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10.- "Planes Fallidos"

Sam Walker

—¿Los llevo? —preguntó Ant, moviendo las llaves de su auto.

—Sí —dijo Galen, bostezando.

—No —contradijo Izan, negando rápidamente—. ¿Qué tal que te desvías? No hay que permitir eso.

—No pasa nada, es mejor que los lleve a qué tengan qué caminar a esta hora de la noche —añadió el pelinegro con esa sonrisa de confianza—. Ayden y Frank van a llegar tarde y no será precisamente para atender visitas, así que, al auto todos.

—¿Por órdenes de quién? —pregunté en queja, viendo a mis amigos levantarse obedientemente.

Endureció la quijada. —Dije, al auto todos.

Reí levantando mi dedo de enmedio. —Jódete, Ant.

Aún así, me puse de pie y fui detrás de los otros dos.
De igual manera ya era hora de irnos, el resto de la tarde nos habíamos quedado en casa de mis padres, mientras jugábamos algún videojuego en el que evidentemente Anthony nos ganó a todos.

Era lógico pensar que Ayden y Frank no estaban muy preocupados por lo que nosotros estuviéramos haciendo, sabíamos que preferirían tener estos momentos para ellos, rara vez se veían por el trabajo de ambos, y los fines de semana era cuando aprovechaban para encerrarse en su mundo.

Hubiera preferido ir caminando con Izan y Galen de regreso a la universidad, ya que tenía los tennis que con un movimiento podían sacar las ruedas de estos y convertirse en patines, sin embargo, no podía dejar a Izan solo con mi hermano, le daría un infarto.

Y Galen... En lugar de ayudarlo, se burlaba.

Subí al copiloto, listo para que nuestro chófer arrancara, originalmente este debería ser el lugar de Eliot, pero por testificaciones de mi hermano, Eli había terminado muy cansado de la gira como para no quedarse a dormir en su casa.

—Cinturón —avisó el ojiverde.

Rodeé los ojos. —Ya sé, ya sé.

Empezamos el camino tranquilamente luego de que me pusiera el cinturón de seguridad, Anthony se encargó que la casa de la que salimos quedara bien cerrada y con las luces apagadas.
Todo un adulto responsable.

—Entonces, Keith Donson —insunió el ojiverde—. ¿Cuánto tiempo llevan saliendo?

—¡No estamos saliendo!

—Mes y medio —soltaron mis dos amigos en los asientos traseros.

Crucé mis brazos en queja, traicioneros.

—¿Y cómo es él? ¿Lo trata bien? Si no es así puedo ir a hacerle una nada pacífica visita por molestar a mi hermano —siguió hablando el conductor, y esta vez, si era directamente a los de atrás.

—A Sammy claro que lo trata bien, pero es Sammy él cruel e insensible —pronunció Gal, yo mantenía mi vista a la ventana—. Podrías verlos todos los días comiendo juntos, caminando juntos, y Keith va a verlo practicar.

—Es muy puntual en las prácticas de Sam, pero nunca asiste a una práctica de su equipo —susurró el moreno.

—Bueno —hablé sin pensar—. Quizá sea porque algunas personas solo lo hostigan con que debe seguir reglas, no le gusta, si lo dejaran tener más libertad créeme que asistiría.

—¿Lo ves? ¡Casados! —finalizó el de tatuajes.

Escuché una risa débil de mi hermano, y con mucha queja dentro de mi por sus especulaciones, me quedé callado el resto del camino.

Y mientras mi hermano conducía y hablaba con ellos, yo había aprovechado para ver por qué tenía varias notificaciones.

Al revisar, me di cuenta que sí, Keith ya estaba solicitándome.
No supe en qué momento, o tal vez no lo recuerdo, pero seguro que debió convencerme para darle mi número y cualquier forma de contactarme.

De solo ver qué él estaba hablándome, negué.

Esperé pocos segundos a su respuesta, y llegó de forma rápida, luego de eso, mantuve una corta conversación con él, la que al final me dejó sacar una sonrisa burlona.

Un poco después, me dió por revisar Instagram.
No habían pasado ni diez minutos, y Donson ya estaba haciendo notar su insistencia en sus historias.

Finalmente, di una sonrisa real.

Keith es tan tierno.
Y Pelusa también.

Miré la historia varias veces, imaginándome las expresiones del peliblanco al decidir que debería subir eso, me daba más risa cuando pensaba en Keith ordenandole a su hámster quedarse quieto para tomar la foto.

Y de hecho, Keith no tenía una cuenta de Instagram, pero él la había creado, con la excusa de "tener siempre una manera de llamar mi atención".

Pasaron los minutos, y por fin, veía la universidad desde el auto de Ant.

—Entonces, aquí los dejo —avisó el dueño del coche—. Manténgase alejados de cualquier peligro y, cuiden que Keith no lastime a mi hermano.

—Nadie va a vigilar a nadie —corregí—. No tengo nada con él, y no deben seguirlo más de lo que ya hacen.

—Sí, bueno, mi único objetivo es ir a dormir ahora, ¡Gracias, Tony! —dijo Eddy sin problemas.

Volteamos al mismo tiempo, viendo que Izan tenía esa sonrisa perdida ante mi hermano.
Y claramente, Anthony me miró en busca de una respuesta.

Alcé los hombros. —Le gusta tu auto.

—Izan —lo llamó amablemente—. ¿Acaso quieres ir a ver el desastre de casa con cuatro hombres y una mujer que no nos soporta?

—No le des ideas —negué, me removí para alcanzarlo con mi brazo, hasta finalmente golpear su hombro, haciéndolo entrar en razón—. ¡Ya llegamos!

Para mí suerte, reaccionó rápidamente, dándose cuenta que fue demasiado obvio.

—¡Adiós, Tony! —espetó inquieto, justo antes de salir del auto, y segundos después, su cabeza volvió a aparecer por la ventana—. Oh, y gracias por el viaje.

Y volvió a escapar.

—¿No le agrado? —preguntó él en duda.

—Oh, créeme, le agradas bastante —respondí.

—Ahora, Sam —me llamó seriamente—. Era en serio lo de Zachary, no puedes relacionarte con él, ¿Te das al menos una idea de lo que Frank puede hacer si se entera?

—¿Qué podría ser lo peor que haga?

—¡Matarlo! —espetó—. No me pienso meter en tus gustos, en serio, eres libre de elegir con quién quieres divertirte, pero no puedes hacer eso con personas que pueden morir en manos de Frank.

Negué. —Zach no me ha hecho nada malo, y no quiero nada romántico o parecido, solo fue cosa de una noche, y si se llega a repetir, ¡No tendrían por qué enojarse!

—No estás entendiendo, tú sabes cómo son las cosas con él. Así que es mejor que te alejes.

—Sí claro, ¿Y quién eres tú para decirme qué hacer?

Y su voz, se convirtió en la misma que el otro pelinegro, grave e imponente, casi gritando y dando a entender que el tema acabó, usó esa misma voz, que tanto él odiaba cuando Frank la usaba.

Y él jamás había usado ese tono conmigo.

—¡Soy tu hermano mayor! ¡No te estoy preguntando, Sam, te estoy ordenando que te alejes de ese hombre!

Iba a abrir la boca para protestar, pero de nuevo, esa sangre de un auténtico Walker, corría y marchaba por sus venas y su voz.

—No me contradigas Sam. Prefiero evitarle muchos problemas a ti, a Frank y a Zachary, que dejar que mi hermano despierte a un asesino serial.

—¡¿Pero qué tiene de malo verlo?!

—Métete en la cabeza que no todo es como a ti te convenga —regañó, su rostro no expresaba más que enojo—. Piensa en lo que puede llegar a pasar si relaciona su trabajo con su vida íntima, o si acaso se forma un escándalo porque el hijo del director está con uno de sus empleados. No solo te afecta a ti, también a Frank y a Zach. Piensa en los demás.

—Y tú deberías dejar de pensar en las cosas malas que pueden ocurrir, todo es paranoia de ustedes.

—Habla con Zachary, no hay más —ordenó—. O voy a hacerme cargo ahora mismo. Eres mi hermano y no voy a dejar que te equivoques.

Y antes de responderle, en el chat con Donson, hubo un nuevo mensaje, el cual ví de reojo.

—Bien —dije en el mismos segundo, mi sistema ordenandome ir con Donson—. Hablaré con Zach mañana, ¿Contento, Frank?

Suspiró, apretando el volante. —Tampoco quiero regañarte y ser el hermano malvado, te estoy protegiendo de cosas que podrían salir mal.

—Claro, preocupense de Sammy ahora que ya pudo irse de casa —finalicé, y así, salí de ese auto.

No iba a quedarme a discutir, si no estuvieron presentes y dispuestos a darme consejos antes cuando los necesitaba más que a nadie, no iba a aceptarlos ahora.

Aunque sé que iba a hacerle caso, iba a hablar con Zachary si es que él proponía vernos de nuevo, pero de no ser así, no tendría qué decir nada.

Las ruedas salieron de la planta de mis tennis, y empecé a patinar hacia el interior del estacionamiento, afortunadamente, aún no era ni siquiera media noche.

Era difícil ver en la oscuridad, ahora tenía mis anteojos, por lo que no debe ser tan difícil hallar a algún chico de cabello blanco con un hámster del mismo color.

No sabía a dónde fueron Izan y Gal, lo más probable era que Galen ya estuviera durmiendo, se veía cansado, y puede que mi amigo moreno haya optado por ir a su dormitorio a pensar en Anthony hasta quedarse dormido y soñar con una vida feliz a su lado.

Patiné entre el lugar, y finalmente, ví a lo lejos al chico que estaba buscando, sentado en un bloque de concreto que marcaba hasta donde tenían qué llegar los autos al estacionarse.

Él se veía muy tranquilo desde aquí, y tenía sus manos en forma de cuenco, tal vez estaba sosteniendo a Pelusa.

—¿Esperándome? —pregunté en voz alta, mi sonrisa volviendo a postrarse.

Volteó rápido, dejó a Pelusa en aquel bloque, y mientras yo patinaba rápido hasta él, Keith venía corriendo hacia acá.

—¡Sammy! —gritó con una sonrisa ilusionada.

Nos acercamos con mucha velocidad, y cuando estuvimos lo suficientemente cerca, no dudó en atraparme con sus brazos en el aire, me abrazó completamente, y por consecuencia de mis patines, tuve que sostenerme a él antes de resbalar.

Y mágicamente, me sentí feliz de nuevo.

Solté unas cuantas risas ante el momento, hasta que por fin nos detuvimos del abrazo.
No entendía por qué él era fanático de abrazar peluches, personas, o a sí mismo, pero ya no me molestaba, empezaba a acostumbrarme.

—Pensé que no ibas a llegar, Pelusa casi empieza una revolución.

Sonreí. —¿Y dónde está?

Volteó a la dirección donde él había estado, y ya se veía venir una cosita blanca corriendo en el suelo hacia acá. Se veía muy tierno.

Me agaché hasta esa altura del suelo, y tendí mi mano para recibir a Pelusa en ella, y después levantarlo hasta Keith y yo.

—Se pone muy feliz cuando te ve —explicó—. Pero no estamos aquí para hablar de Pelusa y su reciente enamoramiento a ti, ¡Te acompaño a tu dormitorio!

Elevé una ceja. —No me digas que solo estuviste aquí para acompañarme a mi dormitorio.

Asintió. —No te vi en todo el día, y tengo algo qué hacer, no podré ir a la cancha de soccer, así que pensé que lo más sensato sería asegurarme que llegaste sano y salvo a tu cama.

—Eres muy raro.

—Eso es bueno —peinó su cabellera torpemente—. Significa que soy diferente de los demás para ti

Acaricié al hámster blanco, y así le di oportunidad a Donson de caminar, para ir juntos.

Mi plan para alejar a Donson y que él no se volviera algo a lo que me estaba acostumbrando, habían salido completamente mal.

Lo había estado pensando desde ayer, y había caído en la verdad de las cosas, Keith tenía una forma de ser única, una manera de tratarme que aunque haya hecho el intento, no me pude alejar.

No mintió cuando dijo que me aterraba que él fuera importante para mí, y tenía que aceptarlo... En un mes y medio, Keith se había convertido en algo tan importante para mí, hasta el punto de gustarme.

Tal vez porque conocí una parte más real de él, tal vez porque se volvió mi compañero de aventuras y mi compañero de charlas nocturnas.

Me costaba aceptar cuando alguien me gustaba, y era porque no quería que fuese así.

Pero qué podía hacer ahora, no había marcha atrás.

Sus sonrisas, sus expresiones y sus acciones que las complementaban sus palabras, simplemente Keith siendo Keith.

Y a mí me gusta Keith, aunque un nuevo corazón roto sea probable de llegar en mis muchas decepciones amorosas, y claro que, él jamás tenía qué saberlo.

(...)

Para mí mala suerte, seguir a una persona a todos lados aunque lo sepa o no, sigue siendo malo.

Solo que, ya era tanta mi curiosidad por saber qué cosas hacia Donson que lo hacían ver tan mal.

Cuando él peliblanco me dejó en la puerta de mi dormitorio, avisó que no iba a estar a tiempo para nuestra reunión nocturna, y eso había despertado una duda en mi.
Además de la duda, hacía demasiado calor en estos momentos, pese a ser noche.

Así que, mis patines salieron de mis pies, intercambiados por simplemente calcetas grises, y mi pijama pasó de ser un pantalón y camisa larga, a un short y lo que era un crop top azul.
No era nada que no estuviera acostumbrado a usar, pero jamás lo había usado fuera de mi dormitorio.

Porque ahora, iba en sigilo hacia dónde Keith debería ir a dormir.

Caminé entre algunos pasillos hasta llegar al que le correspondía, con mis sentidos alerta en caso de que llegase a descubrirme.

En un lugar escondido, observé cómo él salió de su templo como él le llamaba.
Observó algunas direcciones, asegurandose de que nadie lo siguiera tal vez.

Mis anteojos eran los que me ayudaron a ver mejor, que en su mano había audífonos, un celular, y un frasco rosa.

No quise seguirlo a él directamente, no cuando por su notoria distracción, la puerta de su dormitorio quedó abierta.

Es mi momento.

Aproveché esta única oportunidad, y corrí a descubrir lo que tanto me habían ocultado, tenía una corazonada, porque todo indicaba que las cosas que él hacía para verse como normalmente se veía, pasaban en su dormitorio.

En pocos segundos, ya me hallaba cerrando la misma puerta detrás de mi, había una lámpara encendida, Pelusa estaba en su hábitat, la tapa del mismo estaba en otro lado, pero él no parecía inconforme con mi presencia, así que se quedó ahí.

—Tú no dirás nada —le advertí.

Y ahí comenzó mi búsqueda, no debería revisar las cosas de alguien, lo sé, está mal e ilegal, pero ahora mismo necesitaba aclarar mis dudas, quería ayudar a Keith.

Busqué entre cajones de ropa, el de su mueble, cosas de su escritorio, y finalmente, encontré en un rincón, una caja totalmente colorida, con un estampado de un álbum de Stick Figure.

Me acerqué por completo, y al tomar la caja y abrirla, fue que caí en cuenta de todo.

En la secundaria y parte de la preparatoria, no faltaban aquellas personas que iban para hablar sobre el tema de la sexualidad y de la drogadicción.
Para bien o para mal, yo tenía una excelente memoria, y alguna vez tuvimos qué aprender algunos tipos de fármacos, drogas, y lo que veía aquí, eran exactamente lo que yo había visto.

La caja de Keith estaba llena de pastillas y polvos, y claro que todo era ilegal.

Anfetaminas, psicofármacos y cannabis.

Automáticamente, mi atención se fue a lo segundo, mis manos estaban temblando levemente, al ver lo que Keith ha estado guardando.

Los psicofármacos era algo que había quedado en mi mente por sus efectos, todo lo que mi mente sabía al respecto de las drogas llegó de repente como balde de agua fría. Sabía que estos también eran con fines de sanación, pero aún así, no deberían estar en estas cantidades.

Más que nada, porque los psicofármacos causaban cosas como falta de coordinación, faltas de memoria, y lo peor, el coma o la muerte. Todo esto lo estaba pensando, mientras recordaba esos días en los que Keith parecía estar perdido, cansado, y claro que los ojos irritados se debían seguramente al cannabis.

También sabía cosas de las demás cosas que tenía, y empecé a relacionar todo.

Al igual que eso, el cannabis era la droga favorita de muchos, porque era un depresor que les daba relajación, euforia, placer y bienestar.

Empecé a negar varias veces, dejé todo dentro y lo puse dónde mismo, me alejé de eso hasta topar con la cama, y justo arriba de ella, apenas notaba que estaba un frasco similar al que él se llevó. Lo revisé en cuánto pude, tenía una etiqueta colorida también, pero no decía nada, solo había colores.

Saqué algunas de las pastillas que había dentro, y todas eran de colores alegres como el amarillo, rosa y verde, algunas incluso tenían talladas caritas sonrientes o alguna figura.

Acerqué mi nariz a ellas, olían a un dulce cualquiera, y al menos yo no conocía alguna droga de ese estilo, así que, los probé.

No sabían a nada más que a un poco de azúcar.

Aún así, me dió curiosidad, y al menos otra pastilla entró a mi boca.

Quise seguir buscando en su habitación, a los diez minutos, necesitaba más información, y ahí estaba la computadora de Keith, yo sabía la contraseña, por lo que tenía que investigar qué otras cosas hacían esas pastillas.

De pronto, luego de otros cinco minutos, me sentía más animado, y con mucho más calor.
Moví mi cuerpo en busca de movimiento para bajar la intensidad del calor que estaba sintiendo, pero empezaba a crecer.

En mi mente, había una canción que estaba resonando, mientras leía y me movía en busca de más respuestas. Extrañamente, me estaba poniendo de humor.

Esta investigación necesita música.

Busqué alguna canción y la reproduje, era la misma canción que puso Keith cuando llegó a mi dormitorio a ser mi enfermero personal. Era una canción que ahora mismo me estaba poniendo de mejor humor y con más ánimos, haciéndome bailar en la habitación de Donson.

De un momento a otro, encontré algo en la computadora, cuando busqué otro tipo de drogas, y caí en cuenta que había algunas imágenes parecidas a las pastillas que Keith se llevó y que yo tomé.

"El Éxtasis es una droga alucinógena y estimulante. Hace que sus usuarios experimenten se encuentren altamente de buenas sensaciones, con más felicidad y autoestima, y que vivan sus sentimientos, sean buenos o malos, con mucha mayor intensidad. Los efectos de la droga suelen durar hasta 6 horas.

Si una persona toma Éxtasis, su cuerpo se puede calentar excesiva y peligrosamente mientras baila o practica cualquier otra actividad física. Al igual que un deseo sexual alto."

Y solté una carcajada.

Ah, soy un idiota.

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Y que se nos droga el Sammy, así no, Sam, así no.

No fomento el consumo de cualquier sustancia nosciva, no lo hagan amikos.

No sin invitarme vea.

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