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Capítulo 23

La tormenta paró solamente un poco después de varios minutos. Seok Jin se había quedado junto a la joven muchacha que seguía temblando y con la mirada perdida, estaba mareada y aún traumatizada por lo que había vivido bajo el subsuelo de aquella pequeña iglesia.

Ho Seok trataba de hablar con el pelinegro para calmarlo; entendía que se sentía con miedo y también traicionado por una persona en la que siempre tuvo su confianza puesta para lo que fuera. El sacerdote fue un buen hombre con él, creía incluso que lo cuidaba más que su propio padre, y era normal que dentro de su cabeza las cosas se descolocaran de su lugar.


—Tengo que ir a casa ahora— le dijo al mayor, sin dejar de moverse de un lado para otro—. La tormenta ya se detuvo.


—Espera un momento, esta chica necesita ser revisada por un médico...—el castaño miró bastante preocupado a Jung Kook, la pobre chica había caído desmayada sobre sus brazos de las pocas fuerzas que tenía—¿Hay alguien que pueda ayudarla?


En la aldea no había mucha gente, y menos gente capacitada para ciertas cosas. Cuando alguien tenía una emergencia debían viajar a la ciudad más cercana, además Jung Kook estaba seguro de que no había nadie a quien pudiera clasificar de médico, la única ayuda que se le ocurría era la que podía prestar la gente de la misma iglesia donde se encontraban, pero nadie más se encontraba allí a causa de la fuerte lluvia. Además, pensando en lo que acababa de suceder ya no confiaba tanto en que todos a su alrededor fueran inocente, podría ser que más hombres fueran criaturas sanguinarias.


—Aquí no, debes llevarla a la ciudad. Hay un anciano que puede llevarte en su carruaje, conoce atajos y varios caminos por los que ir—le respondió sin ganas—.Este lugar ya no es seguro.


—Definitivamente no lo es.— Ho Seok afirmó aquello, sabía perfectamente que donde había una de esas criaturas se escondían muchas más, y seguramente aquel hombre había estado encubriendo a otras personas—. Seok Jin ¿Puedes encargarte de la chica? Acompañaré a Jung Kook para que se reúna con sus padres. De paso buscaré más criaturas por esta zona.


—¿Estás seguro de que podrás tú solo?— Seok Jin acomodó a la delgada chica entra sus brazos, cubierta por un abrigo y caminó hasta la puerta, la cual su compañero abrió— Todo esto ya me da muy mala espina.


—No te preocupes, ve y llévala a un médico.


Sin más palabras que cruzar después de salir de la iglesia, Jung Kook le indicó que cerca de la otra salida de la aldea estaba aquel anciano que podría llevarlo hasta la ciudad. Seok Jin no se detuvo ante nada y fue rápidamente hasta allí, despidiéndose de ambos y avisándoles de que volvería tan pronto como le fuera posible. Después de esto, Ho Seok y Jung Kook quedaron de pie en el corto escalón de la entrada de la iglesia mirando el panorama. Las nubes grises parecían despejarse, dejando paso al celeste del cielo, pero los rayos del sol no querían asomarse todavía. Muchos de los hombres que habían salido a por sus caballos volvían, tratando de pisar por donde menos barro se había formado. Jung Kook observó a los lejos su casa, suspiró y se sintió nervioso por ver a sus padres y sus reacciones. No era normal que desapareciera tan seguido, lo que menos quería era preocuparlos, pero sabía que ya era tarde para eso.

Ho Seok le dio una palmadita en el hombro y le regaló una sonrisa para tranquilizarlo, aunque el pelinegro todavía seguía muy decepcionado por lo sucedido. Pero le aliviaba tener a ese desconocido a su lado, podía confiar en él, después de todo lo había protegido. Dispuestos a mover sus pies, caminaron juntos algo apresurados hasta el hogar; no hizo falta que tocaran la puerta porque ésta inmediatamente se abrió para descubrir la figura de la madre del pelinegro.


—Jung Kook—con la mano izquierda posada sobre su pecho, sintió la calma apoderarse de ella al mirarlo a los ojos. Fue directamente hacia él, lo encerró entre sus brazos y lo apretó contra su cuerpo a punto de llorar—¿Dónde estabas?¿Por qué te marchas así, hijo? 


—Lo siento mucho.


El pelinegro no podía pronunciar otras palabras más que para pedirle perdón otra vez. Su madre se preocupaba siempre, le decía constantemente que tuviera cuidado y que no saliera, pero él hacía caso omiso. No quería convertirse en un mal hijo, era el único varón de la familia y no podía ser tan imprudente de actuar como lo venía haciendo. Había tenido muchas suerte hasta el momento porque pasó por varias situaciones que podrían haberlo matado.

Mientras que madre e hijo se abrazaban, Ho Seok observaba curioso a la mujer; era hermosa, tanto como una pintura, sus prendas totalmente negras le daban una elegancia deslumbrante en contraste con su palidez y el rosado casi melocotón que teñían sus mejillas. Pero más allá de verse hipnotizado por tal hermosa figura, lo que más le llamó la atención fue la poca iluminación de la casa, el silencio y lo triste y gris que se veía. Suponía que viniendo de una pequeñas casa de una alejada aldea podía ser algo normal, pero cuando Ho Seok tenía el presentimiento de algo acababa teniendo razón en todo lo que en su cabeza comenzaba a figurar. De todos modos fue prudente. Una vez que ambos terminaron de saludarse, la mujer pasó a posar su atención en él.


—¿Quién es este joven?—le preguntó curiosa a su hijo, al cual no quería soltarle el brazo—¿Él te trajo hasta casa?


—Disculpe, señora— se inclinó levemente para saludar con educación, mostrando una leve curvatura en sus labios—.Soy Jung Ho Seok, vivo en la ciudad. Siento decirle que soy el causante de que su hijo desapareciera, pero es que la literatura nos llevó a trasnochar ¿Verdad?


—¿Cómo dice?


Sin comprender muy bien a qué se refería aquel joven, la madre del menor lo miró con el ceño levemente fruncido. Jung Kook se sintió inquieto por la mirada que su madre le clavó, buscando una explicación. Ho Seok en realidad trataba de no preocuparla tanto, inventándose una pequeña historia para que el pelinegro no fuera regañado; le parecía un buen chico, aunque algo despistado y además, lo más importante en ese momento era ganarse la confianza de aquella mujer , la cual le daba una extraña sensación.


—Jung Kook pasó por mi librería, nos quedamos charlando hasta muy tarde— le comenzó a contar, cruzándose de brazo sin dejar de sonreírle—, así que le ofrecí que se quedara conmigo para traerlo al día siguiente. Y aquí estamos.


—Oh, yo...—los grandes ojos de Kook miraron al mayor con más tranquilidad, no esperaba que fuera a decir tal cosa, pero le alivió saber que estaba dándole apoyo— Siento haberte preocupado, madre. Ho Seok cuidó muy bien de mí.


Los dos cómplices sonrieron satisfechos por la pequeña mentira, aunque en realidad sí que había cuidado de él y eso lo agradecía. Por esto, Ho Seok fue invitado a pasar para que se le ofreciera una bebida, pero más que pasar al hogar como si nada y ponerse a charlar tranquilamente, había sucedido algo terrible momentos atrás y seguía un tanto inquieto por ello. En cualquier momento quien fuera que entrar a la iglesia se daría cuenta de que el sacerdote no estaba allí. Puede que no hubieran quedado rastros de él dado que se consumió entre las llamas, pero todo lo que había en ese subsuelo era de fácil acceso, al menos lo creía así, y eso quería decir que más gente de la iglesia debía de estar involucrada. Suponía también que si dejara las cosas como si nada hubiera pasado tampoco sucedería mucho, él no formaba parte  de ese lugar y solamente tenía relación con el hecho de haberlo llevado a Kook hasta su casa; estaría entonces fuera de sospechas de los ojos ajenos. Sabía cómo era la gente de los poblados tan pequeños como esos, cuando veían a personas que no formaba parte de la comunidad inmediatamente echaban sus miradas juzgadoras sobre ellos. Pero por ese momento decidió despejar su mente unos segundos y aceptar respetuosamente la bebida que le ofrecía aquella mujer.

Se sentó en una de las sillas de madera, reluciente y limpia y volvió a inspeccionar la casa discretamente mientras la mujer preparaba todo y Jung Kook buscaba a su padre una vez más por la casa.


—¿Dónde está mi padre?—le preguntó desde la habitación, algo molesto porque otra vez no lo veía por ahí—¿No estuvo aquí en la noche?


—Tu padre salió a buscarte—ella lo miró apenada, sabía que su esposo estaría muy enfadado cuando lo encontrara de vuelta en la casa, aunque a veces parecía ni preocuparse por él porque estaba demasiado obsesionado con encontrar a los asesinos que merodeaban por los alrededores—,supongo que pronto volverá. Ya sabes cómo es él, siempre ocupado haciéndose el detective.


Ciertamente a Jung Kook a veces no le gustaba que su padre fuera así, siempre dejaba sola a su madre y el hecho de que frecuentara aquellos lugares a los que iba a buscarlo donde se llenaba de alcohol lo ponía todavía más furioso. No le importaba mucho si se enojaba con él o lo regañaba, suponía que aquel hombre no cambiaría más.


—Disculpe ¿A qué se refiere con eso de detective?— Ho Seok se metió en la conversación para indagar un poco más, le llamaba la atención saber sobre el padre del chico. Suponía que ninguno de los dos era consciente de lo que sucedía con su hijo, ella ni siquiera notó el anillo que llevaba en el dedo, aunque el jovencito lo escondía bastante bien entre su manga— ¿Su esposo es policía?


—Oh, no—ella rio nerviosa ante la pregunta mientras llevaba una taza en su mano para dejarla sobre la mesita—. Lo que sucede es que ha habido ataques recientemente y han formado un grupo de hombres para investigar y vigilar la comunidad, solamente eso.


—Ya veo.


Jung Kook no se unió a la conversación que comenzaron a tener su madre y Ho Seok, prefirió ir a su habitación para ver si las cosas seguía en su lugar. Parecía que su madre había ordenado todo, pero había algo que le resultaba inquietante. Había un aroma desconocido que se coló por su nariz, era un poco fuerte pero no desagradable. Dio unos pasos lentos para inspeccionar de qué se trataba, si había algo que le dijera de dónde provenía dicho aroma. Sus ojos buscaron por el suelo, detenidamente y se encontró con diminutas gotitas que al tocar con sus dedos las notó más bien duras, en realidad era cera. La tomó entre sus dedos y manipuló; siguió con la siguiente y así hasta encontrar varias. Se preguntaba qué hacían aquellos pedacitos de cera repartidos de forma desordenada por todo el suelo.

Después de terminar de hallar todos los restos de cera, notó que éstos llegaban hasta por debajo de su cama. Allí se agachó levemente hasta meter parte del brazo debajo, tocó con su mano aquella parte del suelo y notó una textura extraña en la madera, como si estuviera rajada. Siguió el recorrido con la palma y se percató de que todo ello formaba algo extraño. Repentinamente después de apartarse, su cabeza comenzó a doler y la mano en la que llevaba su anillo también, como si aquello que había tocado con su palma lo hubiera provocado. Jung Kook sintió que el dolor se volvía cada vez más agudo y eso lo obligó a tomarse de los cabellos y hacer presión con sus manos sobre sus sienes. Se levantó deprisa y trató de que su cuerpo se apoyara contra la pared para sostenerse, seguidamente un hilo de sangre descendió por su nariz hasta recorrer sus labios y caer por su barbilla. En esos pocos segundos comenzó a tener miedo porque estaba experimentado una vez más esa sensación de que iba a morir, así como había ocurriendo en la casa de Seok Jin. Pero no pudo pronunciar una sola palabra, ni un solo grito de ayuda. Algo dentro de él ardía y no sabía por qué lo único que venía a su cabeza era la imagen de aquel peligris mirándolo fijamente a los ojos como si estuvieran conectados en un espacio fuera de la realidad. Y minutos después en los que nada más ocurrió entre esas cuatro paredes donde se encontraba solo, un golpe seco y brusco fue lo que dejó su cuerpo tras caer una vez más totalmente inconsciente, llamando así la inmediata atención de quienes se encontraban en la otra sala a unos pocos metros de él.


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