OO3 : La danza de la oscuridad
Los días siguientes al encuentro en la detención, Yeosang no podía dejar de pensar en Jongho y en la conversación que habían tenido. Sus pensamientos oscuros y la conexión que sentía con Jongho lo mantenían inquieto. Por su parte, Jongho también sentía una creciente fascinación por Yeosang, quien parecía entenderlo de una manera que nadie más lo había hecho.
Una tarde, después de las clases, Yeosang decidió quedarse en la sala de música, buscando consuelo en el piano. Mientras tocaba una melodía melancólica, sintió una presencia detrás de él. Al girarse, vio a Jongho en la puerta, observándolo en silencio.
—Sabes, podrías tocar algo más alegre —dijo Jongho, acercándose lentamente.
—¿Y tú podrías ser menos violento? —respondió Yeosang, levantando una ceja.
Jongho sonrió, pero había un destello de seriedad en sus ojos.
—No puedo cambiar lo que soy. Y creo que tú tampoco.
Yeosang suspiró y continuó tocando, sintiendo la presencia de Jongho a su lado, quien sorpresivamente había tomado asiento a su lado. Había una comodidad extraña en su compañía, una comprensión tácita de sus respectivas oscuridades.
—Hoy en la mañana escuché un rumor sobre ti —comentó Jongho, rompiendo el silencio.
—¿Ah, sí? ¿Qué dicen esta vez? —preguntó Yeosang, sin dejar de tocar.
—Dicen que encontraste a un gato herido y lo cuidaste hasta que sanó.
Yeosang dejó de tocar abruptamente y miró a Jongho, confundido.
—¿Eso dicen? Qué extraño, porque nunca he hecho algo así.
Jongho asintió lentamente.
—Lo sé. Creo que alguien quiere hacerte ver como una persona bondadosa y amable.
Yeosang se quedó en silencio por un momento antes de hablar.
—¿Y tú? ¿Qué haces cuando no estás golpeando a alguien?
Jongho se encogió de hombros.
—Intento no pensar demasiado en ello. Pero últimamente, he estado pensando mucho en nuestra conversación en la detención.
Yeosang miró a Jongho, sintiendo una conexión profunda pero peligrosa. Sabía que estaba jugando con fuego, pero no podía evitar sentirse atraído por la llama que era Jongho.
—Yo también he estado pensando en eso —admitió Yeosang.
—¿Sabes? Creo que somos más parecidos de lo que pensaba. —Jongho se inclinó más cerca, sus ojos fijos en los de Yeosang—. Ambos tenemos nuestros propios demonios, pero no tenemos que enfrentarlos solos.
Yeosang sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, pero no era de miedo. Era una mezcla de anticipación y emoción. Por primera vez, sentía que alguien realmente lo entendía.
—Quizás tengas razón. Pero, ¿qué hacemos con eso?
Jongho sonrió, una sonrisa oscura y casi triste.
—Podemos encontrar una manera de lidiar con ello juntos. Tal vez no sea fácil, pero al menos no estaremos solos.
En ese momento, la puerta de la sala de música se abrió y entró el profesor de música, interrumpiendo su conversación. Ambos chicos se levantaron y se despidieron con una mirada que decía más de lo que las palabras podían expresar.
Al día siguiente, durante el almuerzo, Yeosang se dirigió al comedor. Sus ojos se posaron en un joven de cabello rosa y expresión melancólica que permanecía solo en una mesa en el rincón. Era Mingi, conocido por su silencio y soledad.
Yeosang, movido por una curiosidad inexplicable, se acercó a él.
—Hola, ¿te importa si me siento aquí? —preguntó Yeosang con una sonrisa amable.
Mingi levantó la vista, sorprendido, pero antes de que pudiera responder, otro joven alto y rubio se acercó a ellos con una expresión amenazante. Era uno de los estudiantes más sociable del colegio, pero en ese momento parecía no ser muy sociable.
—Aléjate de Mingi, si no quieres que te golpee hasta dejarte irreconocible —dijo el joven con una voz baja y peligrosa.
Yeosang se tensó, pero antes de que pudiera reaccionar, una figura familiar se interpuso entre él y el joven. Era Jongho, con una mirada feroz y decidida.
—Si quieres golpear a alguien, inténtalo conmigo —desafió Jongho.
Sin pensarlo dos veces, el joven lanzó un puñetazo hacia Jongho, pero este lo esquivó con facilidad y respondió con un golpe directo a la mandíbula del agresor. Lo que siguió fue una pelea brutal que atrajo la atención de todos en el comedor. La sangre comenzó a correr, pero nada grave sucedió.
En medio del caos, Wooyoung, el amigo de Yeosang, corrió hacia ellos y tomó a Yeosang del brazo, llevándolo fuera del comedor.
—Vamos, Yeosang. No es seguro aquí —dijo Wooyoung mientras lo alejaba del lugar.
Yeosang era arrastrado por su amigo a través de los pasillos hasta estar lo más lejos de la cafetería. Ambos se detuvieron con las respiraciones agitadas.
—¿Sabes que mierda sucedió ahí?
Claro que Yeosang sabía que había sucedido, pero no iba a contarle como si nada a su mejor amigo lo sucedido, lo más factible era seguirse haciéndose el desentendido ante la situación.
—No tengo ni la menor idea —habló Yeosang como si nada, sin importarle como hace un momento estuvo a punto de presenciar una pelea.
Después de estar un rato más con su amigo, logró enterarse por terceros en el pasillo que Jongho y ese estudiante habían terminado en detención, pero más tarde dicho chico escapó del aula de detención dejando solo a Jongho y creyó que sería una buena idea darle una visita.
Más tarde ese día, Yeosang se escapó de clase decidido en visitar a Jongho en la sala de detención. Al observar por una de las ventanas del aula encontró el lugar solo, únicamente se hallaba Jongho solo, sin ningún maestro presente. Sin importarle nada fue abriendo la puerta para entrar lentamente.
—Gracias por salvarme hoy —dijo Yeosang en cuanto entró.
Jongho levantó la vista, sus ojos encontrándose con los de Yeosang.
—No fue nada. No podía dejar que te lastimaran.
Yeosang sonrió, pero había algo más en su mirada, algo oscuro y curioso.
—Me quedé con las ganas de ver la pelea completa —admitió—. ¿Podrías... quizás golpear a otro tipo en mi presencia, solo para compensar lo que no disfruté en la cafetería?
Jongho lo miró sorprendido, pero luego una sonrisa peligrosa se formó en sus labios.
—Eres más oscuro de lo que pensé, Yeosang.
Yeosang no apartó la mirada, sintiendo una conexión aún más fuerte con Jongho. Sabía que estaban jugando con fuego, pero no podía evitar sentirse atraído por esa oscuridad compartida.
—Lo siento, es solo que siento una atracción por verte pelear, ver tus nudillos envueltos en sangre —Yeosang, quien permanecía de pie, a unos metros de su banca, mostraba un aura tímida, como si aquella faceta oscura suya no existiera.
Jongho sonrió de lado a la vez que observaba al joven frente suyo.
—De acuerdo, solo si me permites acompañarte hoy hasta tu casa.
Yeosang volteó la mirada sorprendido por aquella petición.
—Pero... la detención termina hasta las 8:00 de la noche, prometí a mi madre llegar temprano.
Jongho se levantó de la butaca y se acercó a la ventana que daba el patio del colegio.
—Sal y espérame en la entrada trasera del colegio, no tardaré en llegar —indicó Jongho como si nada, vio asentir dudoso a Yeosang, quien después salió del aula como si nada.
Jongho no perdió tiempo, abrió la ventana y salió por esta, pisando el pasto de las jardineras, se sacudió las piernas y caminó tranquilamente hasta el campo de futbol, cruzando este como si nada, sin embargo a lo lejos observo a alguien bien conocido por él, quien salía oculto de debajo de las gradas. Jongho río por ello.
—Hyung... no sabia que ahora se dedicaba a espiar estudiantes —dijo Jongho de la nada, atrayendo la atención del joven rubio.
—No te metas Choi, ¿por qué no sigues complaciendo a tu sádico amor?
—Eso estaba por hacer, pero necesito un consejo del mejor psicópata que conozco.
—Yo no se de que hablas —dijo el joven rubio mientras hacia el intento de irse.
—Hacerse el desentendido y seguir con su farsa de estudiante ejemplar no va a funcionar conmigo, yo se mucho de este colegio y de sus estudiantes mediocres —Jongho hablaba con una seriedad que obligó al rubio a voltear la mirada un tanto harto.
—Ve al grano ¿quieres?
—Quiero un consejo para golpear a alguien y que de un solo golpe logre romperle el craneo.
El rubio soltó un suspiró pesadamente que Jongho logro percibir. A fin de cuentas había logrado obtener un consejo de él.
—Usa una llave de pugilato y da el golpe justo arriba de la cabeza —dijo el rubio señalando la parte superior de su cabeza—, debe ser un golpe certero y obtendrás lo que deseas. Adiós.
Y eso fue todo lo que dijo antes de irse caminando sin voltear a verlo. Jongho asintió feliz con una sonrisa mientras retomaba el camino a la salida trasera del colegio donde lo estaba esperando Yeosang.
—¿Listo para ver la pelea que querías? Pero debo advertirte que no me voy a limitar únicamente a golpearlo, tengo un trabajo que hacer con una cierta persona en específico.
Yeosang no dijo nada, se mostraba sorprendido ante dicha confesión, pero algo dentro suyo le decía que lo disfrutaría.
Solo les aviso que conforme la historia avance habrán cosas inesperadas que ni por la mente les cruce que vayan a ocurrir, sobre todo en dos capítulos más adelante.
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