Confundido por la situación, Jung Kook salió de su escondite al percatarse de que ya nadie estaba en el cuarto. Rápidamente tomó su abrigo y se lo colocó, después de haber acomodado bien su ropa y colocado los zapatos.
Se fijó por la ventana, sin abrir mucho la cortina, cuál era el panorama allí afuera. Debía ser algo tarde porque apenas veía gente pasando. La noción del tiempo se había esfumado después de lo ocurrido. Y, aunque sabía perfectamente el riesgo que corría si se marchaba, de igual manera esa fue su única opción. No iba a esperar allí metido en esas cuatro paredes, teniendo la sensación de que en cualquier momento alguien podía volver por él.
Poco prudente en sus pasos y hasta en su forma de hablar, Jung Kook ni siquiera se molestó en explicarle al hombre de la recepción, quien parecía preocupado por su forma de actuar. Solamente dijo algunas palabras y salió de allí corriendo. Y cuando lo hizo, el viento frío lo golpeó de improviso, la soledad y la poca iluminación le hicieron replantearse por varios segundos el volver al cuarto.
Trató de tapar su cara con el abrigo, dejando libre su visión. Se movió con rapidez pero sin recordar bien hacia dónde debía ir. No había nadie en su camino y lo peor que podía ocurrirle era toparse con algún delincuente que quisiera robarle sus zapatos.
Bajo la luz de la luna, recorrió unos metros hasta darse por vencido. No iba a llegar a ningún lado, no al menos si seguía esa dirección que parecía llevarlo directamente a los espesos bosques.
Jung Kook tenía como objetivo llegar hasta su casa, ver a sus padres juntos, esperando por él aunque estuvieran enojados, sobre todo su padre. Siempre esperaba que nada malo le hubiera pasado.
Llegando a una esquina para doblar, se detuvo de manera inmediata casi chocando con la pared. Unas voces parecían discutir sobre algo; no estaba seguro de si escuchar la conversación, podía ser peligroso, pero quizás esas personas podían ayudarlo. Entonces, se mantuvo lo más calmado posible y se decidió a escuchar.
—¿Eres idiota? Él sólo te manipula, te usa como quiere para hacer de las suyas, Ho Seok. Abre los ojos de una vez...
—Sé que siente algo por mí, ¿por qué si no vendría a pedirme favores? —contestó molesto el otro con la intención de marcharse.
Jung Kook asomó muy discretamente la mitad de su rostro para poder ver a esas personas. Sus voces no sonaban para nada amenazantes, simplemente eran dos jóvenes discutiendo sobre algún tema que aún no comprendía.
Se fijó detenidamente en ambos mientras hablaban escondidos en la sombra, alejados de la vieja farola que alumbraba la calle de piedra. Uno de ellos era alto, de cabello castaño peinado hacia atrás y vestido de forma muy elegante. El otro, en cambio, llevaba ropas más similares a la suya y el cabello de un tono más llamativo y un poco desprolijo, como último detalle vio unos anteojos redondos que adornaban su rostro ovalado.
—Usa sus encantos, todos ellos lo hacen. Es un moroi—el castaño se cruzó de brazos, adoptando una posición defensiva—, pueden sonreírte de forma simpática pero luego te arrancan las entrañas. Son más peligrosos que los que andan merodeando por aquí, te lo aseguro...—se detuvo en seco, desviando su mirada más allá de Ho Seok—Y parece que también les gusta escuchar conversaciones ajenas.
El joven de anteojos dio la vuelta para mirar hacia atrás. Se topó con la mirada perdida de Jung Kook, quien no se movió de su lugar. No estaba listo para salir corriendo, además si lo hacía saldría perdiendo. Eran dos contra uno.
—¿Quién eres?—Ho Seok se acercó hacia él para ver mejor su rostro—¿Quién te envió?
—¿Enviar? —confundido por su pregunta, Kook negó con la cabeza. Lo único que le faltaba era que lo confundieran con algún mafioso—Nadie me envió, sólo quiero volver a casa. Me detuve porque tenía miedo de que fueran algunos delincuentes.
Jin río instantáneamente después de escuchar al joven pelinegro. Éste dio un paso atrás, desconfiado por lo que fuera a suceder, mientras que Ho Seok arrugaba su frente sin comprender por qué su amigo se reía.
—¡Delincuentes dice! —tapó su boca hasta que su risa se calmó —Encima de entrometido, nos tomas por criminales ¿Qué clase de vampiro se atreve a hablarle de ese modo a unos...?
—Jin, basta—lo interrumpió el otro rápidamente —.No es ningún vampiro, sólo está perdido—volvió a mirar al chico y se acercó hacia él —¿A dónde te diriges? No te conviene andar por aquí a estas horas de la noche.
Jung Kook lo sabía perfectamente, no necesitaba que cada vez que alguien lo viese solo por la calle le repitiese lo mismo. No hizo ningún movimiento, sólo su rostro dejó mostrar la desconfianza al entrecerrar los ojos. No estaba seguro de lo que haría, pero sí era una buena oportunidad para, al menos, preguntar por un camino hacia su pueblo. Y, a pesar de que eso fue lo que hizo, ninguno de los dos supo decirle exactamente cuál era un trayecto seguro. Las cosas se ponían cada vez más peligrosas en las afueras, sobre todo en esos camino solitarios que conectaban ciudades.
—Eres muy valiente si piensas irte solo por ahí, en medio del bosque—comentó Jin—,pero también serías muy estúpido ¿Acaso no tienes miedo de lo que pueda aparecerte en el camino?
El menor, sin dejar de mirar hacia el horizonte en total oscuridad, se planteó esperar por lo menos a que el sol saliera. Aquellos dos parecían estar apurados y Jung Kook no podía dejar que la desesperación lo obligara a pedirles ayuda. Ya no podía confiar en nadie a esas alturas, pero tampoco quería quedarse ahí solo sin saber qué hacer.
—¿Qué son?—Jung Kook los detuvo antes de verlos marcharse.
—Personas, al igual que tú —contestó Ho Seok con notoria seriedad en su voz. Miró a Jin por unos segundos como tratando de decirle algo con la mirada y después volvió su atención al joven—.Escucha, puedes venir con nosotros si quieres. Jin vive a unas calles más arriba, nos quedaremos allí. Puedes irte en la mañana.
Sin pensar mucho, más allá de que eran totales desconocidos, Jung Kook asintió con la cabeza y los siguió en silencio por las calles. Ninguno de los dos volvió a hablar, pero lo que Kook notó es que parecían estar alerta ante cualquier cosa. Uno de ellos se colocó más cerca de él como si intentase protegerlo, mientras que el castaño alto iba más adelante.
Una vez que llegaron, entraron a la gran casa y cerraron la puerta con toda la seguridad que pudieron, incluso las ventanas tenían candados y la chimenea estaba tapada.
—Bienvenido a mi hogar—Jin sonrió y tomó una lamparita para iluminar las escaleras que daban al piso de arriba—.Más te vale que no seas uno de ellos porque...
—Jin, ya te dije que no es ningún vampiro—Ho Seok rodó los ojos debido a la insistencia del más alto.
—Está bien, cuando amanezca muerto será tu culpa.
Jin no hablaba realmente en serio, pero Jung Kook se lo tomó de forma personal y se molestó por ser tratado de vampiro. Después de lo que había pasado con Yoon Gi, no quería saber nada de esas criaturas.
En el piso de arriba, se le ofreció un cuarto a Jung Kook para descansar hasta que fuera de día. Él, silencioso, entró y lo primero que hizo fue mirar a su alrededor; todo estaba decorado muy pesadamente, demasiados jarrones, demasiados cuadros y muchos arabescos irregulares en la pintura de la pared.
—Oye—antes de marcharse a su cuarto, Ho Seok se detuvo en el marco de la puerta—¿Cómo te llamas?
—¿Por qué quieres saber mi nombre?
—Ey, no seas grosero jovencito—se metió Jin en medio—,tengo lugar en el sótano. Claro que está lleno de arañas y bichitos.
—Sólo me gustaría saberlo. Podríamos llevarte a tu casa en la mañana, tus padres estarán preocupado por ti.
—Puedo volver solo, gracias...
Después de eso, Jung Kook desvío la mirada hacia otro lado, no queriendo hablar más con ellos. Ho Seok comprendía que debía de estar asustado y su forma de disimularlo era ponerse a la defensiva. Entonces, sólo asintió y decidió dejarlo solo. Tomó la puerta para cerrarla y, sin dejar de mirar al chico; notó que cuando se quitó el abrigo que tapaban mitad de sus manos, en una de ellas, reluciente y precioso vio ese anillo que tan familiar le resultaba, así como ese que llevaba Tae Hyung.
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