
ix. el fin de un ciclo
NUEVOS DIOSES,
capitulo nueve: el fin de un ciclo!
LA PRIMERA VEZ QUE CHRIS ABRAZÓ A JOY FUE EN UN MOMENTO DE PURA DESESPERACIÓN, de puro dolor, mezclados con otros sentimientos tan miserables como lo era la muerte misma. Chris podía ver cómo su compañera de equipo, quien lo había cambiado durante los años que pasaron peleando lado a lado, estaba derrumbándose como una torre justo frente a él — de la manera más estruendosa posible, con tanto sufrimiento que terminó por abrumarla por completo. Él la acunó en sus brazos, incluso cuando ella se resistía, y la estrechó contra su pecho cuando ella se desarmaba frente a él con tanta facilidad que daba calambre. Ver como la rubia temblaba por aquellos sollozos provocados por el maldito descarado que se atrevió a lastimarla le producía enojo, un enojo que él intentaba comprender bien como persona y junto a Joy en ese preciso momento. Parecía inevitable que su aroma a jazmín no inundase sus sentidos de manera intensa como lo fue ese instante; era algo familiar, conocido.
(Algo tan íntimo, que ni él pensó que desearía tanto como lo hacía aquel momento.)
Chris se dio cuenta de que no quería alejarse de ella.
Le dolería demasiado el hecho de que Joy ya no estuviese a su lado.
Le dio mucho miedo el pensarlo.
En ese momento que ella lo miró con tanta profundidad, el tiempo se volvió lento para él, porque Chris conocía las intenciones de su mujer como si se tratara de un libro abierto. Si ella juró que aceptaba a comprometerse a él, en lo bueno, en lo malo, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separase: Joy haría lo que fuese necesario para poder salvarlo de aquel infierno. Williams lo miró con tanto amor, con tanta tristeza y con tanto dolor en ese momento que estaba proyectando el recuerdo más feliz que ambos tenían — hasta que finalmente se soltó para acabar con Wesker de una vez por todas. No, definitivamente él no permitiría otro tipo de sacrificio de parte de ella, a pesar de que el mundo se cayese a pedazos a su alrededor. Ella moría, entonces él moría también. El castaño no dudó en lanzarse para intentar tomar su mano y su agarre nunca le falló en ningún momento, sosteniendo la mano de su mujer como si su vida dependiese de ello.
Cuando le disparó a Wesker, Chris no perdió tiempo en tirar de su brazo para poder atraerla a él.
Y la abrazó con tanta fuerza.
Simplemente se perdió en ella otra vez.
Entonces, finalmente, ambos sintieron el gran estruendo que anunció el choque del carguero. Fue una gran sacudida, violenta, casi desgarradora que provocó que el matrimonio Redfield apretase bien los ojos para anticipar su choque contra cualquier superficie sólida. Chris soltó un gruñido cuando su cuerpo chocó contra una de las paredes y rodó con total libertad a un lado, arrastrando a su mujer con él. En cuanto los ruidos estruendosos cesaron, Joy Williams fue la primera en abrir los ojos, encontrándose con los escombros de la aeronave que cargaba con los misiles que irrumpirían en el resto del mundo; convirtiéndolo en un completo caos. Sus ojos verdes, mezclados con tantas emociones juntas intentaban de procesar lo que estaba pasando: Wesker estaba siendo sostenido por su talón y ella ya estaba preparada para morir, estaba lista para abandonar el mundo con el último recuerdo más bello que albergaba en su mente.
Sus ojos verdes se encontraron con los de su marido.
Él no tardó en besarla.
Fue dulce, cálido, y ella sentía que simplemente se derretía por ello.
Tal vez, valía la pena sacrificarse por las personas que realmente lo merecen.
—No lo hagas, no vuelvas a hacerlo—le dijo él, pero ella lo entendió como si fuese una gran súplica a sus acciones imprudentes—. Por favor...
Joy sintió lágrimas chocando contra sus mejillas.
Aquello era una súplica.
Ella le devolvió otro beso con intensidad, con el amor que ella no alcanzaba a darle con tan solo sus palabras o una simple mirada, con la devoción de un gran amante y con la gran emoción de haber encontrado a un compañero de vida como lo era él. Ambos juntaron sus frentes, manteniéndose juntos en ese simple momento, durante esa paz que se agotaba antes de que la tormenta los atacase otra vez y no les dejase opción más que escapar. Joy decidió adorarlo solo un poco más, hasta que Sheva soltó un gruñido a su lado, provocando que el matrimonio Redfield mirase en su dirección. La muchacha de veintitrés años se encontraba colgando desde una viga con el gancho que Joy le había lanzado a ella al momento de que Chris bajase la palanca y sus piernas se encontraban arriba mientras que su cabeza estaba debajo.
(No parecía ser una buena posición para ella.)
—Ustedes saben que adoraré estos momentos de intimidad por que son una pareja impresionante y no dudo que no vayan a patear traseros y tomar nombres—señaló ella mirándolos desde su lugar—. Pero la sangre se está juntando en mi cabeza y no quiero morir colgada. ¿Me ayudan?
Joy y Chris se desenredaron, al tiempo que pedían disculpas.
—Wale walikuwa reflexes kubwa, nahodha (Esos fueron grandes reflejos, capitana)—le mencionó Sheva a Joy con entusiasmo.
—Ikiwa utafanya mazoezi chini ya maagizo yangu, utajifunza mengi (Si entrenas bajo mis órdenes, aprenderás mucho)—respondió Joy en suajilí mientras agarraba su cuerpo y Chris cortaba el gancho—. Kufikia hatua ya kumpiga teke mume wangu, lakini lazima asigundue (Hasta el punto de patearle el trasero a mi marido, pero él no debe enterarse).
Chris rodó los ojos—Ustedes dos son muy raras.
Al salir del carguero, el ceño de Joy empezó a fruncirse más y más al ver el nuevo entorno que los rodeaba completamente. El calor que emanaba de la lava a un par de metros de ella produjo que la rubia se tensase y abriese bien la mirada para centrarse en sus sentidos. ¿Cómo fue posible que la trayectoria del carguero se haya desviado tanto? Parecía un mal chiste y un mal cálculo del momento, el simple hecho de haber terminado dentro de un maldito volcán. Sin embargo, consideradas las circunstancias, y más con un loco que ya estaba más que senil, ella podía asegurarse de que Wesker habría muerto entre todo el magma. Con el más sumo cuidado, el trío de agentes se movió por la superficie sólida que les permitía el camino hacia lo que podía ser terreno seguro y libre de lava.
No había señales de Albert Wesker.
—Tendría que haberlos matado hace años—una voz estridente se escuchó a sus espaldas.
El trío se giró.
Wesker.
El degenerado se encontraba encima de la nave, luciendo su torso pálido desnudo, pantalones percudidos con suciedad y sus guantes. Sus anteojos ya fueron olvidados en el carguero, portando unos flamantes orbes anaranjados que brillaban con pura furia — ese hombre quería destruirlos a ambos, y si ellos debían morir deteniéndolo: lo harían sin dudar. Sus armas, desenfundadas y cargadas, apuntaban en su dirección como el arma más letal que podría existir y se mantuvieron firmes frente al enemigo.
—Ese definitivamente fue tu error—masculló Joy—. Y mira dónde estamos.
—¡Esto termina aquí y ahora, Wesker!—presionó Chris.
—¿En serio?¿Esto se termina ya?—se burló Albert dando un par de pasos hacia el borde—. Esto acaba de empezar.
Repentinamente, Wesker lanzó un puñetazo a lo que parecía ser el compartimento donde estaban cargados los misiles de Uroboros e incontables gusanos se adhirieron a su piel, recorriendo su brazo de la manera más desagradable que Joy y Chris se podían imaginar. Sheva soltó un respingo a su lado, observando como el hombre que quería convertirse en dios estaba dispuesto a hacer lo necesario para llevar a cabo su cometido. Su cuerpo mutó de tal manera que ni siquiera llegaron a reconocerlo como su ex capitán de STARS: ese hombre había muerto definitivamente en la mansión Spencer y ya estaba muy, pero muy perdido entre las tinieblas. Su corazón se mostró en un fulgor color anaranjado mientras que su brazo derecho mutaba con partes filosas en sus extremidades. Su mano izquierda se convirtió en una garra y su rostro se demacró manteniendo aquella mirada feroz.
—No me jodas—murmuró Chris.
—Leíste mi mente—añadió Joy.
—¡Ha llegado la hora de morir!—exclamó Wesker.
Sheva entró en pánico—¡CORRAN!
Durante su trayecto, un puente se desplomó debajo de los pies de Joy y Chris, dejando a Sheva al otro lado. Un poco de lava casi los salpica, haciendo que ambos agentes rodasen a un lado, la africana disparó contra Wesker, quien estaba dispuesto a ir tras ellos. Joy miró si el espacio era demasiado sólido para moverse, ayudando a Chris a ponerse de pie para cuando Albert aterrizó frente a ellos. La pareja corrió hacia adelante, intentando poner la suficiente distancia entre ellos y el enemigo, ya que Sheva no tuvo ningún tipo de pudor en abrir fuego contra el rubio mutado. Subieron a terreno más alto, buscando de alguna manera calmar su respiración agitada y así controlar mejor la situación.
—¿Acaso este idiota nunca se rinde?—se quejó Sheva por los comunicadores.
—Bienvenida a nuestro mundo—replicó Chris intentando de disparar en el centro del pecho de Albert—. ¿Sabes desde hace cuánto que estuvimos buscándolo?
—Por demasiado tiempo—mencionó Joy recargando su arma—. Y esta será la última vez.
La última vez.
Ellos no podían permitir que esta guerra los siguiese por siempre.
Los segundos pasaban, esos segundos se convirtieron en minutos y juzgando por la cantidad de balas que ellos gastaban — tal vez llegaron tarde a la conclusión de que Wesker se debilitaba de manera muy lenta. Al mismo tiempo que Wesker lanzaba todo tipo de ataques hacia ellos, la superficie de roca sólida empezaba a hundirse y Chris podía contar los minutos que faltaban para que toda la lava los terminase matando a los cuatro conforme la superficie se hacía más y más estrecha. Joy decidió en ese momento de escabullirse al momento que Sheva se encargó de distraerlo y la rubia saltó a su espalda clavándole el cuchillo en el corazón y otro contra su garganta. Chris corrió de un costado para poder ir de frente y también clavarle su cuchillo largo en el corazón expuesto; lo hizo repetidas veces, todas las veces que fueron necesarias hasta que Wesker los apartó a los dos en un movimiento brusco. El equipo se reagrupó a un lado, observando y sintiendo el temblor que hacían los cimientos debajo de ellos.
(Estaba claro que ellos no lograrían salir de esta.)
—¡Esto no me está gustando!—bramó Joy con preocupación.
—¡Y que lo digas!
El grito de agonía que soltó Wesker al caer en la lava fue música de victoria para los oídos de Joy.
Sus orbes verdes miraron en dirección hacia el rubio mutado y cómo este se retorcía ferozmente por entre el magma que iba quemando todo su cuerpo de manera muy lenta, alimentando aquella agonía que él sufría segundo a segundo. Un par de gotas producidas por el vapor condensado en el área armaron una especie de lluvia que los terminó mojando un poco y ellos intentaron buscar otro punto más seguro. Repentinamente, un helicóptero se acercó a ellos por encima, donde una puerta se abrió en pleno vuelo y la figura de Jill Valentine se asomó para verlos desde el mismo.
—¡Agárrense de esta escalera!—exclamó ella antes de lanzarla.
Sheva fue la primera en subir y Chris fue el último.
Joy no tardó en abrazarla a Jill en cuanto la vio frente a ella, ambas soltaron una ligera carcajada, mientras que Sheva ayudaba a Chris a subir el último tramo. Ambos se permitieron respirar con calma al ver que el trabajo finalmente estaba hecho, abandonando a un Wesker que se estaba derritiendo junto a la lava, dando su último respiro. La africana soltó un respingo al asomarse, ya que Wesker soltó un grito desgarrador que les puso los pelos de punta a todos y repentinamente un brazo mantenía un firme agarre en el helicóptero. Este se sacudió, provocando que los cuatro se tambaleasen a un lado. Josh Stone soltó una maldición en suajilí y le pidió a Sheva que lo ayudase con los controles.
—¡¿POR QUÉ DIABLOS ESTE HIJO DE PUTA NO SE MUERE DE UNA VEZ?!—espetó la rubia ya molesta.
—¡Tenemos que matarlo!
Jill señaló hacia una pared—¡Chris, Joy!¡Usen esos!
El matrimonio miró en dirección hacia donde señalaba Jill y se toparon con dos lanzacohetes colgados, los cuales estaban cargados con cohetes verdes y ellos no tardaron en agarrarlos en sus manos. Se asomaron al borde para enfrentar por última vez al enemigo que quería verlos muertos de una manera u otra.
—¿Lista, compañera?—le preguntó Chris.
Joy lo miró.
De todas las personas con las que quería terminar encadenado, ¿tenías que ser tú?
Tal vez, ella debería agradecerle por última vez a Wesker por haberlos unido, hasta en sus últimos momentos.
Satán nunca te dejará en paz, Redfield.
Ella le guiñó un ojo—Por supuesto, compañero.
Ambos apuntaron en dirección al rubio que aún seguía con vida y no dudaron en apretar el gatillo, generando una explosión que resonó por todo el volcán. Un fulgor blanco los hizo taparse y repentinamente, ya no había nadie intentando de sabotear su escape — solo estaba el ruido de las hélices del helicóptero. El matrimonio Redfield dejó los lanzacohetes vacíos a un lado, encontrándose con la lava completamente planchada, sin rastro alguno de Wesker. Joy le tomó la mano a Chris, apretándosela con fuerza. Finalmente, luego de años y años de conflicto, la amenaza más terrible del planeta había sido eliminada — muchas vidas se perdieron en el proceso, pero era un sacrificio que ellos debían ver para llegar hasta ese momento.
Finalmente, los miembros caídos de STARS podían descansar en paz.
—Esto es por nuestros hermanos caídos—dijo Joy.
Y Joy podía sentir que la herida ya estaba cerrada.
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Entebbe, Uganda, África del Este — dos horas después.
Joy podía sentir que finalmente sus músculos podían relajarse luego de una agitada misión, siempre alerta, siempre al límite. Sus armas descansaban en sus muslos, en su espalda, tan drenadas de energía como ella y sus compañeros lo estaban en ese momento. Se bajaron del helicóptero, donde varios soldados fueron a socorrer, empezando con el protocolo establecido por la BSAA. Josh y Chris fueron separados de las tres mujeres para poder ser examinados por un médico suajili, mientras que ellas fueron a otra tienda para su propia examinación. Joy calculó que los tendrían bajo cuarentena al menos un día, al menos para asegurarse de que nadie terminase contagiado. El sol ya estaba en el cielo al momento de bajar, iluminando todo el entorno que alguna vez estuvo pintado de negro por la noche tormentosa. Stone fue rápido en sacarlos de aquel volcán junto a la ayuda que le proporcionó Sheva y abandonaron el lugar con prisa.
Apenas salieron los rayos de sol, Joy no dudó en conectar la mirada con su marido.
Jill, a su lado, podía recordar con tal exactitud aquella mirada.
Sin duda, había muchas cosas que contarle.
(Por ejemplo, que ellos ya estaban casados.)
Chris se sacó sus guantes, dispuesto a sentir la piel de las manos de su mujer, quien también se sacó los suyos para dejarlos a un lado. Valentine vio con absoluta atención cómo ellos se tomaban las manos, entrecerrando la mirada al ver los dedos anulares de ambos, topándose sorpresivamente con una alianza dorada allí. Jill parpadeó varias veces, confundida, abrumada y un poco enfadada.
¿Acaso ellos...?
—No me jodas—bramó la rubia y miró a la pareja—. ¿Es eso lo que creo que es?
Joy y Chris se miraron con nerviosismo antes de sonreírle a la rubia con inocencia.
—¡¿USTEDES DOS IDIOTAS SE CASARON MIENTRAS YO ESTUVE DESAPARECIDA Y PRISIONERA?!
Williams ladeó su cabeza a Chris—Y tú dices que tu hermana reaccionó peor a las noticias.
—¡AH, NO!¡NO ME VENGAS CON ESAS MIERDAS, WILLIAMS!—exclamó Valentine completamente indignada y señaló los anillos—. ¡EXIJO UNA EXPLICACIÓN DE...DE ESTO!
—Huh...nos casamos un año después de tu desaparición—declaró Redfield rascándose la cabeza, intentando de medir sus palabras para evitar que a Jill le diese un ataque de ansiedad—. Le pregunté a Joy si quería ser mi esposa, ella me dio una bofetada y lloró. ¡Ow!—se quejó Chris al recibir un codazo de su mujer—. Luego me dijo que sí y nos casamos.
Jill parecía estar perpleja—¿...Así como así?
—Así como así—replicó Joy sonriente—. El idiota no me dio ni siquiera el tiempo de escribir mis votos, solo me dijo: "Hey, ponte algo lindo y acompáñame"—se encogió de hombros—. Para cuando me di cuenta, ya estábamos en la puerta del registro civil para contraer matrimonio. Claire casi nos mata, pero henos aquí.
—Si Claire no los mató, lo haré yo, idiotas—sentenció Valentine señalándolos—. ¿Hicieron alguna ceremonia o qué?
—Contrajimos matrimonio civil, Valentine—dijo Chris rodando los ojos—. Dudo que necesitemos otra cosa más.
—Oh, perfecto, porque me encargaré de coordinar toda la ceremonia de boda. Con vestido de novia, con trajes, damas de honor y todo ese tipo de mierdas. Lo vamos a celebrar a lo grande.
Chris y Joy fueron rápidos en negar al mismo tiempo—No hace falta eso, Jill...
—¡Eso definitivamente no entra en discusión!—exclamó Jill entrecerrando la mirada—. ¡Ustedes dos no tienen nada que decir en este asunto!¿Tienen idea de hace cuanto que estuve esperando este momento?¡No tomaré un "no" como respuesta!¡Habrá boda y punto!
Así fue como Jill Valentine reafirmaba su autoridad en el equipo.
Ellos definitivamente extrañaron eso.
—Está bien—refunfuñaron los dos rodando los ojos.
—Así que, supongo que ya casi deben estar cumpliendo unos tres años de casados, ¿verdad?—prosiguió ella ladeando su cabeza a un lado—. Supongo que no se ha puesto el tópico de niños en la mesa aún.
—Claire lo ha sacado durante los primeros meses de matrimonio, pero le hemos dicho que estamos pensándolo—añadió Chris al tiempo que asentía—. Eso fue hace casi tres años. Nuestras agendas de agentes contra el bioterrorismo no pudieron hacerlo...posible de discutir.
Joy se encogió de hombros—Además, dudo que quieras ver a un mini Chris o a una mini yo correteando por ahí. Escuché que son un desastre.
Valentine soltó una carcajada.
—Lo único seguro aquí es que todo ha terminado, Wesker, todos sus planes—añadió Chris dándole un ligero apretón a Joy antes de tenderle la otra mano a Jill, quien la agarró—. Ya se acabó, todo lo que él rompió, todo lo que el daño que provocó. Se terminó.
—Finalmente.
En cuanto les entregaron sus pertenencias, los llevaron hacia una carpa de cuarentena donde los separaron (a clara excepción de Joy y Chris, ya que ellos eran matrimonio según los registros de la Alianza) y se retiraron para poder descansar por el resto de la noche. Sentir una superficie dura pero acolchonada al mismo tiempo fue un gran regocijo para Joy. Ambos se acomodaron en su catre en su parte aislada del resto y soltaron un gran suspiro que los sumió en silencio en el ambiente tan quieto que había allí. ¿Qué era lo que tenían que hablar en ese momento? Habían vencido al hombre que estuvieron persiguiendo en los últimos once años, lo habían matado por órdenes y por cuestiones personales después de todo el daño que les provocó. Era hora de empezar a pasar página, pero había un cierto...vacío allí — el simple hecho de haber cerrado un ciclo que parecía un círculo vicioso.
Por fin, ellos salieron de allí.
—Creía que este día nunca llegaría—señaló Joy en un murmullo, parte de su rostro descansaba en el pecho de Chris—. Pero llegó y...
Redfield tomó su mano, la cual estaba posada en el mismo lugar y la tomó para entrelazarla—Es raro, lo sé. Alcanzamos un punto crítico en nuestras carreras como agentes que neutralizan al bioterrorismo. Huh...también estamos casados...
—¿Por qué presiento que estás intentando decirme que quieres que nos retiremos?—le preguntó la rubia mirándolo de manera casi acusatoria.
—Podríamos ser entrenadores de equipos de reclutas o hasta incluso enlistarnos para ser agentes SOU—señaló él mirándola fijamente—. Sé que extrañas un poco a tu unidad, podrás trabajar en ello mientras yo busco a mis reclutas.
—¿Así que ese es nuestro nuevo proyecto de vida?
Chris sonrió de lado—Podríamos agregar a un miembro nuevo en la familia...si eso es lo que quieres.
—Tú sí que pones realmente el debate de un niño en la mesa, ¿eh?—añadió ella intentado de girarse para poner todo su peso contra el cuerpo del castaño.
—Es una decisión importante, Joy, claro que quiero poner el debate en la mesa—dijo Chris mostrándose serio en el asunto—. Estamos hablando de ti, de una Joy Williams embarazada, quien podría llegar a ser el triple de imprudente de lo que ya es—Joy se cruzó de brazos, alzándole una ceja recriminatoria a su marido—. Una mujer que luciría el doble de hermosa estando embarazada, también, pero con hormonas alborotadas constantemente.
—Y probablemente con abstinencia de sexo. Qué tragedia.
—Definitivamente una tragedia.
Joy movió su cabeza hacia él—Eso significa que, si quedo embarazada, ¿no habrá más misiones?¿Incluso si no muestro una barriga los primeros meses?
—Moción denegada, soldado. No irás a misiones a arriesgar tu salud o la del bebé.
—¿Ni siquiera se entra a discusión?—insistió ella esbozando una sonrisa a forma de convencerlo.
(La mirada inexpresiva de Chris en ese instante le dio la idea de que eso ni siquiera iba a discutirse. Ni siquiera, aunque ella lo intentase con sus mejores miradas.)
—Está bien—declaró finalmente la rubia antes de volver a recostarse en su lugar—. Ahora apreciaría poder dormir al menos unas siete horas. Cuando lleguemos a Estados Unidos continuaremos discutiendo esto.
Chris besó su frente como respuesta antes de mantener un fuerte agarre sobre ella en su cintura, ambos sumiéndose al cansancio que les provocó toda la misión y durmieron hasta que el sol volvió a salir en el cielo africano. Fue allí donde recogieron sus cosas para tomarse el primer avión militar para poder ir hacia Estados Unidos y regresar a la rama norteamericana de la BSAA. Esperaron pacientemente en la pista de aterrizaje, observando como el sol estaba asomándose en el horizonte. Jill se acercó a la pareja junto con Sheva Alomar y Josh Stone, sorprendiendo a los agentes americanos de ver también a Zella allí con ellos, quien sonrió de manera abierta antes de correr hacia ellos.
—Yo les dije que llevaría a Zella a un lugar seguro y que buscaría refuerzos—dijo Josh con una sonrisa socarrona—. Ni msichana mdogo jasiri sana (Es una pequeña muy valiente).
Joy sonrió a la niña—Bila shaka ndivyo ilivyo (Claro que lo es).
—¿Regresarán a América ahora?—preguntó Sheva.
—Nuestro trabajo terminó aquí—respondió Chris con Zella en sus brazos—. Debemos volver y redactar todo nuestro caso, como tú también tendrás que hacer. Jill tendrá que hacer rehabilitación si desea continuar siendo una agente SOA y veremos como nos moveremos de ahora en adelante.
Un avión militar negro aterrizó a su lado, a metros de ellos y el viento se levantó con un poco de tierra.
Tal vez, ya había llegado la hora.
Sheva sonrió complacida—Espero que así sea. Como ya les dije: su reputación les precede, fue un honor trabajar con ustedes. Gracias por confiar en mí.
—Unajua kuwa ukitaka kuwa mwanajeshi wa SOU ili uendelee kufanya kazi na Joy na Chris hiyo inamaanisha na wewe unaweza kwenda (Tú sabes que si quieres convertirte en soldado SOU para continuar trabajando con Joy y Chris significa que también puedes irte)—le dijo Josh a Sheva y Joy podía ver el brillo de alegría en ellos.
Sin embargo, Alomar negó.
(Joy creyó que aquella era una buena decisión.)
—Declinaré amablemente la oferta, aún faltan muchas cosas por cambiar en la rama africana—declaró entonces la africana antes de mirar a los agentes americanos—. Cuando termine mi cometido aquí, no dudaré en contactarme. Lo que sí, una pequeña personita irá con ustedes a Norteamérica.
Chris miró a Zella—¿Ah, sí?
—Necesitan registrar si hay rastro vírico en su organismo u alguna anomalía y la rama norteamericana decidió tomar algunos testigos de Kijuju que sobrevivieron para poder obtener más información—declaró Josh.
—Incluyéndola a ella—dijo Chris asintiendo—. Sigo creyendo que es solo una niña.
—Necesitan toda la información que puedan—le aseguró Valentine—. Yo también serviré como testigo.
Sheva miró a Chris—Zella irá con una trabajadora social africana que, en cuanto se termine todo, volverá a África para continuar con su vida.
—¡Y todos fueron felices y comieron perdices!—dijo Keith Lumley a lo lejos—. ¡Necesitaba venir a ver todo con mis propios ojos!
Jill fue la primera en salir corriendo en dirección a Lumley y este la abrazó con fuerza antes de girar en círculos sacándole una carcajada. Joy y Chris miraron la escena con una sonrisa, sintiendo que volvían repentinamente a los viejos tiempos — pero tanto había cambiado en todos estos años que ya no parecían simplemente los viejos tiempos: era algo más. Ellos podrían tomar ese "algo más" como algo bueno. Keith se acercó al grupo y los dos africanos se pusieron firmes, saludándolo con sus manos.
—Descansen—declaró Lumley con su mano—. Ugh, no estoy acostumbrado a que me saluden así.
—Llevas casi cinco años en el puesto, Keith—le dijo Joy.
—Aun así, no logro acostumbrarme—replicó el hombre—. Así como tú tampoco puedes acostumbrarte a que te llamen señora Redfield.
Buen punto, pensó la rubia.
—De acuerdo, vine aquí a llevarme a los agentes Redfield, a la agente Valentine y a los testigos—añadió Keith con humor y miró a Zella—. Había una niña entre los testigos, supongo que eres tú. Jina lako nani? (¿Cómo te llamas?).
—Zella—respondió la niña.
—La niña irá con nosotros, si no te importa—añadió Redfield.
Keith ladeó su cabeza hacia Joy de manera divertida—Algo me dice que Chris ya quiere hijos...
—Ni lo menciones.
—Hecho.
La despedida fue sencilla pero algo dificultosa, ya que parte del equipo se separaba para poder continuar la lucha. Josh Stone y Sheva Alomar los saludaron con su mano justo antes de que la compuerta del avión militar se cerrase, dejándolos a oscuras previo a moverse por la pista de aterrizaje y tomar vuelo para alejarse del lugar. Joy volvió a apoyar su cabeza en el hombro de Chris, sintiendo su corazón más tranquilo que antes.
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