Parte 3: Noche de miedo
No podía conciliar el sueño, los fuertes truenos y las iluminaciones repentinas ocasionadas por los relámpagos la tenían en vilo. Tapada hasta la cabeza, con la lámpara de la mesa de noche y el televisor encendidos, trataba de calmarse pensando en que pronto pasaría, cuando de repente las luces se apagaron.
Se apuró a buscar la linterna que Seokjin le había dejado y sin pensárselo dos veces salió en dirección a la conserjería, apenas hubo cruzado el umbral, vio al hombre parado en la puerta de la oficina con linterna en mano.
–Justo iba a... –se vio interrumpido por el cuerpo de ella.
Ella corrió a refugiarse en él, lo abrazó por la cintura y apoyó su cara en el pecho del joven conserje. Este dudó si debía abrazarla o no, tras un pequeño debate con él mismo, la rodeó con los brazos para calmar a la asustada mujer. Inmediatamente la condujo al interior, guiándola hasta la habitación que estaba detrás de la oficina.
Le indicó el sillón para que ella se siente y fue por unas velas que encendió y dispuso en varios lugares de la habitación.
Allí podía verse un pequeño televisor frente al sillón de dos cuerpos donde ella se había sentado, atrás del mismo una estantería con libros, adornos y varios cajones; en el rincón una pequeña mesa con dos sillas y junto a esta un pequeño estante con una cafetera, una pava eléctrica y algunas tazas. Del otro lado una puerta con un cartel que indicaba el baño.
– ¿Quieres un café? Todavía debe estar caliente porque no hace mucho que lo había preparado.
Ella asintió como toda respuesta.
Luego de entregarle la taza salió de allí y regresó enseguida con una frazada que puso en sus hombros. Ahí recordó que solo traía puesta una camisa y nada en la parte de abajo más que su ropa interior.
– ¡Gracias! Por todo.
–No tiene nada que agradecer –dijo con una sonrisa.
–Por favor tutéame, debemos tener la misma edad. Hasta quizás seas mayor que yo.
–Si me lo permites está bien.
–Si por favor.
Seokjin se sentó en una de las sillas, no muy lejos. Luego de tomarse el café y entregarle la taza vacía, levantó sus piernas del piso, y se abrazó a sí misma con la frazada. Todavía temblaba un poco, pero era más de miedo que de frío.
– ¿Tienes frío?
–No, es que me asustan mucho las tormentas eléctricas.
–Si quieres me puedo sentar a tu lado.
–Por favor –dijo con tono de súplica.
Se sentó a su lado y tomó una manta que estaba en el respaldo del sillón y se la colocó en las piernas. Pasó su brazo por detrás de ella apoyándolo en el respaldar del sillón, sin tocarla, así si ella quería podría apoyarse en él.
Hablaron poco, sobre el hotel, sobre la noche, la tormenta y sobre sus miedos. Lentamente ella se fue quedando dormida y su cabeza cayó apoyada en él.
Seokjin nunca había estado así con una mujer, lo más parecido había sido una vez que fue al cine con la que era su novia en la secundaria, pero solo habían estado sentados uno junto al otro y tomados de la mano.
Sintió la tentación de acariciar su rostro. Lentamente acercó su mano y lo hizo muy suave y lento para no despertarla. Yiseo era muy bella y además una chica de ciudad, una buena candidata que su madre aprobaría.
Acercó su nariz y aspiró el olor de su cabello, olía a coco y almendras. Quería besarla, ella estaba profundamente dormida y sus hermosos labios entreabiertos. Estaba a punto de hacerlo cuando escuchó un vehículo que se detenía en la entrada.
Enfadado por verse interrumpido, retiró lentamente su brazo para no despertarla y salió en dirección de la conserjería para ver quién llegaba a estas horas de la madrugada en medio de la tormenta.
***
Sentía algo que le hacía cosquillas en la mejilla, pero tenía mucho sueño todavía para abrir los ojos, por lo que movió la mano para apartar sea lo que sea. Enseguida volvió a sentir el cosquilleo pero esta vez en la nariz, por lo que supuso sería una mosca y volvió a agitar la mano para espantarla sin abrir los ojos. Una vez más volvió a sentir la mosca esta vez en su frente, por lo que intentó matarla pegándose en la frente con la palma a la vez que ya frustrada abrió los ojos.
Enorme fue su sorpresa cuando se encontró con un chico con una pluma en la mano y que reía muy divertido.
– ¡Al fin despiertas! Jin me dejó encargado despertarte a las 8.
– ¿Y no se te ocurrió otra forma menos molesta para hacerlo?
–Lo intenté, te hablé varias veces, pero como no despertabas y no me atrevía a tocarte, la pluma fue efectiva –dijo y volvió a mostrar una gran sonrisa–. Soy Jimin, reemplazo a Jin en las mañanas, puedes decirme Mochi si quieres.
El chico rubio parecía estar alrededor de sus veinte, a pesar de eso tenía un rostro muy infantil, con labios gruesos; llevaba una gorra estilo Gatsby, una remera blanca y un jardinero de denim, parecía sacado de una película de Tom Sawyer.
– ¿Dijiste que ya eran más de las 8?
El asintió mostrando una amplia sonrisa que hacía que sus ojos parecieran solo dos líneas en su rostro.
Se levantó a prisa del sofá, pero al recordar que solo llevaba una camisa se envolvió en la frazada y salió en dirección de la habitación.
Sonaba una música alegre por lo que dedujo que ya había luz, en la habitación que estaba habían abierto las cortinas pero no había lámparas encendidas como para saberlo.
Cuando estaba llegando a la puerta pudo ver por el vidrio de la misma un hombre delgado enfundado en un traje gris que aparentemente estaba hablando por celular a un volumen que se enterarían todos los vecinos si los hubiese.
–Disculpa –dijo volviéndose hacia el rubio conserje–. ¿Ese hombre esta hablando por celular?
– ¿Hoseok? No lo creo, acá no debería tener señal.
– ¿Lo conoces?
–Sí, es un cliente habitual, viene todas las semanas, es un viajante de comercio. Siempre me consigue cosas que necesito y a buen precio. Es un hombre muy amable y agradable.
Yiseo se dio cuenta que a Jimin le gustaba hablar mucho, y era algo que ella odiaba en las mañanas por lo que se apuró a salir de allí hacia su cuarto. Pero antes tenía que preguntarle a ese hombre como es que él si tenía señal, quizás podría ayudarla.
– ¡Disculpe! –el hombre no se dio por aludido y seguía hablando de espalda a ella–. ¡Disculpe!
– ¿Me habla a mi? –dijo el hombre girándose hacia ella a la vez que se señalaba a sí mismo con el índice.
–Si a quien más, acaso ve a alguien más aquí.
Evidentemente había despertado de mal humor a causa del mal despertar y se estaba dirigiendo de mal modo a la persona equivocada.
–Bueno, tal parece que dormimos muy mal –dijo divertido mirándola de arriba abajo.
Ella se imaginó por un momento como se vería, envuelta en una frazada, usando solo una camisa, descalza y con sus pelos todos revueltos.
–Disculpa –dijo tuteándolo al ver que no era mucho mayor que ella– he tenido una mala noche y un despertar peor.
–Disculpas aceptadas –dijo esbozando una gran sonrisa que dejaba ver todos sus dientes y curvaba sus labios con una forma casi de corazón.
Verlo sonreír la hizo sonreír también a ella sin darse cuenta.
– ¿Acaso tienes señal? Yo no he podido usar mi móvil desde que llegué.
–No no, yo tampoco tengo señal, aprovecho cuando tengo unos minutos y grabo recordatorios o mensajes que debo enviar cuando llegue al pueblo siguiente y recupere la señal.
–Uf, me había hecho ilusiones –bufó, y sin más se metió en su habitación.
En veinte minutos ya estuvo nuevamente afuera, bañada y arreglada para ir a ver si encontraba hoy a su clienta y podía marcharse de una buena vez de este lugar. Llevaba el mismo pantalón que el día anterior, pero esta vez reemplazó la blusa por un sweater liviano al cuerpo con un escote en "v" que estaba al borde de dejar de ser apropiado.
– ¡Vaya, vaya! –dijo el sonriente hombre acercándose a ella al verla–. Si la cruzara por ahí nunca creería que sea la misma mujer que me gritaba esta mañana.
Ella rio con desgano. Él se había acercado demasiado y la miraba como si la desnudara con los ojos.
–Ya me disculpé, ¿qué más puedo hacer?
–Viéndola así, se me ocurren muchas cosas que podría hacer –dijo acercándose más de lo debido.
Pudo sentir su aliento en la cara y vio como se pasaba lento la lengua por el labio inferior y la miraba con picardía, mientras mantenía las manos en los bolsillos del pantalón. Jimin había dicho que era un hombre amable y agradable, pero a ella no le estaba pareciendo lo mismo.
Sin decirle todo lo que se le cruzaba por la mente en ese momento se marchó para cumplir con su trabajo.
***
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