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viii. máxima saturación


NUEVOS DIOSES,
capitulo ocho: máxima saturación!



          JOY PODÍA SENTIR CÓMO EMPEZABA EL PRINCIPIO DEL FIN, generando un sabor amargo en su boca que no tenía ni idea de cómo se lo quitaría. Por un momento, ella agradeció el poder vomitar luego de tanta adrenalina, como si ella se sacase un peso muy grande de encima. La rubia se ajustó los guantes, acomodando detalles disparejos de sus arneses y corroborando que sus armas estuviesen en perfecto funcionamiento. Sheva hizo lo mismo, acomodándose una venda de una herida en la cual Joy no estuvo presente en el momento que ocurrió; sin embargo, ella podía confiar que su marido haría lo necesario para poder mantener a su nueva compañera a salvo. Chris, por su parte, ella podía sentir un claro escepticismo con toda la situación; además de que se trataban de muchas emociones juntas luego de casi dos días de estar al límite constantemente. Primero Wesker, luego Jill, después casi perder a su mujer bajo las garras de Wesker, luego matar a Excella y luego recuperar a Joy. Parecía casi una pesadilla que no tenía fin.

          Y ahora, ya no quedaba más opción.

          Ellos tenían que detener a Albert Wesker.

          Luego de años y años, finalmente era terminar la misión desde un principio.

          (Joy aún recordaba la primera vez que conoció al rubio.)

          La vida y la muerte nunca fueron justas para nadie, Joy Williams, pero supongo que eso lo sabes muy bien.

          Albert Wesker, un hombre de naturaleza casi intimidante como lo fueron sus superiores, fue una persona a la que Joy llegó a considerar como a un mentor durante sus meses en STARS; una persona con tal sabiduría que construía muros con su personalidad estoica y con su iniciativa de acción medida y calculadora. Una persona que detectó sus ataques de pánico, sus propios demonios, su propia miseria y decidió hacer algo al respecto con ello. Sin embargo, toda esa construcción que él había hecho y que la propia Joy había hecho de él concluyó por derrumbarse aquella noche en el incidente de la Mansión Spencer en las montañas Arklay — todo eso se hundió al momento de saber que el propio capitán del equipo Alfa de STARS, la persona en quien confiaron por meses (incluso años), fue una de las personas implicadas de la infección y de las horrendas muertes ocurridas en aquel tiempo. Joy y Chris, quienes durante ese momento fueron forzados a ser compañeros, no pudieron sentir más que odio y repulsión por su capitán — finalmente decepcionándose por haber caído como idiotas a ese lugar.

          Tal vez, la naturaleza de ciertas personas era de esa manera.

          Wesker se excedía mucho de ello.

          ¿Seis mil millones de gritos de agonía?

          El tipo estaba loco.

          Había nostalgia en eso, también. Ver como un hombre a quien creían sano ser cegado por poder, por la necesidad de controlarlo, de hacerlo suyo y de nadie más. Parecía ser una posesión que podría cegar a cualquiera, produciendo cataclismos, produciendo que la agonía del mundo llegue al punto crítico. El deterioro de esa cordura parecía ser la peor enfermedad de todas y se estaba cobrando la vida de varios terroristas que intentaban ir por ese camino. Joy y Chris esperaban que Albert Wesker fuese la última persona de la faz de la tierra en ser de dicha naturaleza; ellos mismos se encargarían de cortar aquella raíz de una vez por todas, dejando que todo ser se marchite y que los gritos de agonía se apacigüen en el nuevo orden. Sin embargo, la única incógnita que quedaba en ese momento era la siguiente: ¿acaso ellos morirían en el intento?

          (Joy esperó que Sheva al menos pudiese vivir para contarlo.)

          —¿Qué pasa si fallamos?—preguntó Sheva en ese momento, sacando al matrimonio Redfield de su trance.

          ¿Qué ocurría si fallaban?

          Esos seis mil millones de gritos de agonía empezarían y serían interminables.

          —No lo haremos—sentenció Redfield mirándola fijamente—. Si morimos, lo arrastraremos con nosotros.

          —Sería un sacrificio, entonces—declaró la africana.

          —Si quieres que el mundo sea mejor, Sheva—dijo Williams a su lado—. Hay sacrificios que valen la pena hacer, a pesar de que ya no quede más opción—ladeó su cabeza hacia ella—. Chris ya te lo dijo, puedes tomar un helicóptero e irte de aquí cuando quieras. Nosotros seguiremos hasta el final.

          Alomar hizo una mueca—Creo que es un poco tarde para eso. Los seguiré hasta el final.

          Cuando siguieron hacia otra puerta, esta se abrió revelando una instalación completamente custodiada por Majinis infectados, quienes portaban armas y vestían equipo táctico militar. El trío buscó un lugar para cobertura, Sheva asomándose para poder ver todo el territorio que estaba cubierto por ellos. Joy sacó su escopeta, decidida a patear traseros para llegar hacia Wesker. Alomar le tendió el rifle de asalto a la rubia, a quien le sonrió antes de sacar una bengala. Chris decidió tomar los binoculares que hizo Keith para observar más a fondo a la puerta que los esperaba al final.

          —La puerta es de metal y no tiene manijas—dijo el castaño bajando sus binoculares—. Hay dos compartimentos para poder colocar tarjetas llave.

          Joy asintió lentamente—Tarjetas llave que no tenemos.

          —Tengo una idea—dijo la muchacha de piel morena antes de mirar un poco—. Hay dos centrales a los costados. Podríamos concentrar el fuego en el medio y uno de nosotros podría buscar las llaves.

          —Acabas de ofrecerte como la voluntaria para ir a buscar las llaves—señaló la rubia sonriendo de manera abierta para luego quitarle la bengala—. Nosotros atraeremos la atención de los Majinis para que puedas moverte más rápido. Si logras hacerlo en menos de diez minutos, prometo no ser tan dura contigo cuando hagas las pruebas de agente SOU para mi unidad.

          Los obres claros de Sheva brillaban de emoción.

          Fue demasiado rápido ver cómo ella se fue a realizar su tarea al tiempo que Chris le sacaba la bengala para encenderla por su cuenta y lanzarla al medio del recinto. El silbido de las balas fue casi instantáneo cuando ellos dos salieron del escondite. Los Majinis caían sin piedad, al igual que sus balas, manchando el suelo con sangre, con sudor y finalmente acabando con sus vidas. Parecía ridículo que Wesker montase tal guardia para detenerlos, como si él simplemente los subestimara a ambos agentes, quienes saben exactamente como él piensa. Joy estaba enfadada con ello, al mismo tiempo que apretaba su gatillo con violencia y observaba como se creaban agujeros en los cuerpos de los Majinis — había cierta belleza en eso. Si una mente tan retorcida como la de Wesker era capaz de crear esa dicotomía con el resto de la humanidad, Joy podía ser capaz de ser la arquitecta de esa propia destrucción.

          Todos eran arquitectos de su propia destrucción.

          —Conseguí la primera tarjeta—dijo Sheva por los comunicadores—. Me dirijo a buscar la segunda.

          Por encima del fuego, Chris fue el siguiente en hablar—Intentaremos terminar con los Majinis restantes. Date prisa.

          Joy pateó la bengala a un lado—¡Ya no me quedan balas de escopeta!

          Ambos pegaron sus espaldas, abriendo fuego con sus pistolas para abatir a los enemigos restantes. Joy podía percibir que la escopeta se encontraba caliente debido a su uso y que pronto tendría que recurrir al rifle de asalto para poder defenderse; sin embargo, al momento de derribar al que parecía ser el último Majini, Sheva saltó de un lado para hacerle una llave y romperle el cuello en un instante. Aterrizó de manera habilidosa en el suelo y se irguió de manera instantánea, observando fijamente a los dos agentes antes de mostrar las dos tarjetas. Sheva sonrió de manera triunfal al entregárselas a Joy, quien le envió una mirada divertida a su marido.

          —Y tú la subestimabas—le dijo ella previo a encaminarse hacia la puerta.

          —Yo nunca-

          —Lo hiciste.

          Chris rodó los ojos antes de indicarle a Sheva que siguiese a su mujer. Se colocaron en posición para entrar cuando colocaron las tarjetas y Chris fue el primero en adentrarse al pasillo donde los esperaba una puerta con el logotipo de Tricell. Joy y Sheva fueron las últimas en entrar para colocarse en ambos lados. Un par de luces rojas iluminaban ese pasillo, donde Joy sabía que lo que los deparaba al otro lado podría ser el comienzo de una gran pesadilla o simplemente su propia muerte. Avanzaron lentamente, buscando alguna trampa dentro de aquel juego retorcido de Wesker — pero se toparon con el silencio.

          Un silencio que no era prometedor.

          —Algo me huele mal...—espetó Sheva en un murmullo—. No sabría explicarlo. Es...raro.

          —Es puro instinto, Sheva—le dijo Chris adelante—. Eso significa que estamos cerca.

          —No bajen la guardia ni un segundo—añadió Joy.

          Para cuando alcanzaron el final de ese pasillo, las puertas se abrieron frente a ellos, donde a lo lejos se podía ver a una persona vestida de negro admirando un avión carguero gigante. Joy y Chris alzaron sus pistolas automáticamente al tener a Wesker en la mira — teniendo al diablo frente a ellos.

          —¡Y he aquí al idiota que se convirtió en el Diablo por poder!—dijo Joy con sarcasmo antes de soltar un silbido.

          —¡El juego acabó, Wesker!—anunció Chris enfadado.

          —¡Esta vez no tienes escapatoria!—bramó Sheva.

          Wesker apretó sus puños—¿Acaso ustedes no se cansan de fracasar tenazmente en su misión?—procedió a quitarse los lentes—. Se han convertido en una verdadera molestia para mí.

          Lo primero que lanzó fueron sus lentes oscuros.

          Para cuando Joy logró lanzar su ataque, Wesker había derribado a Sheva con una llave y Chris salió disparado a un lado. La rubia se dirigió hacia sus partes bajas, pero él la lanzó a un lado, su espalda chocando contra la pared. Un silbido en sus orejas provocó que Joy soltase un gruñido y procedió a intentar erguirse al tiempo que Wesker volvió a ponerse los lentes con un estilo muy exagerado para el gusto de Joy. Chris fue el siguiente en disparar hacia Wesker y el rubio esquivó las balas como si fuese lo más normal del mundo; Redfield se abalanzó sobre él para empujarlo hasta que Wesker lo detuvo para darle un rodillazo y lanzarlo contra la baranda. Sheva disparó contra el hombre de tapado negro, quien volvió a esquivar las balas de manera casi acrobática para utilizar el ataque que lanzaría Joy con su cuchillo para desarmarla en un segundo y tomar ambos brazos por detrás para retenerla al mismo tiempo que con su otro brazo colocaba el cuchillo en su yugular.

          —¡¿Por qué lo haces?!—exclamó Chris apuntando a Wesker—. ¿Qué ganas tú propagando a Uroboros?

          Wesker apretó su agarre en Joy—Cada día, los seres humanos están un paso más cerca de la autodestrucción. No voy a destruir al mundo, ¡voy a salvarlo!

          —Definitivamente te has vuelto loco—gruñó Joy al rubio.

          —Aún pienso cumplir mi promesa, señorita Williams.

          —Lo harás sobre mi maldito cadáver, hijo de perra—bramó Chris apretando su agarre en la pistola—. ¡Suéltala!

          —Puedo terminar esto rápidamente, Chris—insistió el rubio con pura diversión y arrogancia—. Puedo cortarle la garganta y tu esposa será solo un mero recuerdo de tu patética existencia.

          Joy forcejeó antes de mirar a Redfield—¡DISPARA!

          (Sheva acató esa orden muy bien.)

          Wesker fue rápido en moverse, soltando a la rubia, quien cayó a un lado para rodar y ponerse de pie otra vez. Chris disparó en ese preciso instante para luego recibir un puñetazo por parte del rubio, Sheva también disparó y Wesker esquivó. Joy fue la siguiente, lanzando una patada para lanzar una estocada hacia adelante — disparando en dirección al rostro con una mano. Albert la agarró para luego bloquear una patada de Chris y tomó su mano para realizar una llave que los lanzó hacia una planta baja de esa plataforma. Sheva fue la siguiente en caer de manera seca al suelo, soltando un gruñido de dolor; a su lado, estaba la jeringuilla con el suero numerado como PG67A/W.

          Chris se acercó rápidamente a su mujer—¿Estás bien?

          —Fresca como una maldita lechuga—gruñó la rubia—. Voy a arrancarle la garganta a ese hijo de puta.

          —¡Este tipo está completamente loco!—exclamó Sheva levantándose.

          Chris levantó el suero del piso—Esta puede ser nuestra única oportunidad.

          Wesker aterrizó justo frente a ellos.

          —Hagámoslo—dijo Joy poniéndose de pie.

          Una alarma empezó a resonar en el recinto y el techo se abrió para permitir la subida de la plataforma con el avión bombardero de asalto. Luces rojas parpadearon, iluminando la sombría forma de Wesker y el aire fresco azotó contra los cuerpos de los agentes. Ellos apuntaron sus armas contra el ex capitán de STARS, quien los miró con una sonrisa socarrona.

          —La cosa se está poniendo interesante, ¿verdad, chicos?—desafió Wesker sin remordimientos—. ¿De verdad creen que pueden derrotarme?

          Chris dio un paso adelante—Sea como sea, no nos detendremos hasta que estemos muertos.

          Wesker soltó una carcajada que puso los pelos de Joy en punta—Bien...entonces tendré que matarte a ti y a tu compañera rápidamente.

          Sin embargo, Joy fue la primera en disparar.




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          Los siguientes diez minutos fueron una lucha incansable para Joy. Wesker los tenía comiendo de la palma de su mano y ella tenía tantas ganas de partirle la cabeza con una bala de escopeta, pero recordó que su arma aún no tenía balas y juzgando como Joy corría para poder volver a apagar las luces con Wesker pisándole los talones: eso no sería para nada posible. Ella bajó la palanca para hacerse a un lado, buscando al rubio con la poca claridad que podía dar la fría noche africana. Sheva estaba trepando a una de las plataformas para poder balancearse hacia Wesker y así derribarlo para poder darle una oportunidad a Chris de ponerle la dosis extra del suero. Una cosa era clara: Joy Williams era la propia carnada para poder atraer al maniático donde lo querían. Ella decidió quejarse por ello, alegando que Redfield era la persona a quién Wesker más odiaba.

          En la isla Rockfort se notó cuando él los atacó.

          —Tú sabes perfectamente lo que hará conmigo si me atrapa—dijo la rubia mirando al mayor de los Redfield—. ¿Y aún así quieres que me convierta en carne de cañón?

          Chris apretó su mandíbula—No es que me agrade la idea en estos momentos.

          —Wesker hará lo posible para dejarte inconsciente—declaró Sheva con confianza—. Él no te lastimará a menos que sea necesario. Si él te quiere para sus...—miró que Chris le lanzaba una mirada asesina, la cual Joy conocía como "ni te atrevas a decirlo"—. Planes, iba a decir planes. Cálmate.

          Joy le palmeó el pecho al castaño—Eres adorable, ¿lo sabes?

          —Lo que decía antes—señaló Alomar mirando fijamente a Chris antes de proseguir—. Si Wesker te quiere para sus planes, él no te lastimará, simplemente buscará dejarte fuera del juego y te pondrá en su otro retorcido juego si es que logra lanzar a Uroboros.

          —¿Y supongo que ustedes dos intentarán inyectarle el suero?—inquirió la rubia señalándolos.

          —Será pan comido—declaró Sheva.

          (Durante aquellos diez minutos no hicieron nada más que esperar el momento perfecto.)

          Joy empezaba a sentir que pronto perdería la consciencia si Wesker llegaba a alcanzarla, así que corrió hacia un lado para poder esconderse detrás de una viga. A pesar de que estuviese oscuro, los pasos que daba el diablo fueron suficientes para helarle la sangre a Joy, dándole no más opción que permanecer escondida y no dar señales de existencia hasta que Chris y Sheva se pusiesen en posición. El tiempo corría con total libertad y sus muertes se acercaban más rápido hacia ellos.

          —Dudo que quieras seguir jugando a este juego, querida—declaró Wesker al aire y Joy podía jurar que él estaba muy cerca de ella—. Continúas negándote algo que se hará realidad pronto y sigues resistiéndote a ello.

          —Y tú te resistes a la muerte, cosa que ya llega a ser aburrido para el público—exclamó la rubia—. Nunca me inclinaré ante ti y tus estupideces.

          —¿Sabes lo bueno que es la sumisión para las personas? Una persona que se deja controlar por alguien que sabe, una persona que simplemente sirve y a ti te falta mucho de eso.

          —Catorce años de diferencia, Wesker. Esa es una gran diferencia, pervertido depravado.

          —¡Sal de donde estés y enfréntate a mí!

          —Sheva está en posición, puedes salir—dijo Chris por los comunicadores.

          Joy respiró hondo antes de salir, alzando ambas manos hacia el rubio que se detuvo a un par de metros antes de ella. En cuestión de segundos, él cerró su mano en el cuello de la rubia y con la otra mantuvo un firme apretón en su barbilla. Joy lanzó su mano en dirección a su brazo, intentando que el agarre de hierro se afloje por un momento. Su rostro estaba rojo por la agitación y la falta de aire, no tardaría en sucumbir a un sueño no tan plácido si él agotaba su oxígeno. Ella lanzó una bofetada que le quitó los lentes hasta que un silbido la sacó de aquel lugar, donde Sheva disparó un lanzacohetes contra él. Joy se deshizo de su agarre con su cuchillo y rodó a un lado para disparar hacia el cohete — explotando frente a ella.

          Aquella fue una mala idea.

          Sintió un fuerte mareo recorriendo su cabeza, junto a un fuerte silbido en sus orejas.

          Definitivamente fue una mala idea disparar de tan cerca.

          Williams luchó contra aquel mareo, levantándose para ver como Chris le incrustaba el suero a Wesker en el pecho. El castaño tironeó de su brazo para alejarla de Wesker, quien retrocedió un par de pasos y procedió a tomar su barbilla, mirándola con profunda preocupación. Ella simplemente asintió intentando de regalarle su mejor sonrisa, a pesar de que sus oídos zumbaban en ese momento y se giró para ver a Wesker respirando de manera agitada antes de dar dos pasos hacia el trío de agentes. Este se quitó la jeringa para mirarlos con pura furia en su mirada.

          —¿Funcionó?—preguntó Sheva en un murmullo.

          —Creo que sí—respondió Chris.

          Wesker dio otro paso más.

          Luego soltó un gran grito mezclado con un gruñido de dolor.

          Lo habían logrado.

          Sus ojos centellaban, tan furiosos, tan vengativos y con una gran promesa de generar caos. Wesker, a duras penas, se irguió frente a ellos.

          —¡Esto no ha terminado!—gritó desquiciadamente antes de dar un gran salto hacia el avión carguero.

          Joy soltó un respingo al ver que él estaba decidido a esparcir el virus por todo el mundo sea como sea. El trío corrió hacia la pista, tan derrotados con los golpes que recibieron con el pasar de las horas, pero había algo que no les hacía detenerse para nada: la misión. Williams disparó su gancho hacia la puerta para salir disparada a ella, se subió con gran habilidad mientras que Chris lograba subirse con un salto. La rubia lo ayudó a subir el resto de su cuerpo y ambos miraron en dirección a Sheva, quien corría un poco más alejada que Redfield. Alomar se esforzó más en recorrer la distancia entre la compuerta y su posición, buscando achicarla lo más posible — la africana no se rendía.

          —¡Vamos, Sheva!—la alentó Joy extendiéndole su mano—. ¡Tú puedes!

          Chris también le tendió su mano—¡Vamos, agárrate!

          Con gran decisión, Sheva saltó hacia ellos, tomando con fuerza sus manos y el matrimonio Redfield logró subirla antes de que la compuerta se cerrase. Sheva logró relajar sus músculos por un momento y ellos se quedaron quietos cuando el avión tomó velocidad y altura en su vuelo — alejándolos del carguero rápidamente en el punto justo entre la noche y el amanecer. Esperaron a que el avión se estabilizase para poder ponerse de pie y dirigirse al puente a detener a Wesker. Recargaron sus armas para bajar por la pequeña rampa cuando escucharon la puerta abriéndose con violencia. El trío de agentes se juntó para poder ver a un Wesker que batallaba contra el instinto de caer en su propia miseria luego de que finalmente ellos descubrieron su punto débil.

          Él ya no tenía a nadie más.

          Wesker estaba solo.

          Se trataba de una arquitectura perfecta de su propia caída.

          (Joy y Chris estaban eufóricos con ello.)

          —Creo que los he subestimado a los dos—sentenció Wesker desde su lugar en la puerta del compartimento hacia la compuerta.

          —Ahórratelo, Wesker—exclamó Chris con claro enfado—. Ya no hay nadie que pueda ayudarte.

          —No necesito a nadie más...—masculló el rubio embriagado de ira y golpeó la puerta antes de ponerse de pie—. ¡Tengo a Uroboros!—sus ojos centellaban—. En menos de cinco minutos alcanzaremos la altitud óptima para el despliegue de misiles.

          —Es una lástima que estemos aquí para evitarlo—gruñó Joy manteniendo su arma apuntada hacia el maniático vestido de negro.

          —Uroboros entrará en la atmósfera para crear una máxima saturación destinada a todo el planeta.

          Wesker corrió rápidamente hacia ellos y los tres agentes se separaron, el rubio atacó a Chris, derribándolo a un lado al mismo tiempo que sacaba su arma y disparaba contra las dos mujeres. Joy empujó a Sheva a un lado, ambas tomando cobertura en una viga. Chris logró recuperar su arma y abrió fuego contra el hombre vestido de negro sin piedad.

          —Ustedes simplemente están retrasando lo inevitable—mencionó él caminando hacia Chris y disparaba a las chicas, quienes se cubrieron cómo pudieron—. El mundo entero será infectado...—movió su pistola hacia la frente de Chris, sin siquiera apretar el gatillo.

          Se generó un silencio tenso entre ellos.

          Joy soltó un respingo al ver la punta de la pistola frente a su marido, a un simple tiro limpio. Apretar el gatillo y matarlo de una vez por todas.

          ¿Por qué Wesker no disparó?

          (Williams se dio cuenta de que él quería mostrar su poder sobre ellos.)

          Y ella consideró que esa fue la cosa más patética que vio en su vida.

          La cara de Wesker se mostró casi maniática—Habrá un nuevo Génesis y yo seré el creador.

          Joy saltó en dirección a Wesker, apartándolo de Chris con un balazo contra la Samurai Edge del rubio y este saltó hacia la parte superior del compartimento. Redfield abrió fuego contra él para recibir otras dos patadas, Sheva clavó un cuchillo en su brazo y él utilizó su fuerza para ahorcarla. Alomar, con pura valentía, forcejó contra el agarre de hierro que tenía Albert. Joy se impulsó para poder enganchar sus piernas en la cabeza y se inclinó hacia un lado, creando una llave que liberó a la africana al tiempo que él caía en el suelo. Chris corrió hacia Wesker para levantar su cuchillo en dirección al cuello del rubio.

          —¡Ya he oído suficiente!—exclamó este antes de clavar el cuchillo y apartarlo a un lado—. No eres más que un peón de Umbrella.

          —Dos minutos para altitud óptima.

          Sheva miró a Chris—Ya sabes lo que tenemos que hacer.

          Ambos agentes se giraron.

          La palanca de apertura.

          —De acuerdo, iré por la palanca—declaró el castaño mirándola—. ¡Cúbranme!

          El grito desquiciado que soltó Wesker fue suficiente para abrir fuego.

          Sin embargo, Chris fue más rápido en bajar la palanca. Todo el entorno se volvió rojo, donde Joy usó su gancho para colocarlo en el cinturón de Sheva y lanzarlo a un lado para que este sostuviese a la africana fuera del peligro cuando la compuerta empezó a abrirse. Chris estaba agarrándose de unos cables en la pared cuando vio a su mujer cerca de una viga.

          —¡AGÁRRATE!—gritó él.

           Joy saltó en dirección a la viga, sosteniéndose como si su vida dependiese de ello.

          Wesker salió volando para chocar con aquella viga y llegó a tiempo para tomar la bota de la rubia. La turbulencia era violenta, todo a su alrededor centellaba y era obvio que estaban en caída hacia lo desconocido. Joy se aferró a esa superficie como pudo, con Wesker literalmente pegado a su talón y sentía que él simplemente buscaba atraerla a él para salvarse a si mismo. Sheva exclamó algo por encima, pero ni ella o Chris lograron escucharla. Joy gruñó al ver que pronto sus brazos se rendirían y la desesperación que había en sus ojos era más que palpable.

          Ella tenía al enemigo justo detrás.

          Si ella se soltaba, ambos caerían.

          Así era como se terminaba una misión, ¿verdad?

          Vencer a los malos.

          Joy miró a Chris, quien mantenía su mirada fija en ella. El tiempo parecía hacerse más lento cuando ellos se miraban, como si ambos sostuviesen algo que el otro necesitaba, como si ambos estuviesen intercambiando pensamientos, palabras, incluso sus almas en silencio. Había algo maravilloso en eso, en el poder de conectar con una persona que llega a conocerte a tal punto de saber más de lo que uno mismo sabe. Es horroroso, también. La alianza de oro permanecía en sus dedos anulares, escondidos a través de los guantes y quemaba su piel en ese momento. Ella le hizo un juramento ese día: que se comprometería a él, en lo bueno y en lo malo, que lo amaría sin importar qué y lo protegería hasta el final de sus días, hasta que, simplemente, la muerte los separase.

          Al parecer, la misión terminaría así.

          Si ella se iba a la tumba, Wesker se iría con ella.

          (Ella no quería dejar a Chris, pero no podía permitir que él viviese en aquel mundo caótico como el de Wesker.)

          La sonrisa que Chris le dio el día que se casaron fue la última cosa que ella quería recordar.

          Y se soltó.

          Chris actuó por instinto, por impulso, por sus emociones y se negó a la parte de "hasta que la muerte los separe". Extendió su mano para agarrar la mano de su mujer, manteniendo un fuerte apretón, con la otra sosteniéndose en la viga mientras que Wesker buscaba un mejor agarre con Joy.

          —¡LOS ARRASTRARÉ A LOS DOS CONMIGO!—gritó Wesker y Joy le pateó la mano.

          —¡ESO YA LO VEREMOS, HIJO DE PERRA!

          Joy disparó hacia él.




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