07. is it over now?
Las bodas escocesas nunca pasaban de moda. Endora no tenía la oportunidad de organizar muchas, pero cuando la tenía, las disfrutaba más que ninguna otra. Era una mezcla entre la cultura, la música, la gente y la comida lo que hacía que el matrimonio fuera mucho más divertido que cualquier otro. Por supuesto, todo iba de maravilla para los recién casados Lennox y Davina McCarthy, Endora se estaba asegurando de eso.
—He estado pensando algo así para las damas de honor. —dijo Maya Horner mostrándole una foto en su teléfono a Endora.
Maya había estado tan emocionada con el trabajo de Endora que le pidió acompañarla al último matrimonio que estaba organizando, a lo que la rubia no se pudo negar; el matrimonio de Maya no solo era una cuenta de gran importancia para ella, sino que realmente le agradaba pasar tiempo con la chica, se estaban volviendo amigas.
—Aún no estoy muy segura del material. —continuó la morocha. —No sé si la seda es de mal gusto.
La argentina no le ponía mucha atención a decir verdad, asintiendo casualmente al sonido de su voz. No quería ser grosera con ella, pero ese día lo único en lo que pensaba era en Daniel; cuando no se encontraba ocupada trabajando en temas de la boda, su mente iba directo al australiano y se encontraba a sí misma sonriendo inconscientemente.
Lo único que la hizo reaccionar fueron las manos de Maya siendo agitadas frente a ella.
—Hola. —dijo la chica londinense. —Siento que no has escuchado nada de lo que he dicho. —Endora sacudió la cabeza con una disculpa.
—Lo siento, he estado un poco distraída. —se disculpó. —¿Qué estabas diciendo? —la chica Horner notó como la sonrisa de Endora no se desvanecía y arqueó la ceja con curiosidad.
—Está bien, dime. —preguntó simplemente.
Endora volvió a sonreír y sacudió la cabeza.
—No es nada, de verdad. —La rubia comenzó a caminar por el lugar junto a Maya, asegurándose de que todo estuviera bien.
—Si realmente no es nada entonces puedes decírmelo.
Lo pensó por un momento, en teoría sería poco profesional ventilar su vida personal a un cliente de esa manera, pero se moría por contárselo a alguien y Maya le estaba dando la oportunidad perfecta.
—Bien. — estuvo de acuerdo. —Conocí a un chico.
—¡Ugh, sabía que tenía que ver con un chico! -interrumpió la chica de cabello azabache. —Cuéntamelo todo
Endora se rió y continuó su historia.
—Bueno, nos conocimos de manera bastante extraña. Iba camino a almorzar con mi mejor amiga y sin querer me detuve en el carril de ciclovía, y ¿adivina quién andaba en bicicleta en ese preciso momento?
—Él, supongo. —la chica rubia asintió.
—En pocas palabras, se rompió la mano y lo llevé al hospital. Luego empezamos a salir juntos y, no sé, realmente me gusta.
—Ay Dios mío. —gritó Maya y sonaba genuinamente emocionada por ella. —Primero que nada, ¿Quién hubiera pensado que romperle la mano a alguien daría lugar a una historia romántica? —Endora no pudo interrumpir porque Maya siguió hablando. —En segundo lugar, ya estoy obsesionada con ese encuentro. Quiero decir, ¿crees que podría conducir a algo más? —la argentina se encogió de hombros.
—No lo sé, es decir, hace tiempo que no estoy con un chico y también siento que han pasado muchas cosas en poco tiempo.
—Pero...
—Pero. —continuó la rubia. —No puedo sacármelo de la cabeza.
Maya deslizó otro pequeño grito lleno de emoción por Endora.
—¡Esto es tan emocionante, Endora! Realmente espero que esto vaya por el camino correcto. Muy pronto estarás casada con él y vivirán en la playa. —bromeó y Endora soltó una carcajada.
—Por favor no me hables de matrimonio, ya tengo suficiente con mi papá. —ella se rió y redirigió la conversación a los vestidos de damas de honor de Maya.
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No era como Endora en absoluto llegar tarde a algo, pero, por supuesto, el día que decidió sacar su Audi A6 a dar una vuelta fue el día en que Londres decidió tener el tráfico más horrible de todo el año. Posiblemente estuviera exagerando, pero nuevamente, llegar tarde no era algo que la caracterizara, especialmente cuando tenía que estar en algún lugar por trabajo. Afortunadamente para ella, el Lorezo Dance Studio siempre daba a sus clases un período de gracia de diez minutos para todos los que iban con retraso.
—Hola Marissa. —saludó a la recepcionista con una sonrisa.
—Endora. —le sonrió la mujer de cuarenta años. —Llegas justo a tiempo. —La rubia revisó su teléfono para ver la hora. Si llegaba justo a tiempo, la ventana de diez minutos pasaría pronto. —Hoy estás de suerte, el propio Lorenzo impartirá la clase.
Endora sonrió de nuevo y entró corriendo al salón de baile. Parte de ser una planeadora de bodas era estar con la pareja en cada paso del camino, incluso acompañarlos a clases de baile para el vals. La pareja a la que acompañaba, los Emerson, estaban en un rincón esperándola. Cuando la futura señora Dalia Emerson vio a Endora, su rostro se iluminó.
—Endora. —la llamó por su nombre. —Gracias a Dios que estás aquí. Me preocupaba que no vinieras.
—Oh, no. Lamento el retraso, el tráfico estaba terrible. —se disculpó, un poco avergonzada por hacerlos esperar.
—Te entiendo. —dijo Clint Emerson. —Londres estos días ha estado imposible. No necesitas disculparte.
Endora asintió, agradecida por su comprensión y pronto entabló una conversación sobre las lecciones de baile. Dalia le dijo que estaba nerviosa, Endora respondió que Lorenzo era el mejor maestro, Clint intentó darle confianza a su futura esposa. Mientras los Emerson se cambiaban el calzado por algo más cómodo, una voz distante pero conocida la llamó con sorpresa.
—¿Endora? —la organizadora de bodas se giró automáticamente y la imagen de Maya Horner apareció en su vista.
—Maya, oh Dios mío. —exclamó. —¿Qué estás haciendo aquí? Pensé que tu clase era la próxima semana. —lo sabía porque era ella quien lo había programado.
—Lo sé, pero Danny tiene algo de trabajo la próxima semana así que tuvimos que reprogramarlo. —lo desestimó. —¡Pero me alegro que estés aquí! Finalmente puedo presentarte a Danny, si no estás ocupada, claro.
—Oh, no. -—respondió la rubia. —Estoy aquí con unos clientes pero puedo tomarme dos minutos.
—Perfecto. —respondió la británica. —Ven conmigo.
Maya comenzó a caminar hacia el otro lado de la habitación donde había un hombre parado de espaldas a ellas, sirviéndose un vaso de agua de un botellón de cinco galones. Era alto y algo en él le parecía familiar a Endora, pero no podía ubicar exactamente qué era.
—Danny. —llamó Maya. —Danny, ella es Endora, nuestra organizadora de bodas.
El hombre finalmente se giró y todo en Endora se congeló. Sus ojos escanearon su rostro como si fuera la primera vez y no pudo evitar que la sensación de sorpresa cruzara sus rasgos. Daniel parecía sentir exactamente lo mismo, sin poder quitar los ojos de la mujer en la que había estado pensando durante una semana seguida. Lo último que ambos esperaban era encontrarse en ese lugar, en esa situación, con Maya en el medio. Endora no sabía qué hacer, qué decir, cómo actuar; todo en ella le pedía que huyera como siempre lo hace, pero tenía los pies pegados al suelo, así que hizo la siguiente gran cosa.
—Hola. —su voz sonó más fuerte de lo que se sentía. —Encantada de conocerlo. —le ofreció la mano como si fuera la primera vez que se veían, y en cierto modo sintió que así era.
—Encantado de conocerla. —Daniel siguió la idea, estrechándole la mano.
En el momento en que su piel se tocó, sintió una calidez familiar que la hizo sentir enferma. No necesitaba sentir eso por Daniel, especialmente en ese momento. Retiró la mano y un destello de decepción cruzó el rostro del piloto, pero desapareció pronto. El sonido característico de una llamada telefónica cortó el momento que estaban pasando y Endora lo agradeció.
—Oh, lo siento. —dijo Maya, alcanzando su teléfono. —Es mi papá. Tengo que tomar esto. —le lanzó una mirada a Endora. —No tomará mucho tiempo.
La rubia asintió entendiendo y Maya se alejó de ellos respondiendo la llamada telefónica. Antes de que ninguno de ellos tuviera oportunidad de hablar, Lorenzo Martínez entró en la habitación con un aura de confianza y diversión.
—¡Bienvenidos todos! —saludó en voz alta. —Bienvenidos al Estudio de Danza de Lorenzo, yo soy Lorenzo y seré su profesor por hoy. —el hombre sonrió y fue recibido con aplausos, pero sus ojos se dirigieron directamente al fondo de la sala, más específicamente a Maya. —Perdón tú, con el teléfono. —señaló. Maya lo miró después de sentir todos los ojos de la habitación puestos en ella. —No se permiten llamadas en la habitación. —la chica se mordió las uñas después de ser llamada y un ligero sonrojo tiñó sus mejillas.
—Sí, no, lo siento, iré afuera. —respondió y Lorenzo le agradeció. Antes de salir del salón de baile, Maya se acercó rápidamente a Endora y Daniel. —Endora, ¿bailarías con él mientras tanto? -preguntó señalando con la cabeza a Daniel. —Realmente no puedo colgar.
—¿Qué? —preguntó en el tono más escandalizado.
—Por favor. —suplicó la novia. —De todos modos soy mucho mejor bailando, él es el que necesita las lecciones. Ah, y por favor ten cuidado con su mano. —susurró. —Se peleó con un tipo que intentaba robarle el reloj. —la chica de cabello azabache puso los ojos en blanco.
—Pero... —Endora estaba lista para protestar pero Maya no le dio oportunidad para oponerse después de que volvió a su llamada telefónica y salió de la habitación apresuradamente.
La música a todo volumen empezó a llenar el espacio y de alguna manera el ambiente del lugar la hizo sentir más cercana a Daniel. Todos estaban bailando, menos ellos.
—Supongo que estás atrapada conmigo. —dijo Daniel, sonando por primera vez como él mismo. Aunque Endora ya no sabía qué pensar de él.
—¿Estás loco? —preguntó con escepticismo, sin estar lista aún para procesar sus emociones sobre toda la situación.
—Baila conmigo. —Daniel le ofreció la mano y la rubia se separó de él como reacción.
—No lo haré.
—¡Endora, por favor! —la voz aguda de Lorenzo a su lado la hizo saltar de la sorpresa, sin saber cuándo logró llegar hasta ella. —¡Muéstrale a este novio cómo se hace! —le sonrió a Daniel mientras acercaba a Endora hacia él. —Por favor no arruines mi clase. —le susurró al oído e inmediatamente puso su mano encima de la de Daniel. —¡Eso es increíble, gente! ¡Veo muchos buenos movimientos! —Lorenzo aplaudió y desapareció entre la multitud.
Endora se quedó quieta, con su mano encima de la del hombre frente a ella en una posición incómoda hasta que Daniel tuvo que moverla físicamente para acercarla a él. Puso su mano vendada en su espalda baja y colocó su mano libre sobre su hombro, adoptando una posición de baile digna de un vals. Endora respiró para calmarse, pero lo único que logró fue inhalar su colonia.
—Si no estuviera tan sorprendida ahora mismo, te daría un puñetazo en la cara. —alcanzó a decir.
Probablemente no estaba bromeando.
Daniel asimilo su comentario mientras bailaba con ella, o al menos lo intentaba, ya que ella no le facilitaba mucho moverse.
—Hay tantas cosas que desearía poder explicarte ahora mismo.
Endora respiró de nuevo. Fue un error, de nuevo.
—No necesito explicaciones tuyas. —la planeadora de bodas lentamente comenzó a recobrar el sentido luego de sentir la mirada enojada de Lorenzo sobre ella, y comenzó a mover los pies del suelo, encontrando un ritmo. Después de unos segundos de reflexión, volvió a hablar. —¿Le dijiste a tu prometida que un ladrón quería robarte el reloj? ¿Qué clase de excusa es esa?
Daniel la miró directamente a los ojos y ella lo odió.
—Está basado en hechos reales, le pasó a un amigo mío. —respondió. —Tengo muchas ganas de explicarte las cosas.
—Acabo de decir que no necesito que lo hagas.
—No, pero quiero hacerlo.
—Pues yo no quiero. —Endora estuvo a punto de gritar, pero no lo hizo, tenía que ser profesional, sobre todo sabiendo que Daniel ahora era cliente suyo.
La argentina se separó de él dispuesta a irse, pero el piloto no la dejó, tomándola de la mano y haciéndola girar hacia él.
—Por favor escúchame. —le pidió. Endora no respondió, demasiadas emociones pasaban por su cabeza como para siquiera formar un pensamiento coherente. —Lo que pasó entre nosotros, es decir, eso para mí lo fue todo...
—Te voy a detener ahí mismo. —lo interrumpió ella, todavía bailando. —Tienes prometida, la engañaste conmigo, convirtiéndome en la otra mujer, estoy estancada en ser tu organizadora de bodas y encima ¿vas a intentar excusarte diciendo cosas bonitas? —el australiano no respondió, dejando que la mujer frente a él canalizara toda su ira hacia él. —Fue bastante grave lo que hiciste, por si no te diste cuenta. ¿Estabas siquiera planeando decirme que estabas comprometido? Quiero decir, ¿te importó siquiera? —Endora tomó aire una vez más y se aseguró de estar lo suficientemente lejos de él como para no inhalar su aroma. —Dime la verdad, ¿quieres siquiera casarte?
Daniel se detuvo en seco ante la pregunta. Si tan solo Endora supiera que se había estado preguntando lo mismo todas las noches durante un año. Su relación actual con Maya era sólo un fantasma de lo que solía ser, se preocupaba por ella, por supuesto, pero ¿todavía estaba enamorado? Daniel estaba seguro de que no, al menos no como al principio, y podría llegar a decir que Maya tampoco sentía lo mismo. Pero no podían cancelar la boda, eran Maya Horner y Daniel Ricciardo, destinados a estar juntos. Christian no sólo sería su jefe, sino su suegro, su familia. ¿Pero valia la pena?
—Cualquier cosa que responda no me creerás. —contestó simplemente. Por una vez, los ojos de Endora retrataron un sentimiento horrible y muy conocido: traición. La rubia agachó la cabeza, incapaz de seguir mirándolo a los ojos.
—No, no lo haré.
mango's note
ahora si empieza lo bueno mi gente
taylor saco is it over now? en el momento perfecto porque (aparte de moth to a flame) es la canción perfecta de endora y daniel !!!
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