06.- "Noche Curiosa"
Sam Walker
—¡Hasta luego! Fue un placer —se despidió Eliot, saliendo de la casa de mis padres junto con Tony.
Luego de casi toda una tarde aquí, finalmente iban a casa, mientras que Kayla también tuvo que retirarse, dejándonos a Ayden, a Jean y a mí y en la sala.
En poco tiempo anocheció, como cualquier reunión con amigos, hubo alcohol de por medio, pero claro, como estábamos hablando de que yo era el único que iba en universidad y los demás tenían vidas de adultos responsables, tuvieron que limitarse.
Y de hecho, ya era bastante tarde.
Frank, no ha regresado, como de costumbre. Y mientras Jean hablaba por teléfono en la cocina, Ayden y yo seguíamos en la sala, luego de que él también atendiera una llamada de Frank, con la diferencia de que, Ayden parecía haber corrido a una habitación por algo, más en específico, a un estudio.
Bajó conmigo, entregándome un gran rollo de papel, habia visto este tipo de papel toda mi vida, era un plano arquitectónico, seguramente tenía que llevarlo.
—Sammy, ¿Puedes dejar esto con Frank? —preguntó—. Claro, si no te desvias de la universidad.
Asentí, tomando aquel objeto. —Seguro... Él llegará tarde, supongo.
—Ya sabes cómo es —añadió, en una sonrisa cansada, volviendo a tomar lugar en el sofá.
A pesar de lo felices que eran juntos... Han pasado mucho tiempo lejos.
Es decir, Frank siempre estaba en el trabajo, Ayden disfrutaba de ir al restaurante, y cuando él estaba en casa, Frank no, la única compañía que tenía éramos Tony y yo, y claro, como cualquier ciclo de vida, ambos nos fuimos de casa.
Prácticamente, Ayden ahora estaba solo en casa si es que no estaba en el restaurante, imagino que por eso Tony venía a visitarlo seguido, y le gustaba traer a sus amigos.
Entonces, ¿Ese era el futuro de los matrimonios? ¿Vivir como en un sueño al inicio y luego ni siquiera tener la oportunidad de verse?
De ser así, no tenía muchos ánimos de pensar en una pareja.
—¿En qué piensas? —añadió el de ojos rubíes.
—En nada, papá —aclaré—... Mmh, tengo mucha curiosidad de saber, tú y Frank siempre están lejos y esas cosas, ¿Cómo es que aún se quieren? Ni siquiera se ven.
Hizo una mueca de pensamiento, mirando hacia arriba.
—En una gran cantidad de matrimonios, el amor se acaba, Sam —explicó—. Se acaba porque no hay chispa, porque sabes perfectamente qué hará la otra persona en cualquier situación... Y sé bien qué puede hacer Frank en una situación normal pero, aún así, Frank jamás deja de sorprenderme —sinceró, sonriendo con más amplitud—. Carajo, hay días que siento que todo será normal y, él hace cosas que no me espero y aún así son geniuinas de él. De mi parte, sé que es muy difícil que yo dejara de querer a Frank, él es... Wow, él es increíble. Jamás deja de hacer sus locuras y, me gustaría estar más tiempo con él solo que, sé que prefiere trabajar duro por conseguir lo que quiere, no voy a limitarlo.
—Hablas igual que un adolescente enamorado —opiné, aplastando mis labios.
Asintió riendo. —¿Y no es asombroso? Pienso que si estás con alguien que siempre te hace sentir como adolescente que descubre a su primer amor, entonces ahí es un buen lugar.
—¿Y qué crees que diga él?
—Somos muy transparentes con lo que sentimos, si Frank no se ha ido, entonces quiero pensar que es buena señal para creer que aún está esa chispa. Y creo que la respuesta que él daría sería muy... Frank.
—Sería algo como "Ahora estoy ocupado, luego hablamos" —hice un ademán con mis brazos y manos, como si estuviera presentando una frase en el aire.
—A Tony y a ti les causa dolor saber que soy su persona favorita —expresó en todo su ego.
Reí. —Tal vez.
Y él no mentía.
Mi hermano y yo simpre habíamos tenido una percepción de Frank del tipo de persona que solo vive para su trabajo y para generar más dinero, y claro que estábamos orgullosos de las grandes cosas que el pelinegro ha logrado en su vida.
Sin embargo, si existe una persona que puede quitar esa frialdad de Frank, y ese semblante que tiene de ser imponente... Era Ayden.
Sabía muchas cosas del pasado de mi padre, a comparación de otros, Ayden no tenía un pasado cruel y horrible por el cual sus emociones y vida se ven afectadas.
Lo único que podría decir que le faltó, fue pasar más tiempo con sus padres, el poder compartir más con ellos.
Y es que, mis abuelos eran tan preocupativos en sus trabajos, que aunque hayan tratado muy bien a Ayden dándole muchas cosas costosas a cambio, sabía que a él le hubiera gustado tener más de su atención.
No sabía si eso le causaba molestia de Frank, o si era un patrón que todos los padres siguen, y realmente, no deseaba ser yo el siguiente que solo vea a su familia pocas veces.
Me dejé caer en el respaldo del sofá. —Tus historias de juventud son divertidas, ¿Cuántas personas estuvieron detrás de tu amado esposo?
—Bueno...
—Ayden se besó con su ex novio, con él hermano de Frank y conmigo, ¡Todo en un mes! —soltó Jean al regresar de la cocina—. Oh, y después lo arruinó besando a otro chico cuando estaba en su relación.
—¡JEAN! —gritó mi padre.
—¡Dios, Ayden! —me quejé cubriendo mi rostro por todas esas imágenes mentales que llegaron a mi mente—. ¡Te besaste con Daniel!
—¡Él me besó primero! —se defendió ante el rubio, señalandolo—. ¡No le digan nada a Frank!
—¡Tú me rompiste el corazón esa misma noche! —contraatacó.
—¿Saben qué? Frank necesita sus planos —me rendí.
Pude retirarme sigilosamente, ante la discusión de ambos, Jean defendía su roto corazón de chico de preparatoria, y Ayden defendía que estaba viviendo la vida al máximo.
—¿Y tú cómo sabes del beso de Reth y Hunter?
—Kayla lo sabía todo —finalizó el rubio.
(...)
Estacioné el auto justo en el lugar en el que Frank ha pasado mucha parte de su vida, me lo había planteado mucho tiempo junto con Tony hace muchos años, cuando apenas éramos chicos de doce y quince años.
Frank vive en su trabajo y va de visita a casa.
Ya ni siquiera podíamos culparlo, así era él y le gustaba.
De igual forma, ya todos teníamos más preocupaciones y responsabilidades. El hermoso y monótono ciclo de la vida.
Entré al gran edificio, tan imponente y una de las mejores empresas de arquitectos en el país; Walker Companies.
Había trabajadores que me reconocían, otros que eran rostros nuevos y jóvenes para mí, se veía que había nuevos aspirantes en este lugar, incluso la persona en recepción me reconoció.
El ambiente en este lugar era frío y de mucho orden, había personas de un lado a otro, contestando llamadas, otras en oficinas lujosas haciendo planos, tuve que subir hasta el último piso en elevador, observando que también habían remodelado.
Toda una empresa, tantas personas trabajando para una sola, para el director y fundador original de tan exitoso lugar, Frank Walker.
Así, caminé por un largo pasillo y otras oficinas, en este piso, había grandes ventanales que adornaban las paredes, dejando ver cierta parte de la ciudad nocturna.
Me acerqué hasta la puerta gigante color negro con toques dorados, y como era de esperarse, la asistente personal del director, me recibió en un escritorio al lado de la oficina.
—Sam, hace mucho no estabas por aquí —explicó la mujer de ojos esmeralda.
—Gusto en verte, Tabatha —sonreí—. ¿Puedo pasar? Tengo qué dejarle esto.
—Claro, solo está terminando de firmar un acuerdo, en cualquier momento saldrán.
Asentí, sentándome en la única silla que estaba frente a su escritorio.
También tenía la confianza de hablar con Tabatha de forma amena, era rara la vez que Frank tenía que traernos a su trabajo para no dejarnos solos en casa a Tony y a mí, a veces estábamos en el restaurante de Ayden, y a veces aquí, por eso, es que crecimos rodeados de amigos de ambos.
Desde pequeños fue que empezamos a relacionarnos con personas con las cuales no compartíamos lazos de sangre, y que aún así eran nuestra familia.
Sí... Familia.
Obviamente, podía decir que Tabatha Miller, la fiel secretaria y arquitecta de Walker Companies, también era una excelente amiga de la familia, a diferencia de Kayla, Tab era más como una hermana para mí.
Estuve hablando otro tiempo con ella, hasta que finalmente salió un hombre de la oficina de Frank que evidentemente no conocía.
Tanto Frank como aquel sujeto, se dieron la mano justo en la puerta, eso significa, que mi padre tuvo éxito... O el hombre.
—Ravi d'avoir signé avec toi —dijo el pelinegro en una expresión amable.
(Me alegra haber firmado con usted).
—Le plaisir était pour moi, merci d'avoir accepté le projet —respondió el otro.
(El gusto fue mío, gracias por aceptar el proyecto).
—¿Cuándo aprendió francés? —Tabatha me susurró.
Negué. —No tengo idea.
Claramente, no entendía nada, solo esperamos a que se despidieran y por fin, aquel sujeto de traje se pudo ir.
—Tabatha, consígueme un curso de francés, no le entendí nada al final —ordenó Frank sin nortarme, volviendo a su oficina.
—Nı xīk s̄ạk khrū̀ —contestó la ojiesmeralda, lista para hacer caso.
(En un momento).
Para trabajar en este lugar, tenías que aprender al menos dos idiomas ajenos al idioma natal.
¿Cómo lo hacían? No sé, pero debería aprender un idioma urgentemente.
—¿Qué esperas, una invitación? ¡Aprovecha ahora que está libre! —espetó en un ademán para que me fuera.
—Oh, sí, sí.
Me levanté enseguida, para entrar a la oficina de Frank, cerrando la puerta detrás de mi.
Su oficina, al ser el director y fundador de esta empresa, claramente fue diseñada a su gusto, y sinceramente, tiene un excelente gusto.
Las paredes no eran sólidas como tal, eran ventanales, casi toda la oficina era como una vitrina gigante en la que podía hacerse la ciudad, en este caso, con aquellas luces que desde esta altura, todos se veían como puntitos de diferentes colores.
Obviamente, el único muro que había era en el que se hallaba la puerta de entrada.
Era un lugar bastante frío, más por la altura.
Y ahí estaba él, había quitado su saco para dejarlo en algún lugar de la oficina, su cuerpo de pie, viendo directamente a la ciudad, y lo que no esperaba verle, era su mano sosteniendo un cigarro, y con la otra, usaba un encendedor.
—¿Desde cuándo fumas? —pregunté confundido.
Volteó a verme cuando el objeto ya estaba en su boca, inhaló el humo sin problemas, para después liberarlo.
—Ha sido una semana pesada, estoy estresado nada más —contestó sin ninguna importancia, mirando el objeto en mis manos—. ¿Lo trajiste tú?
Asentí. —La universidad no queda lejos de aquí, y soy un excelente hijo.
Rió amargamente. —Qué modesto, Sammy. Pero, gracias.
Me dejé caer por completo en uno de sus sofás, viendo la oficina, a mi padre, y lo bien que lucía la ciudad a esta hora y desde este lugar.
—Frank —lo llamé—. ¿Por qué no vas a casa?
—Ya sea por buena o mala suerte, tengo más asuntos qué atender estos meses, prefiero verlo del lado bueno, entre más ocupado, más trabajo y más éxito.
—Está apunto de ser media noche, deberías ir a descansar —me crucé de brazos.
—Quién descansa hoy, pierde mañana —concluyó.
Pero qué necio eres.
Eché mi cabeza para atrás. —Frank...
—No insistas, Sam —se quejó, siguiendo en su asunto con el cigarro, caminando de regreso a su mesa especial para sus planos, olvidé el nombre.
—Solo creo que al menos podrías estar unos días más cerca de Ayden, Tony se va de gira en pocos días, yo estoy en la universidad todo el tiempo, ustedes son lo único que se tienen, y prefieren gastar su tiempo en trabajos que alguien que necesita hacerlos podría realizarlos por ustedes. Tú eres el director de esta empresa, Ayden es el dueño del restaurante, ¡Hay personas que pueden hacer sus trabajos un día cualquiera!
—Hay trabajos importantes que no deben tomarse a la ligera, no voy a darle a firmar un proyecto en otro país a cualquiera, y Ayden no dejaría a cualquier mesero organizar un buffet de abogados importante.
Tallé mis ojos. —Lo sé, pero el trabajo no lo es todo. Y el tiempo se irá volando si no deciden parar aunque sea un momento.
Volvió a inhalar y exhalar. —No sé a qué viene todo esto.
—Frank —me levanté—. Ayden te está esperando en casa, deberías estar con él, no aquí haciendo cosas que puedes hacer mañana o que puede hacer otro... Él en serio se alegra cuando llegas, le gusta estar contigo y que estés con él en lugar de pensar en el trabajo, ¿Acaso a ti no te gusta?
Dejó de inhalar aquel humo dañino, apagando el cigarrillo en un cenicero que se hallaba en su escritorio.
—Me gusta estar con él —respondió de forma directa y fría, como les habla a todos sus empleados—. Hago esto para que no le falte nada.
Negué. —Te tengo noticias, papá; eres tú el que le hace falta.
Sabía bien que Frank y Ayden siempre iban a quererse, eso se ha visto a lo largo de los años, sorprendentemente, su matrimonio ha sido de esos pocos en los que jamás se ha acabado el cariño.
Sin embargo, sabía que cualquier error causado por la monotonía de estar separados, podía dañarlos. Y no quería que mis padres la pasaran mal después.
Este tema, obviamente no me correspondía ni un poco, y solo esperaba que él amor de Frank por Ayden y viceversa, los hiciera recordar cuan felices son sin estar pensando en dinero.
(...)
Puse las llaves en su respectivo lugar, encendiendo el auto y poder irme a dormir, había pasado un tiempo desde que salí de aquella oficina, pero me había distraído un poco con unas fotos que Tabatha me quería enseñar por milésima vez de un viaje a Tailandia que hizo hace años.
Cuando levanto la vista para arrancar, mis ojos dieron a la entrada de aquella empresa gigante.
De ella, salieron los pocos trabajadores que quedaron, todos agotados, algunos emprendieron su camino a pie, otros subieron a sus autos, al final, ví las luces del edificio apagarse por completo.
Después de esa pequeña oleada de arquitectos y demás, salió Tabatha, lista para subirse a su auto, y obviamente, luego salió Frank Walker.
Cargaba su saco en su hombro, y apurado, entró a su auto, directo a casa.
Ayden, lo tienes loco.
(...)
Uno de mis mejores pasatiempos en las canchas de la universidad, era cuando llegaba la noche, o al menos el exterior de estas.
Porque claramente, luego de las diez de la noche, las puertas de todos los lugares para practicar, eran cerrados, por eso mi única solución, era ir con mis patines por todos los lugares al aire libre dentro de las universidad.
Y aunque quisiera usar los patines, prefería esperar un par de días más.
Así que solo me quedaba ir caminando bajo la noche justo como ahora, los sonidos de la naturaleza haciéndose presentes con más agudeza.
Adoraba estos momentos, sentía una gran conexión y libertad con la noche y la música, como si a esta hora, nadie pudiera verme y nadie se atrevería a juzgar.
Claramente, había audífonos en mis oídos, la música disco volviendo a resonar, si no iba a tener mis patines, al menos la música lo recompensaría.
Pasé entre las canchas de fútbol americano, y seguidamente, estaban las canchas de soccer, en las que creí haber visto algo, como una figura moverse.
Quise creer por un segundo que fue solo una ilusión, pero traía puestos mis anteojos, era imposible equivocarme, y fue mi curiosidad, la que siempre me ganaba y me hacía seguir aquello que desconocía.
Caminé y caminé, a pasos silenciosos, afortunadamente, las gradas eran parte de esas construcciones al aire libre, por lo que en ellas si podía pasar.
Cuando estuve lo suficientemente cerca, detrás de las rejas que separaban las gradas de la cancha, tomé lugar, solo para poder procesar lo que mis ojos veían.
Baja la luz de la luna, el chico con cabello blanco, estaba solo en la cancha, sin camisa, con un short del equipo y sus respectivos tennis, y ahí estaba él, practicando solo.
El balón botaba, iba a un lado a otro, las piernas de Keith corrían o saltaban, todo dependiendo de lo que estuviera haciendo. Aquel objeto también subía y bajaba en la rodilla flexionada del ojiazul, para después patearla y hacerla caer en la portería.
Realmente, era mejor en esto de lo que pensaba.
Solo que, había algunas cosas que no me cuadraban.
¿Qué hacía él practicando a esta hora?
¿Cómo logró entrar a las canchas?
Había tantas dudas sobre qué hacía aquí, pero no podía dejar de verlo, desde esta distancia, probablemente él no me notaría.
Estuve veinte minutos exactos viéndolo entrenar, y al final, su cuerpo no dió para más, terminó dejándose caer enmedio de todo ese verde campo.
Sus extremidades se expandieron a los lados, y comenzó a simular lo que en invierno podría ser un ángel de nieve.
Solté una risita. Idiota.
Desde esta vista, Keith se veía tan... Solitario.
Solitario, y me daba una extraña sensación de alguien que lo ha estado mucho tiempo.
No tenía las mismas habilidades de Eddy para saber sobre el comportamiento humano, pero Donson se veía como un chico muy tierno y con ansias de tener un amigo, o al menos así era en este preciso momento.
Hacia un poco más de frío, y extrañamente, el frío comenzaba a recordarme al tacto de Donson, a sus manos y brazos cuando me llevó hasta enfermería, o lo vacías y confundidas que se veían sus miradas.
Apoyé mi barbilla en mis puños, y esos los apoyé en mis rodillas, soltando un suspiro.
Hay tantas cosas que quiero saber de ti, Donson, pero con el riesgo inminente de que te convertirás en una molestia mayor, prefiero quedarme con la duda.
Eso era un problema... Yo odio con toda mi alma quedarme con la duda de algo.
Di un suspiro cansado, ya ansiaba dormir.
Sabía que desde pequeño, yo sería quién más durmiese de la familia, y era real, más si todos los días me esforzaba físicamente, era lógico que llegaría cansado a la cama.
Para cuando regresé al mundo real, notaba el cuerpo de Donson acercarse.
Me moví ligeramente en mi lugar, lleno de pánico, ¡¿Por qué viene hacia acá?!
En ese pequeño momento me bloqueé, si me iba rápidamente, seguramente él me seguiría y ahora creería que lo estoy espiando, y si me quedo, ¡También!
No reaccioné de la mejor manera, solo bajé mi cabeza, ocultando mi cara, con suerte, él creería que soy alguien más.
En mi "escondite", escuché bien cómo el peliblanco escalaba las rejas, hasta que cayó de este lado.
Vete, vete, vete, vete.
—Samuel Walker, vas a congelarte aquí afuera —escuché su voz preocupada.
Maldita sea.
No era como que pudiera fingir que no era yo.
Levanté mi cabeza poco a poco, encontrándome con que en efecto, Keith estaba enfrente de mí, su cabello blanco estaba increíblemente iluminado por la luz de la luna.
No veía bien sus expresiones, pero alcanzaba a notar esa inocencia en su rostro.
—¿Tú qué haces aquí? —pregunté en queja.
Ladeó su cabeza. —Estaba practicando.
—No puedes entrar a las canchas luego de las once.
Rió, ahora tomando lugar a un lado de mi. —Bien, ahora hay que evadir el tema del porqué Sammy está en el mismo lugar que yo y a la misma hora.
—¡Estaba paseando!
—Y yo te creo, es una linda noche —contestó en un tono amable y sereno.
No quise hablar más, dejé mi barbilla apoyada en mis puños de nuevo, mientras que Keith solo se había quedado en silencio, ambos sintiendo el aire nocturno.
Duramos así un largo rato, en el que, pensaba tantas cosas.
Creía que él iba a estar enojado, o que iba a decir alguna cosa para hacerme sentir peor por lo que sucedió en el dormitorio, pero no, él ni siquiera parecía recordarlo, o bueno, al menos no la parte en la que me metí en su vida privada.
—Yo, emh, gracias por haber cuidado de mi toda la semana anterior, y lamento lo que dije —espeté, volteando a verlo.
Miró a todos lados, totalmente confundido.
—¡Oh, cierto, tu pie! —habló, lleno de sorpresa, una sonrisa débil saliendo de él—. No recordaba eso... Da igual, Sammy, sé que no te agrado, y me alegra que estés mejor, entiendo que te hayas enojado.
Junté mis cejas, ahora el confundido era yo, viéndolo hablar tan normal y simpático, como si lo que sucedió no le haya afectado, o más bien, ni siquiera parecía recordar bien qué pasó.
—No —corregí—. No debes entenderlo, fui malagradecido, ¿Al menos recuerdas lo que te dije?
Asintió. —Lo recuerdo, aunque preferiría no hacerlo, ya te disculpaste y yo acepto tus disculpas... Ahora sí me permites, odio el sudor y mi cama me espera.
Se levantó tranquilamente, listo para alejarse de mi.
No entendía nada, él debería estar indignado por lo mal que lo traté luego de ayudarme, y sé que me molestó también en su momento, pero esperaba que él estuviera igual de molesto, no solo sonriendome y hablándome así.
Me levanté cuando lo ví lejos de las gradas, e hice sonar mi voz suficientemente alto para que él escuchase.
—¡¿Por qué yo?! —lo llamé—. Solo dime de una buena vez por qué te esmeras en estar detrás de mi molestando y luego tratarme tan bien.
Se giró para verme, y no iba a permitirle hablar, hasta que yo terminase.
—Te he dicho explícitamente que no quiero que estés cerca de mi, y aún así vives estando firme de acercarte y convivir. ¿Por qué conmigo? —volví a preguntar, no era una queja, era una curiosidad inmensa.
Hizo una mueca pensando profundamente, para solo darme un suspiro lejano.
—Porque no tengo a nadie más— contestó, aplastando sus labios desde la distancia en una sonrisa cansada.
Dió la vuelta inseguro, para así caminar lejos de mi.
—Descansa, Sammy —finalizó de espaldas.
Él se fue de las gradas, no me dijo otra cosa más que eso.
Y dentro de mi, algo se desató, un sentimiento que no reconocía, pero me causaba angustia y más inquietud por saber de él, por descubrir quién era Keith Donson.
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A veces si me siento mal por Keith :')
En finn, él merece todo lo bonito la vdd.
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