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Capítulo 11

Su mirada asustada quedó perdida en la expresión del joven pelinegro; Yoon Gi sintió la culpa,  se maldijo así mismo,  su cuerpo no reaccionó y su intento por pronunciar alguna palabra fue casi nulo. Se le hizo un nudo en la garganta, tan fuerte que dolió. El menor movió las pupilas, sin hacer movimientos con su cabeza. Vio a Yoon Gi, vio su boca ensuciada con sangre. Su piel ardía como si hubiese sido quemada, como si pequeñas llamas hubieran hecho un recorrido por allí.

Jung Kook respiró con dificultad, tomar aire se le hacía un problema. A Yoon Gi parecía que el pánico lo había hecho olvidar en qué situación estaba ahora mismo. Cada vez que algo así sucedía solamente escapaba, corría lejos de todos para no volver nunca más. Pero ahora no podía huir, no iba a dejar al menor en aquel estado.

Reaccionando entonces, de forma lenta, Yoon Gi se dio cuenta de que la herida que le había provocado no era tan grave como pensó. Tapó con la tela de las sábanas para detener la sangre y fue en busca de algún botiquín de emergencia. Se suponía que en un lugar como ese debía de haber al menos uno; unas gasas o algodón sería perfecto.


—Mierda, mierda—repitió incontables veces a cada paso que daba.


El pelinegro, que sostenía con su mano la tela contra su cuello, se incorporó sólo un poco para quedar sentado. La herida ahora empezaba a doler menos; le resultó extraño a la par que sorprendente, y dado que quería ver qué era lo que estaba pasando, se quitó la tela y se miró en el espejo que daba justo en la pared del costado. Su piel empezaba a cerrarse sola, como si fuera parte de algún truco de magia. Kook no podía creer lo que estaba viendo, se asustó y dio un salto para ponerse de pie y acercarse apresuradamente hacia el espejo para verse mejor.


—Oh, Dios mío...— se dijo asombrado, tocando con sus dedos la piel ya cerrada e impoluta de marcas— ¿Qué está pasando?


Cuando Yoon Gi volvió al cuarto ya se había colocado unos pantalones, por el contrario, el menor seguía desnudo pero cubierto con las sábanas. Lo miró sin comprender por qué estaba de pie, por qué ya no sangraba. Se acercó cauteloso a él, pero cuando éste notó su acercamiento, se alejó corriendo a refugiarse en alguna esquina de la habitación.


— ¡¿Qué me hiciste?!— le gritó asustado, acorralándose en la esquina.


—Lo siento, juro que no quería hacerlo—el peligris se quedó en la distancia, sabiendo que si se acercaba otra vez, él saldría corriendo—.Jung Kook, perdóname.


—No, aléjate de mí—su cuerpo se agazapó en la esquina del cuarto, se abrazó así mismo, enredó las sábanas en su desnudo cuerpo y comenzó a sollozar. 


Yoon Gi no sabía qué hacer, seguía confundido por lo que había pasado con la herida. La situación tan vulnerable en la que ahora se encontraba Jung Kook lo hacía dudar mucho de sus acciones. Podía ser mejor marcharse y no volver a verlo nunca más, o tratar de explicarle. Decidirse por una o por otra iba a ser de todas maneras complicado. Largarse sería de cobarde, pero tratar de hablar con él podría resultar muy mal. 


—Jung Kook— lo nombró con calma y dio un paso al frente, decidido a acercarse—,de verdad que no quiero hacerte daño. No fue mi intención, juro que no soy como los otros. Me iré lejos de tí si así lo quieres, pero... por favor, necesito tu perdón.


La cabeza del menor estaba escondida entre las sábanas, con miedo a alzar la vista. Se sentía algo mareado y eso, mezclado con el temor, no era bueno. Y a pesar de que intentaba juntar esas piezas de su memoria que se había separado, algo le decía que las palabras de aquel chico eran sinceras. 


—¿Qué eres...?—preguntó sin querer mirarlo—¿Por qué me traes aquí?


 La confusión de Jung Kook era obviamente debido a la pequeña hipnotización; el mareo, la desorientación, todo eso ponía a Yoon Gi en una situación complicada. Anteriormente lo había recordado todo, pero ahora volvía a verse sumergido en un mar de dudas, en una especie de laberinto circular.   


—Alguien quiso atacarte allí afuera—Yoon Gi, poco convencido por haber dicho eso, chasqueó su lengua—,pero al final fui yo quien lo hizo...


—Eres una de esas criaturas, ¿verdad? Esas de las que hablan en el pueblo, una de las que asesinó a la chica del riachuelo—se quedó en silencio por unos segundos y luego alzó su cabeza bruscamente—¡Fuiste tú! ¡Eres un asesino!


—No, no lo soy. Yo...— entrando en un estado de alteración por ser acusado de esa manera, Yoon Gi se acercó rápidamente hacia el menor, lo tomó de los hombros y lo miró a los ojos—¡Yo no soy un asesino, Jung Kook! 


—Casi me matas—su voz sonó ronca, casi quebrada en un llanto de frustración por no saber qué hacer.


—Nunca haría eso, nunca. Te dejé esto—tomó su mano y le enseñó en anillo. Entonces, ahí se dio cuenta de que seguramente eso habría sido el causante de tal sorpresa—.Sí, esto lo hizo. El anillo te salvó, cerró tu herida. ¿Ves? Sólo quiero protegerte.


Kook miró aquella joya preciosa que adornaba su dedo. Era brillante y parecía que valía una fortuna. No dijo nada al respecto, pero lo que sí quería hacer era salir de allí cuanto antes y volver a su casa. No podía creer en alguien que decía querer salvarlo cuando él mismo lo había atacado ¿Qué sentido tenía eso? ¿Acaso aquel peligris estaba loco? Ya ni siquiera le importaba el buscar a su padre, sólo quería volver. Por eso, apartó su mano de la del otro bruscamente. Se levantó deprisa y caminó con las sábanas cubriéndolo hasta tomar sus ropas, las cuales se colocó un tanto avergonzado por pensar en lo que había hecho.


—No quiero nada de ti, quien seas—dijo el menor serio, sacando el anillo de su dedo y tirándolo al suelo—.Tampoco quiero verte nunca más. Me voy a casa.


—No puedes irte, es de noche. Van a intentar atacarte si andas solo.


—Tú también lo hiciste, ¿qué sentido tiene quedarme aquí?


Antes de que Jung Kook abriera la puerta para marcharse de allí, alguien tocó varias veces. Fueron golpes duros y constantes, como si alguien al otro lado estuviera desesperado porque le abrieran. 

Ambos en el interior del cuarto se miraron; Yoon Gi fue quien dio un paso al frente, preguntó quién era y, cuando escuchó su voz al otro lado, frunció el ceño bruscamente. Su hermano había ido tras él en el peor momento. Obligó al menor a esconderse en algún lado antes de que su hermano entrara al cuarto, pero éste se negaba diciendo que solamente se quería marchar de allí.


—¡Yoon Gi, abre la puerta!—gritaba Tae sin dejar de dar golpes.


—Jung Kook, hazme el favor de esconderte—le susurró amenazante, poniéndole otra vez el anillo en el dedo.


Sin poder rechistar ante eso, Kook buscó un lugar donde ocultarse de quien fuera que estuviese al otro lado de la puerta. Meterse en un pequeño armario con poco espacio no era lo más cómodo del mundo, pero al menos había un pequeño hueco por el que podía mirar.

Cuando el peligris abrió la puerta, Tae Hyung entró de golpe, dando zancadas, agarró a su hermano por los brazos con fuerza y lo zarandeó desesperadamente. No se veía enojado, si no asustado por alguna razón.


  —¿Cómo me encontraste?


—¡Se llevaron a nuestros padres, hermano!— le gritó apurado, con lo ojos llorosos—¡Los cazadores, fueron ellos!


En ese momento, el corazón de Yoon Gi se detuvo. Miró a su hermano menor, lo vio llorar como pocas veces y supo que estaban en verdaderos problemas.  



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