xviii. el desorden mundial
VIEJOS DEMONIOS,
capitulo dieciocho: el desorden mundial!
JOY TENÍA QUE HABERSE ESPERADO QUE AQUEL ENCUENTRO PODRÍA CONDUCIRLOS A ALGO QUE ERA MÁS PROFUNDO EN ESE ICEBERG. Más viniendo de la mente maestra de Wong, o, aparentemente, alguien que realmente no era Ada Wong (según la advertencia de Eider Kennedy al apuntarle y disparar). Chris no podía verse más que confundido al ver que ellos la necesitaban viva, como también de la sorpresa de tener la presencia del matrimonio Kennedy en la ciudad en búsqueda de esta misma mujer como también de la presencia del consejero de seguridad Derek C. Simmons, quien parecía ser el autor de varios crímenes que ellos desconocían. La cantidad de información que pudieron conseguir era más que precisa como lo había dicho la menos de los Kennedy: el presidente estaba muerto y el verdugo estaba en aquella misma ciudad y, juzgando con la presencia de la muchacha, eso significaba que la hermana mayor había cruzado caminos con su familia para entregar a Eider a salvo — lo cual dejaba a Emma y Marion sin más opción que unirse a otro pelotón con las tareas de limpieza.
Entonces, en ese momento, cuando Wong decidió escapar: ellos decidieron cumplir su palabra.
La arrestarían y la pondrían bajo su custodia.
Ella podía tener las respuestas para detener todo el desastre.
(O podía llevarse esos secretos a la tumba.)
Piers Nivans condujo con grandes ánimos el vehículo militar junto con Fiona Galloway, mientras que Joy y Chris abrieron fuego para poder abatir el vehículo por donde se movía Wong sin ánimos de detenerse. La perra no moriría, aunque el coche volcase, pero Joy deseó secretamente que ocurriese eso, al menos el mundo se encargaría de tener una escoria menos entre sus pares. Sin embargo, las intenciones de su marido eran más que claras, lo cual significaba arrestarla y llevarla a la justicia — a pesar de que, en aquel edificio, por más que Joy le diese vueltas, él estaba más que dispuesto a apretar el gatillo y terminar con el asunto. De alguna forma, Williams agradeció enormemente la interrupción de los Kennedy. La persecución los llevó hacia un buque de carga, donde aterrizaron con el vehículo antes de descarrilar y Joy debió haber perdido la consciencia por un rato, porque al despertar, Chris estaba arrastrándola hacia un lugar con cobertura.
—¿Qué mierda...?—balbuceó ella confundida.
—¿Tomando una siesta, cariño?—preguntó Chris colocándola contra la pared—. No pensaba que hayas cambiado a conductas tan imprudentes en el campo de batalla.
—Ja, lo dice el que recibió un baño con su trago por ser grosero con una mujer—replicó ella rodando los ojos y la mirada que le dio Chris era bastante apenada—. Para tu consuelo, yo te hubiera lanzado el vaso por la cabeza.
—Ya rompiste un plato en mi cabeza—señaló Redfield encogiéndose de hombros—. Ese no fue mi mejor momento pero...¿Estás bien?¿Estás herida?
—Nada que no pueda tolerar, soldado—dijo Joy antes de tomar la mano que él le tendió para levantarse y al estar suficientemente cerca de su marido, él decidió robarle un beso y ella parpadeó dos veces antes de alzarle una ceja—. Tú si que abusas de tu puesto y de querer meterte en problemas conmigo, ¿eh?
Chris esbozó una sonrisa socarrona—Tal vez, me encanta el tipo de mujer que puede patearme el trasero.
—No me tientes.
—¡Lamento interrumpir su hermosa velada!—exclamó el teniente Nivans—. ¡Pero tenemos al menos un pelotón de hostiles queriendo utilizarnos como blancos de feria!
Fiona quitó una bala de su rifle—¡Y estos enemigos son diferentes!
En cierto modo, lo eran y eso demostró ser peligroso cuando ellos avanzaron por lo que parecía ser en hangar donde varios contenedores y plataformas se abría a sus anchas. Los nuevos enemigos vestían trajes náuticos, los cuales los hacían ver más resistentes y lucían cascos similares a los ojos de una mantarraya. Obtenían la misma inteligencia que los J'avo, pero sus ataques parecían estar más que coordinados, lo cual era un pequeño contratiempo para ellos en el momento que se abrieron paso con la absoluta disposición de hallar a Wong. Chris pudo observar que Neo-Umbrella no carecía para nada en sus gastos en cuanto a los ataques implicados, lo cual se encargaría de derrotar en cuanto la perpetradora esté en custodia.
—Central a Alfa, necesitamos una actualización de la situación.
—Aquí Alfa. Ya hemos alcanzado a Wong—dijo Chris cubriéndose mientras que su esposa disparaba a dos enemigos más—. Pronto la tendremos en custodia, cambio.
—Tenemos que descubrir en qué lugar se está ocultando.
Fiona disparó—¡Creo que la encontré!
Joy se asomó para observar que la mujer entraba a través de una habitación, para que la puerta de esta sea sellada por un mamparo, lo cual les dejaba en claro que ella no les permitiría pasar de manera voluntaria. Redfield maldijo en voz baja antes de dispararle a otros dos, mientras que Piers recargaba y Fiona lo cubría. La mirada inquisitiva de la rubia vagó por todo el armamento que había en ese lugar, desde lanzacohetes a tanques de guerra, hasta que sus orbes verdes se detuvieron en un cohete blanco alzado de manera horizontal y Joy no debía adivinar de qué se trataba: aquello era un maldito misil.
—¿Qué está mirando, capitana?—le preguntó Piers y ella tomó su mandíbula para poder dirigirla hacia donde ella veía—. Oh...es una-
—Excelente idea, ¿verdad, Piers?—espetó la rubia esbozando una sonrisa que asustó al teniente—. ¿Qué me ayudarás a armarlo? Oh, que caballero eres—prosiguió antes de tomar el cuello de su uniforme para arrastrarlo junto con ella.
—¡E-Espera...!¡Yo nunca dije que sí!
Para cuando Chris se dio cuenta de que su mujer y su teniente no estaban a su lado, Fiona fue reacia en tocarle el hombro, señalándole dónde estaba su esposa y Piers — su rostro sin mostrar impresión por las acciones que tenía la rubia en momentos de peligro como el presente. Chris, por otra parte, miraba completamente estupefacto la escena al ver que Joy y Piers colgaban de una maldita barra para poder llegar hacia un misil gigante.
—¡¿PERO QUÉ DIABLOS ESTÁN HACIENDO?!—exclamó Chris.
Fiona asintió lentamente—Están haciendo el trabajo de un trapecista para llegar a un misil.
—Están haciendo el trabajo de un maldito hombre muerto.
—¡Te escuché!—bramó Joy por los comunicadores.
En el momento que Piers aterrizó, Joy ya estaba poniendo el misil en posición, y él se encargó de cubrirla con todo lo que podía. Al menos, hasta que ella volvió a tironear de él para que la ayudase con los controles. No era matemática simple, pero Joy se apartó cuando una chispa de electricidad saltó, al momento que el ruido de una bala pasando a su lado la hizo cubrirse. Piers logró acomodar el panel principal, cubriéndose cuando los tiros se hacían muy cerca y Joy, luego de poner las coordenadas por la recámara, sonrió antes de presionar el botón de activación del misil.
—¡Toc-Toc, perra!
La explosión hizo que Chris y Fiona se cubriesen, alertando al resto de los hostiles. Joy y Piers observaron cómo el misil destruía parte de la puerta blindada, derribando a un par de los enemigos por el fuego cruzado y la rubia frotó sus manos para hacerse a un lado.
—Así es cómo se abren las puertas.
(Piers compadeció a Zella y a su privacidad cuando crezca.)
El equipo se reunió, ingresando por la puerta agrietada para continuar con la persecución de Wong, quien, juzgando por el tiempo que tenía a su favor por la puerta, estaba más adelantada que ellos — cosa que los llevó hacia un par de escaleras que subieron rápidamente; dispuestos a ponerse casi a la par de Wong, hasta que escucharon su voz en los altavoces. Las escaleras estaban frías, creando ese silencio roto por la voz de la mujer, iluminado por luces rojas que enmarcaban sombras duras que podrían confundirse con los monstruos que ellos vieron durante toda la noche. Wong no detuvo su discurso en ningún momento.
—¿Sientes ya cómo se extiende por tu cuerpo? Te estoy dando lo mismo que me diste a mí, Simmons.
Fiona se giró para mirar a Joy y ambas podían comprender de quién se trataba.
No tuvieron que estar parados mucho tiempo para conectar los puntos.
—Al principio tendrás miedo, pero tranquilo...solo estás convirtiéndote en el monstruo que siempre has sido—Wong soltó una pequeña carcajada entre dientes—. Tú y toda la gente del planeta. Puede que tú y tu Familia hayan dado forma al mundo tal y como lo conocemos. Pero a partir de mañana...todo tiene que empezar a cambiar.
—Esa mujer está loca—señaló Nivans en un gruñido.
—Y por eso nos encargaremos de encerrarla por un largo tiempo—declaró Chris antes de señalar el resto de las escaleras para indicarles que ellos tenían que moverse—. Vamos.
Subieron al puente principal, donde había claros indicios que la mujer estaba allí y se apresuraron a buscar la siguiente puerta o escalera y subieron por otro par de escaleras que los llevó a otra puerta que Chris no dudó en patear con fuerza para abrirla. La ligera brisa del exterior fue bien recibida por el equipo, donde los llevó a lo que era una plataforma de aterrizaje y una figura vestida con azul y rojo, con una mano vendada, estaba justo en el borde admirando la ciudad.
—Como se te ocurra hacer un movimiento brusco, te meteré una bala en la otra mano—masculló Joy.
Wong suspiró—Por el amor de Dios...
—¡Las manos arriba!—señaló Fiona con su arma en alto—. ¡Estás arrestada, Wong!
—No han tenido suficiente, ¿eh?—respondió la asiática girándose hacia ellos, una pistola con la jeringuilla del virus en su mano derecha antes de mirar a Chris—. ¿Incluso después de perder a todos tus hombres otra vez? Es una pena. Con tu historial, no me gustaría estar en tu equipo, Chris—alzó su pistola—. ¿Pero dónde están mis modales? Debería dar gracias a tus hombres por ser buenos sujetos de investigación.
—No la escuches, Chris—bramó Piers.
Wong miró a la rubia—Conozco el tuyo también, Williams. Puede que parte de tus hombres hayan podido sobrevivir, a excepción del pobre Sam. No te preocupes, me encargaré de matarlos, como tu unidad en el 95', pero esta vez me encargaré de eliminarlos a todos y dejar a tu marido como un viudo y a tu hija sin madre.
Chris disparó, la bala colisionando contra la pistola de la mujer, cayendo al vacío justo detrás de ella.
Wong le alzó una ceja, poco impresionada.
—No te atrevas a hablarle así a mi mujer—gruñó el castaño—. Desde lo de Edonia, lo único que quiero es verte muerta. Pero esto no es por venganza, sino cuestión de justicia.
—Se acabó, Ada—sentenció la rubia—. Estás arrestada.
—Sí, se acabó.
Fiona parpadeó, algo confundida. Piers intentó seguir el hilo de la conversación, pero también se vio confundido con la profunda indiferencia de la mujer hacia ellos.
—El portaaviones se está preparando para el lanzamiento—añadió la asiática completamente convencida, confundiendo más y más a los soldados de la BSAA—. Y los muertos inundarán las calles. Un deja vu, chicos, lo de Raccoon City una vez más. Pero esta vez, no será solo una ciudad—esbozó una sonrisa que contrajo todo su rostro—. Será el mundo entero.
Justo cuando Joy iba a acercarse para exigir respuestas, un helicóptero surgió de la nada a las espaldas de la mujer asiática y un tiro se escuchó al aire; claramente impactando contra el pecho de Wong. En cuestión de segundos, el helicóptero se alejó, dejando a una Ada Wong sin aliento alguno y tocando su herida fatal en el pecho.
—Me has dado, imbécil...bien jugado—masculló ella antes de mirar a los soldados—. Pero ya nadie puede detenerlo...
Joy y Chris corrieron al ver que la mujer haría su última jugada, pero Ada Wong se lanzó desde aquella plataforma, cayendo libremente como una mártir y su cuerpo terminó por estrellarse en el suelo — dejando una huella de sangre. El matrimonio Redfield soltó un respingo al escuchar cómo sus huesos se rompían, como Wong colapsaba y finalmente dejaba de respirar.
—¿Qué diablos acaba de pasar?—farfulló Galloway sin aliento.
—La muy hija de puta usó su última carta, Fiona—dijo Chris mirando el cuerpo—. Eso fue lo que pasó.
—Capitana—añadió Piers atrayendo la atención de los dos, desde su lugar con el maletín que llevaba Wong. Él tenía una jeringuilla blanca con líquido rojo—. Esta cepa parece distinta y faltan dos.
—Agarra la que queda—replicó Joy antes de mirar a Chris—. La llevaremos a la Central para analizarla. Wong dijo que había un portaaviones, si es de alguno de los barcos desaparecidos del reporte...
—Me comunicaré con la Central—señaló el castaño antes de sonreírle—. Si es que me reinstituyes mis derechos como capitán.
Joy se cruzó de brazos—Ya me temía que pidieras eso.
—¿Entonces...?—preguntó Chris acercándose a ella.
—No te pases de la raya, ¿está bien?
Chris volvió a robarle un beso—Ya me tienes agarrado en un collar bastante apretado, Williams.
—Por favor, busquen una habitación—se quejó Fiona sentada en el suelo.
Joy rodó los ojos antes de que Chris negase con la cabeza, alejándose para poder contactar con la Central.
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Aguas chinas, 300km alejado de Tatchi, China — primero de Julio de 2013, dos horas después.
El matrimonio Redfield no esperaba para nada que la noche lograse dar un giro de al menos unos 180 grados cuando Wong dijo sus verdaderas intenciones antes de lanzarse al vacío para morir sin más miramientos. En cuanto dieron con el hangar que tenía algunos vehículos aéreos dispuestos para ellos, no tardaron en separarse en parejas para poder alzar vuelo y buscar el portaaviones que se encargaría de lanzar el misil que contenía el Virus C en un estado muy concentrado. Chris decidió bromear con la puntería de su esposa que era casi tan fina como la de él y case recibe un fuerte volantazo por ello, haciendo reír a la rubia por su falta de decoro. Piers y Fiona tenían sus propias habilidades para esquivar el fuego de las armas antiaéreas del buque.
(Claramente, ellos no llegaban a la altura de combate que Chris y Joy.)
Joy observó que el misil empezaba a prepararse y sintió que se le ponían los pelos de punta al ver que les quedaba muy poco tiempo. Como también se sentía mareada por las maniobras que hacía su marido, sin haber considerado antes de que habían pasado varios años desde la última vez que estuvo en un avión de caza militar. Ellos fueron cautos y precisos con sus objetivos, buscando liberar el portaaviones rápidamente de los hostiles que buscaban defenderlo. Joy tuvo que haberse dado cuenta de que sus esfuerzos, a pesar de deshabilitar el misil, fueron completa y absolutamente en vano: el misil logró lanzarse a pesar de haberle dado las órdenes de no hacerlo.
Ada Wong siempre supo su jugada.
Chris ordenó a su mujer que destruyera el misil.
En cuanto ella disparó, el misil salió disparado en dirección a la parte de Tatchi. Piers exclamó algo por los comunicadores, mientras que su marido recibía una llamada de auxilio de la línea FOS de la DSO.
—Aquí la FOS. ¿Hay alguien ahí?
—Aquí el capitán Chris Redfield, de la BSAA.
—¡Tengo en comunicación al agente Leon Kennedy!¡Aguarden!
Joy frunció el ceño, antes de jadear—Ellos están en la ciudad.
—¿Leon?—bramó Chris con urgencia—. ¡¿Leon, dónde están?!
—Chris, estamos a las afueras de Tatchi. ¿Por qué?
—¡SALGAN DE AHÍ!—exclamó Joy sin contenerse.
El estruendo que se escuchó a pocos kilómetros fue suficiente para que los dos capitanes alzasen la mirada, topándose con una gran nube de color azul marino, brillante y apagada al mismo tiempo, expandiéndose en todos los sentidos de la palabra. Fiona, en el otro avión, intentó entablar contacto con el resto del equipo, sin obtener respuesta de ninguno de ellos, cosa que frustró a Piers también al ver que aquel gas inundaba toda la ciudad con los sobrevivientes que habían sido evacuados antes. Lo que quedaba, simplemente, eran vestigios de una sociedad que buscaba resurgir del desastre del bioterrorismo.
Ellos no esperaron sobrevivientes.
—¡Leon!¡Leon, responde!—bramó Chris.
—Estamos bien, Chris—respondió Harmon al otro lado—. No estábamos en el centro del caos, pero no estamos tan alejados de él.
—Solo estamos seguros de una maldita cosa—dijo Leon—. Quienquiera que haya enviado ese misil ha puesto las cosas feas. Muy feas.
Chris golpeó el costado de su cabina—¡Mierda!
—Iremos para allá—señaló Joy a punto de tomar su mando.
—No, Joy, escúchame—añadió Charlotte con poca paciencia—. Necesito que rescates a tres rehenes de una plataforma petrolífera, no está muy lejos de tu posición.
Leon parecía más nervioso que Lottie—Secuestraron a mis hijas, Eider y Sherry. El tercer rehén es Jake Muller, es hijo de Albert Wesker.
(Joy y Chris sintieron que el oxigeno no les llegaba a los pulmones.)
Eso era imposible.
¿Albert Wesker tenía un maldito hijo?
—Esto debe ser una broma de muy mal gusto—murmuró Joy con mal humor.
—No me vengas con esas mierdas, Kennedy—le recriminó Redfield con tono acusatorio—. Que no estoy para chistes baratos.
—Créeme, yo tampoco me siento cómodo con que mis hijas estén al lado del legado del diablo en persona—añadió el rubio por los comunicadores—. Escúchenme, Jake tiene los anticuerpos del Virus C. Él, a pesar de estar en desacuerdo junto a mi mujer, puede ser la única persona que puede salvar al mundo.
Chris y Joy intentaron verse poco abrumados con el asunto, pero al correr en contra del reloj con una cura que necesitaban ayer para el Virus C — eso los dejaba con la única opción: rescatar a Jake Muller para llevarlo a un lugar a salvo para la creación de la vacuna. Chris se giró para mirar a Joy, quien también estaba profundamente dentro de su cabeza, pero al ver que sus miradas se juntaban, ella simplemente asintió y Chris se llevó la mano izquierda a su oreja.
—Entendido. Vamos para allá.
—Te lo agradezco, Chris—dijo el rubio.
—Leon, Lottie—señaló Williams intentando de sonar lo más suave posible—. La mujer que perseguíamos, Ada Wong, ha muerto.
El silencio que se escuchó al otro lado fue suficiente para darles una respuesta.
—Ya hablaremos de eso cuando vuelvan—sentenció la pelirroja al otro lado—. Sherry, Jake y Eider los necesitan. No los defrauden.
—Pondremos a tus niñas a salvo, ustedes déjenlo en nuestras manos.
Para cuando dieron con la plataforma petrolífera, el equipo de cuatro soldados bajó de sus aviones, dirigiéndose hacia el primer ascensor que vieron y se encerraron allí para poder descender. En aquel mísero momento de calma, donde estaban solo ellos para poder recolectar sus propios pensamientos y en darse cuenta de que el final de la misión se encontraba muy cerca, más cerca de lo que ellos pensaban — y el simple hecho de no saber qué era lo que los deparaba el futuro era casi insoportable.
—Menuda ironía, ¿eh?—dijo Piers intentando de sofocar una carcajada—. Un hombre se pasó toda su vida intentando destruir el mundo...y su hijo es el único que puede salvarlo.
Fiona le lanzó una sonrisa cómplice—Y la cereza de la torta: las personas que mataron a su padre casi cuatro años atrás tienen que salvarlo.
—Esto es una puta mierda—masculló Joy rodando los ojos.
—Como decía—señaló Piers con diversión—. Ironía.
Chris parecía inquieto—No lo sé. Quizá sea el destino.
Para cuando descendieron más, Joy decidió tomar asiento en el suelo, junto con Fiona y admiraron cómo bajaban metros y metros bajo el agua, hacia una base submarina que podría pertenecerle a Neo-Umbrella. Chris, miraba completamente serio a su arma y soltó un suspiro antes de levantar su mirada hacia su mujer.
—Hace casi cuatro años que matamos a Wesker—señaló él caminando hacia ella—. Esta guerra no puede perseguirnos por siempre.
—La guerra terminó cuando eliminamos a Wesker—añadió Joy desde su lugar—. Esto es...diferente.
—Y esa cosa diferente terminará—sentenció Redfield con firmeza—. Cuando rescatemos a Jake, nos retiraremos del campo de batalla y entregaremos nuestras armas.
Joy, Piers y Fiona parpadearon, desconcertados—Espera, ¡¿qué?!
—Ya es hora de que alguien ocupe mi lugar y el de mi mujer—señaló el capitán sin dar algún pensamiento—. Tenemos que criar a un legado, tenemos que hacernos a un lado y dejar que ustedes tomen las riendas. Realmente me honraría que fuesen ustedes dos.
—¿Y piensas que voy a convertirme en ama de casa?—le preguntó Joy antes de patearle la pierna—. Ni se te ocurra.
—¿Ama de casa?¿Tú?—le preguntó Chris antes de soltar una carcajada que hizo que su mujer se pusiese de mal humor—. Tú fuiste una de las fundadoras de la BSAA, podrás postularte para ser la nueva directora de la rama norteamericana, yo me encargaré de la formación de todos los reclutas mientras que ellos pueden ser capitanes SOU.
—Huh...yo no creo...—balbuceó Nivans.
Fiona hizo una mueca—No creo que estemos listos para eso, capitán.
—Han llegado a hasta aquí, ¿no?—contraatacó Redfield y el ascensor se detuvo, él le tendió una mano a su esposa—. Están más que calificados para esto. ¡En marcha!
Las instalaciones submarinas estaban construidas como si se tratase de un maldito laberinto. Saber que en cualquier momento algo podría romperse y producir algo que podía repetirse en cadena era algo que mantenía los nervios de la rubia al filo de un cuchillo. Fiona y Piers fueron los primeros en pasar por un pasillo ancho, el cual parecía estar desierto, iluminado por luces blancas que dejaban un buen rastro del camino que estaba delante de ellos. El silencio que abundaba en ese lugar era casi sofocante a oídos de Joy, quien solo se mantenía con los pies en la tierra debido a la presencia de su marido y de sus dos tenientes.
—¿Quién tiene dinero suficiente para construir algo así?—murmuró Fiona en voz baja.
—Esto tiene el sello de Neo-Umbrella en toda su maldita estampa—declaró Piers mirándola por el rabillo del ojo—. Y si ellos se dan cuenta de que estamos aquí, pondremos a los rehenes en riesgo.
—¿Al menos sabemos dónde diablos están?—preguntó Chris.
Joy lo miró de reojo—¿Me lo preguntas a mí?
Avanzaron hacia una puerta que estaba bloqueada por dos botones, donde los dos capitanes se separaron para presionarlos al mismo tiempo y las puertas se abrieron, dejando que los dos tenientes caminasen hacia dentro — permitiéndoles la entrada a sus capitanes a lo que sería una sala con computadoras. Chris fue el primero en identificar el rostro de Jake, junto con el de Sherry y Eider Kennedy en una de las pantallas, se acercó corriendo para inspeccionar el sistema.
—Los encontré—señaló él.
—¿Puedes desactivarlo?—le preguntó su mujer.
Chris le tendió su arma, poco impresionado—Pan comido, cariño.
—Tonto arrogante—masculló la rubia tomando su arma de mala gana.
El mayor de los Redfield rodó los ojos antes de empezar a tocar las teclas de la computadora. Fiona y Piers se separaron para poder investigar el perímetro, mientras que Joy miraba cómo su esposo, a pesar de haber estado seis meses fuera del campo de batalla, no había perdido su toque. En cuestión de segundos, la palabra "DESBLOQUEADA" se colocó en el centro de la pantalla, justo frente a los rostros de los tres prisioneros. Joy se puso a su lado, admirando el rostro de Muller, el cual finalmente cuadraba con la frase "me parece tan familiar". Era más que claro y obvio que el muchacho tenía un fuerte parecido a su padre, quien estaba enterrado en magma a las afueras de África.
—Creo que lo tengo, sé dónde están—añadió Chris separándose de la computadora.
En ese momento, todas las pantallas se iluminaron de rojo, provocando que una alarma resonase por los pasillos y que Joy soltase una carcajada al ver que su marido no había logrado su cometido.
—Pan comido, cariño—se mofó ella y Chris le golpeó las costillas suavemente, ella le devolvió el gesto dándole un manotazo—. Cuida tus manos si no quieres terminar esposado.
—Muy graciosa.
—¡Nos han descubierto!—gritó Piers.
—¡Tenemos que irnos!
Chris fue el primero en salir corriendo en dirección a un conducto ancho y el resto le siguió, justo antes de que volasen la puerta a pedazos para matarlos. El equipo de cuatro se encaminó hacia el objetivo, dispuestos a encontrar al trío de jóvenes rehenes.
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