Capítulo 22
Tae Hyung se fue muy lejos de sus tierras, de su hogar. La frustración no lo dejaba pensar con claridad. Había hecho algo terrible, algo que según su hermano le dijo era repugnante.
Bajo la cortina de agua de la fuerte tormenta, corría empapado y con su boca manchada después de haber mordido a un transeúnte que pasaba con su caballo en dirección a alguna taberna en medio del camino lleno de barro. Nada le importó saltar sobre su cuello y desgarrar su garganta, incluso tomó al equino color castaño y cabalgó por un rato. La sangre era lo que deseaba en momentos así; estaba furioso y quería descargar su ira con algo, lo que fuera.
No tenía idea de a dónde ir, Ho Seok ya no formaba parte de sus planes, sabía que no lo ayudaría y mucho menos si se enteraba de lo que le había hecho a Yoon Gi.
El castaño era consciente de que no tenía a nadie, estaba totalmente solo y sus padres tampoco se preocupaban mucho por dónde andaba merodeando. Saber que eran los únicos moroi por aquellos lados le daba una terrible desventaja sobre los otros vampiros; su raza era odiaba y repudiada porque creían que todos eran como Yoon Gi, unos seres débiles y de corazón blando. Y nada tenía que ver con eso, no al menos con el castaño. Tae Hyung y sus padres habían adoptado otros hábitos para lograr sobrevivir entre tantas criaturas violentas y sanguinarias; porque, ser tan sensibles y flojos como lo era un humano, los llevaría directamente a desaparecer.
Tae Hyung sabía que, allí por dónde pasaran sus pies, habría un cazador encubierto. Últimamente se había encontrado algunos, pero se deshizo de ellos con total facilidad. Los novatos eran el objetivo pricipal ya que los más experimentados eran personas muy adultas y no tenían la misma agilidad que cuando comenzaron su tarea, no le resultaba nada entretenido luchar contra ellos y la sangre joven era más fresca y dulce. Pensando en todo ello, se planteó incluso quitar de en medio a Seok Jin y a Ho Seok, pero dado que se encontraba lejos y no sabía dónde estarían debía idear un plan totalmente diferente. Pero eso no quería decir que siguiera sintiendo repudio hacia aquel joven pelinegro al que su hermano le prestaba más atención. No entraba en la cabeza de Tae Hyung cómo era posible que su mayor se hubiera enamorado de un niño tan torpe y común; claro que después de lo que le había hecho en la casa de Seok Jin no pensaba que fuera una persona corriente, de hecho nunca vio algo así y eso lo ponía todavía más furioso porque aquel aura oscura que notó a su alrededor era muy poderosa. Odiaba verse débil frente a otros, debía de ser respetado por cualquiera que se le cruzara en medio de su camino.
Más allá de un largo recorrido que no lo llevaría a ningún lugar en específico, decidió acortar su trayecto hacia la ciudad más cercana. Allí, como le fuera posible, haría uso de sus habilidades para hipnotizar a algún pobre inocente para adentrarse en su hogar y refugiarse unos días.
La noche se hacía larga, pero agradecía que así fuera, y la lluvia tampoco le molestaba.
Casi media hora más tarde ya estaba adentrándose, más que en una ciudad, en un pequeño poblado del que nunca supo su existencia. Las casas eran bajas en su mayoría, otras tenían dos plantas. Los tejados eran sencillos, los materiales de piedra de las estructuras se veían un tanto descuidados con un poco de moho pegado en las paredes, las ventanas y puertas se veían de mala calidad y las pocas plantas que decoraban estaban ya marchitas y amarillentas.
Había muy poca gente a esas horas en la calle, muchos de los que se cruzaba eran hombres adultos y algo viejos. No les prestó mucha atención, prefería buscar un buen lugar para esconderse. Paseó su mirada veloz por cada puerta y haciendo uso de sus habilidades para poder visualizar más allá de donde se encontraba. Olía la sangre a su alrededor y eso lo tentaba una vez más, pero tenía que controlarse. No conocía el lugar y lo que menos quería era encontrase sorpresas.
La curiosidad de los que pasaban por su lado los obligaba a girar la cabeza para mirarlo. Tae Hyung llamaba la atención por el simple hecho de llevar una capucha que cubría gran parte de su rostro, y sus prendas tan elegantes tampoco pasaban desapercibidas.
Pasos más adelante divisó un pequeño callejón que estaba bastante oscuro. Se adentró discretamente en la estrechez de esas paredes húmedas por la lluvia hasta chocar su mirada con un cartel un poco viejo que colgaba de una gruesa estructura de hierro haciendo que chirriara al moverse por el fuerte viento de aquella tormenta. Parecía ser una taberna; empujó la puerta robusta y pesada para pasar al interior, el olor a licor entró de inmediato por sus fosas nasales, mezclado con otros aromas no muy agradables. Las mesas estaban vacías, a excepción de una que tenía a un hombre casi tirado sobre ella durmiendo. La barra por el contrario estaba ocupada, había tanto hombres como mujeres, pero le resultaba extraño que no hicieran ruido, apenas los oía charlar en voz baja. Algo comenzaba a serle incómodo en aquel lugar. No dio mucho más de tres pasos con la idea de salir de ahí, pero repentinamente todos los allí presentes se giraron a mirar en su dirección.
—Maldita sea...— Murmuró estático en el lugar al ver que aquellos que creía que eran humanos resultaron ser más vampiros.
—Moroi...
Tae Hyng los miró sin moverse del lugar pero atento a lo que fueran a hacer. Los labios manchados de pura sangre de aquellos seres chorreaba fluidamente por sus barbillas hasta caer en sus ropas; al darse la vuelta, descubrieron el cuerpo de un hombre con la garganta completamente abierta mirándolo al castaño a los ojos mientras que agonizaba y trataba de pedir ayuda.
No era el momento preciso para correr porque sabía que no tenía ventaja sobre la cantidad que eran. Además tenía su anillo que al menos podía protegerlo mientras que pensaba rápidamente lo que debía hacer para escapar. Era muy obvio que sus miradas denotaban odio hacia su raza, su particular dulce aroma no pasaba desapercibido y era presa fácil.
—¿Qué haces aquí asqueroso moroi?—una de las mujeres saltó inmediatamente frente a su persona tratando de intimidarlo, pero el castaño se mantenía calmo— ¿Es que quieres morir?
Todos empezaron a reírse con ganas, creyendo que lo habían paralizado del miedo. Pero Tae no estaba atemorizado, era cauteloso frente a otros vampiros y sabía que huir no era la mejor opción. De todas maneras aquella joven mujer que se le acercaba cada vez más y lo miraba descaradamente sacando la lengua para limpiarse restos de la sangre, lo estaba sacando de quicio. Algunos vampiros eran extremadamente egocéntricos y confiados cuando actuaban, y estaba seguro de que ese grupo de vampiros eran solamente una banda de delincuentes que no hacía mucho fueron transformados. La diferencia entre uno de esos y otro puro era muy notable. Tae Hyung analizaba cada gesto que la mujer hacía frente a sus ojos, ella se burlaba de su apariencia tan perfecta, comparándolo con un muñeco; le inspeccionaba las prendas y el cabello húmedo, pero no lo tocaba, había un espacio de unos tres centímetros que los distanciaba, y eso era gracias al anillo.
—¿Qué hace un grupo de delincuentes por estos lados?¿Esconderse de los cazadores?— Tae Hyung comenzó a mostrarles una media sonrisa; era obvio que si habían elegido ese pequeño pueblito era por algo. La mayoría de vampiros estaban asustado aunque no quisieran admitirlo—Que valientes. Aprovechando un lugar lleno de gente longeva para atacar como los cobardes que son.
—Mira quién habla— rio la mujer de cabellos largos y despeinados que estaba a su lado—, un moroi cuyo único objetivo en su vida es satisfacer sus deseos sexuales, manipulando e hipnotizando humanos... ¿De que cobardía nos hablas, pequeño?
Todos los que se encontraban en la barra dejaron a su víctima agonizando y pasaron su atención completamente al castaño que seguía parado en su sitio sin inmutarse. Estaba seguro de que ninguno de ellos lo iba a tocar, porque si lo hacían no iba a dudar en arrancarle la cabeza a alguno sin tener piedad. Su anillo generaba una especie de barrera invisible que los mantenía alejados; confiaba en que si todos se le lanzaban encima, el anillo los empujaría dejándolo a salvo, porque era seguro que harían eso, lo veía en cada unos de esos ojos rojizos y sedientos por seguir asesinando.
—Te daremos cinco segundos para que salgas corriendo— amenazó uno mostrando sus colmillos todavía manchados.
—Creo que los que tendrían que correr deben ser ustedes...
Tras analizarlos más detalladamente, confirmó que eran unos novatos, por lo que no les tenía una pizca de temor. Aquellos que comenzaban a adentrarse en un mundo lleno de violencia, destrucción y sangre como lo era ser un vampiro, los llevaba a seguir una vida muy caótica sin saber en qué momento controlarse; era un especie de droga el beber la sangre de cualquiera que se encontraran y de esa manera dejaban rastros por doquier sin ningún tipo de preocupación. No era muy listos después de todo y dudaba que tuvieran la suficiente fuerza como para hacerle realmente daño, si se habían estado alimentando de gente anciana, aquella sangre no les aportaría prácticamente nada.
—¿Qué estás diciendo?— aquella mujer que no paraba de hablar y enfrentarlo con la mirada, alzó su mano de puntiagudas uñas para agarrarlo del cuello sin darse cuenta de que iba a cometer un gran error— Di tus últimas palabras.
En el momento en que ella tocó el bello rostro del castaño, una fuerza violenta como una ráfaga de viento empujó su mano dejándola confundida. Los demás observaron con asombro lo que había sucedido. Dado que eran un grupo pequeño de delincuentes que no hacían más que asesinar gente débil, enfrentarse a otro vampiro era algo nuevo y la sobre confianza que se habían generado decayó en ese mismo instante. Tae Hyung no se andaba con juegos con ese tipo de personas, lo irritaban. No dudó un momento en volver la mirada hacia aquella mujer y agarrarla de los cabellos haciéndola chillar; su otro mano se colocó bajo el mentón de ésta, donde pudo sentir sus huesos.
—Dile adiós a tus compañeros— le susurró, pegando sus labios contra su oreja.
—¡NO!
El sonido de la carne desgarrándose y despegándose era grotesco. Tae Hyung hizo fuerza con sus brazos y manos para desprender aquella cabeza del cuerpo. La sangre brotó de inmediato como una cascada, la mujer siguió chillando con su cabeza aún sujetada en la mano del castaño por unos minutos más; éste, quien mostró su dentadura a los espectadores, sembró el pánico en menos de dos minutos tras decapitarla con sus propias manos. Los demás quedaron petrificados, no pensaban correr la misma suerte que su compañera por lo que de inmediato trataron de escapar. Pasaron al lado del castaño y éste dejó que se fueran, no quería perder el tiempo con esa clase de vampiros, no valía la pena.
Soltó los cabellos de la mujer y dejó que su cabeza cayera al suelo, rodando por unos segundos hasta chocar con la pata de una mesa. Al final haber ido a ese lugar no le iba a servir de mucho más que para pasar unos días escondido. Suspiró y pasó a sentarse frente a la barra, allí el hombre seguía vivo y posando su mirada perdida en él, no le dio más mínima importancia dejó que siguiera sufriendo hasta que no pudiera más. Pasó a mirarse las manos, sus finos dedos estaban pintados de rojo al igual que su anillo. Observó su joya detenidamente y volvió a pensar en lo que hizo y en ese joven al que llamaba "campesino". Estaba muy furioso, pero debía de pensar en un plan para sacárselo del camino como fuera.
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