Capítulo 19
La noche cayó y el sonido de los grillos hacía eco en la inmensidad de la planta baja de la casa. Todas las ventanas estaban abiertas y el viento mecía las cortinas delicadamente. El cielo estaba cubierto de nubes y los relámpagos lograban un hermoso contraste de luces que se reflejaban en los vidrios. Allí, apoyado sobre el marco de la ventana de la sala, Yoon Gi miraba hacia el exterior, hacia esa vegetación oscura y tétrica. Después de lo sucedido con Tae Hyung, éste se había marchado de la casa; lo cierto es que no le importaba, estaba muy enojado, disgustado y asqueado. No quería volver a ver a su hermano ni de lejos. Sobrepasó el límite de su obsesión y Yoon Gi ya no quería tener nada que ver en su vida, aunque en el fondo suponía que no todo iba a terminar ahí. Tae Hyung estaba mal de la cabeza, no tenía empatía por nadie ni nada, era un ser egoísta que buscaba el placer propio a costa del sufrimiento ajeno. Realmente Yoon Gi se había hartado.
Pensó en lo que sucedería a continuación, y era muy obvio imaginar que su hermano estaría corroído por la ira y que habría enloquecido, se desquitaría de ello asesinando a quien se le cruzara por medio sin importarle nada.
Yoon Gi de repente tocó su cabeza con fuerza, una punzada atacó sus sienes como si algo lo hubiera golpeado. Cerró los ojos y se tambaleó chocando con un mueble que estaba a centímetros de la ventana tirando las cosas que había apoyadas. Los cristales se partieron en pedazos, pequeñas botellas de licor desparramaron el líquido por el suelo, dejando un fuerte aroma. El peligris temía que eso que había sentido fuera a causa del anillo, ya que era de su propiedad cada vez que éste sufría alguna caída violenta le afectaba a su cuerpo y mente. Era doloroso el pensar que quizás ese chico se lo había quitado y lo había tirado lejos.
Estaba cansado y su cuerpo aún temblaba por lo sucedido. No tuvo fuerzas para resistirse y por ello se sentía muy débil. Necesitaba tomar sangre de nuevo, su garganta estaba seca y la horrible sensación de la ansiedad se mezclaba con su malestar. No era lo mejor para él salir en ese momento, pero la sed lo obligaba y el bosque lo llamaba en susurros. Podía encontrar un animal o quizás alguien perdido entre los arbustos. Ya ni siquiera le importaba eso.
Decidido, salió por la ventana como le fue posible. Dio un salto y cayó de rodillas pero volvió a ponerse de pie. La cabeza seguía dándole pequeños golpes, pero ya los ignoraba. Caminó despacio pisando las hojas secas y haciéndolas crujir acallando el sonido de los grillos. Se adentró en aquel bosque mientras sentía unas pequeñas gotas caer del cielo. Miró hacia arriba y cerró los ojos, esperó que la lluvia lo mojara y arrastrara con ella su estado anímico. Contó pocos segundos y las gotitas fueron cayendo más rápido, pronto comenzó a empaparse.
Siguió caminando para adentrarse en lo profundo de la vegetación. Las ramas de los árboles se movían de manera violenta y las hojas y piedritas salían volando a su alrededor. La tormenta comenzaba a ser más intensa, los relámpagos provocaban un temblor en su cuerpo debido al fuerte sonido. Yoon Gi se sentía más mareado a cada paso que daba, sentía que se caería en cualquier momento.
Miró el camino que tenía por recorrer, pero sus párpados caían, como si tuviera sueño. Trató de humedecer sus labios pasando la lengua por éstos pero de nada servía, la sed era insoportable. La visión se volvía borrosa y oscura; las rodillas le temblaron instantáneamente y su cuerpo se desplomó sobre el barro, sus ojos se iban a cerrar por completo y no sabía si acaso estaba a punto de morir porque ya no sentía sus músculos.
Quedó entonces ahí tirado, tratando de estirar su mano hacia una figura extraña que pudo observar a los lejos. Yoon Gi no logró distinguir lo que era, pero antes de que se desmayara se dio cuenta de que era un animal. Un lobo de pelaje negro brillante se acercó a él curioso y se quedó mirándolo mientras que los rayos seguían retumbando en el cielo.
El día siguiente había llegado, el sol salió radiante después de la tormenta. Jung Kook despertó dolorido debido a que se quedó durmiendo en el sillón, no quiso volver al cuarto que Seok Jin le ofreció. Los dos chicos se ofrecieron para acompañarlo hasta su hogar, pero una vez más Jung Kook les dijo que podía ir solo. Y aun así Ho Seok insistió tanto que logró convencerlo.
El camino era largo y debido a la llovizna todo estaba lleno de barro. Jin sugirió tomar otro camino más corto, según él había muchísimas alternativas que nadie conocía por miedo a encontrarse una criatura. Los tres se prepararon para salir; Jin llevaba un bolso con varias cosas mientras que Ho Seok solamente lo necesario, no entendía por qué su compañero iba con tantos a libros a cualquier parte a la que se dirigían. Jung Kook se cuestionó por qué simplemente no tomaban un carruaje, pero Jin parecía ser bastante tacaño como para pagar unas monedas, además se veía interesado en conocer su pequeña aldea.
—¿Tienes tu anillo?—preguntó Ho Seok, saliendo de la casa.
—No lo quiero...—Kook volteó el rostro y empezó a caminar, pero Seok Jin lo agarró del brazo y tiró de su cuerpo hacia atrás.
—Te dije que esto ahora es tuyo, ¿no entiendes? —lo había agarrado con un pañuelo para evitar quemar sus dedos otra vez, se lo dejó al chico en la palma de la mano y se la cerró en un puño—No puedes tirarlo así como así, es muy peligroso si cae en manos equivocadas. ¿Quieres que pase eso?
—No—Kook frunció el ceño, pero si lo que decía era cierto entonces debía de mantenerlo con él, tampoco quería lastimar a nadie.
—Bien— Ho Seok miró a los lejos el camino y se acomodó los anteojos—.Vamos de una vez, siento que más tarde volverá la tormenta.
Los tres jóvenes comenzaron a caminar, Jin por supuesto que los iba guiando y de paso les explicaba sobre cada especie de planta que se encontraban, pero Kook no le prestaba atención. El más joven caminó más lento y dejó que los otros fuera delante mientras charlaban. Sacó el anillo de su bolsillo y lo miró otra vez, con el ceño fruncido. Cerró los ojos tan fuerte que le dolió, quería dejarlo tirado por entre los pastos, pero volvía a pensar en lo que el castaño le había dicho; si era cierto que podía ser tan peligroso tenía que conservarlo, pero ¿y si lo decía solamente para que lo llevara con él? Empezó a sentirse confundido y suspiró pesado. Creía que no tenía alternativa, así que simplemente lo volvió a colocar en su dedo, pero esta vez no vio nada de esas imágenes, ni tampoco sintió. Se lo sacó y volvió a poner por pura curiosidad y nuevamente nada pasó.
—¿Esto se puede romper?—preguntó Kook llamando la atención inmediata de los otros dos, quienes dejaron de hablar.
—¡Eres un niño caprichoso por lo que veo!—lo regañó Jin, indignado por escucharlo.
—No puedes romper una reliquia de esas a no ser que seas de la familia Min—le contestó Ho Seok, seguro de lo que decía—¿Por qué insistes tanto? El hermano de Tae Hyung te lo obsequió por algo, porque supongo que no es de él, ¿no?
El pelinegro se encogió de hombros, y pasó al lado de Ho Seok para adelantarse. Éste lo miró serio, entendía que debía de sentirse preocupado por lo que fuera a suceder, pero Tae Hyung no podría hacerle nada si tenía eso con él, además parecía que tenía algún tipo de poder y no lo sabía. Ho Seok siempre había deseado tener esa reliquia, pero no por su valor monetario, sino como obsequio por parte de Tae Hyung; regalar una reliquia tan importante significaba una fuerte confesión de amor y protección, por lo que se sentía un poco confundido con lo que fuera que había entre Yoon Gi y Jung Kook. ¿Es que acaso el vampiro se había enamorado a primera vista de aquel niño?
El trayecto más tarde se volvió silencioso. Jin seguía parando a cada rato y sacaba sus pequeños libros para anotar con la poca tinta que le quedaba en el frasquito. Jung Kook no conocía el camino por el que iban y no tenía una buena sensación. Miró hacia el cielo y la nubes comenzaron a aparecer como la noche anterior, amenazantes y grises. No creía que estuvieran muy lejos de su aldea, pero si Jin seguía deteniéndose no llegarían nunca.
—Jin... ¿Tomamos este camino a propósito para que puedas anotar tus cosas de plantas?—se quejó Ho Seok, apresurando sus pasos al ver la gotas de agua caer sobre los cristales de sus anteojos— Vamos, deprisa.
—¡Espérenme!—les gritó al ver que corrían.
Quedaban pocos minutos para llegar, Jung Kook divisó la torre de vigilancia de la iglesia. Su corazón se sintió aliviado de estar tan cerca de su hogar. Esperaba poder abrazar a su madre y pedirle perdón por haber desaparecido y no haberle hecho caso. Si desde un principio hubiera escuchado sus palabras nada de eso habría pasado, ahora ni siquiera sabía si ellos estaban el peligro también.
La lluvia caía suavemente, el viento apenas soplaba y eso les daba la ventaja para correr más rápido hacia su objetivo. Unos pocos ciudadanos de las aldea que se encontraban afuera saludaron a Jung Kook. Los tres se adentraron hasta la iglesia, que era lo que más cerca estaba de la entrada. Allí, al abrirse las puertas, el sacerdote que se encontraba de rodillas frente al atril en las escaleras, se levantó rápidamente para observar a sus visitantes. Y cuando vio al pelinegro se acercó hasta él muy preocupado.
—¡Jung Kook!—el pelinegro lo miró asustado—¿Dónde andabas? Tu madre se pasó la noche llorando.
—¿Cómo puedes hacer sufrir así a tu madre?—habló Jin, llamando la tención del sacerdote. Ambos se miraron como totales desconocidos que eran— Disculpe, trajimos a este niño hasta aquí. No se preocupe, está bien.
—Ah... ¿Quiénes son ustedes?—el hombre los miró fijamente, se fijó más en Ho Seok que en el castaño, creía que lo había visto en algún lado.
Los ojos de Ho Seok también se quedaron calvados en él. Sintió un escalofrío en el cuerpo, reconocía su rostro y sabía perfectamente que ese hombre de ahí era un vampiro.
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