OO2 : La Inquietante Atracción
Los días siguientes al encuentro en el callejón, Yeosang no pudo sacarse la imagen de Jongho de la cabeza. Había algo en esa brutalidad que lo había perturbado y, al mismo tiempo, intrigado. Empezó a notar a Jongho más frecuentemente por los pasillos del colegio y cada vez que sus miradas se cruzaban, un escalofrío recorría su cuerpo.
Una tarde, después de clases, Yeosang se encontró en problemas. Durante una clase de química, había dejado caer accidentalmente un frasco de ácido, causando una pequeña explosión que, afortunadamente, no hirió a nadie pero sí causó un gran alboroto. El profesor, furioso, lo mandó a detención después de clases.
—Detención solo por una pequeña explosión inocente, que estúpido el profesor —habló para sí mismo mientras caminaba por el pasillo.
Al llegar al aula de detención, Yeosang se sorprendió al encontrar a Jongho ya sentado en una de las sillas del fondo, con los brazos cruzados y una expresión de aburrimiento en su rostro. Sin más opciones, Yeosang se sentó al otro extremo de la sala, tratando de no llamar la atención.
El silencio en el aula era incómodo, solo interrumpido por el ocasional sonido de las páginas de un libro que el supervisor de detención estaba leyendo.
—Saldré un momento jóvenes, los quiero sentados y callados.
Finalmente, cuando el supervisor salió brevemente de la sala, Jongho decidió romper el hielo.
—¿Qué hiciste para acabar aquí? —preguntó Jongho, su voz resonando en el silencio.
Yeosang, aún un poco nervioso, respondió con voz baja.
—Un accidente en la clase de química. ¿Y tú? —dijo mientras volteaba su cuerpo para poder verlo.
Jongho se encogió de hombros.
—Me metí en una pelea. Nada nuevo —Jongho subió las piernas en la mesa del pupitre como si nada, queriendo estar más cómodo.
Un silencio tenso se instaló entre ellos, pero Jongho no parecía dispuesto a dejar que la conversación muriera.
—¿Alguna vez has sentido placer al ver a alguien sufrir? —preguntó de repente, su tono tranquilo pero sus palabras cargadas de significado.
Yeosang se quedó helado por un momento, sorprendido por la franqueza de la pregunta. Luego, lentamente, asintió.
—Sí. Desde que era pequeño, siempre me ha fascinado la sangre. Incluso llegué a lastimar animales pequeños solo para verlos sangrar. —Su voz era apenas un susurro, temiendo el juicio de Jongho.
Para su sorpresa, Jongho no mostró ningún signo de sorpresa o disgusto.
—Yo también. Pero para mí, va más allá de la sangre. Es el control, el poder que siento cuando tengo la vida de alguien en mis manos— Jongho hablaba con una frialdad que enviaba escalofríos por la espalda de Yeosang.
Ambos se miraron, sintiendo una conexión oscura y retorcida entre ellos.
—¿Crees que estamos locos? —preguntó Yeosang, intentando romper la tensión.
Jongho soltó una risa seca.
—Quizás. Pero eso no nos hace menos reales.
El supervisor de detención regresó en ese momento, interrumpiendo su conversación. El resto de la detención pasó en silencio, pero algo había cambiado entre ellos. Al final, cuando el supervisor finalmente los dejó ir, Jongho se volvió hacia Yeosang.
—Nos vemos luego —dijo, y salió del aula, dejando a Yeosang con sus pensamientos.
Los días siguientes, Jongho comenzó a buscar maneras de llamar la atención de Yeosang, convencido de que la violencia era la única forma de hacerlo. Empezó a meterse en más peleas, a golpear y aterrorizar a otros estudiantes con una intensidad que no había mostrado antes. Cada vez que veía a Yeosang cerca, se aseguraba de que fuera testigo de su brutalidad.
Yeosang, por su parte, no podía evitar sentirse atraído por la oscura demostración de poder de Jongho. Había algo en esa violencia que resonaba con su propia oscuridad interna.
Justo en una de las tantas peleas, había otro joven viendo con atención aquel espectáculo que se protagonizaba a las afueras del colegio. Jongho, terminando la pelea, sacudió sus puños llenos de sangre y topándose de por medio a dicha persona que lo observaba.
—Eres bastante bueno, más de lo que cualquiera creería —mencionó el joven mientras soltaba una risa nasal.
—¿Qué? ¿Acaso irás a reportarme con el coordinador Park? —habló sarcastisco Jongho mientras pasaba por su lado, golpeando en el proceso el brazo del joven.
—No soy parte del consejo estudiantil, aún no, así que no habría razón para hacer eso, sin embargo pude darme cuenta que copiaste mi técnica para dejarlos inconscientes —Jongho detuvo su caminar al escuchar eso ultimo—, entonces eso significa que viste como dejaba moribundo e inconsciente al idiota de Jeno después de haberme robado mi prueba de biología.
Ambos voltearon para verse fijamente, Jongho veía con una mirada seria mientras el joven poseía una gran sonrisa inocente. Jongho río.
—Me atrapo hyung, es que de alguien debía heredar alguna que otra técnica siniestra y que mejor que de usted —dijo Jongho mientras lo veía con una ligera sonrisa para después despedirse con un movimiento de mano—, por cierto, tiene una mancha de sangre en su rubio cabello... a menos que sea catsup del almuerzo.
Jongho, con su característica sonrisa, dio vuelta y siguió su camino como si nada. Por otro lado, Yeosang, quien había presenciado dicha pelea de aquel pobre estudiante, buscaba a Jongho por todo el colegio, hasta que lo divisó y se acercó a él en el pasillo desierto.
—¿Por qué haces esto? —preguntó, llamando la atención con su voz temblando ligeramente.
Jongho lo miró, sus ojos fríos pero con una chispa de interés.
—Pensé que esto te gustaba. La sangre, la violencia. ¿No es eso lo que te atrae?
Yeosang sintió un nudo en el estómago, pero no pudo negar la verdad.
—Sí, pero no quiero que te lastimes —admitió en voz baja.
Jongho sonrió, un gesto oscuro y casi triste.
—No me lastimo. Es parte de lo que soy. Y pensé que tú lo entenderías.
Yeosang sintió una conexión profunda y retorcida con Jongho, una mezcla de miedo y fascinación que no podía ignorar. Sabía que estaba jugando con fuego, pero no podía evitar sentirse atraído por la llama que era Jongho.
A partir de ese momento, su relación se convirtió en una danza peligrosa de secretos y confesiones, de violencia y atracción. Ambos sabían que estaban caminando por un camino oscuro, pero por primera vez, no se sentían solos en su lucha contra sus propios demonios.
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