Capítulo 6
Bajo ese cielo oscuro, en cuanto Tae volvió a la mansión, abrió las puertas bruscamente, dejándolas de par en par. Su mal carácter se hizo notar de inmediato cuando lo vio a ese jovencito desconocido. Su anillo estaba siendo portado por otra persona, y no entendía el por qué. Dio grandes zancadas al ingresar, como cualquier niño molesto. Se topó con su madre al girar drásticamente su rostro al notar la presencia de alguien cerca de él.
Ella, sin verse pertrubada por ese comportamiento, se encontraba tranquilamente sentada en la sala; su delgada figura y elegante postura eran parecidos al de una muñeca de porcelana. Su pelo perfectamente recogido en un moño, sus ropas impecables, sus uñas largas y brillantes... No era como cualquier madre de aquellas que había en la ciudad.
—¿Dónde está Yoon Gi?—preguntó Tae casi en un grito, mostrando sus colmillos.
—¿Por qué tanto escándalo?—alzó ambas cejas y dejó de mirar su colección de joyas, las cuales tenía guardadas en una caja de metal— Tu hermano debe estar en su habitación ¿Qué es lo que te pasa?
—Seguramente no te gustaría oírlo —soltó enfurecido—, pero he perdido mi anillo.
Los labios de su madre se entreabrieron y luego cerraron de golpe. No le dio mucha importancia a lo que su hijo dijo. Siguió observando sus joyas y pesándolas en una pequeña balanza. Tae Hyung, ante la clara indiferencia que su madre le mostraba, gruñó. Algo tan importante como lo eran los anillos de la familia no podía tomarse tan a la ligera.
—¿No te preocupa acaso?
—No—desvió su mirada por un momento de las joyas y observó al castaño. Le mostró luego una sonrisa de lado, mientras que alzaba en su mano derecha lo que Tae decía perder—.Lo tenía yo, querido. En mis manos está más seguro.
—No puede ser...
Tae agarró rápidamente el anillo, sacándoselo de las manos. Lo miró y analizó para comprobar que era suyo y, sin esperar mucho más, lo era. Ahora su gran duda era saber entonces de quién era el anillo que tenía ese muchacho. ¿Podría ser que su hermano estuviese tan loco como para haberle dejado su propio anillo a un desconocido? No comprendía si así era. Los anillos eran una fuente de protección ante otras criaturas frente a las que podían verse vulnerable. Su raza, por así decirle, era de las más débiles.
—¿Por qué pones esa cara, hijo?—rio la mujer como si se burlara—Sé que sueles perder siempre las cosas, no te debería extrañar que tu querida madre lo haya guardado en su cofre.
Ignorando las palabras de la mujer, Tae dio media vuelta aún dispuesto a encontrar a su hermano. Subió las escaleras apresurado y al llegar al primer piso, observó el largo pasillo y caminó hacia la puerta de aquel cuarto. Había pasado un tiempo desde la última vez que estuvo ahí. Sin pedir permiso alguno, abrió la puerta y encontró la figura perfecta del peligris recostada sobre la cama, sujetando un libro de considerable grosor.
—Hermano—lo llamó, pero esta vez con otro tono de voz—¿Qué haces aquí?
—Estoy ocupado, ¿no ves?
Yoon Gi no quitó los ojos del libro, parecía muy concentrado. Pero su hermano no iba a dejar que lo ignorara de tal modo, odiaba cuando lo hacía. Entonces, el castaño cerró la puerta tras su espalda y fue acercándose hacia la cama lentamente. Se apoyó con ambas rodillas, y luego acomodándose un poco mejor, se sentó descaradamente sobre el otro, agarrándole el libro y dejándolo a un lado.
—¿Por qué ya no me quieres?—preguntó con un puchero, llevando sus manos dentro de su ropa para acariciarlo—Me duele que me trates así de mal...
—¿En qué momento te he tratado mal?
El menor se encogió de hombros y siguió explorando bajo la camisa de su hermano. Sus dedos pasaban por aquella piel con ganas de rasguñar para demostrarle así lo mucho que le molestaba ser ignorado. Ante todas esas caricias, Yoon Gi se quedó quieto, dejándolo hacer lo que quería. No se iba a molestar en empujarlo porque tampoco quería hacerle daño. Conocía de sobra cuando quería algo de él, pero aunque fuera mucho más insistente no dejaría que pasara a más.
—Antes hacíamos más cosas juntos...—acercó sus labios hasta rozarlos con los otros—Extraño tus besos, Yoon Gi.
Tae Hyung tenía un especial cariño a su mayor. Ese cariño, conforme crecieron juntos se fue distorsionando. Al más joven de la familia no le importaba compartir la misma madre, eso no lo frenaría para mostrar sus verdaderos sentimientos. Éstos a simple vista quizás podían ser mal interpretados; a Yoon Gi le daba la sensación de que estaba obsesionado con él, con poder tocarlo, besarlo y sentirlo como a un amante. Y lo cierto es que al peligris esa actitud le irritaba, pero no quería herirlo porque al fin y al cabo era su familia y Tae tenía un gran problema de actitud cuando se enojaba, lo cual suponía lo peor.
El cuerpo de Yoon Gi no reaccionaba a los toques, no le gustaba lo que hacía. Aun así, sin decirle una palabra, se dejó besar. Ambas bocas chocaron, haciendo presión; Tae dio ese paso que lo iba a llevar más allá, introduciendo su lengua dentro de la boca de su querido hermano, saboreó y logró juntarla y enredarla con la otra. Sus manos apretaron la piel bajo la camisa y gimió al notar cómo el otro agarraba sus cabellos para que lo dejara respirar.
Después de un brusco movimiento que los separó por falta de aire, Tae tocó sus labios con una sonrisa. Hacía un tiempo largo no obtenía algo así, Yoon Gi no era fácil y lo sabía. Se quedó mirándolo por un segundo y luego tragó saliva.
—Basta—Yoon Gi lo dijo firme y con la voz ronca, borrando la sonrisa de la cara del menor.
—¿Por qué?
—Está mal, nunca seré lo que deseas. No volveré a besarte.
Sintiendo su sangre hervir por esas palabras, Tae se incorporó de la cama y se alejó así del peligris. Lo miró enfurecido, le mostró los dientes y gruñó con ganas. Sus planes para que en algún momento cayera rendido no iban a funcionar y eso, dentro de su cabeza, debía ser porque a Yoon Gi le había llamado la atención alguien.
Tae pensó seriamente en ese momento sobre el anillo. Se cruzó de brazos frente al otro quien lo miraba expectante y decidió hacerle la pregunta que lo sacaría de dudas.
—¿Por qué tu anillo lo tiene un sucio campesino?¿Quién es él?¿Tu nuevo amante?
En ese momento, Yoon Gi frunció el ceño sin comprender cómo lo sabía. Esa noche que pasó con el joven despistado decidió dejarle su anillo como obsequio porque sentía de alguna manera que podía correr peligro. Nunca pensó volver a verlo, pero si dejarle su anillo para que estuviera bajo protección. Además, conociendo a su hermano, seguramente se enteraría tarde o temprano que ese joven, Jung Kook, fue parte de sus noches placenteras.
—Lo que yo haga no es asunto tuyo, Tae Hyung... Además, ¿cómo llegaste hasta él?
—Pura casualidad—le contestó de mala gana—.Creí que alguna de esas zorras había robado mi anillo y tuve que matarla... Pero al ver que no había sido ella, me encontré con ese niño tonto. Tuvo suerte de que no lo matara.
Tae mostró una sonrisa altanera, dándole a entender que seguramente si tenía la oportunidad, lo iba a hacer. Eso a Yoon Gi no le hizo ninguna gracia, y aún menos porque había mencionado que mató a alguien.
—No te acerques a ese chico.
—¿Quién me lo impide?—rio de forma sádica, mostrando toda su dentadura— Ten cuidado con tu juguete porque te lo puedo quitar, hermano.
Dicho eso, el castaño relamió sus labios y dio la vuelta para alejarse de esa habitación. Yoon Gi en ese momento se dio cuenta de que ahora Tae había comenzando uno de sus juegos y aunque no quisiera, iba a formar parte de él.
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