Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Scriptalis 4: Me Paenitet

⠀ ⠀Desde la llegada del Luminaris, había logrado dormir más allá de las cuatro de la madrugada, disfrutar de una cama suave y descansar de los quehaceres del convento. No le gustaba permanecer quieto, pero había una paz en su alma que no lograba descifrar. A veces le resultaba incómodo, y otra veces, no quería dejar de sentirlo.

⠀ ⠀La primera semana transcurrió sin percances, escondido en la habitación de Heisel, mientras que este último iba de habitación en habitación, a juntas y consejos. No entendía cómo en el convento de Sausar podían realizarse eventos tan importantes, pues en su larga y tediosa estadía, no recordaba nada de eso en años anteriores.

⠀ ⠀Amable, educado y elegante, como una escena atemporal, un cuadro que parecía surgir de otro mundo. Heisel comía tres veces al día y le compartía sus alimentos. Dormía ocho horas exactas y, por las mañanas, le daba tiempo para ejercitarse, leer y bañarse. Toda una osadía, una hazaña digna de admirar, pues, en su mayoría, el estómago de los monjes predominaba de más.

⠀ ⠀—¿Todo bien? —cuestionó Heisel, mirándolo desde el patio trasero.

⠀ ⠀—¡Sí, señor! —exclamó nervioso. Había estado observándolo mientras corría. Un atuendo de tonos negros envolvía su ejercitado cuerpo, cubriendo sus brazos y cuello, sin dejar nada al descubierto, pero sí a la imaginación.

⠀ ⠀Bajó la vista, absorto y consternado. Nunca le había pasado y no entendía por qué. Su corazón se aceleraba como el sonido de una cascada, rápida y sin pausas; y un tono rojizo allanaba su rostro, dándole un color que su piel no conocía.

⠀ ⠀—Vamos a caminar un poco —sugirió, sin dejar de ver el espolvoreado sutil de sus mejillas pálidas.

⠀ ⠀—Claro, mi señor.

⠀ ⠀Descendió las gradas con dificultad, acercándose temeroso. Ya sabía que él no era como los demás, pero no era ese miedo que lo hacía tiritar, era un nerviosismo que no podía controlar.

⠀ ⠀—Sylas —susurró y el aludido se congeló.

⠀ ⠀—¿Mi señor?

⠀ ⠀—Solo llámame Heisel, por favor.

⠀ ⠀—Lo siento, señor Heisel.

⠀ ⠀—Dime, ¿qué esconden estas paredes? —inquirió a la par de iniciar su caminata.

⠀ ⠀—No sé mucho, señor.

⠀ ⠀—No es necesario que menciones "señor" cada vez que me respondas, pero... sé que conoces más de lo que aparentas, has estado aquí más que cualquier otro, y sé que tus ojos han sido testigos de muchas cosas, y quiero conocerlas.

⠀ ⠀—¿Busca algo en específico?

⠀ ⠀—Me agrada que lo preguntes, en realidad sí... Dime, ¿puedo preguntarte lo que sea?

⠀ ⠀—Sí... claro.

⠀ ⠀—Muy bien. ¿Cómo llegaste aquí?

⠀ ⠀—Recuerdo una mano soltar la mía, la luna oculta por nubes cargadas, lluvia intensa, frío, mucho frío, y una luz al final del camino. Era la que me guio hasta la puerta del convento. También había una nota en mi pantalón que solo decía 'lo siento'.

⠀ ⠀—Me paenitet —susurró—, en verdad lo siento... ¿Crees que fue tu madre quien la dejó en tus manos?

⠀ ⠀—No lo sé, señor, y sinceramente no importa.

⠀ ⠀Hizo una pausa, era cierto, ya no debía importarle, entendía que el caballero a un lado suyo ya no tenía veinte años, sino cuarenta y dos. Heisel se avergonzó y continuó:

⠀ ⠀—No había tenido oportunidad de conversar contigo, pero me gusta cómo te expresas. Se nota que has leído mucho. Eres amable, elegante y meticuloso. A pesar del trato que recibes aquí, eres perfeccionista, perseverante y reservado.

⠀ ⠀—No señor, no soy nada de eso, solo hago mi trabajo.

⠀ ⠀—Un trabajo bien hecho y con la paciencia digna de un santo, nadie soportaría tanto, ni física ni mentalmente.

⠀ ⠀Sylas se detuvo, devolviéndole una mirada llena de tristeza.

⠀ ⠀—Usted lo sabe, ¿no es así?, ¿sabe lo que ellos hacen?

⠀ ⠀—No quería preguntarte, Sylas, quería que saliera de ti, quería darte esa confianza para que me lo contaras, pero, para mi sorpresa, tampoco los señalaste; conociendo del cargo que ostento, intuías que podía hacer de ellos como bien se merecen, ¿verdad? ¿Es miedo?, ¿es vergüenza?, ¿qué es? Dime. —Y sin querer, sus manos apretaban los brazos de su acompañante, quien lo miraba perplejo—. Discúlpame, es solo que... me da mucho coraje.

⠀ ⠀—¿De verdad no es como ellos?

⠀ ⠀—Por supuesto que no —replicó de inmediato, viendo el brillo que refulgía poco a poco de sus ojos.

⠀ ⠀—¿Por qué es así conmigo? ¿Por qué es tan amable?

⠀ ⠀—Porque aparte de que todas las personas deberían serlo, independientemente de pertenecer a una dogma o no, soy un Luminaris y eres... eres... para mí eres inocente.

⠀ ⠀—Me han dicho muchas veces que no lo soy... señor.

⠀ ⠀—No, Sylas, no sigas, lo que ellos te digan nunca ha sido válido —espetó, deteniéndose en la banca más lejana del monasterio.

⠀ ⠀—Tengo miedo...

⠀ ⠀—Y está bien... Lo siento, no quiero que recuerdes tu pasado, solo quiero que me digas quiénes fueron los responsables y que te sientas bien a mi lado.

⠀ ⠀—No puedo, señor, tengo tanto miedo... pero sé que la lista no terminaría hoy.

⠀ ⠀Heisel se tensó.

⠀ ⠀—Me paenitet —musitó, cabizbajo. Tomó sus manos trabajadas, avizoró sus dedos largos y delgados, y dejó caer una lágrima.

⠀ ⠀—Señor Heisel —susurró el Ornarca, petrificándose al sentir las cálidas gotas.

⠀ ⠀—Vámonos de aquí, Sylas, solo dilo, y te llevo conmigo.

⠀ ⠀Pero no obtuvo respuesta. El monje se alejó con prisa, sin mirar atrás. Sentía un remolino de emociones en su interior, una tempestad despiadada. Exhaló el frío aire de Sausar, encogiéndose, incapaz de comprender esa sensación que le agobiaba el corazón y le apretaba el pecho.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro