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capítulo único

Se abrazó asimismo, tratando de conseguir el mayor calor posible. Miró hacia los dos lados de la calle antes de cruzar para llegar a su destino: La biblioteca del centro.

Desde hace dos meses atrás -aproximadamente- asistía a la biblioteca con frecuencia. Empezó siendo cada fin de semana hasta volverse un hábito diario. Desde pequeño le había gustado todo lo relacionado con libros y la literatura. De hecho, tenía una libreta con varios escritos de su autoría, plasmando en ellos historias diferentes, pero ninguna dejaba de ser tan hermosa como las otras. En ellas escribía sobre sus mil y un amantes o hasta de su propia esposa, a la cual obviamente le era infiel.

A cada una las describía como los seres más hermosos, escribía lo que le gustaba de ellas y que era lo que le había cautivado. Expresando sus emociones y sentimiento hacia las muchachas. Su amada mujer era la que se llevaba el premio mayor con cientos de poemas dedicados a ella y su belleza. Eso sí, mantenía el anonimato y las identidades de las jóvenes en secreto, poniéndoles seudónimos cercanos a sus verdaderos nombres.

Fijándose de que tenía el camino libre y no venía nada, cruzó la calle en pequeños trotes, queriendo llegar lo antes posible, sabiendo que ahí dentro encontraría el calor y la comodidad necesaria.

“Buenas tardes, Harry. Es bueno verte por aquí, pensé que no vendrías hoy” saludó amable la mujer mayor, detrás de su escritorio.

“Igualmente, Mónica. Hoy Mary preparó el almuerzo así que tuve que esperar a que estuviese listo” se encogió de hombros, explicando.

“Entiendo” la mujer dijo. “Puedes pasar, sólo deja tu identificación, ya sabes. Lo de siempre.”

Sacó su billetera en busca de su identificación para entregársela a Mónica y pasar sin ningún problema.

Un ruido desde el otro lado de lugar le hizo llamar su atención. Un chico notablemente más joven que él, con el cabello castaño cayéndole por la frente, ojos azules casi grises y piel color caramelo, se encontraba en el piso tirado junto con unos utensilios de limpieza. Lope sólo negó con la cabeza, divertido por la torpeza del muchacho.

“¿Quién es él?” Preguntó Lope, curioso. “¿Es nuevo aquí? No lo había visto antes.”

“Es Louis, mi sobrino. Le conseguí un trabajó aquí por las vacaciones, estará un tiempo nada más.”

Harry atinó a asentir en comprensión. Entregó su identificación y caminó hasta los anaqueles con libros de poesía. Tomó uno al azar, después se dirigió hasta las mesas, sacando de su pequeña mochila una libreta y un bolígrafo en tinta negra. Abrió el libro y comenzó a leer, tomando algunas notas de sus partes favoritas, o a veces, escribiendo el poema entero cuando en verdad le atraía o le hacía sentir identificado.

Así estuvo un buen rato, quizá horas hasta que escuchó el reloj sonar, indicando que habían dado las 5 pm. Guardó sus cosas y se puso nuevamente su gabardina, no quería morir congelado ahí afuera. Llevó el libro hasta su lugar y tomando de vuelta su credencial, salió del lugar, no sin antes darle una corta despedida a Mónica.

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Lo que restó de la semana hizo lo mismo, iba, escribía uno que otro poema, o a veces observaba al joven de cabellos castaños. Reía en voz baja de él cuando tropezaba con sus propios pies. Otras simplemente lo miraba fijamente mientras que él -Louis- se paseaba por los pasillos de la biblioteca, leyendo entre susurros los títulos de las obras.

Harry pensaba que el joven chico tenía cierta afición por los libros, así como él. Y es que ¿quién no? Por ejemplo, Styles opinaba que los libros eran maravillosos, cada uno te enseñaba algo nuevo y dejaban una reflexión que tu mismo debías descifrar y saber como aplicarla en tu vida propia.

El sábado llegó y con el una fuerte ventisca. Mary, su mujer, le dijo que no fuese hoy, ya que el viento estaba bastante fuerte y podría ser peligroso. Pero él siendo terco, se hizo de oídos sordos y sin escuchar a su esposa, caminó con pasos firmes hasta llegar a la biblioteca.

Abrió la puerta y lo primero que pudo notar, fue el intenso olor a café. Echó un vistazo a su alrededor y se fijó en que todos o la mayoría de la gente ahí tenía en manos una taza de dicha bebida. Decidió que tomaría un poco después.

“Hola, soy Louis ¿puedo ayudarte en algo?” Harry saltó en su propio lugar al oír la repentina y cantarina voz del oji-azul. “Perdón, te asusté. No era mi intención en verdad” rió nerviosamente.

“Tranquilo, estoy bien. Bastante a decir verdad ahora que te veo de cerca.” Dijo con algo de coquetería.

Louis lo miró con sorpresa y sintió sus mejillas calentarse en vergüenza ¿Acaso le estaba coqueteando? No podía creerlo.

“¿Puedes mostrarme dónde están los libros de poesía lírica?” pidió.

“Claro, sígueme” caminaron hasta un estante algo antiguo. Louis sacó un libro rojo y grueso. “Éste es uno de mis favoritos. ‘La primavera besaba’ de Antonio Machado. Es realmente buena.”

Entonces Styles cayó en la cuenta de que estaba en lo cierto, el pequeño Lou gozaba de la poesía así como él. Y decía pequeño porque no le llegaba más que al hombro. Notó como sus ojos azules centellaban de emoción al repasar las líneas y versos del poema. La sonrisa en el rostro del chico era única.

“Ten” le ofreció. “Si necesitas algo más sólo búscame.”

“Lo tendré en cuenta”

Se dejó caer en la silla, tomando de su bolso las mismas cosas de siempre. Con la mano izquierda se quito el gorro de la cabeza, dejando libres sus rizos cortos.


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Louis miró por última vez su reloj de mano, su hora de salida había llegado. Se despidió amable de su tía y tomó el par de suéteres que llevó ese día. En la entrada de la biblioteca, su amigo, Zayn, lo esperaba fumando lo último que le quedaba de su cigarrillo.

“Hey, ¿nos vamos?” Cuestionó el castaño hacia su amigo, quien sólo dijo sí con la cabeza.

Comenzaron a caminar para la casa del moreno -Zayn- sus padres no se encontraban ahí, así que podrían ver alguna película hasta la hora de la cena.

Ellos habían sido amigos desde siempre, crecieron juntos y sus familias eran algo así como amigas.

Zayn Malik era el hijo del zapatero del pueblo, se caracterizaba por ser un poco violento y sin religión a la cual seguir. Sus ojos eran color ámbar, la piel un tanto morena, alto y delgado, y su cabello negro como la misma noche, con una ligera adicción al cigarro. Nada de que preocuparse. En pocas palabras era hermoso, o eso era lo que decían todas las chicas que estaban detrás de él. Chris las ignoraba por completo, porque él estaba detrás de otra persona. Y con otra persona se refería a un chico, y con un chico se refería a Louis, su mejor amigo.

Sí, llevaba un buen tiempo enamorado de él. Toda su atención y pensamientos se los quedaba el chico de ojos azules. Y es que no pudo haber evitado caer enamorado. Tomlinson era increíble, era amable y bastante optimista, siempre buscándole el lado positivo a las cosas. Incluso era cariñoso cuando se lo proponía, algunas veces era bastante dulce y eso hacía a Malik confundirse. No quería hacerse falsas ilusiones, pero cuando Lou se ponía en plan amistoso se le era imposible.

“Conocí a alguien, bueno, algo así” comenzó hablando Louis. Enrollando los brazos alrededor de su amigo. “Se llama Harry, es algo agradable. Va a la biblioteca todos los días. Incluso hoy me coqueteó… o eso creo.”

“Genial” contestó con un fastidio evidente.

“¿No te alegra? ¿Ni un poco?”

“Me da igual” contestó el moreno, serio e hirviendo en celos.

Louis frunció el ceño, confundido por la actitud de su mejor amigo. Se supone que debería estar feliz por al fin haber encontrado a alguien que llamara su atención. Aún así lo dejó pasar, tal vez Zayn estaba molesto por otra cosa, así que decidido, dejó ahí el tema.

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Las semanas corren y Louis y Harry se conocen cada vez más. En los ratos libres del de ojos azules, se sentaban a comentar, en voz baja obviamente, sobre algunas obras que habían leído o incluso escrito.

Se estaban llevando bastante bien y Louis estaba cayendo poco a poco por el hombre de rizos. Se portaba amable con el, y adoraba el tono que usaba con él, su voz siempre sonaba ronca, algo rasposa pero a la vez suave y delicada.

“Algún día te traeré todo lo que tengo escrito, no es por alardear y presumir pero soy realmente bueno” comentó Harry haciendo reír al castaño abiertamente. Consiguiendo que la gente de ahí lo mandase a callar.

“Oops” dijo Louis, cubriéndose la boca con la manos, para después soltar una risa más baja y traviesa. “Perdón. Y si, creo que yo también traeré los míos.”

El oji-verde asintió en acuerdo con el joven más bajo.

“Oh, mira que hora ya es ¿Me acompañas? Me toca el almuerzo.”

“Claro, podemos ir por un café. Éste frío no ayuda en nada”

“Estamos en diciembre, Harry. ¿Qué esperabas?” comentó Louis en tono sarcástico.

Salieron del lugar para ir a la cafetería más cercana, que estaba a sólo unos pasos de distancia. Lope como siempre, cargaba con su mochila y su cuerpo estaba cubierto por la misma gabardina de todos los días. Su favorita, para ser exactos.

“Y… ¿Qué haces cuando no estás trabajando en la biblioteca?” quiso saber Harry, una vez sentando en la cafetería con una taza humanamente de líquido oscuro frente a él.

“A veces voy a casa con mi padre, otras paso la noche con mi amigo Zayn. Deberías conocerle, es agradable cuando lo conoces.”

“Ya lo creo” se limitó a opinar.

“¿Qué hay de ti? ¿Qué haces después de pasar tantas horas en la biblioteca?” los ojos azulados de Louis brillaron de curiosidad extrema. Se moría por saber más de vida del hombre.

Harry se encogió de hombros e hizo un ademán con la mano, restándole importancia a lo que iba a decir.

“Me voy a casa con Mary, cenamos juntos, vemos un poco de televisión y nos vamos a dormir.”

“¿Mary?”

“Si, mi esposa” aclaró, peinando un poco sus rizos.

A Lou estaba que se le caía la cara de vergüenza. Vaya suerte que tenía ¡Se había enamorado de un hombre casado!

Tomó un sorbo de su té, disimulando su decepción.

“Guau” dijo. “Debe ser lindo tener a alguien que te espera todas las noches para dormir junto a ella, ¿No es así?”

“Algunas veces” contestó, sin mucho ánimo. "¿Qué estudias? Tu tía me dijo que estabas vacaciones."

Tomlinson rió nerviosamente, mirando para otro lado.

“En realidad, mis vacaciones empiezan en dos semanas. Dejé la escuela desde que mamá murió, mi padre dejó de trabajar por depresión y nos quedamos cortos de dinero. Literatura. Eso estudiaba y me gustaba mucho. Ahora estoy trabajando para poder pagar algo y volver.” explicó.

“Siento mucho lo de tu madre, y se me hace muy bueno que hagas eso por ti mismo. Yo nunca fui a la Universidad, lo único que hacía era ir todos los domingos a misa. Pareces muy joven, ¿Qué edad tienes?”

“Diecinueve” contestó. “¿Y tú?”

“Veinticinco.”

Louis asintió y no dijo más, siguió comiendo en completo silencio con la voz de Harry oyéndose en el fondo. Tenía la mirada perdida, pensando en otras cosas, como por ejemplo lo mal que se sintió -y se sentía- al momento que el mayor le dijo que era casado. Era algo que en verdad no se esperaba, y eso lo decepcionaba un poco.

“¿Estás bien?” Preguntó Harry al notar al chico algo perdido. Trató de tomar su mano por encima de la mesa, pero Louis la apartó rápidamente, llevándola hasta su cabello y peinando algunos mechones de éste.

“Si- bien. Sólo que se me hace tarde. Mi tía me regañará si llego tarde. Nos vemos pronto” se paró de su asiento, y después de darle un beso en la mejilla al más alto, salió por la puerta del local en dirección a la biblioteca.

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Para cuando la noche cayó, como todos los días, Zayn fue a buscar a Louis para llevarlo a casa y asegurarse de que llegara sano y salvo.

“¿Podemos hacer algo diferente hoy?” Lou tiró de las mangas de su suéter, haciéndolas bajar para envolver sus manos en el.

“¿Diferente cómo qué?” quiso saber el de cabello azabache, sacando un cigarrillo de su bolsillo trasero. “¿Quieres?” le ofreció uno, él simplemente negó.

“No lo sé, ir a tomar algo por ahí, ya sabes…” encogió sus hombros, buscando algunas excusa para decir.

Zayn lo miró con los ojos entrecerrados. Esto era raro, Louis Tomlinson pidiéndole ir a tomar algo por ahí… no se veía todos los días.
“Claro. ¿Quieres ir a mi casa o algún bar?” propuso, con sus ojos ámbar brillando de travesura.

“Donde sea está bien” contestó con simplicidad.

El moreno sonrió con un poco de malicia, tomando la mano del bajito y encaminándolo hasta el bar más cercano.

Entraron al lugar y notaron que era bastante oscuro, con sólo algunas luces de colores que brindaban una pobre iluminación. La gente estaba esparcida por todo el lugar, algunas riendo, otras bailando la música del momento. Llegaron hasta la barra principal y por suerte encontraron dos lugares juntos, vacíos. Se sentaron en ellos y Zayn ordenó por ambos.

La estaban pasando bien, hablando de cualquier cosa y recordando viejos tiempos de cuando era más jóvenes. Y ninguno sabía como, Zayn se estaba acercando al rostro de Louis, peligrosamente. Y el oji-azul no era nada tonto, sabía las intenciones de su amigo: apartó el rostro rápidamente, y se disculpó con él.

“Zee, no. Por-por favor. Eres mi amigo y además-“

El de ojos ámbar lo interrumpió.

“Tranquilo, yo entiendo” suspiró, rendido. “Creo que es mejor que nos vayamos, se hace tarde y puede ser peligroso” su tono de voz cambió de ser calmado a serio y hasta frío.

El joven de cabellera castaña caminó detrás de su amigo, casi pisándole los talones para no perderse entre tanta gente.


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Las próximas dos semanas Harry siguió yendo con la misma frecuencia a la biblioteca, dándose cuenta de la ausencia del chico más joven. Era extraño no tenerlo cerca de él. Se había acostumbro a pasar las tardes juntos, compartiendo opiniones y risas.

Entonces, Harry se dio cuenta de cuánto extrañaba y que tanto lo necesitaba a su alrededor, soltando pequeñas risas, contándole una que otra historia con su voz cantarina -que tanto le gustaba oír-. Le gustaba tenerlo siempre cerca, mirándolo de reojo mientras él ordenada los libros o atendía a la demás gente que entraba.

Amaba la manera en la que con sus delicadas manos, acomodaba la capa de cabello que le caía por la frente. Amaba el brillo de sus ojos azules asemejados al cielo. Y amaba de sobremanera sus mejillas sonrojadas de vergüenza cuando usaba palabras que Louis no entendía, el reía corta y apenadamente soltando un “Perdón, no he entendido”, entonces Harry negaba con diversión y volvía explicarle con palabras más simples.

Y es que nadie lo hacía sentir de esa manera. Nadie había logrado llenarle el alma como Louis lo hacía, ninguna de sus amantes o tan siquiera su esposa. Nunca había sentido el corazón bailarle fuertemente en el pecho, o el estómago apretarse de emoción con sólo ver a alguien parado, haciendo nada.

Entonces, sólo entonces, se dio cuenta de que han fuerte era su enamoramiento por Louis. Porque sí, estaba enamorado. No había otra manera de describirlo.

La campanilla del lugar sonó, indicando que alguien había entrado. Lope alzó la mirada para ver de quien se trataba.

Cierto joven estaba parado frente al escritorio, con varios suéteres cubriéndolo y en la cabeza un pequeño gorro azul que tapaba sus finos cabellos lacios y castaños,  su nariz estaba en un color rojo, probablemente consecuencia de un resfrío. A su lado, un chico de cabello oscuro y chamarra de cuero, mirando a todos lados como si lo protegiera de algo… o de alguien. Lou compartió unas cuántas palabras con su tía antes de caminar hasta un anaquel lleno de libros de literatura clásica.

El rizado aprovechó para caminar detrás de Louis y preguntarle que había pasado, y por qué no ha estado viniendo.

“Hey, Lou. ¿Qué ha pasado? Tienes semanas sin venir aquí” le preguntó, una vez que estuvo detrás del más joven.

“Nada. He estado un poco enfermo. Es todo. Tengo que irme” el castaño comenzó a caminar lejos de Harry, pero él lo paró, tomándolo del brazo.

“¿Podemos hablar?” con un poco de nerviosismo, cuestionó.

“No lo creo. Tengo prisa y necesito ayudar a Zayn en algo. Tal vez en otro momento” y sin más, volvió con su tía para hacer el trámite de préstamo de libros. Tan rápido como pudo, salió con su amigo por detrás.

El hombre de ojos esmeralda -Styles- se quedó un momento ahí parado, confundido. Louis había actuado muy raro, le habló corto y seco, como si no le quisiera cerca. ¿Habría hecho o dicho algo que lo hizo sentir mal? Volvió a su lugar, tomando asiento, y se puso a pensar. Quiso confesarle sus sentimientos a Lou pero él no quiso escucharle, y parecía no querer hacerlo más.

Así que, decidido, sacó su libreta y en una hoja limpia, comenzó a escribirle una carta al castaño, diciéndole todos sus sentimientos y confesándole como le hacía sentir. Al reverso de la hoja, puso el poema favorito de Louis, aquel que le mencionó la primera vez que hablaron. Arrancó la hoja y la guardó en su bolsillo. Le preguntaría a Mónica donde vivía para poder dársela personalmente.

Cuando tuvo la dirección exacta del de ojos azules, salió del local rumbo ahí. Caminando tranquilamente, chocó con alguien casi haciéndole caer.

“Perdón iba distraído y- ¡Hey! Yo te conozco” Lope observó al muchacho fijamente.

Era Zayn, el mejor amigo de Louis.

“Yo no, disculpa.”

“No importa. Oh, ¿Puedes hacerme un favor?” el rizado pidió y el moreno asintió.

“¿De que se trata?”

“¿Podrías darle esto a Louis? Es importante, muy importante” recalcó. “Dile que Harry Styles se lo envía, ¿si? Gracias, eres un sol” bromeó  y Zayn rió un poco -siendo hipócrita-, tomando el papel que el hombre le daba.

Harry  se alejó caminando ahora en dirección a su casa.

Zayn abrió el papel y comenzó a leer. Él era el hombre del que Louis estaba enamorado. Invadido en celos de pies a cabeza, rompió la carta y la tiró en el bote de basura más cercado. Su amigo no podía saber que el sentimiento era correspondido, porque eso significaría que estarían juntos y no. Louis debía y tenía que ser de Zayn.

Mirando alrededor de la calle, por la avenida, vio a dos hombres grandes y musculosos. Sonrió con malicia cuando su mente ideó un plan. Trotó un poco en su dirección hasta llegar a ellos.

“Hola, soy Zayn Malik y quería saber ¿Qué son capaces de hacer por diecisiete euros?” Preguntó con inocencia fingida.

El hombre más grande volteó a verle, y con una cara llena de maldad contestó:

“Por veinte le quebramos los huesos a cualquiera”

“Me gusta como piensas. Hecho” el moreno aceptó, tendiéndole la mano a los hombres para cerrar su acuerdo.


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El joven Louis corría por los pasillos del hospital, desesperado, buscando con la mirada la habitación 254, la que el enfermero le había dicho y la misma donde Harry estaba. Se había enterado que estaba ahí por unas señoras que platicaban del tema, al oír el nombre de su amado no dudo en correr al hospital, el único de la ciudad.

La puerta de la habitación estaba abierta. Se asomó por el umbral de ésta, mirando un poco antes de entrar. Una mujer no muy grande estaba sentada en una silla a un lado de Lope. Debe ser su esposa, Lou pensó.

“¿Quién eres tú?” Preguntó la mujer. Rápidamente hizo un ademán con la mano, restándole importancia. “¿Podrías quedarte un momento aquí? Iré a comer algo.”

El castaño asintió de manera rápida. Ella pasó a un lado de él, saliendo de ahí. Se aseguró de que nadie estuviera cerca y corrió hasta llegar a Harry.

Agarró su gran mano entre las suyas pequeñas. El hombre estaba con la cara amoratada e hinchada. Louis no podía imaginar quien pudo haber sido tan malo y hacerle eso a Lope.

Sollozó fuerte sin poder evitarlo.

El rizado se veía muy vulnerable así. Miró más de cerca su rostro, notando que por más golpes que tuviera, se veía realmente guapo. Tenía los pómulos y barbilla marcados a la perfección, como si fuesen esculpidos a mano. Sus pestañas largas y rizadas, casi chocando contra sus mejillas magulladas. Y sus labios, los mismos labios que siempre había querido besar, antes rojos cereza a causa de tanto que se los mordía, ahora pálidos, sin color y un poco resecos.

Sin pensarlo dos veces, se acercó a ellos, uniéndolos en un beso. Entreabrió un poco sus labios, capturando los de Harry entre los suyos.

Harry suspiró, poco a poco despertando. Abrió los ojos suavemente, parpadeando para acostumbrarse a la claridad. Se sorprendió al ver a alguien frente a él. Aclaró su vista y ¡Era Louis! Y ¡Le estaba besando!

Louis se dio cuenta de que Lope despertó, y apenado se separó de él.

“Yo-Harry” trató de hablar.

No terminó de hablar porque el oji-esmeralda lo tomó por la nuca para besarlo nuevamente. Lou gimió en sorpresa al sentir sus labios chocar rudamente con los de Harry.

“Te amo” confesó el de rizos sin más.

“¿Qué? Pero-pero tú estás casado y-”

“Tranquilo, está bien, veremos como solucionarlo, ¿Si?”

“Si, claro. Te amo también”.

La esposa de Harry nunca volvió, así que Louis se quedó con él, cuidándolo, incluso durmió ahí.

Para la mañana siguiente, ya estaba mejor, sus golpes no se veían tan mal y ya no dolían tanto gracias a los medicamentos. Cuando dieron las doce del día, ambos salieron del hospital. El doctor dijo que todo estaba bien y no había sido nada grave, sólo unos cuantos moratones.

Cuando llegaron a casa del más joven su padre estaba ahí. Lou presentó a Harry como un amigo, sin embargo, su papá dudo un poco al notar la mirada encantada de su hijo al ver al rizado. Aún así, decidió ignorar eso y lo dejó pasar.

Ahora, Harry estaba recostado en la cama de Louis comiendo un poco de sopa caliente, según el más joven, el debía de descansar para estar recuperado pronto.


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Zayn iba caminando tranquilamente en dirección a casa del castaño. Quería verle y por fin decirle lo que sentía. Tocó la puerta y el padre del castaño abrió.

“Buenos días, ¿está Lou por aquí?”

“Buenos días, igual. Claro, pasa. Está en su habitación. Pero tiene algo así como compañía”

¿Compañía? Se preguntó Zayn, ¿Quién podría ser? Louis no tenía más amigos que él.

Sube lo más rápido posible las escaleras. Abre la puerta de Lou y lo que vio no le gustó nada. Harry estaba besando al más bajo con las manos posadas en su delicada cintura, mientras que Louis tenía los brazos enrollados alrededor del cuello del rizado. Se va de ahí sin decir nada.

La noche cae y Harry dice que tiene que volver a casa, tenía que hablar con su esposa sobre lo que pasó. Con un beso más, se despide de Louis y le desea buenas noches al padre de éste.

Tomlinson se duchó para poder dormir fresco. Sentía un poco miedo, ya que era su primera noche solo desde la muerte de su madre. Su padre había conseguido un trabajo pero lo malo es que era por las noches. Aclaró un poco su mente y se dispuso a no pensar en cosas malas.

Envuelto entre sus cómodas sabanas, reconsideró la propuesta que Harry le hizo sobre quedarse a pasar la noche, pero ya era demasiado tarde. Harry se había ido y estaba solo. Cerró los ojos para poder dormir, mañana tenía que ir a la biblioteca desde temprano.

Un llamado a la puerta le hizo abrir los ojos, bajó las escaleras y prendió las luces.

“¡¿Quién es!?” Gritó desde dentro.

“Soy Zayn.”

Oh, tan solo era su amigo. Con confianza abrió y el chico entró, tomándolo entre sus brazos, apoderándose de sus labios rudamente. Louis sintió el penetrante olor a alcohol y algo más. No podía identificar qué, pero tampoco parecía ser algo bueno.

“Pequeño Lou-Lou...” Comenzó hablando. “Tu tienes que entender algo, ¿Si?, si tu no eres mío , no eres de nadie.”

“Zee, por dios, ¿Qué cosas dices? Mejor ve a casa y mañana hablaremos de esto. Estas borracho y tal vez drogado.”

“¡Cállate! ¡No me iré de aquí!” Dijo, alzando varios tonos su voz.

“¡Tranquilízate, por favor! Estas asustándome” susurró lo último, preso del miedo.

El semblante de Christopher cambió de rabioso a tranquilo. A pasos lentos, se acercó a Louis, abrazándolo suave y besando su frente. Del bolsillo trasero de sus pantalones , sacó el arma y sintió a el castaño temblar, susurró un corto “Perdón” antes de apretar el gatillo a un costado de la cabeza de Louis. El pequeño cuerpo del de ojos claros, cayó al suelo. Muerto.

“¡Te dije que si no eras mío, no eras de nadie!” le gritó al cuerpo inerte de Louis.

Soltó el arma, dejándola caer. Pateó un par de veces al castaño, descargando su coraje. Coraje que tenía consigo mismo.

Segundos después, cayó de rodillas al piso, tomando en brazos el cuerpo del menor, lamentándose de lo que había hecho. Vio el arma a un costado de él, y sin pensarlo más, se apuntó. Matándose. Acabando con su propia vida.

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El clima de esa mañana estaba peor que nunca. Los nubarrones cubrían el sol y el viento golpeaba con fuerza su rostro. Pero eso no le impidió a Styles sentirse feliz y en plenitud. Tenía muchas ganas de contrale a Lou todo lo que había hablado con su esposa.

Ella aceptó darle el divorcio, y confesó que también le fue infiel, de hecho, estaba en espera de un hijo de su amante. Así que su divorcio se ejecutaría sin problema alguno.

Mucho más temprano de lo usual estaba yendo a la biblioteca. Desde la esquina, notó a Mónica en la entrada del lugar. Caminó lo más rápido que pudo.

“¡Mónica, espera!” Gritó hacia la mujer cuando ésta comenzó andar.

“¿Cómo está hoy, Harry?” la mujer trató de sonreír, pero salió algo más como una mueca triste.

“Bien, eso creo. ¿Pasó algo? Perdón pero te ves mal” admitió. “¿No abrirás hoy? ¿Y Lou? ”

“Oh, cariño. ¿No te haz enterado?” la mujer dijo con lástima.

Él negó confundido y asustado. Mónica sollozó y el rizado la envolvió entre sus brazos.

“Louis murió ayer por la noche. Zayn lo mató y luego se suicidó” declaró Mónica, llorando sobre Harry.

El rizado no dijo nada, sólo se disculpó con la señora y se fue de ahí. Caminó sin dirección alguna, pero llegó a la cafetería, la misma donde una vez acompañó a Louis en su hora de almuerzo. Buscó la mesa en la que se sentaron aquella vez. Pidió un té verde.

Pronto, comenzó a recordar los momentos junto a Louis, que aunque no fueron miles, eran muy significativos.

“Señor, disculpe” una joven con un delantal se acercó a él. “Estamos por cerrar, ¿pagará el té o…?”

“Si, claro. Tenga” dejó unos cuantos euros en la mesa y se fue.

No sabía en que momento el sol había caído. Todas las horas pasadas ahí, sentando, estuvo recordando el rostro del pequeño Louis, anhelando sentir sus labios una vez más sobre los suyos o tan siquiera tenerlo para poder decirle una vez más cuanto le amaba.

Con el corazón roto y el alma vacía fue a casa, con el frío calándole los huesos. Tampoco es como si le hubiese importado la temperatura.

Cenó en compañía de Mary. Le dio su más sentido pésame.

Una semana entera pasó y Harry estaba peor que nunca, había perdido peso notablemente, casi no comía y se quedaba en su habitación encerrado. Tampoco tuvo el valor suficiente para asistir al entierro, sabía que si iba se destrozaría más de lo que ya estaba. A Mary le preocupaba bastante eso, porque, a pesar de no amarlo como debía, le tenía un gran aprecio por haber cuidado de ella durante su matrimonio.

Eran las doce de la noche cuando el timbre de la puerta principal sonó. Mary veía la televisión tranquila, así que como estaba cerca, se paró para atender. Harry bajaba las escaleras a paso lento por un vaso de agua, luciendo ojeroso y cansado, al momento que su -aún- mujer abría la puerta.

“Buenas noches, ¿Es aquí la casa del señor Harry Styles?” un oficial de Policía, algo grande de edad, estaba parado en la puerta.

“Soy yo, ¿Qué ha pasado?”

“Hemos encontrado entre las pertenencias del joven Tomlinson” en su mano tenía un libro marrón de cuero, semejante a un diario. El oficial se lo pasó a Harry y él lo agarró. “Tiene su nombre ahí, es como una dedicatoria o algo así. El padre del chico creyó justo que usted lo conservara.”

“Gracias.” Y con eso, el Policía se fue.

El de rizos subió hasta a su habitación, olvidándose por completo de su sed. Se sentó en su cama, cruzando las piernas para mayor comodidad.

Abrió el libro y en la primera página, en grande estaba escrito “Harry y Louis” con la perfecta caligrafía del castaño. Volteó a la siguiente página y leyó la dedicatoria, que no era tan corta como salían ser.

“A mamá, que en paz descanse.
A papá, quien me cuidó y apoyó en todo momento.
Al hombre que más amé, quien me hizo sonreír y sentir querido cuando más lo necesité. Harry Styles.”

Y por primera vez, desde que se enteró de la muerte de su amado, Harry se permitió llorar, abrazándose del libro. Era lo único que le quedaba de él. Lloró con el triste recuerdo de que nunca más volvería a ver las arruguitas que se formaban a las orillas de sus ojos a causa de sus sonrisas brillantes.

Lo que restó de la noche y parte de la mañana siguiente se quedó leyendo el libro entre saladas lágrimas de nostalgia y orgullo. Se sentía orgulloso del trabajo de Lou, tanto que si estuviera en este momento con él, le llenaría el rostro de besos y hasta sería capaz de besarle lo pies. Harry rió, imaginando la escena de él besando los pequeños pies del castaño.

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La misa había terminado, así que salió a dar un pequeño paseo por las calles de la cuidad. Gracias a Dios era verano y podía usar camisetas de mangas cortas.

Ha pasado ya un año desde todo lo ocurrido. Styles, después del divorcio había decido volverse sacerdote. Quería dedicar su vida entera a Dios, se sentía en deuda con él por haberle enviado, aunque sea un tiempo corto, al Ángel más hermoso. Louis.

Una semana después de que leyó la obra maestra de Lou, contacto con una buena editorial para hacer la publicación del libro. No es que quisiese sacar provecho de eso, no. Quería presumirle y mostrarle al mundo de lo que su chico fue capaz antes de morir. La editorial, encantada con la historia, aceptó hacerla en físico.

Hoy en día, era uno de los libros más famosos en toda Inglaterra, y pronto en todo el mundo. La trágica pero romántica historia dejaba a la gente atrapada, imposibilitándoles hacer una pausa en la lectura. El nombre de Louis Tomlinson estaba en boca de todos, y Harry no se podía sentir más feliz consigo mismo.

El libro se público tal y como Louis lo escribió, sólo cambiaban unas cosa. Como por ejemplo, el nombre del libro, que ahora resultaba ser “Romeo & Julieta” -también se modificó el sexo de un personaje-, y final de todas la hojas, quedaba una segunda dedicatoria. De Harry hacia Louis.

“Para el Ángel más hermoso e increíble que alguna vez tuve el gusto de conocer, y tener entre mis brazos.
A ti, amor mío, Louis Tomlinson”.


Fin.

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