09.- "Canchas Nocturnas"
Sam Walker
Danzar en la oscuridad, era algo que siempre había querido, que la única forma de verme sea por la luz de la ventana, haciendo que las telas y mi cuerpo no fueran más que siluetas negras.
Así lo veía en la pared de enfrente.
Mientras yo estaba aquí arriba haciendo aquella rutina, omitiendo cuando dancé con Galen, la ventana gigantesca detrás de mi, dejaba ver la luz de la luna y de algunas lámparas, y eso, hacia que en la pared de enfrente estuviera la sombra de mis movimientos.
No había podido ver las expresiones de Donson allá abajo, estaba lo suficientemente concentrado aquí para no equivocarme y tener que estar en reposo otra vez.
Al final, bajé de ellas,y me sentía extraño, tenía una pequeña ilusión de saber la reacción de Keith ante esto.
Bajé de las telas cuidadosamente, así para regresar a dónde él chico estaba sentado, su boca entreabierta, sus ojos cristales haciéndose más brillosos.
—¿Y, qué te pareció? —puse mis brazos detrás.
En su regazo estaba su cuaderno de Stick Figure, y con su mano que sostenía un marcador negro, escribió algo.
Arrancó la hoja y la subió con ambas manos, dejándome ver así; el número diez bien escrito en ella.
—¡Estuviste increíble! —aludió, dándome una sonrisa abierta.
Y ese cosquilleo dentro de mi, volvió.
—Gracias —señalé—. Si eso era todo... Es momento de que vuelva.
—Aún me siento culpable por no haber estado contigo —añadió, mientras yo de nuevo guardaba mis cosas en mi mochila—. Y como soy descarado, te prohíbo irte, vamos a las canchas de soccer.
—No puedes llevarme a cualquier lugar, estoy cansado de hoy.
—¿Qué pasó con él Sammy de hace minutos que se preocupaba por mi? —tomó mi muñeca, nuevamente—. No iremos a correr, solo quiero sentarme contigo y que me cuentes cómo estuvo tu día.
Lo miré sin ninguna expresión, aún me costaba trabajo asimilar que Keith era muy... Transparente.
Quise negar rotundamente, dejarle en claro que ya no estaba en condiciones de seguir yendo de un lado a otro.
Pero cuando él siguió sonriéndome tan natural, solo pude seguirlo.
Salimos del salón de danza rápidamente, en sigilo, me sorprendía ver esa agilidad que tenía Donson de ir por lugares con rapidez y silencio.
Creo que poco a poco empezaba a comparar a Keith más con su hámster que con un conejo.
Su cabellera blanca era muy suave a la vista, jamás la he tocado, pero supongo que así debe ser, y la forma en la miraba y se movía, o sus expresiones infantiles involuntarias.
Raro.
Fuimos por aquellos lugares al aire libre de la universidad, hasta llegar a las rejas de la cancha de soccer.
—Hay dos formas de entrar —señaló bajo la luz de la luna—. Por arriba de las rejas, o puedo abrir la puerta.
—No me digas que robaste la llave.
Guiñó su ojo en una sonrisa pícara. —Ya me conoces, y si no, me presento, soy Keith, robo corazones y llaves mientras me sea útil.
No esperaba desviar mi mirada cuando hizo ese gesto, de hecho, nada de lo que está pasando me lo estaba esperando.
—Por arriba —sugerí.
—Dame tu mochila.
Ni siquiera le pregunté, solo se la entregué.
La colgó en su hombro, y sin ningún problema, subió por esas rejas, claramente lo hizo bastante rápido.
Los reflectores estaban apagados, pero algunos faroles externos daban iluminación, y me dejó ver perfectamente cómo las venas de los brazos de Donson se marcaban al hacer fuerza, así como ví su espalda contraerse al subir.
Concéntrate, Sam.
—Has subido por sábanas con el riesgo inminente de caer y romperte algo, así que no debes tener problemas con subir insípidas rejas, ¿Verdad?
—Me lesioné, Keith, ¿Qué te hace creer que no ocurrirá lo mismo?
Dejó mi mochila y su camisa en el el suelo, acercándose a esas rejas con una mirada convincente.
—La diferencia es que ahora sí voy a estar atento para recibirte abajo.
—Si muero será tu culpa —me quejé, dando inicio a mi escalada.
—Y tu funeral será el más bonito —finalizó.
Estuve finalmente apunto de pasar al otro lado, dónde Keith simplemente miraba hacia acá.
Normalmente no debería tener miedo de saltar, pero por la oscuridad, se veía una caída más alta, y a eso, añadirle que no sabía si caería bien. No era lo mismo que las telas dónde tenía una colchoneta abajo.
Ahora cómo iba a bajar de aquí.
—¿Si sabes que también debes bajar, verdad? —lanzó el ojiazul.
—Ya voy, solo estoy... Viendo la vista.
Hizo lo mismo, giró su rostro a todas las direcciones, para volver a ver hacia arriba.
—No se ve nada —confesó, en una risita—. Te dije que iba a estar aquí para recibirte, si no estás seguro de caer a salvo por tu cuenta —extendió sus brazos al frente—. Keith va a estar aquí.
Negué. —¿Quién me asegura que si podrás conmigo?
—Yo, ¿quién más? —soltó—. Salta, Samuel, prometo atraparte. Cuando salgamos será por la puerta.
Este era el momento en el que más destestaba que Keith pudiera darme esa confianza, que yo sentía que era especial. Lo odiaba, porque así jamás podía negarme a lo que él quería hacer.
Él prometía que todo estaría bien, y a la fecha, no me ha mentido.
Solo por eso, odiaba que él estaba logrando su cometido de ser mi amigo, y lo estaba logrando en poco tiempo.
—Ah... Está bien —suspiró.
Dejé de sentir que mis manos y pies estaban en las rejas, solté un grito de pánico, cuando Keith movió las rejas a propósito y me obligó a soltarme.
—¡Keith! —grité, y antes de tocar el césped con mi cuerpo, sentí extremidades altamente frías, al igual que mis brazos hicieron contacto con la frialdad del torso de Keith cuando caí en los suyos.
—Te dije que te atraparía —abrí los ojos al escuchar su voz risueña.
Vi inmediatamente dónde estaba; claro que en sus brazos, por instinto, los míos se habían sostenido de él.
—Eres un idiota, Donson, ¡Pude haberme lastimado, o ambos! —me quejé, pataleando.
—Pero no sucedió —rió—. Admite que gritas muy fuerte.
No bajó su sonrisa en ningún momento, y estaba mirándola a una distancia muy cercana, si yo pensaba que su piel y cabello eran muy claros, era porque aún no los tenía tan de cerca bajo la luz nocturna.
Ni siquiera me importó, y esa sonrisa terminó por contajearme, ahora, había dejado de lado lo malo de su travesura, y había preferido tomarlo ya con humor.
Así era como Keith y yo funcionabamos, él hacía algo que me molestaba, pero después hacia otra cosa que me hacía olvidarlo, e intercambiaba mis corajes por risas.
—¿Puedes hacerme un favor? —añadió.
Asentí de inmediato.
—Sonríe más, ¿Sí? —soltó—. Te queda mejor.
—Lo pensaré —hice una nueva pensativa, hasta que noté que, seguíamos en la misma posición—. Eh, ya puedes bajarme, Donson.
—Oh, sí sí —asintió varias veces, dejándome de pie en el césped—. Hora de ser uno con la cancha.
Volvimos a recobrar nuestras cosas, caminando hacia el centro de la cancha, y ahí Keith dió luz verde para tomar asiento sin problemas.
La conversación fue de cosas normales, tal como lo pidió, le conté mi día, claro a excepción de cuando fui con Zachary.
No entendía muy bien por qué, pero algo dentro de mi no quería decirle, que de hecho no debería ser así, no tendría por qué ocultarle algo tan sencillo como eso.
Tapé ese momento con decir que estuve el día con mis padres, poco a poco, dejamos de estar sentados, para que nuestras espaldas se hallaran recostadas en ese color verde natural, y justo cuando creí que el tema de Zach no tendría que pensarlo en mi mente, él habló.
—¿Usaste perfume nuevo hoy? —cuestionó, sus brazos debajo de su cabeza—. No huele mal, pero ese no es tu olor normal, Sammy, tu desprendes un tranquilizante aroma a vainilla.
—Sí, era de mi hermano —mentí—. Solo lo usaré cuando lo vea.
—Oh, muy bien.
Hubo un silencio profundo, para mí sorpresa, no estaba nada incómodo por eso, era todo lo contrario, un silencio relajante y lleno de paz, por alguna razón, el aura de Keith era muy relajante y pacífica.
Las estrellas y la luna eran las que reinaban el cielo e hipnotizaban.
Sabía que la noche era cuando las personas solitarias, nos sincerabamos con nuestro compañero de charlas nocturnas.
Y me había dado cuenta que era en las noches cuando Keith y yo hablábamos más, Keith se había convertido en ese compañero y ni siquiera me di cuenta.
Lo malo de esto, es la forma en la que acaban los sentimientos cuando tienes a una persona que te escucha en esos momentos vulnerables.
Pese a ello, yo seguía luchando porque no ocurriera.
—¿Por qué siempre sales de noche? —pregunté—. Quiero decir, además de las prácticas, sueles divagar mucho cuando el sol se esconde, ¿Por qué?
—Supongo que soy un amante de la noche. Pienso que es ahora cuando pasan las cosas reales, me gusta la tranquilidad, y en la noche suelen ocurrir muchos pensamientos sinceros. Son muchas variantes, Sammy. Encuentro todo mejor en este momento, y disfruto del aire libre.
—¿Alguien más sabe de esto? —seguíamos con nuestra vista hacia arriba, no sabía qué expresiones podía estar haciendo.
—Eres él único —añadió—. Me alegra que seas tú quién lo sepa, así tengo la confianza de que no le dirás nada a nadie y no tendrán que mantenerme más vigilado. Te digo algo, si mi vida dependiera de que tú dijeras algo de mí a los demás, confiaría plenamente en qué no será así.
Giré a verlo, con un sentimiento repentino de querer abrazarlo.
—Ahora tienes derecho a dos preguntas —dije tranquilo.
No pensó mucho para responderme, de hecho, no esperó nada, como si esa duda estuviera en su cabeza desde siempre y ya la tuviera planeada.
—¿Quién te lastimó? —espetó—. Siempre he querido saberlo, noto que prefieres ocultar mucho lo que sientes, Sam, y no sé por qué te limitas tanto en dejar que las personas te conozcan. Pero si acaso lo supiera, créeme que jamás haría lo mismo... ¿A qué le tienes miedo?
Di un suspiro, quería no recordarlo, quería olvidarme por completo tantas cosas del pasado.
Pero de nuevo, la noche sincera, y lo que Keith estaba provocando en mi en confianza, todo eso, me hicieron decirle la verdad.
—Siempre he sido muy diferente a mi familia, no me preguntes cómo, pero yo era muy apartado, no me gustaba tanto eso de la convivencia familiar, digamos que ya estaba acostumbrado a alejarme mucho de las personas —empecé—. Tuve muchos problemas con alguien que me hizo sentir mal, y siempre creía que yo no pertenecía con ellos, ni con nadie.
Keith acostumbraba a hablar demasiado y a opinar varias cosas, pero ahora, él estaba en silencio.
—Izan siempre ha sido mi mejor amigo, Galen también, me conocen desde que era pequeño. Pero las demás personas que he conocido y se convierten en amigos o algo más, ellos nunca se quedaron. Usualmente se iban cuando descubrían algo de mi que no les gustaba, y eso es todo. Las personas que se han hecho conocidos y parejas, solo se van en cuanto tienen oportunidad.
Aún dolía recordar aquellos momentos, cuando todos se iban, cuando una persona no me quería en su familia y me hacía llorar noches enteras.
No quería verme sentimental, luchaba porque él no lo tomara tan seriamente, y pese a eso, seguía doliendo como cuando tenía quince años.
—No importa qué haya pasado, solo no me gusta acercarme tanto a las personas, con Izan y Galen tengo suficiente.
Volteó a verme, sin burla, sin ganas de reírse de mi.
Rodeé los ojos. —Claro, también contigo, Keith.
Ahora sí, volvió a sonreír, su cuerpo se volteó a un costado al igual que el mío, y así estuvimos frente a frente.
—Pensé que no te agradaba yo directamente —expresó—. Sabes, cuando te enojaste por tu botella de agua empezaba a perder la esperanza, pero luego pensé que cierto chico necesitaba que alguien llegara a molestarlo para ver su reacción.
—No me agradas, Donson —negué en risas.
—Ya no te creo, Walker —y su mano volvió a revolver mi cabello, un tacto frío pero delicado—. Ahora sé la verdad.
—Si, ¿Y cuál supones que es?
—Te da miedo que yo sea importante para ti —aclaró—. Porque si llego a serlo, no podrás controlar tus sentimientos y yo podré ser feliz sabiendo que hice que Sammy bajara la guardia.
Para ocultar eso, sus palabras, y la razón que él tenía, no tuve más remedio que sentarme otra vez, y golpearlo con mi mochila en broma.
—Sueñas —hablé—. No tengo miedo de nada, y también me gustaría saber cómo haces para ser tan boca suelta respecto a lo que piensas.
—Porque no tengo nada qué ocultar —se levantó de la misma forma, esta vez, muy cerca de mí—. Digo, si quitamos las cosas que hago a escondidas, no tengo ningún sentimiento qué ocultar, ¿Por qué habría de hacerlo? Sentir cosas es asombroso, aunque sean buenas o malas, significa que estás vivo, Sammy. Y que aún tienes empatía y felicidad por repartir. Por eso no veo la necesidad de restringirme.
Por si fuera poco con las palabras que salían de su boca, no fue suficiente para él, y simplemente sentí que su cabeza tocó mi hombro, apoyándose en él tiernamente.
—Prefiero tu aroma natural —sinceró, removiendo su cabeza con gentileza.
—Te dejé quedarte con Squishy, ¿Por qué no vas y lo hueles a él?
—Porque él no es tú. Por cierto, Pelusa te extraña, ¿Cuándo irás a visitarlo?
No me gustaba por dónde iba esto.
No me gustaba lo que Keith estaba provocando.
Y si, claro que tenía miedo de enamorarme de él.
—Algún día, Donson —aclaré.
Sin siquiera tener consciencia de los minutos, empecé a tener un cansancio mayor, estaba agotado, y supe que en algún momento, fui yo él que terminó dormido en su hombro.
(...)
Había tomado una decisión.
La curiosidad siempre fue algo que tuve desde pequeño y probablemente moriría con ella, o tal vez muera por culpa de mi curiosidad.
Y por esa misma cosa, era que ahora había pasado de querer alejar a Donson, a investigar sobre él.
En el primer mes que nos habíamos conocido, cada semana era una discusión y una razón por apartarnos, y luego de esta última semana y un par de días, después de esa noche en las canchas de soccer, no habíamos discutido.
Mi relación con Keith se estaba haciendo tan cercana, que si antes tenía miedo, ahora estaba aterrado.
Días enteros en los que pasábamos horas juntos, riendo, comiendo, y en las noches, siempre corríamos a las canchas de soccer a hablar con el corazón.
Él me contaba algunos de sus pensamientos, yo le contaba varios de los míos, y siempre que hacíamos eso, yo acababa dormido por tanta tranquilidad que tenía, que al final, Keith tenía que sacarme de ahí y llevarme a mi dormitorio.
Tener un compañero de aventuras en el día y de charlas profundas en la noche, solo podían dejar un resultado nada conveniente.
Claro que, su apariencia no cambiaba con los días, sus ojos cansados e irritados, su tic en la nariz, y como se perdía en su propio mundo de vez cuando.
Y mi curiosidad era tanta, que si nadie quería darme respuestas, yo mismo iba a conseguirlas.
En estos últimos días, en lugar de estar ocupado en mis asuntos, me encargaba de vigilar a Donson, empezaba a ver a qué lugares iba, en qué momento, todo cuando nosotros no estábamos juntos.
No era mucho misterio. Él despertaba temprano y salía de su dormitorio a desayunar, pasaba unas horas conmigo, cuando se iba, duraba un largo tiempo en dónde algún día me encontró dormido bajo un árbol.
Después, pasaba a la cafetería por algo de comer, y esa comida iba a ambos.
Finalmente, cuando en la tarde ya no teníamos qué vernos, Keith se iba a su dormitorio y no salía hasta en la noche.
Podría ser mucha información que podría ser usada en mi contra en una demanda por acoso, es cierto, pero no tenía malas intenciones, así que luego de ver qué él no hacía mucho en el día, llegaba a la conclusión, que si algo lo hacía tener esa apariencia, pasaba en su dormitorio.
Y pronto iba a descubrirlo.
—Entonces, ¿Por qué Sammy parece estar creando un plan de conquista? —escuché esa voz masculina en algún lugar de la cocina.
—Ha estado muy pensativo desde que llegó —dijo Ayden tranquilamente, sentado en la mesa de barra, era su lugar favorito—. Ni siquiera ha tocado su comida.
Levanté mi vista, ubicando mejor al de ojos rojos, y al pelinegro de ojos verdes.
Tony y yo habíamos decidido visitar a Ayden y Frank, al menos hoy que era sábado y estábamos libres, por fortuna, la gira de mi hermano duró poco, y estábamos aquí para darles una pequeña visita.
La diferencia aquí era, que Galen también había venido, e Izan igual, solo que Galen estaba ocupado viendo televisión en la sala, e Izan... Ocupado en la sala viendo a Tony desde la distancia.
Aparte, Frank estaba seguramente arriba terminando planos.
—¿Por qué ya no haces comida italiana? —pregunté a mi padre sin razón.
Elevó ambas cejas. —No sabía que te gustaba tanto.
—Es delicioso lo que haces pero, dígamos que, he estado probando de esa comida hace varios días, supongo que me acostumbré.
Claro, porque Keith me hizo adicto a ella.
—Pueden venir el próximo fin de semana y haré comida italiana para ustedes —sugirió sonriente.
—E invitas a Keith para que terminen de casarse —habló Eddy en voz alta.
—¡Cállate tú! —me volteé, lanzando una cuchara, claramente no lo alcancé.
—Ah... —Anthony sonrió abiertamente, su rostro mostrando su más reciente piercing en la nariz—. Mi hermanito está saliendo con alguien.
—¿Cómo se llama? ¿Es soltero? ¿Está en tu universidad? —mi padre empezó a emocionarse—. ¡Oh, ya sé, lo conociste en tu trabajo!
—¿Trabajas aún? —volvió a preguntar Ant, cruzando sus brazos en la silla de la mesa.
—Recepcionista en gimnasio —contesté—. Y no, no estoy saliendo con nadie.
El rubio suspiró. —Sabes, si dejaras que tu terca cabeza se diera cuenta de tus sentimientos, llegarías muy lejos. Los que perciben sus sentimientos con el corazón y la mente, ¡Son los más exitosos!
—Tú casi mueres el día de la presentación, no tienes derecho a hablar —me quejé.
Vi de reojo a Ayden, y en su expresión nostálgica, tenía su mirada perdida en Eddy, recordando algo quizá.
—¿Y cómo es ese chico, Izan? —Tony volvió a alzar la voz, esta vez al moreno.
Siempre hacía lo mismo. Le preguntaba a Izan cosas que yo no le decía, pero, como el gigante Izan siempre ha estado enamorado de él, se le dificulta poner atención.
—Concéntrate —Gal le dió un codazo, haciéndolo reaccionar de su trance.
—Eh, sí, sí, Donson —soltó en balbuceos—. Italiano y posible esposo de Sam. Aunque ya hayas cometido infidelidad con su nueva presa; Zach.
A pesar de que antes yo no solía hablar mucho de mis relaciones, Izan y Gal siempre se encargaban de que tuviera qué hacerlo, y poco a poco empecé a tomar confianza con Ayden y con Tony para decírselos, también con Frank, solo que, él está ocupado en otras cosas.
Aparte, en esos relatos en los que Ayden decía como fueron sus conquistas antes, me daba cuenta que, éramos muy parecidos cuando de coqueteos se trata.
Por otro lado, Ant siempre decía que él solo estaba esperando a Eliot, y que jamás pasó por otro amor antes de él. Le encantaba mencionar que él nació para Eliot, y que Eliot nació para él.
Muy cursi mi hermano.
—Zach —repitió Ayden—. ¿Cómo es?
—Nada del otro mundo —solté—. Treinta años, apuesto, cabello negro, anteojos, tiene vitíligo, la verdad le queda muy bien.
Y en lugar de recibir algún comentario, solo ví a Ayden abrir expandir sus ojos, en conjunto con Anthony. Compartieron miradas de pánico y duda.
—Sam, tú no... Estuviste con él en eso, ¿Verdad? —insinuó Tony.
—¿Importa? No tiene nada de malo —me defendí.
Ayden negó. —¿Tienes una foto?
Completamente dudoso, les tuve qué mostrar una foto de él, la había tomado de su número de contacto en mi celular, claramente, Zach no había faltado en mandarme mensaje.
Le mostré la foto a ambos, y ahí, el pelinegro volvió a negar, tocando el puente de su nariz.
—Necesitamos hablar en privado —el castaño, tomó mi muñeca, guiandonos a la puerta trasera, la que daba con el jardín, lejos de los otros dos, ya que Tony también nos acompañó—. Dime qué no se acostaron.
—¿Por qué tanta preocupación? No sería el primero, y no considero que tú hayas sido el más calmado antes.
—Sammy —la expresión de Ant, era de pura crisis—. No puedes verlo de nuevo.
—¿Por qué no? ¿Qué ocultan?
—¡Zachary trabaja en la empresa de Frank! —lanzó Ayden.
Mi piel palideció en ese segundo.
Y como si la vida lo pidiera, el mayor de los Walker en esta casa, bajó las escaleras con ropa informal, pero dispuesto a salir de aquí.
—Ayden, tenemos que irnos —avisó al castaño, acercándose a la puerta, saludando a mis amigos de paso.
Y obviamente, ahora era Galen el que estaba más nervioso.
Ah, mis mejores amigos, enamorados de mi padre y hermano.
Lo olvidaba, mis padres eran fanáticos de estar juntos, y quizá irían a alguna de sus muchas citas como esposos.
—Olvida a Zachary, o van a matarlo lenta y dolorosamente —me aconsejó Ayden.
—Y quizá después a ti —añadió Anthony.
Maldita sea.
_____________________
Ya juro que voy a bajarle a los problemas :(
Bueno no.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro