o. las decisiones importantes
NUEVOS DIOSES,
capitulo cero: las decisiones importantes!
Washington D.C, Estados Unidos — Marzo de 2009, tres años después.
JOY WILLIAMS Y CHRIS REDFIELD CONTRAJERON MATRIMONIO DOCE MESES DESPUÉS DE LA DESAPARICIÓN DE JILL VALENTINE, luego de una misión que tuvo grandes bajas en Islandia donde Joy fue participe en una búsqueda desesperada por encontrar pistas. La pareja de agentes SOA nunca se rindió en las esperanzas de que su mejor amiga estaba viva, a pesar de que sus investigaciones no daban frutos — había algo que les indicaba que Jill estaba viva. Parker Luciani, quien también llegó a ser gran amigo de ella, formó parte del equipo por un tiempo junto con la ayuda de Keith Lumley y de Quint Cetcham; sin embargo, Valentine había desaparecido como el polvo, dejando que su presencia solamente se esfumase y dejase dolor en ella. Chris y Joy continuaron tomando misiones, así ganándose más rangos dentro de su posición como agentes y más información sobre diversas operaciones bioterroristas, dispuestos a no bajar los brazos por su compañera caída — lo que la Alianza ya tenía visto como un caso cerrado.
Eso los había unido tanto, no solo como compañeros o aliados, si no como pareja.
(Joy se preguntó por qué les había tomado tanto tiempo darse cuenta de los sentimientos por el otro.)
Fue en junio del 2007 que Joy estuvo pisando las fronteras entre el mundo de los vivos y el de los muertos al recibir una bala que iba a dirigida a Chris. Una bala en el abdomen, un clásico. Pero Chris parecía tener el corazón a punto de salirse por su boca de lo asustado que estaba. En ese tipo de misiones antes, él no llegó a preocuparse de esa manera por nadie, ni siquiera Joy; sin embargo, Chris lo entendió mientras tomaba su mano en la sala donde ella estuvo internada: él ya tenía un vínculo de apego muy fuerte con la rubia y a pesar de que eso podía ser peligroso para sus emociones y por el bien de la misión, él se dio cuenta de que eso era más que un simple sentimiento humano. Después de todo, Chris la amaba, hasta el punto de que recibiría una bala por ella (aunque en realidad la cosa fue por el otro lado).
Eso fue suficiente incentivo para que el mayor de los Redfield hiciese la proposición.
(Honestamente, él no se esperó para nada la bofetada que le dio la rubia.)
Luego, siguió el llanto.
Chris se preguntó qué estaba haciendo mal.
—¿C-Cómo...?¿Cómo te atreves? Tú no tienes idea...—sollozó la rubia mirándolo fijamente con lágrimas en los ojos y lo señaló con su dedo—. ¡Tú no tienes ni puta idea de con quién te estás metiendo, Redfield!¡No juegues conmigo!
Él soltó una carcajada y envolvió ambos brazos en ella, mirándola fijamente, con calidez—No estoy jugando contigo, Joy. Y sé perfectamente con quien me estoy metiendo, por eso hago esta proposición.
Eso no la convenció, en un principio.
—Chris, uno no bromea con estas cosas—declaró la rubia y el castaño le secó las lágrimas.
—No estoy bromeando, ni siquiera es una apuesta—afirmó Redfield pasando una mano para sostener la mejilla de ella—. Es real.
Joy se sintió muy pequeña—¿Lo es?¿Realmente...quieres casarte conmigo?
—Luego de estar once años juntos, peleando codo a codo, enamorándonos en el proceso, yo...—él tuvo que detenerse para que no sonara tan cursi o sacado de una novela romántica—. No quiero estar con nadie más, nadie con quien realmente valga la pena como tú—limpió otra lágrima mientras mantenía su mirada fija en aquellos orbes verdes que él llegó a adorar con el tiempo—. Hace casi un año tú dijiste que me amabas, ¿acaso algo cambió en eso?
Williams negó instantáneamente.
No podía permitir eso. Te amo demasiado para permitirlo.
Ese sentimiento no había cambiado.
—Entonces, ¿qué es lo que te detiene?—le preguntó él.
Joy soltó una carcajada—Y decías que Kennedy era apasionado.
—Yo también puedo hacerlo, con el incentivo suficiente—respondió Chris sonriendo de lado, moviendo su cabeza para un costado—. ¿Aceptarías convertirte en mi esposa, Joy Williams?
—Con una condición.
—Soy todo oídos.
Ella le miró fijamente, sin dejar lugar a bromas—Vas a pasar cada maldito minuto por el resto de tu vida haciéndome feliz, ¿lo entiendes?
—Encantado—replicó Redfield sonriendo abiertamente—. Eso es un sí, ¿verdad?
Unos labios contra los suyos fueron respuesta suficiente.
Joy ni siquiera sabía que la cosa se haría real hasta que llegó el final del mes de Julio. Cuando Chris la despertó esa misma mañana, la rubia lo miró con desconcierto. ¿Quién diablos despierta temprano a una persona un sábado? La única excusa era que tomase el desayuno que estaba dispuesto en una bandeja en la cama y que se pusiera el mismo vestido rojo que usó en la gala donde casi se besaron por primera vez — no gracias a Jessica Sherawat, claro. Ella se peinó y maquilló ligeramente para la ocasión que ni siquiera sabía de qué se trataba. Se topó con Chris en el apartamento que compartían, luciendo un traje de color negro con camisa blanca y corbata azul marino; eso le quitó una sonrisa a la rubia al verlo tan atractivo con tan poco.
—¿Se puede saber a qué se debe la ocasión?—le preguntó ella medio dormida.
—¿Estás lista?—inquirió él antes de guiñarle un ojo—. Ya lo verás.
Williams miró por la ventana de la camioneta mientras que Chris conducía por la calle transitada de Washington, su mente divagaba por diferentes lugares de los cuales su actual pareja y futuro esposo estaba decidido a llevarla. Ella no cayó en la cuenta de que Chris se estaba dirigiendo hacia el registro civil y se estacionó justo frente al edificio — en ese preciso instante, Joy sabía que Chris hablaba muy enserio y ella estaba absolutamente muda al respecto.
Ella estaba a punto de casarse.
—Creo que Kennedy te hizo muy mal a la cabeza, Chris—espetó la rubia—. ¿E-Estamos aquí para...?
—Sí, cielo, hoy nos casaremos.
—Pensaba que ya no se daban turnos para este tipo de cosas—añadió ella mirando la gran estructura desde su asiento—. Estas cosas se planean, Chris. ¿Por qué no me lo dijiste antes?
—Joy, es simplemente ir a firmar papeles—recalcó el castaño alzando una ceja—. Hacerlo oficial. A-A menos que quieras una ceremonia en una iglesia con amigos y familia, lo entenderé...
—¿De qué mierda estás hablando, Redfield?—le preguntó ella frunciendo el ceño—. No quiero una fiesta donde tenga que poner mi cuerpo a dieta para lucir un vestido blanco para sentirme pura por un maldito día, ya creo que los dos tenemos un asiento asegurado en el infierno.
Chris empezó a reírse a carcajadas en ese momento y Joy se cruzó de brazos, mirándolo seriamente desde su lugar. Él negó lentamente con la cabeza antes de destrabar las puertas.
—Gracias a Dios que serás mi esposa.
Ella alzó una mano—¿Nos casaremos, así como así o tendremos un testigo?
Durante ese momento, un toquecito en la ventana del copiloto hizo que la rubia se girase y se topó con una mujer de cabello pelirrojo recogido en un rodete, vistiendo como toda una agente federal, además de tener una sonrisa enorme en su rostro. A su lado, una castaña de cabellos cortos, tez pálida y ojos claros también la saludó con una mano mientras que con la otra tenía un ramo de flores. Charlotte Harmon y Rebecca Chambers saludaron a la pareja y Joy decidió bajar la ventanilla.
Joy no pensó sus palabras—¿Qué diablos hacen aquí?
—Buenos días a ti también, futura mujer a contraer matrimonio—saludó la pelirroja antes de soltar una carcajada—. Llegamos justo a tiempo.
—No pasa todos los días que mis amigos vayan a casarse—declaró la castaña.
—Gracias por venir, chicas—le dijo Chris sonriéndole—. Intentaremos de no robarles tanto tiempo.
—Tranquilízate, Chris. Hoy es mi día libre—sentenció Harmon rodando los ojos—. Además, Leon fue a dejar a Eider a la escuela y no lo veré hasta que él termine su turno, pensará que estuve encerrada todo el día en casa durmiendo—apretó sus labios—. No sirviendo como testigo para una pareja de idiotas que se casará. Eso sí que es romántico.
—Fue lo mismo que Leon hizo contigo—dijo Joy inexpresivamente.
—Corrección: él ni siquiera me preguntó si quería casarme, Hunnigan fue quien realizó todas las actas y las validó sin decir una puta palabra al respecto, él no sabía de eso hasta que vimos las actas—señaló la pelirroja—. Ella fue la de la idea.
—¿Te arrepientes de eso?—inquirió la rubia.
—¿De casarme con él de manera discreta y directa? No—declaró Charlotte apoyando ambas manos en la camioneta—. ¿De qué mis actas estén mis datos y que me hayan cambiado el apellido a "Kennedy"? Me molesta un poco, pero bueno, dadas las circunstancias...
Rebecca miró a Chris—Pensé por un momento que llamarías a tu hermana para que sirva de testigo.
—Ni loco—replicó Redfield abriendo la puerta—. Ella va a querer que hagamos todo tipo de ceremonias y digamos que nuestra luna de miel empieza en dos días viajando a terreno enemigo en Suiza.
Joy asintió, señalando a su futuro marido—¿Ven? Eso sí que es romántico.
—Vamos, chicas, o llegaremos tarde—exclamó el castaño caminando.
Al ingresar al edificio, Joy observó el ambiente formal y clásico que tenía el vestíbulo junto con sus pasillos. Chris sostenía la mano de su prometida mientras que las dos testigos caminaban justo detrás de ellos. Decir que a Joy no se le estaba a punto de salir el corazón del pecho era quedarse corto, su corazón bombeaba de manera acelerada ante los nervios y Chris le dio un ligero apretón en su mano — manteniéndole la mirada, donde ella se permitió respirar hondo. Al presentar la documentación requerida, ambos se sentaron a esperar mientras que la pelirroja se acomodó contra una de las paredes y Rebecca se sentó en el suelo.
—Entonces, ¿qué harás, Joy?—le preguntó la castaña—. ¿Tomarás su apellido?
Ella miró en dirección a Chris, sin estar muy segura de su decisión.
—Puedes ser una Redfield, también puedes seguir siendo tú o puedes unir mi apellido al tuyo—espetó él aun sosteniendo su mano—. Como pasa con los niños. No dejarías de ser una Williams en ningún momento.
Joy se sentía más calmada al ver que Chris no estaba presionándola.
Agradeció ese gesto.
La rubia se relamió los labios al tener las opciones marcadas en la mesa. Podría optar por cualquiera de ellas, a pesar de que todas tuviesen un significado distinto en ellas: ella podría ser perfectamente una Redfield, habiendo sobrevivido no solo con uno, sino con dos al mismo tiempo en un ambiente completamente frío y así mismo conociéndolos más de lo que ella quería conocerlos — además, Claire parecía estar muy de acuerdo con la relación que tenía y Joy consideró que eso era todo un triunfo; podría permanecer con su apellido y aun así ella seguiría siendo la misma persona que Chris había decidido casarse, cosa que no cambiaría en nada. Sin embargo, había algo con el tener ambos nombres que a ella le atrajo en ese preciso momento. Ella no solo sería una Williams, sino que también se convertiría en una Redfield, dos personas que serían iguales y distintas al mismo tiempo — pero que formaban parte de una misma persona, marcando un antes y un después.
Resultaba que eso sí que llegaría a ser adorable.
—Creo que conservaré mi apellido y uniré el tuyo—respondió ella luego de un largo silencio.
Chris le sonrió antes de besar su sien.
Al ser llamados por un juez, los cuatro caminaron hacia la gran oficina donde firmarían los documentos necesarios y Joy apretó ligeramente la mano de su esposo. Ambos respondieron preguntas hechas por la autoridad que los casaría y una introducción breve a lo que sería la ceremonia — la cual en cierto modo se haría pública. Joy recibió el ramo de flores que tenía la científica y Rebecca se paró al lado de Chris como Charlotte al lado de Joy, los cuatro escuchando atentamente al juez:
—Estamos aquí para unir en matrimonio a Joy Harriet Williams y Christopher Redfield. En primer lugar, voy a proceder a dar lectura al acta matrimonial: Siendo las diez horas del día 25 de Julio de 2007, comparecen quienes acreditan ser marido y mujer, al objeto de contraer matrimonio civil en virtud de autorización recaída en el expediente número 150872—se relamió los labios—. Debido a estos documentos, cumplen con lo acordado para contraer dicho matrimonio. Los esposos se comprometen a desarrollar un proyecto de vida en común basado en la cooperación, la convivencia y el deber moral de fidelidad. Deben prestarse asistencia mutua—miró en dirección a las dos testigos—. ¿Alguna razón por la cual estas dos personas deban estar unidas por matrimonio?
Rebecca bufó—Estuvieron esposados en una mansión llena de muertos vivientes y sobrevivieron, creo que esa es suficiente razón para que estos se unan en matrimonio.
Chris y Joy soltaron una carcajada.
—¿Es eso cierto?—preguntó el juez.
—La historia es más absurda de lo que usted cree—declaró Joy sonriendo de lado.
—Pero es significativa—afirmó el juez antes de volver su mirada a las testigos—. ¿Alguna se opone a esta unión entre Joy y Chris?
Las dos mujeres esperaron en silencio, negando con su cabeza.
El juez sonrió a la pareja—¿Ambos aceptan comprometerse el uno al otro, en lo bueno, en lo malo, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?
—Acepto—dijo Joy mirando a Chris.
—Yo también acepto.
—Si tienen las alianzas matrimoniales o sus votos, es bueno decirlos ahora.
Joy sonrió antes de pisarle el pie a su marido—Olvidaste de decirme que hiciese votos.
—Ya, ya, lo sé. Pero...—rebuscó en su bolsillo y sacó una caja color azul marino, donde, al abrirse, se encontraban dos alianzas matrimoniales de color dorado—. Tengo las alianzas. Las llevo teniendo desde hace meses.
¿Desde hace meses?
Joy se preguntó desde cuando él quería casarse con ella e inevitablemente, sus ojos verdes se llenaron de lágrimas ante la emoción y se mordió el labio. Chris le puso el anillo en su dedo anular de su mano izquierda y ella repitió el mismo proceso con él. En el momento que el juez los declaró marido y mujer, Joy no se resistió ante el impulso de agarrar la chaqueta del castaño y terminó estampando sus labios contra los de él en un firme beso. Repentinamente, la puerta de la oficina se abrió, revelando a Barry Burton, Parker Luciani, Keith Lumley y Quint Cetcham.
—Si llegaron para oponerse al matrimonio, debo decirles que llegaron muy tarde—dijo Charlotte cruzándose de brazos.
—¿Ya dieron el sí?—preguntó Barry sin aliento.
Joy alzó una ceja—Hace exactamente dos minutos, Barry.
—¡Te dije que era antes, idiota!—declaró Quint a Keith.
Parker alzó el paquete de arroz—Huh, ¿vivan los novios?
Chris y Joy soltaron una carcajada.
━━━━━━━━
Había veces que Joy debía frotarse los ojos para creérselo, para creer que la alianza matrimonial que tenía en su dedo anular era real y no un simple juego para niños. Sonrió ante el recuerdo antes de ponerse a escribir el reporte de la misión de la cual ella y su pareja habían vuelto luego de unas setenta y dos horas bastante agitadas. Sin embargo, no dieron con tantas pistas relevantes sobre algún paradero donde podía estar su compañera perdida. Luego de tres años de su supuesta muerte, ni Chris ni Joy se habían rendido — ambos continuaron empujando las fronteras para buscar algo que los condujese a un cuerpo, al menos. Ni siquiera en sus dos años de matrimonio con Chris Redfield habían dado fruto en una simple búsqueda y Joy temía que eso podría llegar a frustrarlos a ambos.
Tal vez eso debería hablarlo con la doctora Atlas.
Pero claro, ambas no tenían una sesión hacía dos años.
Ella le debía todo a esa mujer, incluso cuando su última sesión fue previa a contraer matrimonio.
(Bueno, al menos ella no fue quien casi tira la puerta abajo al enterarse de dicho casamiento civil.)
Una semana después de haberse casado y tener una gran romántica luna de miel donde se involucran armas, balas y bioterrorismo combinado (por no poner solo el sexo, el cual fue lo mejor de la misión), en un desayuno tranquilo en el apartamento que compartían, la pareja se encontraba sentada en el sillón — entreteniéndose con las noticias o algún avance, hasta que escucharon un gran golpe en la puerta principal. Ambos se tensaron, mirándose entre ellos antes de que el castaño le señalase silenciosamente a su esposa que buscara el arma que estaba ubicada debajo de la mesa de la cocina. La rubia se movió lentamente, dispuesta a obedecer las órdenes mientras que Chris se quitaba las zapatillas para caminar lentamente hacia la puerta donde otro golpeteo resonó.
Joy alzó el arma.
Chris se acercó a la puerta.
Y una voz, tan clara como el día, habló al otro lado.
—¡CHRISTOPHER REDFIELD!¡ABRE LA PUTA PUERTA!
Joy bajó el arma instantáneamente al reconocer a Claire Redfield y el castaño apretó los labios antes de mirar horrorizado a su mujer. Ella ya sabía que tarde o temprano la menor de los Redfield sabría la hermosa noticia, pero Joy no creyó que sería tan rápido.
(Por un momento, su sospechoso inicial fue Barry.)
—Abre la puerta o ella la tirará abajo—declaró la rubia volviendo a esconder el arma debajo de la mesa.
—Me matará si lo hago.
Joy se encogió de hombros—Bueno, la cosa es hasta que la muerte nos separe, ¿no?
Chris le levantó el dedo medio.
—Yo también te amo, cielo.
Otro golpe se escuchó y Chris abrió la puerta, enfrentándose a una Claire Redfield más enfadada que de costumbre. Su rostro era impetuoso, poco expresivo en cuanto otras emociones y sus ojos estaban fijos en el hermano mayor. La muchacha de cabellos castaños rojizos llevaba su clásica chaqueta roja y una maleta a su lado; cosa que les dio una idea de que esto era una visita familiar forzosa debido a circunstancias extraordinarias. Joy se sentó encima de la mesa mientras que Claire le lanzaba un puñetazo dirigido al brazo izquierdo de su hermano y fue inevitable no soltar una carcajada al respecto. El castaño le permitió la entrada, cerrando la puerta después de él mientras que su hermana llegaba hasta la cocina-comedor del apartamento donde se encontraba su nueva proclamada cuñada.
—Algo me dice que vas a necesitar un trago—espetó Joy sonriendo de manera nerviosa.
—Es muy temprano para un trago, pero no lo negaré—respondió la menor de los Redfield antes de tomar asiento.
La rubia soltó una carcajada antes de dirigirse a un gabinete donde había varias botellas, de las cuales había solamente una abierta. Joy vertió líquido color dorado en un vasito pequeño, el cual le tendió a Claire en cuestión de segundos y ella lo bebió del tirón. El matrimonio Redfield esperó en silencio hasta que la mencionada en cuestión les dirigiese la palabra.
—¿Por qué diablos no me llamaron para decírmelo?—preguntó Claire dejando el vaso en la mesa.
—Huh, digamos que fue una decisión algo apresurada, pero segura—declaró Chris rascándose la nuca—. ¿Quién te lo dijo?
—Barry.
Chris y Joy se miraron entre ellos.
Maldita sea, Barry, pensaron al mismo tiempo.
—Me perdí la fiesta de casamiento de mi hermano—se lamentó ella.
—Claire, solo fuimos a firmar los papeles para contraer el matrimonio civil—dijo la rubia cruzándose de brazos—. No hicimos ninguna celebración. Ni siquiera una boda en una iglesia. Podemos asegurarte que no te has perdido de nada.
—Y te pondrías como una loca intentando de planear nuestra boda—murmuró Chris antes de que su esposa le codeara las costillas.
—¿Quiénes fueron los testigos?
—Charlotte y Rebecca—respondió la rubia sonriendo y le mostró su alianza—. No habremos dicho nuestros votos, pero tu hermano realmente se lució con las alianzas matrimoniales.
Claire soltó una carcajada antes de negar con la cabeza y luego se levantó para abrazar a la rubia con fuerza; sintiendo que ella ya formaba parte de la familia desde hacía años. Joy la estrechó contra su cuerpo mientras que la castaña tironeaba al mayor para que se uniese y los tres permanecieron así durante un buen tiempo — o al menos hasta que ella habló.
—De acuerdo, ahora tengo una declaración muy importante.
—Dispara, C—le dijo su hermano.
—Quiero un sobrino.
Joy se atragantó con su propia saliva y se alejó de Claire, quien esbozó una sonrisa muy divertida, para poder toser en paz. Chris se pasó una mano por la cara, intentando de buscar al menos una respuesta coherente para poder mantener a su hermana en la raya por un tiempo en lo que parecía ser el tópico de niños. Sin embargo, Claire les dijo que esperaría lo suficiente hasta que ellos tomasen su propia decisión con respecto a tener hijos — hasta que pasaron aquellos dos años de matrimonio que llegaban al día de hoy. Joy salió de su trance cuando una mano pasó por encima de su mirada, volviéndola a traer a la realidad. No le sorprendió ver a su marido mirándola desde su lugar.
—Te falta dormir—le recriminó él tendiéndole una taza con café.
—Podría decir lo mismo de ti—respondió ella antes de aceptar la taza—. Aún me falta poco para terminar este reporte.
—Puedes terminarlo más tarde.
—Puedo terminarlo ahora—señaló la rubia antes de llevarse la taza a los labios—. Solo dame diez minutos.
—Que sean cinco—declaró él—. Nos llegó algo importante.
Joy le miró—¿Qué tan importante?
—Información de la investigación en África, cielo—dijo el castaño antes de sonreír de lado—. Nosotros somos los únicos operantes de la Alianza del nivel diez con autorización para acceder.
Eso sí que captó la atención de la rubia, quien sonrió.
—Es Fisher, ¿verdad?
—Puede que sea algo muy importante.
—Tendré listo el reporte en cinco—espetó la rubia antes de ponerse a teclear.
Escuchó a Chris alejarse lentamente, mientras que ella se encontraba presionando varias teclas a la vez para poder formar oraciones coherentes de la última parte de cómo había resultado la misión. Normalmente, los reportes eran individuales para los agentes SOA, donde cada uno debía dar detalles específicos de la misión de diferentes perspectivas (dependiendo si la misión fue efectuada de manera individual o si fue una pareja de agentes) y cómo incidieron esas decisiones en el resto de la operación — a diferencia de los reportes de una misión donde se involucraban unidades SOU, los cuales se hacían solo por el capitán de la unidad. Al terminar de tipear todo el reporte, Joy volvió a releerlo para no tener errores en su escritura y lo envió dentro de la base de datos de la Alianza; la cual, últimamente, había sido comprometida por un virus informático y eso no fue nada agradable para el servicio técnico que estuvo luchando para no perder todos los archivos.
Mientras más estaban cerca de un objetivo, siempre había una pared donde chocarse.
Joy cerró su sesión y se levantó de la silla, dándole un último a la taza de café antes de ir en dirección a la sala de reuniones que estaba unos dos pisos más alto donde se encontraba el escritorio de la rubia. Chris había sido muy claro en su interés en la investigación que se estaba llevando a cabo en África, el cual involucraba a la rama de África Occidental y que Keith Lumley (siendo el director de la rama de África Oriental) había decidido enviar refuerzos para las tropas de la otra rama, ya que compartían continente. Reynard Fisher demostró ser un gran agente SOA desde sus grandes comienzos, Joy no lo había conocido en persona, pero muchas personas de ambas ramas africanas (incluido Keith) decían cosas muy buenas sobre su trabajo como agente SOA: y ella no dudaba que su investigación en África sea un simple sueño feo para niños.
Cuando tocó la puerta, escuchó la voz de su marido diciéndole que pase y ella cruzó el umbral antes de cerrar la puerta.
Chris estaba sentado con una laptop en una mesa, mirándole de lado.
—¿Empezaste sin mi?—preguntó ella mirándolo de manera recriminatoria.
—No.
Ella podía oler la mentira a kilómetros.
Joy enarcó su ceja.
—Está bien, vi los primeros dos minutos antes de que llegases—declaró el mayor de los Redfield levantando ambas manos—. Aún no sé cómo lo haces.
—¿Qué?¿Saber que me mientes?—le reprochó ella tomando asiento a su lado antes de besar su sien—. Déjame recordarte que soy tu esposa y te conozco de los pies a la cabeza, detectar mentiras para mi es como un sexto sentido.
—Muy graciosa.
Cuando Chris puso el video para reproducir, la imagen de un hombre caucásico de más o menos la edad de Redfield donde parte de su cabeza tapada con un hiyab color blanco algo sucio, se mostró en la pantalla en cuestión de segundos. En ese preciso instante, el hombre se presentó:
—A quien sea que vea este video, este es el agente Reynard Fisher, agente SOA de la rama africana occidental de la BSAA—se presentó el hombre—. Teniendo en cuenta los últimos eventos que estuvieron ocurriendo en África occidental en estas semanas, finalmente tenemos a un posible responsable del siguiente cataclismo relacionado con el bioterrorismo en la zona. En este archivo estarán adjuntas algunas imágenes como evidencia, además de mi reporte luego de estar haciendo reconocimiento en este...este horrible lugar—Reynard procedió a relamerse los labios—. Hace un par de semanas apareció un americano, un traficante de armas bio-orgánicas llamado Ricardo Irving, el cual tuvo contacto con terroristas islamistas. Él no estaba solo, si no que tenía una compañera, haciendo el trato con los rebeldes. Sin embargo, mi rama no lo tomó como evidencia suficiente hasta los hechos de hoy.
Joy miró la pantalla sin creérselo.
Fisher asintió, intentando de decir las siguientes palabras—. Es el día de hoy que puedo confirmar la utilización de un virus patógeno en la zona de Kijuju, África Occidental, donde varios de los aldeanos y miembros de la ciudad autónoma están teniendo tratos algo agresivos y su fisiología no es completamente humana. Varios civiles piensan que el proyecto Uroboros está empezando a crecer entre sus líneas—negó con la cabeza—. La única opción que nos queda es arrestar a Irving y contener esta infección lo más rápido posible, antes de que escale a mayores. Ricardo volverá a Kijuju el cinco de marzo, si alguna de las ramas fuera de la rama africana quiere ayudar, son más que bienvenidos. Reynard fuera.
El matrimonio de agentes SOA se quedó en silencio.
El caos estaba a punto de desatarse en Kijuju.
Si un operativo les estaba diciendo que algo inminente pasaría. ¿Cuál era el siguiente paso?
—¿Estás pensando lo mismo que yo?—le preguntó Chris a su esposa.
Joy le miró de reojo—Creo que ni tengo que decirlo. ¿En cuantas horas crees que podremos llegar a África?
—Estaríamos allí en unas diecisiete horas—declaró él asintiendo—. Iremos a África, entonces.
—Me pondré en contacto con el director de la rama africana occidental. Tú ve a empacar—le ordenó ella antes de sacarle la computadora—. Debemos ser rápidos con esto, Chris.
Redfield le guiñó un ojo antes de besarla y eventualmente, salir de la sala.
Joy esperaba que la información de Reynard no fuese errónea.
━━━━━━━━
sin editar
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro