Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Mort-dida© - Cap. 14

Mort-dida ©

Capítulo 14

Los planes de David, podrían haber funcionado, excepto por un pequeño detalle; no contaba con que sus compañeros caídos por las mordeduras del soldado, iban a despertar y comenzar a ponerse de pie buscando afanosamente carne. Era como si hubiesen salido de un trance hipnótico, pero no existía chasquido de dedos que los sacara de tal estado.

Por lo que ahora, no solo era el soldado, su amenaza, sino que también sus propios amigos, contando a Rebeca y a los tres ex-cadáveres enterrados.

Todo esto era ignorado por David, quien estaba muy convencido de que con su genial idea, saldrían pronto de ahí.

—David, lamento interrumpirte, pero mira a nuestro alrededor; no sé qué está pasando, pero están todos vivos y vienen hacia acá. ¡Vamos a morir! —exclamó, conmocionado, Samuel.

—Te concederé el beneficio de la duda, "Sam". Por lo pronto, agáchate para que no nos vean. Y al primer descuido, correré adelante para ver si esta "carcacha", aún funciona y nos saca de aquí.

Así, agazapados, comenzaron a volver hacia la parte delantera del bus. Iban en completo silencio, pero un ruido, un poco más adelante, los hizo detenerse ipso facto.
Quedaron de una sola pieza, se miraron sin entender qué era lo que había dos asientos más adelante. Era evidente que no estaban solos en el bus.

—David, ¿qué es ese ruido? —susurró, Samuel.

—No lo sé —respondió David, entre susurros.

Luego con gestos, le dio a entender que avanzaría lo suficiente para descubrir qué era lo que hacía ese ruido.

Mientras tanto, sus otros tres compañeros, seguían parapetados tras las grandes rocas que habían en la entrada de la cueva.

—Chicos, ¿ven lo que yo veo? —preguntó trémulo, Felipe.

—Lo veo y no lo creo —respondió, Oliver.

—Pues, vayan acostumbrándose —acotó, Catalina. No sé lo que está pasando, pero eso fue lo mismo que les pasó a Rebeca, don Jorge y los demás.

—Tal vez, ese soldado tenía algo en la boca, no sé. Algún reptil lo habrá envenenado, un lagarto ponzoñozo o algo así —opinó, Oliver.

—No tengo idea. Lo único que sé es que debemos salvarnos. Ya no creo que sea buena idea, bajar al auto. Hay doce "mordedores" allá abajo —argumentó, Catalina.

—Miren, se dirigen al bus. Lo están rodeando. ¿Habrá alguien dentro? —dijo, Felipe.

—No lo creo. Vimos correr a todos y ser alcanzados uno por uno, por ese veloz soldado.

—Saben, no veo a la ardilla cobarde de David, en el grupo —notificó, Catalina.

—¡Es cierto, no está! ¿Creen que aún sigue con vida escondido en el bus? —preguntó, Felipe.

—Todo parece indicar que así es. Bueno, obtiene lo que se merece nada más —concluyó con frialdad, Catalina.

—Tienes razón. Esa escoria no merece menos —aseveró, Felipe.

—Amigos, les hago un llamado a la cordura. Puede que David, no sea una Teresa de Calcuta, pero nosotros estaríamos siendo peores personas si actuamos como él. Puede que no se salve, pero nunca lo sabremos si no lo intentamos ayudar. Yo, no quiero cargar en la conciencia que pudiendo hacer algo por salvar una vida, no lo hice. No sé ustedes, pero yo, no me pienso quedar de mirón morboso. ¡Voy a bajar! —alegó, muy decidido, Oliver.

—¡Espera! Sé que me voy a arrepentir, pero te ayudaré. No es necesario que bajemos. Podemos intentar distraerlos, lanzando piedras, lejos del bus para atraer su atención y así esa alimaña cobarde, se pueda salvar —elucubró, Catalina.

—Me parece un buen plan —ratificó, Oliver.

—Sí, podría funcionar —acotó, Felipe.

En el bus, la tensión era máxima. Se podía escuchar los latidos acelerados de Samuel, con cada centímetro que avanzaba, David.

A tan solo un asiento de distancia, David se incorporó lentamente y no veía nada ni a nadie, por lo que decidió rodear el asiento, pala en mano y descubrió que debajo del asiento, se encontraba Fabián, uno de sus compañeros del grupo de "los deportistas" que temblaba como una gelatina, haciendo aquel ruido que los había alertado.

—"Fabi", ¿qué haces ahí? —le inquirió, David.

—¡¡Tengo miedo, David!! —le respondió exaltado, Fabián.

—Shhh, guarda silencio. ¿Quieres que nos descubran por tu culpa? —le ordenó, David, llevando su dedo a la boca en señal de silencio.

—David, ¿qué está pasando? ¿Qué encontraste? —preguntó, Samuel.

—Tranquilo, es solo Fabi que se escondió como «ratita asustada» y por el charco que veo, se orinó en los pantalones.

—Te equivocas, David. Eso es sangre —le rebatió, Fabián.

—¿Sí? Como no. Sangre le dicen ahora. Pero sal de ahí y no levantes la cabeza. Ve atrás y toma una pala y cubre esa puerta. Yo iré adelante a conducir para salir de aquí. Samuel, tú cubre la puerta delantera y el parabrisas que está roto —ordenó, David.

Ambos chicos, así lo hicieron y David llegó a sentarse en el asiento del chófer.

—Atentos, porque cuando haga sonar el motor, esas cosas se nos van a venir encima y los necesito firmes para que salgamos de aquí —concluyó, David.

Los nervios y la expectación se apoderaron de sus corazones. Tanto así que cuando David encendió el motor, el tiempo pareció detenerse para aquellos tres chicos dentro del bus. Se miraron fijamente una vez más, buscando una respuesta a todo lo que estaban viviendo.
Pese al evidente miedo de todos, tenían clara su labor y cada uno en su puesto, estaban listos para lo que tuviera que pasar.
Abajo, sus compañeros convertidos, junto al soldado, se acercaban logrando rodear la máquina. El soldado se había encaramado al capot y se preparaba para ingresar a través del espacio que había dejado el parabrisas roto. David, miraba horrorizado de frente al soldado y trataba con afán, golpearlo al mismo tiempo que conducía en reversa, Samuel por su parte, hacía lo mismo. El bus a su paso, iba atropellando a varios de sus infortunados amigos que habían elegido la puerta trasera para tratar de entrar.
Desafortunadamente, los esfuerzos de David y Samuel, no rindieron frutos y el soldado logró ingresar, lo que hizo que David, parase, dejando de conducir y se echara a correr junto a Samuel, hacia la parte trasera, donde ya se encontraba Fabián a pie firme, pala en mano.
David, al llegar al lado de sus compañeros, se parapetó detrás de ellos con el extintor en sus manos.
Mientras esto ocurría, afuera se oían gritos y disparos. El ver el bus rodeado, hizo que los tres chicos que estaban en el cerro, intentaran ayudar. Felipe, había convencido a Catalina de pasarle el arma, ya que sabía disparar y tenía buena puntería. La cual estaba demostrando en forma destacada, puesto que cada vez que percutaba el arma, era una diana perfecta. Uno a uno iban cayendo, excepto Rebeca, que pese a que era la que estaba más cerca, Catalina había pedido que por ningún motivo le disparasen.

—Cata, chicos, el bus se marcha —informaba Felipe desde su posición de francotirador.

—Lo logramos, ahora irán por ayuda. Nos salvaremos —expresaba emocionado, Oliver.

—Eso espero... —arguyó, Catalina.

Pero luego, vieron que el bus, cesó su marcha, lo que los dejó en vilo, porque no entendían el motivo.

En el bus, se efectuaba una lucha encarnizada. Tanto Samuel como Fabián, golpeaban con fuerza el cuerpo del soldado, mientras David le había arrojado el extintor a la cabeza, siendo esquivado por la velocidad con que se movía el soldado. Así que al verse desarmado, procedió a abrir la puerta de escape y Samuel al notarlo, fue el primero en saltar hacia afuera, Fabián miró de soslayo y comenzó a retroceder para emular la maniobra de su amigo, al mismo tiempo que le propinaba sendos golpes con la pala al soldado que se obligaba a retroceder. Ese era el momento preciso para la huida, pensó. Pero no contaba con que su amigo y líder de su club de deportistas, lo empujaría hacia el soldado, para tener tiempo de salir y cerrar la puerta por fuera.
Fabián cayó al piso, soltando la pala, y aunque sus reflejos lo ayudaron a ponerse en pie rápido, era demasiado tarde, porque David no solo había cerrado la puerta, sino que además la presionaba con fuerza impidiendo que se abriera. Fabián le gritaba que lo dejara salir, pero era inútil, David no le hacía el menor caso.

—¡¡David, déjate de bromas!! ¡¡Abre la puerta!! —le imploraba, Fabián.

—«Tu mano ya está perdida» ¿Te suena? Eso fue lo que dijiste cuando tuve mi mano atorada y ese soldado venía directo a morderla. Ahora, ¿quién está perdido? —le respondió con frialdad y mirada gélida, David.

Antes de que Fabián lograra girar, ya tenía detrás al soldado, quien le había arrancado de cuajo gran parte de la piel de su cuello, haciendo que este, chillara de dolor.

David, observaba con una satisfacción demencial, aquella escena. Miró a su camarada por última vez y corrió en la misma dirección que había corrido Samuel, quien no se pudo percatar de la cobarde acción de su compañero.

Mientras David corría, se oían los gritos desgarradores de Fabián.

—¡¡Daviiiiiid!! ¡¡Eres un maldito!! ¡¡Ojalá que tengas una muerte llena de dolor y agonía. ¡AAAAAAARGHH!

«Eso nunca, imbécil... eso nunca» —pensaba David, mientras corría.

Mort-dida © - Cap. 14
Autora Ann E. Rol
Todos los Derechos reservados ®
Chile.
Lorena Escritora - facebook
@lorenaescritora - instagram
@Lorenae5critora - wattpad
Portada Eve Sanchez.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro