de Dino, es una tontería y lo sabe, más, estando en Cape Cod tuvo la leve esperanza de haberse recuperado. Pero no. No fue la primera vez que lo violan. Dios sabe que tampoco será la última. Así que no debería importarle. Duérmete. Duérmete. ¡Ya duérmete de una puta vez!
Y Ash se duerme.
Pero solo tiene pesadillas. Con Dino. Con Arthur. Con hombres. Con mujeres. Con Marvin. Con una cámara de fotografía. Clic. Clic. Con Froggy riendo, filmando. Con personas que ni siquiera recordaba, no quería recordar. Con Jim. Con todos. Aslan revive y reexperimenta cada maldita situación traumática en una especie de parálisis de sueño hasta que logra despertar de un grito ahogado. Mierda. Está sudando. Su respiración se encuentra errática, subiendo y bajando, mira a Eiji. Sigue durmiendo. Va al baño. Desearía despertar y tener un cuerpo diferente, uno que no sea el de un asesino ni esté contaminado. Uno limpio. Inocente. Nuevo.
Uno cualquiera porque cualquiera será mejor. Pero al alzar la vista en el espejo sigue mirándose con pesar y quiere llorar. No sabe por qué, ¿por el abuso o porque Eiji lo está mirando detrás?
—Intenté olvidarlo.
De alguna forma Eiji lo llevó al cuarto y lo sentó en la cama, la tenue luz de la lámpara envuelve el rostro repleto de preocupación que Eiji esboza, incluso se arrodilló para no asustarlo ¿acaso no es lindo que se preocupe tanto? Pero si supiera. Si realmente supiera.
—Ex prostituto, líder de una mafia, asesino y todavía tiemblo.
—¡No digas esas cosas! —El reproche en su voz es casi tan adorable como la caricia que le da en el brazo.
Ash cierra los ojos, sintiendo cómo algo se ha quebrado en lo más profundo de sus entrañas al igual que un crujido desgarrador y gutural que se pierde en el bosque y nadie escucha, su pecho sube y baja con fuerza, su corazón sangra, su piel está lacerada, es un niño atrapado en la cama de su entrenador, pero a pesar de salir de esa cabaña, nunca realmente la dejó.
—Tenía 8 años cuando maté a un hombre por primera vez. —Entonces se lo dice, ja, es gracioso considerar lo mucho que trató de pretender que matar no le afectaba cuando hasta hoy en día es traumático. Ash aprieta su tobillo con fuerza—. Él me violó. Tenía miedo.
Y llora.
Llora porque no pudo llorar antes.
—Tenía miedo. Tenía tanto miedo que no podía hablar. —Las lágrimas caen y caen, penden por sus mejillas y tocan la cadena, se pregunta si será cómo las rosas de Dino—. Mi corazón gritaba pidiendo ayuda, pero no pude decir nada. —Su papá dijo que no gritó lo suficiente, que si tanto le gustó que al menos le cobrara—. Cuando disparé, lloré. Lloré porque no sentí nada. —Intenta mirar sus manos, más lo único que ve es la sangre pegada—. Tengo miedo de mí mismo. No sé cuánta sangre hay en mis manos.
Las lágrimas caen y caen en sus palmas igual que las gotas en las rosas marchitas.
—No siento nada. —Tiembla—. Nada...
Ash se esconde detrás de su mano, llora en silencio, lo hace despacito, igual que un niño, teme estar perdiendo su lado humano, pero ¿acaso le queda alguno? Es un asesino y tomó vidas, las debe pagar de vuelta sin importar la circunstancias y no obstante, es tanta sangre. Y es tan alto el precio que paga. Así que únicamente puede llorar. Solo. Abandonado. Quebrado.
—Ash. —Pero Eiji se sienta a su lado y lo abraza, el toque es diferente al de Dino, este no lastima ni hace daño, es dulce y tierno—. Tranquilo, Ash. Sí lo estás sintiendo. Estás herido, muy herido.
¿Acaso está desquiciado?
—Lo entiendo bien. —Acaba de admitir que ha matado a más personas de las que recuerda, le contó del incidente más grotesco de su vida y Eiji—. Tú me salvaste. Te sientes responsable, yo también me siento así.
Eiji...
No le pone ningún "pero" ni "por qué", no le pregunta si gritó lo suficientemente fuerte cuando lo abusaron ni si fue a la policía, no lo cuestiona por haberlo pedido o insinuado. No lo reprocha por haber matado. No lo lastima aun si le entrega el cuchillo y pone su corazón contra la navaja.
Eiji es así porque lo quiere.
Sin "peros".
Sin "por qués".
Lo quiere y ya.
—Puede que ahora mis palabras no signifiquen nada, pero recuerda esto. —Ash lo quiere tanto que lo mata, así que deja de llorar, lo mira a la cara con ojos muy grandes y brillantes, memoriza el momento buscando mentira en su sonrisa gentil y afable—. Aunque el mundo entero esté en tu contra, yo siempre estaré a tu lado. Yo permaneceré a tu lado. —No la encuentra—. Claro, si no te molesta.
Entonces Ash sonríe y llora por un motivo diferente, se limpia las lágrimas con el antebrazo, no quiere demostrar lo conmocionado que lo dejaron esas simples palabras. Esa promesa.
—¿Eso quiere decir que tendré que seguir comiendo esos sándwiches asquerosos?
—¡Sí! ¡Así que alégrate! —Lo hizo sonreír, que bueno—. Los sándwiches de tofu son muy sanos. Tu salud está a salvo conmigo...
Ash se hace un ovillo contra las piernas de Eiji, esconde su cara ahí, se permite solo un segundo una pequeña muestra de vulnerabilidad.
—Quédate a mi lado. —Y es en ese momento donde Ash termina de darle su corazón maltrecho y herido, es feo, está roto y no lo culpará si lo desecha—. No tiene que ser para siempre, aunque sea solo por ahora. —Pero Eiji.
—Para siempre.
Pero Eiji...
Mañana tendremos un capítulo mucho más suavecito así que pueden relajarse en ese sentido, pero ya de ahí entramos a revelaciones fuertes y a otro arco en la trama, ni modo.
Mil gracias por el cariño, nos vemos mañana~
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