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Capítulo 9: Lin Kuei.

La princesa Kitana abrió los ojos minutos después del alba. Su mirada se movió en diferentes direcciones intentando orientarse, recordando poco a poco todo lo ocurrido en la noche anterior.

En los primeros minutos ella no deseó levantarse y continuar, pero motivada por su orgullo y ayudada por una gran fuerza de voluntad, abandonó su lecho, poniéndose de pie. Llevó sus manos a su rostro acomodándose su máscara, tomando rumbo fuera de la habitación en busca de Kuai Liang.

Al salir se encontró con dos guerreros vestidos con el uniforme del clan liderado por Sub Zero, los cuales se arrodillaron al verla. La edeniana centró su atención en los rostros de ambos individuos, descubriendo que se trataba de dos mujeres. Aquello le provocó cierta sorpresa, no esperaba que el Lin Kuei fuera una organización mixta.

Las dos féminas se reincorporaron, tomando una posición de firmes, mientras una de ellas hilaba palabra:

—El gran maestro nos ha enviado para saber si necesita algo.

—Me gustaría un lugar para asearme —contestó la princesa tras pensarlo un momento.

—Bien, venga con nosotras princesa Kitana.

La aludida así lo hizo. Siguió a las dos guerreras por una serie de pasillos con los ojos puestos en la peculiar decoración del lugar, hasta que llegaron a otra zona del complejo, donde sus dos acompañantes se detuvieron.

—Es aquí princesa —informó una de ellas con un tono bastante cortés, indicando una puerta en específico de color marrón, en tanto volvía a inclinar la cabeza.

La hija de Sindel se dispuso a entrar a la habitación mostrada, sin embargo en el último momento se detuvo, volviendo a poner su atención en las dos integrantes del Lin Kuei.

—¿Puedo hacerles una pregunta? —dijo en tono serio.

—Adelante.

—¿Por qué me muestran su respeto? —Ambas no pudieron evitar mirarla a los ojos —Mis acciones pasadas han ido en contra de sus intereses y de su reino.

Las palabras de Kitana no se escuchaban tristes, nerviosas, o tan siquiera con una pisca de curiosidad. Su tono de voz era el de una verdadera emperatriz, serio y calmado.

Las dos mujeres se voltearon a ver, y tras un asentimiento mutuo, respondieron:

—La tratamos de esta manera porque usted posee el respeto del gran maestro —dijo la primera de ellas.

—Esa es suficiente razón para tener nuestra confianza —concluyó su compañera.

—Entiendo —Fue la única palabra que salió de su boca antes ingresar al cuarto de aseo.

Una vez dentro, Kitana no pudo evitar seguir cavilando en las palabras de ambas mujeres, mientras se preparaba para darse un baño. La seguridad de las dos guerreras en Sub Zero era admirable, confirmándole únicamente lo que ya sospechaba, los combatientes del Lin Kuei consideraban a Kuai Liang un líder no un jefe.

Sus pensamientos no cesaron durante todo el tiempo que duró en aquel cuarto, muchas preguntas sobre el clan que la acogía y del mismo líder cruzaron su cabeza.

Mientras tanto a las afueras de la estructura, el cryomancer supervisaba a detalle el entrenamiento de sus discípulos, poniendo especial énfasis en Frost. Pese a lo testaruda y arrogante que pudiese ser la joven, sus habilidades eran sobresalientes, al punto de haberle confiado el cuidado del templo y sus integrantes cuando él se ausentaba.

Sub Zero mantuvo tal vigilancia hasta que escuchó pisadas detrás de él, girándose sobre sí mismo para encarar a la persona, o en este caso a las personas.

—Gran maestro —dijeron ambas guerreras, inclinando su cabeza.

—¿Qué noticias me traen de la princesa? —preguntó Sub Zero.

—Ha despertado poco después del alba, y nos ha pedido un lugar para limpiarse. La hemos llevado a los cuartos de aseo.

—Bien —dijo satisfecho —. A partir de ahora yo me encargaré, regresen a su entrenamiento.

—Como ordene gran maestro.

Las mujeres se retiraron, en tanto Sub Zero ingresaba al edificio en busca de Kitana.

Durante la caminata por los pasillos, Kuia Liang no pudo evitar recordar la primera ocasión que se encontró con ella. Aquello había sido durante su búsqueda del asesino de su hermano, las indicaciones dadas por Sonya lo llevaron al coliseo del mundo exterior, donde se encontró con Shao Kahn acompañado por varios de sus aliados, entre ellos estaba la princesa.

Indudablemente la mujer era hermosa y su peculiar traje solo aumentaba sus dotes. Sin embargo la disciplina y sed de venganza del joven Sub Zero evitaron que colocara su atención en ella. El ninja solo buscaba la muerte de Scorpion.

Tiempo después sus caminos se volvieron a cruzar, pero esta vez él no era el mismo. Su forma humana había sido remplazada a la fuerza por el antiguo Lin Kuei a una metálica, denominada como "Cyber Sub Zero"

Lamentablemente no pudo continuar repasando su pasado junto a ella, debido a que fue interrumpido por una voz a sus espaldas:

—Sub Zero.

—Princesa —dijo al reconocerla, inclinando la cabeza.

Kitana seguía manteniendo el atuendo cedido por los Lin Kuei, con la pequeña diferencia de haber retirado la máscara, dejando ver su bello rostro que parecía mucho más relajado.

Sub Zero por otra parte no traía puesta su armadura de combate. Su vestimenta se conformaba por un atuendo que dejaba al descubierto su pecho con dos pequeñas bandas azules que pasaban por los hombros adornados con cantones, un pantalón azul marino, junto a unas botas negras con detalles plateados, además de contar con protecciones de metal en ambos brazos . Sobresaliendo el símbolo del gran maestro en su pecho.

—Parecías un poco distraído —comentó la princesa con tranquilidad.

—No es nada, solo recordaba algunas cosas —admitió.

—Podrías compartirme tales cosas —pidió con amabilidad.

Kuai Liang dudó si debía hablar, no se sentía cómodo de confesar los pensamientos que invadieron su mente.

—Recordaba nuestro primer encuentro princesa, además de las batallas que luchamos juntos —terminó por aceptar.

A Kitana le sorprendió su declaración, sobre todo al escuchar la sinceridad en su voz.

—La primera vez que nos vimos buscabas a Scorpion —recordó ella.

—En ese entonces lo culpaba por la muerte de Bi Han.

—¿Bi Han? —preguntó curiosa.

—Fue el primer Sub Zero, y también mi hermano —dijo sumamente serio.

—Perdona, no debí...—El gran maestro la detuvo con un gesto de mano.

—No tiene motivos por los que disculparse princesa —dijo mirándola a los ojos—. Yo fui quien decidió mencionarlo.

Durante el resto del día Kitana aprendió mucho del Lin Kuei. Kuai Liang se prestó para ser su guía. Le mostró gran parte del complejo, además de enseñarle algunas de las actividades que realizaba día a día el clan, siendo siempre cauteloso con sus palabras.

El cuidado que el cryomancer usaba al hablar era comprendido por la edeniana. Pese a ser aliados y amigos, había cosas que no podía revelarle por respeto al puesto que ocupaba.

En varias ocasiones se encontraron con aprendices de la organización, quienes no dudaron en mostrar su respeto a ambos. La guerrera de Edenia por un momento no pudo evitar pensar como habría sido el Lin Kuei del pasado, no creía que hubiese tenido un propósito tan noble como el de ahora.

Minutos antes del anochecer, Kuai Liang dejó sola a la princesa para impartir una última clase a sus alumnos fuera del lugar. Kitana desde el interior observó a detalle el entrenamiento, hasta que de improviso una silueta se colocó a su lado.

Ella ya había visto a esa persona antes. No conocía su nombre o su origen, pero su atuendo le hacía entender que tenía un mayor nivel jerárquico a los otros guerreros.

—Kitana —dijo, captando la princesa una gran hostilidad en su voz.

La edeniana volteó, encarando la fría mirada de esa mujer con atuendo más parecido al de Sub Zero, mostrando su respeto, pese a su tosca forma de dirigirse.

—Ahórratelo Princesa —La forma de referirse a su cargo real parecía expulsar veneno —. De ninguna manera obtendrás una reverencia de mi parte.

—Entonces dime ¿A qué has venido? —cuestionó ella endureciendo sus facciones.

—Quiero saber ¿Qué planeas con todo esto?

—No tengo malas intenciones, si eso es lo que piensas —respondió—. Solo deseo recuperarme para poder prestar mi ayuda.

—No lo veo así, Kitana —dijo con una sonrisa burlona—. Te recuerdo que tus manos están manchadas con sangre de guerreros del Lin Kuei e incluso de tus propios amigos.

La princesa no respondió, no quería caer en sus provocaciones. Ella prefirió mantenerse en silencio, en espera de conocer un poco más de esa mujer y sus intenciones.

—El gran maestro es demasiado piadoso —continuó hablando la guerrera del Lin Kuei —. Eso es un error que puede ser muy costoso.

—¡Esa no es una debilidad! —dijo Kitana alzando la voz, saliendo en defensa de Sub Zero.

Ambas mujeres se sorprendieron por el repentino cambio de actitud de la foránea. La mujer al lado de la princesa sonrió, mientras la edeniana molesta, creaba puños en sus manos. Kitana no comprendía como había perdido la templanza con tanta facilidad, no obstante no se arrepentía en lo absoluto de lo que había hecho.

—Te preocupas demasiado por él —comentó —¿Qué hay entre ustedes dos?

—¡No es de tu incumbencia!

La situación hubiese terminado mucho peor de lo que ya estaba, sino hubiese sido por la aparición de una tercera presencia. La mujer frente a Kitana se olvidó de ella, arrodillándose en muestra de respeto, dejando sorprendida a la princesa.

—Gran maestro —pronunció la guerrera del clan sin dejar su posición.

De inmediato la hija de Sindel entendió lo que sucedía. Dio media vuelta sobre sí misma, para encontrarse con el mencionado, el cual la veía con tranquilidad e incluso un poco de curiosidad.

—Sub Zero —dijo Kitana casi en un susurro, agachando ligeramente la cabeza.

El cryomancer retiró la mirada de la princesa para colocarla en su aprendiz, soltando un suspiro helado en el proceso.

—Frost, no deberías estar aquí —dijo con calma.

—Lo sé Gran maestro, pero yo... —Su maestro la detuvo.

—No hay excusas para la desobediencia. Por favor retírate, mañana hablaremos de esto.

Sin otra opción la discípula más hábil de Sub Zero se levantó, y tras una pequeña reverencia obligada, se alejó por uno de los pasillos. Kitana quien había estado observando y escuchando todo, sonrió satisfecha.

Durante el breve momento que ambos miraron a la guerrera irse. Ella no pudo evitar preguntarse si él había logrado escuchar algo de su plática.

—Me disculpo por cualquier inconveniente que pudo haberte causado mi aprendiz, princesa —comenzó a decir el cryomancer sin dejar de mirar el camino —. Frost es fuerte, pero no sensata. No entiende la sabiduría de la paz.

Tales palabras del ninja gélido dieron a Kitana la respuesta a su anterior pregunta, al mismo tiempo que la dotaban de un poco más de información sobre la mujer.

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