1. Primer día de novios.
✩ Notas del autor: ¡Hola mis bonitos lectores! Bienvenidos al flufftober 2024, acá debo admitir que nos quedaremos cortos de fluff porque la trama está densa y violenta, no me pregunten por qué se me ocurrió, solo pasó, así que por este mes nos metemos en un universo mafioso y sangriento donde se tocan temas fuertes, lean bajo su propia responsabilidad por favor. Los prompts utilizados, son propuestos por #EsDeFanfics (página en facebook) y bueno, como siempre este capítulo es de prueba para ver si le damos cuerda o dejamos que pase a mejor vida.
✩ Género: Slow burn/ Mafia/ Dark romance/ Drama/ Omegaverse.
✩ Ship: AshEiji/ WongLung/ MaxGriff.
✩ Advertencias: Todas las advertencias intrínsecas al anime y manga de banana fish como mención de abuso sexual, violencia, uso de armas y de sustancias ilícitas, referencias a trastornos como TCA, PTSD, depresión, ansiedad, despersonalización, mecanismos de defensa poco saludables, abuso físico, psicológico, entre otras. Mención de suicidio y autolesiones. Mención de tráfico humano. Muerte de personaje. Otra advertencia es que este omegaverse está bien fumado así que de verdad me parezco a la autora de crépusculo explicando la naturaleza de los vampiros y sus por qués, pero me quieren así.
—¡Un salud por los novios!
Shorter esboza una sonrisa ininteligible mientras alza la copa de vino, sus ojos, sagaces, recios y demasiado virtuosos para ser el jefe de la mafia china se encuentran con los suyos en un grito de auxilio, está incómodo, es evidente, incluso en su fiesta de compromiso Shorter impresiona querer salir corriendo en su traje de terciopelo rojo con las solapas doradas, siendo franco, Ash no lo culpa, este tipo de mundo no es afable con los blandos y para liarse con los Lee necesitará recubrirse de crueldad. Yut-Lung es un monstruo inhumano. Todos acá son bestias.
—Ni siquiera se dignó a venir esa víbora. —Shorter brama, apareció a su lado apenas le sacaron la mirada de encima, se está aflojando una corbata negra con grabados borbón casi como si la prenda lo estuviera sofocando cuando es otro el ahogo—. Me humilló frente a todos los líderes.
—Quizás se asustó porque sabía que te vestirías así. —Bromea—. Es decir, amigo, nunca fuiste conocido por tus buenos gustos pero al menos podrías haberte visto menos.... —Ash lo recorre de arriba hacia abajo con la mirada. Llamativo. Chillón. Insultante visualmente.
—¿Menos...? —Shorter impresiona totalmente ofendido por su tono—. Anda, acaba de decirlo.
—Menos payaso.
—¡Ah! ¡Respeta al líder de la mafia china!
—Difícil respetarlo si su traje parece un cuadro de arte vanguardista. —Ash sonríe ladeando su copa de vino, es un Romanée-Conti, seguramente de la cosecha de 1987, un año grotesco para la producción vinícola, debió ser una advertencia en forma de regalo de parte de Dino, vaya hijo de puta—. Deberías asesorarte mejor sino lo quieres espantar, Lee es conocido por tener gusto refinado y ostentoso.
—¿Qué tiene de malo mi traje? Me lo hizo un sastre a la medida. —Puede que sea el líder de los chinos gracias a la defunción del regente anterior, sin embargo, aún no se adapta a gobernar y se nota, eh ahí la diferencia entre ellos: Wong es blando. Ash no—. Lo quería usar para mi boda.
—Pobrecito de tu prometido.
—¡Pobrecito yo! El bastardo llegó tarde a nuestra propia fiesta de compromiso, ¿qué se supone que debo pensar de él? Ni siquiera se tomó en serio nuestro primer día de novios.
—No te lo tomes tan personal. —Ash tararea agitando la copa de vino, saboreando el resqueme oxidado y amargo que el licor impregnó en sus dientes—. Es una alianza entre los clanes chinos para finalmente unificarlos en una gran mafia, no es un matrimonio real.
—Fácil para ti decirlo porque no es tu matrimonio.
—De hecho, Dino me quería comprometer con él, pero últimamente Arthur es el favorito, pensé que se lo había cedido a él como prometido, pero acabó siendo una alianza entre asiáticos.
—Eso sonó racista. —Bufa—. Pero ¿en serio?, ¿Arthur?
—Arthur. —Repite el nombre con cizaña—. Desde que estoy tratando de emanciparme de Dino para alcanzar mi autonomía, Arthur ha hecho lo imposible por convertirse en su heredero, volví hace poco a este mundo y fue para acompañarte a ti pero por los rumores creo que le ha estado yendo bien. —Finalmente pudo dejar de ser mi sombra y se convirtió en todo lo que evité—. Los chicos me lo comentaron así al menos, no he hablado con él ni con Dino para saberlo.
—Es cierto, no supe de ti durante prácticamente un año.
—Sí. —Perdón—. Tuve que apartarme.
—¿Te fue bien con tu investigación?
—Más o menos. —Ash se toma el licor de un sorbo, las gotas rojizas caen desde su boca hacia su tráquea manchando el cuello pálido de la camisa, vino para hacer acto de presencia, es una de las facciones de la mafia de Dino después de todo, deben mantener la paz—. No pude hallar a quien estaba buscando en Cape Cod, pero estoy seguro de que debe estar vivo.
—¿A quién fuiste a buscar?
—A nadie. —Sonríe—. Nadie que tenga importancia. —Al hermano que hace mucho se le quitó.
—Ah. —Shorter no sabe nada de Ash—. Ya veo.
—Ajá. —Así como Ash no sabe nada de Shorter—. ¿Las cosas cambiaron durante estos meses?
—Los chicos no estaban equivocados, Arthur ha cambiado. —Shorter desvía la mirada ansioso y reticente, está nervioso, Ash lo escucha por cómo se aceleró su frecuencia cardíaca, aunque la mayor parte del tiempo es una molestia estar hiper-consciente, ahora está siendo útil—. Sing me contó que le dieron su propio juguete, por eso me cedieron a mí a Yut-Lung.
—¿Su propio juguete? —Racionaliza—. Pero solo están los chinos y Dino, no hay nadie más con poder.
—Escuché que fue el último intento de los Yakuza para reponerse pero al final, Golzine los dejó.
—Japoneses. —Medita—. Ja, no lo había escuchado antes.
Y tampoco es que le importe.
No hace la diferencia, Dino gobierna con mano de hierro las calles de Nueva York, tanto chinos, japoneses, negros, blancos como latinos le rinden cuentas, se someten a su orden, Ash sopesa que fue afortunado al ser acogido como uno de sus posibles herederos, si bien hubo una época dónde intentó desesperadamente sacar sus cadenas yendo a Cape Cod aceptó que si ansiaba enterrar esta vida, debía usar las conexiones que Papa le proporcionó, si le corta la cabeza a la bestia y usa su trono nadie se atreverá a cuestionarlo, el problema es que recién se reincorpora.
Pero mientras estuvo jugando a las escondidas en Cape Cod, Arthur aprovechó al máximo para fortalecer su relación con Dino, por supuesto, no le preocupa, Golzine está obsesionado desde que lo aceptó por su beldad y su talento para liquidar y no obstante menospreciar a Arthur sería un error fatal. Ha hecho conexiones. Tratos. Cambios. Ja. Hasta le dieron un juguete frente a la desesperación de los Yakuza. Sin duda Dino debe quererlo.
—Ash. —Dino lo abraza por la cintura, el toque es invasivo, asqueroso pero entrega un mensaje claro: "me perteneces todavía"—. Sabía que vendrías.
—Por supuesto que iba a venir. —El delicado tintineo de las luces se desliza por las cortinas de terciopelo en este opulento salón, las figuras más importantes del bajo mundo se codean unas con otras en una danza de poder y pecado, Dino acaricia su cadera, sus intenciones son obvias y le resulta hilarante, al parecer Arthur no hizo tan buen trabajo—. Es el compromiso de Shorter.
—Los chinos formando su propia mafia ¿quién lo diría?
—No puedes tener a todos por debajo de ti.
—¿Crees que son mis iguales? —Ríe—. ¿Por qué? No por juntar a un montón de insignificantes vas a hacer algo significativo.
—¿Así es como percibes a tu competencia? Qué humilde.
—No te engañes, Ash. —Brama—. El que gobierna esta ciudad soy yo.
—No me engaño, solo estaba comentando algo. —Ash tararea con calma, no le mostrará cómo le afectan sus palabras o las ganas que tiene de cortarle la mano para que lo deje de tocar, más tarde seguramente querrá ir a las habitaciones de atrás porque todo tiene precio y por eso huyó a Cape Cod, más, la realidad tarde o temprano llega—. ¿Cómo has estado?
—Gracias a Arthur, bien. —Puso el tema—. Me ha estado cuidando como lo haría un hijo ¿quién sabe? Sino te empiezas a preocupar puede que él te quite el futuro trono.
—Escuché que le regalaste un cachorro.
—Ah. —Dino sonríe, se relame los dientes—. Hablas del japonés, fue una desgracia, los Yakuza intentaron redimirse y repuntar dándomelo de ofrenda, al parecer es de una familia importante, pero no me convencieron y no los apoyé, no se ganaron ese derecho.
—Así que se extinguieron. —Balbucea en voz alta—. Al menos en la ciudad. —América es hostil para los forasteros que no le sirven a Golzine ¿cómo obtuvo tanto poder? Es un secreto a voces.
—Iba a matar al chico o a enviarlo a algún prostíbulo, pero a Arthur le gustó su expresión repleta de horror así que lo conservó y ha estado usándolo desde entonces, creo que lo trajo incluso a la fiesta de compromiso, ama presumirlo. Lo pasea con un collar. —Tan denigrante, para variar.
—Pobre bastardo.
—Pero bueno. —Dino le da una palmada en la cadera—. La noche es joven, aún tiene que llegar el novio, así que disfruta por mientras. —Golzine lo toma con firmeza impidiéndole que se aleje o se escabulla—. Cuando la velada se acabe quiero verte en los cuartos de atrás ¿lo entiendes?
—Sí. —Suspira—. Lo entiendo. —Sabía que esto pasaría.
—Te extrañé, sweetheart.
Como para tocar a Dino necesita estar totalmente drogado camina a la mesa de bocadillos por el rincón del salón. Se sirve una copa. Dos. Tres. Se traga la botella entera. ¡Mierda! Tendría que haber traído un poco de cocaína, anticipaba que pasaría esto, sin embargo, estuvo un año fuera de sus garras y se sintió malditamente libre, es duro volverse a poner los grilletes él mismo pero todo lo que puede hacer mientras esperan a Yut-Lung es tomar y tomar. Toma tanto que incluso llega a volcar vino sobre otra persona.
—Carajo. —Masculla entre dientes viendo cómo arruinó una pulcra camisa blanca, la mancha no saldrá, es imposible retirarla y más considerando su inmenso tamaño, Ash reza para que no sea un líder importante o un político desagradable—. Lo siento.
Reza para que no sea Marvin. Ni el coronel Fox. Ni Froggy. Ni Evanstine. Para que no le cobre en los cuartos traseros. Ni le dispare. ¿Tiene su arma? Toca el elástico de su pantalón. Sí. La tiene. Puede defenderse. Puede afirmar su posición sin importar cómo este hombre lo quiera rebajar.
—Está bien, no pasa nada. —Pero para su sorpresa, no es una voz dura y recia la que le contesta sino que es dulce, igual que una canción de cuna, tiene acento ¿será de la mafia china? No, es muy fluido para compararlo con la aspereza del idioma—. Yo debí fijarme, lo siento.
—¿Acaso acabas de disculparte? —Incrédulo. Definitivamente escuchó mal, en este mundo si muestras un gesto de bondad te matan y este chico debe saber qué clase de fiesta es esta ¿no?
—Sí, me disculpé.
—¿Por qué? Yo arruiné tu camisa.
—Ni siquiera me gustaba. —El desconocido ríe y es una risa muy linda—. Así que no pasa nada.
Y entonces Ash debe mirarlo.
Pero el instante en que cruza su mirada sabe que está jodido.
Dulce, es la primera palabra que piensa. Se ve y huele dulce.
El chico impresiona joven, tan joven como Sing, debe estar en sus 18 años, tiene mejillas llenas de grasa de bebé que se sonrojan con facilidad a pesar de su piel bronceada, tiene cejas negras y espesas que enmarcan a la perfección unos ojos tan cándidos que teme que se derretirá, Ash queda boquiabierto incapaz de descifrar qué es lo indescriptiblemente magnético de sus orbes porque son de un color común, rasgadas pero grandes, brillantes y si no estuviera viéndole toda la cara juraría que tienen la inocencia propia de los niños. Su cabello es esponjoso. Su nariz es pequeña al igual que sus labios. Es adorable. No. No. Pero quizás es un poco bonito.
—H-Hola. —Y quizás eso le acelera un poco el corazón—. No te había visto por acá, ¿vienes de parte de Shorter? Aunque claro, Yut-Lung igual es chino, ¡no es que quiera sonar racista! Porque no quiero, me encantan los asiáticos, como mucha comida china y mejor me callo ¿no? —Está haciendo el ridículo.
—Creo que eso fue encantador. —Pero el chico ríe, mierda, vaya sonrisa que tiene, se pregunta si realmente estará en el sitio correcto porque impresiona fuera de lugar, alguien así no debería relacionarse con personas como ellos—. Tampoco te había visto por acá, te recordaría.
—¿Eh? —Ash esboza una sonrisa coqueta—. ¿Eso significa que soy guapo? —Espera cohibirlo.
—Tal vez. —Pero el cohibido es él, lo sabe por cómo se calientan sus mejillas y de repente teme estar afiebrado—. ¿Vienes por el compromiso?
—Shorter es mi mejor amigo. —Balbucea—. Y estuve un tiempo fuera de Nueva York, tengo que retomar mi cargo. —El chico alza una ceja, dándole pie para seguir—. Como el sucesor de Dino.
—Espera. —El contrario palidece—. ¿Eres el otro sucesor de Dino?
—El otro. —Bufa—. Arthur es el "otro", no yo. —Ash parpadea ante la realización, el chico habla como si se hallara familiarizado con el bastardo—. ¿Acaso lo conoces?
—¿Eres Ash Lynx?
—Sí.
—No debería estar hablando contigo. —De repente, luce realmente asustado, eso desata unos instintos irracionales para confortarlo, no es su culpa, parece un conejito herido—. Lo lamento, no debería estar hablando contigo.
—Vaya, vaya. —Pero antes de que pueda cuestionarlo, Arthur llega y abraza por los hombros al chico casi como si fuera de su propiedad, conoce esta expresión, la ha visto demasiadas veces en Dino—. Te dejo un minuto para arreglarte el collar y ya estás seduciendo a mi enemigo. —El lince rueda los ojos, está cansado de esta enfermiza rivalidad que tienen por el dominio de una ciudad que ni siquiera le interesa—. ¿Tengo que castigarte otra vez?
—Lo siento. —El chico baja la mirada y se le aprieta el corazón—. No sabía quién era, te lo juro.
—¡Es porque eres tonto! —Arthur bufa y saca de su chaqueta una gargantilla, es gruesa, pesada y negra, tiene incrustaciones plateadas que adornan los bordes, sin embargo, sin importar qué tanto lo embellezca un collar para perros es eso—. Tienes suerte de tener un amo tan paciente.
—Sí, me siento agradecido. —En un abrir y cerrar de ojos, Arthur le tironea la camisa para rasgar los botones del cuello y así ponerle el collar. Ira. Cólera. Impotencia—. No volveré a fallarte.
—Anda, ladra para mí. —Odio—. Sé un buen chico y muévele el culo a tu amo.
—¡Bastardo! —Ash no lo tolerará—. ¿Quién te crees para tratarlo así? Es un invitado de Shorter.
—¡¿Un invitado de Shorter?! —Arthur ríe, es una carcajada maliciosa—. No tienes idea de quién es este pedazo de carne ¿no es así?
—No. —Ash cierra la boca, confundido—. ¿Quién eres? —El chico impresiona a punto de llorar, luce avergonzado de sí mismo y lo manifiesta haciéndose un ovillo entre sus brazos, no, no, no, Ash no tenía la intención de humillarlo u ofenderlo, no le gusta que lo mire así. Le duele.
—Es el tributo de los Yakuza. —Y de pronto lo entiende—. Eiji Okumura, el último que queda de su patético clan. Y es de mi propiedad.
Mierda.
Desearía haberse mantenido indiferente el resto de la velada, no tiene sentido preocuparse por un desconocido que tuvo la mala suerte de nacer en un clan que lo vendió, debería estar atento a Dino y a cómo escapar antes de que le ponga una mano encima, más, sus ojos son incapaces de apartarse del chico el resto de la fiesta, ¿cómo dijo que se llamaba? Era un nombre hermoso que le hacía justicia a su cara, incluso si los Yakuza lo ofrecieron, ¿por qué? No es un homicida, aunque apenas hablaron diez minutos puede apostar su vida a eso, sus ojos eran jodidamente brillantes, no estaban muertos ni tenían la crudeza de un asesino. Él parece inocente. ¿Por qué tuvo que caer en las manos de Arthur? Le da rabia no poder hacer nada.
Y Arthur impresiona notarlo puesto que trata con aún más crueldad a su subordinado, tirándolo del collar, tocándolo, humillándolo frente a los otros líderes, provocando una sonrisa repulsiva de parte de Golzine.
—No es tu problema. —Se repite a sí mismo—. No te involucres, ni siquiera lo conoces.
Pero sus ojitos. Joder. Sus ojitos de Bambi que gritan por ayuda ¿por qué es tan difícil ignorarlo?
—Pareces molesto. —Y cómo sino pudiera ser más oportuno, Blanca se para a su lado con una copa de vino—. ¿Acaso te comieron la lengua o todavía no?
—Ja, ja. —Su risa es fingida y tosca—. Muy gracioso, no extrañaba ese rancio sentido del humor.
—Apuesto que sí. —Impresiona seguro de sí mismo con su pelo perfectamente engomado para atrás y sus músculos ridículamente grandes apretados en el traje de lujo—. Ha pasado tiempo.
—No el suficiente. —Bufa—. Estaba mejor sin ver tu cara fea.
—Tu humor se encuentra inusualmente malo hoy. —Los ojos de Blanca escanean el salón, Ash traga duro, este es el único tipo contra quien no puede competir, es quién lo entrenó y por ende, conoce sus mañas—. Es por Eiji, no has dejado de verlo ¿no es así? —Así que ese es su nombre.
—Ei-ji. —Sonríe al musitarlo sintiendo un dulce cosquilleo en sus labios—. ¿Por qué está acá?
—Arthur se encaprichó, quería probar su valía con algo tangible, ¿qué mejor que las sobras que los Yakuza arrojaron? —Habla como si fuera un objeto. Le da asco.
—El niño no se ve como un mafioso.
—Porque no lo es. —Tararea entretenido—. Escuché que su madre lo escondió para que tuviera una vida normal pero lo encontraron y lo forzaron a tomar el rol, escuché que es bueno sanando más que matando, por eso Arthur también está en buena condición. —Entonces sí es inocente.
—¿Sanación? Lo único que he visto es humillación tras humillación de su parte.
—Siempre es así con los primeros juguetes. —Blanca ríe contra su copa—. Tú deberías saberlo, fuiste el primer protegido que Papa acogió ¿no es así?
—Bastardo. —Masculla entre dientes—. Realmente no te extrañaba.
—¡He aquí a quién estaban esperando!
La música cesa abruptamente y el silencio se rompe con el traqueteo de unas sandalias chinas decididas, las puertas se abren de golpe, una silueta frágil y andrógina se abre paso entre todas las mafias con una sonrisa venenosa, su cuerpo delgado impresiona aún más delicado adentro de un vestido púrpura tradicional, su cabello largo, lustroso y lacio yace amarrado por una serie de trenzas que se encuentran sostenidas por un peine de flor, el maquillaje rojizo alrededor de sus ojos destaca el color profundo y exótico de estos. Es una belleza imponente. Una cara linda que va dejando un camino de sangre a sus pies.
Yut-Lung Lee.
Finalmente está acá el prometido de Shorter quien se adueña de la celebración como si le diera lo mismo haber llegado tarde a la ceremonia, ni siquiera trae consigo un arma, solo un abanico que cubre media sonrisa maliciosa, el clan Lee impresiona descontento por sus acciones ¿qué trama? Había escuchado que Yut-Lung era un enigma, sin embargo, viéndolo está desquiciado.
—Llegas tarde. —Escucha a Shorter farfullar—. ¿Esa impresión le quieres dar a tu prometido?
—Llegué, eso es lo importante.
—Pero llegaste tarde y nos faltaste el respeto a todos. —Arthur alza la voz y se abre paso a pesar del acuerdo taciturno de paz que existe en dichas celebraciones, no gana nada enemistándose con los chinos, sería sumamente tonto hacerlo—. Me faltaste el respeto a mí.
—Tan arrogante como siempre. —Yut-Lung arroja el abanico y lo clava como si fuera una navaja al piso—. No recuerdo haberte invitado.
—El futuro líder de Nueva York debe venir acá ¿no? Pronto me servirás, tú y tu remedo de mafia.
—Te estás pasando de la raya. —Los cartuchos se escuchan retumbar en una advertencia dado que este es territorio de los chinos y si algo valoran los Lee es el orgullo—. ¿Quieres pelea?, ¿en verdad quieres confrontarnos en nuestra propia ceremonia?
—¿Puedes dármela? —Arthur sonríe—. De todas maneras me quedaré con tu clan gracias a la generosidad de Dino y estoy seguro de que gobernaré mejor que una puta como tú.
Es todo.
De un instante a otro, la elegancia se convierte en caos. Balas rasgando el aire. Trozos de vidrio haciéndose añicos. El vino entremezclado como sangre sobre los manteles de seda. Restos de cristales que caen como nieve de los candelabros. Espejos que rocían lágrimas plateadas pero reflectan la violencia en miles de fragmentos inconclusos. Cuchillos que brillan como si fueran destellos fugaces antes de hundirse en destinos sellados. Gritos. Sangre. Órdenes furiosas. La desesperación. El horror. Las máscaras de modales develando a los verdaderos monstruos. Es su hogar. Dulce hogar.
Ash no es tonto, no tiene planeado quedarse ya que necesita prevenir las bajas de sus hombres si pretende gobernar en este cementerio de cenizas así que saca su arma y se abre paso hacia la salida, no dejará que Arthur ni los Lee ni Dino lo maten acá. El estruendo de los muebles que se vuelcan. Los cristales crujiendo a sus pies. La sangre dibujando patrones grotescos encima del mármol pulido y el rostro de un sujeto que no conoció. El aroma a perfume y pólvora. Humo. Sombras fantasmales que tienen cara de cañón. El peso del arma. El chirrido del revólver. Caen los cartuchos a sus pies. Cientos. Miles. Millones. No importa.
—Realmente quedaste malherido en la redada. —La voz burlona de Arthur es un eco lejano, el automóvil lo está esperando para escapar—. Eres como un perro sin dientes y garras, inútil.
—Lo siento. —Eiji. Esa voz es de Eiji—. Me repondré. —¿Acaso quedó lastimado por la redada?
—Estoy cansado de oír esas disculpas. —Claro que quedó herido, no sabe pelear ¿por qué está prestándole atención? No le debería importar. La vida es así. La vida es una perra con él al igual que lo es con Eiji y con todos los demás. No es especial—. Ya no me sirves de nada.
—¡Jefe! —El grito de Alex es lejano—. ¡¿Qué está esperando?! Suba al auto.
—¿Por qué no solo te haces un favor y te mueres? Sería lo más honroso para tu padre. —El clic del arma lo pone alerta—. Pero como no puedes hacer eso, yo te daré un empujón y lo haré por ti, vaya que tienes suerte de tenerme como amo.
—Arthur.
—Recuerda que fui benevolente.
Un disparo. Un grito. Unos pasos lejanos.
Cuando el humo finalmente se disipa y solo queda el silencio Ash ve cómo la mancha rojiza en la camisa del nipón se ha convertido en una poza de sangre que brota de su estómago y escurre desde su boca, el brillo en sus ojos padece, intenta gritar, más, no salen palabras, se desploma en el piso en un santiamén. Aunque sabe que debería abandonarlo ahí puesto que robárselo a Arthur implicaría una guerra interna.
—¡Jefe! ¡Vamos!
Esos ojos.
Esos malditos ojos gritan con suma claridad un último mensaje antes de cerrarse.
«Quiero vivir».
¿Entonces qué tenemos básicamente? Al bando de Ash, Arthur y los chinos coexistiendo bajo el dominio de Dino donde se supone que los límites deberían estar bien marcados así que para Ash sería una falta grave si llegara a acoger a Eiji, pero ya veremos cómo van reaccionando porque Eiji tampoco ha tenido una vida fácil, no será sencillo recibir algo sin desconfianza luego de estar un año con Arthur. Y por supuesto, todo esto con el título de uno de mis músicales favoritos.
Espero que les haya gustado y si me tienen fe y les tincó, ojalá la trama siga durante todo octubre, pero ¡muchas gracias por tanto! Y bueno, siempre lo publico un día antes para cachar cómo es recibido no más.
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