Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

02.- "Encuentros"

Sam Walker

Acomodo de nuevo mis anteojos sobre mi cara, los cuales ya debería considerar en cambiar. Me gusta la forma redonda, no obstante, ya están muy viejos.
Al mismo tiempo, mis retenedores dentales vuelven a mi boca para todo el día.

Usar brackets al entrar a la universidad fue relativamente una buena decisión, el tratamiento duró poco, y solo tenía que cargar con la molestia de usar retenedores.

Realmente ya debería poder vivir sin usarlos, solo que, me daba un poco de miedo que mis dientes volvieran a su lugar original, me niego a volver a usar aparatos.

Aunque es irónico, no quiero usar aparatos... Y todos los días uso estos. De cualquier manera, siempre termino por quitarmelos luego de desayunar.

Este era otro inicio de mis otros de muchos días, a diferencia de antes, que al despertar lo primero que hacía era querer volver a dormir, actualmente estaba más alegre por la mañana.

Cómo siempre y por costumbre, por alguna razón antes de salir de mi dormitorio, lo único que tenía que verificar, era que un peluche de dinosaurio esté en completa comodidad sobre mi cama.

El tiempo que he estado con ese peluche, ha sido el mismo tiempo que en el que me alcanza la memoria. Sabía que debió ser un regalo comprado por mis padres, y recordaba bien, que desde pequeño, ese peluche ha estado en cada faceta de mi triste existencia.

—Cuida nuestra cueva— le advertí a segundos de salir del dormitorio.

Fui caminando amenamente por el pasillo, con comodidad y energía.

Mi ropa diaria, era de lo más cómoda, todo se basaba en ropa deportiva, nunca se ve a un estudiante de esta universidad usando algo que no sea para ejercer su carrera deportiva, las únicas ocasiones en las que portamos ropa más formal, es por la noche cuando queremos salir de fiesta.

Más allá de eso, todos los días solo se porta ropa específica para soportar el sudor y estar cómodo.

En mi mochila, claro que no había nada de libros, nada de libretas ni útiles que sirvieran para un día de clases que se considere "normal".

Todo era; desodorante, toalla de baño, peine, mi propio shampoo, jabón de baño y claro, con lo que tenía que tallar mi cuerpo en una ducha.

Esas entraban en las cosas normales que alguien debe llevar a un día de clases en esta universidad, para la hora de terminar los entrenamientos e ir a las duchas.

Si bien, el segundo y tercer año de universidad eran los preferidos de la mayoría de personas aquí. El primer año, entraban clases normales, llenas de teoría y todo lo que tengamos qué saber sobre nuestra carrera, ahí si necesitamos libros, estudiar y demás.

Sin embargo, el segundo y tercer año eran todo lo contrario, cuando el segundo año empezaba, ahora sí habríamos de practicar lo que sea que elegimos como carrera.
Varios alumnos que se han graduado de aquí, se han estado convirtiendo en grandes deportistas.

Y tenía la esperanza que eso ocurriera con Izan, él en serio tenía mucho potencial de convertirse en un gran futbolista.

El cual por cierto, aún necesita practicar su festejo al anotar en una portería.

Con soledad y música en mis audífonos, fui patinando hasta el único lugar en el que puedo hacer lo que más me gusta haciéndolo ver como lo más normal del mundo.

Patiné y patiné, saludando a algunas personas que conocía en el camino.

Antes de llegar a cualquier salón, pasé por la cafetería de forma rápida, afortunadamente vendían más cosas además de comida, dulces, bebidas, snacks, lo que fuera necesario.

Porque claro, todos los días antes de entrar a una clase, primero hay que comprar agua.

Cuando recordé, ya había sacado los retenedores de mi boca.

Cómo de costumbre, los vestidores de varones fueron los que me recibieron primero, saqué mi pantalón deportivo de mis piernas, quedando así en pantalones más cortos.

Igualmente, los zapatos que escondían ruedas en la suela, también se despojaron de mi, para cambiarlos solo por tennis comunes.

Dejé mi respectiva mochila en mi casillero correspondiente, y así, corrí al salón de danza.

Al entrar, ya me esperaba en el gran salón, telas acrobáticas perfectamente colocadas en su sitio, algunas personas ya se encontraban en el aire, iniciando para practicar la danza aérea.

Lógicamente, teniendo la carrera de danza, teníamos la oportunidad de practicar tantos tipos de bailes como quisiéramos, y hace una semana, que la danza aérea llegó como "nueva materia", en términos generales, es como si se viera un tema nuevo.

—¡Sammy!

Miré a una de las telas acrobáticas, encontrando a alguien entre las telas, sus brazos y piernas enredadas en ellas.

Un chico rubio fue quién me había llamado, el mismo que empezaba a bajar de las telas lenta y elegantemente.

—Tan temprano y practicando— hablé.

—Si queremos que todo salga bien en la presentación, necesitamos practicar bastante— explicó sonriente, igualmente, la ropa de este chico era simple camisa y pantalones cortos, solo que él, prefería no usarlo tanto.

Jamás tuve problemas en hacer amistades de manera rápida. Sin embargo, por alguna razón mis amigos más cercanos, venían de padres cercanos a mis padres.

Por lo tanto, era lógico que entre mis amistades estuviera el hijo del mejor amigo de mi padre, en este caso, de Ayden, el hijo de Jean Peterson, quién afortunadamente compartía el mismo gusto de carrera conmigo, era quién había terminado de hacer esas acrobacias aéreas.

Eso claro, se trataba de su único hijo.

Así era como un rubio de ojos entre verdes y marrones, se había convertido en mi amigo en alguna reunión de Ayden y Jean.

Eddy Galen Peterson. A veces Eddy, a veces Galen, yo prefería llamarlo por cualquiera de los dos nombres.

Tan fácil que es poder decir que Gal me ha acompañado junto con Izan la mayor parte de mi vida.
Nunca esperamos que, estaríamos en la misma universidad.

Aunque, debí haberlo suponido antes, recordando todas esas tardes en las que él iba a casa de mis padres y solo nos poníamos a bailar por ahí cuando éramos niños.

Ahora, tanto Gal como yo, habíamos tomado una altura mayor, las facciones y físicos cambiaron.

Él, tomando en cuenta su familia, la cual se veía con genes altos de generaciones, por ende, se consideraba muy alto.

Si comparamos a Izan, Galen y yo, literalmente en ese orden, esos eran nuestros tamaños. Y podía decir orgullosamente, que no éramos pequeños.

—¡Sammy!— gritó Galen llamando mi atención.

—¡Voy!— respondí mirándolo listo para subir a las telas.

(...)

—Carajo— susurré entre dientes, levantándome de nuevo.

La colchoneta debajo de mi, la cuál servía para detener nuestros impactos si caíamos al practicar.
La semana pasada, era mera práctica en el suelo, aprendiendo cómo sostenernos de las telas, hoy empezábamos a hacer lo de verdad, a hacer acrobacias reales.

Claramente, había muchas caídas en el proceso, las cuales no dejábamos de dar cuando teníamos que enredar las telas entre nuestras piernas, era muy difícil siendo la primera vez.

Mi frustración porque las cosas no me salieran, empezaba a salir, una hora en clase, y seguía fallando.

Galen sabía bien que si empezaba a frustrarme, a este paso comenzaría a ahorcar a las personas con las mismas telas.

—Hey— me susurró el rubio por un lado, ayudando a qué me pusiera de pie —¿Conoces al chico de allá?

Señaló la gran puerta curioso, cuando giré a ver, me vine a encontrar con el chico del viernes.

Keith.

A un lado de la puerta, se hallaba recargado en la pared de brazos cruzados.

Desde aquí, notaba su cabello blanco, su piel era tan pálida, y sus expresiones de total seriedad.

Su ropa, enseguida se notaba que era parte del equipo de fútbol.
Entonces, por eso es que Izan lo reconoció.

Qué fastidio.

—No sé quién sea, ¿Por?— respondí listo para volver a subir en la danza.

—No te deja de mirar— respondió confiado —en serio, ha estado observandote desde que pasó.

—Él no tiene nada qué mirar aquí— finalicé.

El tacto suave de más telas volvió a mi cuerpo, aferrandome a ellas.

Poco a poco empezaba a sudar más y más, se volvía cansado entre más esfuerzo daba.
Aún con todo eso, la perseverancia era algo de lo cual podía presumir, por ello, no quería irme de aquí en un largo tiempo hasta que me saliera bien enredar mis piernas entre esto.

La vista desde aquí arriba, era bastante sorprendete, si bien el salón no era nada pequeño, además de eso, verlo desde aquí hacía ver a todos muy pequeños.

Mis piernas y brazos se movieron ágilmente.

No era lo que estaba haciendo lo que me ponía incómodo, era el hecho de que, sentía la mirada penetrante de alguien.
Miré de reojo a la pared dónde hace rato se hallaba Keith, y ahí estaba, mirándome.

Que las personas tuvieran sus ojos en mi jamás me había molestado, sin embargo, esas expresiones que él hacía, sus ojos irritados y facciones marcadas, eran de burla a mi.

Sentí una gran presión cuando estaba en mis asuntos, como si en serio él estuviera aquí para burlarse.

Para bien o para mal, cuando hacía las cosas bajo presión o con enojo, por alguna razón, me salían mejor.

Y ahora estaba bastante enojado por sus miradas.

Con muchos esfuerzos, dejé mis brazos al aire libre, y mis piernas combinadas con las telas, me ayudaron a poder sostenerme.

¿Lo logré?

¡Lo logré!

Di una mirada desde aquí, llena de soberbia y orgullo a mi mismo, todo hacia Keith.
No sabía qué tenía esa mirada suya, que quería retarlo.

—¡Otra vez!— escuché otro cuerpo caer.

Esta vez, era Eddy Galen quién había terminado en el suelo.

Bajé de las telas con giros y agarres, hasta que mis pies tocaron el suelo nuevamente, o en este caso, la colchoneta.

—Suficiente práctica por ahora— indicó el de ojos combinados, recostado en el suelo —¿Manzana o fresa?

Antes de responder, mi vista se postró en el chico que me ha estado causando molestia desde hace dos días, quién ahora mismo, parecía estar riéndose hacia acá.

—¿Crees que esto es un circo?— elevé mi voz elocuentemente.

Y justo como quería, hice que Keith mirara a mi.

Las otras personas bien podrían o estar ocupados en sus asuntos, u otras estarían viendo lo que sucede acá.

Por mi parte, mi instinto de defender me hizo caminar hasta donde el de pelo blanco se encontraba.

—Sammy, ¡No!— susurró Gal en un intento de detenerme.

Sin embargo, yo ya estaba más que irritado por todos esos gestos de Keith, no había necesidad de preguntarle para saber que era hacia nosotros.
Y si algo detestaba, era que alguien se burlara de otra persona.

—¿Por qué? De verdad quiero saber qué es lo que tanto te causa esa estúpida sonrisa— finalmente, estuve enfrente de Keith, mirando levemente hacia arriba para encararlo, sus ojos azules miraban los míos, de forma tan fija y penetrante como hace segundos.

Sonrió otra vez, descaradamente.

—¿Qué te hace creer que estoy aquí por ti o tu amigo?— lanzó en una risa soberbia —no me digas que ahora piensas que por habernos cruzado ya necesito estar detrás de ti mirando todo lo que haces. No necesito vigilar o burlarme de un niño de danza.

—En ese caso, lárgate— ordené entre dientes.

Dos podíamos jugar el mismo juego de retar al otro.

—Si no estás aquí para burlarte, entonces no tienes nada qué hacer en este lugar— seguí —¿Necesitas un mapa? Porque nosotros no somos el equipo de fútbol, si estás perdido, solo dilo, y con todo gusto te regreso por donde viniste.

Jamás borró esa curvatura en sus labios, su sonrisa y burla nunca desvanecieron, y al contrario de eso, siguió mirándome incluso de forma perversa.

Acercó su boca a mi oreja lentamente, hasta que su cabeza quedó por un lado de la mía.

—Me voy a divertir mucho contigo— aclaró en un tono de voz que solo yo oí.

—Qué alegría, yo ya me estoy divirtiendo— contesté de la misma forma.

Me alejé del chico seriamente, no iba a dejarlo creer que me estaba intimidando, mi orgullo personal y de familia eran todo lo que me dominaba.

Porque sentía esa necesidad de no dejarlo salir victorioso, nadie humillaba a un Walker, mucho menos cuando estábamos presentes para impedirlo.

Si bien era cierto que durante mucho tiempo me sentía ajeno a ese apellido, ahora lo portaba con orgullo.

Esperaba que con eso, Keith tuviera suficiente, que en su cabeza se metiera la idea de qué meterse conmigo no era una opción viable.

El rostro del chico pálido me miró de arriba a abajo, examinandome.
Dió la vuelta sobre si, y con pasos tranquilos pero seguros, se alejó por completo del salón de danza.

No le quité la mirada de encima hasta que cruzó por otro pasillo, estando completamente seguro que la molestia se fue.

Volví con Eddy más irritado, afortunadamente, aquí la única clase que teníamos era la práctica, todos los días, la acción principal era ir a tu sección, ya sea danza, fútbol, fútbol soccer, basquetbol, o cualquier deporte que estés ejerciendo.

Dependía de uno mismo si queríamos entrar o no, simplemente era que en la universidad ya nadie nos seguía ni insistía en entrar a clases.

Por lo tanto, ahora mismo yo decidía salir de la clase, ya sea solo o acompañado.

—¿No crees que vas a meterte en problemas con Keith?— preguntó el rubio. Ambos salimos de aquel lugar lleno de telas, directo a vestidores.

—¿Lo conoces?

Asintió. —Dígamos que ha estado momentáneamente con varias personas de mi círculo social. Y ahora, va detrás de ti.

Lo miré con indignación. —No empieces.

—¡En serio!— insistió —tú no estás para saberlo ni yo para contarlo, pero créeme, él te estaba comiendo con la mirada en todo momento.

—Eddy— lo llamé atento —Keith solo estaría detrás de mi para molestarme, y me niego a soportar eso, puede intentarlo, pero no voy a dejar que me haga la vida imposible.

—Suenas a alguien que guarda muchos traumas en su corazón— opinó tranquilamente —no sé qué planes tengas, pero como tu amigo, los apoyo.

Negué sonriendole, mis únicos dos amigos reales, en verdad eran bastante fieles a nuestro pequeño círculo de amistad.

Claramente, Izan y Eddy tenían su propia manera de ver la vida.

En este caso, Eddy tenía una forma profunda de tratar los problemas, todo para él era simple filosofía de "no te preocupes demasiado".

No le costaba mucho apoyarnos, y eso se agradecía. Añadiendo que, desde que empezamos la secundaria, él tenía cierta atracción por entender los traumas de las personas, el psicoanálisis pudo ser su carrera ideal, sin embargo, disfrutó más del baile.

En fin, Izan y Eddy eran buenos amigos. Siempre era divertido salir los tres juntos a cualquier lado.

(...)

Un gran resto de las clases, me mantuve más fastidiado que cualquier otro sentimiento, todo por lo que menos quería.
Perdí la cuenta de todas las veces que me crucé con ese chico molesto, eran encuentros que claramente yo no deseaba.

Pero siempre me lo topé, en el pasillo, en la cafetería, incluso pasó varias veces por el salón de danza.

La sospecha de que Keith estaba vigilandome crecía, ya ni siquiera incluía a Eddy, porque estuve solo en muchas ocasiones en las que él se aparecía.

Luego de una ardua caminata por la universidad, todo para perderlo de vista, mi sentido de la responsabilidad me ordenó regresar a practicar, que después de todo, solo era una hora de clases y podría huir a mi dormitorio.

Crucé el último pasillo dispuesto a llegar a la última hora de práctica.
A mínimos metros de cruzar por esa puerta, un cuerpo bloqueó la entrada para mí.

—Justo a ti te estaba buscando— escuché.

Elevé mi vista lo suficiente, dando a parar al rostro de la persona de la que yo me estaba alejando.

—Muévete— ordené.

Keith, quién estaba parado enfrente de mí, bloqueando el estrecho pase entre el pasillo y el salón, cruzó sus brazos por su pecho.

Recargó su hombro en el marco de la puerta, ahora su ropa era más normal que un uniforme de soccer, su cabello blanco estaba mojado, y aunque sonara extraño, desprendía un olor a desodorante nada desagradable.

—Qué fastidio— susurré.

Sonrió mordiendo su labio. —¿Me das un chicle?

—Yo no tengo chicles.

—Te ví comprar un paquete esta mañana— insistió.

—Tres cosas, Donson— empecé, teniendo en claro el momento en el que descubrí su apellido con Eddy —uno; no me sigas. Dos; si quieres algo, pídelo por favor. Y tres; si lo hago, ¿Vas a dejarme en paz?

—Mmh— dudó —te seguiré, por favor y no.

—Te detesto— finalicé para poder sacar el empaque de chicles de mi mochila.

Qué más podría hacer, si quería deshacerme de Keith, entonces tenía que dejar de alejarlo yo mismo, para poder darle motivos de que él quisiera alejarse de mi .

Le entregué el alimento de menta en la mano, el pequeño roce que tuvimos, se sintió como una gran helada, sus manos estaban bastante frías.

—¿Ya puedo entrar?— pregunté cansado.

Negó sencillamente, guardando el chicle en su bolsillo.

—¿Tienes algo qué hacer más tarde?— cuestionó curioso.

—Eso no debe importarte.

—En teoría, tú dijiste que te estabas divirtiendo, y yo te dije que me iba a divertir contigo— añadió con picardía —lo más correcto sería divertirnos juntos en algún sitio más privado, ¿Qué prefieres, motel o dormitorio?

Si hace dos días me sentía ofendido por haber sido víctima del humor en mi cara, hoy me sentía ofendido por la manera en la que él me creía cómo persona.

Aún con eso, ya estaba más decidido a algo.

Este chico, necesitaba urgentemente que alguien le pusiera los pies en la tierra.

Mi enojo, indignación y orgullo, estaban dañados de todas las formas que se podría imaginar.
Y esto, no se iba a quedar así, si tenía que fingir un sentimiento con tal de regresarle toda esta humillación, entonces, lo haría.

Desde hace muchos años, que ser el juguete de las personas me empezaba a causar molestia.

Supongo que haber tenido roto el corazón tantas veces, fue como una masa que iba creciendo dentro de mi, más bien, una especie de bomba que se llenaba con todo lo malo de mi pasado, me importaba poco si debía superarlo o no, Keith Donson, sería el primero en entender que yo no era un juguete, mucho menos para alguien como él.

Me acerqué ahora con una sonrisa, mi boca directo a un lado de su oreja.

—No creas que soy alguien fácil. Si quieres un poco de diversión, tienes que esforzarte— expliqué.

Antes de alejarme, dejé lo que parecía marcar una nueva experiencia.

Mis labios dejaron un beso en su mejilla, un casto y cero romántico beso.

Volvió a mirarme ahora con sorpresa, y yo en respuesta, simplemente pasé por un lado, todo para volver a mi práctica diaria.

A partir de ese instante, no volví a mirar a la puerta, si él estaba ahí o no, yo ya no quería saberlo.

Mi plan era simple e infalible, con frecuencia, las personas se alejaban de mi al momento en el que yo mostraba interés o sentimientos, y ese era lo que ahora usaría a mi favor.

Acercarme tanto a Keith Donson, para que él quisiera alejarse.

También aceptaba que era exagerado para un problema como este, sin embargo, no tenía nada qué perder, y él recibiría un golpe de realidad.

Él quería provocarme, y eso consiguió.

___________

Inguesuuuu.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro