OO7 : ¿Piedad?
La venganza de Jongho fue cuidadosamente planeada. No era alguien que actuara impulsivamente; había aprendido en las peleas callejeras que la paciencia y la estrategia eran más importantes que la fuerza bruta. Sabía que para hacerle pagar a Jin de la manera correcta, tendría que esperar el momento perfecto. Cierto día a final de clases Seonghwa había citado a Jongho para explicar con detalle el plan que tenía ya calculado.
Jongho ya estaba esperándolo en una mesa alejada de las que estaban en el patio, cuando vio al rubio llegar con una sonrisa, saludando a todo mundo como de costumbre. Si los demás supieran lo maniaco que era.
Seonghwa tomó asiento frente suyo mientras sacaba una carpeta de su mochila y se la extendía a Jongho, él la tomó, la abrió y comenzó a leer su contenido.
—Ese es el expediente de Jinwook, encontré algo que nos va a servir mucho, su madre esta en el hospital ¿cierto? —Jongho asintió—, se supone que es por cancer, pero en ese documento explica y detalla que su madre tiene SIDA, su padre no los abandonó por no querer apoyarlos, al contrario, su madre fue una prostituta, el marido los abandonó al enterarse de que tenía SIDA, y para evitar malas habladuras se dio esa versión del cancer, así que solo el coordinador y Yein saben la verdad del caso.
Jongho se recargó en el respaldo del asiento mientras asentía asimilando lo obtenido.
—Sabiendo lo facilmente manipulables que son, mi plan es que hagas que desconfien uno del otro, tu sabras como lo lograrás, eres astuto, ya te di esta herrmienta ahora busca la manera de que intenten matarse entre si —dijo Seonghwa mientras tomaba la carpeta y la metía de vuelta a su mochila.
Ambos seguían poniendo unos detalles sobre la mesa y justo cuando pulian las ultimas cosas vieron entrar al duo para después cada uno separarse e irse a sus clases cuando escucharon la campana sonar.
ㅡ... ya sabes que hacer Jongho, nos vemos después para el descenlance ㅡel rostro de Seonghwa mostraba una seriedad tan sombría que daba escalofríos.
ㅡCuente conmigo hyung ㅡsonrió con malicia mientras se levantaba de su lugar y caminaba con lentitud.
Desde donde iba Jongho, observó como Yein dejaba una nota en casillero de la chica que le gustaba, Wonyoung, para después correr a su clase. Jongho astutamente sabía abrir casilleros sin una pizca de esfuerzo, uso un pasador y paso las dos puntas por una rendija, dio unos movimientos y finalmente se abrió el casillero. Sacó la nota, la leyó y rió sarcásticamente mientras negaba y la hizo bolita para después poner en su lugar otra nota similar, cerró el casillero, tiro la nota echa bola en el basurero y camino como si nada a su clase.
Durante todo el día observaba a Jinwook, ya que ambos iban a la misma clase, y esperaba que el plan resultará a su favor, aunque sabía que los planes de su hyung si darían frutos.
Al finalizar las clases todos salieron del aula y Jongho iba detrás de Jin, observando cada movimiento, hasta que a unos metros visualizo otra persona acercándose al joven y Jongho sonrió. Estaba por pescar el anzuelo.
ㅡJin... quiero decirte que también me gustas mucho ㅡWonyoung dijo con voz agitada mientras veía tímida al chico desconcertado.
Jongho veía desde su lugar todo el caos causado y sabía que el plan estaba saliendo mejor de lo que esperaba. Al ver a Yein gritarle eso a su mejor amigo, sonrió. Todo iba tal cual lo tenía pensado, había logrado que Jin le "robara" a la chica que le gustaba a Yein.
Al día siguiente era la culminación del tan esperado plan.
Al llegar al colegio observó miles de papeletas pegadas por todas partes, cada una de ellas explicando la verdadera razón por la que la mamá de Jin estaba en el hospital y todos en la escuela le prestaban atención. Ese era el tema del que toda la escuela conversaba en ese momento, pero todo fue mejor al ver como Jin entró al colegio y todos los alumnos lo veían con repudio, con asco, se alejaban de él, hasta que notó finalmente los carteles, intentando quitarlos. Jongho observó y escucho todo lo que los estudiantes le decían y sin pensarlo caminó como si nada al aula, en el transcurso recibió un mensaje de su hyung diciendo "Buen trabajo Jongho"
Jongho guardo su teléfono con una gran sonrisa en el rostro y espero sentado a que siguiera la siguiente fase. Justo después de un par de minutos llego Jinwook, se sento en su lugar y comenzó a llorar.
ㅡHey amigo ¿te encuentras bien? ㅡJongho se acercó lentamente hasta sentarse a un costado del chico, colocando una mano sobre su hombro.
ㅡJongho... No estoy bien, alguien... me exhibieron frente a todo el colegio ¿quién pudo haber hecho eso eso?... pareciera que lo hicieron de una manera cruel, como si quisieran burlarse de mi, como si quisieran...
ㅡ¿vengarse de ti?
ㅡExacto...
Jongho se acomodó mejor en el asiento e hizo como si viera a todos lados buscando que nadie los escuchara.
ㅡNo es por ser un chismoso pero antes de que llegarás escuche como Yein afirmaba lo que decían esos papeles que están pegados por la escuela... quizás sepa algo de quien hizo esto. ¿tienes idea de quien más sabía de eso? además de ti, claramente.
Jinwook detuvo su llanto al escuchar el nombre de quien solía ser su mejor amigo.
—Buen día jovenes, saquen su libro y abranlo en el capítulo 14, hoy veremos un nuevo tema.
Jongho se levantó para regresar a su asiento, sabiendo que había logrado ponerlo en contra de su mejor amigo.
Al término de las clases, Jin fue el primero en salir del aula, en esos momentos una fuerte lluvia azotaba en el colegio, pero aquello no era impedimento para buscar a Yein desesperadamente, por otro lado jongho camino también hacia la salida del colegio, sacó su teléfono, tecleo algo y lo colocó en su oreja.
—Bomin, necesito que me prestes tu furgoneta... —Jongho permanecio en silencio unos segundos antes de soltar una risa—, prometo no mancharla esta vez, sera un trabajo limpio,... entonces ire a recogerla enseguida.
Jongho colgó y salió en marcha por aquello, sin embargo una linda cabellera rubia se poso frente suyo atrapandolo en un lindo abrazo.
—Hoy no comimos juntos en el almuerzo ¿acaso ya no deseas verme? —los ojos de ciervo que ponía Yeosang ponía en una situación vulnerable a Jongho, quien solo negó con una sonrisa, mientras evitaba romper aquel abrazo.
—No digas tonterias Yeosang, si eso fuera verdad no me detendría siquiera a charlar contigo y mucho menos a aceptar tu abrazo... sabes que no tolero el afecto físico, pero contigo extrañamente siento la necesidad de aceptarlo.
Yeosang se apartó lentamente del abrazo con las mejillas enrojecidas.
—Siento no poder estar el día de hoy contigo, pero... tengo un par de trabajos que hacer que me encargaron —mencionó Jongho mientras se alejaba poco a poco.
—¿Puedo acompañarte? —preguntó curioso Yeosang.
—Lo siento pequeño... pero a donde voy implica mucho trabajo pesado y en tu condición no es lo adecuado —el rostro del rubio decayó ante aquella respuesta y comenzó a jugar con la orilla de su sudadera.
—De acuerdo, igual debo irme antes, tengo que ir a otro lado —dijo Yeosang mientras sujetaba su mochila y se daba media vuelta— nos vemos luego Jongho.
—¡Espera!
Yeosang se detuvo mientras daba la vuelta para verlo.
—Puedo llevarte si gustas, ahorita ire por una furgoneta para... poder hacer el trabajo pero si gustas puedo llevarte hasta donde iras... —Yeosang asintió efusivamente y espero a que Jongho retomara su caminar para emparejarse a un costado suyo.
Ambos iban tranquilamente por la calle, iban en silencio, sin embargo, aquel silencio no parecía ser incomodo para ninguno de los dos. Finalmente llegaron hasta un fraccionamiento de distintos departamentos y se acercaron hasta una furgoneta blanca, Jongho se agacho, metió l mano en la parte superior de la llanta delantera donde al parecer ahí habían dejado las llaves, el castaño se levantó y dió vuelta hasta llegar a la puerta del copiloto para abrirla y que pudiera subir Yeosang, quien agradeción con un leve asentimiento y un sonrojo enorme, después Jongho subió a la camioneta, la encendió y partieron finalmente.
Yeosang le dió indicaciones de a donde se dirigía y Jongho asintió mientras conducía tranquilamente. Yeosang era su calma en ese momento.
—Puedes dejarme en la esquina, ya me duelen los pies, creo que necesito caminar.
—¿Seguro? —Yeosang asintió.
Jongho asintió muy poco convencido y detuvo la furgoneta justo donde le había indicado Yeosang. Bajo de la furgoneta, pero se detuvo un momento antes de cerrar la puerta del vehículo.
—Jongho... prometeme que no haras nada que ponga en peligro tu vida.
El castaño pestañeo repetidas veces, incredulo por aquella petición... ¿acaso Yeosang sabía algo al respecto? una intuición? No, aquello era muy poco probable, pero no dejaba de sorprenderlo.
—Lo prometo, cuidate Yeosang, nos veremos más tarde.
Yeosang asintió mientras cerraba la puerta del vehículo, Jongho acelero y fue rumbo al deposito abandonado donde solía realizar la mayoria de los trabajos sucios. Al llegar acomodó las cosas para lo que sería la bienvenida a Jin, colocó en un mochila una bolsa de tela negra, una botella de cloroformo, un pañuelo, un bate y por supuesto unos guantes de trabajo negros. Fijo su mirada en el reloj de muñeca que portaba notando que estaba a muy buen tiempo, así que tomó asiento en un sofa viejo que tenía ahí y se dedico a cerrar los ojos, sin embargo un sonido seco lo hizo estar en alerta y abrir los ojos inmediatamente, notando que aquello que provoco el ruido fue un pedazo de lamina que colgaba del techo que caía a pedazos. Jongho suspiro mientras soltaba una leve carcajada.
—Esa maldita cosa un día terminara matandome del susto o de un corte en la cabeza cuando menos me lo espere —mencionó mientras se volvía a acomodar en el sofa para tomar, lo que él diría como "una buena siesta".
El sonido de una alarma a la lejanía desperto a Jongho de su siesta, aún adormilado oberservó su reloj de muñeca, dandose cuenta que de ahí provenía la alarma, la cual le avisaba que ya era hora de partir de vuelta al colegio para seguir con aquello. Se estiro un poco y decidido se levanto del sofa en dirección a la salida, donde abordo nuevamente en la furgoneta y partio de vuelta al colegio.
No había pasado mucho desde que había salido del deposito y abordado la furgoneta y para cuando llego a la escuela ya estaba casi oscurecido, estaciocó la furgoneta y salió con mochila al hombro, caminando hasta la cancha de futbol americano, donde se encontró con Seonghwa, de pie, viendo hacia el horizonte.
—Ya sabes que hacer, en cuanto veas que Jin ya hizo todo el trabajo sucio de la primer parte del plan, llevatelo —dijo Seonghwa mientras caminaban lentamente a través de la oscuridad hasta donde se encontraban ambos amigos discutiendo y cuando menos lo esperaron Jin agarró a golpes a Yein hasta dejarlo muerto. Había sido cegado por el odio de esos momentos—, quiero su cabeza, a más tardar mañana, por favor.
Seonghwa hizo presencia mientras aplaudía, asustando al joven, quien al ver quien era se quedo pasmado, por otro lado Jongho daba la vuelta lentamente hasta quedar detrás suyo, con las cosas listas en mano.
ㅡBien hecho Jin, acabaste con la vida de tu mejor amigo, que por cierto él no tuvo nada que ver con los carteles que están esparcidos por todo el colegio ㅡdijo Seonghwa con una gran sonrisa.
ㅡ¿q-qué? ㅡJinwook volteó hacia su mejor amigo muerto en el suelo, observó su rostro bañado en sangre y luego observó sus manos para después caer devastado de rodillas frente al cuerpo ya inerte del jovenㅡ Yein... que te hice...
ㅡDespués de todo si son bastante manipulables, prepárate para terminar como él...
Jin no tuvo tiempo de reaccionar cuando Jongho colocó una bolsa negra en su cabeza que tapaba su rostro mientras trataba de quitarle el aire, por otro lado Seonghwa amarraba sus manos y pies para dejarlo inmóvil. Debido a que la bolsa en su cabeza estaba impregnada en cloroformo quedó inconsciente, a lo cual lo dejaron en el suelo.
ㅡBien hecho Jongho, todo va tal cual como se planeo y no te preocupes, puedes hacer con él lo que quieras, mientras me entregues lo que te pedí a más tardar el jueves por la tarde a la dirección que te mandé ㅡdijo Seonghwa mientras sacaba de los bolsillo de Jinwook su teléfono y lo guardaba en su chaqueta.
ㅡLo tendrá hyung, gracias por la oportunidad ㅡdijo mientras se despedía y cargaba el cuerpo de Jin sobre su hombro y caminaba hacia la entrada trasera de la escuela, donde lo esperaba la furgoneta.
Con mucho cuidado colocó el cuerpo acomodado de una manera que no se moviera demasiado el cuerpo con el movimiento de la furgoneta, cerró las puertas traseras y abordó ésta, listo para terminar con eso de una vez por todas.
Jongho avanzaba en la furgoneta, el motor rugiendo en la oscuridad de la carretera vacía. Llevaba a Jin, el despreciable violador, atado, amordazado e inconsciente en la parte trasera. El plan era claro en su mente; había esperado este momento durante días, afinando cada detalle para que Jin pagara por lo que le había hecho a Yeosang. Pero entonces, algo en la penumbra lo hizo frenar de golpe.
A lo lejos, tres figuras parecían estar en medio de una intensa discusión al costado de la carretera. Jongho, aún con los nervios al límite, se inclinó hacia el parabrisas para ver mejor, tratando de reconocer los rostros. La luz de los faros le permitió ver un destello de cabello rubio, un movimiento de lucha, y de inmediato reconoció a Yeosang.
Yunho, otro de los estudiantes problemáticos y manipuladores deñ colegio, lo sujetaba del cuello de la camisa, su brazo en alto, listo para golpearlo. En el suelo, Mingi miraba con terror, rasguños en su mejilla y sus ojos llenos de pánico. Estaba gritando, implorando que Yunho dejara en paz a Yeosang, pero sus palabras caían en oídos sordos.
La ira de Jongho creció aún más. Sabía lo oscuro y posesivo que era Yunho, especialmente hacia Mingi, a quien trataba con una mezcla de celos enfermizos y control absoluto. Sin pensarlo más, Jongho detuvo la furgoneta a un costado de la carretera y salió, dejando momentáneamente a Jin, inconsciente y amordazado, en la parte trasera.
Mientras avanzaba, su voz resonó en la fría noche:
—¡Jeong! —gritó, atrayendo la atención de los tres.
Yunho giró la cabeza, frunciendo el ceño al ver la furia en el rostro de Jongho, pero sin soltar a Yeosang.
—¿Qué demonios haces aquí? —preguntó Yunho, aún sujetando a Yeosang con fuerza.
—Lo mismo podría preguntar yo —respondió Jongho, con los ojos entrecerrados y la mandíbula apretada—. Suelta a Yeosang. Ahora.
Yunho soltó una risita burlona, aunque su mirada estaba cargada de veneno.
—¿Y quién te crees para decirme qué hacer? Mingi es mi problema, y Yeosang no tiene nada que ver en esto. Si no se hubiera metido, esto no estaría pasando.
Yeosang, aún forcejeando, intentó alejarse de Yunho, pero sus esfuerzos fueron en vano. En medio del forcejeo, Jongho se acercó más, sus puños tensos y listos para actuar.
—Deja de meterte con ellos, Jeong —amenazó, acercándose aún más. Su voz era una mezcla de advertencia y peligro—. Y si te atreves a tocarlos otra vez, será la última cosa que hagas.
Yunho rió con desprecio, aunque en su mirada había un atisbo de duda.
—No puedes llevarte a Mingi. Él es mío, y ni tú ni nadie me lo va a arrebatar —gruñó Yunho, lanzando una mirada fulminante hacia Mingi, quien seguía en el suelo, con los ojos vidriosos y llenos de miedo.
Jongho extendió la mano hacia Yeosang, manteniendo su mirada fija en Yunho.
—Yeosang, ven conmigo. Tú también, Mingi —ordenó Jongho, sin apartar sus ojos de Yunho, consciente de la presencia de Jin en la furgoneta y rezando para que nadie se acercara demasiado y descubriera su oscuro secreto.
Mingi dudó, mirando a Jongho con esperanza, pero Yunho le lanzó una mirada amenazante y apretó los dientes.
—No vas a ningún lado, Mingi —dijo Yunho, su tono gélido y lleno de posesión.
Yeosang se giró hacia Mingi, con una expresión de desesperación.
—Mingi, tienes que venir con nosotros. No tienes que soportar esto... puedes estar a salvo.
Pero Mingi negó con la cabeza, demasiado asustado para moverse. Sus manos temblaban mientras se mantenía bajo el control de Yunho, aunque su rostro reflejaba el sufrimiento interno de alguien atrapado sin salida.
Jongho apretó los puños, comprendiendo que no podía forzar la situación sin arriesgarse a que Yunho descubriera a Jin en la furgoneta.
—Olvídalo, Yeosang. No podemos hacer nada más por él esta noche. Vámonos.
Yeosang dudó, pero finalmente accedió, lanzando una última mirada compasiva a Mingi antes de seguir a Jongho hacia la furgoneta, soltandosé bruscamente del agarre de Yunho para subir a la furgoneta. Jongho subio, encendió el motor y arranco.
La tensión en el aire era palpable mientras Jongho conducía, sin apenas mirar a Yeosang. Aunque su impulso inicial era confrontar a Yunho, sabía que la situación con Jin en la parte trasera no podía esperar mucho más.
—¿Qué estabas haciendo allí, Yeosang? —preguntó Jongho finalmente, rompiendo el silencio con un tono frío y molesto.
Yeosang lo miró, sorprendido por su brusquedad.
—Estaba ayudando a Mingi. Él... está en peligro con Yunho. No puedo simplemente darle la espalda.
Jongho apretó el volante, su mandíbula tensa.
—Deja de meterte en problemas que no te incumben. Es peligroso. Mira en lo que casi terminas hoy.
Yeosang frunció el ceño, negando con la cabeza.
—No puedo hacer eso, Jongho. Mingi es mi amigo. No puedo dejarlo solo en esta situación. Yunho es... es peligroso, y Mingi no tiene a nadie más.
Jongho soltó un suspiro frustrado, mirando la carretera frente a él, tratando de contener su propia preocupación.
—Yeosang, sólo quiero que estés a salvo. Hay cosas que no sabes y... —se interrumpió, lanzando una mirada hacia la parte trasera de la furgoneta, aunque rápidamente regresó su vista al frente.
Yeosang lo notó, su expresión cambiando a una mezcla de sospecha e incomodidad.
—¿Qué pasa, Jongho? ¿Por qué estás actuando así? ¿Qué estás ocultando?
Jongho desvió la mirada, evitando sus ojos.
—Yeosang, por tu propio bien, es mejor que olvides lo que ha pasado esta noche y te vayas a casa. No quiero que me busques por unos días. Será lo mejor para los dos.
Yeosang lo miró, confuso y herido por sus palabras, pero también sabía que había algo más en el tono de Jongho, algo que ocultaba bajo esa fachada fría y distante.
—¿Por qué? ¿Qué estás planeando?
Jongho solo negó con la cabeza, incapaz de responder sin revelar sus propios planes y el peligro al que estaba dispuesto a enfrentarse para vengarlo.
—Por favor, Yeosang. Solo... haz lo que te digo. Ve a casa y descansa. Todo esto se resolverá, pero necesitas confiar en mí.
Finalmente, la furgoneta se detuvo frente a la casa de Yeosang. Jongho miró hacia la puerta, su mirada firme.
—Vete, Yeosang. Y haz lo que te dije.
Yeosang bajó de la furgoneta, lanzando una última mirada a Jongho, quien aún evitaba su mirada, como si cargar con sus secretos y mentiras lo protegiera de algo más profundo.
Jongho arrancó rápidamente y Yeosang solo pudo ver como se iba a prisa y aunque fuera un pensamiento paranoico, el rubio creía que Jongho estaba metido en algo muy oscuro, siniestro y estaba dispuesto a saber la verdad solo para evitar que cayera en un agujero negro.
Pasaron un par de minutos, que para Jongho precieron horas y finalmente había llegado cerca de donde se ubicaba aquel deposito, sin embargo el sonido de las puertas de la furgoneta ser abiertas lo hizo voltear la mirada, notando como Jin había al fin despertado y como con dificultades parecía huir, el castaño rio por aquello y se bajo sin prisas de la furgoneta mientras lo seguí con la mirada. Jongho lo siguió en silencio, sus pasos amortiguados por la noche. Nadie estaba cerca, nadie escucharía los gritos.
Cuando Jin dobló una esquina en un callejón vacío, Jongho lo alcanzó. Sin decir una palabra, lo tomó por la espalda y lo estrelló contra la pared. Jin, sorprendido, no tuvo tiempo de defenderse antes de que el primer golpe lo dejara sin aliento.
—¿Qué demonios...? —balbuceó Jin, su voz ahogada por el dolor.
—Esto es por Yeosang —susurró Jongho al oído de Jin antes de lanzarlo al suelo con un golpe seco.
Jin intentó levantarse, pero Jongho ya estaba sobre él, sus puños cayendo una y otra vez, descargando toda la furia acumulada en cada golpe. La sangre brotaba de la boca de Jin, su nariz rota y sus ojos hinchados. A medida que los golpes continuaban, Jongho sintió una extraña calma apoderarse de él. Había esperado tanto tiempo para este momento, y ahora que finalmente estaba aquí, todo lo demás parecía desaparecer.
—Te lo advertí —susurró Jongho, mientras Jin gemía de dolor—. Nadie toca a Yeosang. Nadie.
Jongho se quedó allí, mirando el cuerpo destrozado de Jin en el suelo, asegurándose de que cada hueso que había roto y cada golpe que había dado sirvieran como recordatorio de lo que sucede cuando alguien cruza la línea con la persona equivocada.
Se levanto, sus nudillos goteaban sangre de su victima y sin pensarlo lo tomó de un brazo para cargarlo sobre sus hombros y llevarlo hasta el deposito. Al llegar a éste, lo arrojó en medio del lugar, en el suelo, mientras iba uno de los estantes donde buscaba su hacha más afilada.
Jongho respiraba con dificultad en el depósito oscuro, sus manos temblando mientras sostenía la hacha en alto, a punto de darle fin a la miserable vida de Jin. Todo en su interior hervía de odio y deseo de venganza. La visión de Yeosang destrozado, el trauma y el dolor que Jin le había causado, lo impulsaban a desatar su ira sin límites. Pero justo cuando iba a descargar su furia, una voz interrumpió el silencio y lo hizo detenerse.
—¡Jongho, detente! —La voz era suave, pero temblorosa y llena de urgencia.
Yeosang estaba allí, jadeante, con su mirada suplicante puesta en Jongho mientras se acercaba con pasos cuidadosos, colocándose entre él y Jin, tomando sus brazos para frenarlo. El contacto cálido de Yeosang en su piel fue como un ancla, pero Jongho apenas lograba ver otra cosa que no fuera el impulso de venganza ardiendo en su interior.
—Quítate, Yeosang, esto no tiene nada que ver contigo —gruñó, aunque su voz temblaba levemente.
—Esto lo tiene todo que ver conmigo, Jongho. Yo soy el que vivió esta pesadilla, pero no quiero que cometas un error que luego no podrás deshacer —respondió Yeosang, con los ojos húmedos y llenos de dolor.
Yeosang lo miraba fijamente, su cuerpo tenso, pero su mirada era una mezcla de súplica y empatía. Jongho, sin embargo, ya no controlaba sus propios impulsos. En su ceguera de ira y dolor, empujó a Yeosang lejos, soltando sus brazos con brusquedad.
Yeosang cayó al suelo, golpeando con un gemido ahogado. Jongho solo parpadeó y, al ver lo que había hecho, fue como si el frenesí oscuro que lo poseía se disipara de golpe. De repente, el rostro de Yeosang en el suelo, su expresión de dolor, hicieron que algo en su pecho se rompiera.
—No... Yeosang, lo siento... No quise... —La voz de Jongho se quebró mientras caía de rodillas junto a él, arrojando el arma lejos de ellos, alcanzando sus manos y ayudándolo a incorporarse con cuidado—. Perdóname, por favor... no sé qué me pasó...
Yeosang lo miró con una compasión inexplicable, respirando lentamente para calmarse.
—Jongho, entiendo tu odio y lo que quieres hacer... pero esto no es la manera —susurró, colocando una mano temblorosa sobre la de Jongho—. Ambos tenemos demonios internos, ¿no? Pero esos demonios se pueden controlar, se pueden tratar.
Jongho, con lágrimas cayendo por su rostro, apretó la mano de Yeosang, temblando mientras absorbía sus palabras.
—¿Tratar? ¿Cómo puedo siquiera pensar en ayuda después de lo que has pasado por mi culpa, por no haberte protegido? —dijo Jongho, su voz cargada de culpa y desesperación.
Yeosang sonrió débilmente, secando una de sus lágrimas.
—Ya he empezado a recibir ayuda, a tener sesiones de terapia —le explicó—. Lo hago, en parte, por el bebé... No quiero que pase por lo que yo pasé. No quiero que crezca viendo odio en mis ojos ni en los tuyos. Quiero que tú también hagas esto, no solo por mí, sino por ti mismo.
Las palabras de Yeosang fueron como un bálsamo para su atormentada mente. Jongho, después de unos segundos de silencio, asintió lentamente, consciente de que aquello era lo correcto, por difícil que fuera aceptar ayuda.
Yeosang lo abrazó entonces, y Jongho se hundió en ese abrazo, sintiendo el calor y la ternura de alguien que, a pesar de todo, aún creía en él. En un impulso de agradecimiento y algo más, Jongho levantó la mirada y, con una suavidad inesperada, se inclinó para besar a Yeosang por primera vez, dejando que sus labios se encontraran en un gesto de consuelo y redención.
Pero la paz del momento se interrumpió cuando un sonido agudo resonó sobre ellos. Un crujido proveniente del techo captó su atención, haciéndolos alzar la vista justo a tiempo para ver una gran lámina de metal que, tras colgarse peligrosamente por unos segundos, cayó de golpe, directamente sobre Jin.
Todo sucedió en un instante. La lámina cortó limpiamente, acabando con él en el acto. La sangre salpicó a Jongho y Yeosang, quien de inmediato se apartó con una expresión de horror, sus ojos desorbitados y su mano temblorosa cubriéndose la boca.
—Vaya... —murmuró Jongho, entre asombrado y aturdido por la precisión de aquel golpe mortal—. Esto parece una escena de Destino Final...
Pero el comentario sarcástico de Jongho no alivió el impacto en Yeosang, quien, al inhalar el olor metálico de la sangre, sintió una oleada de náuseas incontrolable. Apretando su estómago y con la mano cubriéndose la boca, Yeosang se apartó rápidamente y comenzó a vomitar en un cubo de metal que había a su alcance, las arcadas mezcladas con un llanto silencioso mientras su cuerpo temblaba por el trauma y el asco.
Jongho se apresuró a acercarse, colocando una mano firme y protectora en su espalda, sus propios ojos llenos de compasión y arrepentimiento. Sabía que ese momento, aunque había terminado con la vida de Jin, marcaba un nuevo comienzo para él y para Yeosang.
—Lo siento, Yeosang... —susurró Jongho con voz rota—. Lo siento por todo.
Ambos sabían que el camino hacia la sanación sería largo y difícil, pero Jongho, aún cubierto de sangre y con el sabor amargo de sus propios errores en la boca, estaba dispuesto a intentarlo, esta vez, por el bien de ambos.
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