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Hidden Bonds

Julie estaba sentada en el sofá, inmersa en sus pensamientos mientras el fuego de la chimenea lanzaba una cálida luz en la habitación. La casa estaba tranquila, solo interrumpida por el suave crepitar de las llamas. Su mente estaba llena de inquietudes sobre lo que había ocurrido durante el día y el futuro incierto que les esperaba.

De repente, el sonido de pasos suaves en el pasillo la sacó de su ensueño. Miró hacia la entrada y vio a Elliot y Eloise acercándose, ambos en pijamas, con expresiones que denotaban preocupación y curiosidad.

Elliot, con su mirada de adolescente reflexiva, se acercó y se dejó caer junto a su madre en el sofá. Eloise se acomodó al otro lado, sentándose con una mezcla de inquietud y confianza en su madre.

-Mamá, ¿qué pasa? -preguntó Elliot con voz preocupada, mientras estiraba una mano para tocar la de su madre.

Julie les miró con ternura, sintiendo el peso de su responsabilidad como madre.

-Solo estaba pensando en todo lo que ha pasado. Las cosas se están complicando, y estoy tratando de encontrar la mejor manera de mantenernos a salvo.

Eloise, con una expresión madura para su edad, preguntó

-¿Estamos en peligro?

Julie pasó una mano por el cabello de Eloise, acariciándolo con afecto.

-No de forma inmediata, pero hay riesgos. Cuando estamos cerca de personas como Emmett, que conocen nuestro pasado, hay cosas que debemos tener en cuenta para protegernos.

Elliot miró a su madre con seriedad.

-¿Vamos a seguir mudándonos todo el tiempo?

Julie tomó un profundo respiro, pensando en sus palabras.

-No siempre, cariño. Solo mientras sea necesario para mantenernos seguros. Mi prioridad es que estemos juntos y protegidos. Quiero que tengan una vida lo más normal posible, a pesar de todo esto.

Eloise se acercó un poco más a su madre, buscando consuelo en su cercanía.

-¿Por qué no nos dijiste la verdad antes?

Julie abrazó a Eloise con suavidad, abrazándola contra su pecho.

-Lo hice para protegerlos. A veces, es más fácil manejar las cosas sin que se preocupen demasiado. Pero ahora que son mayores, quería que supierais la verdad. La seguridad y el bienestar de ustedes siempre han sido mi prioridad.

Elliot se inclinó hacia su madre, su voz cargada de madurez.

-Entendemos, mamá. Lo superaremos. Lo haremos juntos.

Julie sonrió con calidez, sintiendo el nudo en su garganta.

-Siempre juntos. No importa lo que pase, ustedes son lo más importante para mí. Mi amor por ustedes es lo que me da fuerzas para seguir adelante.

Los tres se abrazaron en el sofá, el ambiente se volvió más cálido y seguro mientras compartían ese momento de cercanía. A pesar de los desafíos que enfrentaban, el amor y el apoyo mutuo les ofrecían una sensación de seguridad en medio de la incertidumbre.

En Forks, la mañana avanzaba lentamente en la escuela secundaria. Julie estaba en clase de literatura, pero su mente no estaba realmente allí. Mientras trataba de concentrarse en las palabras del profesor, no podía evitar pensar en los últimos días, especialmente en cómo Emmett había comenzado a acercarse más a sus hijos, Elliot y Eloise. Sabía que, aunque Emmett no lo admitiera, había algo en los mellizos que lo atraía, algo más profundo que una simple conexión pasajera.

Elliot y Eloise, por su parte, disfrutaban de una clase libre en la cafetería. Con su cabello pelirrojo oscuro, idéntico al de Julie, y sus miradas astutas, los mellizos se destacaban en el ambiente. Además de su herencia mágica de su madre, ambos también compartían la fuerza y agilidad de un vampiro, lo que los hacía más que especiales. Amelia se unió a ellos.

-¿De qué hablan? -preguntó Amelia, tomando asiento junto a ellos y notando la expresión pensativa de ambos.

-De mamá -respondió Elliot, mientras jugueteaba con su vaso de jugo-. Está preocupada, pero no nos cuenta todo.

Eloise asintió, con un toque de preocupación en sus ojos verdes brillantes.

- No es fácil para ella, y nosotros... bueno, sabemos más de lo que ella cree.

Amelia, entendiendo a lo que se referían, guardó silencio, dándoles el espacio para procesar sus pensamientos. Sin embargo, la tensión se rompió cuando Emmett entró en la cafetería. Sus pasos resonaron suavemente, atrayendo la atención inmediata de los mellizos.

Elliot y Eloise lo miraron, sintiendo en su interior ese vínculo que, aunque no lo habían discutido abiertamente, sabían que existía. Emmett, por otro lado, sentía una atracción inexplicable hacia ellos, como si una parte de él supiera que esos jóvenes eran más que simples conocidos.

-¿Puedo sentarme? -preguntó Emmett con una sonrisa, aunque sus ojos mostraban una ligera vacilación.

Los mellizos intercambiaron una rápida mirada y asintieron. Amelia, con una sonrisa ligera, decidió permanecer en silencio, observando el desarrollo de los acontecimientos.

-He notado que son bastante... especiales -comentó Emmett, buscando las palabras adecuadas-. Más fuertes y rápidos que la mayoría de los vampiros de su edad.

Eloise sonrió ligeramente, sus colmillos apenas visibles mientras hablaba

-Supongo que es algo que viene de familia.

Emmett no pudo evitar sonreír ante la respuesta, sintiendo esa conexión una vez más. Había algo en esos chicos que lo hacía sentir protector, casi como si fueran suyos.

Elliot, consciente de quién era Emmett, decidió ser directo.

-¿Por qué tanto interés en nosotros?

Emmett suspiró, incapaz de ignorar sus sentimientos.

-No sé cómo explicarlo, pero siento que los conozco. Como si hubiera algo en ustedes que... simplemente se siente familiar.

Eloise, con su mirada fija en Emmett, decidió hablar con un tono enigmático.

-Tal vez haya más de lo que piensas.

Emmett se quedó en silencio, observando a los mellizos con una mezcla de confusión y comprensión. Era como si su instinto le gritara la verdad, pero su mente aún no lograba unir todas las piezas.

Amelia, viendo la intensidad del momento, intervino con una sonrisa.

- Este pueblo tiene muchas sorpresas. Quizás deberías explorarlo más.

Elliot asintió, pero no apartó la vista de Emmett.

-Tal vez.

Emmett sonrió, aunque la confusión seguía presente en su mente. Decidió no presionar más y se levantó.

-Si alguna vez necesitan algo, saben dónde encontrarme.

Se despidió, dejando a los tres jóvenes en la mesa. Amelia, viendo la tensión en los mellizos, comentó con ligereza.

- Bueno, eso fue interesante.

Eloise miró a su hermano, su mente llena de pensamientos.

-¿Crees que lo sabe?

Elliot negó con la cabeza.

-No estoy seguro, pero parece que lo está empezando a sospechar.

-Mamá no estará contenta cuando se entere -dijo Eloise, consciente de la situación complicada en la que estaban.

-Lo sé -respondió Elliot con una sonrisa de lado, mostrando la seguridad propia de un híbrido que entiende su poder-. Pero no podemos evitarlo para siempre.

Amelia se levantó junto a ellos.

-Vamos, no es bueno atraer demasiada atención.

Los tres dejaron la cafetería, sabiendo que esto era solo el principio de una verdad que eventualmente tendría que salir a la luz.

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