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05. august

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le gusta a evelinenorth, twhiddleston y otros
endorasolis karma is the breeze in my hair on the weekend 🍃
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evelinenorth la cara de una chica a la que no van a denunciar por lesiones personales !!! 🤩
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endorasolis hoy ganó el feminismo 🍾🥳
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delilah.slade ??? contexto


No era una cita. Ninguno de los dos había dicho explícitamente que era una cita. Por lo mismo, Endora se convencía a sí misma de que no estaba nerviosa, aunque las cinco bolsas de comida italiana que cargaba en los brazos podrían decir lo contrario. La rubia caminaba por las familiares calles de su vecindario mientras el viento londinense le acariciaba el rostro. Esta vez no pararía en la usual puerta verde esmeralda de su conocido edificio, sino que caminaría unas cuantas cuadras más hasta llegar a una casa grande con tonos blancos y azules oscuros que contrastaban con la puerta de madera oscura.

Endora se las apañó para tocar el timbre y se sorprendió un poco de la rapidez en la que una voz la recibió por el altavoz.

—¿Sí?

—Oh, uhm. Si este es Daniel Ricciardo, soy tu casi asesina, Endora Solís.

Endora había llegado a la casa de Daniel por pura memoria, pero estaba casi segura de que recordaba la dirección correcta.

—Oh, dame un momento. —la voz del altavoz se apagó y la argentina confirmó que era el piloto.

Unos cuantos segundos después, la puerta de madera se abrió dejando ver a un Daniel sonriente con pantalones deportivos grises y un saco azul oscuro, un poco más informal que sus pantalones de cuero negros, su bufanda tejida azul y su saco de lana marrón. No se había esforzado mucho en su vestimenta porque, de nuevo, no era una cita.

—Hola. No esperaba verte de nuevo tan pronto. Pasa. —El australiano abrió ampliamente la puerta para darle más espacio a Endora de pasar.

—Te dije que iba a invitarte a almorzar. —contestó ella después de darle un apresurado vistazo a la casa y alzó las bolsas de comida caliente. —Espero que no esté interrumpiendo nada. —agregó dado a que había llegado sin avisar.

El hombre negó. —No te preocupes, no estaba haciendo nada importante. Déjame ayudarte con eso. —apuntó Ricciardo hacia las bolsas.

Los ojos de Endora se dirigieron hacia su mano fracturada, que ahora se encontraba cubierta por un yeso negro. El familiar punzón de culpa la atacó en el pecho.

—No tienes que hacerlo. Solo dime donde puedo dejarlas. —una pequeña sonrisa adornó sus labios y Daniel se rio al darse cuenta hacia donde se había desviado la mirada de la mujer.

—¿Sabes que tengo otra mano completamente funcional, no? —el morocho no dejó responder a la rubia y le quitó con delicadeza dos bolsas de la mano derecha. —Sígueme, podemos comer en la sala.

Endora no perdió la oportunidad de admirar el hogar de Daniel. Había descartado hace tiempo la teoría de que fuera un acosador en serie y eso le permitía sentirse cómoda ahí junto a él. De lo poco que conocía al australiano, sentía que su casa reflejaba todo sobre él. La decoración era algo minimalista y tenía algunas fotografías junto a su familia, amigos y viajes que había realizado; se dio cuenta que su casa seguía la misma paleta de colores blancos y azules, con unas cuantas plantas verdes que le traían un poco más de color a los espacios.

—Siéntate. —le sonrió Ricciardo. La sala era bastante espaciosa y había dejado a la rubia sin palabras.

—Me gusta tu casa. —comentó. —Es demasiado... grande. —concluyó mientras se sentaba en el sillón azul oscuro. Daniel se rio suavemente.

—Me alegra que te guste. —contestó mientras sacaba la comida caliente de las bolsas.

—No sabía muy bien que te gustaba, así que pedí un poco de todo. —habló la rubia al ver como Daniel sacaba los alimentos. —Espero que te guste la italiana.

La verdad es que en el restaurante no se había percatado de la cantidad de comida que había pedido, pero en la sala de Ricciardo se veía como un almuerzo para seis personas.

—¿Pediste todo esto porque soy italiano? —la sonrisa ladeada de Daniel iluminó su rostro mientras desocupaba la última bolsa.

Las mejillas de Endora se ruborizaron. —La verdad no había hecho la conexión.

—Está bien. —Daniel alzó sus hombros despreocupado. —Supongo que no tendré que cocinar por una semana por lo menos, así que me hiciste un favor.

Endora rodó los ojos y tomó un plato de tortellini en queso mientras que Daniel se decidía entre raviolis a la boloñesa y rigatoni con carne; al final se dispuso por la última opción y empezó a comer mientras le hacía preguntas a Endora. De dónde era, cuántos años tenía, en qué trabajaba.

—Soy planeadora de bodas. No es nada sofisticado como pilotear aviones pero... De hecho, sabes que, sí es bastante sofisticado. Me gusta.

Una sonrisa se asomo por los labios de Daniel al escucharla hablar. No una muy grande, como la que siempre tenía preparada para la prensa; era apenas visible en su rostro, una reacción honesta al significado de sus palabras. El australiano pensó en corregirla nuevamente sobre su propio trabajo, pero lo dejó pasar cuando otra idea pasó por su mente.

—¿Quieres algo de tomar?

Endora asintió un poco más efusiva de lo que quería. Había estado pensando en pedirle un vaso de agua desde que empezó a comer, pero le dio pena molestarlo. Daniel le pidió a la rubia que lo acompañara con la excusa de que lo ayudara a abrir los refrescos debido a su muñeca rota y se dirigió a la cocina. Ricciardo podría fácilmente abrir las botellas de gaseosa, pero no quería parar su conversación con Endora. El australiano le enumeró todas las bebidas que tenía en su refrigerador y asintió cuando la argentina le pidió agua, para disimular, el piloto sacó una botella de Sprite para él.

—¿Me ayudas a abrirlas? —pidió señalando ambas botellas. —Voy a buscar unos vasos.

Endora hizo lo que le pidió y pronto dos vasos de vidrio se encontraban frente a ella. Cuando la planeadora de bodas se giró, se encontró a Daniel a pocos centímetros de ella, mucho más cerca de lo que esperaba.

—Oh, hola. —sus mejillas se ruborizaron de nuevo y se insultó mentalmente por haber dicho eso y haber quedado en ridículo.

Sin embargo, a Daniel lejos de parecerle ridículo, le divirtió. —Hola. —saludó de vuelta. Sus rostros se encontraban a escasos centímetros del otro y podían sentir el choque de telas que ocasionaba su ropa.

La mente de Endora empezó a trabajar de manera acelerada, no ignoraba la forma en la que Daniel la veía en ese momento, como si se la estuviera comiendo con la mirada. Endora no podía negar que Daniel era uno de los hombres más atractivos que hubiera visto, y aunque no se haya puesto a pensar mucho en eso debido a todo lo que había pasado después de que se conocieron, el hecho era que ahora estaba ahí, a poca distancia de ella, en su casa, y no había sentido la necesidad de besar tanto a alguien como lo sentía ahora. Endora no era una mujer de impulsos, y no era el tipo de persona que besa a otra sin ningún tipo de señal previa. La chica sintió la suave caricia de los dedos de él en su mejilla, apartando un mechón de pelo que se había colado por su rostro. Esa fue una señal suficiente.

Endora tocó la mano de Daniel que se encontraba en su mejilla y la uso para impulsarse a su rostro, tocando sus labios con los suyos y moviéndolos con suavidad en armonía. Daniel no pudo respirar, aunque cerró sus ojos inmediatamente al sentir el contacto. Nada en su cabeza hacía sentido y a la vez todo conectaba. Endora lo estaba besando, y él estaba quieto como una estatua. La sorpresa no le duró mucho, pues cuando cayó en cuenta de los dulces labios de Endora sobre los suyos, no pudo hacer otra cosa que profundizar el beso. Pasaron solo unos segundos donde Daniel no pensaba en nadie más que Endora y en el hecho de que no había besado a nadie con tanta intensidad desde hacía meses, hasta que la imagen de Maya Horner se pasó por su cabeza. La culpa se instaló instantáneamente en su cuerpo y se separó brutalmente de Endora.

La rubia solo pudo soltar un bajo jadeo ante la forma tan repentina en la que había terminado el beso y fue recibida por los ojos oscuros de Daniel sosteniéndole el rostro.

—Endora. —susurró tan bajo que si la argentina no hubiera estado prácticamente sobre él, no lo habría escuchado. —No puedo...

El piloto no terminó de decir su oración cuando en un movimiento abrupto, su brazo chocó con la botella de Sprite y ésta se derramó por toda la encimera de la cocina. Endora, aún sorprendida, logró voltear la botella y evitar que se vertiera más líquido sobre la cocina, aunque la mitad de la gaseosa ya se hubiera perdido. Eso le sirvió como distracción por un par de segundos a la rubia hasta que recordó las palabras que había dicho Daniel segundos antes. Endora, no puedo. La vergüenza se apoderó de sí misma.

—Dios, lo siento. —se disculpó el hombre, aunque no tuviera nada por lo que pedirle perdón a ella. —Déjame... Ven. —Daniel la tomó del brazo después de poner un trapo sobre el desorden que había ocasionado.

—No, yo... Yo lo siento, de verdad. —Endora se obligó a hablar. Por la manera en la que intentaba evitar su mirada a toda costa, Ricciardo supo que se disculpaba por el beso.

—No tienes que pedirme perdón, de verdad.

—No, yo... Malinterprete la situación, lo siento en serio. Debería irme. —aunque Endora estaba segura que Daniel le había seguido el beso, el rechazo del final era lo que más destacaba en ese momento para ella. Antes de que la argentina pudiera escapar de ahí, el morocho volvió a tomarla del brazo.

—No malinterpretaste nada, de verdad. —esta vez la obligó a mirarlo a los ojos. —Es solo... Es complicado. —ahora era el australiano quien se veía nervioso, rascando su nuca mientras buscaba las palabras correctas. —Yo quiero, Endora. —le aseguró. —Solo, es complicado.

—No tienes que darme explicaciones, de verdad. —para ella era fácil. Si Daniel decía que no, era no; no le debía una razón. Lo único que quería era que la situación dejará de sentirse extraña.

—Lo sé, pero quiero dártelas. —suspiró. —Solo quiero que sepas que no malinterpretaste la situación. Y quiero verte de nuevo. —aseguró.

La rubia asintió, cualquier cosa para poder salir de ahí. La culpa y la vergüenza carcomiéndola por dentro. Era difícil para ella lidiar con esos sentimientos aún cuando el hombre le hubiera asegurado que no tenía de qué preocuparse, era la segunda vez que se sentía así desde que se conocían.

—Bueno, sabes donde vivo. —intentó bromear la rubia. Daniel sonrió.

—Sí, te devolveré la visita. —el chiste y su sonrisa había aligerado un poco el ambiente, pero no lo suficiente para cambiar la idea de Endora de huir.

—Bien. Te veo por ahí, Daniel.

Cuando Endora cruzó las puertas de la casa y salió al exterior por fin pudo respirar con tranquilidad.

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solissupremacy🔒
conocí a mi futuro esposo e hice todo MAL me voy a llorar tres horas bye
en respuesta a solissupremacy

tmusicindustry🔒 no me digas que el bicicletero discapacitado ???
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solissupremacy🔒 el mismo :(
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tmusicindustry🔒 voy a tu casa ya y me cuentas todo con detalles
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solissupremacy🔒 😩
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hiddlesbro🔒 yo voy me dio curiosidad

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