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Capítulo 3

El camino de vuelta a su hogar era largo, tanto que creía que no llegaría a tiempo. La madrugada era más fría después de pasadas las dos. Yoon Gi no solía tomar ningún transporte que lo dejara medianamente cerca de sus tierras para luego adentrarse por otro largo camino. Prefería caminar bajo la luna, escuchando los sonidos de la noche; grillos, lechuzas y algún que otro cuervo o aullidos de lobos acompañaban su trayecto.

El cielo esa noche se veía totalmente oscuro, las estrellas eran escondidas por las nubes negras que habían aparecido de improvisto, anunciando una próxima lluvia. Yoon Gi no sentía frío, pero llevaba su abrigo puesto. Su cuerpo comenzaba a cansarse de tanto caminar, no creyó que la ciudad resultara quedar tan lejos, no lo había planeado así. Pero era seguro que podría llegar a tiempo a su hogar, el sol salía tarde en la mañana.

Pasó otra hora más y logró llegar a ese camino de piedra que lo llevaba hasta las puertas de lo que más bien era una gran mansión que, a la vista, se veía deteriorada y hasta podría decirse que abandonada. Al tocar la robusta madera con la que estaba hecha la puerta, simplemente tuvo que empujarla y ésta hizo un sonoro ruido molesto que hizo eco en la entrada.

Todo se veía en su lugar, como siempre. La iluminación era escasa, por el contrario, la decoración de todo tipo de objetos abundaba. Cada pieza colocada en la estantería, cada escultura, cada cuadro... Allí todo tenía un valor inimaginable. A Yoon Gi le gustaba contemplar una de las estatuas que estaba en la sala de estar; era la figura de un joven desconocido que poseía unas majestuosas alas que cubrían parte de su desnudez. Simplemente le parecía que era la pura perfección del arte escultórico.

Suspiró después de contemplar la figura un momento y se encaminó hacia el sillón de estilo gótico que hacia juego con gran parte de los otros elementos así como también de los muebles. Dejó caer su espalda y seguido acomodó sus piernas de manera que quedaran cruzadas a los largo de éste. Cerró los ojos y trató de convencerse de que tenía sueño, pero lo cierto es que era temprano para que fuera a descansar. Además, si se quedaba dormido allí podría ser parte de la burla de los demás.

Estiró un poco su cuello y luego sus brazos, para apoyarlos bajo su cabeza. Se quedó pensando por un momento lo que había hecho con ese joven inocente y sonrió al recordar su cara. No se imaginó que alguien fuera a quedar en su mente de esa manera, toda relación que tenía era olvidada en el momento en que se marchaba, porque así era la naturaleza de su raza.

Sus ojos quedaron apuntando hacia el techo de color blanco, después desvió la mirada hacia aquel hermoso candelabro que colgaba en el centro de la sala. Yoon Gi a veces se preguntaba si había alguien en la gran mansión cuando él llegaba; la mayoría del tiempo estaba silenciosa y eso se le hacia raro.

Toda duda fue aclarada nada más haber escuchado un fuerte grito que venía del segundo piso. Cerró los ojos y, esperando a que alguien bajase, escuchó unos pasos de pies descalzos que reconocía perfectamente.

Las pisadas se hicieron cada vez más sonoras hasta llegar cerca de donde se encontraba. Después de que se detuvieron, sintió un peso sobre su cuerpo y abrió rápidamente los ojos para ver a aquel joven de pelo castaño desordenado, sonriendo ampliamente.


—Hermano, por fin vuelves...


—¿Qué es lo que hiciste, Tae Hyung?


Aquel joven de fino rostro y de apariencia inocente, se encontraba con una camisa color negra totalmente abierta y sus pantalones a medio abrochar. Su boca estaba llena de sangre y, al parecer era fresca. Unas gotas resbalaban por el borde de su mentón hasta caer sobre el pecho del peligris, quien mostró una expresión seria. Tae Hyung era su hermano menor; bastante revoltoso, algo rebelde y a veces despistado, no era claramente lo que en realidad aparentaba. A él, a diferencia de Yoon Gi, le gustaba alimentarse de quien fuese sin miedo ni culpa de matar.


—¿Quieres un poco?—Tae se acercó hacia los labios de su mayor y los rozó, dejando un poco de líquido sobre éstos.


Yoon Gi no cedía ante ese tipo de tentaciones y menos cuando su hermano lo hacía de esa manera tan provocadora. Y aunque a ellos los unía ese parentesco, a Tae nunca parecía importarle. Tocaba a Yoon Gi, lo provocaba y buscaba una respuesta en él como si fuese un amante. En ocasiones se habían besado, pero nada más. A Yoon Gi no le gustaba hacer ese tipo de cosas con alguien de su propia familia, pero si había cedido a los besos en algún momento simplemente fue porque el agobio fue demasiado para soportar.


—No, deja de hacer eso—el peligris apoyó sus manos sobre el pecho desnudo de Tae y lo empujó para que se alejara.


—Oh... Que aburrido eres—se quejó el otro, pasando su lengua para limpiar un poco la sangre que había en sus labios—¿Dónde estabas? Me aburría tanto... Salí por un momento y me encontré una linda chica. La traje hasta aquí y bueno, ya sabes.


La soltura con la que contaba sus actos, como si fuera algo de lo que sentirse orgulloso, a Yoon Gi nunca le gustó. Quería a Tae Hyung porque era su hermano, pero repudiaba que fuera tan diferente a él; aquella actitud desinteresada hacia la vida de las otras personas, sintiéndose un cazador libre sin culpa por nada; ese tipo de cosas Yoon Gi nunca las había hecho. Él, si bien por fuera daba una imagen intimidante, en realidad se preocupaba por no dañar a las personas. Hubo incluso temporadas en las que se negó a alimentarse si no era porque esa sangre se le ofrecía voluntariamente. Sus encuentros no iban más allá del placer, y aunque en ocasiones hipnotizaba con su mirada, el dañar a alguien no estaba dentro de lo que era su ética. Por el contrario su familia era muy distinta, así como lo era Tae, también lo eran sus padres.


—Deberías cambiar tus hábitos de diversión, no son buenos.


El menor lo miró por un momento con mala cara y luego volvió a mostrar su dentadura. A Tae le gustaba divertirse de esa manera y claramente nunca pensó en cambiar eso. Veía a Yoon Gi como un tipo aburrido por no compartir sus gustos. Mientras que a él le gustaba ver correr la sangre, obteniéndola de las peores maneras, su hermano era más bien un romántico. Sabía que cada persona con la cual había compartido sus labios y cuerpo, era tratada de manera respetuosa, gentil... Yoon Gi cuidaba mucho sus palabras al tratar con alguien, no era grosero ni agresivo. Era la clara imagen de un apuesto caballero que toda mujer desearía tener.


—Quizás deberías cambiarlos tú, hermano. Ser tan "compasivo"—remarcó con sus dedos—te bajará de peldaños en la escala de esta familia. Tu reputación se verá denigrada ¿Eso quieres?


—¿De qué reputación hablas? Nunca me interesó ser alguien importante dentro de esta familia, lo sabes.


El cuerpo de Tae se apartó del mayor, quedando ahora de pie junto al sillón, de brazos cruzados y con una sonrisa algo burlona. Escuchaba constantemente decir a su hermano que no le importaba ser mal visto; las burlas e insultos por parte de otras razas eran ya parte de la familia, pero si bien Yoon Gi era consciente de eso, no le importaba. Él seguiría siendo quien era y no cambiaría por hacer ver mejor a su familia.


—Supongo que nunca cambiarás —se encogió de hombros —.Como sea... Espero que al menos sepas sobre el asunto de esos cazadores.


—¿Cazadores?—rio Yoon Gi— He sabido de eso hace mucho y nunca me topé con uno. Pareciera ser sólo un cuento.


—Exacto, pareciera. Pero lo cierto es que ya han matado a varios y puede que seamos los próximos ¿Eso no te asusta?


—No tengo por qué hacerlo, yo no soy como ustedes.


Al igual que lo eran ellos, los tan nombrados cazadores parecían ser parte de una leyenda. Lo cierto es que Yoon Gi nunca vio uno ni oyó tampoco de algún hecho que fuera real. Dado que no era muy conocedor de las noticias que había entre ellos, no estaba enterado prácticamente de casi nada y, el escuchar que posiblemente estaban bajo peligro, en lo personal no le suponía ningún temor. Los cazadores se suponía que eran aquellos que se libraban de las criaturas violentas y sangrientas, la cual no se consideraba. Por ello se sentía tranquilo al respecto.

A Tae, por el contrario, le preocupaba bastante. Sus padres le advertían a cada momento lo peligroso que era encontrarse con uno. Se decía que estaban encubiertos, que cualquier víctima podía ser uno de ellos. Pero aun así, él no podía dejar de saciar su sed como siempre lo había hecho.


—Sólo ten cuidado con quien estés. No me gustaría quedarme sin hermano.


Tae se inclinó hacia el otro hasta depositar un beso cerca de sus labios. Le sonrió de lado y luego se marchó de vuelta al piso de arriba.

Yoon Gi sintió un hormigueo en la piel donde su hermano lo besó. La sangre había quedado tan cerca de su boca y las ganas de saborearla eran tan grandes que a pesar de intentar controlarse no pudo. Pasó su lengua por allí y el líquido generó un sabor metálico que lo hizo cerrar los ojos con fuerza, sintiéndose mal por hacerlo. Se decía así mismo que no debía tentarse porque luego su hermano era quien salía victorioso. Pero lo cierto era que aunque Yoon Gi aparentase ser una persona considerada, a veces perdía los estribos y ese era aquel monstruo al que temía. Había un Yoon Gi en su interior que pedía a gritos salir; desgarrar, asesinar y saciar su sed con cientos de inocentes. Lo único que esperaban era nunca convertirse en eso.

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