Ángel
Hola a todos 😊 la siguiente historia habla sobre Wakiya, espero les guste n.n aunque por el título ya imaginarán que esto será emotivo ❤️
❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️
Hace muchos años, una joven pareja se conoció en la preparatoria, al principio era una relación estilo "amor-odio"... la típica "polos opuestos se atraen"...
Ataro Komurasaki, un hombre de cabellos castaños y de personalidad seria y tranquila quedó enamorado de la alegría y dulzura de Aki Hoshino, una joven de cabellos rubios y ojos azules. Al principio no se agradaban porque ella era muy elocuente y él no tenía sentido del humor. Pero... el amor es más fuerte que las diferencias.
Y años después se casaron...
Cada uno tenía cualidades diferentes que mantenían su matrimonio feliz y estable, solo les faltaba una cosa para hacer aún más grande esa dicha y felicidad.
— ¿Un bebé?.— Ataro se sorprendió.
— ¡Si!.— Su esposa sonrió feliz.— Quisiera darte un hijo pronto.
Sonreía con dulzura y su esposo la abrazo con ternura mientras besaba su cabello. No sería mala idea empezar una familia.
Pero había un problema, pues meses después de intentarlo, no había resultados... eso decepcionaba a Ataro.
— No te preocupes amor, nuestro bebé llegará a su tiempo.
Así pasaron tres años de intentarlo, pero aunque el señor Komurasaki empezaba a perder las esperanzas, su amada esposa seguía siendo optimista.
"Los angelitos tardan en llegar, el nuestro debe estar preparándose para llegar a nosotros".
Y finalmente su angelito iba a llegar a ellos, pues una mañana Aki le dio la sorpresa a su esposo con un par de zapatitos tejidos color amarillo.
Estaba embarazada...
Ataro hizo fiesta naturalmente, y siendo una familia de renombre la prensa no se hizo de esperar, la llegada del heredero Komurasaki era sinónimo de fiesta.
Más sin embargo la fiesta se vería ensombrecida por una tragedia. Pues aunque su embarazo no tuvo complicaciones y todo fue estable y tranquilo, al momento del alumbramiento la señora Komurasaki no se sentía bien, su presión era elevada y le costaba respirar.
— Vamos amor, hazlo una vez más...— Su esposo estaba tomando su mano estando con ella en la sala de partos.
— No puedo Ataro...— Las contracciones eran dolorosas para ella.
— Puje una vez más.— La Doctora le pidió estando con las enfermeras que monitoreaban todo.
Pese a sus dolores la pelirubia hizo caso y después de un grito el llanto de un bebé se escucho.
— ¡Es un niño!
— ¡Un niño amor! ¡Un niño!.— El señor Komurasaki estaba más que feliz y no paraba de besar la mano de su esposa.
— Me... alegro...— Pero las fuerzas de la joven estaban perdiéndose poco a poco al igual que su pulso.— Ataro...
— Amor...— El hombre vio a su esposa asustado pues noto su semblante.
— Cuida a... Wakiya...
— No amor, no digas eso.— Temiendo lo peor su marido la tomo de la mano al borde del llanto.— Vamos a cuidarlo juntos.
Pero su esposa sonrió comenzando a cerrar los ojos, enseguida los doctores comenzaron a estabilizarla pero sin mucho éxito.
Ataro se había quedado solo con ese pequeño bebé de cabellos rubios y hermosos ojos azules, era idéntico a su madre y por ello su padre prometió cuidarlo con su vida incluso. A Wakiya no le faltaría nada.
Quince años después.
— Ya estoy aquí mamá...
Un joven pelirubio de cabello atado a una trenza y de ojos azules se acercó con unas flores. Sonrió frente a la tumba de su madre.
— Perdón por llegar tarde, tuve mucha tarea.
Wakiya había sonreído y comenzó a arreglar las flores con cariño mientras hablaba con su madre.
Conocía de ella por fotografías y sabía que fue una mujer amable y dulce por las historias que los sirvientes y su padre le decían... Ataro había cumplido su promesa de cuidarlo, y al niño no le faltó nada material.
— ¿Te digo algo mamá?.— Sonrió avergonzado mientras se sentaba en el suelo a un lado de la tumba acariciando el mármol de está.— Estoy enamorado...
Para Wakiya visitar a su madre y hablarle era una costumbre que tenía desde niño... Hacía eso y al finalizar sentía mucha calma y paz.
— Se llama Rantaro, es un chico de mi salón, es un poco idiota pero.— Se ríe avergonzado.— me gusta estar con él...
El joven suspiro con pesar para acariciar la tumba, había crecido sin una figura materna y muchas cosas eran difíciles en su crecimiento sin su madre.
— No se lo he dicho a papá, porque, no se cómo decirle.— Se le resbaló una lágrima mientras ocultaba su rostro entre sus brazos sobre la tumba.— Te extraño mucho y quisiera que estuvieras aquí para ayudarme a entender.
Ataro era buen padre, pero le faltaba un detalle: un poco más de cariño y comprensión paterna fue algo que le faltó... Al hombre también le costaba un poco saber cómo hablar de algunos temas con su hijo, pero aún así sin importar que, apoyaría a su hijo en todo.
El pelirubio se había quedado dormido pero había una calida sensación a su alrededor que le decía que, todo estaría bien.
Un brillo cálido lo rodeaba "en su sueño", era acogedor y varias plumas blancas y brillantes revolotearon alrededor... La figura de una joven de largos cabellos rubios vestida de blanco comenzó a tomar forma, y sobre su regazo Wakiya tenía descansando su cabeza, aquella figura comenzó a acariciar el cabello del menor con ternura y una calidez qué aún dormido Wakiya sentía agradable.
Era confortante y cálido, era amor maternal.
"Siempre estaré junto a ti, aunque no me puedas ver..."
La voz angelical de la mujer hizo que aún dormido Wakiya sonriera pues también sintió la calidez de unas hermosas alas blancas rodearlo para cubrirlo.
— Mamá...
— Hijo... Hijo...
Wakiya había comenzado a abrir los ojos lentamente mientras se enderezaba.
— ¿Papá?
El niño se tallo los ojos para verlo, aunque estaba más dormido que nada aún, Ataro sonrió pues estaba de cunclillas frente a él... Ya había caído la noche y su hijo no llegaba así que había ido a buscarlo al único lugar donde sabía lo encontraría.
— ¿Estás bien?.— Su padre volvió a verlo.
— Si... yo...
Pero ese sueño había sido tan real, que no le salían las palabras.
— ¿Que tienes en la mano?
— ¿Que mano?
Para su asombro, Wakiya sujetaba una hermosa pluma blanca de buen tamaño, entonces no había sido un sueño.
— ¿Wakiya?
— No nada, papá... estaba con mamá.— Volvió a sonreír.
Ataro abrazo a su hijo para besarle la cabeza y sonreír, Wakiya le correspondío de la misma forma sin soltar su pluma... No había sido un sueño, de verdad había estado con su madre.
Mamá a veces no puede estar presente, sino que toma la bella forma de un angel para cuidar desde donde quiera que se encuentre a lo más importante que tienen: a sus hijos.
FIN
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Algo emotivo pensando en las personas que tienen a sus mamis cuidandolos desde el cielo, espero les haya gustado 😊 recuerden que algunos nombres los invento para el momento e.e
Gracias por leer 😊❤️ y nos leemos pronto ❤️😊
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